Disclaimer: Ladybug no me pertenece.

[Desleales]

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Tres años antes.

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Mi lady, me haces la persona más feliz del mundodijo Chat Noir mientras apretaba la mano de Ladybug contra su pecho.

No seas exagerado, gatito respondió Ladybug mientras dejaba salir una suave risa.

Marinette dio un paso hacía adelante, sin despegar su mirada de los ojos verdes de Chat Noir. Ella sabía que estaba perdida, el rostro de su compañero y su mirada ilusionada era lo único que podía ver. Habían sido amigos por casi tres años, y los sentimientos entre los dos habían cambiado mucho.

Dímelo nuevamente, mi Lady, di que me amasPidió Chat Noir mientras envolvía la cintura de Marinette entre sus brazos. Ella dejó que la abrazara, se sentía casi maleable entre sus manos, mientras que un profundo beso llenó el ambiente de ilusión. El futuro era incierto, pero la esperanza era tal que casi podía palparse.

Te amo gatitodijo Ladybug.

Yo también te amo, mi Lady, y lo haré siempredijo Chat Noir quien selló aquella promesa con un nuevo beso en los labios. Y allí, en uno de los tejados de París, fue en dónde todo comenzó, con la torre y las luces nocturnas como sus únicos testigos. Marinette Dupain esperaba firmemente que la promesa que juntos hicieron aquel día, duraría para siempre.

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Tres años después

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— Estoy exhausta — comentó Marinette mientras se dejaba caer al lado de una de las vigas de una fabrica abandonada en uno de los extramuros de la ciudad. Marinette hubiera deseado encontrarse en cualquier otro sitio, menos en aquel depósito a medio caer, en el que podían oírse las ratas esconderse, mientras que una torrencial lluvia caía sobre el techo de zinc.

— Lo sé, yo también lo estoy— respondió Chat Noir. Marinette quería decirle algo, lo que fuera, pero las palabras no parecían brotar de sus labios. En cambio, ella decidió quedarse allí tendida en el piso con expresión derrotada, mientras que sentía que un abismo enorme los separaba. Sinceramente, Marinette no se creía capaz de cumplir con la promesa que le hizo a Chat Noir tres años antes. Se suponía que no había fuerza más fuerte que el amor, pero los cuentos de hadas debían estar completamente equivocados, pues cada día que pasaba les era más difícil sobrellevar aquel estilo de vida.

— Quiero marcharme a mi casa, necesito un baño urgente— dijo Chat Noir.

— Pensé que pasearíamos juntos después de terminar la patrulla. — contestó Marinette contrariada.

— Eso era antes de que un enorme monstruo sobrenatural nos atacara con sus poderes y me lanzara a un deposito de basura— respondió Chat Noir.

— Entonces, podemos decir que este es el fin de nuestra romántica velada— dijo Marinette mientras se cruzaba de brazos por la frustración— magnifica forma de terminar nuestra noche, entre ratas y viejos contenedores de desperdicios.

— Bien, podríamos terminar mejor, podríamos ir a mi casa, ducharnos juntos, hacer el amor como una pareja normal, y dormir en nuestra cama como una pareja normal, si no fuera porque tú no quieres hacerlo. — contraatacó Chat Noir con resentimiento.

— Ya hemos hablado sobre esto, Chat Noir— dijo Marinette poniéndose de pie, y sintiéndose tan furiosa, que olvidó su cansancio — tenemos una obligación con París, debemos proteger nuestras identidades.

— En ese caso, mi Lady, no sé cómo podremos solucionar esto, no sé como darte lo que tu quieres, si tu no me lo permites. — dijo Chat Noir quien también se puso de pie frente a Marinette.

— ¿Yo no te lo permito? — preguntó Marinette quien estaba al borde de las lágrimas por la frustración— Tu eres el que siempre quiere salir corriendo en cuanto terminamos de hacer nuestro trabajo. Tu no quieres pasar tiempo conmigo.

— Sé que te es difícil creerlo, Ladybug— gritó Adrien quien había subido su tono de voz de misma forma en la que lo hacía Marinette. — pero yo tengo una vida muy ocupada por fuera de este traje de gato, y no te incluye. — concluyó. Marinette se quedó mirándolo con los ojos vidriosos. Ella luchó con todas sus fuerzas por no desmoronarse en aquel lugar, mientras trataba de asimilar lo que Chat Noir había acabado de decirle.

— Lo lamento mucho, mi Lady, sé que lastimé tus sentimientos, yo…

— Tu quieres a alguien más— aseguró Marinette mientras lo observaba con la mirada perdida.

— ¿Qué? — preguntó Chat Noir alarmado— eso no es cierto, mi Lady, nunca podría hacerte algo como aquello— dijo mientras la tomaba por los hombros.

— Tu no me quieres — repitió Marinette.

— Eso no es cierto— dijo Chat Noir en un murmullo, pero Marinette lo apartó bruscamente, estiró su yoyo y partió de allí, mientras que su compañero que quedaba completamente solo en aquella bodega, hasta que vio que un par de minúsculos ojos lo observaban.

— Ugh.. que asco, odio las ratas— murmuró para sí mismo.

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Adrien se levantó muy adolorido. Ladybug había creído que su molestia tan solo era una excusa para no quedarse con ella luego de haber terminado una misión. Pero, lo cierto era que las heridas aún le dolían. Adrien debió quebrar un par de botellas de vidrio en aquel basurero, pues tenía unas feas cortaduras en la parte baja de los brazos y en la espalda.

Le hubiera gustado mostrarle sus heridas a Ladybug, para que ella le creyera, pero no había forma de hacer algo como aquello. Él no podía quitarse el traje de Chat Noir tan fácilmente como hubiera querido. Adrien cerró la puerta del gabinete del baño bruscamente, tanto, que el vidrio se sacudió ante el fuerte golpe y amenazó con romperse. Le frustraba no poder hacer nada normal con su novia, le frustraba no poder amarla como lo haría una persona normal, besarla, o hacerle el amor en su cama. En vez de ello, tenían que conformarse con aquellas citas frías y aburridas en lo alto de edificios.

Él aún recordaba los primeros meses de su noviazgo, cuando ellos dos aún encontraban completamente romántico compartir aquellas vistas panorámicas en compañía de la suave brisa de verano. Pero, el invierno llegó, y la brisa se convirtió en una fría tempestad, a Chat Noir le hubiera gustado entonces llevarla a su casa, tener una cita, pero nada de aquello sería posible. Probablemente, lo más triste de todo, sucedió dos semanas atrás cuando Ladybug calló en cuenta de qué si seguían con aquella relación, jamás podrían casarse, ni tener hijos, y mucho menos vivir juntos como una pareja normal. Ella no dijo nada en aquel momento, pero Adrien la conocía lo suficiente como para saber que aquello abriría un agujero irreparable entre los dos.

— Mierda— murmuró Adrien ante el espejo mientras atravesaba su diminuto apartamento hasta su automóvil.

Adrien Agreste estaba furioso consigo mismo. Él sabía que el primer día de sesión siempre era el más atareado. Todos llegaban temprano, desde los fotógrafos hasta los asistentes, y él no quería ser aquella "diva" que perturba el trabajo con su tardanza. Adrien apenas tomó una tostada, pero esta se partió en dos antes de que pusiera a andar el motor. Él tendría que conseguir algo de comida después. Media hora más tarde, Adrien se encontró a sí mismo en el set, uno de los tantos museos de la ciudad, hubiera llegado antes, pero se confundió de calle y de museo.

Él saltó del automóvil a toda velocidad, y entró al recibidor, el cual se encontraba decorado con una fina alfombra roja y todos los equipos del set regados por doquier. De repente, Adrien levantó la mirada y vio una especie de visión. Era ella, la misma chica que por mucho tiempo consideró su "amor juvenil". Adrien había estado enamorado de Ladybug desde que la conoció. Desafortunadamente, casi al mismo tiempo, tuvo la suerte de toparse con Marinette Dupain Cheng, una chica de su clase, que fue capaz de hacerlo dudar de su amor por la heroína en más de una ocasión.

— ¡Marinette! — llamó Adrien mientras se acercaba a la chica quien sostenía una planilla en sus manos y hablaba con los asistentes de fotografía. Ella se veía casi tan adorable como la recordaba, con un vestido azul oscuro corto, y su cabello peinado en un moño alto que resaltaba el aspecto casi angelical que tanto le había llamado la atención.

Adrien se acercó a ella con una sonrisa en el rostro, mientras trataba de sacarse de la cabeza todos los malos pensamientos que trajo a su mente. Después de todo, su corazón le pertenecía a Ladybug, siempre había sido así, y siempre lo sería. Adrien nunca se había planteado la idea de traicionar a la heroína, no importaba cuán mal fueran las cosas, ni cuantos artículos leyera en las redes sociales acerca de su homosexualidad, o cuantas hijas de banqueros y comerciantes le presentara Gabriel Agreste. Él sabía donde estaba su cariño y era así cómo debía quedarse.

— Hola Adrien, tiempo sin verte— respondió Marinette de una manera casi tímida, mientras apretaba la planilla contra su pecho. Adrien le sonrió amablemente. Ella parecía tan encantadora como la recordaba.

— Desde la graduación— respondió él. — supongo que aún sigues en a universidad.

— Sí, estoy por terminar— dijo ella.

— ¿Desde hace cuanto trabajas en l'étoile? — preguntó Adrien haciendo referencia a la firma de moda que llevaba a cabo aquella sesión.

— Solo desde hace un par meses — dijo Marinette. — es algo temporal pero será muy bueno para mi curriculum.

La conversación no era fluida ni despreocupada como Adrien la había planeado, se notaba que el tiempo había pasado entre los dos, y estaba comenzando a producir efecto.

— Lo mejor será que sigamos al salón, hay que comenzar— dijo la chica.

— Por su puesto— respondió. Adrien no podría ser el modelo más apasionado por el oficio, pero sabía mejor que nadie que se podía hacer un buen dinero al tener una apariencia como la suya, y si quería conseguir librarse permanentemente de su padre, debía seguir trabajando para nunca necesitar de su dinero.

— Vamos, Adrien, ponle un poco más de ganas, todos queremos irnos a casa— dijo el fotógrafo. Adrien trató de concentrarse mientras sentía que el cuero de aquel traje le apretaba por todas partes. Sinceramente, él no sabía quien querría ponerse una porquería como aquella.

— ¡Perfecto! — exclamó el fotógrafo mientras bajaba su cámara. Adrien se moría de hambre, no había comido más que el pedazo de su tostada que sobrevivió a la caída y dos tazas de café sin crema que le dio Marinette.

— Hey, Marinette— la llamó Adrien mientras todos recogían sus pertenencias. — ¿quieres salir conmigo a comer algo? — preguntó Adrien quien francamente se sentía famélico.

— ¿Yo? — preguntó Marinette quien parecía completamente sorprendida— s-si claro, me encantaría — dijo la chica.

Adrien encontró aquel tartamudeo completamente encantador. Una parte de su cerebro, sabía que él estaba jugando con fuego, que en sus acciones había algo terriblemente peligroso, pero, la otra, fue más fuerte y se dijo que no era así, que aquello no era más que una invitación amistosa a cenar, entre dos viejos conocidos de colegio.

— Encontré un restaurante que te encantará— comentó Adrien alegremente mientras que guiaba a Marinette a su automóvil.

— Me encanta todo lo que se pueda comer— comentó Marinette alegremente.

— Y a mí me encanta tu actitud— contestó Adrien.

La conversación fue complicada e incómoda al principio. Adrien no tenía ni la menor idea de qué decir, su experiencia con las mujeres era prácticamente nula, pues la única novia verdadera que había tenido era Ladybug, y las chicas que le presentó su padre ni siquiera se podían contar dentro de esta categoría. Sin embargo, no se necesitó más que un par de copas de vino para que Marinette y Adrien se relajaran.

— No puedo creer que ella te hubiera hecho algo como aquello— dijo Adrien al enterarse de una de las peores bromas que Chloe le jugó a Marinette durante su último año de escuela. — ¿Por qué nunca dijiste nada? — preguntó.

— Ya era bastante humillante haber sido dejada en la mitad del pasillo de las duchas del estadio, sin ropa, y con el terrible presentimiento de que el equipo completo de natación podría verme— dijo Marinette molesta. — fue una suerte que Mylene y Alix me rescataran.

— Chloe tenía serios problemas— dijo Adrien mientras tomaba un poco de su copa de vino.

— ¿Qué has hecho durante estos tres últimos años? — le pregunto Marinette a Adrien.

— Nada especial, estudiar, trabajar, lo mismo de siempre— respondió Adrien quien se deprimió un poco al pensar en lo estancado que se sentía con Ladybug, pero un rayo de esperanza nació allí, en la sonrisa de Marinette. Adrien se sintió culpable, y rápidamente recordó todas las dudas que la heroína tuvo antes de iniciar su relación, y como todas sus predicciones se estaban convirtiendo en realidad.

— ¿Qué hay de ti? ¿algo especial en tu vida? — preguntó Adrien.

— Me gusta mi trabajo, en l'étoile, eso es especial. — respondió Marinette encogiéndose de hombros. Adrien le dirigió una sonrisa.

— Sí, es muy especial.

Adrien no supo cuanto tiempo permanecieron allí, lo que sí sabía es que el local cada vez parecía menos un restaurante de clase y se veía como un sitio para disfrutar de un buen trago. Marinette tampoco parecía tener intención de querer marcharse, y él no era nadie para forzarla hacerlo. Finalmente, Adrien se atrevió a pronunciar las palabras que tanto había temido.

— Ven conmigo— dijo él antes de besarla en los labios mientras él acercaba su silla a la de ella. Marinette se sonrojó. Lo cierto era que ninguno de los dos era un niño, aquella inocencia propia de la escuela ya no estaba. Los dos eran adultos, y sabían perfectamente las implicaciones de todo aquello. De repente, Marinette asintió, muy lentamente. Ella le dio su consentimiento, y eso era todo lo que él necesitaba.

— Vamos— dijo Adrien tomándola de la mano. Él pagó la cuenta, y ambos fueron hasta en la entrada, donde había un taxi esperándolos. Adrien pensó muchas cosas en aquel instante, cómo que no tenía cambio para pagar el vehículo, o que tendría que recoger su propio automóvil el día siguiente, pero nada lo llenó de pánico como sentir el cuerpo cálido de Marinette junto a él.

Adrien no dijo palabra alguna, solo pasó su brazo por encima de los hombros de Marinette y le besó la frente. Él pudo ver al chofer dirigirles una mirada curiosa, pero prefirió ignorarlo y enfocarse en la persona a quien tenía a su lado. Para cuando llegaron al apartamento, para Adrien fue claro que la decisión había sido tomada, y no había ni una pizca de arrepentimiento.

Esta vez, fue Marinette la que tomó su mano y lo guió al interior del edificio. Adrien ni siquiera se enteró de como logró subir al ascensor, aunque para ser justo, él no se encontraba tan embriagado como para achacarle la culpa a los efectos del alcohol. Adrien dio un paso adelante, y acorraló a Marinette contra la pared del elevador, como era de esperarse, ella no puso ninguna resistencia, solo lo besó en los labios.

Puede que Adrien no estuviese embriagado, pero la suavidad de sus labios y el aroma de su perfume lo estaban comenzando a sumir en un extraño estupor. Adrien recordó sus escasos encuentros con Ladybug, como siempre tuvieron que ser en sucias fabricas abandonadas, sin siquiera poderse quitar completamente la ropa que había de por medio. Aquellas no fueron ocasiones felices, todo lo contrario, él sabía que los dos quedaban con un mal sabor en la boca, el de saber que nunca podrían tener una vida normal.

Pero, allí se encontraba con Marinette Dupain, su antigua compañera de colegio, la misma chica que con sus labios sonrosados, dulzura y carisma desbordante, lo había hecho dudar durante sus años de adolescencia, y que ahora lo tenía a punto de echar por la borda una relación de tres años, con la que se prometió que sería la mujer de su vida.

— Marinette— suspiró Adrien antes de volver a besarla en los labios.

— Adrien— respondió Marinette. Aquella sencilla palabra fue casi como una llamada incitándolo a que continuara, por lo que volvió a sumirse en aquel beso, mientras que con ambas manos sostenía el mentón de Marinette.

— Buenas noches— dijo uno de sus vecinos mientras entraba al ascensor. El señor Moulin no tenía la menor vergüenza, y no le importó que los estuviera interrumpiendo. Es más, Adrien sabía que él constantemente comentaba acerca de Adrien, de cómo era un solitario, pues no parecía tener ninguna clase de amigo, novia, ni nada por el estilo, por lo que aquel espectáculo debía satisfacer su curiosidad.

— Este es nuestro piso— dijo Adrien quien tomó la mano de Marinette y la sacó de allí— buenas noches.

— Buenas noches— respondió el hombre.

— Lamento de haberte avergonzado— se disculpó Marinette.

— No te preocupes, por lo menos ya no harán apuestas acerca de por qué no salgo con nadie— dijo Adrien — cuando eres un modelo famoso, la gente espera que tenga cierta clase de vida, desafortunadamente, yo no tengo interés en complacer a nadie, por lo que he tenido que acostumbrarme a las habladurías— dijo el muchacho mientras sacaba la llave de su apartamento.

— Adrien, espera— dijo Marinette quien lo detuvo antes de que pudiera tomarla por la cintura y llevarla al interior de la habitación.

— ¿Qué sucede? — preguntó Adrien quien se quedó inmóvil con las manos en la cintura de Marinette, preguntándose que pudo haber hecho para molestarla.

— Lo lamento, yo olvidé mencionarlo, yo tengo un novio, él…

— Yo también tengo novia — dijo Adrien sin siquiera pensar en lo que hacía.

— ¿Qué? — preguntó Marinette.

— Yo tengo novia, esa es la verdad, pero nuestra relación es un desastre, tenemos que mantenerlo todo en secreto, no tenemos futuro, y ella ni siquiera confía en mí, cree que estoy saliendo con alguien, pero eso no es verdad. Marinette, tu eres la primera con la que yo siquiera he pensado en…

— Creo que será mejor que me vaya — dijo Marinette algo contrariada.

— Por favor, no te molestes conmigo— pidió Adrien.

— Yo no tendría derecho a hacerlo. No tengo derecho a juzgarte— respondió Marinette. — yo tampoco debería estar aquí contigo, aunque también estoy pasando por una situación algo parecida.

— ¿Te quedarás? — preguntó Adrien con anticipación.

— No creo que sea una buena idea— respondió Marinette.

— No, no lo es— dijo Adrien

— Buenas noches, Adrien— se despidió Marinette quien se dio media vuelta y volvió al ascensor.

— Buenas Noches— respondió— ¡Marinette! ¿no deseas esperar a que llame un taxi? — preguntó Adrien. Pero ella tan solo negó con la cabeza mientras las puertas metálicas del elevador se cerraban frente a ellos.

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Marinette llegó a casa con una sensación amarga en la boca. Adrien Agreste siempre le gustó, pero de ahí a ser infiel con un amigo a quien no había visto en años, había una gran diferencia. Marinette se lavó la cara y comió algo, pensando que probablemente todo había sido culpa del alcohol, pero ella sabía la verdad. Todo lo hizo de una manera lúcida y completamente real.

Al día siguiente, Marinette llegó a trabajar como si nada hubiera sucedido. Ella tenía suerte de que las sesiones no duraran más que una semana, tras lo que no tendría que volver a ver a Adrien, y podría a darle la cara a su gatito. Marinette se enfundó en su mejor vestido, un traje negro y corto de falda amplia. Ella se estaba esmerando en su apariencia, y ni siquiera sabía por qué, si se suponía que no deseaba volver a llamar la atención de Adrien. A pesar de lo anterior, Marinette pintó sus labios a la perfección, y se peinó como raras veces lo hacía.

— Hola, Marinette— la saludó una de sus colegas— luces bien hoy ¿Quién es el afortunado? — bromeó la chica.

— No hay ningún afortunado, ¿es qué acaso no me puedo arreglar sólo para complacerme a mí misma? — preguntó Marinette mientras tomaba un vaso de plástico y servía una taza del café de la mesa de bocadillos.

— Que sensible estás hoy — contestó su compañera quien la imitó.

— Buenos días, señoritas— dijo Adrien quien se acercó y sirvió otra taza de café. — ¿Podrías pasarme la crema instantánea, Marinette?

—¿Ustedes se conocen? — preguntó la chica dedicándole una significativa mirada a Marinette.

— Sí, Marinette y yo fuimos compañeros de colegio, ¿no es así Marinette? — preguntó Adrien.

— Sí— respondió ella con la garganta seca.

— Si me disculpan, tengo que marcharme, los maquilladoras ya están aquí— dijo Adrien quien tomó su café de golpe y se alejó del grupo.

— Así que sólo te vistes para ti… — murmuró la chica.

— Es una larga historia— respondió Marinette quien se apresuró a volver a su trabajo.

No solo la historia era larga, pues el día también fue completamente interminable para Marinette, quien a pesar de que no paró de moverse, sintió la mirada constante de Adrien sobre ella. Él tenía una forma particular de observarla, pues bien pareciera que estuviera cumpliendo su papel, actuando en el rol que la sesión de fotos le asignó, pero al mismo tiempo, se veía como si todas esas miradas sugestivas y algo mal intencionadas fueran sólo para ella. Marinette no podía recordar la última vez que alguien la hubiera mirado así, y aún más importante, no podía recordar la última vez que Chat Noir lo hubiera hecho.

Las interacciones con su gatito siempre fueron de una descarada coquetería, mientras que todo lo que ella podía hacer frente Adrien Agreste era el ridículo, pero ahora parecía que los papeles se hubieran invertido. Habían pasado varios meses desde que dejó que Chat Noir la tocara por última vez, pues ella no se veía a medio vestir y haciendo el amor en una sucia fabrica infestada de ratas. Por más que ellos dos se quisieran, la situación era insostenible. Marinette sabía que pronto comenzaría a desear una familia, y tenía la impresión de que él también quería lo mismo, por lo que su relación era una bomba de tiempo, que amenazaba con explotar más rápido por cuenta de Adrien, sus sugerentes miradas y dulce voz.

— Dime que irás a almorzar conmigo — pidió Adrien mientras tomaba su muñeca y la detenía antes de que ella pudiera dejar la locación.

— Adrien, ya te lo dije, tengo novio, y hasta donde yo sé, tu también tienes una novia — respondió Marinette.

— Sólo es un almuerzo, somos amigos, no tiene porqué terminar en lo mismo de ayer, solo vamos a comer — insistió Adrien. Marinette sabía a la perfección que aquello era como tener un arma en casa y pretender que no se planea dispararle a alguien con ella.

— Sí, vamos a almorzar — respondió ella dedicándole una sonrisa.

Marinette se sintió casi liberada. Era maravilloso poder hablar con él sin temer revelar mucha información, caminar por la calle y compartir sus gustos y comentarios acerca de lo que los dos solían hacer en su tiempo libre.

— Nunca me acabé de creer que tu fueras la elegida para diseñar la carátula de Jaged Stone— dijo Adrien.

— Yo tampoco— respondió Marinette sonriendo— fue extraño, porque su productor quería algo así como un anuncio de perfume, pero no parecía ser su estilo.

— Escuché que hicieron una película acerca de la vida de Jaged, ¿Quieres ir a verla? — preguntó Adrien emocionado.

— Adrien— murmuró Marinette mientras se re acomodaba el flequillo — los dos sabemos que no es buena idea.

—¿Por qué? ¿acaso tu maravilloso novio te llevará a verla? — preguntó Adrien sarcásticamente. — te diré algo: estoy seguro de que si le digo a mi novia que vayamos, dirá que me he vuelto loco, que no podemos salir juntos en público, que nadie debe enterarse de nuestra relación, y lo único que yo quiero es ver una tonta película con ella mientras compartimos un bote grande de maíz inflado.

— Yo puedo compartir un bote grande de maíz inflado contigo, Adrien— dijo Marinette.

— ¿Con caramelo?

— Prefiero el queso fundido.

— Por favor, todo menos el queso. Estoy harto del queso— respondió Adrien, por lo que Marinette le sonrió.

— Caramelo será.

Marinette aceptó ir con Adrien al cine después del trabajo. Ella no podía creer que encontrarse en aquel lugar con Adrien fuera una experiencia tan liberadora. Marinette había escuchado experiencias de sus amigas en las que se quejaban una y otra vez de que sus relaciones no tenían futuro, pues se habían sumergido en una interminable rutina. Sin embargo, ella hubiera dado cualquier cosa por tener aquello con Chat Noir, poder llevar una relación como la que le ofrecía Adrien, sin secretos ni miedo.

— ¿Qué sucede? — susurró Adrien quien notó que Marinette lo miraba con atención a la mitad de la película.

— No tienes ni la menor idea de cuanto estoy disfrutando de esta película— murmuró Marinette. Adrien tomó su mandíbula firmemente y la besó en los labios. Marinette disfrutó del placer culpable que le produjo aquel beso. Él era tan dulce y delicado como lo hubiera sido Chat Noir en otro tiempo.

— Debes haber utilizado esta técnica con cientos de chicas. — dijo Marinette re acomodándose en su asiento.

— Solo he salido con mi novia y contigo. Ninguna otra persona me ha interesado— confesó Adrien. Después de aquello, Marinette se quedó en silencio durante toda la película, no tenía la menor idea de qué decir o hacer. Ella tampoco se había planteado la posibilidad de terminar con Chat Noir por ningún otro hombre.

Marinette y Adrien dejaron el cine y caminaron juntos por un rato. Marinette cerró los ojos por un breve instante para disfrutar de la brisa de verano que corría a aquella hora del día.

— ¿Puedo llevarte a tu apartamento? — preguntó Adrien de repente. Marinette sabía muy bien acerca de la insinuación que escondían aquellas palabras.

— Adrien, lo qué tu y yo hacemos no está bien — respondió.

— ¿Y si yo me encontrara libre, estaría entonces bien? — preguntó Adrien.

— Sí. — dijo Marinette. Ella no fue consiente del efecto que tuvieron aquellas palabras, pues no solo significaba abrirle las puertas a algo nuevo con Adrien, sino aceptar la derrota y el fracaso que fue su relación con Chat Noir.

— Marinette… — suspiró Adrien, quien rodeó su cintura y la besó en los labios. Le correspondió el beso de una manera apasionada. Se sentía bien ser querida nuevamente, que entre los dos no mediaran máscaras ni mentiras, y ella iba a aprovechar cada minuto.

— Te juro que es la primera vez que hago algo tan desconsiderado— murmuró Adrien en los labios de Marinette. La cercanía creó una especie de estupor entre los dos, mientras que ella disfrutaba de la sensación de los brazos de Adrien que la rodeaban.

— Yo nunca tampoco había hecho algo como esto— murmuró Marinette.

Ella no entendió cómo Adrien logró encontrar la concentración necesaria para conducir de vuelta al apartamento de Marinette. Ni el autocontrol para no besarse desde el mismo momento en que pusieron un pie en el lobby.

Para Marinette, lo más terrible de aquel asunto fue que ella no volvió a pensar en Chat Noir mientras pasaba la noche con Adrien. Solo existía él, y aquella amable sonrisa que la había conquistado cuando aún era una niña, y qué seguía teniendo el mismo efecto en ella. Marinette se sorprendió al darse cuenta de lo parecidos que podían resultar los dos hombres de su vida. Los dos parecían tener las mismas costumbres cariñosas pero algo desesperadas, cómo si con cada caricia le dijeran que necesitaban todo el amor que ella les pudiera dar.

Marinette sabía que Adrien había perdido a su madre y tenía una relación muy difícil con su padre. Pero, no sabía nada de su pobre gatito, por lo que con el pasar de los años, Marinette tuvo que ingeniar la manera de ayudarle sin siquiera saber cual era realmente el problema.

— Adrien — suspiró Marinette mientras le acariciaba la mejilla. Adrien se re acomodó entre sus piernas, pero no fue sino hasta que todo hubo terminado que ella realmente fue consiente de lo que había hecho. Marinette no quiso pensar más, y se dejó vencer por el sueño.

Cuando despertó, Marinette no sólo no encontró a Adrien, sino que recordó que tenía que hacer patrullas con Chat Noir. Marinette miró el reloj de su celular, tan solo era media noche, y su compañero llegaría a partir de las once, por lo que si tenía suerte, él podría haberla esperado. Sin embargo, ella trató de evitar pensar en el hecho de que Adrien la había abandonado. Él ni siquiera se había tomado el trabajo de despedirse, mientras que ella había echado todo por la borda sólo por una ilusión que resultó completamente vacía.

Marinette puso aquellos malos sentimientos y las lágrimas a un lado, se dirigió a la sala y buscó a Tikki para que la trasformara. La kawmi no le dirigió la palabra, y Marinette entendió que no debía presionarla. Ella había traicionado la confianza de Chat Noir, le fue desleal y no sabía como podría enfrentarlo. Rápidamente, ella atravesó la ciudad hasta el tejado que ambos eligieron como punto de encuentro.

— Lamento la demora, gatito— dijo Marinette quien apenas podía articular las palabras para que la culpa no se filtrara a través de ellas.

— No te disculpes, Mi Lady— respondió Chat Noir. Él solo tuvo que decir aquello para que Marinette entendiera que algo estaba pasando.

— ¿Qué sucede? — preguntó Marinette.

— Mi Lady, yo… yo tengo que hablar contigo— dijo Chat Noir vacilante.

—¿Qué sucede? — repitió Marinette quien quería evadir todas aquellas formulas innecesarias e ir directamente al punto.

— Yo he estado pensando, las cosas entre los dos ya no…

— ¡Al punto, Chat Noir! — dijo Marinette quien estaba perdiendo la paciencia.

— Creo que debemos terminar, Ladybug. Los dos sabemos que esto no está funcionando — dijo Chat Noir en un solo suspiro. Marinette contuvo el aliento, ella sabía que aquello era inminente, pero una cosa era saberlo, y otra muy diferente sufrirlo.

— ¿Por qué? — preguntó Marinette mientras sentía que los ojos se le humedecían.

— Tu sabes porqué, esto no funciona, y hace poco me reencontré con una vieja amiga…— Chat Noir no tuvo que terminar la frase para que Marinette supiera hacía donde iba todo aquello. Ella se cubrió el rostro con las manos.

— Lo lamento tanto, mi Lady— dijo Chat Noir acongojado, quien corrió hacía su lado y la abrazó suavemente.

— No lo hagas, Chat Noir, no lo lamentes por mi, yo no merezco que le digas que no a esta relación, no después de lo que he hecho— lloró Marinette. Chat Noir la soltó de inmediato.

— Yo tampoco estoy libre de culpa, mi Lady— dijo Chat Noir seriamente. — espero que seas feliz con él, Ladybug— murmuró su compañero de equipo dedicándole una sonrisa melancólica.

— No, Chat Noir. Él no vale la pena, me abandonó— dijo Marinette quien le devolvió la sonrisa a chat. Después, ella dio un paso adelante y tomó las manos de su compañero de equipo impidiéndole hablar, ya que él había abierto la boca para decir algo— quiero que vuelvas con tu chica, y seas muy feliz con ella. Los dos sabemos que mantener una relación como esta es completamente imposible.

— Gracias Ladybug— respondió Chat— realmente no hubiera querido que todo esto terminara así.

— Terminamos bien para lo que he visto en otras parejas— respondió Marinette— pero no creo que me encuentre de humor para hacer rondas esta noche.

— Yo tampoco— murmuró Chat Noir.

— Entonces, lo mejor sería volver a casa.

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Cuando Adrien se encontró nuevamente en el refugio de su habitación. Él se recostó sobre la puerta cerrada y se dejó caer hasta el suelo de madera, mientras que un espíritu negro en forma de gato emergía de su bolsillo.

— Deberás, no entiendo a los humanos— dijo Plagg— pasaste años persiguiéndola, y cuando finalmente la consigues decides que no la quieres.

— No es que no la quiera, Plagg. Yo la amo, pero no va a funcionar, no podemos tener nada de lo que deseamos mientras estemos juntos— murmuró Adrien.

— Ahh… — suspiró Plagg— siempre es lo mismo con los Chat Noirs y las Ladybugs. Algunos son lo suficientemente inteligentes para terminar juntos, y otros terminan como ustedes.

— ¿Cómo nosotros? — preguntó Adrien — ¿me estás tratando de decir que no siempre consiguen estar juntos?

— No — respondió Plagg — parecen hechos el uno para el otro, pero al final te salen con una historia como la tuya, con todo el asunto que no pueden estar juntos.

Plagg voló al otro lado de la sala de estar, mientras que Adrien caminaba lentamente hasta su cuarto y se dejaba caer pesadamente sobre su cama sin siquiera tomar el trabajo de cambiarse la ropa. Adrien se levantó con un sabor amargo en la boca y sintiéndose completamente sucio y cansado, casi cómo si hubiera pasado la noche en vela. Los recuerdos del día anterior se habrían paso por su mente. La mirada dulce e ilusionada de Marinette, así cómo las lágrimas de Ladybug.

Adrien odió a quien fuera capaz de herirla. Aquel sujeto no tenía la menor idea de cuanto habría dado él por estar en su lugar, por ser la persona a quien ella pudiera querer en su vida de civil. Pero, los dos habían tomado una decisión, y por difícil que fuera debían afrontar las consecuencias. A él también le hubiera gustado enfadarse con Ladybug, pues ella también lo traicionó, después de que el mismísimo Adrien hubiera pasado meses convenciéndola de que él no la engañaba con alguna mujer.

— ¿Quién sabe desde cuando salía con aquel sujeto misterioso?— pensó sarcásticamente Adrien mientras que se molestaba más y más por la forma en que desenvolvieron los hechos. De repente, mientras él terminaba de dar sus últimos toques a su atuendo recordó algo muy importante: Él abandonó a Marinette a mitad de la noche sin ninguna explicación.

— ¡Soy un idiota, Plagg! — le gritó Adrien a su kwami mientras que tomaba apresuradamente las llaves de su automóvil y se precipitaba a la entrada.

Adrien pasó por una cafetería y le compró una bella y costosa dona forrada de foundant con apliques de flores de azúcar, así como el Latte más extravagante que servían en el lugar. Después, él tomo su "ofrenda de paz" y se marchó al trabajo, en donde la esperó en el recibidor del museo, mientras un par de fotógrafos y asistentes lo miraban con curiosidad.

— Hola, Marinette, hola— dijo Adrien mientras corría en su dirección. Fue completamente claro que ella deseaba ignorarlo, pero al verse alcanzada por Adrien no le quedó otra alternativa que prestarle atención.

— Hola Adrien — lo saludó ella secamente.

— Hola, este, yo… — comenzó Adrien sin saber como abordar el tema — te traje el desayuno, quiero decir, es un regalo, porque dudo que desayunes con golosinas, pero si lo haces no hay problema, por mí esta bien, aunque no es bueno para tu salud, probablemente cuando tengas cuarenta años y diabetes tipo 2 me lo agradecerás y yo… lo siento— dijo Adrien quien se dio cuenta de que estaba balbuceando sin sentido.

— Gracias — respondió Marinette quien tomó la caja y la observó fijamente— es muy dulce. Literalmente, es azúcar puro— comentó.

— Lamento haberte dejado ayer — dijo Adrien— me asusté, me sentí muy culpable, tu lo dijiste, lo nuestro fue un error…

— ¿Sabes qué? — comenzó Marinette mientras cerraba la caja que contenía la dona. — creo qué tu necesitas esto más que yo, podría morir intoxicada por tanto azúcar — dijo ella empujando la caja contra su pecho, por lo que a Adrien no le quedó más remedio que recibirla de vuelta.

— Marinette, por favor no me dejes así, yo lo lamento mucho— dijo Adrien.

— Tengo que ir a trabajar — respondió Marinette. Adrien parecía haber olvidado que Marinette Dupain no solo era dulzura y suaves sonrisas envueltas en una linda apariencia. Ella podía tener un carácter bastante fuerte si se lo proponía, y bien parecía que esta era una de aquellas oportunidades.

Cada primer encuentro suyo con Marinette parecía estar marcado por una gran pelea. La primera vez, no había sido culpa suya, pero en esta oportunidad todo se debió a un error de calculo. Él no sabía como decirle que la había dejado solo para terminar con una novia que lo dejó marcado de por vida, y que uno de los factores más importantes en esta decisión fue precisamente ella.

Adrien pensó por unos instantes, mientras comenzaba aquellas ridículas poses que tanto lo avergonzaban. Marinette y él apenas habían salido en un par de ocasiones desde que se re encontraron, y probablemente, era demasiado pronto para enfrascarse en una relación seria con una nueva persona. Adrien hubiera querido dejar todo el asunto en ese punto, pero al ver el rostro triste de Marinette quien observaba la sesión de fotos sin prestarle verdadera atención a lo que estaba frente a ella, él decidió que no podía dejar las cosas tal y cómo estaban, debía hallar una forma de que explicarle lo que había sucedido.

Él se tomó el café de Marinette, pero no se atrevió a tocar la dona. Por alguna extraña y obsesiva razón, quería que ella recibiera su "ofrenda de paz", que no siguiera molesta, pero no parecía que aquello fuera a suceder prontamente, pues Marinette desapareció como un espectro a la hora del almuerzo, y tan solo re apareció cuando él se encontraba en la silla de la encargada del maquillaje.

Adrien ya se había hecho a la idea de que Marinette no le volvería a dar la oportunidad de hablar con ella. Una fina lluvia de verano comenzó a caer, Adrien comenzó a refunfuñar, el tráfico se pondría mortal, no solo era la hora más congestionada del día, sino que además estaba lloviendo, por lo que demoraría mucho tiempo en llegar a su casa. A pesar de la triste perspectiva, Adrien tomó la caja que contenía la dona decorada, la puso con mucho cuidado en el asiento trasero, y encendió el motor. Él apenas dejaba el estacionamiento cuando vio una pequeña y conocida figura encogerse bajo un raquítico paraguas. Marinette se encontraba en aquella calle esperando un taxi, y era claro que a esa hora del día no encontraría ninguno.

— ¡Marinette! — llamó Adrien. Nuevamente, fue obvio que ella hubiera querido ignorarlo, pero no pudo hacerlo— ven conmigo, está lloviendo, y los dos sabemos que no conseguirás un taxi.

— No quiero ir contigo— respondió ella.

— Por favor, Marinette, no seas terca.

— No quiero ir contigo. — repitió. Adrien se hizo a la idea de que no lograría razonar con ella, por lo que tomó su sombrilla de la guantera y salió del auto. Adrien caminó hasta ubicarse frente a ella. Toda la escena le traía hermosos recuerdos de aquella chica de quince años que lo miraba con sus grandes ojos azules, primero furiosos y luego llenos de sorpresa por su inusual disculpa. Adrien tenía el corazón lleno de la presencia de Ladybug en aquel entonces, pero siempre le fue completamente claro que de no haber sido así, él habría caído rendido a sus pies.

— Marinette— comenzó Adrien— sé que estás molesta conmigo, pero quiero que me des una oportunidad.

— Tu tienes novia

— No la tengo.

— Mentiroso— respondió Marinette.

— No es una mentira— comenzó nuevamente Adrien— Marinette, no puedo prometerte nada, ni pedirte que hagas nada por mi. Para ser completamente honesto, lo que hemos tenido durante esta semana no fue la única razón por la que terminé con mi novia, habían demasiados problemas, demasiados secretos, ni siquiera nos conocíamos el uno al otro— dijo.

— Pero— continuó Adrien— por favor, no quiero terminar mal contigo, sube al auto, yo te llevaré a tu casa, y si no deseas volver a verme, será como tú quieras.

— Adrien— murmuró Marinette — yo tampoco tengo derecho de reclamarte nada, he cometido tantos errores… — dijo, dejando la frase inconclusa.

— Yo no soy quien para juzgarte. — respondió Adrien quien tomó la mano de Marinette. — ven conmigo.

Marinette levantó la mirada y le sonrió débilmente. Fue entonces cuando Adrien entendió que todo estaría bien, y que ella finalmente aceptaría la tregua que le ofrecía. los dos subieron al auto, y él comenzó la marcha. Adrien manejó en silencio hasta su propio apartamento. Él no tenía la menor intención de cocinar, por lo que pidió un servicio a domicilio mientras dejaba a Marinette con un par de shorts y una camiseta para que usara, ya que su ropa se hallaba completamente empapada.

Cuando el mensajero se marchó, Marinette salió a la sala de estar y se sentó en el sofá de Adrien. Él se sintió incómodo, la verdad es que no había esperado invitados, por lo que su apartamento se veía terrible, casi extrañaba la época en que su padre pagaba por tener a alguien que limpiara a cada momento. Adrien no pensó que fuera necesario, pero al ver como ella retiraba una pila de revistas viejas para abrirse espacio, se sintió avergonzado.

— Lamento el desorden— dijo Adrien mientras le pasaba una de las bandejas de plástico que había acabado de recibir.

— No tienes que hacerlo, supongo que no esperabas invitados— dijo Marinette mientras se encogía de hombros. Los dos permanecieron en silencio por un rato, hasta que Adrien decidió encender la televisión. El sonido amortiguó la incomodidad, pero aún así, una gran tensión podía sentirse en el ambiente.

— Espera— dijo Adrien al ver que Marinette ya había acabado de comer— tengo el postre perfecto para esta comida— afirmó Adrien emocionado mientras caminaba a la cocina y tomaba la caja con la dona junto con dos tenedores.

— Adrien, creo que deberíamos hablar — dijo Marinette de repente. Adrien se sentó junto a ella y puso el la caja en la mesilla frente a ellos.

— Lamento mucho haber estallado de aquella manera. Yo sabía que lo nuestro no era nada "formal" o "serio" — dijo Marinette sin atreverse a mirarlo a la cara.

— Oh— fue lo único que logró contestar Adrien— yo tenía otra idea, yo pensé que tal vez podríamos salir un par de veces más. Voy a confesar algo— empezó.

— Tu me gustabas en el colegio. En ese momento, mi novia y yo ya nos conocíamos— dijo Adrien sin lograr que ella levantara su mirada— pero en el fondo, siempre me pregunté como sería salir contigo, siempre quise hacerlo, pero luego comencé a salir con ella, y… por favor no me descartes sin siquiera darme una segunda oportunidad— pidió Adrien quien se dio cuenta de que su discurso no estaba llevándolo a ninguna parte.

— Mi novio terminó conmigo ayer— dijo Marinette de repente, mientras que por primera vez levantaba la mirada. Adrien observó sus ojos azules llenos de lágrimas, en aquel momento, él también fue consiente de lo que perdió el día anterior, del proceso de catarsis que había empezado en su vida. Adrien había pasado tanto tiempo enamorado de Ladybug, que ni siquiera podía imaginarse en un momento en el que no hubiera estado encantado por ella.

— Yo también terminé con mi novia — repitió Adrien, quien sintió todo el peso de aquellas palabras a pesar de que las hubiera dicho instantes antes. Los dos volvieron a permanecer en silencio por unos instantes más.

— Creo que duele más cuando realmente amas a la persona, pero sabes que nunca podrás hacerlo funcionar. — dijo Marinette quien dejó salir una amarga risa— quien halla dicho que el amor conquista todo, obviamente nunca ha tenido que convivir tiempo completo con alguien.

— Eso es claro— asintió Adrien — entiendo lo que dices, Marinette. A veces se quiere algo con tanta fuerza, pero simplemente, no es posible, no importa cuanto lo quieras, y duele solo pensar en ello.

— Sí, tu realmente entiendes— asintió Marinette quien nuevamente volvió su cabeza hacía él. Adrien le correspondió la mirada y la abrazó con fuerza. Su pequeño cuerpo se amoldó al suyo, él podía sentir el calor de su piel a través de la tela de su camiseta, y el mismo irracional deseo que había contribuido a su situación actual se apoderó de él. Pero, en vez de dejarse llevar, Adrien besó la nuca de Marinette y aspiró el aroma de su cabello.

Podía ser que los dos estuvieran heridos, que su relación tres años se hubiera ido al infierno, pero Adrien agradeció tener a alguien allí con él, alguien que entendiera como se sentía.

— Sé que es demasiado pronto para una nueva relación— dijo Adrien apartándose de Marinette. Ella asintió suavemente mientras se retiraba las lagrimas de las mejillas.

— Pero, nada impide que podamos compartir el postre— dijo Adrien quien sacó la dona de la caja y lo puso sobre un plato, se veía más hermosa de lo que recordaba, con su glaseado rosa y flores de azúcar.

— Tengo que saber en dónde se encuentra esa panadería— dijo Marinette.

— Te llevaré allí cuando tu quieras — dijo Adrien sonriendo.

— Mejor no, me sentiría como una traidora al ir a otra panadería — contestó.

— Tienes razón, esta dona no está tan buena, nada como en la Pastelería de Tom y Sabine— comentó Adrien mientras tomaba un enorme trozo de la dona.

— Me gusta tu forma de pensar— contestó Marinette dedicándole una sonrisa.

La tensión del principio de la noche se calmó, mientras que Adrien y Marinette comían su postre y se sonreían disimuladamente, puede que aún existieran heridas por sanar, pero los dos podían decir que este era un muy buen comienzo.


Hola a todos, tengo un nuevo fic, este no va a ser muy largo, cuando mucho tendrá tres capítulos, lo había planeado inicialmente para dos, pero creo que con todos los eventos que quiero incluir podrían salir tres aunque el último quedaría algo corto, pero ya veremos, gracias por leer. Adiós.