Disclaimer: Todos los personajes son de Cassandra Claire. Solo la trama me pertenece.

Cambiando un Corazón

Summary: ¿Qué pasaría si los Cielos dieran otra oportunidad a Valentine Morgenstern? ¿Y si esta vez fuera un submundo? ¡Todo eso y más averígualo aquí! Este fic participa del Reto Especial de Aniversario: Celebrando nuestro primer año juntos, del Foro El Triángulo dónde tres están Unidos".

Valentine POV

Me encontraba contemplando con admiración al Ángel que emergía del lago, Raziel, aquel que había dado su sangre para empezar nuestra gloriosa raza.

Nada a mi alrededor me importaba más que observar su presencia. Todo por lo que había luchado, estaba aquí. Acababa de matar a mi hijo, mi Jonathan.

Y todo valía la pena. En presencia del angel podía asegurar que el fin justifica los medios. Creí insulsamente, que se parecería a Ithuriel, aquel ángel que había tenido en cautiverio, pero ninguno podía compararse con Raziel pensé. Aquel ángel no era más que una copia mal hecha de éste.

Mis manos se aflojaron a mis costados sin poder contenerlas y balbucee: - Raziel.

El ángel continuó elevándose de entre el lago, como si éste sólo fuera una cubierta a su majestuosidad, primero emergió su cabeza, el cabello le caía ondeante como una cadena de oro y plata. Luego logré ver sus hombros, blancos como la piedra. Junto con su torso completamente marcado con runas al igual que todos nosotros, pero sus runas ¡Oh gloriosas! Pensé, eran doradas y se movían con una fluidez infinita a los largo de su blanca piel, como chispas saltando del fuego.

Me dolían los ojos de contemplarlo, pero no podía apartar mi vista de aquel ser.

Raziel mientras se elevaba replegó imponentemente sus alas sobre el lago, éstas eran de oro, cada una de sus plumas lucía un dorado distinto a la vista.

Poseía una belleza aterradora. Sus pies descansaban, blancos y descalzos, sobre la superficie del lado, que agitaba sus aguas con pequeñas ondas de movimiento. En una mano posaba la Espada y en la otra la Copa, ambas estaban empapadas por el agua, mientras que Él estaba sin rastro de humedad alguna, como sus alas. Su rostro bello e inhumano posaba su mirada fijamente en mi persona, me sentí imponente, de entre todos los Nephilim del mundo, la Clave y el Consejo, Raziel posaba su mirada en mi.

El Ángel comenzó a hablar, su voz no contenía palabras pero era totalmente comprensible. Era como escuchar un llanto, un grito, como música, todo al mismo tiempo en una magnifica melodía. Su respiración me quemaba como el fuego de una caldera hirviendo, olía a especias nunca antes conocidas. La fuerza de ésta parecía un vendaval, me hizo tambalearme en mi posición. Clavé los talones de mis botas en la arena, mientras que mi cabeza yacía inclinada hacía atrás por la fuerza que emanaba de aquel ser.

-Han pasado unos mil años desde la última vez que fui convocado a este lugar –dijo Raziel–. Jonathan Cazador de Sombras me llamó entonces, y me pidió que mezclara mi sangre con la sangre de los mortales en una Copa y creara así una raza de guerreros que librara a la Tierra de la clase demoniaca. Hice todo lo que él pidió y le dije que no lo haría más. ¿Por qué me convocas ahora, Nephilim?

No pude contener en mi voz el anhelo y la ansiedad que sentía, por fin mis planes se llevarían a cabo.

-Mil años han transcurrido, oh Glorioso, pero la clase demoniaca aún está aquí.

Le dije al ángel, ¿Acaso se desentendía de nosotros ahora? No, eso no puede ser.

-¿Qué es eso para mí? Mil años para un ángel pasan entre un parpadeo y el siguiente.

-Los Nephilim que creasteis fueron una gran raza de hombresExpliqué, aunque estaba seguro, ya lo sabía. Durante muchos años lucharon valientemente para liberar a este plano de la infección demoniaca. Pero ellos han fracasado debido a la debilidad y la corrupción en sus filas. Yo pienso devolverlos a su antiguo esplendor... –Aseguré solemne, pues no había nadie mejor que yo para esa tarea. Era el mejor cazador de mi raza.

-¿Esplendor? –El Ángel sonó ligeramente curioso, como si la palabra fuera extraña para él–. El esplendor le pertenece sólo a Dios.

Eso me hizo desestabilizarme, pues no estábamos yendo en la dirección correcta, aun así no titubeé en mi discurso:

-La Clave tal como la creó el primer Nephilim ya no existe. Ellos se han aliado con Submundos, los no humanos contaminados por demonios que infestan el mundo como pulgas sobre el cadáver de una rata. Es mi intención limpiar este mundo, destruir a todo Submundo junto con todo demonio...

¿Es que éste Ángel no entendía? Los Submundos son la escoria de nuestro planeta, junto con los demonios.

-Los demonios no poseen alma. Pero, en cuanto a las criaturas de las que hablas, los Hijos de la Luna, de la Noche, de Lilith y del Reino de las Hadas, todos tienen alma. Parece que tu criterio para decidir qué constituye y qué no un ser humano es más estricto que el nuestro. – Su tono cambió por uno más hosco–. ¿Piensas desafiar a los Cielos como aquel otro Lucero de la Mañana cuyo nombre tú llevas?

Nunca lo admitiría delante de Raziel, pero admiraba a Lucifer, él fue un visionario en estas cuestiones. Rápidamente le contesté al Ángel:

-No desafiar a los Cielos, no, Señor Raziel. Aliarme con los Cielos...

-¿En una guerra que tú has creado? Nosotros somos el Cielo, Cazador de Sombras. No luchamos en vuestras batallas mundanas.

Eso me hirió, él Ángel no entendía mi visión. Yo no había creado esta guerra. La guerra la creó la Clave cuando decidió aliarse con los submundos. Yo sólo intento limpiar este planeta.
Pero él Ángel aceptó el ser convocado para venir aquí… no creo que este tan equivocado en sus pensamientos entonces. Con mucho cuidado de mantener mis sentimientos a raya, le dije a Raziel:

-Señor Raziel. Sin duda no habríais permitido tal cosa como un ritual por el que podéis ser convocado si no queréis ser convocado. Nosotros, los Nephilim, somos sus hijos. Necesitamos de su orientación.

-¿Orientación? –El tono del ángel me estaba molestando. Sonó con un deje de diversión –. No parece que sea por eso precisamente que me hayas traído aquí. Más bien buscas tu propio renombre.

Bien, eso me enfureció. Aunque es cierto, no permitiría a nadie que me tratase así, ni siquiera al ángel Raziel.

-¿Renombre? –Escuché mi voz ronca–. Yo lo he entregado todo por esta causa. A mi esposa. A mis hijos. No he escatimado a mis hijos.Eso era completamente cierto, giré mi vista hacia donde estaba Jace, mi pequeño. Pero rápidamente volví la vista al Ángel que estaba delante de mí He entregado todo lo que tengo por esto... Todo.

El ángel se limitó a mirarme con aquellos inhumanos ojos, mientras sus alas ondeaban levemente. Sentí mi alma ser explorada, eso me estremeció. Luego de lo que me pareció una eternidad volvió a hablar:

-El Señor le pidió a Abraham que sacrificara a su hijo sobre un altar muy parecido a este, para ver a quién amaba más Abraham, a Isaac o a Dios. Pero a ti nadie te ha pedido que sacrifiques a tu hijo, Valentine.

Todo el pesar de la muerte de Jonathan cayó sobre mis hombros, miré a mis pies donde estaba el altar que había preparado. Todo estaba manchado de la sangre de mi Jace, mi hijo. El niño que me había hecho volver a sentir amor por algo luego de que Jocelyn me dejara. No pude elevar mi vista al Ángel que me estaba mirando.

-Cuando Jonathan Cazador de Sombras me convocó –dijo el Ángel–, le presté mi ayuda porque podía ver que su sueño de un mundo libre de demonios era verdadero. Él imaginó un Cielo sobre la Tierra. Pero tú sólo sueñas con tu propia gloria, y no amas al Cielo. Mi hermano Ithuriel puede atestiguar eso.

Eso me hizo sentir aún más miserable. Ithuriel, aquel ángel torturado por mi y mi egoísmo. Agache más si hubiera sido posible mi vista. Todo por lo que había luchado se hizo pedazos delante de mis ojos, ¿Cómo había podido ser tan ciego? Él continuó hablando:

-¿Pensaste que no lo sabría? –El Ángel sonrió.– El amo del círculo que has dibujado puede obligarme a acometer una acción. Pero tú no eres ese amo.

Eso me desestabilizó, sacándome de mis lamentos, no entendía lo que me decía, ¿Qué yo no era ese amo?

-Mi señor Raziel..., no hay nadie más... Dije casi sin voz

-Sí que lo hay –Me contradijo el Ángel–. Está tu hija.

Me di vuelta instantáneamente hacía Clarissa, ella yacía medio inconsciente en la arena, con las muñecas y los brazos atrapados en la runa que había dibujado en ella. Ella me miró de modo desafiante. Mis ojos se encontraron con los de ella, era Jocelyn, el mismo carácter de la mujer que es su madre estaba en ella. Y la miré, como nunca antes la había mirado, ella era mi hija, mi sangre. Era el fruto del inmenso amor que no supe demostrarle a mi Jocelyn. Y… me miraba con reproche, rencor, desconfianza, todo mezclado. Me sentí nauseabundo, había traicionado hasta lo más preciado para un Nephilim, mi propia sangre, mi familia.

-Clarissa – Dije, sin poder decir otra cosa más que el nombre de la persona que era mi hija.

Ella alargó la mano y con un dedo escribió a sus pies sobre la arena. No dibujó runas. Ella dibujó palabras: las palabras que yo le había dicho la primera vez que vi lo que podía hacer, cuando dibujó la runa que destruyó el buque.

MENE MENE TEKEL UPHARSIN

Mis ojos se abrieron con sorpresa, pues esas palabras pertenecían a las santas escrituras: "Hizo recuento Dios de tu reino y le ha puesto fin. Pesado has sido en la balanza y fuiste hallado falto".

El Ángel volvió a hablar.

-El Dios de los cielos te ha pesado en la balanza y has sido encontrado falloNephilim . Pero infinitos son su amor y misericordia que te ha dado otra oportunidad, Valentine Morgenstern. Desde ahora no caminaras entre los vivos, pero tampoco entre los muertos. Serás uno de los Hijos de la noche, un Submundo. Vivirás eternamente para que entiendas el verdadero significado del alma de las personas. – Él Ángel me miró compasivamente– Nephilim, hijo mio, espero sepas aprovechar esta segunda oportunidad. Pues el Cielo no te concederá una tercera.

Sin más el Ángel me lanzó una llama de fuego que quemó mi interior, me traspasó de pies a cabeza. Sentí el lamento de generaciones y generaciones de almas, el llanto de madres que perdieron a sus hijos, hijos que perdieron a sus padres, el lamento del mundo lo sentí en mi cuerpo. Esta agonía me pareció eterna, pero no duró más que unos instantes, hasta que la oscuridad me abrumó y caí inconsciente.

POV Clary

Valentine estaba retorciéndose en el suelo, mientras el ángel lo miraba con compasión. No podía creer lo que había escuchado. Él se convertiría en un hijo de la noche, un vampiro. Él, quien aborrecía a toda criatura que no fuera un Nephilim se convertiría en un submundo.

Mi padre cayó inconsciente, todas sus marcas fueron removidas, parecían quemaduras desfiguradas. Sentí pena por él.

Y a pesar de todo lo que hizo, Valentine es mi padre, no podría dejarlo así. Hice lo posible para levantarme pero la runa que él mismo me había hecho me lo impidió. Me sorprendió el hecho de que el Ángel volviera a emitir palabra:

-Esa fue la justicia del Cielo. Él debe aprender a amar como aquél nos amó. Nephilim, te pido que avises a mis hijos que nadie puede juzgarlo más que Dios, quien ya lo ha hecho. Quien se atreva a tocar al Hijo de la Noche pasará por encima de las órdenes del Cielo. Decisión que será debidamente castigada. Os aseguro que tu padre ha cambiado su corazón, pues luego de que el fuego Celestial lo tocó, todo rastro de maldad fue borrado de su ser.

Subí la mirada hacia el Ángel que se cernía sobre mi, como una torre de blancas llamas, tapando el cielo. Sus manos estaban vacías; la Copa y la Espada Mortal yacían a la orilla del lago.

-Puedes obligarme a realizar una acción, Clarissa Morgenstern. ¿Qué es lo que quieres?

Abrí la boca. Pero no salió ningún sonido de mi.

-Ah, sí –dijo el Ángel, y había suavidad y dulzura en su voz–. La runa.

Los muchos ojos de sus alas parpadearon. Sentí que algo pasó rozándome. Era suave, más suave que la seda o cualquier otro tejido, más suave que un susurro o el roce de una pluma. Era como había imaginado que se sentirían las nubes si éstas tuvieran textura. Un ligero perfume vino junto con el roce..., un agradable perfume, dulce y embriagador.

El dolor desapareció de mis muñecas. Ya sin estar atadas, las manos cayeron sobre mis costados. El ardor en la parte posterior de mi cuello se había ido también, junto con la pesadez de mis piernas. Me puse de rodillas con dificultad. Más que ninguna otra cosa, quería ir arrastrándome por la arena ensangrentada hacia el lugar donde yacía el cuerpo de Jace, echarme a su lado y rodearlo con los brazos, incluso aunque él ya se hubiera ido. Pero la voz del Ángel me apremió; haciéndome permanecer donde estaba, alcé la vista hacia su brillante luz dorada:

-La batalla en la Llanura de Brocelind ha terminado. El dominio de Morgenstern sobre los demonios ha desaparecido junto con su maldad. Ya muchos han huido; el resto pronto serán destruidos. Hay Nephilims viniendo hacia las orillas de este lago en este mismo momento. Si tienes una petición, Cazadora de Sombras, dila ahora. –El Ángel hizo una pausa– . Y recuerda que no soy un genio. Elige tu deseo sabiamente.

Vacilé solo por un instante. Pero éste se hizo eterno. Podía pedir cualquier cosa… Un final para el dolor, o el hambre en el mundo, una cura para la enfermedad, o la paz mundial. Aunque, pensé, tal vez esas cosas no estaban en el poder de los ángeles el concederlas, o habían sido concedidas y mal usadas. Quizás se suponía que las personas debían alcanzar estas cosas por sí mismas.

De todas formas, no importaba. Nada de eso tendría sentido si Jace no estuviera. Ningún deseo sería verdadero si él no está allí.

Una sola elección sería correcta para mi corazón.

Alzé los ojos hasta los del Ángel con decisión y dije:

-Jace –dijo ella.

La expresión del Ángel no se inmutó. ¿Es que pensará él que era un deseo idiota y egoísta? ó ¿Muy banal para concedérmelo? Recé con todas mis fuerzas para que no fuese así.

-Cierra los ojos, Clarissa Morgenstern –dijo el Ángel.

Cerré los ojos. Pues no le decías que no a un ángel, no importa lo que tuvieras en mente. Con mi corazón palpitando fuertemente en mis oídos, me sentí flotando en la oscuridad de detrás de mis párpados, tratando decididamente de no pensar en Jace.

Pero su rostro apareció bajo mis párpados, tan decidido como siempre. El rostro de la persona que más amaba en el mundo…

–Clary– Escuché su voz llamándome y abrí los ojos…

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Valentine POV

Sentía mi cuerpo entumecido, todas mis extremidades me dolían. Gritaría si no sintiera mi garganta seca e imposibilitada a soltar sonido. Abrí lentamente los ojos, y mi vista se enfocó en el techo, podía ver cada detalle de éste a pesar de estar oscuro. Miré toda la longitud de la habitación, hasta encontrarme con unos barrotes, estaba en la cárcel de Alacante pensé inmediatamente.

Todas mis memorias acudieron a mi mente, Jonathan, Jace, Clarissa, el ángel Raziel. Abrí mis ojos enormemente y miré mis manos, estas tenían una palidez nunca antes vista, "Como la de un muerto" Pensé.

No, no, no. No puede ser. Yo no podía estar convertido en un… ¿O si?

Recordé las palabras de Raziel mientras buscaba mis runas en los brazos:

-El Dios de los cielos te ha pesado en la balanza y has sido encontrado fallo. Pero infinitos son su amor y misericordia que te ha dado otra oportunidad, Valentine Morgenstern. Desde ahora no caminaras entre los vivos, pero tampoco entre los muertos. Serás uno de los Hijos de la noche, un Submundo. Vivirás eternamente para que entiendas el verdadero significado del alma de las personas. Nephilim, hijo mio, espero sepas aprovechar esta segunda oportunidad. Pues el Cielo no te concederá una tercera.

Miré las marcas de mis runas desfiguradas por el fuego y lloré como no lo había hecho en años. Lloré por mi vida, mis acciones, mis hijos, mi Jocelyn. Todos los asesinatos que había cometido y que solo ahora comprendía con total magnitud.

Toda esa culpa recayó como un yunque sobre mí, y por primera vez en mi vida me lamenté de mis actos. Desee poder haber sido el padre que mis hijos necesitaron, el esposo atento que Jocelyn quería. El parabatai que Lucian mereció. Desee poder haber sido el hombre que creí que era.

Todo lo que alguna vez fue importante para mi, como el renombre, la gloria, los halagos, hoy me parecían falacias, comparado a todo lo que tuve alguna vez y lo perdí por mi egoísmo y maldad.

Luego de un par de horas percibí el palpitar de un corazón y los pasos de alguien caminando hacía la celda donde me encontraba.

Una figura esbelta de una muchacha pelirroja apareció ante mi, era Clarissa, mi pequeña.

– No deberías estar aquí, no merezco que lo estés. La miré y su mirada me devolvió lastima y compasión.

-Lo sé– Me respondió – Pero eres mi padre a pesar de todo. Raziel, me ha dicho lo que ha pasado. El fuego celestial ha limpiado tu maldad.

Mi boca se abrió en una "o"

-Ahora lo entiendo… – Solo logré decir.

Clarissa me miró con sus enormes ojos verdes, tan parecidos a los de Jocelyn, y dijo: – Todo ha terminado, en unos días cuando comprueben que has cambiado, vendrás conmigo a Brooklyn.

No pude más que acercarme hasta donde estaba y arrodillarme delante de la persona que era mi hija:

-Mi niña– Dije, lágrimas caían de mi rostro– No merezco tu compasión, Clarissa. Agaché mi rostro al suelo– Perdóname. Perdóname por lo que te hice a ti y a tu madre, por separarte de Jace. Perdón Clarissa. Intenté que todo el sentimiento de pena embargara mis palabras, para ser sincero por primera vez en mi vida con mi hija.

Sentí sus dedos rozar mi cabello, levanté un poco la vista y ella yacía agachada enfrente de mi celda con sus brazos dentro de la misma. Secó una de mis lágrimas con su pulgar y yo me apoyé en su mano mientras no podía parar de sollozar.

-Shh, Valentine todo lo arreglaremos. – Definitivamente, esta niña era un ángel, no entendía como un ser tan puro pudiera haber salido de mi.
" O si, con mis experimentos",
pensé amargamente. Lloré aún más fuerte por la pena que corría por mi alma.

Tomé entre mis manos su pequeña mano y le prometí a ella y a mí mismo:

-Así es pequeña, todo lo arreglaremos.

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