Disclaimer: Candy Candy es propiedad de Keiko Nagita y Yumiko Igarashi.
Advertencias: Un poco de OoC.
• Walk Me Home •
Capítulo 9
Su mano estaba temblando, se percató Neil.
Fría, un tanto sudorosa, sufría de ligeros espasmos. Claro, el estrés y la adrenalina de huir de una banda de rufianes no era para menos… ¡pero no era aceptable!
No quería parecer un cobarde. Tal vez su corazón todavía se contorsionaba del miedo, de la impotencia, de su frustración al casi ver a Candy ser lastimada. Su sangre hervía y en su pecho se gestaba un terremoto. Pero debía permanecer calmo, tranquilo, seguro de sí mismo.
Estaba llevando a la rubia a su departamento y debía brindarle seguridad, al menos, en esta ocasión. No estaban tan lejos de donde vivía la chica, así que iban a pie para ahorrar tiempo. Ya buscaría su auto al día siguiente. Volvió a temblar, pero al pensar en la multa tan cuantiosa que pagaría por dejarlo estacionado toda la noche en el centro de la ciudad.
Ya tendría tiempo después para sentirse mal en privado.
—¿Estás bien?
Una sonrisa nerviosa se posó en su rostro. Su mano, más pequeña y suave, apretó ligeramente el agarre que Neil ejercía en ella.
—Sí. Gracias. O debería decir, no, no realmente. Pudieron haberte herido de peor forma, pudiste haber muerto solo y yo no me hubiera dado cuenta.
—Sé cuidarme solo —respondió Neil en una voz burlona y seca.
—Si supieras hacerlo, no te hubieras vuelto a meter en problemas. Sólo eres un fanfarrón.
—Se dice "gracias por no dejar que me hicieran daño, Neil" —añadió mordaz.
—Pensé que te encontraría tirado en algún callejón, apuñalado. Neil… de verdad, creí que te perdía.
Leagan se mordió la lengua, avergonzado. Odiaba que siempre estuviera a la defensiva con su infantil sarcasmo en las situaciones más serias. Él jugaba cuando ella sufría. Una punzada de remordimiento le llegó: así había sido siempre. Justo cuando creyó que había cambiado, que su relación con Candy había madurado… se hizo más obvio que no, que de alguna manera, seguía lastimándola.
"Te perdía" resonó como eco. Neil dejó de respirar un par de segundos. ¿Qué significaba eso? ¿Qué era para ella?
—Además, ¿cómo vas a arriesgar tu vida ahora que otra vida depende de ti? ¿Qué…? —su voz se rompió ligeramente, su mano se tensó y provocó un ligero calambre en la mano masculina—. ¿Qué hubiera dicho tu prometida de haberte perdido de manera tan atroz?
—¿Prometida?
—La chica con la que saliste en los diarios. De nueva cuenta, te felicito en tu relación. Pero reitero que debes ser cuidadoso por ella —la voz que usualmente era aguda y fina, se volvía grave y apocada. Eso le causó escalofríos al moreno.
—¿Por qué te causa conflicto?
—No quisiera estar en sus zapatos de tener que preocuparme por un cínico, malhablado, desconsiderado mamarracho que no le importa poner en riesgo su vida por cualquier malentendido. ¡Odiaría esa sensación quemándome el pecho! No podría soportar ver pasar las horas sin saber dónde está, si volverá a casa conmigo, si está vivo… Ella que, aunque no quiera, no deje de pensar en ti. ¡Pobre mujer!
Un auto pasó y su luz dio de lleno en las mejillas de Candy. Estaban húmedas. Lágrimas… no se percató hasta entonces de ellas.
El temblor cesó. Una repentina calidez se deslizó entre los dedos de ambos. El miedo se había ido finalmente. "Quiero protegerla", fue un mantra que se repitió en la mente de Neil. Con cierto titubeo, Leagan pasó su brazo por los hombros de Candy. Ella recargó su cabeza en el hueco entre su brazo y pecho. No hacía frío, pero la chica se apegó a él por el resto del camino. Nadie dijo nada más. No pareció necesario.
La llegada a su pequeño, oscuro y solitario hogar fue casi doloso.
Se separó del cálido torso de Neil y giró a verle directamente al rostro. Un intento de sonrisa se pintó en sus labios resecos. Sus ojos se encontraron, por tercera vez esa noche. La primera había sido de sorpresa, la segunda por miedo, la tercera… No sabía. Tal vez… ¿necesidad? Su garganta estaba vuelta un nudo. Su boca apenas se movió. Escuetamente, volvió a susurrar un "gracias", que exhalaba cansancio.
Un murmullo que reprimía a la tormenta de emociones que destrozaba su interior.
"Cuídate" murmuraron a una voz.
Un repentino beso en las manos que no se habían soltado se presentó. Los labios audaces de Neil volvieron a hacer de las suyas antes de huir apresurado. Esta vez, no hubo reclamo alguno. Solamente una gran pérdida: una sonrisa cansada en los labios de Candy que nadie pudo apreciar en la oscuridad de la noche.
—Luces cansada, niña —un susurro penetró en sus pensamientos repentinamente.
Candy despertó de su ensimismamiento. Molesta, se dio una palmada a la cabeza mentalmente. ¡Era imperdonable que se distrajera en su trabajo! Afortunadamente, sólo estaba acomodando una almohada. Tembló ligeramente al pensar que pudo haber estado inyectando a un paciente de manera descuidada.
—Tuve una noche complicada —respondió de manera escueta detrás de una risa nerviosa.
Solamente había estado en riesgo su vida y la de Neil por una panda de malvivientes. Sólo se habían salvado por intervención divina, prácticamente. Sólo… se estaba percatado de unos sentimientos inusuales por Neil Leagan. La mera idea de que sufriera algún daño… su garganta se estrechó de pesar y los ojos se llenaron de lágrimas que costaba retener.
—Vamos, no puede eclipsarse el sol de este hospital. Si no, ¿cómo podría recuperar la ilusión por vivir? —añadió cálidamente el maduro empresario, elevando una mano hasta alcanzar el mentón de la joven y acariciarlo suavemente.
Dicha acción tomó por sorpresa a la rubia enfermera. Tomó nerviosamente la mano entre las suyas y la apretó ligeramente. A pesar de la repentina muestra de afecto que tenía un tinte de incómoda, sonrió agradecida. James Broadbeam siempre tenía una palabra, una mirada, un gesto que sabía reconfortar hasta la pena más dolorosa.
Era un buen hombre y con el paso de los días, había aprendido a apreciarlo. Pese a que su pecho estaba a punto de estallar de diversas emociones, acalló esa tempestad con una amplia sonrisa. No quería preocuparle, no a un enfermo de su condición.
—Gracias, James —alcanzó a manifestar en un murmullo débil.
Apenas eran las ocho de la mañana y estaba exhausta. Podía adivinarlo en la palidez fantasmal que contrastaba con el usual sonrosado del rostro de Candy. La girasol que siempre erguida se movía con energía, ahora la percibía lenta y taciturna. Algo le pasaba a la vivaz enfermera y eso le incomodaba más que cualquier inyección o píldora dura de tragar. Su parca conversación revelaba que había algo… o quizás alguien en su mente. Se dio un par de vueltas, incómodo, en la estrecha cama. Su mente estratega, que antes había sido un gran aliado comercial, le generó una serie de escenarios distintos, uno más catastrófico que otro: donde ella ya no estaba, se iba, desaparecía de su vida.
No… ¡Nonono…! No podía perderla. La adoraba.
La observó fijamente hasta que se retiró en un suspiro, deseándole el mejor de los días. Candy había sido… una sonrisa gigante apareció en sus labios resecos. No podía describir su gusto por haberla conocido. Pero… ¿ella podría sentir lo mismo por él? Una oleada de su usual optimismo lo embargó. Claro, ¿qué chica bonita, agradable y humilde podría resistirse a un millonario? James Broadbeam, el mejor empresario cafetalero de Estados Unidos, haría y daría cualquier cosa por ella. Con la ilusión sembrando un sueño en su corazón, se levantó con la energía de alma apasionada y tomó una hoja de papel que guardaba en su escritorio. Un bolígrafo fino se deslizó veloz entre sus dedos y comenzó a redactar.
Tenía tantas ideas para la única persona que había iluminado su vida. ¡Y tan poco tiempo! Navidad se aproximaba, la fecha histórica para unir destinos.
Sonrió. Tenía a 3/4 cuartos de Norteamérica, mientras que Candy White... pronto sería suya, pensó con la confianza de alguien acostumbrado a conseguir lo que deseaba.
.
.
.
.
.
To be continued...
N/A:
Bueno... Ay, hasta pena me da escribir estas líneas. No tengo perdón. Ha sido demasiado tiempo, incluso yo misma he tenido que releer la historia para recordar de qué iba. Fue un runrún de ideas, de cambiar cosas, incluir nuevas líneas de la historia (vamos, tratar de hacerla menos plana y buscar más drama) y apenas pude escribir esto. Me esforzaré por hacer mucho más extenso el próximo y sí, al fin nuestra rubia favorita comienza a admitir ciertos sentimientos. Como dice el meme "ahora viene lo bueno". Después de todo y tanto... esto va dedicado para aquellas almas que esperaron en el limbo por la actualización desde sólo-Dios-sabe-cuándo. Muchas gracias.
See you around...