Hola a todos, estoy muy emocionada por este fic. Tardé mucho tiempo en escribirlo pero la idea me vino de la noche a la mañana. La historia ocurre en un universo alterno y la época es similar a la Segunda Guerra Mundial (para que se den una idea del vestuario). Espero que lo disfruten, dejen su comentario. Besos.

Los personajes de Bleach no me pertenecen, son propiedad de Tite Kubo.

Guerra en Karakura

Capítulo uno: Lluvia.

La ciudad de Karakura pronto estaría bajo ataque.

Las fuerzas armadas de la Alianza Hueco Mundo estaban avanzando más rápido de lo previsto. En los últimos meses, el Capitán Kurosaki se las había arreglado para mantenerlos a raya en la frontera, pero dado el número de bajas eso no sería posible por más tiempo. Aizen se había hecho con un ejército muy fuerte.

A pesar del alto rendimiento de los soldados, el ejército de Karakura no estaba preparado para los tanques de Aizen; su defensa era impenetrable y eso no les dejaba muchas opciones.

-Llama a Urahara. Necesito saber los avances del Proyecto –ordenó Kurosaki.

La Teniente Rukia asintió y salió de la oficina.

Tenía un mapa de la ciudad y sus alrededores encima de la mesa. Los puntos estratégicos estaban señalados y tenía un grupo de defensa y ataque en cada entrada de la ciudad. No estaba dispuesto a entregarla sin dar pelea. No iba a condenar a su gente; el destino de todos estaba en sus manos.

Urahara entró al despacho. Se veía que no había dormido en varios días.

-¿Cómo va el Proyecto? –preguntó Ichigo.

-Me temo que aún no está listo. Tomará un par de semanas, como mínimo –respondió el aludido.

-Imposible. No tenemos un par de semanas.

-Estoy consciente de eso, Capitán. Pero no puedo acelerar el proceso si queremos buenos resultados.

Kurosaki lo agarró fuertemente por el cuello de la camisa y lo acercó a su rostro.

-¿Debo considerar darle tu puesto a Mayuri? –Lo soltó- Haz lo que debas hacer. Tienes tres días para volver aquí con el Proyecto terminado o si no, yo mismo te meteré una bala en el cráneo.

Urahara no respondió y salió de la habitación. Rukia entró en seguida y se acercó a Ichigo. Se veía muy afectado. Se estaba quedando sin opciones.

-No resistiremos mucho tiempo más, el Proyecto aún no está listo. Tenemos que acudir al plan B.

-Es muy arriesgado, Capitán –respondió Rukia.

-Es necesario hacer sacrificios. Por el bien de todos. Llama a Ishida.

-Las probabilidades de éxito son del cincuenta por ciento. No creo que debamos…

Ichigo golpeó fuertemente la mesa. Estaba desesperado.

-¡Llama a Ishida! Es hora de infiltrarnos.

Rukia movió negativamente la cabeza, pero obedeció la orden. Unos minutos más tarde entró el Sargento de las fuerzas especiales, Uryu Ishida.

-Sargento, reúna a sus hombres en veinte minutos para la operación. Un pelotón los escoltará hasta la entrada norte. A partir de ahí, estarán solos. Hagan lo que sea necesario.

-Sí, Capitán –respondió Ishida y desapareció por la puerta.

-Ahora sólo resta esperar un milagro.

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A unos kilómetros de ahí, en medio del bosque, se encontraba el campamento de la Alianza Hueco Mundo.

-Todo salió bien, Capitán.

Gin Ichimaru recién había hablado con uno de sus subordinados sobre la misión de reconocimiento y estaba informando al Capitán sobre los resultados.

-Tienen bloqueadas todas las entradas a la ciudad, pero al parecer Kurosaki descuidó el sistema de drenaje. Es nuestra carta ganadora.

-Ya veo. El sistema de drenaje.

Aizen lo pensó un momento. Parecía demasiado perfecto que hubiera una entrada como aquella sin protección, dada la astucia de Kurosaki. Pero de todas formas iba a arriesgarse. No parecía haber otra opción. Podría atacar una entrada con los tanques y fácilmente los harían picadillo, pero estaba la ciudad de por medio. Quedaría destruida y eso era justo lo que no quería.

-¿Quiere que ponga en movimiento a mis hombres para infiltrarnos? –preguntó Ichimaru.

-Todavía no –respondió Aizen-. Llama a Starrk, dile que necesito a Grimmjow y a Ulquiorra para una misión especial.

Starrk era el tercero al mando y el encargado del pelotón de ataque. Grimmjow Jaeggerjaquez y Ulquiorra Cifer eran dos de sus mejores soldados. Eran perfectos para lo que tenía en mente.

Gin asintió y minutos después entró de nuevo al despacho seguido de Starrk y sus dos soldados.

-Tengo una misión para ustedes dos –dijo señalando a Grimmjow y Ulquiorra-. Van a infiltrarse en la ciudad y capturar a la familia de Kurosaki Ichigo.

-¿Su familia? –preguntó Ulquiorra.

-Orihime Inoue, Karin y Yuzu Kurosaki –respondió.

Aizen había investigado a Ichigo. Con sólo veinticinco años se había convertido en Capitán de las Fuerzas Armadas de Karakura. Sus padres habían muerto hacía varios años y él se encargaba de cuidar a sus dos hermanas pequeñas. Su novia del instituto, Orihime, trabajaba en una panadería, o al menos eso hacía hasta que la guerra empezó y se trasladó a la unidad médica de Karakura para asistir a los heridos en batalla.

Eran el as bajo la manga de Aizen. Lo único que tendría que hacer era un intercambio. Su familia por la ciudad. Era un plan perfecto.

-Sean cautelosos. Seguramente tendrá seguridad extra en casa.

-Déjenoslo a nosotros, Capitán –respondió Grimmjow, deseoso de entrar en combate.

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Los miembros de las Fuerzas Especiales estaban alistándose en la tienda. Sus miembros eran Renji Abarai, Rangiku Matsumoto, Yoruichi Shihoin e Ikkaku Madarame. Eran oficiales de élite y habían sido condecorados en más de una ocasión.

-Maldición –susurró Renji mientras se calzaba las botas.

-¿Qué sucede, Abarai? ¿Tienes miedo, acaso? –se burló Ikkaku.

-No es eso, pero esta misión es…no lo sé. Infiltrarnos en el campamento de Aizen y robar un tanque…eso está más allá de nuestras posibilidades.

-Ya, es estúpido y arriesgado, pero órdenes son órdenes –respondió Yoruichi-. Andando.

Los cuatro fueron escoltados por un pelotón hasta la entrada norte. Ahí, el Sargento Kuchiki los despidió y les deseó suerte.

Caminaron largo rato a través del bosque. Todos usaban un traje negro de combate, dos High Standard HDM, un M1 Garand, una carabina semiautomática, un cuchillo de caza en la cintura y otro en el tobillo. La líder era Yoruichi, pues tenía más experiencia que los demás en este tipo de misiones.

Se acercaron sigilosamente a través de los árboles. Unos metros más adelante divisaron una luz proveniente de una fogata. Estaba anocheciendo.

-Alto –ordenó Yoruichi.

Todos se arrodillaron para no ser vistos. Contaron a los enemigos. Eran cerca de quince.

-Abarai, sube a ese árbol y espera mis indicaciones para disparar.

Renji subió a un árbol cerca del campamento. No le fue difícil, puesto que tenía muchas ramas. Desde lo alto podía ver mejor todo. Los enemigos estaban algunos dormidos y otros alrededor de la fogata; parecía que iban a interrumpir su cena. Sólo algunos cuantos tenían sus armas consigo. Casi todas estaban recargadas en los árboles alrededor.

-Madarame, encárgate del tanque. Matsumoto y yo te cubriremos. Andando.

En el campamento todos reían a carcajadas de alguna historia que estaban contando. Uno de ellos se levantó a orinar y Yoruichi lo abordó por la espalda, poniéndole el arma en la sien para que no hiciera ruido.

-No tan rápido –Yoruichi se apresuró a quitarle el cuchillo que había tomado de su cinturón. Lo arrojó a lo lejos y se acercó a la fogata.

Cuando uno de los soldados la vio se levantó de inmediato y gritó:

-¡Enemigo!

Todos se pusieron de pie pero Yoruichi no les dejó hacer un movimiento más.

-Si alguien habla o da un paso, le vuelo los sesos –todos se quedaron estáticos-. ¡Matsumoto, Abarai, ahora!

Renji y Rangiku empezaron a disparar a los soldados conforme trataban de correr despavoridos. Uno de ellos abrió fuego, una bala impactó en el brazo izquierdo de Matsumoto y gritó de dolor. A un costado, Ikkaku se apresuró a abordar el tanque, no sin antes quitarse a un soldado del camino que trató de dispararle. Se subió al tanque y lo encendió para salir de ahí cuanto antes.

Yoruichi puso fin a la vida del soldado que tenía enfrente y siguió disparando hacia los demás. Cuando se aseguró que ninguno siguiera con vida, ordenó la retirada y volvieron a la ciudad.

-¿Estás bien? –le preguntó a Rangiku mientras le hacía un torniquete con su cinturón.

-Sí –respondió Matsumoto tratando de soportar el dolor-. Creo que la bala salió por el otro lado.

-Eso es bueno.

-Maldición, sabía que algo malo iba a pasar –dijo Renji.

-Hey, princesa, esto es la guerra –lo cortó Yoruichi-. Se vive o se muere de un momento a otro. Ya deberías saberlo.

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El cielo anunciaba una tormenta.

Ya estaba anocheciendo y Orihime se apresuró a regresar a casa antes del toque de queda. Las cosas en el hospital estaban calmadas, únicamente había dos heridos, pero su vida no corría ningún peligro.

Se puso a pensar en cuántas cosas habían cambiado desde que la guerra había comenzado. Dejó de trabajar en la panadería y abandonó la carrera de medicina cuando aún le faltaba un año para terminar.

Por su parte, Ichigo había tomado el mando de las Fuerzas Armadas. Era el Capitán y su deber estaba con sus ciudadanos.

Recordó la plática que tuvieron cuando Orihime le anunció que iba a trabajar en el hospital como auxiliar.

Flashback

-La respuesta es no.

-Kurosaki-kun, lo siento mucho, pero no es tu decisión.

-No puedo estar tranquilo si sé que tu vida corre peligro –respondió Ichigo.

-Tú arriesgas tu vida todos los días al estar al mando del ejército. ¿Crees que no rezo cada noche porque vuelvas sano y salvo a casa? Yo entiendo que hay cosas más importantes.

-Orihime, por favor no hagas esto.

-Te amo, y te prometo que nada malo me va a pasar. Porque tú vas a resguardar esta ciudad y nos mantendrás a salvo a todos. Confío en ti –respondió.

Fin del flashback

Orihime saludó al soldado que estaba afuera como todas las noches y entró a su casa. Se dispuso a darse una ducha y luego se vistió con un camisón que le llegaba un poco arriba de las rodillas. El día había sido muy agotador, pero estaba contenta de poder ayudar a los demás. Después de todo, por eso había escogido estudiar medicina.

Preparó algo de cenar mientras escuchaba en el radio la situación de otras ciudades que también estaban en guerra. Era tan depresivo escuchar el gran avance de Aizen y el sufrimiento de la gente que optó por apagarlo.

Comenzó a llorar. Era tan confuso lo que sentía que no sabía qué hacer. Por una parte quería decirle a Ichigo que se escaparan a un lugar seguro, pero también quería quedarse a ayudar a los demás. La necesitaban ahora más que nunca, y no iba a darles la espalda. ¿Dónde estaba su ética como médico si lo hacía?

Escuchó un golpe en la ventana y se sobresaltó. ¿Sería el soldado? ¿Algún animal? Se acercó lentamente a la ventana pero no pudo ver nada. La lluvia era ahora casi torrencial y sintió pena por el soldado. Le diría que entrara y que podía pasar ahí la noche para que no se mojara. Si Ichigo lo reprendía por abandonar su puesto, ella tomaría toda la responsabilidad.

-¿Izuru-san? –Lo llamó a través de la puerta. No hubo respuesta.

Abrió la puerta y una mano le tapó la boca para luego empujarla dentro de la casa.

Orihime intentó zafarse de su agarre pero la fuerza de aquel hombre era superior. Lo pisó con toda la fuerza con la que fue capaz y la soltó.

-¿Quién es usted? –preguntó aterrada.

El hombre era mucho más alto que ella. Su cabello era de un azul intenso y su sonrisa diabólica no presagiaba nada bueno.

-Vaya, de haber sabido que la novia de Kurosaki lucía así, habría tomado esta misión hace mucho tiempo.

-¿Misión? ¿Qué misión?

-Tengo órdenes de llevarte con el Capitán Aizen.

Orihime palideció y echó a correr a la puerta.

-¡Izuru-san! ¡Ayúdeme, por favor!

Antes de poder dar dos pasos, tropezó con un bulto en el piso. Sus manos tocaron un líquido viscoso. El soldado estaba frente a ella, tenía la garganta cortada de oreja a oreja y un charco de sangre se esparcía debajo de su cuerpo inerte.

Orihime ahogó un grito y observó sus manos manchadas de sangre.

Grimmjow salió de la casa y tomó a Orihime del cabello antes de que pudiera escapar.

-Andando, no tengo tu tiempo.

-¡Auxilio! –Forcejeaba para soltarse- ¡Auxi…!

Grimmjow le dio un golpe en la cabeza y recogió su cuerpo del pavimento. La metió a la casa y después de atar sus manos y pies con cordón que encontró en la cocina, recogió el cuerpo del soldado y lo arrojó al terreno de al lado.

Cargó a Orihime en su espalda y salió de la casa a encontrase con Ulquiorra. Ya debería estar esperándolo con las hermanas de Kurosaki.

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Yoruichi y Renji llevaron a Rangiku al hospital luego de reportarse con su superior. Ikkaku se encargó de llevar el tanque.

-Has perdido mucha sangre –dijo Renji.

-No es…ah…nada –respondió Matsumoto. Estaba muy pálida.

Entraron a la sala de urgencias y la doctora Unohana los hizo pasar de inmediato al consultorio para atender sus heridas.

-Gracias, Yoruichi-san. Nos encargaremos desde aquí.

-Se lo agradezco, doctora. Estaremos esperando afuera. Por favor avísenos si sucede algo.

La doctora Unohana mandó a un enfermero a la casa de Orihime. Tenían que operar de inmediato.

Hanataro corrió tan rápido como sus piernas se lo permitieron. Al llegar, advirtió que el soldado de siempre no estaba en su puesto, y al acercarse más pudo ver el charco de sangre que había en el porche.

-Oh, no –dijo- ¡Inoue-san!

Entró corriendo a la casa y la registró de arriba abajo. Orihime no estaba y la sangre no indicaba nada bueno. Corrió de regreso al hospital y le informó a la doctora lo sucedido.

-¡¿A qué te refieres con que no está?! Hay un soldado vigilándola toda la noche.

-Había sangre en el porche y no la encontré por ningún lado.

-Esto es malo. Tenemos que avisar al Capitán Kurosaki.

Unohana marcó el número de su oficina. Esperó unos segundos hasta que respondieron.

-Soy la doctora Unohana. Necesito hablar con el Capitán Kurosaki. Es urgente.

-Lo siento mucho, el Capitán está en una junta –respondió la secretaria.

-Dígale que se trata de Inoue Orihime. Está desaparecida y hay sangre afuera de su casa.

La secretaria corrió a la sala de juntas y abrió la puerta sin tocar.

-¡Capitán! –Todos los presentes la vieron de arriba abajo por la intromisión- Tengo una llamada de la doctora Unohana. Es urgente.

-Soldado, las emergencias médicas déjeselas a los médicos –respondió Kurosaki.

-Es Orihime Inoue. Está desaparecida.

-¡¿Qué?! –Gritó Ichigo- No es posible, Izuru está vigilándola.

Salió corriendo a tomar la llamada.

-¡Doctora! ¿Qué sucedió? –estaba muy agitado y se le nublaba la vista.

Unohana le contó lo que había visto Hanataro. De ahí en más, no sabían absolutamente nada.

Ichigo movilizó a un grupo en el que se encontraban Byakuya, Ishida y él mismo. Dejó a Rukia a cargo de todo por si algo sucedía. No perdieron más tiempo y se dirigieron a casa de Inoue.

Advirtieron la sangre al llegar. Ichigo le pidió a Byakuya que registrara los alrededores mientras él y Uryu registraban la casa.

Al poco rato Byakuya encontró el cuerpo de Kira y les avisó a los otros dos.

-Maldición… ¡Maldición! –gritó Ichigo.

-Esto es externo, nadie de las Fuerzas sería capaz de…

Ichigo tomó a Ishida de la camisa y lo estampó contra la pared.

-¡Por supuesto que es externo, pedazo de imbécil! ¡Ese bastardo de Aizen se la llevó!

Byakuya se interpuso para tranquilizar a Ichigo. Ishida no dijo nada ni se quejó, sabía que lo que estaba sucediendo tenía muy alterado a su Capitán.

-Tenemos que movilizarnos. Le enviaré un telegrama a Aizen –dijo Byakuya.

-Dile que es hombre muerto –susurró Ichigo.

Lo ayudaron a regresar a la oficina. Estaba en shock todavía y no reaccionaba a lo que le decían.

-Quiero que revisen cada entrada en busca de huecos que hayamos pasado por alto. ¡Absolutamente todo! –Ordenó Rukia.

-Teniente –era la misma secretaria-, tengo una llamada de la señorita Arisawa. Dice que hace poco entró un hombre a casa del capitán Kurosaki y se llevó a sus hermanas. Ella iba pasando y cuando advirtió lo que pasaba quiso ayudar pero el hombre la noqueó. Llamó tan pronto despertó.

-Maldición –dijo Rukia-. Esto no es bueno. Primero Inoue y ahora las hermanas del Capitán.

Entró a la oficina de Ichigo. Estaba volteado mirando hacia la ventana, afuera seguía lloviendo.

-Capitán –lo llamó.

-Yuzu y Karin, ¿no es así? –su voz sonaba peligrosamente calmada. Rukia sabía que se encontraba en el ojo del huracán.

-El Sargento Byakuya ya ha mandado el telegrama. Movilizaré las tropas tan pronto como tengamos una respuesta.

Ichigo la encaró. Sus ojos estaban llenos de lágrimas que no dejaba correr y su cabello empapado se le pegaba a la frente.

-Gracias –respondió en un susurro.

Rukia no supo qué más decir y salió de la oficina. Le dolía mucho lo que había pasado. Sabía que esas niñas significaban el mundo para su Capitán, y Orihime era la luz de sus ojos. Aizen lo pagaría muy caro.

Continuará…

Gracias por leer. Hasta la próxima semana. Chao 3