Disclaimer: Naruto es propiedad de Kishimoto. Y el siguiente. Aviso: Este Fic participa del Reto Palabra al azar del Foro La Aldea Oculta Entre las Hojas. Personaje: Deidara. Género: Humor. Palabras: 491.

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Asexual

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Por Lux Lunar

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A Deidara le gustaban las fresas. Cuando iba al mercado, se compraba una caja llena de esa frutilla roja y jugosa. Era tan quisquilloso, que a veces tardaba demasiado tiempo contemplándolas antes de comprarlas. Analizaba su aspecto, su textura, su olor. Encontraba una enorme ―sus favoritas―, y sonreía. Llevar fresas con él le hacía el día. Se relamía los labios siempre que el líquido dulce le escurría. Las comía, normalmente, siempre que estaba solo; cuando no estaba rondando su compañero, Tobi, «el imbécil», como solía llamarlo.

Por eso, esa mañana salió a merodear en el mercado de Kuso para adquirir aquel delicioso placer gustativo, y encontró que había muchas, pero muchas fresas apetecibles. Se puso contento; sí, contentísimo. Había sonreído, los ojos le brillaban y su expresión era cálida. Tanto así, que la muchacha que atendía aquel puesto, le miró con un sonrojo en las mejillas.

―Las fresas nos han llegado esta mañana ―comentó la vendedora, que tenía el cabello castaño y los ojos verdes―. Están muy dulces.

Deidara susurró un simple ―Ajám… ―e ignoró olímpicamente a la jovencita.

Sin embargo, la linda castaña no se resignó tan de prisa. Dio la vuelta a la mesa para postrarse al lado del rubio, y con una tierna sonrisa, tomó una de las fresas, una grande, de las que tanto él anhelaba. La levantó frente a la cara del manipulador de arcilla, y agregó―: Estas son mis favoritas, porque son grandes y jugosas, y…

La chica no alcanzó a terminar lo que iba a decir porque Deidara le había clavado la mirada de una manera siniestra. La castaña boqueó, sin palabras y sin saber qué había hecho mal. Se asustó y bajó la mano, con aquella suculenta fresa en ella.

―Dámela… ―indicó él, con voz de ultratumba, extendiendo la mano.

Ella abrió los ojos, temerosa. Asintió y depositó la frutilla sobre la palma de su mano. Él le dirigió nuevamente aquella tétrica mirada, con su único ojo visible, y después volvió a su labor de recolectar sus queridas fresas.

―¡Señorita, no se espante, no es tan malo!

Deidara reconoció la voz de quien acababa de interrumpir uno de sus momentos más apreciados, y el cuerpo se le tensó inmediatamente. Respiró con fingida tranquilidad, mientras seguía recolectando una fresa tras otra. La vendedora no supo que decir, le pareció extraña aquella persona con la máscara color naranja. Quiso sonreír, pero el rubio la puso nerviosa.

―No es su culpa―dijo Tobi, colocando el codo sobre la espalda del rubio―. Sólo que mi sempai es un asexual.

La furia de Deidara brotó tan rápidamente, que la joven castaña sólo alcanzó a ver al rubio tomándolo por el cuello de su capa, para mirarlo fijamente al rostro con una expresión más lúgubre que la anterior. Tobi apenas pudo emitir un gritito de susto, y luego, no vio nada.

Deidara acababa de enterrar una muy grande y jugosa fresa, dentro del orificio de aquella extraña máscara color naranja.

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Pues Deidara no es un pan de Dios, hay qué aceptarlo como es: como un asexual amante de las fresas.

¿Qué les pareció este pequeño relato?

Besos; Lux.