C'est la vie

Resumen:

Cómodo lejos de la guerra y la tragedia, Draco creció en Francia casi ajeno a la guerra contra el Lord oscuro de Inglaterra, posteriormente el destino se muestra caprichoso.

Drarry

(Top!Draco/Bottom!Harry)

AU


Aclaraciones:

-Fanfic Slash/Yaoi/BL/ Chico con otro chico/ historia Homosexual. Si no es de su agrado, no lea.

-No soy muy aficionada a la narración no lineal, pero esta será implementada.

-Draco es mitad Veela, si esto no te agrada, por favor, no leas.

-Este historia fue hecha para el "Festival Top!Draco 2016: AU´s" celebrado por las páginas We love Drarry y I love BottomHarry.


Gracias a Scarlett O'Haran por betear este capítulo.

Capítulo 1: Rutina

Era su costumbre levantarse temprano en la mañana, caminar a su café favorito y ser atendido por la mesera de siempre, ella le sirvió sus magdalenas preferidas, el café con poca azúcar y la misma cantidad de mermelada.

Bernadette, la hermosa mesera de hoyuelos y sonrisa carismática, le daría el diario matutino cinco minutos después de terminar su comida como cortesía de la casa. Ella conocía bien su rutina, sabía que todos los lunes eran días de magdalena, los viernes no le serviría café si no té, y en su tarea de obsérvalo notó sólo le interesaría la sección de economía del diario.

Él llevaba asistiendo nueve años al establecimiento después de todo, se crean rutinas y cortesías entre los meses y años, aunque Bernadette en especial conocía más a Draco Malfoy de lo que cualquiera en ese café muggle podría conocerlo, ambos eran magos.

Así que Bernadette sabía que el hombre guapo, siempre sentado en la ventana, no era un simple don nadie. Irradiaba ese halo casi proveniente del mismísimo y divino cielo sólo porque era mitad Veela, en especial, que era el secretario general del Ministerio de Cooperación Mágica Internacional Francés y un mísero chasquido de sus dedos largos podría hacer de su vida un infierno.

¿Y qué hacía un honorable Sangre Pura, descendiente de orgullosos Veelas y de la casta de nobles magos más influyente de Francia pisando aquel café Muggle?

Ella nunca le hizo una sola pregunta que no fuese concerniente al menú o la comida, pero mientras Bernadette y tres chicas más bebían la imagen de hombre rubio con el sol de la mañana dibujando su perfil apuesto, estaba casi segura de que era por privacidad.

Como era costumbre, pidió la cuenta y acomodó prolijo la paga y la propina.

—Merci, Mademoiselle—Bernadette se inclinó con gracia y sonrió, Draco apenas le echó un vistazo o siquiera notó el esmero con que estaba hecho su peinado aquel día, como todos, para que él la notara y le pidiera una cita.

Pero así como un día cualquiera el Secretario General del Ministerio de Cooperación Mágica Internacional no notó más que la hora y se marchó.

Draco en realidad si lo notaba, pasaba a diario y era tan cotidiano como su rutina, lo notaba desde su niñez cuando la niñas se le acercaban para mirarlo jugar o los adultos se aglomeraban a su alrededor suspirando por su belleza angelical, vivía consciente de lo que las personas pensaban de él, como descaradamente lo miraban al caminar o paseaban sus miradas anhelantes por su figura. Gozaba de la atención de cualquiera y lo utilizaba a su favor, era un don que pesaba en la política y su trabajo.

Si Bernadette se atreviera a preguntarle algún día el porqué un conservador Sangre Pura como él comía y caminaba en lugares Muggles le diría que no era por la privacidad, en el mundo no mágico también era foco de miradas y medidas sociales sólo por su presencia, era más que todo para tomar un respiro antes de adentrarse en el sagaz mundo de la política francesa.

Ataviado en su abrigo y la divagación, cruzó el muy conocido callejón adoquinado en un intento de evitar la afluencia de personas, un par de estudiantes intentaron ser discretas al pasar a su lado, Draco las miró por encima del hombro con una leve sonrisa ya anticipando su reacción, la niñas no tardaron en murmurar embelesadas entre sí.

Eran tan fáciles.

Sacó su reloj de bolsillo una vez más y comprobó la hora, iba con 20 minutos de sobra para su reunión en el senado.

—Tengo tiempo.

Cerró el fino reloj con el pulgar y antes de guardarlo acarició la carátula plateada con una M grabada en él, era un regalo de su padre.

Levantó su mirada con un gesto aburrido y la vaga idea de estarse perdiendo de algo, fue entonces cuando le vio, no podía ser coincidencia que caminara contrarió a él o que los rizos de su cabello negro fueran rozados por el viento con tanta gracia, no era coincidencia a pesar de que los ojos verdes observaban a alguien más.

—¡Fleur, aquí!— llamó a alguien, Draco notó tenía un distintivo acento británico, se veía famélico con el suéter viejo color musgo de tamaño grande pero el brillo de sus ojos verdes almendrados le atraía con desmedida fuerza, tenía una sonrisa abierta y gentil curveada en sus labios pálidos, casi melancólica.

Draco nunca estuvo hechizado por nadie, ni por la belleza o un porte, jamás entendió que se sentía embelesarse por alguien como la personas lo hacían por él. No lo entendió hasta ese día, cuando tuvo que parar de caminar para evitar un accidente, el día en que sus ojos siguieron sin permiso el brillo apabullante de una sonrisa y la figura de su propietario.

El hombre británico se mostró ajeno, inmerso en sus propias preocupaciones caminó y Draco le siguió cada paso.

—Bill, ha pasado mucho.

—En verdad no lo creo, sigues igual de enano.

Bill era un hombre enorme y pelirrojo con cicatrices en el rostro, su sonrisa era contagiosa y a su lado sostenía de la cintura a una mujer rubia, ella apretó un beso en cada mejilla de su amigo con afecto.

—Harry querido, en un placer tenerte aquí. No sabes cuán feliz estoy de que consideraras visitarnos, Gabrielle está tan entusiasmada por verte de nuevo, no imaginas cuánto ha esperado este día—ella era francesa sin ninguna duda, su acento encajaba perfecto con cada sílaba. A Draco se le hacía conocida.

Harry rió entretenido por las palabras de la rubia, fue el momento en el que Draco decidió que más que su sonrisa amaba su risa.

El hombre pelirrojo apretó en un abrazo al diminuto británico, y como si no debiera de sorprenderle un nuevo sentimiento se albergó en el pecho de Draco: celos, sentimiento que experimento tan pocas veces en su vida que le parecían ser protagonistas de la más trillada desazón.

La mujer rubia parpadeó viéndose interrumpida de su risa, Draco intentó no parecer sorprendido cuando ella fijó sus ojos en él, no cerca ni en el panorama cercano, justamente en él, metros alejado de la escena y medio ocultó tras una bodega de periódicos.

"Aléjate" decían sus ojos decididos.

Su olor era sutil, dulce como las flores pero notable, era un Veela criando, nadie querría entrometerse en el camino de una Veela con niños.

Sin embargo, ella hizo una seña hacia el pequeño restaurante con un escaparate modesto de pastelería, señaló la muñeca donde llevaba un reloj de marca y sin más volvió a integrarse a la animada conversación de su pareja y amigo.

No era el día de Draco, obviamente.

-C'estLaVie-

Después de la guerra Inglaterra no era un lugar agradable, era un hecho tan tangible como el aire, la muerte había traído a la desolación como acompañante asentando sus raíces melancólicas, sus fúnebres sombras se extendían con lentitud sobre las familias y los recuerdos de sus miembros perdidos. La guerra había sido íntima, llena de pérdidas y delirios, no era algo que los magos Británicos, rezagados y hogareños, pudieran soportar con facilidad.

La familia Weasley en especial se había visto golpeada por la pérdida de dos de sus hijos, Harry no podía parar de culparse por cada muerte, angustiándose en las noches con los "Sólo y si", posteriormente las pesadillas atacaban su descanso y hacían de las mañanas más grises. No era algo que pudiese controlar, todos esos remordimientos estaban allí desde su niñez, siempre se preguntó porque los Dursley's le rechazaban o sus padres le dejaron tan pronto, dudó si fue su culpa o hizo algo mal. Con el término tardío de la guerra no tuvo dudas, fue su culpa.

Dumbledore le encomendó aquella misión antes de morir, era su deber, su destino, él la había aplazado por mero egoísmo.

¿Pero verdaderamente se merecía sufrir cada noche el fruto de las consecuencias? ¿Rememorando lo perdido todos los años que restara su vida?

—¿Estás seguro de que quieres hacer esto?—el suave frufru de las faldas hizo a Harry despertar de su divagación, Hermione lo miraba con esa preocupada mirada suya, aquella que lo sabía todo, pero sólo para confírmalo, preguntaba— Paris queda verdaderamente tan lejos.

Harry intentó no parecer muy taciturno, tomó una taza de té dispuesta en el comedor de la madriguera, le dio un sorbo mientras miraba el paisaje a través de la ventana. Los últimos cuatro años el clima se había mantenido frío y nuboso, para el que quisiera olvidar era un tácito recuerdo.

—Quiero hacerlo—murmuró, bajo sus ojos las ojeras hacían valles en su rostro. Sonrió sin ningún sentimiento—Además visitare a Fleur y Bill, estoy seguro que estarán detrás de mí. Escuche que Paris es agradable en esta época del año.

—Cualquier ciudad es más agradable que Londres o Catchpole(1*) en Otoño, Harry—Hermione, rió. Ella no estaba preocupada por si Harry se perdía en un país que no conocía o cosas tan banales como el equipaje o él dinero, estaba... los Weasley estaban, preocupados por Harry.

Mientras el silencio se extendía en el comedor Hermione miraba su sortija de matrimonio, apoyada en la ventana pensó en las inocentes esperanzas que tuvo después de la guerra, rehacer su vida, buscar a sus padres, casarse con Ronald y hacer una larga vida junto a sus amigos y familiares, reconstruyendo sus familias y sanándose las heridas mutuamente. Respecto a ello todos habían sido inocentes, Harry no sanó nunca, llevaba el peso de muchas muertes sobre los hombros, él fue el encargado de acabar con Voldemort y se castigaba por no haberlo hecho antes de que la guerra arrancara gran parte de la vida en Inglaterra.

No podía culpar a la inocente Hermione de hace cuatro años que se casó apenas termino la guerra esperando un brillante futuro, ni de llorar por no encontrar a sus padres o de descubrir que Harry estaba tan roto como un muñeco viejo.

—Sabes que te puedes quedar, no ha sido tu culpa nada de lo que ha pasado—la suave voz de Hermione hizo que Harry mantuviera la sonrisa hueca, tenía intenciones de responder cuando la señora Weasley entró.

— ¿Ya hablaron? Sigues pensándolo seriamente: ¿Quieres irte?—Al contrario de Hermione la pecosa Señora Weasley no era perspicaz ni disfrazaba sus preguntas con comentarios afables.

—Quiero ir a Francia, ya he comprado los boletos de avión— Harry negó, sus rizos negros y alborotados dieron la impresión de rebotar alrededor de su rostro.

— ¿Iras en esa cosa Muggle?—Ron apareció de la nada, Harry sabía que había estado oculto en la cocina.

—No es muy distinto del Ford Anglia, Ron.

El chico pelirrojo apretó los labios con desaprobación.

—Teníamos doce años, no sabíamos que hacíamos.

— ¿Y ahora sí?—Bromeó George—Oye, mi precioso ojos de esmeralda, no estoy de acuerdo con esto de irte a París y hacerle ojitos a una francesa bonita—bromeó—Pero si es lo que te hace feliz perdonaré tu infidelidad por esta vez.

—No le des alas, George— repentinamente toda la familia Weasley estaba presente en el comedor, porque el Señor Weasley también se interrumpió con tono severo. Se dirigió a Harry con ojos acongojados— ¿Estás seguro de esto?

El Harry de hace años, voluble y seguro de sus decisiones, se habría ofendido porque dudaran tanto de él y sus decisiones como de su madurez, en cambio sólo asintió.

—Regresare en dos meses, no habrá nada de qué preocuparse.

Molly hizo una mueca amarga, su corazón de madre se sentía apesadumbrado.

—Ni un día más ni un día menos—apuntilló Hermione, ella puso una mano sobre el hombro de Harry— Te acompañaremos al aeropuerto, Fleur y Bill tendrán un ojo en ti.

Los Weasley cumplieron, una semana después a la charla le acompañaron fascinados por ver un aeropuerto por primera vez. Harry no supo cómo corresponder el amor y la dedicación con la cual le despidieron.

-C'estLaVie-

En Beauxbatons Draco fue un estudiante ejemplar, era común que descendientes de criaturas mágicas se apuntaran a la Academia de Elite Mágica de Francia y por ello tuvo grandes rivalidades, los alumnos ordinarios siempre le admiraron por su deslumbrante presencia y como cualquier Veela, sufrió de enfrentamientos con sus iguales.

Fleur Delacour era una de las pocas que conservaba la sangre Veela de entre el amplio repertorio de famosas familias francesas, era inteligente y aplicada, con un encanto arrebatador, y como cualquiera de su tipo "brillaba" por excelencia.

—Petit Malfoy, ¿Qué hace por aquí nuestro estorbo favorito?— Draco la recordaba bien, la manera en que sus labios se alzaban y sonreía con soberbia, ataviada en el agraciado uniforme que resaltaba el color de su piel, él odiaba el olor fresco de dulces flores que desprendía porque era una clara amenaza a sus dominios, mientras las personas se apartaban, Draco no podía evitar mirarla con un profundo desprecio.

— Pero si es nuestra Delacour preferida, ¿Cómo te fue en Hogwarts? Nos informaron que un mocoso de 15 años te ganó la copa. Pensé que serias más competente pero te dejaste cegar por la fama del niñato.

— ¿Celoso?— ella espetó— ¡Oh, es cierto! No puedes poner un solo pie dentro de Inglaterra por papi y mami. ¡Pobre pequeño Malfoy!

— Di una palabra más de mis padres, Delacour— Draco la amenazó con su varita.

—No me digas, ¿O me llevan a ver al Señor oscuro en persona?— ella no se amedrentó, la causa de sus enfrentamientos tenían base en los instintos, ambos se repelían, la magia siempre respondía a provocaciones. Pero en aquel caso, todo se había ido de los límites.

Los hechizos de la pelea dejaron cicatrices, eran jóvenes y estúpidos, Delacour y él no llegaron a hacer las paces si no un año después, cuando el rasguño de la Guerra Británica apretaba con incertidumbre a los países vecinos. Recodaba fue algo muy formal, un apretón de manos y un llano "De acuerdo", a parte de Delacour Draco no tuvo mayores rivalidades y su vida en Beauxbatons fue apacible hasta que las noticias de sus padres, en Inglaterra, llegaron cada vez más alarmantes.

Apenas se graduó todo empezó a ir en picada en Inglaterra, sus padres habían aprendido de la primera Guerra, en la segunda no eran tan adeptos a participar en ella, pero el deber que conllevaba reparar sus errores los recluyó nuevamente en su país de origen mientras Draco se criaba solitario en Francia. En los últimos años recibía con angustia las cartas, su padrino hablaba de sacrificios y sus padres de horrores, los tiempos se volvían más oscuros para los espías de Dumbledore. Cuando asumió su puesto en la Cámara Alta del Parlamento de París en sustitución de su padre a los 20 años, todo cayó como peso muerto.

No fue una sorpresa, al menos no para él.

Sus familiares jugaron todo cada día en una guerra para saldar sus deudas, estaban expuestos cada uno de esos días a una muerte cruenta. Draco se sorprendió al hallarse en paz, porque la guerra hubiera llegado a su término y la angustia acabado, sustituyendo a su padre en sus deberes de Francia, con un puesto que prometía ascender en el Ministerio.

No le sorprendió la muerte de su padrino, fue algo que Severus siempre le advirtió, presto a ser desgarradoramente sincero cuando vivía. Sin embargo, no significó que le doliera menos.

-C'estLaVie-

Paris era animado y pintoresco, los lugares para Magos bullían con vida y dejaban, en contraste, con una muy desesperanzada fachada a Londres o cualquier otro lugar de su país natal.

Tardó horas en el aeropuerto esperando su equipaje así que se pasó la hora de almuerzo junto a la sala de espera siendo un mudo testigo de una mujer que le gritaba a la encargada sobre su limitado tiempo y un montón de frustrados pasajeros de segunda clase. La insistencia de la mujer por su equipaje y la importante carga que estaba en él provocó que tardaran una hora más, si Harry no estuvo enojado con ella en ese momento lo hizo cuando se percató de que también era bruja y había hechizado a la encargada para que buscara específicamente su equipaje.

Ya era la tarde cuando tuvo su equipaje a salvo encogido en el bolsillo derecho de su suéter, Francia era más cálida que Inglaterra en Otoño, era agradable su brisa acogedora que le permitía llevar sólo algo ligero y una bufanda tejida por la Señora Weasley.

Decidió que si ya había perdido la mayor parte de la tarde, echaría un vistazo en algún Bulevar vistoso y comería algo. Con algo en el estómago entonces podría llamar desde un teléfono público a la casa de Bill para notificar que había llegado con bien.

Los mercados mágicos de Paris eran más estrechos y mucho más abundantes, había personas empujando y turistas hechizando su compras para hacerlas más ligeras, se instaló en el primer café que logró ver, tenía mesas bajo un gran toldo y el escaparate lucia grandes pasteles decorados. Pidió un almuerzo ligero con su básico francés, el mesero que lo atendió se disculpó y confesó saber inglés y el que lo había dejado hablar en francés porque sonaba "encantador".

—Oh—Harry se sonrojó avergonzado—Lo siento.

—No se disculpe—Ya que no tenía acento y su risa era profunda Harry pudo intuir que el hombre no era francés de nacimiento— Sin embargo, a los franceses les encanta ver sufrir a los extranjeros con su idioma. No dude en practicar con ellos.

El hombre le guiñó un ojo, Harry rió aún inconsciente de que le estaba coqueteando.

—Una orden de ternera a la naranja, Señor Potter.

Cuando se hubo marchado por su orden tardó unos minutos para caer en cuenta de que nunca le dijo su nombre. El hombre era inglés y sabía quién era, de todos los lugares mágicos de Paris a los que pudo huir en busca de anonimato, terminó siendo atendido por un mesero británico.

Arrepentido de haber visitado lugares Mágicos sin precaución, esperó tenso el almuerzo. No hubo ningún cambio en el hombre de carismáticos ojos azules al entregarle el pedido y pareció esperar con diversión la reacción de Harry cuando miró el pequeño plato.

—Es...diminuto.

Había oído sobre la comida minimalista gourmet de Francia, pero aquel pequeño pedazo de carne ridículamente adornado era una burla.

—Todos los turistas lo dicen—el mesero hizo gala de su habilidades y destapó una botella de vino al primer intento—Por eso se suele pedir tres platos.

Mientras recibía la copa medio llena Harry sentía que sus pálidas mejillas se llenaban de sangre.

—No pedí vino, señor—murmuró.

El hombre alineó sus perfectos dientes en una sonrisa arrebatadora.

—Cortesía de la casa, Monsieur—con aquella misma sonrisa encantadora apoyó una mano en su hombro para susurrarle algo al oído—, puede llamarme Alexy.

Harry no emitió un sólo sonido incluso después de que Alexy se apartó para atender otros clientes, comió callado y ni siquiera el ambiente acogedor del local le ayudó a relajarse. Viajó kilómetros para desprenderse de su vida por unas semanas y lo primero que le recibe es un mago coqueto que conocía su fama.

No se animó a ordenar otro plato, al pedir la cuenta se enteró de porque la carta no tenía los precios. Aquel ridículo pequeño platillo le costó la mitad de lo que había pagado de adelantado por el apartamento alquilado. Alexy deslizó un papel en su mano cuando se marchó, estaba escrito un número con tinta roja y escritura apresurada, Harry lo tiró sin mucho pesar en el primer basurero que se encontró.

Resultó que después de caminar alrededor de tres Arrondissements(2*) no encontró el apartamento que previamente alquiló a través de llamadas Flu internacionales, ya era de noche cuando se resignó por llamar a Bill y su esposa, que vivían en un pueblo cercano a Paris pero que conocían la ciudad como la palma de su mano.

—Maison Weasley.

—Fleur soy yo, Harry.

—Oh, Harry—La emocionada exclamación de Fleur se oyó incluso a través del teléfono—Al fin has llamado, Bill aún trabaja pero no tardará. Espero que hayas llegado bien, ¿Ya comiste algo?

—Comí algo, sí— Murmuró.

—Le escribiré en cuanto antes una carta a Molly, ¿Sigue en pie nuestra cita en dos días?

—Por supuesto, sé que Bill estará feliz de saber noticias de su familia y me encantará verlos de nuevo, pero justo ahora... estoy perdido.

El esperado regaño por no haber llamado para preguntar antes ya era esperado, tuvo que dictar la dirección que se le había sido enviada por lechuza con especial hincapié en las calles.

—Queda en el distrito 14, en Montparnasse, Harry—Fleur aún fallaba con la H y un poco de las rr, Harry rió recordando como antes no podía decir su nombre sin parecer que su lengua se trababa— Puedes tomar el metro desde donde te encuentras, aunque de noche no es tan seguro. Hay muchos lugares de gente Mágica alrededor, así que también puedes utilizar la aparición si te buscas un buen mapa.

Siguió cuidadosamente las instrucciones, consciente de que su alquiler estaba en un lugar más Muggle que mágico debido a sus propias exigencias, tomó el tren abarrotado de personas y llegó en un parpadeo. Cuando llegó el hospedante lo recibió con tres estrictas reglas; no magia cerca de Muggles, no ruidos después de media noche y nada roto para el final de su estadía.

El lugar era pequeño, pintado de blanco pero sus muebles viejos le daban un extraño aire acogedor, sólo tenía una habitación, un recibidor diminuto y una cocina que se fusionaba con el comedor, era sólo una mesa adjunta a la pared con dos bancos de madera.

La habitación estaba tapizada y tenía piso de madera, la cama al igual que todo era pequeña. El lugar era suyo excepto para la limpieza, cansado por el viaje y las primera impresiones se echó en la cómoda cama de colchas azules sin quitarse los zapatos.

Soñó esa noche con Ginny, su largo cabello rojo ondeaba sobre su espalda, parada sobre las ruinas de Hogwarts y con la ropa rasgada abrazaba al cadáver de Fred entre sus brazos. Acostumbrado a no poder acercarse a ella en ese tipo de pesadillas, Harry observó con terror como un rayo de luz verde la alcanzaba y con ella, se hundía lentamente en los recuerdos de muertes y largas batallas de hechizos oscuros. Siempre siendo observado por los fríos ojos muertos de sus padres asesinados y la devastación que acarreaba el poder de Voldemort.


Notas de la escritora:

¡Este es mi trabajo para el festival Top!Draco de esta año! Aún parece una eternidad el día en que lo inauguramos el año pasado.

Confieso que no conozco absolutamente nada más allá del estado en donde nací, no se nada de turismo y la fascinación e incontables paginas que las personas tienen sobre Francia y Paris me esta ayudando mucho. Si, también se supone que esto esta clasificado como un supuesto Angst y narrativa no lineal( Con las cuales no he tenido mucha experiencia, se puede decir que me estoy alejando de mis zona de confort). Sólo espero pueda ser de su agrado, me di un par de golpes con esta historia hasta que decidí que escribiría como mejor me gustara y sintiera cómoda.

Por ahora Draco y Harry no tienen mucha interacción pero habrá más de ellos en los próximos caps ya que este es un fanfic corto (sólo cinco capítulos) y no puedo darme el lujo de alargarlo mucho. Estaré actualizando cada jueves, así que esperen con paciencia :)

¡Gracias por leer y de antemano por los review!


Aclaraciones:

(1*) Catchpole: El pueblo en el que se encuentra la casa de los Weasley ( "La Madriguera"), mejor conocido como "Ottery St. Catchpole"

(2*) Arrondissements: Así son llamados los distritos que conforman la ciudad de Paris(20 en total)