Los personajes pertenecen a Masashi Kishimoto bla bla bla :) ya conocen el resto.

Pakkun Pakkun

Así… sin prisas, como quien tiene todo el tiempo del mundo, lenta y perezosamente empujó la pequeña puertezuela abatible para deslizarse al interior de su hogar, una vez adentro se encaminó con gracia en dirección al centro de la sala, dio un pequeño brinco hacia el sofá más próximo y aunque subió dificultosamente, gracias al agarre de sus pequeñas patas sobre la tela maltratada del sillón lo consiguió, dio algunas vueltas sobre su propio eje y se echó plácidamente a tomar la siesta como era costumbre.

-¿Dónde rayos se habrá metido toda la tarde?- Se preguntó el hombre joven de cabellos plateados que sostenía una taza de café humeante.

El pequeño can había permanecido a su lado durante varios años, desde que lo adoptó aquella tarde lluviosa de verano en que lo encontró resguardándose bajo la banca de un parque, raquítico y en condiciones deplorables. Le irritaba pensar que en este mundo existían personas sin corazón capaces de abandonar a su suerte a una criatura tan indefensa, aquellos que abandonaban a sus amigos son basura, era su creencia. Kakashi pasaba demasiadas horas fuera de su hogar, por esa razón nunca había considerado seriamente la posibilidad de tener un perro en casa, dejarle solo por horas no parecía muy justo, aunque había pensado alguna vez en un gato, pero para su gusto los felinos eran seres hasta cierto punto un poco perversos e intimidantes y no deseaba sentirse incomodo su propia casa con la presencia de un gato. De momento decidió no pensarlo demasiado y se apresuró a llevar consigo al pequeño, no ganaría un concurso de belleza pero si uno de ternura, pues le miraba con ojos enormes expectantes llenos de sentimiento. Le dio un buen baño, le alimentó y le colocó un pequeño retazo de tela azul a manera de chaleco que según le pareció combinaba bien con la personalidad del animalito, aquella escena terminó por convencerlo de que tal vez era el momento adecuado para tener un perro.

-¿Cómo te llamaremos?... hum- Meditó unos segundos. – ¿Bobby… te agrada ese nombre?- El can lo miró con extrañeza.

-No… tienes razón no suena para nada bien hum… ¿Qué tal… Pakkun?- Obteniendo esta vez una reacción más positiva de parte del pequeño perro quien movía su colita muy efusivamente y lamia descontroladamente las manos de Kakashi que no pudo evitar sonreír.

–Bien, entonces tomaré eso como un si- asintió.

Kakashi era un hombre de gustos muy sencillos, en lugar de salir con sus amigos e ir de fiesta para sacarse el estrés de los días laborados, el fin de semana prefería pasarse la tarde entera de un sábado en su patio, echado en una silla de jardín leyendo su novela favorita, acompañado de una taza de buen café y tal vez encender algún cigarrillo de vez en cuando, trataba de dejarlo pero era un pequeño placer que se permitía ocasionalmente. Por lo regular a su lado yacía su fiel compañero de cuatro patas, quien correteaba insectos, escarbaba en la tierra o con suerte comía alguna mosca. Vivian en un vecindario bastante tranquilo así que Pakkun gozaba de la libertad que le proporcionaba un acceso solo para él que le permitía entrar y salir de la vivienda a su antojo, ya fuera para merodear en el jardín o sentarse frente al pórtico a esperar el regreso de su amo.

Al inicio de su convivencia tuvieron una serie de incidentes normales para un cachorro como Pakkun, zapatos mordisqueados, sofás orinados, algunos diarios destrozados, nada fuera de lo esperado, sin embargo con el tiempo ambos se adaptaron a los hábitos del otro, Kakashi aprendió a mantener fuera del alcance del canino todos los objetos valiosos o de importancia, tales como su preciosa colección de novelas y por su parte Pakkun se volvió menos enérgico y comenzó a tomar más siestas.

Él era un hombre en extremo disciplinado y comprometido con su trabajo al punto que la empresa en la que se desempeñaba como asesor en sistemas de seguridad se vio obligada a presionarlo para que tomara las semanas correspondientes de vacaciones que había estado postergando desde hacía dios sabe cuánto. Así que muy a su pesar se vio con dos largas semanas de tiempo libre para él solo, demasiado para una persona como él acostumbrado a vivir en el trabajo. Así que ahí estaba él con un mundo de posibilidades y sin saber qué hacer, supuso que lo mejor sería descansar después de todo de eso se trataban las vacaciones, que mejor que hacer lo que más le gustaba en el mundo y sumergirse en la lectura de su Icha Icha Paradise.

Ese día en teoría, había poco que pudiera distraerlo de su lectura sin embrago no pudo evitar percatarse de cierta ausencia, para esa hora del día Pakkun ya habría arrancado las hierbas del jardín, dado fin a una decena de desafortunados bichos y cavado por lo menos un par de agujeros como mínimo o bien mordisqueado sus sandalias. Pensó que seguramente se encontraría durmiendo la siesta o explorando algún patio vecino del cual más tarde llegarían las quejas y hasta tal vez alguna factura por alguna cosa rota, así que ignoró el hecho de que su compañero no se encontrara en los alrededores y continuó disfrutando de su novela, el tiempo vuela cuando uno hace lo que le gusta.

El sol comenzaba a ponerse, los mosquitos comenzaban a fastidiar y no tenía sentido permanecer ahí, no era sencillo leer con cada vez menos iluminación y su vista no era la que tenía cuando era adolescente, así que sumaban razones para entrar a la casa. Descalzó sus pies y comenzó a recorrer cada rincón del primer piso sin rastro el can, miro de reojo el plato donde habitualmente le dejaba servido su alimento y para su sorpresa estaba casi intacto lo cual era muy inusual porque su compañero era de muy buen comer, le entró un poco de preocupación puesto que no tardaba en anochecer, siendo un barrio seguro aparentemente no habría de que mortificarse pero Pakkun no tenía por costumbre tener ausencias tan prolongadas o al menos eso creía él; así pasaron un par de minutos hasta que al fin el sonido de la puertezuela abatible agitándose alertó a Kakashi. Así sin más, quitado de la pena el pequeño perro saltó al sillón, se giró sobre sí e ignoró a su amo monumentalmente.

-Hey amigo, estaba preocupado por ti… ¿dónde te has metido toda la tarde?- Se sentó junto a él y le acarició, obviamente no esperaba respuesta del perro, pero si algún indicio que le diera alguna pista sobre su paradero durante el día, dejándose acariciar Pakkun soltó un largo bostezo y fue entonces que Kakashi obtuvo la primera pista.

-Eso que huelo en tu aliento de perro es… ¿anko?- preguntó con desconcierto.

Ahora se encontraba más que intrigado, recién había notado que el plato del alimento estaba casi sin tocar y si la memoria no le fallaba recordaba haberlo llenado un par de días atrás, Pakkun no parecía haber bajado ni un solo gramo de peso, por el contrario estaba un poco más gordo de lo que recordaba por lo tanto que estuviera mal nutrido no parecía una causa probable, lo rodó patas arriba revisándolo por aquí y por allá buscando un rastro de herida o enfermedad, Pakkun por supuesto se dejaba hacer. El olor a comida le hizo regresar a la hipótesis más obvia, el animal estaba robando comida de algún sitio y él averiguaría de donde, no podía permitir que su fiel compañero cayera en la deshonestidad de robar comida, la gente pensaría que era un mal dueño por no satisfacer las necesidades más básicas de su amigo; se prometió encontrar respuestas. Lo que más le volaba los sesos en ese momento era el hecho de que él le proporcionaba diariamente el alimento suficiente, así que no había motivos para comer en otro lugar, mucho menos para robar.

-Pequeño rufián… ya verás.- Murmuró, mientras rascaba vigorosamente la pancita del can.