Disclaimer: Ni Dragon Ball ni sus personajes me pertenecen.

Limerencia

No se lo explicaba, pero sentía que volaba. Y no volaba por sí misma como recientemente aprendió. No. Era como si una fuerza externa la levantara del suelo y la moviera. Videl, sin poder abrir los ojos, sólo percibía como la velocidad se incrementaba. Dejándose llevar, Videl se esforzaba por aferrarse a esa cálida energía sin lograr mover ni un dedo.

El dolor era inmenso, todo su cuerpo gritaba en agonía. Cada hueso, cada músculo y cada centímetro de su piel suplicaban al sufrir. Trató de defenderse pero no lo consiguió, aquel monstruo disfrazado de hombre la convirtió en aquello que siempre odió y se prometió nunca ser: una damisela en apuros.

Su coraje, su orgullo y su vigor se desmoronaron. Y como si fuese una escultura de cristal, se rompió. En mil pedazos se esparció.

Sin embargo, un calor dorado recogió los fragmentos del suelo uniéndola de nuevo. Y precisamente, ese calor refulgente, seguía sosteniéndola dándole refugio y alivio. Qué era, qué era esa presencia que le prometía que muy pronto estaría bien. Videl, a pesar de su sufrimiento, le creyó. Creyó en su promesa ciegamente, olvidándose de la rígida y engreída incredulidad.

Miles de voces, diciendo su nombre, inundaron sus oídos. Algunas le parecieron conocidas, otras no. No obstante, no tuvo tiempo para pensar, ya que, repentinamente, su viaje se detuvo al sentir como era depositada con suavidad sobre lo que le parecía ser una cama. Aún así, en ese momento, fue más grande su angustia por la partida de ese espíritu que la de sus heridas.

Y con su ausencia, el dorado se apagó dejándola en la negrura.

Pese a sentirse indefensa, no decayó. Y empleando su último brío logró alzar la mirada viendo sus alrededores. La cara de su padre fue el primer rostro familiar en reconocer, y de repente, tal y como se marchó, aquella tibieza retornó a su lecho pero no en color oro, sino, en negro. En el negro de aquella cabellera puntiaguda y en el negro de esas gruesas gafas de sol.

– Escúchame, Videl. Cómete esta semilla, ya verás que pronto te repondrás.

¡Qué tonta había sido!

¿Cómo no se dio cuenta que era él?

Acostada sobre aquella camilla, y sin la necesidad de rozarla con un dedo, Gohan la cubrió de una enigmática paz que la hizo olvidar sus pesares. Aunque eso no fue lo único que sacudió sus sentidos. Algo más empezaba a florecer en ella, algo que al igual de esa semilla que le ofrecía se plantó en su interior desde el instante en que sus caminos se cruzaron.

Llena de confianza en esa extraña magia que lo rodeaba, Videl no dudó en responderle ignorando las protestas de su padre:

– Comeré esa semilla. Como tú eres quien me da esto, seguramente ocurrirá algo inexplicable.

Luego de eso no fueron necesarias más palabras. Para Videl aquello fue un salto de fe, un salto que la condujo a un mundo del cual jamás imaginó ser parte. Un mundo donde la delgada línea entre la fantasía y la realidad se desvanecía, un mundo que la acogería y se volvería su hogar. Y Gohan, al tomarla de la mano, será su guía y complemento de ahora en adelante.

Fin

Hola, muchas gracias por leer. Siempre quise hacer un fic sobre la escena de la enfermería del torneo, y este es el resultado luego de un par de minutos escribiendo. Para mí, en ese momento, la relación de Gohan y Videl da un paso hacia adelante subiendo a otro nivel.

En verdad, me encanta esa escena de ellos dos y está en mi lista mental de momentos favoritos de estos personajes. Bueno en fin, espero que les haya gustado la pequeña historia. Muchas gracias a todos por haber leído, nos vemos en otra historia.