Disclaimer: Todos nos preguntamos si evadir mencionar a Himaruya es como evsdir impuestos.


FIFA

Suiza flipa y vuelve a flipar leyendo ese review de la "criada" con los ojos muy muy abiertos. No puede creer que un acto tan íntimo y personal... Y tan suyo... Aunque claro, quizás esa adoración absoluta por el austríaco era rara, en especial por ser bastante unidireccional... Quizás por eso Austria mismo tenía esa idea del Cabrero y de tratarle así... Y de haberle tratado antes así. Claro, era simple confundirle cuando hacia esas cosas.

Le manda un mensaje a Liechtenstein, que duerme diciéndole que va a estar con Austria toda la semana, que cuide la casa. Manda otro mensaje a Alemania pidiéndole que le diga a Austria que se va a ir con su madre... Abre la trampilla que da de su cuarto al pequeño ático, sube su computadora, un poco de ropa, varias mantas y la esterilla y cierra la trampilla desde dentro acomodándola cerca de la única ventanita del cuarto, acostándose a ver las estrellas y a pensar, hecho bolita, sintiéndose un poco mejor en la completa oscuridad. Solo ha rabiado un montón y le ha parecido la peor cosa que ha leído jamás. Creo que sacará eternamente espuma por la boca y puede que no vuelva a limpiar nunca a Austria.

Bueno, solo le ha sentado fatal porque ha pensado que quizás tengan razón. A lo mejor ese es el problema con Austria, tanto que se enfadó con él la primera vez que se fue... y era su culpa por portarse así. No más toallitas húmedas calientes ni acariciados raros de pelo. Pan y agua para Austria. Y eso te va a salir MAL Suiza... mal MAL. En realidad se revuelve muy fácil. Un pequeño "Ahh!" De Austria por algo, y sale corriendo a ayudarle. Porque es que siiiii que se porta un poco así.

Eso es lo mortificante y por eso está en el ático. Quizás cuando baje en varios días este más tranquilo, aunque la toalla húmeda después del sexo si se la va a ahorrar. Seguro dos veces, a la tercera en un impulso de afecto lo hará de nuevo.

Así es como empezó todo este trauma de largarse de casa. Que no es su criada. Y quizás si lo parece y es una cosa unilateral del todo. Y además ser servil con Austria y que le guste... Seguro termina siendo su obligación. Si lo cambia va a salirle MAL con Austria porque va a asustarlo. Si siempre le limpia con todo cuidado. Que una vez salga del baño con la toalla mojada en agua fría y se la deje ahí sobre el abdomen a modo "límpiate tu" haciéndose él bolita y dándole la espalda es como para decir DAFAQ te pasa.

Además Suiza que tarda 2 min en decir la verdad, Austria no pasará mucho rato asustado. Solo... Suiza en modo ermitaño. Tardarán un rato en darse cuenta de que está en modo ermitaño. Quizás después de dos semanas de no verse Austria note que está de ermitaño. Pero si Suiza le manda a decir que se fue a ver a su madre, una semana no se ven. La siguiente dirá otra cosa. A la siguiente dirá que está muy MUY ocupado con el escándalo de la FIFA. Además se lo vuelve a mandar decir.

Es que la primera le va a creer pero la segunda no.

Menos dos semanas seguidas. Y... Es que Austria además está en el calendario de Suiza como tiempo ocupado casi inamovible. Por eso, va a acabar por presentarse de vamos a dar una semana, porque puede tomársela, no más.

Luego puede que Austria vaya a invadir la casa, a pasar unos días con Liechtenstein. Hasta que aparezca, pero es que Austria va a OÍRLO ahí arriba en exactamente... Dos minutos.

Y va a obligarlo a salir, nada más cortando el wifi para que no pueda trabajar. ¡JA! Suiza ha encontrado la forma. Usar el teléfono como hotspot. Entonces la electricidad.

Vale, Austria, tu ganas.

Lo siguiente es meter toda la comida en la nevera y encadenarla. Y cerrar las puertas de los baños para que no pueda lavarse por las noches, aunque Liechtenstein si le deja galletas y leche junto a la escalera para él, cuando sabe que está ahí.

El problema es que en la noche, Suiza va a abrir la buhardilla que da a su CUARTO y va a encontrar a Austria desparramado sobre su cama y por más que intente descolgarse a la Spiderman van a atraparlo.

Es que además le va a OIR bajar.

De hecho es que va a abrir... A verle, a suspirar y a no intentar siquiera descolgarse porque ya le conoce. Es Como... Inútil.

De hecho, Austria oye que se abre y abre los ojos. Ojalá fuera tan simple despertarle siempre es la protesta de Suiza mientras baja y cierra la buhardilla sin intentar siquiera hacerlo con sigilo, listo para que le riña y él mismo se irrite.

Austria se incorpora un poco cruzándose de brazos.

—¿Qué te ocurre?

—Ya, ya lo sé. Muy mal que estuviera ahí arriba y muy mal que les dijera que estaba en otro lado y fatal por todo. No, no sé qué estaba pensando, solo no quería hablar con nadie ni ver a nadie.

—Solo quiero saber qué te ocurre.

Suspira.

—Soy YO el que alimenta tu... Ego y tu idiotez. Es MÍ culpa —responde con simpleza y se sienta en la cama.

—Pues... sí alimentas mi ego, claro. ¿Cuál es el problema?

—Todo eso que he odiado siempre es mi culpa... —suspira otra vez —. Es como un círculo vicioso y no me gustó darme cuenta de ello.

—Was?

—Tú solo actúas en consecuencia. Como no tratarme como un Cabrero si me porto como uno, o como tu criado, si me porto como tal. Solo tengo lo que merezco —se mira las manos y arruga la nariz.

Austria levanta las cejas sin esperarse esto.

—He sido bastante duro contigo toda la vida por ello... —sigue el helvético y se levanta—. En fin... Voy al baño.

—¿Y qué planeas?

—Mear. Ah... De lo otro. Nada. Supongo que seguir siendo un idiota.

Sonríe un poco de lado y hace un gesto para que vaya... y encima le das permiso, no puedo creer tu cinismo.

Suiza también nota el gesto y abre la boca para protestar, y luego la cierra. Aprieta los ojos queriendo darse de golpes contra la pared. Se gira al baño.

—Sabes cómo acaba esto, ¿verdad? —pregunta suavemente.

—¿Cómo?

—Un día simplemente no voy a poder soportarme a mí mismo y consideraré que es DEMASIADO... Que está mal. Adorar a alguien es estúpido —toma el pomo de la puerta del baño y suspira.

—¿Por qué?

—Porque solo eres una persona, una que además me quiere por costumbre... —le mira un poco por encima del hombro—. Ponte un poco en mi lugar. ¿No te detestarías?

—¿Por costumbre?

—Sí, ya sabemos que no tengo mucha gracia y esas cosas. Yo tengo que hacer que tú me quieras, y yo a ti solamente te... Es que soy un idiota —se pellizca el puente de la nariz.

—¿Aun estás con eso? —ojos en blanco.

—Es igual, estoy... Es igual —se encoge de hombros —. Pensaba que quizás podríamos cambiar algunas cosas...

—¿Por qué basas tu concepción de nuestro matrimonio en las ideas de un hombre enfermo?

—Porque tu enfermo decías la verdad sobre como DE VERDAD me ves y está bien, tú DE VERDAD me ves como bastante soso... un gusto adquirido. Yo DE VERDAD te veo como la estrella más brillante del maldito universo —protesta—. Es injusto y me hace sentir idiota tener que mostrarte que quizás no soy la estrella más brillante del universo, pero brillo el noventa por ciento del tiempo SOLO para ti. Es bonito y muy halagador para ti, pero a mí me hace sentir que en el fondo hay algo mal.

—Una verdad PARCIAL de alguien que no te conocía, es una primera impresión y eres así, Schweiz, dime una sola persona que nada más por la primera impresión se haya cegado contigo.

—No, no te culpo por no cegarte de primera impresión, solo creo que me esfuerzo mucho por cegarte y tú no tienes que esforzarte NADA.

—Y qué crees que pasaría si dejaras de esforzarte, ¿eh? ¿Si te escondieras por dos semanas en tu buhardilla?

—Te encontrarías a Spanien o a Ungarn... ¿No crees que los dos ya leímos este libro?

—¿Te parece que ellos están por aquí? A mí me parece que he venido a obligarte a salir a TI.

—Pues sí, porque ahora te has casado conmigo y ya... Eso no hace que la gente no diga que soy como tu criado.

—Es decir, ¿te casaste conmigo solo para obligarme a venir por ti?

—No, me casé contigo porque te quiero y me hace muy feliz estar casados —replica haciendo aspavientos—, pero es que no entiendo por qué no ves que... Cada vez más cosas señalan a que soy YO el más feliz y el más idiotizado y tú... No lo sé, el que es feliz con su ego inflado.

—¿No crees que sea feliz por estar contigo?

—Quizás eres feliz porque me ves completamente idiotizado... ¿quién no sería feliz con alguien así de tonto?—se sienta otra vez en la cama después de pasear y hacer aspavientos.

—Nadie, nadie sería feliz con NADA MÁS alguien así a largo plazo.

—No exageremos al pensar que SOLO me quieres por ser así, pero admite que es terriblemente conveniente.

—¿Y? ¿Qué quieres decir entonces con eso?

—Que está mal que tú lo tengas todo tan simple. Justo por tenerlo así de simple es que esta relación puede salirse de nuestras manos.

—En serio crees que yo no hago nada.

—Tampoco creo que no hagas NADA. Has venido aquí y estas preguntándome... Pero es que nadie cree jamás que tú seas mi sirviente, porque nunca haces nada para parecerlo. ¿No podrías balancear un poco las cosas y hacer tú también cosas... Así?

—¿Quieres que haga de tu sirviente?

—Quiero que hagas el mismo tipo de cosas que yo hago por ti y por las cuales podrían considerarme tu sirviente.

—¿Y tú harás las que yo hago por ti?

—Las cosas que haces por mí son cosas... de otro tipo, que no implican ningún conflicto de las proporciones de este.

—Mira, creo que nadie externo puede juzgarte realmente de forma acertada. Hasta ahora tú no te habías sentido estar dando sin recibir algo a cambio y estabas muy feliz con el equilibrio... no veo a que viene ahora querer alterar algo que funciona perfectamente solo porque alguien que no sabe realmente como funciona esto te haya dado una opinión que no te ha gustado. El conflicto aquí no está en si eres o no mi sirviente, porque sabes bien que no lo eres.

—Llevo toda mi vida peleando por no serlo y aun así te limpio el maldito estómago con una toalla tibia a una temperatura EXACTA que sé que es la que te gusta.

—¿Y esperas que yo te lo limpie a ti?

—¿Por qué me haces sentir como que serías INCAPAZ? Casi como si fuera absurdo siguiera pensarlo.

—Porque cuando yo te consiento es con otras cosas.

—Tú... me consientes.

—Tú ni siquiera te das cuenta y el cínico soy yo... ¿Quién está obligando a quién?

—Es que eso de pensar Österreich y "me consiente" a la vez... es un poco difícil. Asumo que me consientes cuando no me ordenas que te limpie las botas con la lengua o algo así.

Levanta las cejas con eso.

—Tal vez debería ser yo quien dejara de hacer las cosas que hago para que te des cuenta.

—O cuando no me dices "te permito amablemente que me traigas un chocolate caliente"... Nein, espera. Nein —levanta las manos porque a pesar de todo ya se conoce que a veces es poco fijado en algunas cosas y si Austria dice que le consiente es que de verdad lo hace, solo que ahora mismo no se le ocurre con qué.

Austria le mira frunciendo el ceño, de verdad enfadándose con esto.

—Tú... eres bueno conmigo, pero... consentirme así como limpiarme algo... nein —susurra Suiza viéndole la cara.

—Así que tienes tan absolutamente asumidas que las cosas que hago son mi obligación, que ya no te parece que sea consentirte. Solo porque lo que yo hago no es... limpiar.

Suiza traga saliva porque esto es un embrollo en el que no esperaba meterse y del que no tiene idea de cómo salir.

—Nein. Es... es que la imagen de ti consintiéndome no es la convencional de "consentir" y a veces... solo alguna vez, me... me gustaría que fuera consentir de manera co-convencional.

—Schweiz... dime en qué te consiento que no es convencional.

Piensa, Schweiz, piensa RÁPIDO en VARIOS ejemplos.

—M-Me... e-explicas... de vez en cuando... a-algunas cosas.

—¿Y eso es poco convencional y no te gusta?

—Y me dejas abrazarte... y... tocarte el pelo y... no he dicho que no me guste, solo dije... —suspira pensando que cada palabra que dice complica más las cosas—. Yo solo pensaba en que podrías tu hacer cosas como las que yo hago y si quieres tu a cambio algo...

—Es que las hago, me sorprende que no lo notes.

—M-Me haces esa cosa del pelo tras la oreja... —lo que ocurre es que eres malo con el bastantes veces y cuando dejas de presionar el acelerador de ser malévolo, es menos notorio—. Si... espera, e-esto está sonando mal, porque... ¡es a veces eres imposible!

—Dime Schweiz, ¿dónde estamos?

—E-En nuestro cuarto.

—¿Qué está dónde?

—En mi... en... nuestra casa —ese plural ya fue un poco exagerado—. Vienes a mi casa a buscarme en vez de que no te importe donde estoy y eso es consentirme. De verdad, no quiero sonar malagradecido con las cosas que haces...

—¿Cuándo fue la última vez que tú estuviste en Berlín?

—¿Hace un... par de meses? No lo sé... —se rasca la cabeza—. Es que no deberías...

—Tú no vas a Berlín, yo me pierdo constantemente, pero a ti no te gusta ir a Berlín, así que una vez por semana YO vengo AQUÍ únicamente a estar contigo porque a ti no te gusta salir de casa.

—Eso es consentirme —asiente conforme sin haberlo pensado del todo—, podrías no venir... y yo tendría que ir a buscarte. Danke.

—Y no me importa hacerlo, me importa que no lo notes. Igual que cuando me pides una hora más para acabar tu trabajo y bajo a tocar y a esperarte por dos o a veces tres horas mientras trabajas, las cosas que sé que te ayudan a concentrarte.

—Siempre tocas cosas que me gustan... ¿lo haces para mí? ¿Para que escuche? ¿De verdad?

Pone los ojos en blanco y se sonroja un poco.

—Siempre pensé que... eran las partituras que estaban aquí o algo así —cual si necesitara partituras. Se sonroja un poco a juego y se revuelve—. También tocas el violín cuando armo relojes... ¿eso lo haces porque me gusta verte?

—También te obligo a tener relaciones personales. A tener un amigo, a relacionarte con los demás y conmigo. A tener ganas de besarme, a comprender a los demás, a distraerte...

—¡Yo no tengo ganas de besarte! —respuesta automática y sonrojada, echándose de clavado en la cama a esconderse contra el austriaco.

—No, ya lo sé, normalmente hay que meterte la idea de que es posible a la fuerza.

Lo abraza un poco esperando que vuelva a acostarse, intentando taparles a ambos ahora dándose cuenta de que tiene frío y no puede tener esta conversación sin una manta en la cabeza.

—Siempre te beso yo —susurra.

—Ja, eso es parte de mi juego—se deja de todos modos.

—Österreich... —hace una pausa larga—, tu... Hay dos cosas que me preocupan de todo esto. Una sí es quedar como idiota y que todos piensen que yo soy tu esclavo o sirviente o... algo así. Lo detesto.

—Aja..

—Aun así, esto... es verdad lo que dices, y sería mucho decir que no estoy perfectamente bien y feliz contigo aunque quizás no puedo poner en palabras las cosas que haces.

—Nadie parece notar esta parte en realidad.

Suiza suspira y le abraza un poco más.

—¿Eres feliz?

—Yo sí.

—¿Muy, muy... MUY feliz? ¿Todo lo feliz que puedes ser?

—Ahora mismo no del todo.

Suspira y le acaricia un poco torpemente el brazo.

—Yo puedo hacerte todo lo feliz que puedes ser —susurra—. Porque tú me haces todo lo feliz que puedo ser... y quizás incluso un poco más.

—Lo sé —sonríe.

—Me puse muy mal con la palabra "criada", lo siento.

—No deberías hacer mucho caso de esos comentarios.

—Pues... es que han dicho que soy tu cabrero personal y que parezco tu criada, de verdad... ¿no te irrita? También dice cosas de ti sobre ser insufrible y un cabrón... claro que...

—Sé que es mentira.

—Lo es... bueno... si, vale, si lo es. Creo que mientras TU tengas claro que si lo hago es... es... solo porque...

Le mira a los ojos y sonríe.

—E-Es decir, es que... estás ahí acostado, y ya sé que te cansaste porque ha-hacer eso es cansado y más aún cuando uno no tiene mucha condición... y... es desagradable estar... pringoso con eso y... bueno a quien le gusta que le limpien con agua fría... —sigue explicando —, y... no me cuesta nada hacerlo, más allá de levantarme, ir por la toalla y volver...

—Lo sé. Y es muy dulce de tu parte, en realidad.

—No me importa hacer eso, o hacer otras cosas... como seguro a ti no te importa tocar el piano para mí mientras trabajo... o esperarme un poco más por una urgencia. Estamos bien... hasta que alguien insinúa que esto es como en mil cuatrocientos.

—Y tú vuelves a esa maldita época.

—Quizás... solo debería dejar ir esa maldita época...

—No creo que aun esté yo con fuerzas para tratar a ese tú.

—Ahora que eres un hombre mayor... Dudo mucho que antes tuvieras más fuerzas de las que tienes ahora.

Se ríe.

—De hecho, me parece que entonces tenía mayor capacidad de hacerte rabiar... Como aquel día que te lance la leche a la cabeza.

Claro, ese día él era el que rabiaba y no tú.

—Bastante que tuviste que pagar por aquello que no pagué yo la leche.

—Era un drama que no pagaras la maldita leche entonces... —suspira —. Aunque no te necesitaba.

—No necesitabas nada, vivías del sol como las plantas.

—¿Fotosíntesis? Ojalá hubiera aprendido, con lo barato que sería —le acurruca un poco más —. ¿Sabes? Esta semana que no te vi...

—¿Aja?

—Antes era más fácil. Ahora realmente tengo cosas que contarte a ti... No a tu yo de diez años en mi cabeza. ¿Viste que Blatter se reeligió como presidente de FIFA? Las acciones bajaron. Y vi unos boletos para un concierto... Y te hice una cosa.

—¿Antes no las tenías?

—Antes... Te las contaba igual. No a ti, a un Österreich que no existía —le pasa una mano por el pelo, torpecito —. Pero ahora sí que tengo que contártelas. Es incluso un poco absurdo no hacerlo, como un desperdicio. ¿Quieres lo que te hice?

—Claro —sonríe.

Se levanta y antes que nada va al baño porque lleva como diez horas mesándose y me pone nerviosa, al volver abre otra vez la trampilla y desaparece unos cuantos segundos antes de volver a descolgarse y cerrar. Aparentemente no trae nada.

Austria le mira con curiosidad.

—Necesitas tus lentes —indica prendiendo la luz.

Austria los busca sobre la mesita de noche... su mesita a su lado de la cama. El rubio se sube a la cama haciéndose bolita y abrazándose las piernas. Extiende una mano hacia el austriaco y en realidad se puede ver que trae algo pequeñito en la palma. Austria se acerca a ver, parpadeando.

—Es un pequeño... violín. Es un poco tonto porque no sirve de nada... —admite sonrojándose.

—¿Suena?

—No creo que suene a ningún nivel que te parezca a ti aceptable... aunque es una caja, y los cabellos que usé como cuerdas están en tensión... y sí hay un arco.

—Tal vez si se pueden ajustar... aunque es fácil que se rompan si son cabellos.

—Quizás podría ponerle hilos de acero... ¿pero vas a tocar un violín de ese tamaño?

—Podría, aunque seguro que no resuena lo suficiente.

Le mira y desfrunce del todo el ceño porque eso hace que su violín no sea del todo un regalo inútil.

—Le pondré hilos de acero y veremos.

—Creo que deberías ponerle detrás un prendedor para que pudiera ponérmelo en la chaqueta como una aguja.

—Eso también puedo hacerlo... —hace ese gesto que hace cada vez más últimamente y que al parecer es algo parecido a la sonrisa de Suiza, aunque no parece del todo una sonrisa. Pero algo es algo.

—Podría ponérmelo en el pañuelo como una joya, si lo revistes de oro —es que lo hace expresamente.

—¡¿D-De oro?! ¡No voy a... no voy a recubrirlo de oro! —frunce el ceño en automático dejando el gestito de sonrisa —. Es un instrumento, ¡no una de esas cosas ridículas que te gustan!

Austria se ríe.

—Todo lo echas a perder haciéndolo dorado, eres como el Rey Midas.

—Está bien, está bien, nada de dorarlo, Señor de los Rolex.

—Un rolex de oro es una pieza mecánica perfecta que requiere estar hecha de un metal como el oro para ser más... cara —responde vacilando un poco—. Mein gott in himmel. Vale, te lo haré dorado, pero no digas que así te lo di, di que es dorado por tu culpa.

—¿Yo? Diré que es como sea cuando me lo des.

—¡Pero lo habré dorado porque lo pediste! ¡Y todos van a preguntar! ¡Y NO voy a incrustarle brillantes en ningún lado! —asegura.

—¿Seguro?

—Podría ponerle en las clavijas de afinación.

—Eso suena bien.

—Claro que te suena bien, ¡si tú eres un ridículo recargado!

—Ha sido tu idea.

—¡No! ¡Yo te di un violín que parece un violín!

—Entonces no lo hagas.

—No vas a usarlo si no es dorado...

—Como todo lo que uso es dorado...

—Ahora porque no usas joyas... pero el pañuelo de nuestra boda era dorado.

—¿Quién dice que no? —le muestra su alianza tan orgullosamente de oro... blanco y rosa. Y lo que costó que solo lo sabe Alemania.

El levanta la mano y le toca la argolla en el dedo.

—Esa argolla es bonita y sumamente discreta. Se te ve bien —asegura —. Pero esa época de joyas enormes y piedras y seis anillos...

—De nuevo hablas de otra época.

—Porque se me están acabando las cosas que reprocharte de esta —confiesa entrelazando sus dedos con los de sufría sintiendo como siempre la mano pequeñita en comparación.

Sonríe y aprieta un poco sus dedos.

—¿Extrañas algo de esa época?

—Cosas... a veces. Ninguna importante.

—¿Qué tipo de cosas? ¿Los... Bailes?

—Ja, y los palacios. Vivir en ellos. Y la carrozas.

—¿De verdad extrañas las carrozas? Eran incómodas... igual que los palacios. Estoy seguro de que tu cuarto de hoy es más cómodo que el de cualquier palacio.

—Ja, por supuesto que además no cambiaría los colchones actuales por esos de lana y plumas de pato, pero los palacios tenían... algo.

—Perderte en ellos seguramente era un placer especial —le acomoda para que se le acueste un poco encima y le mira de reojo. Sí. Está bromeando.

Lo hace.

—Siempre había alguien que me indicaba —tan cínico.

—Claro que te indicaban, eras el dueño del castillo —hace los ojos en blanco —. Yo lo detestaba... Estar en un lugar tan grande.

—Y brillante, siendo tu tan pequeñito —es que se acuerda de él medio hecho bolita en mitad de la sala más grande en la que hacía que lo dejaran expresamente cuando tenía que pedir audiencia para que le pagara.

—Era como estar a la mitad de un estadio. Y no importaba la ropa que me pusiera, aun siendo nueva, siempre salías con todas esas cosas encima, yo creo que te ponías TODA la ropa que tenías junta, y las joyas, una vez saliste incluso con corona...

Se ríe y se acuerda de hacer eso... y sentarse en el trono e ignorarlo expresamente por un rato, incluso, como si no le viera.

—Era más fácil pedir audiencia con el papa... tu simplemente eras frustrante, y te veías RIDÍCULO con la cara pintada de blanco.

—Y tú con tus ropas viejas y rasgadas

—Nunca fui a verte con ninguna ropa vieja y rasgada. NUNCA.

Ojos en blanco.

—Es en serio, me cuidaba mucho de llevar ropa buena cuando iba a verte, no puedo creer que aún ahora no te hayas dado cuenta.

—Y aun así parecía vieja, rota y cochambrosa por contraste.

Suspira.

—Lo intentaba... al menos lo intentaba un poco. Tu solo intentabas fastidiarme.

—Como siempre.

—Admite que no siempre te vestías así... exagerabas cuando iba a ir yo.

—En las audiencias con cualquiera —mentira.

—Pues... eras un ridículo —se esconde más aún en su pelo —, y menos mal que no te vestías así por mi porque yo lo odiaba.

Sonríe y le acaricia un poco la espalda.

—¿Por qué nunca me dijiste que estabas enojado? ¿O... que volviera a casa?

—Porque estaba enojado... y me pareció que era evidente.

—Yo también estaba enojado... más o menos —le da un beso en la cabeza —. No me gusta esa época.

—Sé que lo estabas.

—Es que tu... Y yo... Y lo hicimos FATAL.

—¿Cómo debimos hacerlo?

—Debimos hablar y entendernos... Si siempre que hablamos terminamos entendiéndonos.

—Creo que ese era el problema.

—Si... Siempre hemos sido diferentes, ¿sabes? Y siempre me irritas igual, y tú odias de igual manera a mis cabras, y siempre hemos encontrado el punto medio.

—Bueno, supongo que igual que hay cosas que detestamos uno del otro, hay algunas que nos gustan.

Sobre ellos, se escucha a lo lejos el sonido de un helicóptero y de repente suena el timbre, a pesar de ser la mitad de la noche.

—Y supongo que las segundas son más abun... —se queda con la palabra en la boca.

—Sí, ese es justo el asunto. De haber hablado... —se calla y frunce el ceño extrañado con esto, irguiéndose un poco. Suena otra vez la puerta—. Es..., ¿quién puede ser a esta hora?

Austria decide bajar con él porque la curiosidad le puede.

Incluso Liechtenstein, que no estaba dormida sino "hablando" con Canadá (en realidad nos preguntamos cuantas horas duerme esta pobre niña al día) asoma la cabeza por la puerta del cuarto, igual de extrañada que los otros dos.

Austria se acerca a ella para que venga a ver con él también, pero se quedan unos pasos alejados del suizo... no estoy segura de si Austria quiere proteger a Liechtenstein por si acaso o esconderse detrás de ella. La toma de los hombros esperando.

El helicóptero suena aún más cerca mientras Suiza se acerca a la puerta tomando una de sus pistolas de la mesita de las llaves que está al lado de la puerta.

—¿Quién es? —pregunta asomándose por la mirilla de la puerta y parpadeando un par de veces al ver a América de pie al otro lado, sonriendo.

—Switzerland! Hey! It's me, America!

Austria aprieta un poco los hombros de Liechtenstein, suficiente para que ella, muy sufrida, apriete los ojos... porque duele. No se da cuenta de la fuerza que tiene en los dedos cuando está nervioso.

Suiza mira a Austria de reojo pensando en varias cosas a la vez y frunciendo un poco más el ceño aún, previendo algo extraño... sin saber qué. Aun así, no tiene ninguna razón para no abrir la puerta un poco, con la cadena puesta y asomarse por ahí viendo únicamente al muchacho sonreírle de oreja a oreja.

—¿Te ha dicho Canadá que vendría? —le pregunta Austria a Liechtenstein, él que ha oído la respuesta del americano. Ella niega porque esta SEGURA que no es el canadiense.

—Switzerland! Hello! Necesito hablar contigo urgentemente, ¿me dejas pasar?

Austria mira a Suiza porque no hay ningún motivo real por el que no dejar pasar al americano... pero piensa en tener a mano el teléfono por si se requiere llamar a Alemania... o a Inglaterra para que pongan orden.

Suiza no querría dejarle pasar. La cuestión es que piensa exactamente lo mismo que piensa el austriaco, que no tiene ninguna razón para no dejarle pasar. Se humedece los labios, cierra la puerta y quita el seguro sin soltar la pistola. Abre la puerta otra vez.

Liechtenstein estira la cabeza porque, honestamente, aunque es una locura y sabe que no es posible, no le molestaría que fuera Canadá en lo absoluto. América pone la mano en la puerta y entra irguiéndose a toda su altura, aún sonriendo relajadamente.

—Swiss Confederation. Estás arrestado bajo las leyes del derecho internacional por conspiración, mal uso de fondos y corrupción —le extiende un papel—. Tienes derecho a guardar silencio. Cualquier cosa que digas puede y será usada en tu contra en un tribunal de justicia. Tienes el derecho de hablar con un abogado y a solicitar un intérprete si lo requieres. Si no puedes pagar un abogado, se te asignará uno de oficio.


Chan chan chaaaaaaaan... ¡No olvides agradecer a Karlaa la edición!