Disclaimer: Todos los personajes de InuYasha pertenecen a Rumiko Takahashi.

Ojos Cerrados

Por Kuruma Chidori

Capítulo 1. Wildest dreams

Sesshomaru era un hombre serio, frío. El tipo de hombre calculador que inspira respeto y casi temor; sin embargo, para mí, esos gestos indiferentes se convertían en pasión cuando nos hallábamos a solas.

Lo conocí durante mis prácticas profesionales de la universidad. Cuando puse un pie en aquella empresa, sólo tenía en mi cabeza que me esperaban seis meses como mandadera, trayendo y llevando recados, yendo por el café de todos los empleados a primera hora de la mañana, sacando fotocopias y archivando papelería… en fin, haciendo de todo menos actividades que correspondieran a lo que estaba estudiando.

Aquella mañana me había presentado con la secretaria de Sesshomaru Taisho… el nombre de la persona que estaría a cargo de mi. Cuando me enteré que se trataba del hijo del dueño de la empresa, me puse nerviosa, pero no niego que también un sentimiento de ambición y excitación me recorrió… después de todo, quién sabe, quizá si hacía mi trabajo de manera impecable, él me consideraría para trabajar en la empresa una vez graduándome… ¿no?

La secretaria me anunció y escuché por el parlante "Hazla pasar". Desde ese instante, su voz grave y profunda me provocó un escalofrío y una sensación que no sabría describir.

-Pasa – Me dijo la mujer de gafas con una media sonrisa. Su reacción me hizo pensar que Sesshomaru Taisho no sería un hombre de humor alegre precisamente.

Toqué la puerta dos veces y una vez hubiera sido dicho el "Adelante", abrí con timidez.

-Buenos días, mi nombre es Rin Sanada, he venido de la Universidad de Tokyo para mis prácticas profesionales. Quedo a su cuidado. - Bajé la mirada un momento por educación y después le miré de frente y… ahí estaba, sentado frente a su escritorio completamente pulcro y con las cosas perfectamente organizadas, un hombre alto, probablemente de unos treinta años, de piel sumamente blanca y cabellos largos y plateados atados a una coleta muy bien cuidada. Portaba un traje negro, camisa blanca, corbata negra también. Recargaba el mentón sobre su puño derecho y me escrutaba con la mirada.

"Ojos miel" pensé.

Sesshomaru tenía un porte frío, serio… era imponente. Me sentí cohibida de inmediato y me sonrojé.

Al notar que él había percibido mi rubor, aparté la mirada de inmediato.

-Espero lo mejor de ti en estos seis meses, no es común que recibamos practicantes en esta empresa, así que hay altas expectativas sobre tus hombros – Dijo sin preámbulos. Noté que su voz era aún más profunda en vivo que por el parlante.

-Así será – Respondí.

Las semanas que siguieron fueron más movidas de lo que creí. Todas las cosas que me había esperado respecto a mis actividades habían sido acertadas (fotocopias, cafés, recados) pero a eso se había sumado mucho trabajo referente a mi área de estudios, por lo que casi no tenía descanso ni tiempos muertos entre la universidad, los trabajos y las prácticas en la empresa.

¿El cómo se había dado todo entre él y yo? Realmente no estoy segura, sólo sé de claro que convivíamos mucho.

Claramente, Sesshomaru era un hombre difícil de tratar por su carácter, no obstante, conmigo mostraba una amabilidad peculiar, pues si bien era distante, jamás me había hecho sentir incómoda, atemorizada o rechazada. Eran gestos pequeños… miradas, a veces nuestras manos se rozaban por accidente cuando le entregaba documentos, y podía sentir mi piel electrizada ante el contacto, y algo en su mirada me decía que él se sentía del mismo modo.
A menudo podía sentir sus ojos sobre mí, y supongo que él podía sentir los mios en él pues a veces coincidían y uno de los dos terminaba cediendo y desviaba la mirada. La tensión sexual y la atracción eran abrumadoras.

Sesshomaru se había hecho presente en mis pensamientos de forma insistente, y sin siquiera darme cuenta de cómo y cuándo, ya se me había metido en la piel. Pensaba en él frecuentemente, y cuando no estaba cerca de mí, tenía una extraña necesidad por estar con él.

Aquella noche, me había quedado hasta tarde en la empresa para terminar un trabajo de la universidad debido a que, por estar atareada con todas mis actividades, había olvidado pagar la cuenta de internet de mi departamento y me había quedado sin el servicio, por lo que estaba usando el de la empresa como última alternativa.

La oficina ya estaba cerrada y las luces apagadas. Afortunadamente para mí, tenía buena relación con la secretaria de Sesshomaru, y ella me había dejado una copia de la llave de la puerta principal para que pudiera quedarme cuanto fuera necesario.

Estaba tan absorta en mi tarea que no me percaté de que no estaba sola. El ruido de una puerta cerca de mí me alertó y levanté la mirada. La luz de la oficina de Sesshomaru acababa de apagarse y sentí que mi corazón daba un vuelco… ¿estaba él ahí?

-¿Sesshomaru?... – Llamé en voz alta con ligero nerviosismo.

-Es la primera vez que te diriges a mí directamente por mi nombre- Dijo, haciéndose presente.

Era verdad, me sonrojé por el atrevimiento.

-Lo siento, no volverá a pasar señor…

-Está bien, no me molesta. – Dijo, y sentí sus dedos en mi mentón el cual había tomado para que le mirara a los ojos.
Eran endemoniadamente hermosos.

-¿Q-qué haces? – Dije con la voz temblorosa. No soltaba mi mentón y su rostro se acercó más al mio. Me puse nerviosa… ¿qué estaba pasando?

-Estoy seguro… que no soy el único que no puede quitarte la mirada de encima. -Soltó de repente y aquella confesión me erizó la piel.

-¿Qué quieres decir?...

-Quiero tenerte.

Y antes de que pudiera reaccionar, sentí sus manos posarse sobre mi cuello y rostro… y después sus labios tibios besarme.

Me sorprendí, definitivamente no esperaba eso de forma tan repentina, pero no pude evitar corresponder. Hacía más de tres meses que ansiaba eso. Ansiaba tremendamente sus manos sobre mi cuerpo, sus labios sobre los mios… Pude percibir su lengua caliente y húmeda querer abrirse paso dentro de mi boca y yo se lo permití. Cerré los ojos, disfrutaría ese momento y me cuestionaría más tarde por mi actitud.

Con un movimiento brusco, Sesshomaru tiró al suelo todo lo que había sobre aquel escritorio y después me tomó bruscamente y me sentó en él, casi por instinto rodee su cintura con mis piernas. Su cuerpo estaba caliente y el mío no se quedaba atrás.

Hundí mis labios en su cuello al momento que él tiraba de los tirantes de mi blusa hacia abajo, dejando expuesto el sostén negro que cubría mis senos. Él bajó sus labios a mi pecho, besándolo, y después retiró el sostén hábilmente… sus manos apretaron mis piernas con una fuerza exquisita y pude sentir cómo mis pantimedias se rasgaban cuando él encajó sus uñas en mis muslos.

Retiré su saco con premura tirándolo al suelo y desabotoné su camisa blanca para observar sus abdominales marcados.

Sesshomaru subió una de sus manos hasta mi nuca y desató mi cabello, hundiendo su rostro en mi cuello y aspirando mi perfume. Yo hice lo propio desatando su coleta. La sensación de su cabello caer libre por enfrente de él, rozando mis senos desnudos, fue exquisita.

Me sentía sumamente excitada… no sólo físicamente, mis emociones se desbordaban. Un cosquilleo indescriptible me recorría el interior y estallaba en cada una de mis células, concentrándose principalmente en mi entrepierna.

Podía sentir la respiración agitada y pesada de Sesshomaru sobre mi piel, casi podía sentirlo temblar al tocarme. Era como si se hubiese tenido que contener por mucho tiempo y por fin daba rienda suelta a sus deseos. Jamás hubiera creído que tras la apariencia seria y reservada de él se escondiera un hombre tan candente.

Terminó de rasgar mis pantimedias, levantó mi falda hasta la cintura y pude sentir cómo hacía a un lado mis bragas para rozarme con los dedos. Mi espalda se arqueó involuntariamente, estaba sumamente húmeda y sentí mi rostro sonrojarse cuando Sesshomaru introdujo dos dedos en mi interior y mis mismos fluidos hacían ruido. Gemí.

Nunca creí que yo sería la clase de chicas que se excitaría tanto con un trato brusco en el sexo, pero lo que hacía me estaba enloqueciendo.

Él comenzó a jugar con sus dedos y yo no pude mas que morderme los labios y cerrar los ojos, entregándome por completo a las sensaciones que me estaba provocando.

No sabía ni lo que estaba haciendo… yo era una estudiante nada más, él debía llevarme diez años, él era mi jefe… nunca habíamos sostenido una conversación propiamente dicha, no tenía casi ni idea de su vida personal y él no sabía absolutamente nada de la mía… y no obstante, ahí estaba, entregándome por completo a él y él a mí.

Lo abracé con fuerza por la espalda y busqué sus labios, él me correspondió el beso, mordiendo mi labio inferior para después besar mis mejillas y mis párpados. La mezcla entre ternura y brusquedad en sus caricias hacía que mi corazón latiera con tanta fuerza que casi podía escuchar mis latidos en mis oídos.

Noté cómo Sesshomaru bajaba la bragueta de su pantalón y sacaba su miembro. Volví a sonrojarme al observarlo: largo y grueso, palpitante. Lo tomé con las manos sin poderme contener, estaba deliciosamente caliente y por instinto abrí más mis piernas, invitándolo.

Sesshomaru volvió a hacer a un lado mis bragas y sin previo aviso, me penetró con fuerza.

Un gemido prolongado salió de mi garganta y un quejido de la suya. La sensación era perfecta. Era como si mi interior se adaptara perfectamente a su miembro, apresándolo. Sesshomaru empezó a moverse, primero lentamente, luego cada vez con más intensidad. Mis dedos se aferraron con fuerza al borde del escritorio, apreté mis dientes y mis labios hasta que se me hizo imposible controlar los gemidos, los cuales empezaron a salir de mi garganta al ritmo de sus embestidas. Sesshomaru me tomó por las caderas y me jaló hacia él, quedando yo completamente acostada sobre el escritorio, con mi cabeza colgando al otro extremo, todo me daba vueltas. Una de sus manos se deslizó hábilmente hacia mi seno derecho y apretó el pezón provocando que gimiera más. Él se inclinó por sobre mí, y sentí que subía un poco mi blusa a la altura de mi estómago y besó mi vientre y abdomen. Mis senos botaban ante cada embestida, podía sentir cómo mis fluidos y los suyos rebalsaban y se deslizaban por mis muslos. Jamás había estado tan excitada… y al tiempo que con ayuda de sus brazos levantaba un poco más mi cuerpo y apretaba mis nalgas, aquella última embestida me había hecho llegar al clímax.

Un grito ahogado salió de mi boca el cual Sesshomaru acalló con sus labios, justo al tiempo que él también terminaba, dentro mío.

Mi cabeza daba vueltas, pasaron unos segundos y él salió de mi interior.

Volví a incorporarme, aún sentada sobre el escritorio y ambos nos miramos unos instantes, yo no sabía ni qué decir.

-Sesshomaru… yo… - Comencé a hablar, mientras me acomodaba la ropa.

-Duerme esta noche en mi casa. -Me interrumpió. Su invitación había sido dicha con torpeza, probablemente le había dado trabajo decirla en voz alta.

Lo miré un momento sorprendida y parpadeé un par de veces. ¿Qué no aquello era bastante apresurado?

-Ah… yo…

-Si no quieres lo entenderé. -Dijo con algo de embarazo, mientras se colocaba el saco y terminaba de arreglar su corbata. Parecía que quería evitarme la mirada, quizá se encontraba avergonzado como yo.

-Sí quiero. -Dije rápidamente. Él me miró con sorpresa disimulada y yo le sonreí, acto seguido él me besó y yo lo abracé, quedándonos un momento en silencio.

Su calidez era ideal. Él hundió su rostro en mi pecho y yo besé su cabeza.

-Necesitaré medias nuevas – Comenté divertida.

-Hagamos que sea completamente necesario entonces. – Dijo, separándose de mi y mirándome fijamente.

-¿Qué quieres decir? – Le miré confundida mientras intentaba arreglar un poco mi cabello despeinado.

Entonces, Sesshomaru me alzó de la cintura y me sentó en sus piernas, de un movimiento rápido sacó su miembro del pantalón, completamente repuesto y erecto, arrancó mis bragas, y me penetró sin mayor aviso. Gemí profundamente. Sentí sus manos apretar mis nalgas al tiempo que me hacia subir y bajar de él.

"Podría acostumbrarme a esto" pensé… y al poco tiempo, llegué nuevamente al orgasmo.


Aquello había sido el inicio de nuestra relación y el tiempo pasó más rápido de lo que creí. Cuando vine a ver, los seis meses de mis prácticas habían concluido y contrario a lo que muchos pudieran pensar, yo había conseguido un empleo en la empresa por mis propios méritos y no por los beneficios de mi relación con Sesshomaru, aún sin haberme graduado y aquello representaba un éxito total para mi.

Los meses que vinieron fueron todo un viaje de emociones excitantes.

Sesshomaru era un hombre extraordinario. Sumamente talentoso para los negocios, con una personalidad ideal para los acuerdos diplomáticos, con un gusto exquisito para el arte, la música y la comida.

Era amable conmigo, sumamente pasional, y ridículamente bueno en la cama. Me llenaba de detalles y sin duda alguna todas mis amigas y conocidas envidiaban mi suerte. Incluso yo, no lo podía creer a veces.

El asunto era que me volvía loca… no sólo en un aspecto positivo.

Las cualidades exacerbadas que tenía, las poseía de igual forma en defectos. Adicto al orden y la limpieza, habíamos llegado a la conclusión de que no podríamos mudarnos a un mismo sitio pronto, pues si bien yo no era desorganizada, los estándares de orden y limpieza de Sesshomaru eran exagerados, así como sus celos y posesividad.

Sí… Sesshomaru era un novio controlador.

A menudo me preguntaba si se trataba de inseguridad por su parte, lo cual podía sonar hasta risible gracias a todo lo que él representaba (un hombre exitoso, atractivo, independiente y rico) pero parecía que simplemente, era su naturaleza.
Posesivo y celoso, Sesshomaru hacía casi imposible que pudiera relacionarme con personas de sexo masculino, lo cual si bien al inicio me parecía encantador y tierno, al cabo de un tiempo empezaba a ser sumamente molesto, y dado a que el diálogo y la razón no parecía funcionar con él, pronto empezaron las discusiones entre nosotros… y entre las discusiones y mis lágrimas, no hubo mucho lapso de tiempo.

-Debes entender que te amo, pero no puedo soportar la idea de que ese sujeto esté cerca de ti – Dijo un día Sesshomaru, mientras ordenaba unos papeles de la empresa.

-Pero tú debes entender que no hay nada raro entre nosotros y él no tiene ningún interés por mi… Por todos los cielos Sesshomaru, es el hermano de mi mejor amiga, lo conozco desde que era niña.

-Entonces quizá deberías considerar buscar una amiga diferente. No quiero que te acerques a él, fin de la discusión. Eres mía. -Soltó de pronto, sin pensarlo demasiado.

Apreté los dientes al tiempo que sentía las lágrimas acumularse en mis pestañas. Odiaba que dijera que era suya. Meses atrás me resultaba encantador (y excitante en la cama), ahora, me parecía una frase controladora y manipuladora.

-Rin… - Sesshomaru me miró.

-Pareciera que no te importan mis sentimientos – Dije, esforzándome para que las lágrimas no se hicieran notar.

-Podría decirte exactamente lo mismo. No soporto la idea de que otro te mire con los mismos ojos que yo. -Respondió, arrugando el ceño al tiempo que dejaba los documentos con brusquedad sobre su escritorio – Por favor no llores, sabes que detesto que lo hagas cuando discutimos. Exageras la reacción.

La frustración me inundó.

Discusiones de ese tipo, en donde nadie cedía y nadie ganaba, comenzaron a hacerse cada vez más habituales. Y en algún punto, parecía que lo único que nos podía reconciliar era el sexo.

De algún modo, a menudo sentía que él nos escondía de otras personas, aunque jamás lo pude tener por cierto ya que unos días me hacía sentir que era lo más extraordinario y precioso en su vida, y otros me sentía completamente ajena a él, y siendo más específicos, ajena a su familia, a quienes no conocía directamente, sólo avistamientos y palabras cordiales en el trabajo. Ellos no sabían que yo era la novia de Sesshomaru Taisho, y él, no parecía tener premura en hacérselos saber.

Sin embargo, nada de eso evitó que nuestra relación pronto evolucionara de meses a años. Dos para ser exactos.

-No puedo creer que por fin me vaya a graduar – Suspiré mientras firmaba los últimos documentos que tendría que entregar en las oficinas de la universidad. Había pasado la noche en el departamento de Sesshomaru y mientras yo me encargaba del papeleo, él desayunaba a lado mío.

-Lamento que tomara más tiempo del que hubieras querido – Comentó él, viéndome de reojo mientras bebía su café.

-Para nada… ¿tienes idea de lo afortunada que soy por haber sido contratada en la empresa antes de haber terminado la carrera? Este atraso no significa nada a comparación. – Abracé a Sesshomaru por detrás un momento y luego tomé la toalla que había dejado sobre la cama para irme a duchar.

-Rin – Me giré a verlo al escuchar mi nombre.

-¿Qué pasa?

-Empaca tus cosas, después de que entregues tus documentos, quiero que salgamos de la ciudad. Hay que celebrar que terminaste tus estudios.

-Pero si aún no es la graduación – Observé con sorpresa.

-¿Debo creer que no quieres celebrar? – Me miró, levantando una ceja. Entonces sonreí y negué, por supuesto que quería celebrar.

Horas después nos hallábamos en el auto de Sesshomaru por la carretera, alejándonos de la multitud.

-¿A dónde iremos exactamente? – Pregunté con curiosidad, él tenía la mirada fija en el camino.

-Una casa de campo a las afueras de la ciudad. Tomará un par de minutos llegar… Tiene un balcón grande y una hermosa vista, estoy seguro que te gustará. Arreglé todo hace días, así que habrá servidumbre.

Le sonreí. Estaba feliz pero por alguna razón tenía un presentimiento extraño… como cuando sientes que las cosas no saldrán bien por alguna razón.

Sesshomaru seguía siendo tan encantador conmigo como la primera vez, pero sabía reconocer en lo profundo que no me miraba del mismo modo…

Es bien sabido que cuando algo nos resulta doloroso, nosotros somos los primeros en colocarnos una venda en los ojos para no aceptar lo evidente.

-Hemos llegado – Escuché su voz y su mano posarse sobre mi hombro y entonces abrí los ojos pues me había quedado dormida durante el camino.

-Vaya… ¿es aquí? – Admiré desde la ventana del auto la enorme casa que se alzaba ante nosotros.

-Así es

-¿Es una casa de tu familia? – Pregunté, y cuando Sesshomaru asintió, no me sorprendí demasiado pues la familia Taisho pocas veces escatimaba en gastos.

El fin de semana que le siguió a nuestra llegada, fue perfecto en todo sentido, inclusive olvidé todos esos pequeños detonantes que me podían decir que nuestra relación no estaba tan bien como hubiera querido. Había un lago cerca de ahí, y él me había cumplido el capricho de remar en un bote juntos. Hicimos todo lo que yo le pedí durante esos dos días: nadamos en la piscina, vimos las películas que quise acurrucados en el sofá, hicimos el amor cuantas veces fue posible, no podía objetar nada, quizá mi mal presentimiento no había sido mas que una paranoia.

-Ponte un vestido esta noche, saldremos a bailar. -Susurró a mi oído aquella mañana mientras besaba suavemente mi espalda. Después sentí que se levantaba de la cama y abría las cortinas, dejando entrar los rayos del sol por la ventana dándome de lleno. Cuando por fin me desperecé, vi que en la mesita de la recámara se hallaba el desayuno servido y le sonreí.

-¿Y eso? ¿iremos a un club? – Pregunté mientras me levantaba de la cama, enredando mi cuerpo desnudo con la sábana y yendo a sentarme a su lado para desayunar.

-No – me respondió mientras revisaba unos mensajes en su móvil – Sé que te prometí que el fin de semana sería para nosotros, pero mi padre acaba de organizar un baile para esta noche y temo que no puedo faltar.

-Oh…. ¿y eso? – levanté la mirada, era la primera vez que él me llevaría a algún sitio en donde su familia estaría presente.

-Al parecer mi hermano se ha comprometido, así que mi padre e Izayoi organizaron un baile para anunciarlo. – Dijo sin darle mucha importancia, lo cual no era extraño. Sesshomaru jamás había hablado con mucho interés sobre su medio hermano o su madrastra.

-¿Está bien que te acompañe?… digo, llevamos dos años juntos y nunca me has presentado a tu familia. – Al terminar mi oración me di cuenta de lo pasiva-agresiva que podía llegar a sonar. Él me miró – Ah, no me lo tomes a mal…. Quiero decir… - Me apresuré a corregir pero él me interrumpió.

-Sé lo que quieres decir, no te preocupes. – Sesshomaru se puso de pie – Saldré a caminar un rato, vuelvo en un par de horas. He mandado a pedir varios vestidos y los han dejado en el guardarropa, elige el que consideres más apropiado, volveré por ti al atardecer.

-¿Estás enojado? – Pregunté, antes de que saliera de la habitación.

Sesshomaru guardó silencio un momento, sin mirarme antes de responder.

-No es nada. – Dijo, y después de marchó.

Una vez me encontrara sola, bajé la mirada. Por primera vez, su frialdad me había resultado dolorosa.

Un par de horas después, había decidido ver los vestidos de los que Sesshomaru había hablado, y con sorpresa me encontré con cinco opciones hermosas. Tras varios minutos en los que me probé cada uno para elegir el que mejor me quedaba, opté por un vestido color azul oscuro con corte sirena. Pinté mis labios de rojo y dejé mi cabello suelto.

Supuse que Sesshomaru no tardaría en llegar con el auto, por lo que caminé hasta el balcón a observar el atardecer mientras lo esperaba. Podía sentir la brisa cálida de verano soplar y mecer mis cabellos. Minutos después, sentí sus manos rodeando mi cintura por detrás y sus labios sobre mi hombro derecho.

-Luces hermosa – Susurró a mi oído y yo sonreí, tomando sus manos con las mías.

-Estabas enojado – Dije, girándome hacia él.

-No, sólo no supe cómo reaccionar. - Respondió, con su usual semblante distante. Observé que ya vestía smoking y sacó de la bolsa de su pantalón una pequeña cajita ante mis ojos. Sentí que mi corazón se aceleró… ¿acaso eso sería…?

-Sé que esto parecería más de un baile de graduación que un baile de compromiso pero… - Sesshomaru abrió la cajita negra, descubriendo un corsage de pequeñas flores rojas y me lo colocó en el vestido. – Espero te guste.

Me sentí sonrojar ante la momentánea confusión que sentí, ¿en qué estaba pensando?

-Gracias – Dije con la mirada gacha y él al notarlo tomó mi mentón para que lo mirara.

-¿Qué sucede? ¿no te gusta?

Le miré fijamente a los ojos unos instantes sin decir nada.

-No es nada. El corsage es hermoso.

-Rin – Insistió.

-… Pues – titubeé un momento – Me estaba preguntando… yo sé que es apresurado y ahora mismo no tiene mucho sentido mencionarlo, pero… me gustaría saber si tú algún día has considerado en casarte conmigo.

Ahí está, lo había dicho, y me sentí casi horrorizada al notar que los ojos de Sesshomaru se abrieron ligeramente más de lo usual a causa de la sorpresa y evidentemente del como estaba forzando las cosas, sin embargo, casi de inmediato volvió a la compostura.

-Rin…

-Ah, olvida que he dicho eso. – Me apresuré a decir y entré a la habitación. Sesshomaru me siguió y me tomó del brazo.

-Espera.

Volví a mirarlo.

-Sesshomaru, no tienes que decir nada, dije algo fuera de lugar, lo siento. -Sentía mi cara arder - Vamos, démonos prisa o llegaremos tarde.

-Sí.

-…¿Qué dices? – Le miré turbada. ¿A caso él se refería a…?

-Sí. Sé que aún no es momento, pero debes saber que lo he considerado y me gustaría que nos casáramos algún día. – Soltó, y de inmediato me tomó entre sus brazos.

Sentí mi cara enrojecer nuevamente y acto seguido correspondí el abrazo. Oculté mi rostro en su pecho, podía escuchar el latido de su corazón acelerado. Jamás lo había percibido así.

Lo amaba, lo amaba profundamente, y aquellos detalles, eran los que me hacían sentir aún más amada a mi.

No volvimos a tocar el tema esa noche.


Un año más había pasado. Las cosas no habían salido al pie de la letra de como había esperado, pero tampoco podía quejarme del todo.

Me había graduado, seguía trabajando en la empresa de los Taisho (y había sido ascendida meses atrás). Recientemente había fallecido el padre y la madrastra de Sesshomaru, por tanto, Sesshomaru había pasado a ser la cabeza de la empresa y eso le tenía con el doble de ocupaciones. Sus obligaciones, así como las exigencias y demandas que su labor empresarial representaban, eran tantas que cada vez pasaba menos tiempo a solas con él.

Y aquellos periodos cortos de soledad, me habían llevado a preguntarme por qué no nos habíamos mudado juntos aún, después de todo, nuestra relación ya llevaba poco más de tres años.

El poco tiempo a solas, el exceso de trabajo y el poco interés que observaba en él con respecto a nuestra relación, comenzó a hacer mella en mi, y mis inseguridades comenzaron a crecer; sin embargo, me negaba a caer en la postura de novia melodramática y tocar demasiado el tema, que de por sí no era muy agradable de tratar, la personalidad de Sesshomaru hacía que fuese más difícil de charlar.

Kagome, la cuñada de Sesshomaru, alguna vez me había comentado que si él no tomaba la iniciativa, debía hacerlo yo, pero era justamente eso lo que me preocupaba porque yo sí lo hacía, y él siempre me daba una evasiva.

La situación se me complicaba. Estábamos bien, sin quitábamos el hecho de que no teníamos tanta intimidad como antes, pero dentro de mi sentía algo extraño respecto a que nuestra relación no parecía evolucionar.

-Sesshomaru – Susurré su nombre en su cuello y él abrió los ojos. Acabábamos de hacer el amor y él ya había comenzado a quedarse dormido. Me miró por sobre su hombro.

-¿Qué pasa?

Me incorporé un poco, recargando mis brazos en su pecho y le miré. El resplandor de la luna se filtraba tenue en la ventana de su habitación y reflejaba en la piel desnuda de su cuerpo.

Nuestros ojos se sostuvieron la mirada unos instantes antes de que pudiera decir lo que mi ser entero clamaba por expresar desde hacía tiempo atrás.

La mirada de él se tornó interrogante ante tantos segundos de silencio, y sin mayor preámbulo lo dije:

-Te amo.

Observé su reacción, pareció sorprendido un instante, pero casi de inmediato me rodeó con sus brazos, sin decir ninguna palabra. Besó mi cabeza y me estrechó con más fuerza. Yo hice lo mismo. Al menos por un instante, me pareció que su cuerpo tembló y yo no supe cómo interpretar esa reacción.

Era la primera vez que yo profesaba esa declaración de amor.

Él no dijo nada.


Un año y medio más había pasado, y las cosas seguían exactamente iguales.

Sesshomaru siempre estaba ocupado con cosas de la empresa y yo comenzaba a sentirme hastiada con mi trabajo. Llevaba casi cinco años trabajando en la empresa Taisho y comenzaba a sentirme estancada. Era consciente que permanecer tantos años en un mismo trabajo, y para ser más específicos, mi primer y único trabajo habiendo terminado la universidad, no hacía nada bueno a mi carrera.

Pese a que ya estaba acostumbrada a mi rutina, sabía perfectamente que permanecer en mi zona de confort no era bueno, pero realmente temía que si dejaba el trabajo en la empresa, vería aún menos a Sesshomaru… porque en efecto, pese a cinco años de relación, aún no vivíamos juntos, ni se veía en él ninguna intención de quererlo.

Aquella mañana, había despertado particularmente desanimada. Hacía casi dos semanas que Sesshomaru y yo no pasábamos la noche juntos, ni nuestros horarios de trabajo nos habían permitido almorzar, y, para terminar de tirar mi moral, apenas hubiera puesto un pie en mi oficina, la secretaria de Sesshomaru me había entregado un sobre color rosa, el cuál abrí con curiosidad.

Se trataba de una invitación por parte de Kagome e Inuyasha Taisho para el Baby Shower de su bebé, la cual, al parecer, nacería a inicios del siguiente mes.

Me dejé caer en mi silla y miré el techo. Reí con algo de nervios.

No, no era que me urgiera casarme ni tener hijos, todo aquello de "sentar cabeza" realmente no era mi prioridad… nunca lo había sido, pero al parecer todo mi círculo de amistades y conocidos inmediatos se estaban moviendo con sus vidas… por ejemplo, mi amiga Sango acababa de mudarse con su novio Miroku… ¡Miroku! Ese muchacho de ojos azules que siempre había tenido fama de mujeriego total, aquel que siempre se jactaba de que no podría ser "domado"; Kohaku, hermano de Sango y compañero mío de la universidad, se había ido a trabajar a Europa hacía un año en lugar de quedarse en una oficina de Tokyo como yo; y ahora, Kagome e Inuyasha iban a ser padres, y al parecer tenía que haberme enterado por la invitación del Baby Shower, no por boca de mi novio.

Me sentía frustrada con mi vida. Estaba estancada. Todos se movían y hacían algo con sus vidas excepto yo.

Dejé la invitación del Baby shower sobre mi escritorio y comencé a ordenar varios documentos que debía de revisar, pero al cabo de unos minutos, los dejé ahí y suspiré.

Abrí el primer cajón de mi escritorio y observé el portarretrato que tenía guardado ahí y que a petición de Sesshomaru nunca había dejado a la vista en la oficina. Lo tomé entre mis manos y lo observé: una fotografía de los dos, de cuando llevaríamos unos tres meses de novios… Poco antes de que hubiera terminado mis prácticas, ahora casi cinco años atrás. Observé cada detalle de la foto, lucíamos muy distintos a como éramos ahora. Tenía el cabello mucho más largo y usaba aquella pequeña coletita que hacía mucho había cambiado por peinados más formales, acordes a mi edad y mi ocupación. Mi ropa, también era distinta.

Después observé a Sesshomaru, él lucía prácticamente igual en apariencia. Traje, corbata, una coleta muy bien cuidada. La única diferencia perceptible, o que al menos yo era capaz de percibir, era el brillo en su mirada. Hacía tanto que no veía ese brillo en sus ojos y aquello me sumergió aún más en mis pensamientos.

Observé la fecha en la pantalla de mi computadora: en dos semanas haría seis años que había comenzado mis prácticas en la empresa, y por tanto, seis años de conocerlo a él.

Sonreí. Tenía que hacerlo, era la hora, si él no lo haría, lo haría yo.

Las cosas tenían que tomar un giro y nadie mejor que yo para dirigirlas. Le haría saber que dejaría la empresa para trabajar en algo distinto y le preguntaría por vivir juntos. No podía ansiar aún seriamente una propuesta de matrimonio, un paso a la vez (por más lentos que fueran).

Me levanté, junté mis cosas y las metí a mi bolso. Salí de la habitación con paso decidido y una sonrisa en el rostro y una vez estando ante la oficina de Sesshomaru, suspiré antes de abrir la puerta.

Lo que vi en ese instante, fue la pantalla de la computadora de Sesshomaru, y el rostro de una mujer en él. Sesshomaru me miró de reojo y luego habló al micrófono:

-Te llamo ahora. – Y dicho eso, él cortó la videollamada – Rin ¿todo bien? – Preguntó.

No… no había nada raro en todo eso. Sabía que él hacía videollamadas de forma habitual para contactar a trabajadores de la empresa o socios cuando no había modo de reunirse físicamente, el detalle era, que ese rostro que acababa de ver, se trataba de aquella mujer… Kagura, una socia que siempre había mostrado abiertamente interés hacia él, y por alguna razón, el hecho de que él finalizara la llamada apenas hubiera yo entrado a la oficina, me sabía muy mal.

-¿Quién era? – Respondí con una pregunta, de la cual ya sabía la propia respuesta.

Sesshomaru hizo un gesto como de molestia y aquello me molestó más.

-Era Kagura, pero eso tú ya lo sabes. ¿Necesitas algo? – Preguntó, sin mirarme, y dirigiendo su atención a algunos archivos en la pantalla.

-…Sí – Dije, tratando de calmarme. Tratar el tema que quería en medio de un arranque de celos era mala idea – Quiero hablar contigo.

-¿Es urgente?

-¿Eh? – Su respuesta me tomó por sorpresa, sobre todo por el hecho de que hacía días que apenas y habíamos hablado a causa de su agenda apretada. – No, pero… sí es algo que quisiera comentarte ahora mismo.

Sesshomaru cerró los ojos unos momentos, como invocando paciencia, y luego me miró.

-Dime.

-Bueno… - Dudé un momento, mi proposición y mi anuncio no quedaban bien si él adoptaba esa postura, pero ya estando ahí, habría sido tonto marcharme sin decir nada – Quiero tratar dos temas – Me acerqué y me senté en la silla del otro lado de su escritorio – El primero, comunicarte que pronto tendrás mi renuncia en tu escritorio.

-¿Qué dices? – Sesshomaru arrugó el ceño ligeramente.

-Ese es el primer tema, y te explico las razones ahora, pero primero quiero comentarte la segunda cosa…

-Rin. – Sesshomaru se puso de pie y como por inercia, yo hice lo mismo, dando un respingo.

-Déjame terminar, lo otro que quiero decirte… o más bien proponerte … - Sonreí un poco y me sentí sonrojar mientras bajaba un poco la cabeza, jamás creí que yo sería la que propondría lo siguiente – Quiero que vivamos juntos, quiero dar el siguiente paso en nuestra relación, han pasado cinco años y…

-Detente. – Dijo con firmeza y levanté la mirada.

-¿Sesshomaru?

-Rin, no.

Observé como Sesshomaru se quitaba el saco del traje y lo dejaba sobre su silla giratoria. Se llevó una mano a la frente, mientras que con la otra recargaba su peso en el respaldo de la silla.

-¿Qué sucede? – Pregunté completamente confusa, jamás lo había visto reaccionar así. Di unos pasos hacia él pero él hizo un ademán brusco para detenerme, manteniendo así distancia entre ambos. Me sentí triste de pronto y entendí. – No quieres que vivamos juntos ¿no es así?

-Por favor, no me pongas en esta posición.

-¿Qué posición?

-La posición del malo de la relación. -Pese a su tono serio y tranquilo, yo sabía perfectamente que estaba alterado. – No quiero que nos mudemos juntos… al menos no por ahora.

Apreté los labios, con distintas emociones rindiendo una batalla en mi interior; tristeza, irritación, frustración, todo se juntaba a la vez.

-¿Entonces cuando, Sesshomaru? Nunca has querido… nunca lo quieres. ¿Qué es lo que sucede entre nosotros? Llevamos años juntos, parece que todos a nuestro alrededor dan el siguiente paso, pero nosotros…

-Es sólo que no me siento cómodo con la idea.- Dijo finalmente y yo me quedé pasmada un instante ante tal confesión.

-No te sientes cómodo… -susurré, repitiendo sus palabras, y luego reí con ironía – Sesshomaru, ¿tú no te sientes cómodo con "la idea" de mudarnos juntos, o no te sientes cómodo conmigo?

Él guardó silencio y aquello respondía mis dudas, y ¿por qué no decirlo? mis temores.

El temor que había guardado en silencio todos esos años, el mal presentimiento que había anidado en mi interior por tanto tiempo, por fin se materializaba entre los dos y era más espantoso de lo que hubiera podido imaginar.

-Si estás tan incómodo con nuestra relación, deberías terminarla. – Escupí finalmente, presa de mi orgullo herido.

-No puedo hacerlo… - Dijo con la mayor compostura posible, ahora con los brazos sobre su escritorio y la mirada baja. Lucía realmente frustrado.

-¿Qué quieres decir?

-No puedo dejarte.

-Pero dices que…

-Así es, no soy capaz de dejarte, pero tampoco de estar contigo. -Explicó, levantando la mirada y dejándola fija en mis ojos. – Sé que es contradictorio, pero así es. No quiero estar contigo, Rin, pero no puedo evitar estarlo.

-No entiendo… - Susurré al tiempo que me llevaba una mano a la frente, consternada. Oir aquella confesión había sido sin duda alguna, lo más ofensivo e hiriente que me habían dicho hasta ahora. -¿Por qué?

De pronto, adopté una postura firme, seria. No podía demostrar que me estaba derrumbando por dentro frente a él, por lo que todos mis sentidos se concentraron en mostrarme lo más entera y determinada posible.

-No lo sé. Me lo he preguntado muchas veces… Quizá simplemente no deseo formalizar una relación ahora mismo. La empresa pende de mi, Inuyasha es un incompetente, tengo muchas presiones encima y tú…

-…Y yo simplemente no ayudo a eso ¿no es cierto? – Completé su posible oración. Sesshomaru guardó silencio, mirándome nada más.

Pude sentir en sus ojos un atisbo de lástima, y aquello sin duda alguna, me ofendía y hería aún más.

-No puedo dejarte, Rin. – Dijo finalmente y mis ojos se llenaron de lágrimas. Me sentía como una gran y completa estúpida.

-¿Me amas?

-Lo hacía… lo hago, sí – Se corrigió tan pronto como pudo. Parecía que no sabía ni lo que decía.

Un nudo se hizo en mi garganta. Jamás me había profesado esas palabras y el modo en que lo hacía ahora, no era el correcto… no era como yo lo hubiera deseado. No así.

Apreté los dientes, llena de rabia y desazón.

-Pero no quieres estar conmigo. - Dije en voz alta, más como para yo misma convencerme, que para recalcárselo a él.

Sesshomaru no respondió. Seguía ahí, de pie, viéndome con ojos compasivos… una piedad en su mirada que jamás le había conocido hasta ese día. Era una pena que fuese hacia mí.

-No te preocupes, te haré un favor. -Dije, y me apresuré a recoger los papeles que había dejado en su escritorio, los metí rápidamente en mi bolso que había dejado sobre una de las sillas y le lancé una última mirada antes de dirigirme a la puerta.

-Rin ¿qué…?

-Terminamos, Sesshomaru.

Salí a toda prisa de su oficina y luego del edificio, haciendo un esfuerzo sobrehumano para no quebrarme en el ascensor.

Me dirigí rápidamente a mi auto, y una vez estando frente a él, me quedé ahí de pie, quieta. Pasaron unos segundos, volví la mirada, una parte de mi me decía que quizá él me había seguido, como en otras ocasiones en donde habíamos discutido y yo me marchaba de mal humor. Pasó un minuto, dos, tres… nada.

Introduje rápidamente la llave al seguro de la puerta y me senté dentro. Cerré con fuerza. Volví a mirar al estacionamiento… una última esperanza. Nada, no venía. No vino.

Apreté los dientes, y ahora, sin poder controlarlo un instante más, rompí a llorar al tiempo que daba un golpe al volante.

Cinco años de sueños e ilusiones a su lado, oficialmente se habían terminado.

Continuará…

I've loved and I've lost
Explosions... on the day you wake up
needing somebody and you've learned
It's okay to be afraid
But it will never be the same…

(Explosions – Ellie Goulding)

N/A

Y bueno… sé que debo actualizar Stay away pero por algunas razones la idea de este fic se me metió a la cabeza y no podía dejarla pasar, por lo que decidí escribirla y dar un pequeño receso al otro fanfic (pero que actualizaré pronto xD). Ahora bien… ¿por qué esto? La idea de este fic parte del hecho de que quería hacer algo real y cotidiano en una pareja, porque no todo es blanco y negro en el amor ni en la vida, porque todo viene cargado de distintos matices, dentro de lo bueno hay detalles malos y viceversa, y Rin y Sesshomaru me parecieron muy acordes para reflejar esto, sobre todo por la personalidad difícil y contradictoria de Sesshomaru. Mi inspiración para este capítulo fue la canción Wildest dreams de Taylor Swift y Explosions de Ellie Goulding, si gustan escucharlas y leer su respectiva traducción, sería genial para que se ambienten. Creo que coincidirán conmigo que quedan muy bien, la primera mitad del fic con la primera canción, y la última parte con Explosions.

El fic constará únicamente de dos capítulos, procuraré actualizar la próxima semana.

Gracias por leerme, espero gusten dejar un comentario.

Kuruma Chidori