DESCARGO DE RESPONSABILIDAD: hasta el último minuto que yo supe, en el manga decía Nakamura Yoshiki. T-T
—Esta noche estás más callada que de costumbre, Mogami-san ¿sucede algo malo? —preguntó al no poder soportar más el silencio reinante en el carro mientras la llevaba al Darumaya, pues se había hecho demasiado noche y por supuesto que Yashiro lo había "obligado" como el caballero que era a conducirla a casa, con el pretexto de que una señorita no podía ni debía andar sola a altas horas de la noche. Ella no contestó y no porque no quisiera hacerlo sino porque estaba tan metida en sus pensamientos que no escuchó la pregunta de Ren.
—¿Mogami-san? ¡Mogami-san! —volteó a verla y habló más alto al ver que ella no reaccionaba.
—Discúlpeme, por favor, Tsuruga-san, estaba pensando en algo y no lo escuché ¿me decía usted algo?
Ren suspiró, como llevaba todo el camino haciéndolo, la chica que amaba seguramente estaba metida en alguna situación y él no había podido sacarle ni media palabra durante todo el transcurso. Pero a como fuera haría que ella hablara y solo había una forma de hacerlo, ni modo, odiaba recurrir al chantaje pero era su último recurso. Así que haciendo acopio de valor pues ya conocía lo que venía a continuación, habló:
—Sí, Mogami-san, te pregunté que si te encontrabas muy cansada. Verás, el trabajo el día de hoy ha sido agotador y no tuve tiempo de poder comer apropiadamente —tragó grueso esperando oír el consagrado regaño pero este nunca llegó lo cual lo inquietó aún más— y me preguntaba si quisieras acompañarme a cenar a algún restaurante.
—¿Cenar fuera a estas horas? No habrá nada abierto que sea nutritivo para usted. Nada de eso, si no le importa, yo podría cocinarle. No me llevará mucho tiempo y así estaré segura de que comerá adecuadamente —respondió sonrojándose un poco, pues era tarde pero ella aprovechaba cualquier oportunidad de pasar un rato con él.
—No me importa que cocines para mí, yo me siento halagado de que lo hagas, Mogami-san, pero según creo, tu día ha sido tan atareado como el mío y has de estar cansada, no puedo además pedirte que me cocines —él se debatía entre el aceptar su oferta y llevarla al Darumaya, se le notaba el cansancio pero además la preocupación. La intriga por desvelar el misterio que aquejaba a su amada ganó. Así que con gran resignación (que ni él se la creía) aceptó que le cocinara.
Ella permaneció en silencio el resto del camino hacia su departamento. Ren tuvo que aguantarse las ganas de tratar de sacarle las palabras de su boca. Varias ideas le cruzaron la mente, entre ellas unas que incluían uno que otro beso. Pero si con un leve roce en su mejilla ella había reaccionado de forma exagerada cuando rodaban Dark Moon, al creerlo un playboy, no sabía cómo reaccionaría si le robaba un beso de sus dulces labios y por supuesto que no estaba dispuesto a arriesgarse a perderla a ella por una acción desesperada. Sí, claro, ya conocía el dicho: "Cuando la situación es adversa y la esperanza poca, las determinaciones drásticas son las más seguras"* o aquel otro que dice: situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas, y él ya había sobrepasado por mucho el grado máximo de desesperación. Pero de ahí a perderla por no poder pensar con la cabeza fría al verla así, distaba mucho.
Ya en su departamento, mientras ella terminaba de preparar la cena, él dispuso la mesa para los dos, aludiendo que si la había hecho cocinarle, lo mínimo era que ella también cenara, y después él la llevaría de regreso sana y salva al Darumaya.
Al finalizar la cena en la cual ella seguía igual de taciturna para desesperación de Ren, por fin este se animó a preguntar lo que había mantenido en ese estado a la preciosa damita que lo mantenía con más noches en vela desde que se había dado cuenta que la amaba, que durante su adolescencia cuando creía estar enamorado de su novia de turno.
—Mogami-san, has estado toda la noche muy callada y se te nota preocupada. Dime ¿tienes algún problema? ¿Puedo ayudarte en algo?
—... —ella no respondió, bajó la cabeza avergonzada. ¿Cómo podía pedirle ayuda a él, para un papel como ese? Si hubiera sabido de qué se trataba desde el principio nunca lo hubiera aceptado, pero a lo hecho, pecho, y ni modo, tendría que afrontar las consecuencias de sus decisiones, pero es que quería tanto volver a trabajar bajo el mando del director Ogata, que no preguntó de qué iba su personaje. Y ahora ¿qué podía hacer? ¿A quién más podría recurrir para saber cómo actuar?
—Mogami-san, ¿por qué agachaste la cabeza? Dime, por favor, me tienes muy preocupado. ¿Es que acaso no confías en mí? ¿Es tu problema tan fuerte que no puedes decírmelo? —a estas alturas la tristeza se denotaba en la cara de Ren, ya no era la cara de cachorro abandonado que siempre le ponía cuando quería convencerla de hacer o aceptar algo, esta era diferente, una mirada de profundo desconsuelo lo embargaba. Era tal su congoja que ella no pudo resistirse y por fin se decidió a explicarle su problema.
—No, no, para nada, Tsuruga-san. No es que no confíe en usted. Sabe muy bien que yo lo tengo en alta estima y lo respeto como mi amigo y senpai —si Ren tenía esperanzas de llegar a algo con ella, con estas palabras se habían ido por el caño, pero aun con el corazón roto, decidió que seguiría luchando por ganarse su amor, así que disfrazando el dolor siguió escuchándola—. Es solo que...
—Es solo que ¿qué?
—Tsuruga-san, ¿usted podría pensar en mí como alguien seductor? —la mandíbula de Ren cayó hasta el suelo al escuchar la pregunta. No, no, imposible, tenía que asistir al otorrinolaringólogo al siguiente día a que le revisaran los oídos porque no creía haber escuchado bien. ¿Había dicho qué?
—¿Perdón, dijiste qué cosa?
—Dije que si usted podría considerarme una mujer seductora, una femme fatale —dijo con voz queda, las manos hechas puños sobre su regazo, con la cabeza agachada y el cabello cayéndole sobre la cara pero a leguas se le veía lo avergonzada que estaba al preguntarle eso, pues las puntas de sus orejas estaban cual carmín.
—Sí, eso creí haberte escuchado decir —se aclaró la garganta, mientras volteaba el rostro. No estaba bien, no era precisamente un beso de lo que se trataba. ¿Cómo podía decirle que para él, ella era la mujer más seductora del mundo y ella ni siquiera se lo proponía? Que no tenía que comportarse como mujer fatal para que él cayera redondito en sus redes, si ya estaba hasta las manitas por ella. Una sonrisa suya para él, equivalía a la mayor caricia de la más bella mujer del mundo, para cualquier otro. Que se moría por una caricia suya, un solo beso... Ojalá y hubiera sido eso el problema porque en él estaba creciendo uno mayor al imaginársela con un vestido revelador.
—¿Tsuruga-san? ¿Acaso le incomodó mi pregunta? Oh, por favor ¡olvídela! Yo, eh, yo, yo averiguaré cómo hacer este papel por mi cuenta. Por favor, no se preocupe. No quisiera importunarlo más —suplicaba mientras movía negativamente la cabeza y agitaba las manos frente a ella.
—¿Eh? ¿Papel? ¿Qué tipo de papel tienes ahora, Mogami-san? —intrigado ante la pregunta de Kyoko, no dejaría que ella se fuera de su casa hasta no sacarle por completo la verdad y por supuesto que de paso ayudarle a ensayar su papel. Si se tenían que hacer sacrificios en aras del trabajo, bueno pues, trabajo es trabajo ¿no?
—Bueno, cuando supe que el director Ogata estaba buscando actrices para un papel en su nuevo dorama, me presenté ante él y aunque al principio se mostró renuente, al final me dio uno de los papeles. Yo en verdad, ansiaba volver a trabajar con él. Fue mi culpa, en verdad, fue completamente culpa mía.
—Mogami-san, la verdad es que no te entiendo, ¿qué fue tu culpa?
—El papel que me dieron, yo, nunca leí el libreto a fondo antes de pedirle la oportunidad al director Ogata. —Ren se tranquilizó un poco al darse cuenta que el gran problema de la chica, lo que la había mantenido tanto tiempo en ese estado, era por el trabajo, tal vez en su nuevo papel tendría que dar un beso y aunque eso no le terminaba de gustar para nada, podría tomar la situación a su favor y aprovechar para enseñarla a besar como los dioses mandan, en eso estaba pensando cuando Kyoko volvió a dirigirse a él.
—Yo, este, yo, mmmmm, yo soy... —las siguientes palabras fueron susurradas tan quedamente que Ren no le escuchó ni media letra de lo que dijo.
—Repítemelo por favor, no te pude entender.
—Yo tengo que actuar de..., yo soy ahora una...
—Vamos, Mogami-san, no creo que sea tan malo, no creo que por nada del mundo que pueda ser algo vergonzoso —por favor, la duda lo carcomía, ¿qué podía ser, que a ella le costara tanto trabajo sincerarse con él? Pensó mientras tomaba un trago de su bebida, para refrescarse la garganta que tenía reseca.
—Soy una sú-súcubo... —esta vez era definitivo, había un nuevo grado en la escala de los colores escarlata en el rostro de Kyoko.
Ren escupió toda el agua y se atragantó tanto al escuchar la respuesta de Kyoko, que esta tuvo que auxiliarlo para que él pudiera volver a respirar. Después de limpiar la mesa y cambiarse de camisa, Ren se dirigió a la sala para sentarse en el sofá con ella a un lado suyo, para así poder tenerla cerca mientras se calmaba, y evitar ir inmediatamente a ahorcar a cierto director al que creía incapaz de meter a Kyoko en una situación como esa. Hasta que cayó en cuenta de un pequeñísimo detalle casi insignificante. Él también actuaba en ese dorama. Era él a quien la súcubo tenía que seducir...
* Tito Livio (59 AC-64 AC) Historiador romano.
