Capítulo 13: Camino a lo desconocido

[AVISO: Quien no sepa de los spoilers de la ComicCon de NY sobre Ladybug no debería seguir leyendo este capitulo]

Rápidamente, salieron por la puerta del hotel. Les daba rabia que hubieran perdido sus miraculous de esa manera y a Marinette, además, le enfadaba que Papillon hubiera utilizado a Alya para tal propósito.

Vengarse y hacer lo posible por recuperar sus miraculous era lo que debían hacer, pero tampoco sabían a dónde ir o qué hacer, pues era una situación novedosa y había pasado demasiado tiempo desde que Alya, es decir, Lady Wifi, había desaparecido del lugar. A saber dónde se encontraba en esos momentos.

-Por cierto, ¿cuál es el plan? – Preguntó él cuando aminoró el ritmo considerablemente. No tener un destino previsto era un punto importante si se quería avanzar.

-Eh...aún no estoy segura – En ese momento, Marinette se paró en seco y él hizo lo mismo. Adrien tenía razón. No sabía dónde podían ir, y no es que tuviera un plan a largo plazo precisamente – ¡Eh! Ya lo tengo – Dijo después de reflexionar unos instantes – Podríamos ir a...

-¿Sí?

-No, olvídalo. Es una tontería. Además, es poco probable que pueda salir bien.

Con convicción, Adrien agarró a Marinette a los hombros para mirarla directamente a los ojos y que ella no pudiera hacer nada por evadir su mirada.

-Marinette, ya no tenemos nuestros miraculous. No podemos convertirnos en Ladybug y Chat Noir y ahora mismo, es muy posible que vayan a ser usados con un mal propósito, así que cualquier opción que nos permita arreglarlo es útil, incluso si hay que arriesgarse.

-Pero, ¿y si...?

-Nada de peros. Estamos juntos en esto, ¿no?

Durante unos segundos, Marinette tuvo que bajar la mirada. No soportaba el contemplar las dos perlas verdes del chico que la miraban intensamente. A veces se le olvidaba que se encontraba con Adrien, y el volver a darse cuenta de ello era como si la golpearan contra una pared.

-Sí...Supongo.

-Entonces, dime qué tienes pensado.

-... – Por unos momentos, decidió callarse por vergüenza. No podía hacer nada por debilitarse cuando Adrien la hablaba tan dulcemente.

-Por favor, Marinette.

-Podríamos...Simplemente, podríamos ir a ver al maestro Fu.

En ese momento, Adrien se separó de Marinette y bajó los brazos, como abatido por todas las sensaciones del día. Ahora, además, tenía que ir a ver a alguien desconocido del que nunca había oído hablar para solucionar su problema.

-Eh..., ¿quién?

-El maestro Fu. Es el guardián de los miraculous que...

-Es igual, es igual – Ya se encargaría de conocer los detalles más tarde, así que se limitó a negar con la cabeza rechazando la nueva información por el momento – ¿Dónde está?

-Si no recuerdo mal, era por allí. – Marinette señaló una de las calles colindantes.

Tras mirarse y asentir, ambos partieron con decisión al lugar cuya dirección Marinette tan solo había perfilado con una simple indicación.


Estaban en plena noche, llevaban corriendo durante un rato y estaban tremendamente cansados, pero eso no les impidió seguir corriendo hacia su destino. Un destino que, ciertamente, no estaba para nada claro. Con la oscuridad y con todas las emociones, Marinette se había perdido unas cuantas veces y no había podido dar con el sitio exacto, teniendo que dar vueltas en círculo y teniendo que disculparse con Adrien con sonrisas de timidez, por ser tan despistada y, precisamente, serlo con él y con un tema que les concernía a ambos.

-¿Estás segura de que es por aquí? – Inquirió él esa vez, cansando, aunque no por eso menos amable.

-Sí...No...No lo sé. Es todo tan confuso ahora mismo que... – Solo deseaba que todo aquello acabara cuanto antes. Estaba durando demasiado tiempo. – Probemos por allí – Volvió a sugerir tras suspirar.

-De acuerdo.

De nuevo, salieron corriendo en una dirección diferente, muy probablemente la misma, para encontrarse con algo que, sin embargo, no habían visto con anterioridad. Cuando Marinette lo visualizó en la penumbra, aminoró el paso.

-Eh, ¿qué es eso?

-¿Qué? ¿A qué te refieres? – Adrien hizo como ella, pararse para comprobar de qué estaba hablando.

-Aquello – Señaló para acercarse a lo que se refería.

-Pero, Marinette, ahí no hay nada.

-Claro que sí – Refutó Marinette casi ofendida – Es... – En cuanto Marinette se acercó un poco más y su agudeza visual pudo hacer efecto, ambos se llevaron una gran sorpresa – ¿Alya?

La chica morena estaba desestabilizada en el suelo, como si acabara de caerse desde las alturas, mientras trataba de levantase recuperando la respiración normal.

-Alya, ¿estás bien? – Rápidamente, Marinette se agachó y la ayudó a levantarse mientras Adrien la miraba con preocupación. Alya se apoyó en ella y, poco a poco y tras colocarse bien sus gafas, consiguió incorporarse.

-Supongo que sí. ¿Qué ha pasado? No entiendo nada. ¿Qué hago aquí tan tarde? - Eso podía indicar que acababa de ser ¿desakumatizada? No sabía si esa palabra existía siquiera. Así que Papillon ya tenía sus tan ansiados miraculous.

Marinette y Adrien se miraron de manera sombría, dudando si callar o hablar.

-Verás, Alya. Cuando descubriste que yo era Ladybug te...enfadaste conmigo por no habértelo contado y hoy has sido akumatizada.

-¿Qué? ¿Yo? Pero... – Honestamente, no se acordaba de nada – Solo recuerdo durante pocos segundos que estabas tendida en el suelo de una cámara frigorífica, pero nada más – Obviamente, se refería al momento en el que Lady Wifi había dudado en quitarle los miraculous a Ladybug al borde de la congelación, momento en el que la verdadera Alya había salido a la superficie; momentáneamente.

-No ha sido culpa tuya, Alya. Fui yo. No te lo conté.

-Te he hecho daño, ¿verdad? – Dijo con preocupación.

-¿Qué? ¡No! Bueno, puede que tu forma akumatizada sí, pero sé que tu no me harías daño jamás.

-Claro que no. – De repente, Alya abrazó a Marinette por impulso – Lo siento mucho. Siento todo el daño que te he causado. Nunca he querido perjudicarte.

-Lo sé, lo sé – Le dijo con una sonrisa conciliadora.

-Estoy muy arrepentida ahora mismo, y ni siquiera sé lo que he hecho – Dijo cubriéndose la cara con las manos.

-No te preocupes por eso ahora. Lo que tenemos que hacer es solucionarlo.

-¡Eso es! Tenéis que transformaros, ¡rápido! Si no, todo París...

-No podemos – Intervino por primera vez Adrien – No tenemos nuestros miraculous, no podemos hacer mucho – Dijo encogiéndose se hombros. En el fondo, ambos sabían que no tenían demasiadas posibilidades de tener éxito, y más sin saber lo que harían exactamente.

-Pero, ¿cómo?

Ninguno de los dos pronunció palabra, pues no se atrevían a manifestar los hechos a Alya, pero no fue necesario decir nada. Alya lo intuyó todo a la perfección.

-¿Significa eso que todo es mi culpa? ¿Ha sido por mi culpa? Yo nunca pretendía que esto pasara, de verdad – Dijo Alya extrañamente entre desesperada y apenada.

-Lo sabemos, Alya.

-Siento todo lo que te he dicho, Marinette, no lo decía en serio. Por favor, perdóname. No debería haberme enfadado por una tontería así. Sé que lo hiciste para mantenerme a salvo, y mira cómo ha acabado todo. No sé cómo he podido comportarme así.

-Alya, tranquilízate. Sé perfectamente cómo has podido sentirte. Llevo días pensando en ello y puede que, quizá, haya debido contártelo.

-Te lo agradezco, pero ahora me doy cuenta de que me he comportado de una manera horrible. Quiero hacer todo lo posible por arreglar lo que he hecho. Tengo que buscar una solución.

-Tenemos – Le corrigió Marinette.

-Eh…,¿tenemos?

-Sí – En ese momento, él se puso a la altura de Marinette, cogiéndola de la mano enfrente de Alya, que abría los ojos como platos – Adrien y yo.

Adrien se llevó la mano de Marinette a los labios para besarle cortésmente, haciendo que ella enrojeciera por completo y, después de sorprenderse, apartó la mano rápidamente y se echó para atrás.

-¿Qué haces? – Le dijo Marinette escandalizada.

-Nada. ¿No puedo? – Preguntó Adrien con soberbia – Pensé que besar a mi novia no sería nada malo.

-Ay... – Desesperada, Marinette terminó apartándole la cabeza hacia un lado empujándosela ligeramente con la mano que acababa de liberar del enganche de él.

-¡Un momento! – Gritó Alya, haciendo que los dos dejaran su conversación – ¿Estáis juntos?

Tras esa pregunta, los dos se miraron de reojo y sonrieron tímidamente mientras las mejillas de ambos adquirían un color rojo intenso.

-¿¡Qué!? ¡Es estupendo! ¿Cómo ha ocurrido todo? ¿Cuándo? – Se podía apreciar que Alya tenía una gran cantidad de preguntas. De todos modos, había estado días enfadada con Marinette, por lo que no sabía nada de ella. Un error que no cometería de nuevo – ¿Ves? ¡Te dije que debías pedirle a Adrien que fuera al cine contigo! – Con una sonrisa en los labios, Alya le pegó un fuerte empujón a Marinette en la espalda. No a propósito, pero Marinette se encontraba tan débil ante esas palabras de su amiga que su debilitado cuerpo se echó hacia adelante con riesgo de caerse.

-¡Ay! – Afortunadamente, su cara no se estampó contra el asfalto – ¿No crees que son demasiadas preguntas en un momento como este?

-Tienes razón, tienes razón – Alya trató de mantener la compostura, pero acabó siéndole totalmente imposible. Marinette llevaba tanto tiempo enamorada de Adrien que no podía hacerse a la idea de que fueran pareja – Pero necesito que me lo cuentes todo cuanto antes.

-Sí, sí...Quizá otro día – Susurró mientras se sonrojaba – Ahora debemos ocuparnos de cosas más preocupantes. Alya, vete a casa. Nosotros haremos el resto – O esperaban poder hacerlo.

-¿Qué? ¡No! Yo quiero ayudaros. Todo esto ha sido mi culpa, y no puedo dejaros que lo solucionéis por vuestra cuenta. Haré lo que sea.

-Pero puede que sea demasiado peligroso...

-Eso no importa. Se trata de algo fundamental, ¿no? En ese caso, yo estoy dentro.

-Pero...

-Marinette – Dijo Adrien, que había estado contemplando la conversación entre las dos amigas – Quizá Alya tenga razón. Quizá deba unirse. Puede que así seamos más fuertes.

-¿Qué estás diciendo? Alya no tiene nada que ver con esto.

-Por lo que respecta a lo que ha pasado hoy, sí, ¿no crees? Y piénsalo. Nosotros tampoco tenemos ya ningún tipo de poder. Estamos en igualdad de condiciones y mientras más personas seamos, seremos más fuertes.

-...De...acuerdo – Marinette cedió a duras penas. No quería exponer a Alya a un peligro que desconocía por completo, pero Adrien llevaba toda la razón. Dos personas normales no tenían mucho que hacer. A lo mejor con tres, las probabilidades de tener éxito eran algo mayores – Entonces será mejor que vayamos. Acabo de acordarme de cómo ir.

-...¿Estás segura de ello?

-P...Pues claro que sí – Quería decir más bien que no, pero habría sido demasiado patético a esas alturas, y tenían que actuar. Ya habían perdido demasiado tiempo.

Afortunadamente, Marinette pudo encontrar el sitio. No sabía si fue verdaderamente por fuerza divina o por pura estadística, pero acabaron en la casa del maestro Fu en menos de veinte minutos.


Cuando los tres jóvenes entraron, al principio el maestro Fu se extrañó de las horas a las que se presentaron allí. Era medianoche y la luna brillaba con intensidad en el cielo, y tres adolescentes en la puerta en busca de auxilio era algo inusual.

Tras el desconocimiento de aquel hombre de edad y de baja estatura por parte de Adrien y la sorpresa por el descubrimiento del nuevo mundo de los superhéroes por parte de Alya, el maestro Fu les ofreció sentarse para que le contaran los hechos, las causas de su presencia en tal momento.

-Es por eso que hemos venido. No sabemos que hacer.

-Ya veo.

-He sido la culpable de todo esto. Yo le oculté a Alya la verdad, yo hice que fuera akumatizada, y yo he dejado que se lleven mi miraculous. A veces me pregunto por qué. ¿Por qué fui yo la elegida para ser Ladybug? Tan solo soy una chica torpe y bastante ingenua a veces como para tener una responsabilidad tan grande.

-Mmmm... – El maestro Fu se azuzó la barba mientras contemplaba cariñosamente a Marinette – Es precisamente por eso por lo que eres la indicada.

¿Cómo? ¿Desde cuándo eso eran cualidades?

-No entiendo.

-Es muy fácil. Por cómo eres, tienes un corazón puro. Esa es lo mejor que alguien puede poseer, ¿no crees?

-Eh..., sí. Claro – Asintió con una sonrisa incómoda, ya que, ¿por qué no? Si el maestro Fu lo decía...

-En realidad, ha sido todo por mi culpa. Yo me dejé akumatizar y le robé los miraculous, tanto a Marinette como a Adrien. No debí dejarme controlar, pero no sabía lo que hacía. Estoy muy arrepentida.

-Pero, Alya... – ¿Acaso Alya estaba a punto de llorar? – ya te he dicho que no es tu culpa. No tienes nada de lo que arrepentirte, ¿de acuerdo?

-Marinette, por mucho que digas que no debería sentirme mal, no puedo hacer nada para evitarlo.

-No sé qué más puedo decirte, Alya...

-Es cierto que los miraculous de Ladybug y Chat Noir son los más poderosos de todos – El maestro Fu interrumpió a las dos amigas, y los pensamientos de Adrien, que las observaba – pero, en este tipo de casos no viene mal emplear otros.

Los tres se miraron entre sí.

¿Había dicho emplear otros?

-Hace tiempo que pensaba buscar a nuevas personas por si las cosas se complicaban, y creo que ha llegado el momento de llevar a cabo mi plan.

De repente, el maestro Fu puso enfrente de Alya una pequeña caja de color marrón oscuro. La puso entre sus manos dubitativa y la abrió. En menos de unos segundos, el kwami del miraculous del zorro flotaba a varios centímetros de la cabeza de una estupefacta Alya.


A una gran distancia de allí, Chloe se revolvía en la cama pensando en cómo se encontraría Marinette después de todo lo que le había sucedido, preocupada.


Bueno, pues como prometí, aquí está el siguiente capítulo :) He tardado más por todos los exámenes que tengo, que ahora ya con el nuevo curso, vuelven a ser demasiados :(

Rosy Misaki: ¡Uwaaaaa! MUCHAS GRACIAS. Otra más que se engancha muajajaja, pues encantada de recibirte como una lectora más, a mí me hizo muy feliz saber que te hago feliz con las actualizaciones. ¡Espero que siga así! Intento hacer mis historias lo más realistas posibles. Y sí, de vez en cuando como has podido comprobar, me da por escribir cosas pastelosas o más emotivas :) Disfruto con ello.