Austria sonríe y se pasa una mano por el pelo. Suiza arruga la nariz y se pega a Austria un poco, quedándose además medio ciego con los flashes, pero el austríaco se aparta porque sabe que flashes significa Hungría y por tanto significan fotos, que después podrá conseguir, y además Suiza lleva el pecho descubierto.

Otra oleada de flashes porque Austria no ha salido bien en una de las 15 fotos tomadas, y una más con un zoom al pecho, regiones vitales de Suiza.

Danke Ungarn —sonríe Austria hacia ella.

Regiones vitales que gracias a dios están guardadas y escondidas, si no ya habría tres muertos.

—De nada, querido —sonríe Hungría de regreso, tomándole una foto más a él antes de girarse hacia Prusia de vuelta, riéndose un poquito.

Suiza baja la cabeza, con las orejitas rojas, no sale del armario, odiándoles a todos... en concreto y especial a Prusia, Hungría y, claro... Austria.

—A todo esto, ¿donde tienes la llave de las esposas? —pregunta Austria.

—LA... ¿la llave? Yo... no sé, sólo me las puse, Preussen debe tenerlas.

—Huy... buena suerte con eso —sale del armario.

Nein... espera, Österreich.

Austria le mira de reojo. El suizo le mira agobiado sin querer salir... casi, casi le pide "¿me pasas mi cubeta, por favor...?" pero el moreno se acerca, y le saca de los calzoncillos... la pistola. ¿La... pistola...de... Sui...za? Esa que Austria... carga para que… dispare.

W-W-W-W-was...

El cabrón austriaco da un pasito atrás y le mira, sonriendo de lado.

—¿Pero qué...? —en susurros, intentando cubrirse y girarse —, verdammt... ¡no puedes dejarme aquí así!

Austria se ríe y le arregla, ordenándole un poco y tocándole bastante más pero acabando por cerrarle los pantalones. Suiza respira y... sonrojado como está y todo, se relaja un poco.

Danke... no entiendo la necedad de jugar a esto con público.

—Bueno, entonces le pides luego a Deustchland las esposas y jugamos los dos solos —le susurra al oído antes de separarse.

Bien... Suiza rojo como semáforo brillante, ojos muy abiertos... piensa que NO tiene por qué pedirle unas esposas a Alemania, él tiene, claro... aun... de la guerra.

(De hecho, Austria se refiere a jugar hoy que se van a quedar en Berlín e igual seguro él también tiene, pero es divertido que se las pida.)

Germania, que ha conseguido levantarse pese a las circunstancias y está ahora mismo disfrutando una cerveza con Prusia, lejos, lejos de Roma, ni siquiera recuerda que sólo faltan ellos dos.

Austria deja a Suiza con la camisa abierta, eso sí, y las esposas puestas para que se vaya a pedirle la llave a Prusia, él se sienta con Alemania. Suiza sale mirando al suelo y Francia suelta un gritito y un silbido. Inglaterra le da un codazo y se levanta a ver si puede ayudarle.

—Ah... los hermanitos —agrega Francia riendo mientras Suiza murmura a Inglaterra que sólo necesita las llaves

Prussia, the keys —pide Inglaterra. Suiza fulmina a Prusia

—¿Cuales llaves? —pregunta Prusia.

—Las de las esposas —replica Suiza.

—¡Pero si te las he dado!

Nein, me diste las esposas.

—Tenían las llaves puestas —responde Prusia—. Me lo quitaste todo.

—¡No es verdad! ¡Sólo estaban las esposas! —trata de mirárselas.

—Aquí no hay ninguna llave —indica Inglaterra, mirándolas. Suiza frunce el ceño hacia Prusia.

—Pues se habrá caído —Prusia se encoge de hombros.

—¡Pues encuéntralas!

—¡Tú las has perdido! —responde frunciendo el ceño también—. ¿A mí qué me cuentas?

—¡Yo no las perdí, tú hiciste esto a propósito! —le acusa.

Was? ¡Yo no hice nada!

—Ya, claro... ¡mein gott in himmel, como si no fuera lo suficientemente infantil todo este asunto, hay que amarrar a Schweiz por la espalda y perder las llaves! ¿Cómo es que no las perdiste para nadie más, eh?

—¡Yo no las he perdido! ¡Tú te las pusiste, Schweiz, no me vengas con tus historias!

—¡No necesito la llave para ponérmelas y lo sabes tan bien como yo!

—La llave estaba en la cerradura de cuando se las quité a West —responde el albino.

Suiza gruñe haciendo los ojos en blanco y yendo a ver en el suelo en donde se las quitó, buscando por ahí si es que están tiradas. Inglaterra le ayuda levantando los platos del pastel por si ha acabado debajo de alguno y Prusia le sonríe lo más disimuladamente que puede a Hungría.

Hungría le sonríe de vuelta... también lo más disimulada que puede, volviéndose a la cámara con cara de inocente. Suiza se asoma adentro del armario y luego se gira con Austria.

—¿Tú las tienes?

—Ni siquiera he tocado las esposas —levanta las manos, inocentemente, a lo que el helvético suelta un bufido.

—No es posible que desaparezcan las llaves de las esposas justamente cuando yo las traigo puestas.

—Ya podríais ayudar los demás —protesta Inglaterra.

Prusia sonríe porque de hecho, esto es una venganza por su desafortunado comentario de antes sobre Hungría.

—Entre más revolvamos menos van a aparecer... deben estar puestas por ahí en algún lado... quizás se cayeron en los bolsillos de Suisse —comenta Francia y mira a Prusia, sonriéndole.

Prusia ni siquiera le mira.

—¿Y qué propones? ¿Que le dejemos así? —protesta Inglaterra.

—Quizás, no le vendría mal a... Autriche, veo que lo ha disfrutado —responde Francia sin mucho filo, mirando a Prusia aún, con el ceño un poco fruncido.

—El problema es que aun no se ha acabado el juego —comenta España.

—Tenemos más esposas —responde Veneciano, tan solicito.

—Quizás Allemagne pueda subir por otras, ¿no Prusse? —pregunta Francia hacia el albino.

Prusia se encoge de hombros sin mirarle y se va a su hermano a pedirle justo eso. Francia mira a España de reojo y este le mira porque también lo ha notado. El francés hace un gesto hacia España para preguntarle que qué pasa, sin entender.

—¡Nein, pero la solución no es que Deutschland traiga otras esposas! ¿Qué pretenden? —protesta Suiza.

—Espera, voy a investigar —susurra en respuesta el español.

Francia asiente mirando al español levantarse y acercarse a Hungría. La chica le mira sonriendo un poco.

—¿Está bien tu novio? —pregunta haciendo un gesto hacia él.

—Ehh... —le mira a él, y luego a Francia de reojo —. Sí, yo diría que sí.

—No parece...

—Sólo... bueno, no le han salido todas las cosas bien hoy, y ustedes dos... —se encoge de hombros —, no han ayudado.

—¿Eh? —parpadea.

—Quizás deberían hablar con él —le sonríe.

—Gracias —asiente y sonríe.

—Sólo... Spanyolország —le mira no tan sonriente, él la mira —. Como no lo hagan en el nivel exacto de delicadeza y suavidad... —advierte en un tono que suena a peligroso.

España sonríe.

Hungría sonríe también.

—No te preocupes, sabemos cómo tratar a nuestro hermano —asegura convencido de ello.

—Bueno, yo sólo digo —se ríe mirando la cámara —. ¡Oh! ¡Cielos! ¡Esta le va a encantar!

España se acerca a ver con curiosidad. Austria sonríe sarcástico hacia Suiza, que tiene cara de circunstancias y todo un revoltijo entre los pantalones y la camisa abierta.

—A mí también me gusta —decide el español —. Mándamela, por fa.

—Vale —le sonríe la húngara, mirando la cámara de nuevo.

España se va con Francia.

Quoi?

—Dice que hablemos con él. Que las cosas le han salido mal hoy y no le hemos ayudado.

—Vaya... veo que hoy soy como otra persona —murmura el francés mirando a Suiza buscar las llaves como puede en su bolsillo del pantalón.

—¿A qué te refieres? —levanta las cejas.

—No parezco estarlo haciendo bien con nadie —le mira de reojo.

—Yo creo que estamos todos un poco sensibles —responde España sonriéndole.

—Sensibles, celosos, ilusionados... —suspira sonriendo un poquito —, aterrorizados.

—Entre otras cosas —asiente.

Je t'aime —los latiiiiiinos. España le abraza en respuesta.

Alemania entra otra vez a la sala con otras esposas. Suiza se sienta de muy mala gana junto a Austria, con las manos a la espalda y el ceño fruncido.

—No está la maldita llave —murmura fastidiado. Austria le mira de reojo y le hace un cariño en la cara para confortarle un poco.

—Seguro Deutschland puede luego abrirlas con un desatornillador o quizás valga otra llave.

—Jum... y mientras tanto, yo aquí idiotamente sentado con las manos esposadas como si fuera un criminal.

—No me desagrada la idea de que estés así un ratito más —responde sonriendo, cínico.

—Cual si me la pasara el día toqueteándote como si fuera... yo que sé...

—No por eso —le mira de reojo.

—¿Entonces?

—No puedes defenderte tanto —dedo en el costado bajando con una suave caricia.

—Así que la idea de toquetearte a ti se hace más atractiva —cual si se defendiera algún día... tiene un escalofrío —. ¿Y desde cuando tú estás interesado e-en…?

—Podría estarlo... —le sonríe. Otra vez sonrojito suizo, porque además hace rato se ha quedado a la mitad.

—Quizás podríamos subir a dormir.

—¡Schweiz, que estamos en público!

El helvético parpadea y se sonroja más, porque sí que lo ha dicho con doble intención según él muy velada. Cierra las piernas.

—¡Yo sólo decía dormir, tengo sueño!

—Espera un poco y podrás dormir sin esposas —Austria se gira a mirar a Germania, quien está analizando la botella porque es de vidrio transparente, de coca cola.

—Venga, vamos a hacerla girar —pide Prusia.

—En realidad sólo quedan dos opciones, sólo hay que ver quién es el amarrado —indica Romano.

Roma, que estaba hablando con él, les mira sonriente.

—¿Tú qué prefieres? —pregunta a Germania, este nota una perturbación en la fuerza y levanta la vista.

—¿Y-Yo? Pero si ya terminamos de jugar…

—Faltamos tú y yo, nos han dejado para el final porque somos el plato fuerte —tan confiado.

—¡No voy a entrar ahí amarrado a ver si esta vez me sacas los ojos con tu cuchillo!

—Entonces atadme a mí —decide Roma en voz alta. Germania se sonroja.

—Tampoco... no vamos a entrar ahí a que te... nein.

Lo siento, Roma ya está azuzando a Alemania para que le ponga las esposas, quien ya está sonrojado poniéndoselas lo antes posible para que le dejen paz. Germania vuelve a notar que su... soldado... está bastante... en... firmes. Se gruñe a sí mismo sin creérselo.

—Vale... pues nada, no hace falta tirar... —comenta Prusia dejando la botella sobre la mesa otra vez.

Sin embargo, les mira a todos... TODOS (sus hijos... bueno y los otros pero esos no le importan), han entrado ahí valientemente, a pesar de estar con los enemigos que... bueno, Austria no, pero parece ser tipo de cuidado... los demás han entrado ahí con sus enemigos, y unos más, otros menos (ejem... AlemaniaySuiza) han salido victoriosos. Se revuelve un poco.

—Bien, seré yo el que te saque los ojos ahí adentro entonces.

—Me gustará ver como lo intentas... —le reta entrecerrando los ojos y sonriendo.

—Por Odín, vas a estar amarrado —se revuelve, intentando arreglarse un poco las regiones vitales antes de levantarse.

—Es cierto, puede que sea una pelea más justa y equilibrada que habitualmente —le guiña un ojo.

—Eso quisieras, que sólo amarrado fuera justo y equilibrado —gruñe poniéndose de pie.

—¿Quieres que me venden también los ojos? —se ríe.

Le mete un arreo en la cabeza con la mano abierta, y le empuja hacia el armario. Roma se vuelve a reír y remueve un poco los brazos para notar qué tanto movimiento tiene, siguiéndole.

Germania abre la puerta y le toma del hombro, metiéndole con un empujón y cerrando la puerta con fuerza tras él. Roma trastabilla un poco y se da la vuelta hacia él una vez dentro, mirándole con su sonrisa de lado que no es para nada idiota si no de confianza mezclada con "esto me encanta".

El sajón se sonroja un poco, cruzándose de brazos y entrecerrando los ojos. El latino hace un movimiento con la cabeza apartándose el pelo y se le acerca. Germania le mira nerviosito.

—¿Qué planeas hacer ahora, eh? —pregunta mirándole fijamente.

—Sacarte los dedos con los ojos —responde.

—Ordena tu cerebro —se ríe, metiéndole una pierna entre la suyas y acercándosele peligrosamente.

—¿Ordeno mi cerebro? —pregunta parpadeando nervioso, haciéndose hacia atrás.

—Te será más fácil sacarme los ojos con los dedos —aprovecha para enrollar una pierna en la suya y hacerle caer al suelo con un estrepito.

Rom! —medio chilla por la sorpresa. El romano se le sienta encima de las rodillas con una pierna a cada lado, justo sobre las regiones vitales —. ¿Qu-Qué haces? Tú eres el... tú...

—¿Crees que las manos a la espalda van a detenerme? —se ríe de la inocencia y mueve las caderas sobre él.

—Por... Odín... esto iba al revés —echa la cabeza atrás y aprieta los ojos.

—No es como que necesite hacer mucho en cualquier caso —responde en referencia a su estado acercándosele para besarle, sosteniéndose para no caerse a pura fuerza abdominal y notándose por supuesto a sí mismo, pero sin que le sea raro porque no se está conteniendo.

Germania aprieta los ojos y le pone las manos en las caderas, levantándole un poco porque está MUUUUY CERCA. El moreno remueve los hombros mientras le besa, porque le molestan las esposas. Germania hace fuerza y consigue tirarlo de encima de él, besándole con fuerza en los labios... como buen alemán, una vez encendida la llama... Roma se deja durante unos instantes, justo antes de volver a forcejear para dominar.

El rubio gime sin poder evitarlo, intentando tocarle las regiones vitales al romano, odiando los pantalones, pero magreándole bien y bonito el asunto. A base de levantar las caderas y hacer fricción... Roma gime cuando le toca, forcejeando otra vez con las esposas por que le molestan MUCHO. Levanta una pierna y consigue girar un poco con un rodillazo. Germania le hunde la mano en los rizos de la cabeza, cayéndose de lado con el rodillazo.

Roma le abraza con la pierna, enrollándola entre las suyas sin dejar de besarle y tratar de soltarse salvajemente con los ojos cerrados. Ah y ha perdido los zapatos por ahí hace un rato.

—Mmmmm —el germano le muerde el hombro con fuerza, tocándole todo lo posible.

Roma gime otra vez con fuerza, completamente reaccionado y vuelve a subírsele encima. Y Germania ya ha perdido la cabeza hace mucho tiempo, le deja subirse, intentando tocarle el culo y bajarle los pantalones a tirones. El latino estira las piernas, tumbándose sobre él para que se los quite mientras le besa y muerde el cuello.

Germania rompe un poco los pantalones, con fuerza, sin abrir ningún botón, mientras levanta la cara para que pueda besarle bien. En cuanto se los ha quitado, con la respiración agitada, para darse un poco de margen a sí mismo, anda hacia atrás de rodillas y le abre los del germánico a mordiscos... me parece que los botones tampoco sobreviven.

Otro gruñido de Germania, que le arranca la camisa haciéndola trocitos y sin que le importen mucho las esposas, por cierto.

—Odio esas cosas —susurra el de ojos azules hablando de las esposas, tirando un poco de ellas, intentando soltarle.

—Me están jodiendo como pocas cosas —ese lindo vocabulario... confiesa yendo a besarle otra vez.

Germania hace fuerzas intentando separarlas, con un gruñido y Francia es quien entreabre un poco la puerta. Roma le ayuda tratando de tirar y abrir algún eslabón y al final lo logran, porque son un par de bestias los dos.

—Ehmm...ya... —carraspea Francia, abriendo un poco más la puerta y levantando las cejas.

Germania sonríe victorioso, entrelazando los dedos con los de Roma en la mano izquierda, un poco ensangrentados porque le han hecho una cortada, ignorando completamente a la puerta.

Roma le pone la mano en la mejilla, acariciándole y volviendo a besarle. Francia sonríe tiernamente, embobadillo.

—Son tan monos... —declara mirando al resto del público.

—¡Francia! ¿Qué haces? ¡Se supone que tienes que pararles! —se ríe España y entonces es cuando el cerebro de Roma reacciona porque hay aquí algo mal. Se separa de Germania y mira a Francia.

Germania gruñe, hundiéndole la mano en el pelo y tratando de besarle.

—Espera, espera —le pide Roma al sajón y le da un beso sobre los labios, pero nada más.

—Pero es que están… —Francia le sonríe a Roma y le cierra un ojo —. Muy ocupados.

Y cierra. Germania se detiene haciendo un "eh" bastante idiota, mira hacia la puerta.

—A ti te voy a echar a los leones —amenaza Roma que no está con el cerebro bien irrigado, para Francia, pero sonriendo y sonrojado, por cierto.

Francia le sonríe también a Germania y le brillan los ojos con esto, riéndose.

—Supongo que la gente nunca cambia —declara cínicamente sin dejar de mirarles atentamente —. Aún no huele a semen.

—Ya te he dicho que es poco tiempo —responde Roma incorporándose, apoyando las manos en la cintura de Germania.

Francia levanta las cejas al verle desnudo y con las esposas rotas. Germania le detiene contra sí para cubrirse, aunque sólo tiene los pantalones abiertos. Y verás, el soldado está en perfecta vertical.

—Espera —pide al romano en un gruñido, mirándole antes de levantarse. Baja las manos y se guarda el asunto lo mejor que puede antes de asentir y empujarle un poco ahora sí para que se quite.

Roma se estremece un poco con las manos de Germania porque su muchacho no está bajando tan rápido como quisiera. Igual se pone de pie y se cubre un poco con las manos, que aún tienen trozos de camisa y de las esposas.

Francia se ríe, mirándole de arriba a abajo con MORBO. Roma se deja sin pudor, porque además si no estuviera excitado, ni siquiera se estaría cubriendo. Germania carraspea bastante, pasándose una mano por el pelo y arreglándose un poco mejor la región. Termina por levantarse.

Roma sale del cuarto de escobas y se acerca a España, pidiéndole disculpas por haberle roto la ropa y luego se acerca a Alemania para que le quite lo que queda de las esposas. Alemania FLIPA con sus esposas, porque no son unas esposas cualquiera… o eran.

Prusia sangra de la nariz... Inglaterra se cubre la cara todo sonrojado y Austria le mira más descaradamente de lo que va a admitir nunca.

—Lo siento, muchacho —se ríe Roma.

Germania se tarda en salir del cuarto a pesar de la atenta mirada de Francia. Sale con el semblante serio, la trencita deshecha, rojo como tómate y caminando mal. Y tiene suertes porque NADIE le hace caso.

—Creo que si pones otro eslabón y lo forjas, podrás arreglarlas —el ingeniero.

Hasta Suiza le está mirando el culo casi como si fuera Austria. Alemania prontamente se olvida de las esposas, asintiendo con la cabeza embobado y con un hilillo de sangre. Así que Roma se las quita él solo con la llave, dejando de cubrirse (por dios niñodemivida \\\\\\\\)

Alemania termina pegado al sillón con el asunto casi sacándole el ojo. España levanta las cejas porque recordaba eso más grande... (TÚ eras más pequeño). Roma le da los trozos de las esposas y entrecierra los ojos, sonriendo de lado al notar los problemas de Alemania. Le guiña un ojo.

Francia entrecierra los ojos, pensando exactamente lo mismo, incluso sorprendiéndote al notar que igual y él es hasta más grande (los hombres y sus complejos.) Alemania se cubre la cara con una mano, pensando que esto es demasiado, apretando los ojos.

Roma se ríe y decide volverse a buscar a Germania, cuando nota a todos los demás, levanta las cejas y hace una seña de saludo.

Ave, mes puers —se despide yendo a tomar a Germania de los hombros.

Germania es otro que tiene un hilito de sangre saliéndole de la nariz. Y que en cuanto se acerca a él el romano casi le cubre con una mano de puro impulso. Aún así se controla bastante y mira a Prusia, que ya debe estar muerto en el suelo.

Carraspea y mira a Austria, quien se sonroja de muerte como si le acabaran de pillar haciendo la peor travesura del mundo, carraspea cerrando los ojos.

—Ehm... Dormir... ¿Dónde? —pregunta con poca sangre en el cerebro.

—Ah... ja —carraspeo, mirada de reojo—. Ja —gesto para que le sigan.

Francia mira a España y se ríe un poquito, acercándose a Inglaterra que creo que debe estar igual de catatónico que Prusia. De hecho, Inglaterra está hecho bola con las manos sobre los ojos. Del club de Alemania es.

Germania carraspea otra vez dispuesto a seguir a Austria. Roma se arregla un poco ahí para andar cómodamente y le toma de los hombros, dispuesto también a seguir a Austria, que no deja de mirarle de reojo y carraspear, fingiendo que no pasa nada.

Suiza, nada tonto, se levanta decidiendo que NO van a volver, caminando atrás del culo de Roma... Digo... De Roma. Sí, sí... Manos esposadas y todo.

Austria les mete en el cuarto de Prusia de nuevo bajo la premisa de "que se joda Prusia". Suiza les mira medio escondido por ahí acechando al... Austriaco, sí... No al culo de Roma.

Germania hace un gruñido en agradecimiento... O de impaciencia, no sé, entrando al cuarto con los puños apretados. El culo de Roma desaparece después de guiñarle el ojo a Austria y dejarlo semi catatónico, acabando por tener que taparse la cara también.

Suiza da un salto con el sonido de la puerta, tirando un jarrón al suelo y haciendo un escándalo, susurrando "mein gott in himmel" se asusta cuando oye el jarrón.

—¡Yonoestabaespiando! —chilla Suiza, avergonzado.

Austria parpadea unos instantes volviendo en sí y luego sonríe, acercándosele. Suiza le mira como niño regañado sin poder siquiera recoger el jarrón.

—Sí estabas espiando... y mira lo que has hecho.

—¡Estaba viéndote a TI sonrojarte con él! —frunce el ceño. El austriaco carraspea y se sonroja de nuevo.

—Igualmente has tirado un jarrón.

—Ha sido un accidente —murmura.

—Por andar mirando lo que no debías —le acusa.

—¿Rom siempre fue así?

—No le recordaba así... éramos muy pequeños…. Pero ahora entiendo mejor a Vater.

—Yo no. A mí no me gusta —sonrojándose y desviando la mirada. Claaaaaro Suiza... Como no.

—Tú sí a él, te lo dice cada vez —aprieta los ojos Austria y se le acerca más—. Igual estás castigado —le abre los pantalones y le vuelve a sacar el asunto por encima de los calzoncillos.

—¡Oye! ¡Espera! —chilla dando un paso atrás, otra vez contra la pared. Austria aparta un poco de en medio el jarrón, mirando a Suiza de reojo —. Lo siento... —aprieta los ojos y sisea —. Estamos a medio pasillo.

—Pero no hay nadie más que yo...

—Pueden subir —se mira el asunto de reojo, nerviosito.

(Cual si eso no le diera más vuelo a Austria...)

El de anteojos se encoge de hombros y de repente decide ponerse a recoger el jarrón mientras España y Romano suben por las escaleras.

Ö-Ö-Österreich... —susurra escuchándoles en la parte de abajo de las escaleras

—¿Ajá? —le mira... primero a la cara y luego al asunto de forma obvia. Suiza se encoge un poco, sonrojándose más y de manera más evidente.

—Viene alguien... —dobla un poco una pierna intentando cubrirse.

—Vaya, qué cosas —sigue recogiendo, malignamente.

—Pe-Pero... Es que tengo el... Österreich! —sisea, sudando.

—No se te olvide de darles las buenas noches —sin piedad.

—Pero... Pero... —vacila poniéndose de frente a una mesa, cubriéndose un poquito con ella. Aprieta los ojos.

—Hey! —saluda España al verles, una vez arriba del todo—. Menudo espectáculo, ¿eh?

J-Ja... —susurra Suiza de espalda a ellos, sin girarse —. Guten nacht.

—Sí, buenas noches... anda, si sigues con las esposas. No hagáis muchas guarradas ¿eh? —se van, riéndose.

Meingottinhimmel! —protesta Suiza cuando se han ido.

—Lo has hecho muy bien —Austria le sonríe.

—¡Detesto tus castigos! —protesta.

—Ah, en eso consisten —sonrisa—. Voy a bajar a la cocina a tirar esto.

Nein! —chilla pensando en quedarse ahí parado, literalmente, a la mitad del pasillo.

—Puedes venir conmigo, si quieres...

—¡Guárdame esto! —pide y para su odio acérrimo, "esto" está cargado.

oxoxox

Y le queremos *Germania agarra a Prusia del cuello, cierra el puño y le empieza a despeinar*

Neiiiin! —protesta Prusia moviéndose y riendo.

El mayor no se diente en lo absoluto, haciéndole más. Prusia se ríe más intentando soltarse porque además, siempre es él quien le hace eso a Alemania. Germania se ríe un poquito, sin soltarle.

—¡Haaaa! ¡Aún te gano! —exclama en la mayor expresividad que le hemos visto hasta ahora.

Nein! —Prusia hace fuerza y le tira.

Germania levanta las cejas hasta el TECHO, mirándole bastante impresionado. Prusia le mira con la respiración agitada, pero sonriendo de lado. El rubio carraspea, levantándose lo más rápido posible, pasándose una mano por el pelo.

—¡Yo soy el awesome Preussen! —salta Prusia muy contento.

—¡Y yo soy tu vater, así que más te vale que te cuides!

—¿Qué me cuide? —parpadea sin entender.

Germania se agacha da un giro sobre sí mismo con una pierna extendida, dándole una patada a Prusia en el talón y haciendo que se caiga de espaldas, sin darle siquiera tiempo a darse cuenta de nada.

—¡Aaah! —grita, cayéndose de culo.

El mayor se yergue otra vez mirándole desde las alturas, satisfecho. El albino le mira y se tira contra sus piernas para lanzarle al suelo igual porque esto es cuando juega a pelearse con Alemania y no lo hace casi nuuuunca y a él le encanta.

Pues ahí les tienes a los dos rodando por el suelo, porque Germania no se quita un pelo para eso. Y además es un bestia... Y Prusia otro, que está acostumbrado a Hungría.

Y yo creo que al final gana Germania, no tanto por fuerza sino por pura práctica. Aunque por energías... ok puede que terminen los dos tirados en el suelo sin poderse mover.

Austria no usaría los insultos y los golpes pero Italia no se corta. Quizás Austria los usara, si a Suiza le gustara… Aprendería a… usarlos o algo, yo que sé.

Pero Veneciano TAN TRANQUILO. Y Alemania... ¿Alemania? O/O ¡Alemania! En realidad yo ya sabía a quién íbamos a atar y a quien no, y sabía que Veneciano haría eso, pero... aun así...

Creo que lo que más gracia me hace es que lo tengan asumido y no les generé ningún conflicto o trauma fuera de la cama. Y Germania "¿pero por qué no se defiende?" y Austria "esa no es una buena idea".

Y Germania... Es que ya lo veo, hablando con los tres, en plan... "¿Tú de qué vas? ¿Nadie te enseñó a defenderte…? Y ustedes dos, bola de zánganos... ¡¿A que le enseñaron?!"

Cuatro. Ah sí, Suiza que insiste en salirse de la familia.

Y Austria el cínico "a hacer jabón. Hubieras flipado en esa época". Grito enfadado de Suiza "¡se volvieron LOCOS!" Germania levanta una ceja y mira a los tres acusados.

Y Prusia "relájate, Vati, a lo único a lo que Italien le gana sin que se deje, es al futbol".

Huy... Fibra sensible.

—¡Eso es porque hace trampa!

—¿Fútbol? —pregunta el mayor.

—Y las cosas artísticas —interviene Austria.

—Bueno, eso —Alemania le resta importancia.

—Pero lo del fútboooool —Prusia presiona riéndose y recibe un fuerte golpe hombro con hombro.

—Es un deporte —explica Austria—. Consiste en controlar un balón con los pies y hacerlo cruzar una línea establecida que se llama portería.

Germania parpadea.

—Se están desviando del punto —el alemán.

—Ah... y los coches, vati. Italien hace unos coches... —Prusia presiona.

—Nadie sabe cómo los hace —valora Austria.

—Bueno, ¿tú de qué vas? —pregunta Alemania al albino, dándole otro empujón y una colleja en la cabeza, empujándole en el proceso, sin querer, a Austria con la espalda.

Prusia se descojona y Austria se cae sobre Suiza.

—Coches, ¿como los romanos?

—Más rápidos que una cuadriga —responde Prusia.

Suiza sostiene a Austria a duras penas, sonrojándose

—Yo hago coches muy buenos, mejo... ¡Con características mucho más útiles y prácticas que Italien!

—Al menos conduces mejor, eso hay que valorarlo —asegura Austria sonriéndole a Suiza—. Pero como vuelvas a tirarme vas a acompañarle a comprar ropa y vas a dejar que él conduzca —amenaza a Alemania.

Entschuldigung —susurra Alemania mirándole de reojo —, ha sido culpa de Preussen.

Austria asiente con la cabeza y Prusia pone los ojos en blanco.

—Ni tan delicado, señorito.

Germania parpadea, mirándoles.

—Siguen sin decirme por qué razón no te defiendes tú y le pegas de vuelta, en vez de irte al matadero como oveja —insiste Germania que es el cuadrado no. 1.

Austria y Prusia ofrecen amablemente la posibilidad a su hermano de explicarse mirándole ambos con sonrisitas burlonas.

—Aaaah... —carraspeo y sonrojo —, es... Yo... —desvía la mirada.

—Qué elocuente —valora Austria maligno—. Seguramente Italien podría... hacerte un lío y ponerte incomodo como pocas cosas hasta que supliques por piedad para que se calle sin que igual singas sin entenderlo, vater.

—¡Es que a NADIE le importa! —interrumpe Suiza a Austria, mirándole de reojo —. No entiendo esa insana obsesión de meterse e inmiscuirse en las vidas privadas de las personas —mira a su padre —. ¡Lo que Deutschland haga o no haga con Italia Veneciano es SU asunto, no el tuyo!

Germania levanta las cejas y Alemania agradece la extraña intervención de Suiza a su favor.

—¡Ah! ¡Ya está! —salta Prusia, dándose un golpe en la palma de la mano con el puño.

—Pero es que es cuestión de principios... —murmura Germania un poco regañado

—. ¿Qué está?

Nein, nein... imagina esto, ¿vale? —pide mirándole—. Imagina que Rom fuera más débil que tú, bastante más débil.

—Lo es —sentencia, frunciendo el ceño.

El carraspeo de Austria debe ser épico, ahogando la risita, la suya y la de Prusia.

—Nein, nein, vati, mucho más débil.

—Como tú y Österreich, entonces —mira a Austria de reojo en plan "síguete burlando".

—¿Eh? Ja, exacto —asiente Prusia... Austria también asiente.

Germania parpadea descolocado con Austria y Suiza hace los ojos en blanco.

—Vale, imagina que Rom fuera débil como Österreich —sigue Prusia—. El caso es que tú le podrías y si le machacaras se enfadaría y no volvería a hablarte NUNCA. Se buscaría otros aliados.

—Como tú y Österreich desde que son pequeñitos.

—Bueno, sí... —sigue Prusia—. El asunto es que West no quiere que Italien haga eso.

Alemania se rasca el cuello no muy seguro con esta explicación.

Ja... —sigue Germania.

—Entonces, para que no se enfade y no se vaya... pues no le machaca —explica Prusia moviendo las manos en plan "dos más dos, cuatro".

—En realidad no es por eso —interrumpe Alemania, cuyo cerebro cuadrado impide que la explicación que dé sea inapropiada.

Prusia le mira ahora sí descolocado y Germania levanta las cejas, mirándole.

—A... mí... —Alemania carraspea un poco —, el dolor me... gusta, para empezar... —más carraspeos sonrojados—. Principalmente el provocarlo.

Germania levanta las cejas un poco más cómodo con este inicio de explicación. Austria y Prusia le escuchan.

—Golpear, o... Cortar... O quemar... O... —mira a Austria de reojo un poquito culpable.

—Ahora vuelve a preguntarme por qué eres amigo del psychovodka —se sube las gafas un poco severo.

—¡LOCOS, están locos! ¡Lo he dicho miles de veces pero nadie me escucha! —protesta Suiza.

Germania sigue considerando esto bastante normal, empezando a ver a Alemania como digno hijo de su padre. Aún así esto no cuadra con lo otro. Más carraspeos y sonrojos por parte de Alemania.

—No le hagas caso, Vati, él habla francés e italiano —le acusa Prusia a Suiza.

Italien... Bueno, antes más... Se dejaba a veces amarrar o —carraspea —, hacemos estas cosas que me gustan.

Germania se revuelve un poquito entendiendo claramente el "tú a él", cayendo en la cuenta un poco más tarde de lo que ha dijo Prusia, mirando a Suiza de reojo.

—¿Hablas qué? —pregunta no muy seguro.

—Francés e italiano, las lenguas latinas— sigue Prusia—. Son idiomas OFICIALES en su casa.

—¡Claro! El pecado mortal que es hablar francés e italiano. ¡Él violaba a su propia pareja! ¡Seguro le pegaba y hacia cosas horribles e hizo jabón a la mitad de los judíos! Pero YO hablo dos lenguas latinas y es de mí de quien hay que avergonzarse —replica Suiza, cruzándose de brazos mirando a Germania y a Prusia.

—Shhhh... Calma... —Austria le frota los hombros a Suiza.

—¡Yo no violaba a nadie! —suelta Prusia.

—¡Tú no, él! —señala a Alemania —. Tú eras sólo un actor más del circo —agrega sin quitar a Austria.

Ja, Preussen, tú eres amigo de Frankreich y Spanien si nos ponemos en esas —le acusa Austria.

Ja! Y tú te CASASTE con Spanien. Y TÚ te TIRABAS a Frankreich, ni lo neguéis —acusa de vuelta.

—Bueno, bueno... Basta —par de palmadas —. Ya está, dejen de pelearse por eso que Deutschland SIGUE sin explicar por qué razón no es él el que amarra y golpea al pequeñito.

Alemania, que creía haberse escapado de terminar la explicación, se sonroja otra vez.

—Develemos el misterio de la perversión... —susurra Suiza.

—Eso es porque le tengo prohibido hacerle demasiado daño —suelta Austria.

—¿Eh? —pregunta Germania, mirando a Austria con desagrado.

—Le tengo a Deustchland prohibido hacerle demasiado daño a Italien —repite.

—¿Por?

—Porque Italien es débil y hacerle daño está mal —le mira fijamente a los ojos.

—Pero es un... Pero es hijo de... —le sostiene la mirada —. ¡Aún así, una cosa es no hacerle daño y otra es dejar que el pequeño se lo haga a él!

—Tampoco creo que le haga tanto daño, no es muy fuerte.

—Pero es una humillación —insiste Germania.

—Bueno... hay personas a las que les gusta que les humillen... —carraspea sonrojándose un poco no tanto por este rol si no por el otro—. En el ámbito sexual.

Suiza se incomoda repentinamente con eso, mirando al suelo y pensando en Austria que le dejó ayer media hora en el pasillo con los calzones abajo, considerándolos a todos una bola de pervertidos dementes.

Nein, es que no es la humillación —interrumpe Alemania. Todos vuelven a mirar a Alemania, quien carraspea —. Es el control.

(Nos encantó Suiza con el pajarito al aire, además todo mono ahí escondiéndolo en la mesa.)

—¿El control? —pregunta Prusia sin estar seguro de entender.

Ja, es cederle el control de TODO, y sólo ocuparme de controlarme a mí mismo o, al final, incluso darle ese control y perderme un rato en ello.

—Pero si a ti te gusta controlarlo todo —se ríe Prusia y Austria le mira impresionado porque él sería INCAPAZ de hacer eso.

Alemania mira a Austria de reojo y se sonroja un poco.

—Es... Desestresante. La descarga de adrenalina en el momento y luego la pérdida total de... Control —concluye. Germania le mira también, seguro de que nunca podría hacer eso.

—Pero podría... Matarte —hace notar.

—Nah, qué va —ahora Prusia sí que se ríe.

—Y los demás, ¿qué van a pensar de ti?

—¿Los —parpadeo — demás?

—La mayoría que por qué no dejará a Italien que lo haga más a menudo —sonríe Austria burlón. Alemania le mira de reojo.

—Estoy pensando que si vendemos el Bossendorfen podremos ayudar a la deuda de Grecia —replica serio.

—No me mires Así, Deutschland, todos sabemos que necesitas desestresarte a menudo.

—Ayudaríamos más con el Stradivarius... Ángela estaría realmente contenta.

—Cuando tú te deshagas de seis de los siete coches que hay en el garaje y que no puedes conducir a la vez, hablaremos de mi alma— replica seriamente.

Germania carraspea otra vez.

—Mis coches no van a ningún lado —murmura Alemania, cruzándose de brazos.

—Lo mismo digo de mis instrumentos.

Germania hace mueca de sonrisilla.

—Bien, creo que ya me doy una idea clara de cómo funciona todo esto... ya—no ha entendido NADA, y va a tener que preguntarle a Roma.


¡No olvides agradecer a Josita la edición... y perdonarnos a nosotras por escribir esto. Es bastante desastrosa, pero por lo menos ya se ha acabado :D