Hola queridos/as bienvenidos a "El correcto", sé que me tarde más de la cuenta publicándolo pero no terminaba de pulirlo, además quería que quedara en suspenso algunas partes. Espero que les guste, como compensación se los hice más largo de lo normal y ya saben sin al menos un review por capitulo no público en muchos meses, además sé que estoy atrasada con brillo de luna, pero es que mi hermana menor está buscando hacer sus propios fics y la he estado ayudando, quizá pronto la vean por aquí. Bueno los dejo para que lean a gusto, eso sí y más importante que nada, ¡Diviértanse!
El correcto
Ya Lo Esperaba
Todo estaba oscuro a su alrededor, aunque claro no es de extrañar considerando que pasaba de la media noche, su cuerpo estaba lánguido, como quien hace una larga rutina de ejercicio, pero eso era algo que realmente no le importaba, con cuidado y mucha delicadeza se levantó del mullido colchón, la sabana de seda que la cobijaba, acaricio delicadamente su piel a media que se deslizaba fuera del calor del lecho.
Cuando sus pies descalzos sintieron el felpudo de la alfombra dio una mirada hacia atrás, su acompañante seguía tan profundamente dormido como ella esperaba, de un brinquito abandono finalmente el colchón y con suavidad dirigió sus pasos al cuarto de baño. Por todo el piso estaban regadas distintas prendas de ropa, su pie derecho topo con una tela blanca llena de pedrería Swarovsky, un brazalete de zafiros, y un collar de diamantes a un lado, a saber dónde habían quedado los pendientes de ágata. Lo miro todo con el ceño entre cerrado, para ella esa debería ser una prenda especial, esa debería ser su noche especial, su velada especial, el día más feliz de su vida.
"vaya estupidez" gruño en silencio, pues en vez de dulzura o emoción no sentía nada, ni siquiera esas mariposas en el estómago, solo un mal sabor amargo en la boca. Continuo caminando en silencio por la amplia habitación, se sentía tan tensa que estaba segura que reventaría como un globo demasiado hinchado en cualquier momento. Un pico se enterró en su talón derecho haciéndola pegar un brinco brusco, pero no grito, lo último que necesitaba era que se despertara aquel ser que roncaba suavemente, que para su fortuna estaba bien hundido entre los brazos de Morfeo.
Con cuidado levanto el pie haciendo equilibrio con un brazo, y apretando los dientes se arrancó el objeto abusivo. La luz de la luna y unos brillos rosados con plateados le informaron que era, ahí habían quedado los dichosos aretes, inclinándose en el suelo tanto con sus manos hasta dar con el otro arete. Los apretó en su mano y camino hasta la cómoda, el que no los quisiera no significaba que iba a permitir que se extraviaran, eran demasiado caros, así como el vestido, la joyería, esa habitación todo era de la crema y nata de lo caro.
Mascullando un improperio entre dientes entro en el baño, era enorme, al igual que toda la habitación, pero su objetivo era la bañera, una enorme bañera donde fácilmente cabía una familia de 4 personas, y lo suficientemente profunda para bucear en ella. Con dos zancadas alcanzo el grifo de color dorado, lo enciendo, coloco el tapón y se sentó en el blanco mármol para esperar a que se llenara.
Observar el agua caer, permitiéndose que el trino canto la envolviera de manera que comenzaba a relajarse. El vapor comenzó a inundar la habitación llenándola de neblina blanca y esponjosa, aspiro el vapor con necesidad; el agua ya llegaba a la mitad de la tina, así que cerro un poco el agua caliente y abrió la fría para que se templara mientras ella buscaba entre los frasquitos del armario hasta que dio con el remedio justo de su malestar, un sobre de sales de baño con aroma a briza marina.
Casi emocionada abrió el sobre y dejo car las sales en el agua, un par de minutos después de mirar que la temperatura fuera decente, mientras las sales se esparcían por el agua dio unos pasos hacia el espejo, lo despejo con la mano y se miró, aun tenia restos de maquillaje en todo el rostro, la mayoría batido y embarrado para colmo "qué asco" gruño, dio gracias al cielo que se hubiese ocurrido dejar su bolsa de cosméticos antes en el baño antes de salir, tomo su paquete de toallitas desmaquillantes y se froto el rostro con cuidado, de ningún modo iba a bañarse con el rostro que parecía el de Harley Queen de Batman finalmente se sumergió completamente extendía.
El calor del agua y el perfume de las sales no tardaron en relajarle los músculos y un poco de la tención abandono su cuerpo, con mucho cuidado se froto el cabello, froto con sus dedos hasta que la blanca espuma cubrió por completo las hebras negras con destellos azules, mientras lo hacía noto que muchos mechones estaban tiesos, "sabía que me habían echado demasiado fijador" gruño más que molesta, odiaba tener el cabello tieso como una espina, no toleraba el fijador, froto con un poco más de fuerza y amarro todo su cabello enjabonado en un moño alto, si dejaba el shampoo un par de minutos se quitaría esa la laca aflojaría, después tomo un jabón de los muchos de la encimera y comenzó a frotarse el cuerpo.
Los minutos pasaron poco a poco, el aroma de las sales y el calor del agua poco a poco se fue apagando, pero no así su coraje y tensión, tan solo tres palabras… tres palabras habían bastado, tres palabras que lamentablemente no eran la primea vez que las escuchaba, pero definitivamente sería la última. Con el jabón a un en las manos continuo restregándose la piel, primero suave, pero a medida que los eventos de la noche se arremolinaba en su mente la fuerza con la que se movía aumento hasta el grado de casi arrancarse la piel, pero no le importaba quería sacarse esa asquerosa sensación del cuerpo.
No lo aguanta más, en un ataque de furia la pobre barra de jabón fue a dar justo al centro del lavabo al otro lado de habitación, estaba tan frustrada, tan humillada, tan… herida… su vista comenzó a nublarse. "¡NO! No te atrevas a llorar" se recrimino, no derramaría lágrimas como una condenada magdalena. No lo haría más, no por él ni por nadie más, no lo merecían.
Con ayuda de una regadera de mano enjuago la espuma de su cabello y estaba desenredándolo un poco con sus dedos cuando algo se enredó en sus mechones atrapando su mano. Molesta comenzó a dar tirones, que dolieron más de lo que valía la pena, finalmente consiguió zafarse. Como los sospecho el anillo de compromiso había sido el culpable, lo observo sin disimular su molestia, era un anillo muy grande lleno de grabados complicados y algunas incrustaciones de otros metales preciosos que formaban enredaderas que rodeaban coquetamente el anillo, eso sin mencionar ese enorme pedazo de diamante de corte princesa.
"El sueño de toda mujer" murmuro con sarcasmo, ¡ja! Todos menos ella seguro, jamás le habían gustado las joyas tan grandes, de hecho ella prefería las cosas más sencillas; lo miro detenidamente, las enredaderas estaban enlazadas de tal forma que anotaban una "K" y una "T" mayúsculas en letra manuscrita que enmarcaban el diamante, "Kagome Taisho" eso debería decir, eso le había asegurado él, sus alarmas se dispararon en un instante, bueno, siendo sincera no se habían callado desde hacía semanas, pero ahora, en ese momento no podía ignorarlas ni un triste segundo más.
Con el corazón en un puño se quitó el anillo y lo grito para ver la parte interior, efectivamente encontró con una "k" grabada sobre el platinado metal, pero no era de Kagome… "Kikyo Taisho" las letras finas y delgadas fueron como un cuchillo a su orgullo, más a pesar de todo eso no la sorprendió en absoluto, eso era lo más triste de todo. Sabía que eso pasaría, lo sintió desde el primer momento en que él se acercó, todos buscaban eso en algún momento, unos desde el inicio otros después de un tiempo pero el resultado no variaba. Que ilusa había sido al creer que este sería distinto.
Las lágrimas picaron sus parpados, pero no quería dejarlas resbalar, no otra vez, ya lo había hecho demasiadas veces, en demasiadas ocasiones, ya era suficiente de llorar. Las gotas salinas siguieron empujando contra sus pestañas, no podría contenerlas más… desesperada solo atino a tomar una bocanada de aire y hundirse por completo en el agua perfumada de la bañera.
Ahí, sumergida en el agua tibia, y solo cuando todo su cuerpo estuvo completamente cubierto de ese líquido tan vital fue que se permitió derramar sus lágrimas con libertad, pero solo dejarlas salir, nada de gritos ni sollozos, no esta vez… más aun así las palabras martillaban en sus oídos y se clavaban en su corazón. Estaba tan harta que de buena gana se tiraría de la ventana si no tuviera miedo a las alturas.
¿Porque siempre tenía que pasarle eso? Un grito de rabia pura desgarro su garganta siendo silenciada por la masa de agua tibia, casi helada considerando el tiempo que llevaba sumergida. Mas no así su coraje, se supone que ahora mismo debería estar en esa cama junto al hombre que ahora mismo estaba roncando a pulmón suelto, no ahí, en esa bañera bajo el agua helada gruñendo como una solterona amargada. Otro grito y otro más seguidos de sendos puñetazos al agua que dejaron todo el piso del baño peor que un pantano, ¡y no podía importale menos!
Llevaba ya cerca de 6 minutos bajo el agua cuando su ira por fin se redujo a esa horrenda sensación de vacío en el estómago, pero aun así se negó a emerger, bajo el agua era donde mejor podía concentrarse, estar trnaquila, relajada… en paz… había sido así desde siempre, por eso el abuelo la había enseñado a bucear desde antes de gatear; una triste oleada le aguo los ojos, bueno lo habría hecho si no fuese porque aún estaba debajo del agua, en ese momento fue cuando más necesitaba de sus abuelos, pero a la vez, una parte sombría y egoísta de su ser se sentía ligeramente aliviado porque no estuvieran ahí en ese momento.
Maldición, seguro que su abuelo se estaría retorciendo en su tumba de vergüenza, y ni quería imaginarse el regaño que le pegaría la abuela ¿Cómo era posible que hubiese cometido un error de tal magnitud con la crianza que ellos la habrían dado? Aún más viendo el ejemplo de lo que querían para ella casi diariamente. Y entonces había cometido la peor de las tonterías, y mira que en ese tema ya había cometido demasiadas, pero esta...
Flash back…
Ahí estaba, el día más importante, con el que había soñado desde que era pequeña, el día de su boda. Debería estar con mariposas en el estómago, sintiéndose la mujer más bella en aquel vestido blanco y arreglándose para lucir deslumbrante para el hombre que amaba.
Si claro, pues bien tenía un vestido blanco que apenas y podía catalogarse como de novia, era uno de esos nuevos diseños strapless con la espalda tan descubierta que había sido una auténtica odisea ponerse las braguitas sin que salieran deslumbrando por encina, porque ni loca usaría un tanga, eso sin mencionar el escote, había tenido que ponerse de esos sostenes adhesivos pues prácticamente dejaba sus senos al aire, y estaba tan retocado de joyas Swarovski que incluso sus damas de honor (de las cuales no conocía ni los nombres) habían tenido que usar lentes de sol para vestirla, no le gustaba, pero no podía hacer nada, ya que su "prometido" había elegido todo por ella.
Luego esas enormes joyas de casi un kilo cada una, todas carísimas, y ese horrendo peinado tan elaborado que le habían hecho, casi creyó que el estilista le arrancaría el cabello y luego casi la ahogaba con las tres o cuatro latas de laca que le cayeron encima.
Y mejor ni hablar de toda la plasta de maquillaje que le embadurnaron, y ni siquiera le preguntaron qué colores prefería, le ardía horrible la cara y el rímel le irrito los ojos, para colmo tuvo que aguantarse los regaños del sequito de maquillistas de que si lloraba se arruinaría su obra de arte. Aun que nada más se miró al espejo casi se desmayó, estaba tan embadurnada que no podía reconocerse a si misa, y con ese vestido más que una novia parecía de esas mujeres que salían en la revista play boy, definitivamente no se sentía cómoda ni tampoco hermosa.
Vale, todo eso lo dejo pasar, lo importante era la ceremonia, y siempre podía cambiarse. Otra mentira, la ceremonia fue lo más artificial que hubiese visto en toda su vida; el sacerdote ni siquiera se sabía las líneas, y tampoco había leído el versículo que ella había solicitado, el mismo que había escogido de niña con sus abuelos. Y el colmo fue que él, precisamente la persona más importante en escena ni siquiera la miro, todo el tiempo tuvo la vista al frente, solo cuando pronunciaron los votos (también pre escritos y sin que ella pudiese agregar nada) e intercambiaron los anillos, y aun así era una mirada neutral, sin emoción.
El momento del beso fue bastante decepcionante también, no era cálido ni apasionado, era frio, como cuando alguien pierde una apuesta, ni siquiera duro más de uno o dos segundos, o al menos ella así lo sintió. Cuando salieron juntos de la iglesia fueron recibidos por una tormenta de ruidosos y deslumbrantes flashes, no pudo evitar fruncir el ceño debido al dolor de sus corneas, "no seas tan amargada, sonríe aunque sea" casi se atraganto ante aquella voz tan seca y fría con la que le hablo.
El camino a la recepción fue igual, silencioso y gélido; de la fiesta ni se diga, por más que busco no encontró ninguna cara amiga por ningún lado, bueno aparte de su mejor amiga sango que estaba en una mesa de hasta el fondo con su novio y antiguo compañero de secundaria Miroku, y para colmo la excusa de que no llegara ninguno de sus conocidos era la misma que había estado repitiéndose todo el día, él no le había preguntado.
El banquete fue un lio, todo el menú era de esos platillos finos y tan caros que con el precio de uno solo comía una familia de 8. Cada uno servido con una serie 10 cubiertos este tenedores cuchillos y cucharillas. Como pudo comió las cosas cuidando mucho de no tomar el tenedor equivocado para las cosas, finalmente llego la hora de partir el famoso pastel, uno de esos clásicos d pisos uno más grande que el otro decorado con color rosa chillón y dorado, "horrible" fue lo que consiguió pensar, ella siempre había odiado el rosa, prefería los colores más tropicales o incluso los de invierno.
"no importa, no importa que el pastel sea horrendo, no importa que la comida sea demasiado complicada, no importa que esta no sea la boda que deseabas ni por asomo, lo importante… lo importante es que él te amé" coreo en su mente, aunque sus alarmas internas no habían dejado de sonar, y ahora eran casi ensordecedoras. Terminaron de partir el pastel y volvieron a su mesa, lo cierto es que por dentro se veía casi apetecible, ella habría pedido uno de chocolate con crema de vainilla y fresas frescas, ese parecía de tres leches y naranja, bueno ya había dejado pasar todo lo demás, no tenía sentido quejarse por eso.
Con la pequeña cucharilla conto un poco del pastel justo en el centro donde estaba la crema de naranja y vainilla, pero antes de llevarla a sus labios noto que había pequeños trozos entre cafés y blanquecinos sobresaliendo por la crema, quiso llorar de frustración "nueces" ella era tremendamente alérgica a las nueces, la última vez que las había comido había pasado casi tres semanas en el hospital, y eso que según los doctores sus abuelos la habían llevado justo a tiempo, un segundo más y…
Dejo caer la cucharita con delicadeza y luego aparto disimuladamente el trozo de pastel, no podía creerlo, ¿Por qué? Ella varias veces le había informado de su alergia muchas veces, demasiadas a decir verdad considerando que sus citas siempre fueron en un restaurante para un almuerzo o una cena. Gruño por lo bajo, pero aun así intento imponerse una sonrisa en el rostro, debía sonreír, era su día especial, además solo faltaba el bale e irían a la luna de miel y… a su noche de bodas.
Fin del flash back…
Ya estaba fuera de la bañera, el agua se había helado demasiado y lo menos que necesitaba ahora era enfermarse, además era mejor que cortara con esos recuerdos; mientras se secaba con cuidado el cabello con una de esas toallas esponjosas. Envolvió su cabello en un turbante y tomando una de esas batas se envolvió el cuerpo, con mucho cuidado salió del baño camino a la salita contigua de la habitación, que más parecía un departamento.
Sin prisa fue hasta su maleta aun empacada, saco un conjunto sencillo de ropa interior, un sujetador sin relleno y ropa cómoda. Tomo su teléfono móvil de su bolso, se tumbó en el sofá y marco a la única persona viva que con gusto le recibirá la llamada y estaba al tanto de todo aquel lio.
-¿diga?- sonó una voz masculina divida entre la seriedad y el aburrimiento.
-Bankotsu-llamo ella, escucho un sonido sordo seguido de una maldición muda.
-¿Kag… Kagome?- pregunto el hombre al otro lado de la línea con tal temor en su voz que la joven arqueo una ceja, ni que fuese la llorona o la Xtabay.
-¿esa es la forma de saludarme? ¿O es que estabas dormido sobre el escritorio otra vez?-le gruño, aunque una pequeña parte de su corazón se tranquilizó. Al otro lado el silencio se prolongó.
-tu nunca cambias cierto ¿no se supone que a estas horas estas trabajando?- lo regaño, casi pudo verlo fruncir el ceño.
-¿y tú no estás en tu luna de miel?-le rebatió molesto, ahora fue ella quien se quedó cayada, no quería hablar sobre eso.
-Kag ¿Qué paso?- pregunto preocupado.
-lo de siempre- se limitó a contestar, lo escucho soltar un suspiro de pesadez.
-oh Kag…-murmuro Bankotsu preocupado, había temido eso y aunque sabía que no era buena idea preguntar pero aun así lo hizo.
-Kagome, ¿estas segura, o será una paranoia?- ella casi quiso estrellar el teléfono, pero logro dominarse después de respirar profundamente diez veces.
-Bankotsu ¿desde cuándo yo caigo en paranoias?- ´le gruño furiosa. El muchacho guardo silencio otra vez.
-Kag, cuéntame que ocurrió- solicito, la escucho gruñirle una maldición en francés, pero sabía que la única manera de que ella obtuviera algo de tranquilidad era que le contara al respecto.
-¿Qué quieres que te cuente?- pregunto molesta.
-anda, ¿comienza por decirme que es lo que te enfado tanto?-otra maldición, esta vez en alemán.
-¡¿quieres oírlo?! ¡VOY A DECIRTELO! –estallo ella, aguantándose las ganas de gritar a todo pulmón, no quería interrupciones.
-¡me han tironeado el cabello para luego ponérmelo tieso con laca!, ¡tuve que aguantar 5 kg de horrible maquillaje!, ¡la ceremonia fue horrible!, ¡no pude ni tocar mi propio pastel de bodas porque estaba repleto de nueces! ¡Y ÉL ME HA LLAMADO KIKYO DESPUES DE QUE LE ENTREGUE MI VIRGINIDAD! ¡HE PASADO EL PEOR DÍA DE MI VIDA DESDE QUE MURIERON LOS ABUELOS!- tan pronto como termino de decir la última frase las gruesas lagrimas cayeron por sus ojos.
Se sentía desconsolada, a ella no le importaba que la boda hubiese sido horrible, ni que le hubiesen echado a perder su cabello, nada de eso tenía real importancia, lo que si le había partido el corazón fue que él precisamente él la hubiese llamado por el nombre de otra, pero no cualquier otra si no que la había llamado Kikyo, siempre había odiado que la comparasen con su prima, siempre, desde que eran niñas, y ahora que se había entregado a un hombre, a uno que creyó la amada de verdad, había dado todo de si en ese acto, cada fibra de su corazón pero al final su corazón se había quebrado en pedazos por tres simples palabras.
Flash back…
Estaba de espaldas al colchón de la cama King size, su cuerpo estaba cubierto de una fina capa de sudor, su pecho subía en un suave vaivén provocado por sus jadeos, sus mejillas le ardían y sentía los labios hinchados. A su lado su querido ojidorado, en iguales condiciones la abrigaba entre sus fuertes brazos, haciéndose sentir tan protegida y amada. Después de todo lo que había pasado ese día había valido la pena solo por tener ese momento, tan temido y ansiado por años.
-te amo Inuyasha…- no pudo evitar susurrarle tímidamente.
-te amo… Kikyo- respondió con voz ronca, Kagome sintió como su corazón se detuvo en ese momento y una daga helada le atravesaba el pecho.
-¿Qué?- pregunto su voz hecha un nudo en su garganta.
-Kikyo- la abrazo posesivamente contra su pecho, pero ella solo sentía como se derrumbaba todo a su alrededor.
Fin flash back…
Los sonidos al otro lado de la niña rompieron el corazón de Bankotsu.
-oh pequeña, de verdad esperaba que esta vez fuera diferente-intento consolarla, pero estar a casi el otro lado del mundo no era un punto a favor.
-ya no importa- negó ella secándose las salinas gotas.
-¿podrías ayudarme a terminar con este error cuanto antes?- pidió volviendo a su tono serio.
-¿Esta segura Kagome?- pregunto Bankotsu aun preocupado.
-solo quiero olvidarme de esto y volver a casa- murmuro con cansancio.
-entiendo, ¿tienes todo lo necesario?- Kagome aprovecho para sacar su computadora portátil.
-desde luego, en seguida te lo mando- sus dedos teclearon rápidamente buscando los archivos necesarios, se sorprendió un poco al encontrarse von todo en orden en una sola carpeta, y aún más cuando recordó que no había dado avisos de su matrimonio, ni de las vacaciones que tomaría con su nuevo esposo, o futuro ex esposo, otra vez su subconsciente había tomado las precauciones adecuadas. Lo segundo fue buscar un boleto de avión, el primero que saliera a Saitama, con un poco de suerte estaría en su departamento a tiempo para la merienda…
Despertó completamente lánguido y satisfecho, como nunca antes en su vida, aun podía sentir aquellas manitas tímidas e inexperta pasando curiosas por su pecho, su espalda y como esos bracitos de muñeca se habían aferrado a su cuello mientras él saboreaba esa boquita color cereza, dulce como un caramelo e inocente como un ángel.
Se estiro dejando escapar un suspiro de satisfacción, de hecho en ese momento no le molestaría volver a tener a esa pequeña damita entre sus brazos otra vez. Sonrió ante la idea, volver a tenerla entre sus brazos, volver a amarla como la noche anterior, disfrutar de su ternura, y deleitarse con la pasión que le había obsequiado la noche anterior, su noche de bodas, "kami, soy un hombre casado" sonrió aún más.
Por alguna razón aquella frase lo lleno de regocijo, no lo habría pensado antes, pero lo cierto es que se sentía tan inmensamente feliz. Y pensar que solo unas horas antes había pensado en deshacerse de esa niña en cuanto amaneciera, quizá despistarla con alguna actividad y luego escaparse para ver a su quería ex novia, que seguro se estaba muriendo de celos. ¡Ja! Bien merecido que se lo tenía por haberlo engañado con quien sabe cuántos hombres, y eso sin mencionar todo el dinero que le había sacado a base de obsequios, viajes y citas en lugares costosos.
Exuberante de alegría por su brillante idea y cierta parte de su anatomía más que a punto para la acción rodo sobre su estómago dispuesto a abrazar ese pequeño y delicado cuerpo que ahora era suyo para complacer. Pero al pasar una de sus manos por el extremo de la cama lo encontró completamente vacío. Sorprendido se incorporó para encontrarse solo en la cama, la otra mitad del lecho esta fría y desordenada, lo que indicaba que su acompañante hace rato se había levantado.
"Raro" se dijo a sí mismo, normalmente él era el que dejaba la cama antes de que sus compañeras se despertaran. Curioso observo la habitación con la mirada buscando a la azabache, pero no consiguió visualizarla. Se rasco la cabeza sin lograr entender; por un momento se preguntó si acaso lo había soñado, pero aquellas gotitas de sangre en las sabanas le echaron esa teoría por la borda.
Un ligero tinte rodado invadió sus mejillas, aun no podía creer que se había matrimoniado con una virgen, primero lo considero imposible pues había creído que ella era igual a su prima; aunque después la culpa se arremolino en su interior, Kagome era un punto completamente aparte de Kikyo. Ella era dulce, voluntariosa, pero a la vez sumisa, inocente y aquella noche había descubierto una faceta picante que le fascinaba.
Un ruido proveniente del baño le llamo la atención, "pero claro", rio ligeramente, quizá podría empezar ese día con una pequeña travesura y luego pasaría el resto del día mostrándole los placeres conyugales a su esposa. De un salto abandono la cama y se encamino al baño con los pies descalzos, justo cuando estaba por tocar el pomo de la puerta esta se abrió, rápidamente se ocultó tras la misma.
Kagome salía después de darse el último retoque, su avión salía en media hora, ya había mandado sus maletas abajo con un valet y su taxi llegaría en cualquier momento. Estaba terminando de guardar du espejo de mano en su bolso cuando un brazo grande y cálido la atrapo por los hombros y otro aferro su cintura.
-hey preciosa- le susurro una voz ronca en el oído mandándole un escalofrió que se obligó a contener, no iba a caer en sus redes, ni ahora ni nunca más.
-siento decepcionarte- gruño molesta deshaciéndose del abrazo.
-¿oh? bueno, eso se puede solucionar fácil aunque no sé porque te has vestido tan temprano- sonrió pícaramente el muchacho tomando el borde de sus pantalones de mezclilla, listo para comenzar a bajarlos un furioso manotazo le obligo a soltarla.
-que…- gruño sorprendido por el agresivo gesto.
-no… me toques- le estepo con furia apenas contenida.
-pero…- quiso protestar Inuyasha.
-ya paso la boda, ya no hace falta que sigas fingiendo- le estepo acomodando su bolso en su hombro. Inuyasha se congelo en su sitio.
-¿fingir?- pregunto intentando ocultar su nerviosismo.
-no importa, mi vuelo sale pronto así que será mejor que vaya bajando a recepción- se encogió de hombros Kagome, no tenía ganas de hablar con él, ni ahora ni nunca más en su vida.
-¿vuelo? ¿Pero a dónde vas?- pregunto sin salir del todo en su estupor.
-a casa ¿Dónde más?- contesto Kagome poniéndose su reloj de pulsera sin verlo siquiera.
-pero… no puedes irte… ¡es nuestra luna de miel!- estallo tomándola del brazo.
-no lo creo- murmuro ella molesta, zafándose ágilmente de la mano que apresaba.
-claro que tengo todo el derecho a irme, además sería lo mejor, pues dudo mucho que a Kikyo le agrade mi presencia aquí, aunque sea quedándome en el hotel- Inuyasha palideció de inmediato.
-Yo nací un lunes ¿sabes?, pero no este lunes ¿en serio creíste que no me daría cuenta?- le estepo dando un par de pasos hasta la encimera donde estaba su boleto de avión recién impreso.
-Kikyo llego a su villa hace como dos horas, te sugiero que no la busques hasta pasado el mediodía pues su humor no es el mejor cuando está cansada y además le gusta dormir hasta tarde- le indico después de ver que no le respondía.
-hay un lindo restaurante a unas tres calles frente a la costa, puedes llevarla ahí, pídele un coctel de mariscos, es su favorito- indico antes de coger algo de su bolcillo derecho de la chaqueta. Inuyasha aun seguía atónito en su sitio, "¿pero cómo se dio cuenta? Fui muy cuidadoso al planearlo todo" era lo único que conseguía pensar.
-y llevale unas flores ave del paraíso, con un lazo rosa princesa, le encantaran- dio media vuelta y se dirigió hasta él.
-Kagome… yo… tu…-intento hablar, debía hacer algo, tenía que detenerla parta que no se fuera, pero por primera vez no lograba encontrar un argumento convincente.
-una cosa más- Kagome quedo a unos pasos de él, tomo su mano con cuidado de mantener sus ojos a la altura de su pecho, su magnífico pecho de dios griego.
-jamás me ha gustado usar cosas que no son mías- dicho esto lo hizo abrir su palma y deposito su anillo de bodas y el de compromiso.
-pero…- quiso protestar pero cuando se dio cuenta ella ya estaba en la puerta de la habitación.
-gracias por todo Inuyasha, disfruta tu luna de miel con Kikyo, ambos se lo merecen- su voz sonó tan fría y distante que Inuyasha apenas y pudo creer que esa era la misma chica que le había entregado su virtud solo unas horas antes.
-adiós, te mandare los papeles del divorcio en unos tres meses- murmuro viéndolo por última vez antes de abandonar esa habitación y todo lo que había en ella.
Inuyasha se quedó clavado en el mismo sitio por varios minutos, horas quiso, lolo mirando la puerta y de vez en cuando las joyas en su mano; para cuando Kagome estaba tomando su acento en el avión y sacaba su libro favorito mientras esperaba el despegue Inuyasha alcanzo a empujar su shock solo lo suficiente para preguntarse… ¿Qué fue lo que paso?
Continuara…