"MUNDOS PARALELOS"

Capítulo 1

Era una tarde lluviosa y gris en Nueva York, por esta razón, las calles estaban menos concurridas. En Central Park, sentado bajo un árbol se encontraba sentado un muchacho de cabello negro húmedo y un poco largo, tenía zapatillas, pantalones de jean azul y una chaqueta. Nadie ponía atención en él. Tenía la cabeza gacha hasta que su mentón rozaba su pecho. Su cuerpo se convulsionaba.

Claramente, estaba llorando.

El muchacho era Percy Jackson.

Un delincuente juvenil y un destructor de escuelas para los mortales, pero un héroe legendario para el mundo mitológico. Hijo del dios Poseidón y de la humana mortal Sally Jackson, posteriormente, Sally Blofis.

Percy tenía el corazón roto y la mente desesperada, pero físicamente estaba perfecto. Por fuera estaba bien, pero por dentro sentía que toda su vida se venía abajo.

Su novia lo había traicionado.

Sus amigos también.

Su madre y su padrastro habían sido asesinados por monstruos.

Su padre le había dado la espalda.

En su corazón, un sentimiento feo apareció: el odio.

Uno de sus manos se fue cerrando hasta convertirse en un puño apretado.

Maldito hijo de Poseidón. Matthew Rousse

Percy aún no podía entender cómo Poseidón había podido engendrar a ese individuo. Tenía su edad, pero no se parecían en nada, quizá sólo en el color de ojos… pero nada más. No tenía el cabello negro que él mismo había heredado de su padre, al igual que Tritón. Percy no lo había visto usar sus poderes, así que tampoco podía saber qué tan poderoso era. Bueno, sí, había visto un poco de su poder, pero lo que ese semidiós de Poseidón era un truco mínimo que Percy podía hacer. Sólo mover el agua, y ni siquiera movía grandes cantidades… ni siquiera era capaz de crear olas importantes. No podía retener el agua por unos minutos… como él había hecho a los doce años. Matthew no podía hablar con los caballos, sabía que lo había intentado, pero los pegasos no lograban conectar con él. Blackjack le había contado que ese hijo de Poseidón no lograba conectar con ellos ni con todo su mejor y mayor esfuerzo. Sabía lo del agua porque las náyades le habían dicho que el semidiós lo intentaba, pero que el agua no respondía a él. El cabello del chico era castaño, su piel no tenía el bronceado que debía tener. Tampoco parecía bueno con la espada. Con respecto a otras actividades, tampoco conseguía lo que Percy había logrado siendo un niño. Percy sabía que era su medio hermano semidiós, su padre lo había reconocido, pero no parecía llegar ni al tercio de su nivel. No era capaz de hacer ni las cosas que a Percy le parecían mínimas.

Percy había estado dispuesto a ayudarlo. Sabía que su padre esperaba que lo ayudase y él realmente había querido darle clases especiales para que se desarrollara. Los problemas empezaron cuando el chico decidió que quería más que llegar a su nivel de poder y habilidades.

Matthew quería la vida de Percy. Quería su novia, sus amigos, ser el hijo favorito, ser el héroe, ser el instructor de las clases de esgrima, ser el consejero de la cabaña de Poseidón. Matthew quería ser Percy.

Percy había intentado hacer la vista gorda y seguir con sus cosas, pero el otro semidiós ideó un plan solitario para sacarle todo y quedárselo él. Robando, rompiendo, arruinando, difamando, seduciendo y mintiendo durante semanas fue logrando parte de su meta: estropear la vida de Percy como orgulloso y feliz hijo semidiós de Poseidón.

Annabeth lo empezó a engañar discretamente hasta que se volvió tan loca por Matthew que se volvió ruidosa y llamó la atención de Percy. Él acabó dejándola.

Los semidioses veteranos se volvieron en su contra cuando Matthew le echó toda la culpa a Percy, culpa de haber arruinado sus cosas.

Los semidioses nuevos le creyeron todas sus mentiras y engaños con rapidez y facilidad.

Poseidón, directamente, se desentendió de todo. El dios quería que Percy le enseñara bien a Matthew y así él tendría dos muy poderosos hijos.

Cuando Percy no pudo más (es decir, después de terminar con Annabeth) se fue disparado al departamento de su madre y se encontró con lo que casi termina con su vida.

Gea había ordenado a unos monstruos para que asesinaran a los padre de Percy: Sally y Paul.

Ninguna divinidad vino a él en ningún momento, ni siquiera en sueños. Percy estaba solo, abandonado y traicionado por todos.

O casi todos… rogaba al cielo él.

Si todavía no había hecho ningún desastre fue porque aún le quedaba una única esperanza. Aún le quedaba (o eso creía él) alguien. Alguien a quien Matthew jamás podría robarle… por distintos motivos.

Percy, años atrás, se había reprendido a sí mismo por ocultarle cosas a su madre, a Quirón, a Annabeth, a su padre y a los dioses. Por lo peligroso que podía ser. La paranoia de Zeus podía meterlo en problemas indeseados en ese momento.

Ahora, en cambio, se felicitaba tanto como se aliviaba de haberles guardado secretos a todos… porque esos secretos eran lo único que le quedaba de toda su vida.

Años atrás, su madre le había contado una historia que nadie del mundo de su padre, ni Paul, conocía. Su madre no era nacida en Estados Unidos. Tampoco era Jackson su verdadero apellido. Sí era huérfana, pero no hija única.

Su madre era inglesa, de Inglaterra. Tenía dos hermanas mayores: Petunia y Lily. Su madre se llamaba Sally Evans, era la menor de tres hermanas. Su madre le había contado que la relación entre Petunia y Lily había iniciado su destrucción cuando Lily había recibido una carta de invitación para asistir a un colegio pupilo en Escocia, entonces Petunia decidió que quería ir ella también. El director del colegio le negó el deseo y Petunia acabó considerando a Lily un bicho raro, se llenó de odio, celos, envidia y furia. Se volvió una mala hermana. Sally se hizo más cercana a Lily cuando empezó a ver cosas mitológicas. Lily la entendía y la aceptaba, mientras que Petunia siempre la consideró anormal a ella también. Toda la familia sabía que Sally podía ver cosas. Las hermanas mayores no podían, pero Lily también comenzó a ver cuando empezó sus estudios en el colegio de Escocia. Cuanto más crecían las hermanas, más marcada se hacía la brecha… hasta que empeoró bastante más con la llegada de los novios de Petunia y Lily.

Vernon Dursley era peor que Petunia en sus ideales. James Potter, por su parte, era más abierto que Lily en su mente. James se convirtió en su mejor amigo y los amigos de éste no tenían problemas con ella. Tiempo después, Petunia se casó con Vernon y Lily se casó con James. Los señores Evans sólo se quedaron con Sally y cuando murieron, ella se quedó sola en la casa y se hubiese ido a Estados Unidos a empezar una nueva vida ella sola si Lily y James también se hubiesen muerto en ese entonces. Algo que no tardó demasiado tiempo en ocurrir.

Cuando el matrimonio Potter murió, Sally se fue.

Cuando Percy todavía no empezaba a asistir a Goode, Sally le pidió que llamara a Petunia en su nombre porque ella no se atrevía a hablar con su hermana y porque éste no sabía que Sally tenía un hijo. Percy llamó una tarde en la que se encontraba solo en su departamento, pero quien atendió no fue Petunia ni su marido. Directamente, no era un Dursley el que atendió su llamada… porque ninguno de ellos estaba en casa. Aún así, Percy decidió que quería saber con quién demonios estaba hablando y lo supo pocos minutos después.

Harry Potter.

Era el hijo que Lily había tenido con James Potter. Hijo único. Hablando más con Harry, Percy se dio cuenta de que Petunia repudiaba y negaba a sus dos hermanas. También se enteró que Harry no sabía que tenía otra tía. Cuando Harry oyó de Sally, no se sorprendió del por qué Petunia rechazaba a Sally. Esto le hizo pensar a Percy que había algo grande por saber de su tía Lily… y no se equivocó.

Con el paso del tiempo, Percy y Harry hablaban por teléfono a escondidas de todos y así fueron desarrollando un vínculo sano, fuerte, familiar, de camaradas y secreto. Percy le contó todo sobre su vida de semidiós hijo de Poseidón y Harry le contó todo sobre su vida como mago huérfano. Ambos sabían lo peligroso que sería que sus mundos se descubrieran, así que lo ocultaron todo de todos. Ni Sally ni los Dursley sabían de esto.

Ahora, todo lo que le quedaba a Percy era su primo Harry y lo que había del otro lado, en Inglaterra. Magos, magia, status de sangre, más guerra. La Segunda Guerra Mágica ya estaba por estallar y Harry estaría dentro. Más muerte, más destrucción, más sangre, más dolor, más pérdida.

La verdad, Percy no tenía miedo. Harry era lo único que le quedaba ahora y sin él sabía que estaba perdido. Si Harry moría, Percy se suicidaría.

La única razón por la que no estaba destruido, en ruinas, era la esperanza de que Harry siguiera con vida. Si Harry seguía vivo, entonces Percy haría lo que pudiera para ayudarlo a ganar la guerra y formar una familia a su lado. A Percy le bastaba. No tenía planes de casarse ni de tener hijos, él sólo quería tener una buena vida junto a la única familia que le quedaba.

Se incorporó como pudo, se puso la mochila y silbó para llamar a Blackjack. Su pegaso sólo se tardó minutos.

- Nos vamos de aquí, Blackjack. Ya no tengo hogar ni familia aquí. Todo lo que me queda está en Inglaterra –le dijo Percy a su pegaso sollozando mientras se subía a su lomo.

Jefe… ¿y los dioses? Hay dioses molestos por lo que le hicieron, aún le quedan ellos –dijo el pegaso inseguro y confundido.

- Ya no quiero vivir al servicio del Olimpo. He arriesgado mi vida y más una y otra vez por los dioses y semidioses y mira cómo estoy. ¡Ya no más! –dijo levantando la voz hasta gritar lo último.

A pesar del gran dolor que sentía, Percy sentía odio y furia. Furia por el trato que estaba recibiendo después de todo lo que había hecho por el Olimpo y los campamentos. Odio hacia Matthew, hacia los que fueron sus amigos y hacia Annabeth. También sentía que una cierta frialdad se adueñaba de él. Se sentía frío con respecto a su padre, Poseidón, sobretodo.

Entonces, ¿a dónde vamos, jefe? –preguntó su pegaso con tristeza.

- A Inglaterra.

¡¿Inglaterra?! –preguntó Blackjack asustado- Pero allí… ellos…

- Sí, Blackjack, lo sé. Sé que las cosas están convulsionadas en Inglaterra, que están al borde de una guerra abierta y que, como semidiós, yo no tengo muchas posibilidades de sobrevivir esa guerra… pero es todo lo que me queda.

Jefe, usted quizá no lo sabe, pero los magos pueden ser letales para los semidioses. El mundo mágico está fuera del alcance de las moiras porque los magos y las criaturas mágicas pueden manipular su destino con su poder. Hay magos que deberían haber muerto, pero que lograron burlar la muerte. Uno de ellos es el causante de casi todos los males que sufren los magos buenos. Este mago tenebroso es uno de los peores y si usted cae en sus garras…

- Ya lo sé, Blackjack, pero… -empezó a decir Percy, pero el pegaso no había terminado.

La única manera que un semidiós tiene para sobrevivir intacto es…

- ¿Aliarse a un mago de la luz? Sí, lo sé, Blackjack. Y eso es lo que vamos a hacer –dijo Percy completamente seguro y decidido.

El pegaso se quedó muy quieto y callado.

¡¿Qué?!

- Lo que escuchaste, amigo. Vamos a ayudar a Harry Potter a ganar esta guerra. A partir de hoy, estaremos al servicio del mundo mágico.

Eso significa…

Percy se quedó callado y dejó que Blackjack fuera hacia el cielo, pero antes de llegar al territorio de su tío Zeus… recitó unas palabras que lo protegerían y despertarían algo dentro de él que nadie había podido ni imaginar que existía… mucho menos en él.

Con todo su ser, deseó que el mago lo sintiera, oyera y respondiera.

Yo, Perseo Liam Jackson Evans, hijo semidiós del gran dios Poseidón y de la mortal Sally Evans-Jackson, invoco al gran mago Godric Gryffindor para que despierte a mi yo mágico. Mi gran señor del fuego, ayuda a tus herederos a cumplir con tu voluntad. Milord, libérame y protégeme para que el heredero de Salazar Slytherin pueda ser destruido y así tus valiosos discípulos caídos puedan descansar en paz. ¡Te lo suplico!

Para cuando llegaron al cielo, Percy se sintió algo diferente.

En el Inframundo y sin que nadie pudiera entender ni prever nada, una oleada de energía surgió de la superficie y atravesó el reino hasta golpear a una de las almas de Elíseos. Lo golpeó tan fuerte que lo hizo tambalear y se habría caído si otras dos almas no lo sujetaban con fuerza. La figura vio lo que quedaba del recorrido de una luz brillante hasta que desapareció del todo.

Esta figura era la del alma de un hombre fornido, alto, con pelo castaño rojizo largo hasta los hombros, ojos verde esmeralda, en los pies parecía llevar botas de cuero marrón oscuro, llevaba puesta una túnica medieval marrón claro y una capa con capucha rojo escarlata con un león dorado bordado en la espalda. Sus manos eran grandes y elegantes.

Era Godric Gryffindor, el principal de los cuatro fundadores de Hogwarts, colegio de magia y hechicería.

Las otras dos figuras eran las almas de Sirius Black y James Potter, el padrino y el padre de Harry Potter. Parada junto al segundo estaba su esposa, la madre de Harry, Lily.

Lily, a diferencia de su marido y de Sirius, miraba la luz hasta que se desvaneció.

Algo dentro de ella le decía que sabía de qué podría ir la luz. Creía haber leído algo en algún momento de su vida, pero no daba con qué. Le parecía algo inquietantemente familiar, quizá terrible también. No sabía por qué, pero empezó a rezar porque deseaba estar equivocada. De verdad que sí. No quería que, sea lo que sea que había sido eso, tuviera alguna relación con su familia.

- ¿Qué fue eso? –preguntó Sirius con los ojos abiertos.

- Algo que nunca creí recibir –respondió el alma del fundador.

James lo miró con el ceño fruncido, no necesitaba las palabras.

- Lo cuatro fundadores de Hogwarts podíamos tener herederos, muchachos –empezó a explicar Gryffindor-. Black ya sabe quién es el heredero de Salazar Slytherin. Rowena no llegó a tener ninguno ni existirá jamás un heredero o heredera de Ravenclaw porque su hija murió casta y joven. De Helga tampoco habrán herederos porque el heredero de Slytherin provocó la muerte de su última descendiente.

- ¿Y usted, milord? –preguntó Sirius.

Él creía saber la respuesta, pero quería confirmar sus sospechas. Sirius sabía que su ahijado podía ser el heredero de Gryffindor. Harry siempre había sido uno de los magos más poderosos de su generación… si no era el más poderoso. Además, había señales y Sirius había hechos notas mentales de todas. Sirius podía ser Gryfffindor, pero su cerebro tenía buena parte de Slytherin. Muchas veces se hacía el despistado, pero lo cierto era que nada se le pasaba de largo. Todo lo que sabía apuntaba a que el heredero de Godric Gryffindor era su ahijado, Harry Potter. Si eso era cierto, entonces Dumbledore había hecho algo. Harry había estado bajo su control desde antes de entrar a Hogwarts. Dumbledore podría haberle puesto un sello para contener su poder siendo todavía un bebé. ¿Acaso no había puesto protecciones realmente poderosas sobre la casa de los Dursley para que ningún mago tenebroso pudiese hacerle daño?

- Sí, Sirius. Yo sí pude dejar herederos.

- ¿Herederos? –preguntó James intuyendo algo.

Godric lo miró a los ojos y James se perdió en ellos un minuto o dos. No necesitó más.

El fundador tenía los mismos ojos que su esposa Lily y, por extensión… de su hijo. Harry había heredado los ojos de Godric Gryffindor.

Pareció que Gryffindor se dio cuenta de que James hizo la conexión y, para confirmarlo, asintió.

Sirius entendió de qué iba al instante. Él también había visto que Harry tenía los mismos ojos que Godric Gryffindor.

- No –gimió Lily.

Godric la miró a ella un momento antes de mirar hacia arriba.

- Perseo Jackson y Harry Potter son mis herederos.

- Ya me lo intuía yo –dijo Sirius seriamente.

- Eso significa que… ¿Las hermanas Evans son o eran tus descendientes? –preguntó James.

- Sí.

- Pero Petunia…

Godric pareció entender su confusión.

- Lily, sé que no logras entender algo y lo sé. Es lógico. Petunia no me dio ningún heredero porque rechazó mi legado, repudió la magia, se casó con un hombre peor que ella y su hijo, por todo esto, jamás podrá alcanzar la magia. En cambio, Sally y tú…

- Lily se casó con un mago y su hijo abrazó la magia… como sus padres. Hasta donde sé, Harry adora la magia y piensa vivir como mago. Jamás la rechazaría.

- Exacto –asintió Gryffindor.

- ¿Perseo? Él no es un mago –cuestionó James, inseguro.

- El padre del muchacho es un dios griego. Es otro tipo de poder. Sally no necesitaba ser bruja para darme herederos si el padre era una divinidad. Poseidón es el dios más poderoso del Olimpo, él es el legítimo rey, no Zeus. Poseidón realmente se enamoró de Sally, la amó más a ninguna otra mujer, aún más que a su esposa. Cuanto más ama un dios a su amante, más poder transmite al fruto de esta unión. Por esta razón, Perseo es el hijo más poderoso que ha tenido de todos. El joven Perseo heredó todos sus poderes y con el tiempo podrá llegar al nivel de su padre. Percy no necesitaba abrazar la magia teniendo el legado de Poseidón.

Mis herederos tienen un sello natural. Pueden ser poderosos y demostrarlo siendo pequeños, pero su verdadero poder no despertará sin que yo lo permita. Esa es mi manera de protegerlos hasta de sí mismos. No importa si estoy muerto porque llevan una parte de mí dentro de ellos. Tienen parte de mi temperamento, así que no se sorprendan si son muchachos independientes y temperamentales. Ellos tienen que recurrir a mí para que su sello se rompa.

El joven Potter ya es muy poderoso siendo hijo de James Potter y ése es el poder que demuestra, no el mío. Lily nació bruja porque estaba destinada a James y para convertirse en su compañera, debía ser bruja porque James nació y creció en el mundo mágico. Lily tenía que buscar al que sería el padre de su hijo y la magia era su medio de llegar a él. Una vez nacido Harry, no necesitaba abrazar la magia por sí mismo siendo su padre un mago poderoso.

El joven Perseo es ya poderoso por ser un semidiós hijo de Poseidón. La naturaleza de su padre lo ha mantenido en el camino de la aceptación y ahora le ayudará a controlar mi poder. Sally nació vidente porque tenía que llamar la atención de Poseidón, debía ver al padre de su hijo como el dios que es.

- Salió redondo –comprendió Sirius-. Los herederos debían tener padres que los impulsaran y los pusieran en el camino correcto.

- ¡Exacto, Sirius! ¿Lo ven? James trasmitió su magia y su espíritu Gryffindor a Harry para que su camino sea fácil, ahora falta que Harry sepa que es mi heredero y me busque. Nada más.

- Entonces… esa luz… -decía Lily.

- Esa luz era la llamada del joven Perseo. Harry está en Inglaterra y no tiene forma de saber esto. Ni sus padres ni Dumbledore lo sabían. Perseo, en cambio, visitaba con cierta frecuencia a su tío Hades y a su primo Nico. Perseo y Nico estuvieron aquí, Perseo sintió cierta conexión conmigo y descubrió lo del sello y la herencia. Ahora, él será el que le cuente todo a Harry. Una vez que mis herederos rompan los dos sellos, podrán unirse y causar la caída definitiva del heredero de Slytherin. Estoy completamente seguro de que no habrá peleas entre ellos porque tienen un muy buen vínculo de primos. Trabajarán juntos y ganarán. Lo sé.

Sirius veía con miedo e impotencia hacia la superficie. James se percató de eso y también lo vio con atención cuando empezó a caminar de un lado para el otro. Su corazón de padre le dijo que algo andaba mal y que podría ir peor. Sirius sintió sobre su persona una mirada y cuando vio que era James, su rostro se contrajo con dolor.

- Sirius, ¿qué demonios está pasando? –exigió James con un gruñido entre dientes.

Godric y Lily miraron al padrino de uno de los herederos del primero.

- Voldemort logró hacerse con un cuerpo propio antes de que Harry cumpliera quince años, James. Cuando Bellatrix me asesinó, Harry y otros cinco adolescentes estaban cerca. Voldemort le tendió una trampa a Harry y él cayó en ella acompañado por cinco adolescentes. Cinco Gryffindor y una Ravenclaw. Chicos talentosos que supieron hacerle frente a nueve o diez mortífagos muy poderosos y letales. Los chicos aguantaron hasta que llegó un grupo de miembros de la Orden del Fénix, Remus y yo entre ellos. De todos los adolescentes, Harry fue el último que quedó en pie –los hombros de Sirius se hundieron-. Oh, Harry, lo siento… -una lágrima rodó por su mejilla y él no la detuvo.

Godric le puso una mano en un hombro.

- Es un chico fuerte, lo logrará.

- Mi ahijado es fuerte, pero también ha sufrido mucho, Gryffindor. Yo era el único al que le escribía sobre lo que veía con la cicatriz. Remus no consiguió ni logrará nunca que Harry confíe en él tanto como lo hizo conmigo. Harry está solo y con Dumbledore muerto… Oh, Merlín, será tan difícil para él.

- Sé que es difícil, muchachos, pero debemos tener fé en que Perseo y Harry lo lograrán. Sé que Perseo hará que Harry triunfe. El joven Perseo es lo mejor que el Olimpo tiene y su mayor defensa. Ese muchacho es el elemento decisivo, cualquiera que lo tenga como aliado lleva las de ganar y el joven Potter lo tendrá como aliado.

- Pero Percy no sabe de nuestro mundo, él no tiene conocimientos necesarios para hacer magia.

- Pero Harry sí –dijo James, entendiendo de a poco.

Godric asintió en su dirección.

- El joven Perseo necesita a su lado a alguien inteligente y con conocimientos. Una vez que Harry le cuente lo que falta, será más fácil. Harry luchará su primera guerra, pero éste será la tercera para Perseo. Además, sus poderes y habilidades de semidiós también serán de gran ayuda y no creo que Perseo las haga a un lado, sería ir contra sí mismo, contra lo que fue su vida desde los doce años hasta ahora.

- Entonces, ¿responderás su llamada, verdad? –quiso confirmar un James tranquilo, medio resignado y medio aliviado.

- Sí. Romperé el sello del joven Perseo antes de que llegue al cielo. Cuando mi naturaleza se active, podrá mezclarse con la de Poseidón y eso confundirá a Zeus. No podrá detectar a Percy y el muchacho podrá viajar por donde quiera sin sufrir ningún daño.

Dicho esto, cerró los ojos y se concentró profundamente hasta que un brillo dorado rojizo se desprendió de él hasta subir a la superficie y desaparecer en el mundo de los vivos. Pasados unos minutos volvió a abrir los ojos.

- Ya está hecho –sentenció Godric seguro, satisfecho y serio- Perseo está fuera del control del Olimpo y del alcance de las moiras. Ya no podrán detenerlo.

- ¿Su padre podrá dar con él? –preguntó James inexpresivo.

- Depende. Si Perseo está dentro del mundo mágico, es decir, en lugares mágicos, no podrá. En el mundo muggle sí. El mundo mágico no puede ser tocado sin permiso de un mago. Perseo tiene a su primo de su lado si algo sale mal y no puede entrar, Harry no querrá que los mortífagos lo crean muggle y lo usen como juguete, así que lo dejará entrar. Los demás, en cambio, no tienen vínculo con el mundo mágico, no tienen un puente.

- ¿Y Hécate? –preguntó Lily desconcertada.

- Hécate será la diosa de la hechicería, pero no deja de ser una diosa. La fortaleza mágica deja afuera a todo dios, semidiós y criatura mitológica que no tenga un puente que le permita entrar. Ser un dios puede ser una bendición y una maldición al mismo tiempo.

- Eso significa que…

- Las moiras han perdido el control de su destino. Nadie podrá tocar el hilo de vida de Perseo sin morir o desaparecer. Cuando ganen la guerra, el joven Perseo tomará el control de su vida, podrá hacer lo que quiera. Será libre. Su destino estará en sus propias manos, será dueño de decidir.