Hola chicos, después de un largo tiempo (como mil años), he vuelto con el siguiente capítulo de esta historia TwT. Un abrazo de oso por ser pacientes conmigo y mil gracias por sus hermosos reviews que me retroalimentan y me inspiran para seguir escribiendo (los leo todos aunque a veces no responda porque no tengo mi lap a la mano).

LA PANTERA

Capítulo 19: La verdadera cacería.

-No entiendo a qué se refiere. Sé que causa muchos problemas, créame, pero me cuesta trabajo creer que él sea un problema.

Orihime meditó un momento si debía decirle que él era el asesino y que si no se daban prisa probablemente encontrarían otra chica asesinada en algún lugar de la ciudad. Pero había tanto en juego…tenía que escoger sus palabras con cuidado.

-Escuche, podríamos pasar toda la tarde averiguando si causa problemas o no, pero no tenemos tiempo. Alguien podría estar en peligro.

Szayel cruzó los brazos sobre la mesa. Una detective le estaba pidiendo que hablara sobre Grimmjow, pero hasta donde sabía podía tratarse de una trampa. Tal vez sí estaba en problemas y querían arrestarlo, tal vez ella era como Loly, una agente encubierta con quien Grimmjow había tenido sexo a cambio de información. Él no era un soplón, primero tenía que darle algunas respuestas para llegar a un acuerdo.

-Me parece que ni siquiera conoce su nombre, ¿o sí?

Orihime negó con la cabeza.

-Eso creí. Bueno, eso la pone en desventaja. Dígame todo lo que quiero saber y le diré todo lo que quiere saber. ¿Tenemos un trato?

-Ya le dije que…

-¿Tenemos un trato? Puede acceder a mis términos o irse de mi casa, no tengo nada que perder.

-La evidencia que…

-Sí, sí, la evidencia. Encontraré algún modo de evadir eso.

Orihime suspiró derrotada. ¿Por dónde empezar? ¿El encuentro en el barrio chino? ¿Bazz-B, el supuesto imitador? ¿El grandioso sexo en casa? ¿Las llamadas secretas?

-Lo que voy a decirle a continuación puede ser un poco impresionante. La persona de la que estamos hablando es la Pantera, el asesino serial.

Szayel abrió los ojos con sorpresa y retrocedió en su asiento negando con la cabeza. Luego soltó una carcajada, una nerviosa carcajada.

-Eso no…

-Le aseguro que es cierto. Nosotros…nosotros estuvimos en contacto. Trabajamos juntos un tiempo.

-Sí, claro. ¿Espera que crea que un asesino y una detective hicieron algo como eso?

-Me asignaron al caso a la mañana siguiente de la muerte de Rukia Kuchiki. Seguramente leyó sobre ella en los periódicos –Szayel asintió-. Estaba segura de que lograríamos hacer algún avance, pero la investigación estaba atascada, no había ninguna salida. Le propuse al jefe de policía hacer rondas de patrullaje para atrapar a algún sospechoso, pero fueron inútiles. Uno de esos días fui con Ichigo al centro comercial, íbamos encubiertos. Ya que todos los asesinatos ocurrieron cerca del barrio chino, supuse que era más factible encontrar ahí algo, así que caminé yo sola por las calles a ver si tenía suerte y me encontraba al asesino. Sabía que escogía mujeres y no dudé en ofrecerme como carnada, aunque en aquel momento lo llamé "estrategia". Vi a un hombre que me estaba observando y lo perseguí hasta un edificio, pero me noqueó y me retuvo en una de las habitaciones. Estaba segura de que era mi fin. No pude ver su rostro hasta después. El asesino vio mi identificación y de ese modo supo mi dirección. Me envió un teléfono desechable y una nota para descifrar. Al parecer le agradaba la idea de divertirse a mis expensas, jugar con la vida de las chicas y hacerme sentir culpable si no tenía éxito en su captura.

-¿Qué pasó después? ¿No informó de esto a nadie?

-Fui lo suficientemente estúpida para creer que podía manejarlo yo sola. Se volvió un reto personal al darme cuenta de que también tenía interés en jugar bajo sus reglas y que de algún modo no quería que acabara. Quería demostrarle al mundo que era capaz de capturar a un asesino serial sin ayuda de nadie.

-Eso no salió muy bien ¿o sí?

-Me parecía que iba por buen camino. Descifré la primera pista y estaba lista para la siguiente, pero entonces surgió el caso de Bazz-B.

-El imitador.

-No, no era un imitador. A la Pantera le molestó que lo compararan con él porque se considera un dios y Bazz-B era sólo un drogadicto que cometió un crimen pasional y escapó, aunque la muerte de la chica fue similar. Por supuesto, no sabíamos estos detalles al principio y temíamos que se tratara de otro asesino serial cuando no habíamos podido ni siquiera capturar al primero. Los medios de comunicación hicieron mal su trabajo y el cuerpo de policía también. Yo quería atrapar a Bazz-B a como diera lugar, y fue entonces cuando la Pantera me ofreció su ayuda. A él no le importaba que hubiera otro asesino, mucho menos la vida de Candice, sino limpiar su nombre y evitar que hubiera confusiones con su MO.

Szayel abrió la boca sorprendido.

-Entonces es cierto. Trabajaron juntos para capturar a Bazz-B.

-La ventaja era que sabíamos su identidad. La Pantera me dijo que tenía un conocido que podía hacer averiguaciones para dar con la localización. Y supongo que fue usted al que se refería.

Szayel asintió sin saber qué decir. Las piezas del rompecabezas estaban encajando a la perfección. Orihime Inoue estaba confesando y no parecía acordarse del trato de exigir preguntas por su parte. Szayel no la interrumpió, quería saber el resto.

-Me dio la información y nos dirigimos al barrio chino para capturarlo, pero fue más de lo que pudimos manejar. Bazz-B llevaba un arma y le disparó en el hombro. Abrí fuego y tiró la pistola, entonces lo seguí hasta el cuarto piso del hotel, donde me tomó por sorpresa y forcejeamos. La Pantera le disparó desde abajo y luego escapó.

-Supongo que obtuvo lo que quería, aunque me cuesta trabajo creer que le haya salvado la vida. Si usted y Bazz-B se hubieran matado el uno al otro, la Pantera se consideraría satisfecho con los resultados.

-Pero yo no. La Pantera me salvó la vida pero mató a Bazz-B, alguien que sólo debía cumplir cierto tiempo en prisión. Recuerdo que esa noche pensé que podría atraparlos a los dos por fin. Se suponía que todo iba a terminar bien. Los dos asesinos tras las rejas, no más víctimas y una compensación para la detective Inoue, la heroína de esta historia.

-¿No encontraron huellas o alguna pista?

Orihime soltó una carcajada.

-¿En serio cree que alguien así de precavido correría el riesgo de dejar huellas?

Szayel no respondió. Jamás habría tomado a Grimmjow como un hombre "demasiado precavido". Al parecer no lo conocía tanto como creía. Eso le dolió mucho, pues Grimmjow era un gran amigo que había estado con él en cada momento difícil. No podía ser un asesino, mucho menos la Pantera.

-Comprenderá si me ahorro los detalles de lo que pasó después en mi casa, cuando el asesino apareció para que le sacara la bala del hombro.

Szayel asintió sin creer lo que estaba escuchando. ¿Era en serio? ¿La detective y el asesino habían intimado de alguna forma?

-Después…no lo sé. Todo se complicó demasiado. Intervino el FBI, empezaron a agotar mis opciones, cada vez estaban más cerca de atraparnos. Me llamó cuando supo que usted estaba encerrado. Dijo que tenía que devolverle un favor y que robar la evidencia era la forma de hacerlo. Me escabullí en la estación y la tomé. Estuve a punto de subir a las celdas para hablar con usted, pero ya había tentado mucho a mi suerte y sabía que una charla de este tipo me llevaría más que un par de minutos. Y…bueno, básicamente esa es la historia –terminó Orihime.

Esperaba que Szayel la juzgara por lo que había hecho o algo por el estilo, pero simplemente terminó su cerveza y se quedó cruzado de brazos viendo hacia el piso.

-Eso está muy jodido –dijo al fin.

-Lo sé mejor que nadie.

-Su nombre es Grimmjow Jaggerjaquez –confesó Szayel.

Orihime se sorprendió por la revelación tan repentina. Grimmjow. De alguna forma el nombre le quedaba, sonaba violento, como una garra animal cortando la piel.

-Grimmjow –repitió Orihime en voz baja-. ¿Dónde puedo encontrarlo?

-¿Encontrarlo? ¿Usted? Creí que avisaría a la policía para que iniciaran una investigación –respondió Szayel.

-Yo inicié esto y tengo que terminarlo. ¿No entiende que hay muchas cosas en juego? Su libertad es una de ellas, mi placa es otra.

-¿Cómo sabe que va a atacar hoy?

-No lo sé, sólo es una corazonada porque ya pospuso demasiado su siguiente asesinato.


Grimmjow regresó a su departamento y se alegró al ver que Tatsuki no estaba cerca. Podía disfrutar de su soledad hasta que tuviera que irse con Riruka, pero no era alguien a quien le gustara mucho el ocio. Guardó sus instrumentos en la mochila para hacer tiempo y luego se dio una ducha. Estaba nublado y probablemente llovería más tarde. Eso hizo sonreír a Grimmjow.

Se puso la mochila a la espalda y salió de casa poco después de las cuatro para ir a comer algo a un restaurante de comida rápida antes de su cita con Riruka. No podía matar a alguien con el estómago vacío. La camioneta del trabajo estaba estacionada afuera, pero no se la llevó porque prefirió caminar la corta distancia que había entre su complejo y la zona de restaurantes.


-Supongo que a estas horas ya habrá salido del trabajo –dijo Szayel.

-¿A qué se dedica?

-Trabaja en una paquetería.

Algo hizo clic en la cabeza de Orihime. De ese modo había podido entregar el paquete y la nota de Ulquiorra sin levantar sospechas.

-¿Tiene acceso a algún vehículo?

-Sí, conduce la camioneta de la empresa para entregar los paquetes. Creo que le asignan diferentes rutas todos los días.

-Así es como pudo espiar a las chicas –completó Orihime.

-Todavía no puedo creer que él sea el asesino.

-Tiene cabello azul, ojos del mismo color y complexión musculosa.

Szayel sacó su billetera y le mostró una foto a Orihime en la que estaba Szayel abrazando a Grimmjow con cervezas en las manos. La foto no era reciente a juzgar por las esquinas maltratadas y el ligero color amarillento que la estaba manchando, pero también porque los dos jóvenes que ahí aparecían no tendrían mucho más de veinte años.

Orihime sintió una roca cayendo en su estómago al ver la imagen. Grimmjow se veía completamente normal, muy atractivo como era natural en él pero también con una sonrisa honesta y una expresión de regocijo. Le hizo preguntarse cuánto tiempo había pasado entre esa foto y su carácter asesino. Tal vez en ese momento ya tenía tendencias, pero era algo difícil de creer.

-En serio lamento todo esto –dijo Orihime-. Ustedes parecen ser buenos amigos.

Szayel compuso una sonrisa y dejó la foto sobre la mesa en vez de volver a guardarla.

-No puedo decir nada sobre él en estos momentos. Yo no conozco a la Pantera, conozco a Grimmjow Jaggerjaquez, quien me ayudó cada vez que lo necesité, me ofreció su casa cuando embargaron la mía, me prestó dinero…

-Entiendo lo difícil que esto puede ser. Debemos detenerlo –Orihime le puso una mano en el hombro y le dio un ligero apretón.

-Sí, por supuesto –Szayel compuso su expresión y se dirigió a su armario para ponerse una camisa encima, ya que todo el rato había estado con el torso al desnudo-. La ayudaré en lo que pueda.

Salieron de la casa rodante y caminaron hasta el auto de Orihime. La detective sentía que se había quitado un gran peso de encima luego de esa confesión. Szayel no iba a decir nada, de eso estaba segura, pero no sabía qué consecuencias traería después cuando lo culparan de ser cómplice de ella y de Grimmjow. Para fines prácticos, esperaba que esa misma noche todo acabara de una forma u otra, no se creía capaz de soportar un segundo más en medio de aquel tormento.

Cuando llegaron al complejo de apartamentos en el que vivía Grimmjow, Orihime se sorprendió al ver que era el mismo en el que vivía Tatsuki y un escalofrío bajó por su espina dorsal al pensar lo cerca que su querida amiga estaba de una persona tan peligrosa como Grimmjow. Tal vez incluso lo saludaba cuando se lo encontraba en las escaleras, completamente ajena a su alter ego.

Se estacionaron enfrente y Szayel señaló la camioneta de la empresa de paquetería.

-Es de su trabajo, significa que está aquí.

Orihime sacó un par de esposas de la guantera y las guardó en el bolsillo delantero de su chaqueta. No sabía si quería matar a Grimmjow o no, pero era mejor ir preparada para todos los desenlaces posibles.

Szayel la guió por las escaleras hasta el cuarto piso y hasta la puerta de Grimmjow, ajeno al pavor creciente de Orihime al darse cuenta de que el asesino vivía al lado de Tatsuki. De pronto una pregunta surgió en su mente y no le permitió tranquilizarse: ¿Aquel hombre del que Tatsuki le había hablado era Grimmjow o podía tratarse de alguien más?

La idea de que hubieran tenido sexo con la misma persona la hizo estremecer y ponerse tan pálida como una hoja de papel. Tatsuki no sabía que Grimmjow era un asesino, pero Orihime sí. Y eso era precisamente lo que la hacía sentirse cien veces peor.

-¿Está bien, detective?

-S-Sí, estoy bien.

Szayel la miró no muy convencido pero no dijo nada más. Tocó varias veces la puerta y no obtuvo respuesta. Se encogió de hombros y retrocedió. Orihime desenfundó el arma y lo quitó del camino.

-¡Policía, abra la puerta!

Algunos vecinos habían salido para ver lo que ocurría, Tatsuki estaba entre ellos.

-¿Orihime? –preguntó sorprendida cuando la vio.

Mierda. Orihime maldijo por lo bajo y se acercó a ella.

-Tatsuki, regresa adentro, podría ser peligroso.

Pero lo que en realidad quería era mantenerla lejos de la horrible verdad.

-¿De qué hablas? ¿Qué haces aquí? Conozco a la persona que vive ahí dentro. Es Grimmjow, el hombre del que te hablé.

Orihime agachó la cabeza derrotada, pensando seriamente en qué podía decirle para convencerla de regresar a su departamento y no entrometerse con el caso.

-Además no eres policía –prosiguió Tatsuki con tono acusador-, eres detective. ¿Grimmjow está en problemas?

Orihime volteó a ver a Szayel pidiendo ayuda. Szayel tomó a Tatsuki de los hombros y la hizo regresar a su departamento.

-Señorita, está interfiriendo con una investigación policial.

-¿Y tú quién rayos eres? Quítame las manos de encima.

Tatsuki se acercó nuevamente a Orihime.

-¿Qué demonios está pasando?

Orihime no pudo contenerse más y le dio una fuerte patada a la puerta. El marco se astilló y la cerradura quedó colgando. Tatsuki se tapó la boca sorprendida. Nunca la había visto actuar de ese modo tan agresivo.

Szayel, Tatsuki y Orihime entraron al departamento. Estaba bastante ordenado, pero solitario, austero. Szayel encendió la luz y avanzó hasta la sala. Parecía que estaban en una biblioteca por el silencio que reinaba ahí dentro. Orihime se apresuró a revisar las dos habitaciones y comprobó que estaban vacías, al igual que la cocina y el baño.

-¿Esto siquiera es legal? –preguntó Tatsuki.

Orihime volvió a guardar la Glock reglamentaria en la funda de su cinturón y encaró a Tatsuki.

-Tienes que salir de aquí. Esto es una investigación policial.

La expresión de Tatsuki fue de asombro y dolor. Estaba herida por la frialdad de su amiga y su afán de dejarla al margen. No tenía ningún derecho a estar ahí y mucho menos a interferir con una investigación, pero tampoco la creyó capaz de correrla de ese modo. Sin responder nada dio media vuelta y se encerró en su departamento. Orihime suspiró frustrada y se dejó caer en el sillón.

-¿Quién es la morena ardiente? –preguntó Szayel con una sonrisa de lado.

-Es una amiga. Al parecer estaba involucrada de algún modo con Grimmjow. Creo que le gusta.

-Y supongo que no sabe quién es realmente.

-Por supuesto que no. Eso es lo peor.

-Eso también está muy jodido. La entiendo perfectamente, es devastador descubrir algo así de alguien que tienes en tanta estima.

Orihime lo miró de reojo y se levantó. En primer lugar no tenía idea de por dónde empezar. Había entrado a la vivienda de Grimmjow pero sin un plan. ¿Qué esperaba encontrar ahí? A Grimmjow. Pero Grimmjow no estaba en casa. En ese caso debía encontrar algo que les diera una pista de su paradero, algo que lo incriminara y de algún modo justificara sus acciones que podían ser interpretadas como allanamiento de morada.

Revisó los cajones, los armarios, muebles, gavetas de la cocina, cajas apiladas, pero no había nada que pudiera serle útil. Szayel se paseó frente a los libreros y frunció el ceño al ver al fondo un libro oculto por otros ejemplares. Lo sacó y empezó a revisarlo.

-Esto es increíble –declaró en un susurro.

Orihime se acercó para ver mejor y de pronto sintió náuseas. Era un libro de recortes de cada asesinato de la Pantera, con notas al pie de página y titulares escalofriantes para cada víctima, cada chica que había muerto por su mano. Era técnicamente una confesión. Orihime lo dejó aparte y siguieron revisando el resto de los libros, pero no encontraron nada más relevante.

Cuando Grimmjow regresó al edificio lo primero que vio fue el auto de Orihime estacionado detrás de la camioneta. No tenía idea de cómo había llegado ahí pero, de cualquier modo, no eran buenas noticias. Se acercó un poco para verificar que sí fuera su auto, y entonces volteó instintivamente a su departamento. Alcanzó a ver desde el estacionamiento que su puerta estaba abierta.

Maldijo por lo bajo al darse cuenta de que había sido descubierto, pero su mente no alcanzaba a entender cómo a pesar de que estaba maquinando a toda prisa. Había sido descuidado, pero ¿en qué aspecto? Definitivamente eso alteraba todos sus planes. Si ya sabían quién era, era cuestión de tiempo para que lo encontraran. Sin embargo, había algo interesante en todo aquello. Sólo estaba el auto de Orihime, no el de Ulquiorra ni ninguna patrulla de la estación, lo que significaba que Orihime estaba actuando sola. Le dieron ganas de marcarle al teléfono privado para preguntarle sarcásticamente algo acerca de su departamento, si los sillones eran cómodos o si había decidido esculcar en su refrigerador, pero eso sería tentar demasiado a su suerte y estaría revelando su posición. En cambio, subió a la camioneta, arrojó la mochila a la parte de atrás y salió del estacionamiento sin mirar atrás. La intervención de Orihime no significaba cancelar sus planes, sino hacerles una ligera modificación.

Manejó hasta la casa de Riruka y miró el reloj. Eran poco más de las cinco. Su cita tendría que ser un poco más temprano, pero esperaba que eso no fuera ningún problema para la chica. Sacó el cuchillo de caza y lo guardó entre el pantalón y su chaqueta, deseando que Riruka no fuera tan estúpida como para intentar algo que lo hiciera utilizarlo antes de tiempo. Tocó el timbre y esperó pacientemente.

Cuando Riruka abrió se sorprendió de verlo. No tenía idea de que conociera su dirección y se suponía que lo vería en el cine hasta las seis.

-Grimmjow… ¿qué haces aquí?

Grimmjow volteó hacia ambos lados de la calle y entró a la casa sin recibir invitación.

-Lo siento, surgió un inconveniente y tuve que venir antes.

-¿Cómo sabes dónde vivo? –Riruka se tornó pálida, empezaba a sospechar que había algo extraño en todo aquello.

-Tú me lo dijiste, ¿no te acuerdas?

Grimmjow la veía como si se le hubiera zafado un tornillo y sonrió discretamente al ver que Riruka buscaba en su mente haberle mencionado su dirección. No es que importara demasiado, la semilla de la duda ya estaba plantada.

-No lo recuerdo…

-Bueno, claramente sí lo hiciste porque aquí estoy –respondió Grimmjow sonriendo.

-Sí, supongo que sí. Eh, ¿decías algo de un inconveniente?

Grimmjow sacó el cuchillo rápidamente y Riruka retrocedió asustada tirando un florero que había detrás de ella. Grimmjow la jaló de las coletas y sostuvo el cuchillo contra su cuello.

-Si gritas, te asesino aquí mismo.

Riruka empezó a respirar agitadamente y sus ojos se llenaron de lágrimas.

-¿Pero qué…?

-Shhh, no hables. No digas nada. Quiero que sigas mis instrucciones al pie de la letra, ¿de acuerdo?

Riruka asintió.

-Buena chica.

Grimmjow la jaló del brazo y la guió hasta la cocina, en donde encontró cinta industrial en uno de los cajones. Le puso un trozo en la boca para que no hablara, un poco más en las manos y finalmente la cargó como bombero hasta el sótano. La dejó ahí tirada en el piso, imposibilitada, mientras subía nuevamente al comedor por una silla.

Pero cuando regresó vio que Riruka estaba tratando de escapar. Se había puesto de pie y estaba sobre una cubeta, tratando de abrir una ventanilla pequeña que estaba a dos meteos del suelo. Grimmjow corrió tras ella y trató de bajarla para atarla a la silla, pero sintió un golpe en la cabeza y vio que Riruka tenía una llave inglesa en las manos. La fuerza empleada no fue suficiente para noquearlo, sólo para enfurecerlo. Grimmjow pateó la cubeta sobre la que estaba Riruka y ésta cayó al suelo. Se pegó en la cabeza con la esquina de una caja de herramientas y se desmayó.


-¿Qué haremos? Podemos preguntar a los vecinos si lo han visto –propuso Szayel.

Orihime salió del departamento de Grimmjow y bajó las escaleras a prisa rumbo al estacionamiento. Al llegar a la planta baja se detuvo sin avisar y Szayel chocó con su espalda.

-¿Qué sucede?

-La camioneta no está.

Szayel volteó a todos lados y comprobó lo que le decía. Eso definitivamente eran malas noticias. El asesino los había descubierto y se había fugado.

-Ese tipo de camionetas están monitoreadas por la empresa. Podemos pedirles que usen el rastreador GPS para localizarla –propuso.

-¿Cree que podamos lograr eso sin una orden?

-Si les llevamos esto –Szayel levantó el libro de recortes-, tendrán que creernos.

-De acuerdo –concedió Orihime caminando hacia el auto.

-¡Orihime!

Era Tatsuki corriendo a toda prisa hacia ellos.

-Tatsuki, regresa a casa. Te explicaré todo más tarde.

-Lo harás ahora si no quieres que llame a la policía –amenazó.

-Yo soy la policía.

-No juegues conmigo. Sabes de qué hablo. Un detective privado no puede irrumpir en la casa de alguien sin una orden. ¿Tienes una orden?

-Por favor, no hagas esto más difícil –suplicó Orihime.

Pero Tatsuki no estaba dispuesta a ceder. Se cruzó de brazos y esperó a que Orihime reconsiderara su petición. Por su parte, Orihime no tenía tiempo de lidiar con eso. Si se demoraba más de la cuenta perdería la única oportunidad de atrapar al asesino.

-De acuerdo, sube al auto. Te explicaré todo en el camino.

Szayel se sorprendió por la respuesta de Orihime. Habría jurado que quería mantener a su amiga al margen (y por lo tanto a salvo), pero se dio cuenta de que en realidad no sabía cómo pensaba. Su decisión fue algo tonta, pero no tenía objeciones al respecto. Después de todo él tampoco tenía por qué estar ahí en ese momento cuando tenía un pie casi dentro de la cárcel. ¿Estaba en deuda con Orihime? Sin duda. ¿Tenía sentido tratar de persuadirla sobre no involucrar a Tatsuki Arisawa? En lo absoluto.

No podía importarle menos.


El primer pensamiento al despertar fue que la muerte no era como ella esperaba. Conforme su vista se acostumbraba a la penumbra, sintió un agudo escozor en las muñecas y reparó en que estaba atada a una silla. Forcejeó para zafarse, en vano. El cuello le dolía un poco, por tener la cabeza colgada tanto tiempo.

¿Tanto tiempo?

No tenía idea de lo que había pasado. Trató de enfocar la vista a su alrededor, pero todavía veía un poco borroso. Dejó escapar un sonido ahogado. Tenía la garganta reseca, no sabía si habían pasado días desde que tomó un poco de agua o la sensación se debía a la incertidumbre.

-No trates de moverte, sólo te harás más daño.

La voz le llegó de todos y de ningún lugar en particular. Giró la cabeza lentamente para descubrir al sujeto que había hablado y se encontró con que estaba en su propio sótano, atada con cinta a su propia silla, su propia cinta.

-Te estarás preguntando qué fue lo qué pasó, bien. Tienes curiosidad, eso demuestra que estás en tus cinco sentidos.

Grimmjow se acercó a ella y en cuanto le quitó la cinta de la boca empezó la retahíla de súplicas y lloriqueos.

-Por favor, por favor…

-¿Por qué suplicas? –inquirió Grimmjow con voz burlona.

-Yo…

-Cállate.

Grimmjow se puso de pie y se paseó alrededor de la silla, cuidando de no tocarla.

-No me hagas daño, por favor.

-¡Cállate! –la agarró fuertemente por la barbilla y le levantó el rostro, quedando a sólo unos centímetros de ella.

Riruka comenzó a temblar de pies a cabeza. Sintió la pesada respiración de Grimmjow y le sostuvo la mirada. Grimmjow le acarició la mejilla y después quitó la mano.

-No me gusta gritar, y no me gusta tener que repetir las cosas. Cuando yo te diga que te calles, lo haces.

Riruka asintió enérgicamente.

-Bien, veo que estás aprendiendo.

Se puso en cuclillas frente a ella y se apoyó en los reposabrazos. Su cabeza llegaba a la altura de la de Riruka. Puso una mano en su rodilla y con dos dedos simuló que caminaba hacia su muslo, pero se detuvo antes de llegar al dobladillo de su falda.

-De acuerdo, estoy seguro de que estás llena de preguntas. Escógelas con cuidado, no te dejaré hacer demasiadas.

-¿Voy a morir?

-Oh, vamos. ¿En serio? ¿Tu primera pregunta es "voy a morir"? ¿Por qué no preguntas algo más interesante? Por ejemplo: ¿por qué haces esto? O ¿por qué a mí?

-No tengo dinero ni familia a quién pedir rescate.

-No estás aquí por motivos financieros -dijo Grimmjow.

-Entonces, ¿por qué estoy aquí?

-Porque eres especial, por eso.

Riruka comenzó a llorar.

-¿Eres…el asesino? –preguntó con voz áspera.

Grimmjow sonrió triunfante.

-¿El asesino? Tendrás que ser más específica.

-¿Eres La Pantera?

-Bien, ya vamos progresando –sonrió Grimmjow, disfrutando el nerviosismo de la chica-. Sí, yo soy La Pantera.

Riruka lo miró con ojos desorbitados y entonces estalló en llanto. Sabía que no había escapatoria. Iba a morir y nada podía impedirlo. Grimmjow le cruzó la cara de una bofetada.

-No llores.

-Por favor, por favor, no me mates, por favor…

-No supliques.

-Déjame ir, te juro que no le diré a nadie. Por favor.

Otra bofetada.

-No supliques.

-De acuerdo, de acuerdo...

-No hables.

Riruka volvió a asentir.

-Piensa. Sólo piensa. Respira hondo.

Riruka obedeció, pero no podía pensar con claridad. Tenía muchas preguntas más que quería formular.

Grimmjow sacó una botella de agua y se la acercó a la boca, permitiéndole dar un pequeño trago únicamente. Limpió una gota de la comisura y le sonrió amablemente antes de levantarse. Recogió su mochila del suelo, la cual había traído mientras la chica estaba inconsciente, y empezó a sacar sus cosas y ponerlas en el piso frente a Riruka, como una especie de ofrenda mortal. Había cinta, una llave inglesa, alambre y algunos trapos. Cuando sacó el cuchillo de caza, Riruka se movió inquieta en la silla, provocando que la soga se tensara más y le enrojeciera las muñecas y tobillos.

-Ahora que sabes quién soy, imagino que sabes lo que va a pasar. Has sido seleccionada entre muchas otras, ¿tienes idea del por qué? –Riruka, llorando en silencio, negó con la cabeza-. Vamos, diviérteme con tus suposiciones.

-No lo sé.

-Haz el intento.

-No lo sé.

Grimmjow la jaló del cabello, obligándola a ver hacia arriba.

-No me obligues a golpearte otra vez.

-No, por favor, no más golpes.

-Eso creí.

La soltó y acarició su cabeza, deshaciendo sus coletas en el proceso y dejando que su cabello cayera por sus hombros y el respaldo de la silla.

-Eres muy hermosa, eso te lo concedo, pero bastante imbécil para ser una chica universitaria. ¿Quieres saber la razón por la que estás aquí? Muy simple: eres escoria, y por lo tanto debes ser borrada de este mundo –Grimmjow se posicionó detrás de ella y se apoyó en sus delgados hombros, susurrándole al oído-. Repite conmigo: soy escoria y merezco ser borrada de este mundo.

Riruka lloró intensamente y forcejeó aún más fuerte.

-¡Déjame ir, maldito bastardo!

Grimmjow soltó una carcajada. Riruka esperó otro golpe que no llegó.

-Eres muy divertida, me recuerdas a mi última víctima. Rukia Kuchiki. ¡Qué pulmones! Pensé que le reventarían de la fuerza con la que gritaba. Seguro la conocías, creo que asistía a la misma universidad que tú.

-¡Auxilio! ¡Alguien ayúdeme! –gritó Riruka, confiando en que algún vecino la escucharía.

Grimmjow le tapó la boca y le lanzó una mirada reprobatoria, y cuando compuso su expresión, Riruka sintió su sangre helada, estancada en sus venas, demasiado tiesa como para circular. Cuando Grimmjow vio que ese movimiento la había calmado, quitó la mano de su boca lentamente y la pasó por su cabello mientras sonreía con sorna al ver a Riruka retorciéndose para tratar de librarse de su agarre.

-Bien, bien, pon resistencia, asústate, ódiame todo lo que quieras. Eso me excita. A excepción de Kuchiki, las otras eran demasiado obedientes.

-Estás enfermo –declaró Riruka.

-¿Sabes algo? No lo niego. ¡Creo que hay algo jodidamente mal conmigo! Podría cortarte en pedacitos y esparcir tus restos por todo el país con tal de no dejar pistas, pero eso sería un maldito dolor de cabeza –su voz sonaba completamente fuera de lugar-. Además, sospecho que no tengo mucho tiempo. Cierta detective estuvo humeando en mis cosas, inmiscuyéndose en mis asuntos... apuesto a que ya sabe quién soy, en estos momentos debe estar buscándome.

Riruka se armó de valor y le escupió en el rostro. Grimmjow se limpió con la manga y sonrió peligrosamente.

-Esto lo pagarás caro –le dio otra bofetada con tal fuerza que le hizo un corte en el labio. Limpió el hilillo de sangre con un dedo y se lo llevó a la boca-. Sólo tienes que repetir lo que dije y te dejaré ir.

Riruka respiró hondo para tranquilizarse.

-Soy escoria...y merezco ser borrada de…este mundo –dijo con voz débil.

Grimmjow soltó una carcajada y le sacudió el pelo como si de un perro se tratase.

-Claro que no te dejaré ir, pero me alegra que al menos reconozcas tu falla.

-Mi novio es policía, y no tardará en encontrarme –lo amenazó.

-¿Eso crees? En serio eres ingenua. Conozco a tu novio, el "agente" Kurosaki. Poco menos que un inútil, si me lo preguntas. ¿Sabes lo que está haciendo en este momento? Está sentado detrás de una pila de papeles tratando de seguir alguna pista para encontrarme. Ni siquiera está enterado de que su linda novia hizo planes para salir con otro chico, ¿verdad?

La vergüenza se instaló en el rostro de Riruka. Desvió la mirada con molestia y contuvo las lágrimas que amenazaban con salir.

-Ni siquiera te ha llamado –concluyó Grimmjow-. Mírate, aquí estás, a merced de un asesino y tú novio ni sus luces. No me sorprende que busques diversión en otros lados.

-No es así –respondió Riruka.

-¿Sabes qué sería grandioso? –preguntó Grimmjow haciendo caso omiso de su comentario-. Ver su reacción cuando encuentre tu cuerpo. No sé si llorará o le dará lo mismo. No tengo nada personal contra él, pero siempre es divertido ver cómo afecta la muerte de una persona al resto del mundo. Podría ir por su padre o sus hermanas, pero tampoco tengo nada en contra de ellos. La detective Inoue, ella sí sería una jugada inesperada. ¿Sabías que tu novio está flechado por esa pelirroja ardiente? No lo culpo, yo también me siento del mismo modo. ¿La conoces?

Riruka negó con la cabeza. Grimmjow suspiró con enfado.

-Busca en tu memoria, Riruka. Cabello anaranjado, ojos grises, cuerpo de diosa… ¿no? Bueno, estoy seguro de que su muerte sí le dolería a tu novio. ¿Crees que le dolería más su muerte o la tuya? Bueno, de igual forma a ella no voy a matarla para hacerle daño a Kurosaki, sino porque tenemos una cuenta pendiente.

-Por favor…déjame ir. No le diré a nadie, lo juro. No quiero morir aquí.

-No puedo dejarte ir, cariño. De hecho, te diré lo que pasa. Tu muerte estuvo planeada desde hace tiempo, sólo que pospuse mis planes porque surgieron algunos inconvenientes. Pero ya no más, ¿no es grandioso? Al fin pude reanudar mi trabajo, lo que más me gusta hacer. Te regalé algunos valiosos días de vida, deberías agradecerme.

Riruka sollozaba en silencio, tratando de ignorar sus palabras.

-De hecho, quiero que lo hagas. Dame las gracias por dejarte vivir más tiempo.

-No lo haré.

Grimmjow suspiró y se recargó en el respaldo de la silla, acariciando el cabello de Riruka. A sus ojos, se veía adorable ahí sentada, totalmente indefensa y a su merced.

-No tienes modales, Riruka. Podría decir que estoy decepcionado pero la verdad es que ya me lo esperaba. Es por eso que te escogí, no me equivoqué contigo. Eres basura y nada más.

Riruka empezó a moverse desesperadamente tratando de zafarse de sus ataduras, las cuales le escocían la piel de las muñecas. Grimmjow la observó en silencio como si quisiera grabar esa imagen en su mente, para la posteridad.

Ignoró los gritos y sollozos de Riruka, se agachó para tomar el cuchillo y acarició el filo casi inconscientemente con el dedo pulgar, disfrutando cada segundo de angustia que veía en los ojos de Riruka. Por un momento vio a Orihime ahí sentada, pero en vez de lloriquear y estar asustada, se mantenía impasible, fulminándolo con ese par de ojos grises, seguramente ideando algún plan de escape o un sermón que estaba destinado a cambiarle la vida a Grimmjow y un montón de sandeces.

-Muy pronto –dijo en voz baja mientras se acercaba.

Continuará...

TuT el fin está muy próximooooooo. No me odien.