Hola a todos! Aquí Sun Crow!

Tenía este fic atorado entre mis documentos hace mucho tiempo y no había podido sacarlo a la luz hasta que llegó mi salvadora: Momonade.

Gracias por ser mi hermosa beta reader para este fic.

Notas importantes a tener en cuenta cuando lean este fic:

-Es un au de Mafiamatsu.

-Nadie es bueno ni malo. Solo basuras no combustibles.

-Básicamente es un TodosxOsoxtodos. ¿O mas bien un todosxtodos? Si, creo que eso es mas preciso. Bueno, todos gustan de Osomatsu en esencia, pero eso eso no los limita (ríe).

-No advertiré de nada, porque o sino spoiler. Pero al menos les dejo en advertencia que en los próximo capítulos tal vez muera gente, tal vez llore gente, tal vez violen gente y, tal vez, pero solo tal vez, alguien logre sonreír.

-Si vinieron por un fic lindo, tierno y amoroso, pues se equivocaron. Tal vez y tengamos suerte si alguien se da un beso sin lamentarse por ello.

-Angs, sangre y dolor por montones.

Todo puede pasar. Es Osomatsu-san después de todo y están en medio de la mafia.

-Odio este formato que no me respeta los espacio aparte. Por lo que, si ven todo muy amontonado: Lo siento mucho. No es mi culpa (llora).

Dicho todo esto: Espero que lo disfruten.

Osomatsu-san no me pertenece, sino que a su respectivo autor y al director del anime.


Color Falso

Capitulo 1: Color felicidad.

"¡Felicidades en su cumpleaños!"

"Felicidades, jóvenes maestros"

"Espero que cumplan muchos años más"

Los gritos de celebración, acompañados de los aplausos, inundaron el salón en cosa de segundos, dando paso a las sonrisas de agradecimiento de los sextillizos quienes, vestidos de etiqueta al igual que el resto, alzaron sus copas con distintas bebidas en un brindis grupal.

Todos se habían reunido en la mansión principal para poder celebrar aquel día tan especial. Desde los que habitaban en la residencia, hasta amigos cercanos y conocidos. Y, si uno giraba la cabeza para poder hacer una vista panorámica al lugar, era hasta posible distinguir las caras de influyentes figuras políticas.

Osomatsu no resistió a pasar por debajo de su nariz su dedo índice acompañado de una gran sonrisa, sin poder creer que tanta gente fuera capaz de juntarse solo por el cumpleaños de los hijos Matsuno.

Aunque claro, si se ponía a pensarlo, no debería asombrarse de ello, después de todo él y sus hermanos eran los herederos al trono de una de las familias de mafiosos más influyentes de la región, si es que no del mundo –o eso le gustaba creer a Osomatsu–.

La misma familia hace años no era más que otro grupo de personas que se hacían llamar una organización de mafiosos, pero con el único atributo de que los herederos de la sexta generación Matsuno resultaban ser sextillizos. Sin embargo, en cuanto Osomatsu y sus hermanos comenzaron a meter sus narices en los negocios de la familia, no pasó mucho tiempo para que ascendieran a lo más grande y demostraran que, ser sextillizos, no era su única cualidad.

"Felicidades" Totoko se acercó a ellos con una copa de espumante entre sus delgados dedos. Osomatsu no pudo evitar notar lo hermosa que se veía en su vestido escotado. Bueno, más bien, lo tentador que se veían sus pechos asomándose entre la tela rosada. "Al menos se las ingeniaron para cumplir más de vente años, siendo solo un grupo de neets."

La mujer insistía en llamarlos de aquella forma, aún cuando en teoría no eran unos humanos sin trabajo o estudios.

"Ser herederos de la mafia no los hace ser trabajadores o estudiosos por defecto, malditos vírgenes acomodados."

Fue lo que ella había dicho cuando los sextillizos hicieron verbal su reclamo.

"¡Totoko-chan!" el primero en celebrar su presencia fue Choromatsu, seguido de Jyushimatsu que repitió sus palabras.

"Totoko-chan, no deberías ser tan mala con nosotros ¿Sabes?" Osomatsu hizo un puchero mal actuado "Es nuestro cumpleaños después de todo."

"¡¿Nos trajiste un regalo?!" Jyushimatsu pregunto entusiasmado, pero antes de que ella fuera capaz de responder, otro de sus hermanos llegó a interrumpir.

"El solo tenerla aquí ya es un regalo hecho por los mismo dioses, my lady." Karamatsu se apresuró a tomar la mano libre de la chica. "Mas, si los cielos me permitieran ser codicioso, me gustaría pedir sus dulces sentimientos de amor hacía mi hechos palabras, pronunciados con sus labios de miel como segundo obsequio."

Osomatsu solo pudo admirar como Totoko propinaba un glorioso y perfecto golpe izquierdo –su brazo dominante estaba ocupado sosteniendo la copa de champaña– a su ahora moribundo hermano.

El mayor llevó su copa a sus labios para beber un poco de ella en un intento de ocultar la risa, notando entonces que lo que estaba bebiendo era vino. No era que le desagradara, pero prefería una jarra de cerveza en cualquier momento a aquel producto tan poco apreciado por él.

"Pero aquello no es apropiado."

Aquellas palabras afloraron en sus memorias como un recuerdo desagradable, obligándole a beber otro sorbo de vino solo para dispersarlas y olvidar el mal sabor que había quedado en su boca.

"Por cierto ¿dónde está su padre?" pregunto Totoko, ignorando el hecho de que acababa de liquidar a uno de los celebrados. "No le he visto por ningún lado."

"Papá dijo que tenía trabajo que terminar antes de la fiesta, pero que estaría aquí para antes del pastel" le contesto Todomatsu, al mismo tiempo que terminaba de subir una foto de él y Jyushimatsu a las redes sociales.

"Siempre está ocupado ¿verdad?"

"No se puede hacer mucho respecto a eso" Osomatsu alzó los hombros quitándole importancia al asunto, seguido de un nuevo sorbo de su bebida para aclarar su garganta. "Siempre tuvo mucho papeleo que hacer desde que recuerdo."

"Las cosas solo empeoraron en el momento en que la familia se volvió más grande" le siguió a la explicación Choromatsu. "Básicamente nosotros nos hacemos cargo de la mayoría de las cosas, pero él sigue teniendo la última palabra en todo lo que ocurre."

Osomatsu bebió un poco más de su copa, procesando la conversación. "Ese hombre ya está senil, debería entender que no puede hacerse cargo de tanto él solo."

Escuchó como la risa de Ichimatsu se hacía presente desde su espalda.

"Osomatsu-niisan dice eso, pero en verdad no quieres que nuestro padre se retire, pues tendrías que sucederlo si llega a ocurrir."

La sonrisa del menor seguramente resultaba siniestra, pero Osomatsu ya estaba acostumbrado a ella.

"Y tu solo lo dices así de tranquilo porque estas feliz de que no seas tú ¿O me equivoco?" dijo en respuesta desordenando los cabellos de su hermano, el cual le había jurado a Choromatsu que se había peinado para la ocasión, mas él sabía era una vil mentira.

"¿Qué puedo decir? Definitivamente estoy agradecido de no ser el mayor"

"Es cierto." Totoko había puesto una expresión parecida a que acababa de descubrir que el mundo era redondo. "Ustedes son sextillizos, por lo que realmente cualquiera puede ser el que lleve las riendas de la familia ¿no? Digo, Osomatsu nació primero, pero no debería haber mucha diferencia con el resto."

"Para nada." Jyushimatsu interrumpió uniéndose al grupo de conversación de un salto. "Osomatsu-niisan siempre ha sido el que va a tomar ese puesto. Desde que éramos pequeños." El resto de los hermanos asintieron, incluyendo a Karamatsu que acababa de volver de la muerte. "Incluso tuvo clases especiales."

"¿Ya ves?" dijo Osomatsu con una voz de auto satisfacción. El ser reconocido por sus hermanos ciertamente le subía el orgullo hasta el mismo cielo. "Primero tendría que morir yo para que alguno de ellos me reemplazara. Aunque claro, eso pensando que algún día nuestro padre suelte el título de jefe."

Osomatsu sabía que el hecho de que su progenitor no lo nombrara como el sucesor era solo una obstinación del mayor, ya que actualmente la mayoría de la familia seguía a sus hermanos y a él como si fuera el mismísimo jefe, y quienes no lo hacían era porque respetaban el hecho de que su padre aún ostentaba el título. No obstante, y aunque él pareciera listo para reemplazar a su predecesor, Osomatsu en verdad agradecía que su padre siguiera apegado a sus labores, pues aquello hacía la vida del chico mucho más fácil.

"Oigan ustedes, neets". La dulce voz de su madre se hizo presente en medio de su charla, logrando que tanto Totoko como los sextillizos giraran sus rostros para poder encontrar el de la mujer. Ella, al igual que su amiga de la infancia, también usaba aquel apodo para referirse a sus hijos, influenciada por la chica en cuestión.

Matsuno Matsuyo, vestida elegantemente para lo que era la ocasión y como era de esperarse para una mujer de la mafia, se acercó al grupo con un caminar lento y seguro que a Osomatsu siempre le había llamado la atención, debido a que con él permitía que el resto de personas le abrieran el camino. Aunque también pensaba que mucho tenía que ver con el título que la respaldaba.

"¿Qué ocurre, mamá?" Choromatsu se apresuró a preguntar en cuanto la mujer estuvo a su lado. "¿Aún no llega papá?"

"Respecto a eso, lo intente llamar, pero no responder el teléfono". Matsuyo llevó una de sus delgadas manos hasta su mejilla, demostrando la aparente preocupación que sentía por el tema. "Ya se le está haciendo tarde. Dios, y pensar que le advertí sobre cumplir con el horario. Hay mucha gente esperando saludarle."

"Bueno, no nos preocupemos mucho" Osomatsu sonrió para poder relajar la expresión de su madre. "Seguramente y está tan ocupado preparándonos una sorpresa que se ha olvidado del teléfono y la hora."

"¿Una sorpresa?" Jyushimatsu prácticamente saltó por la expectación que aquello le causaba. "¿Como el año pasado?"

"Y el anterior a ese." Ichimatsu soltó un suspiro, pero por su sonrisa se notaba que era por lo divertido de la situación.

"Y el anterior a ese también." Todomatsu le siguió con la misma expresión

"¡Ah! No puede ser ¿Lo han notado?". La mujer se mostró genuinamente sorprendida. "Y nosotros pensábamos que iba a ser una buena sorpresa."

"Bueno, llevan haciéndonos sorpresas todos los años. Claro que nos íbamos a terminar acostumbrando a ellas en algún punto." Todomatsu soltó una pequeña risilla que acompañó la sonrisa de Ichimatsu y los sonidos emocionados de Jyushimatsu. "Aunque eso no quita que no lo agradecemos."

"O que no sabemos lo que es". Choromatsu por su parte dejó escapar un bufido de diversión.

"Bueno, en lo que esperamos a nuestro padre…" Karamatsu extendió su brazo derecho para que su madre lo utilizara como agarre "¿Qué tal si continuamos disfrutando de esta gloriosa fiesta, madame?"

Matsuyo hizo el mismo tipo de risa que su hijo menor, deslizando su brazo izquierdo por el derecho de Karamatsu. "De acuerdo. Entonces ustedes serán mis compañeros hasta que su padre llegue con su sorpresa."

Los sextillizos solo pudieron sonreír en respuesta, encantados con el hecho de que su madre disfrutara de la fiesta tanto como ellos.

"Jóvenes amos." El llamado provino de uno de los sirvientes que trabajaban esa noche en el lugar, el cual se acercó al grupo llevando una caja blanca con una cinta roja sobre ella. "Me pidieron que les entregara este regalo."

"¿Para nosotros?" Osomatsu fue el encargado de recibirlo como representante de los seis cumpleañeros, en un acto casi natural. "¿De parte de quién?"

El sirviente se limitó a negar con la cabeza. "Solo se me informó que debía entregárselo a ustedes."

Le parecía extraño que aquel objeto hubiera llegado directamente a sus manos dado que, al igual que los otros obsequios, este debió dirigirse a una habitación contigua, donde luego esperarían a que los Matsuno los abrieran uno por uno.

"Tiene una nota." Todomatsu se había asomado por su costado derecho, curioso, inquiriendo en el pedazo de papel que sobresalía por debajo de la cinta, tomándolo con rapidez. "Feliz cumpleaños a mis queridos sextillizos. Con amor, papá. Dice."

Tanto el resto de los sextillizos como su madre y Totoko pasaron a rodear a Osomatsu que mantenía la caja entre sus manos.

"¿De papá?" Choromatsu dejó escapar la pregunta con sorpresa. "Es bastante normal para ser un regalo de su parte."

"¿Eh? ¿Solo un regalo? ¿No será una jirafa o fuegos artificiales con nuestras caras?" Jyushimatsu mantenía su sonrisa, mas Osomatsu era capaz de notar la decepción en su voz. "Que aburrido."

"Bueno, aún no sabemos que tiene adentro, Jyushimatsunii-san". Todomatsu intentó animarlo. "Primero deberíamos abrirlo. Tal vez y tiene algo interesante pero que no necesita ser grande".

"¿Cómo entradas para el cine?" Ichimatsu se asomó por el costado izquierdo de Osomatsu. "Conociendo a papá, seguramente y serían para un cine porno." Terminó por soltar una risilla siniestra por lo que él mismo había dicho.

"Bueno, es pesada, por lo que no creo que solo sean entradas para su película porno favorita. Tal vez su colección de revistas porno."

"Tal vez sus películas para adultos. Esas que esconde tras los diccionarios en la oficina." Karamatsu apuntó al mayor de los Matsuno como si hubiera descubierto el misterio.

"¡¿Por qué todo tiene que ser porno?!" Choromatsu pregunto alterado. "¿Y cuánto porno puede tener un hombre viejo como él?"

Osomatsu apretó la caja entre sus manos, comenzando a agitarla cerca de su oído, intentando escuchar algún sonido revelador, pero solo era capaz de sentir el ruido de algo sólido golpeando las paredes de cartón.

"Tampoco escucho nada que sea frágil. De hecho, creo que es solo una gran cosa."

"Bueno, no obtenemos nada intentando descifrar nuestro regalo." Interrumpió Karamatsu con una sonrisa confianzuda. "Papá siempre hace cosas raras para esta fecha, por lo que simplemente nos queda abrir la caja para poder develar the mistery."

Y dicho aquello simplemente se posicionó frente a Osomatsu, esperando a que éste pusiera el regalo entre ellos y así poder proceder a desatar el moño rojo que mantenía aquel interesante enigma encerrado.

Karamatsu tomó la tapa de la caja, con una tranquilidad y lentitud que Osomatsu logró identificar como un intento de mantener el nerviosismo de los menores a tope, alargando todo aquello como un juego. Misma lentitud con la que retiró la tapa para al fin descubrir su contenido.

Osomatsu escuchó un grito agudo cerca de él, y no fue capaz de descifrar si se trataba de su madre, Totoko o cualquier otra mujer que hubiera estado cerca mirando. También pudo sentir como se detenía la respiración de Choromatsu en una corta inhalación, mientras que Todomatsu soltó un sonido parecido al de alguien que se está quedando sin oxígeno. Ichimatsu soltó una maldición ahogada. Alzó la vista y pudo ver el rostro pálido de Karamatsu, el cual aún tenía los ojos fijos en la caja que Osomatsu se negaban a soltar aun cuando el olor que desprendía de ella era tan fuerte que le mareaba.

O no. Tal vez no era solo el olor lo que le causaba nauseas, sino que el contenido mismo.

Ahí, dentro de una caja blanca forrada con algún elemente impermeable, se encontraba la cabeza de su padre en un charco de sangre.


Jyushimatsu no entendía como pudo haber ocurrido.

Hace solo unos días se encontraba disfrutando junto a sus hermanos, teniendo una conversación normal mientras bebían y reían en su fiesta de cumpleaños, pero ahora estaba en medio de lo que resultaba ser el funeral del anterior jefe de la familia Matsuno.

El día en que la cabeza de su padre fue enviada a ellos, Jyushimatsu se quedó congelado en cuanto la vio.

Escuchó el inconfundible grito de Totoko, al igual que el lamento ahogado de su madre que comenzaba a llorar como acto reflejo, como si sus lágrimas hubieran estado esperando por ese momento. Sus hermanos no tenían palabras, y parecía como si Osomatsu y Karamatsu competían por quien tenía la expresión más pálida y desconcertada. Todomatsu se demoró un poco más de cinco segundos en unirse al llanto de su madre, mientras que Choromatsu e Ichimatsu comenzaban a volver a respirar luego de que Jyushimatu contó hasta siete.

Él pudo notar todo aquello, como si se produjera en cámara lenta, entendiendo que es lo que estaba pasando a su alrededor, aunque a la vez no era capaz de comprender que hacía su padre dentro de una caja. O al menos su cabeza.

Osomatsu hizo un sonido de rabia que Jyushimatsu no estaba acostumbrado a escuchar pero que conocía, logrando que saliera de su aparente parálisis, observando como su hermano mayor alzaba la vista con el ceño fruncido y la mandíbula apretada, tensando todos los músculos.

La última vez que su hermano había colocado aquella expresión fue cuando Todomatsu había sido atacado por la espalda en un encuentro con otra familia. Jyushimatsu recordaba que los cuerpos de los causantes de que su hermano menor cayera al suelo habían terminado como confeti esparcidos por el suelo, cortesía de los dos hermanos mayores.

"¡Cierren todas las puertas! ¡Que nadie salga de esta habitación y de la mansión!"

El grito de Osomatsu resonó por sobre las voces, llamando la atención de todos, los que al instante notaron la caja entre sus manos y, los más curiosos, descubrieron lo que había en su interior comenzando a difundir la noticia entre los visitantes, causando más pánico y más gritos que Jyushimatsu no entendía qué sentido tenía el que existieran.

Después de todo, la cabeza de su padre no volvería a su cuerpo con un simple grito. Él sabía eso.

"Tenemos que ir a la oficina de papá". La voz de Karamatsu le sonó extraña, sin aquel conocido tono que a Jyushimatsu le recordaba a las películas antiguas que a veces veían juntos los domingos por la tarde. "Seguramente esto no es más que una mala broma."

"¡¿Una mala broma?!"

Choromatsu gritó y Jyushimatsu no pudo evitar dar un respingón por el susto, pero Osomatsu levantó una mano para que callara, pasando a asentir en afirmación a la sugerencia de Karamatsu.

Su hermano mayor se negaba a soltar la caja con aquella cabeza, por lo que emprendió el camino junto a todos hasta el despacho de su padre con ella entre sus manos, estando ahora tapada para no alterar más a los que pasaban junto a él. Jyushimatsu pudo notar como sus dedos se colocaban blancos ante la presión que éste aplicaba en el rígido material.

Luego de llegar a la puerta doble que daba la bienvenida a la oficina de su padre, Jyushimatsu solo tenía vagos recuerdos de los cuales él se sentía ajenos.

Recordaba entrar hasta el despacho; recordaba el grito de Todomatsu en busca de una respuesta de su padre; recordaba la exasperada maldición de Ichimatsu y el cómo Choromatsu y Karamatsu se apresuraban hasta la silla que se encontraba de espaldas a la puerta; recordaba a Osomatsu encaminando sus pasos hasta el escritorio, dejando la caja sobre el mismo y precediendo a girar la silla para encontrarse con lo que ocultaba; recordaba a Todomatsu arrodillado llorando mientras Ichimatsu lo ayudaba a levantarse, peleando con sus propias ganas de caer al suelo, sin poder encarar al cuerpo decapitado de su padre en la silla del jefe de la familia.

Y ahora estaba ahí, en medio de la recepción que se hizo en honor al funeral de su padre, esperando a que terminaran de llegar personas a darle el pésame por la pérdida.

Osomatsu y Choromatsu se encargaban de recibirlos, mientras que Karamatsu se encargaba de cuidar a los menores, sobre todo a Todomatsu que no dejaba de gimotear en un intento por retener el llanto. Ichimatsu estaba callado, como siempre, pero Jyushimatsu sentía como apretaba fuertemente su mano en busca de fortaleza, y él le devolvía el gesto.

Y seguía escuchando a su madre llorar.

A él le preocupaba aquello más que el no ser capaz de ver nunca más a su padre, porque su madre estaba sufriendo ahora.

Amaba a su padre, y lo extrañaría, pero ya había entendido que alguien muerto no es capaz de volver, por lo que no debía torturar su cabeza buscando los por qué, pues sabía que ninguno de sus hermanos era capaz de responder al por qué su padre había muerto.

Y, aún en medio de esa incertidumbre aceptada y la preocupación que le causaba el sufrimiento de su madre, sintió su pecho apretarse. El dolor era incalculable y a la vez pequeño. Concentrado solo en la zona donde él había aprendido estaba el corazón.

Jyushimatsu no pudo evitar unirse a los que lloraban por la soledad que les causaba el perder a un ser querido.


Gracias por leer hasta aquí

Y, nuevamente, gracias a Momonade por ayudarme a publicar esto. Le debo un dulce.

¡Nos vemos en el próximo capitulo!