6. Herida

El ejercicio de entrenamiento esa mañana, empieza con Aizawa repartiendo papelitos con figuras dibujadas en ellos, para formar equipos de tres personas. Uraraka busca a dos personas que tengan algo como un conejo en el papel, Izuku le muestra su papel y ella se ubica a su lado, mientras esperan a su tercer compañero, que llega un minuto después con el papel extendido frente a él.

—No sé por qué no me sorprende que sea él —comenta Uraraka. Izuku asiente.
—No estorben —les dice Bakugou y Uraraka le da un leve puño en el brazo. Para sorpresa de Izuku, Bakugou ni siquiera reacciona.

El ejercicio termina con el campo destruido, explosiones por todos lados y Uraraka e Izuku ignorando sus propias heridas mientras cargan a Bakugou inconsciente, una herida en el pecho, la sangre humedeciendo toda su ropa.


7. Azotea

Mientras está en el techo, con todo y las cuatro capas de ropa que se ha puesto, tirita un poco. A pesar de la sensación, sus ojos están fijos en el cielo, esperando. Al cabo de un rato ve cientos de estrellas se asoman entre las nubes, y después, una sola de ellas parece deslizarse de un lado a otro, dejando una estela brillante a su paso.

A Uraraka le gustaría haber tomado un vídeo. Cuando se da la vuelta para volver a su habitación y ve una familiar silueta encorvada sobre la baranda, se convence de que hay ciertas cosas que se deben quedar en su memoria: una estrella fugaz, el deseo que pidió, las manos apretando la baranda con fuerza y las palabras que le oyó murmurar.


8. Papel

—No me jodas —es lo primero que escucha Uraraka antes de entrar al salón esa mañana, con agresividad y en un volumen que dista de ser apropiado para la hora y el lugar en el que se encuentran. La chica atraviesa el umbral y un grupo de cabezas se voltea automáticamente hacia ella.

—Tú —le dice Bakugou, se levanta de la silla con la mano estirada—, ¿qué demonios es esto?

Uraraka parpadea, extrañada y ve el papel rosado, con una decoración de flores y pequeños animales. Una inscripción en tinta azul y caligrafía suave y delicada: "me gustas mucho, bakugou-kun", seguido de varios corazones.

—¿Qué te hace pensar que yo usaría papel rosado? —le pregunta. Bakugou frena en seco—. Tampoco uso ese color de tinta, y jamás, nunca, nunca, nunca jamás haría… eso —. Señala los corazones con una expresión de asco. Entre el murmullo que se levanta después de sus palabras escucha una frase claramente, aunque no identifica quién la dijo.
—No negó que le gustara…

El color de rostro de Bakugou es idéntico al del cabello de Kirishima. Al menos, eso es lo que alcanza a ver Uraraka antes de que el muchacho saliera casi corriendo del salón.


Notas: Esto es supremamente corto, pues hay un par de prompts que me están causando problemas, que tragedia. En fin, gracias por las lecturas, comentarios y esas cosas :)