CAPíTULO 17

4 años más tarde (Actualidad):

- Cariño, despierta. Susurró Jane en aquella suave orejita.

- Mmmmmm, fue la respuesta que consiguió y que aquella personita le diese la espalda.

- Venga, vamos a casa de la abuela, tengo que ir a trabajar, mi amor.

- Mami, tengo mucho sueño. Dijo el niño mientras se volvía a quedar dormido.

- Venga, Leo, allí puedes seguir durmiendo.

Agarró al niño con cuidado hasta conseguir sentarlo en la cama, luego le puso las zapatillas y le echó la bata de Spiderman por encima de los hombros. Acarició su mejilla y lo puso de pie. - Vamos a la ducha. Pero el niño era como un zombi, no era capaz de abrir los ojos. A Jane le pudo la pena, al final era culpa suya que el niño tuviese tanto sueño, así que le puso un chándal por encima, hizo una bolsa con algo de ropa y lo metió en el coche.

Al llegar a casa de la abuela, Ángela ya estaba esperando en la puerta. Jane con el niño en brazos y la mochila en la espalda entró y fue directa a la habitación que su madre había preparado para su nieto. Le sacó la ropa hasta dejarlo en pijama y lo tapó con una mantita, cerró la puerta y camino en silencio y con cuidado hasta donde estaba su madre.

- Jane, esto no puede ser.

- Lo sé.

- Hubiese sido mejor que ayer lo dejases dormir aquí. Te lo llevaste dormido y lo traes dormido y el pobrecito...

- Lo sé, Ma, lo sé, pero es mi hijo y al final del día lo único que quiero ver es su carita.

- Puedes quedarte tu también aquí, sería más sencillo.

- Es temporal, Ma, estamos en un caso complicado...

- Por eso, estos días puedes quedarte, Leo te lo agradecerá.

- Ya veré, tengo que irme, llámame si hay cualquier cosa. Te quiero, Ma.

- Y yo a ti, cariño. Y acercó su cara para que la morena le diese un beso.

Ángela se quedó en la puerta, observando como su hija salía en su coche. Ya estaba acostumbrada a la nueva Jane, a la Jane cariñosa, pero aún así día a día lo agradecía y le sacaba una sonrisa. Frank la había abandonado, se había ido con una jovencita y en el fondo eso también lo había agradecido mucho, por más que lo pensaba no entendía como lo había soportado tanto tiempo. Era feliz, sus hijos vivían cerca, sus nietos, que ya tenía cuatro, le llenaban la vida completamente. TJ que ya era un hombrecito, Leo y las mellizas de Frankie y Becca que acababan de hacer 2 añitos.

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4 años atrás:

Maura dejó la cajita en la mesa, agarró su bolso y se puso de pie, todo esto ante la espectante mirada de la detective.

- Voy al baño.

Rápidamente Jane se puso de pie delante de ella le tomó una mano. - No lo hagas, por favor.

- ¿No quieres que haga pis? dijo en bajito.

Jane la miró seria, la conocía, conocía sus gestos. - No te escapes.

- Voy al baño, Jane. Dijo intentando hablar convencida, pero nunca se le había dado bien mentir.

Jane, captó el mensaje y con todo el dolor de su corazón lo aceptó, no podía obligarla y ella no podía esperar más, tenía que escribir su futuro ya, porque la vida de otra persona iba a depender de ella, no había marcha atrás. Pero antes de soltar su mano, se acercó a los labios de la rubia y le dio un beso y aunque ya se habían besado unas cuantas veces ninguna de las dos se acostumbraba a aquella descarga eléctrica que recorría sus cuerpos. Se separaron y Maura se abrazó al cuello de la morena.

- No puedo, no estoy preparada para esto, te mereces a alguien mejor que esto. Te deseo toda la suerte del mundo. Besó su mejilla entre lágrimas y alejó su cuerpo del de Jane, pero esta todavía sujetaba su mano, la frenó, Maura giró su cabeza y se quedaron mirando durante unos segundos. La morena sin producir sonido, solo con los labios dijo "Adiós" y soltó su mano. Maura miró su rostro, repasándolo con su mirada varias veces, intentando memorizar cada parte y cuando sus lágrimas ya se desbordaban dio media vuelta y se marchó.

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Actualidad:

Jane llegó a la comisaría, con sus dos cafés, uno para ella y otro para Frankie, pero para su suerte se encontró con su hermano cuando iba a coger el ascensor. Tenían que salir ya, habían localizado a un testigo del que llevaban detrás los últimos días, era chico asustado y parecía que estaba dispuesto a hablar.

- Rápido, Janie, hemos quedado en el Thinking Cup con Peter Hooks.

- ¿Habéis conseguido hablar con él?

- Sí, allí trabaja su hermana, ha estado escondido en el almacén todo este tiempo.

- Pobre chico. Dijo la morena mientras tiraba los cafés en la papelera.

- Vas a conducir tú, no tendrías porque haber tirado el mío, dijo Frankie con cara de guasa.

- Tranquilo, vamos a un café, te invito a uno allí en una taza de verdad.

Llegaron al local en unos 20 minutos, por el camino cada uno fue contando sus aventuras como padres, eran primerizos ambos, compartían la experiencia, aunque Jane le llevaba un par de añitos de ventaja seguía siendo igual de novata.

Entraron en la cafetería intentando no llamar la atención de nadie, así que continuaron con el tema "niños", que si vacunas, papillas, ropas, etc. Se acomodaron en unas sillas altas de la barra y pidieron café. La chica que los atendió, era la hermana de Peter y gracias a la descripción que Frankie le había hecho por teléfono de él mismo y de su hermana, los había reconocido al momento. Con los cafés les puso una servilleta con algo escrito. "Cuando cambie la tele de canal, acerquen el coche a la puerta trasera que está en el callejón".

Frankie levantó la vista hacia el televisor y le propinó un codazo a su hermana diciendo: - Mira, es Maura...

Jane inmediatamente dirigió su mirada hacia la pantalla, y allí estaba ella, dando una rueda de prensa sobre el estado de salud de una de sus pacientes, no una paciente cualquiera, era nada más y nada menos que la hija del Gobernador del estado de Nueva York. Ahora se dedicaba a los vivos y estaba más guapa que nunca, se le veía segura, feliz. Jane se quedó hipnotizada mirándola, como una boba con la boca abierta.

- ¿La echas de menos?

- No pasa un día que no lo haga.

Y en esto en la tele comenzó a sonar música, habían cambiado a la MTV. Dejaron un billete de 10 en la barra y salieron. Jane encendió el coche, estaba un poco ida y Frankie lo notó. - ¡Hey! hermanita, te necesito al cien por cien, ¿vale?

- Sí, sí, no tienes de que preocuparte, ya estoy.

La morena se sumergió en su papel de detective y se concentró en el caso cambiando su gesto a uno más profesional. Avanzaron en el coche por el callejón hasta ver a aquella chica de pelo lila que les había servido el café, disimulaba sacando bolsas de basura. Pararon a su lado y un chaval salió de su espalda con una la capucha de la sudadera puesta, se montó en el coche y sin mediar palabra se fueron marcha atrás. Todo estaba en calma, ni siquiera creían que fuese necesario tanto secretismo pero el chico estaba muy asustado y si eso hacía que se sintiese mejor y más seguro, harían lo requerido.

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4 años atrás:

Pasaron los días, semanas, meses desde aquella noche en el Top of the Hub, aquella noche tan triste, pero aún así Jane no se arrepentía de lo que había hecho, había presionado un poco la situación, pero estaba orgullosa de que por primera vez en su vida había seguido verdaderamente los impulsos de su corazón, y eso le había hecho cambiar, era una persona nueva dispuesta a dejarlo todo por amor, estaba dispuesta a querer de verdad. A menudo pensaba, que quizá el destino había cruzado a la forense en su camino para que llegase a ser la persona que era ahora mismo y estar preparada para un "para siempre" y eso estaba por venir. De todas maneras, no tenía tiempo a pensar mucho en eso, había algo dentro de ella que decidió tener y sería para toda la vida. Iba creciendo y llevaba con ella 38 semanas.

Esos días había viajado con sus hermanos a Cooperstown, era el cumpleaños de su sobrino TJ ,y como no podía ser de otra forma, era un gran aficionado al béisbol y como no a los Red Sox, así que como regalo lo llevaron al "Salón de la Fama de Béisbol". Ángela con toda la razón, opinó que el niño era aún pequeño para llegar a disfrutar de aquella visita, pero también entendió que los mayores la gozarían y al final estar rodeado de su familia y con buen ambiente sería lo mejor para el pequeño.

La casa que habían alquilado estaba pegada al lago Otsego, era precioso todo aquello, tenían un campo enorme alrededor. TJ corría sin parar, jugaba con Frankie y Becca al fútbol, o algo parecido, correr y dar patadas a un balón sin más orden, el caso es que el niño reía sin parar.

Jane estaba sentada en el porche de la casa, tomándose un té helado, permanecía en silencio, apreciando toda aquella tranquilidad, respirando todo aquel aire tan puro. Reía de vez en cuando viendo a los futbolistas, pasaban más tiempo en el suelo que en pie. Aquello le venía muy bien, la tranquilidad, su familia, empezaba a estar incómoda ya con tantos kilos y las piernas hinchadas.

A lo lejos vio aparecer a Tommy y a Lydia que venían de pescar, se puso en pie para saludarlos y advertir a TJ de que sus padres venían. Al levantarse notó una sensación extraña, pero no le quiso dar importancia, pero a los pocos segundos notó como algo corría por sus piernas.

- Oh Dios.

Había roto aguas y estaba en medio de la nada.

- Chicos, gritó.

Pero nadie le estaba prestando atención, se habían acercado al encuentro de Tommy y Lydia a saludarlos y apreciar la pesca.

Quiso mantener la calma, no pasaba nada, la llevarían al hospital, tras romper aguas aún podría pasar un día entero sin dar a luz. Y aunque lo intentó, volvió a gritar muy sobresaltada. - Chicoooooos.

Esta vez sí escucharon, todos se giraron hacia ella y Frankie echó a correr sin todavía saber que sucedía.

- ¿Qué ocurre, Jane?

La morena se limitó a señalar.

- Está bien, mantengamos la calma, vamos a coger tus cosas y llamaremos al hospital de camino.

- Voy con vosotros, dijo Becca.

Rápidamente se organizaron y en menos de 5 minutos salía Frankie con todo lo necesario.

- ¿No se supone que el líquido tendría que ser más claro? comentó Jane.

- Es normal, Jane, dijo Lydia. Pero la verdad es que no lo era, el líquido era mucho más amarillo de lo normal. Pero para que asustarla.

- Está bien, he puesto el navegador, estamos a 15 minutos del Bassett Medical Center.

- Está bien, está bien, dijo Jane controlando la respiración e introduciéndose en el coche.

- Vamos allá, soltó Frankie metiendo las llaves en el contacto, o intentándolo más bien, no daba una.

- Becca, ¿puedes conducir tú, por favor?

- ¿Estás de broma? replicó el hermano.

- Estás muy nervioso, Frankie, por favor, dijo su esposa agarrándole las manos.

Frankie y Becca ya eran marido y mujer, después de todo aquel escandaloso fin de semana de presentación, optaron por casarse solos, sin familia, bueno casi, con sus testigos que no pudieron ser otros que sus madres. Después habían hecho dos fiestas, una en Boston y otra en Seattle, no pudo ser de otra manera, pero finalmente todo salió bien y estaban feliz y legalmente unidos.

Becca aparcó en la puerta de urgencias poco antes de los 20 minutos. Corrió a la entrada a pedir una silla de ruedas y Frankie ayudó a su hermana a bajarse. Dos celadores salieron y se encargaron de Jane. La pareja aparcó bien el coche y posteriormente entraron y se sentaron en una sala a la que les acompañó una enfermera.

Jane estaba en el box, cuando apareció un doctor, le hizo unas preguntas, la examinó y la llevaron a otra habitación para poder hacerle una ecografía. El doctor muy amable mientras observaba el monitor le hablaba a Jane e intentaba tranquilizarla.

- Todo está bien, pero creo que convendría hacer una cesárea para evitar sufrimiento.

- De acuerdo. En esos momentos, Jane se dejaría hacer cualquier cosa con tal de que su bebé estuviese bien, era lo más importante para ella incluso por encima de su bienestar.

- El problema es que es sábado, no tenemos cirujanos de guardia, pero enseguida nos mandan uno desde otro hospital, estese tranquila.

Aquel doctor lo había hecho muy bien hasta aquel momento, pero aquel último comentario no la había dejado nada tranquila.

- ¿Usted como se encuentra?

- Yo estoy bien.

- Bien, la dejo en buenas manos, el bebé esta monitorizado, cualquier problema lo sabremos. Me voy a ocupar de la solicitud, le informaré de todos los cambios.

- Doctor.

- Mi familia está afuera.

- Sí, claro, puede acompañarla una persona.

Y puede sorprender, pero Jane pidió que entrase Becca, se habían hecho inseparables. Durante todo este tiempo demostró que quería muchísimo a Frankie y que era muy buena persona, la había apoyado como nadie. Se convirtió en su mejor amiga.

Les habían informado de que se había pasado el historial al Hospital Presbiteriano de Nueva York y que un cirujano en obstetricia se desplazaría hasta allí en el menor tiempo posible.

Y así fue, en poco más de tres horas, la estaban preparando para meter en quirófano. El doctor entró en la habitación y le explicó que ya había pasado todas las pruebas y datos a su compañera de Nueva York y coincidía en realizar la cesárea. La cirujana ya la estaba esperando en quirófano con todo el equipo. - Todo saldrá bien, ha tenido suerte, es de los mejores.

Jane sonrió, se despidió de su cuñada que le dio un beso en la frente y le deseo suerte.

En el quirófano, la cambiaron de camilla, y un chico muy sonriente la saludó.

- Hola, Jane, me voy a encargar de la anestesia, porque ¿quieres, verdad?

Era un chico con cara agradable y delicado, le dio confianza y se relajó un poco. Le sonrió, y dijo un "claro" moviendo su cabeza. El pinchazo dolió, pero la morena había pasado por cosas peores, así que lo soportó bien.

Escuchó como se abrían las puertas y todo el personal saludaba y ponían al día a quien había entrado. En medio de todo aquel olor a desinfectante pudo diferenciar uno familiar y antes de que pudiera descifrar de quien se trataba escuchó.

- Hola, Jane. Y apareció aquel rostro de detrás del foco.

- Ma...Ma... Maura...

- Vamos a empezar, ¿de acuerdo? ¿Estás bien?

- Sí...

- No tardaremos, ya tendremos tiempo de... hablar después. Le sonrió y se dispuso a comenzar con la cirugía.

- Has cambiado de oficio por lo que veo. Continúo Jane desatendiendo a la petición de hablar después.

- Sigo siendo doctora, dijo sonriendo la rubia.

- Pero ahora con vivos... y niños.. eso es muy buena señal, Maura.

El resto del personal permanecía callado y atento a la cirugía pero también a la conversación.

- Si no puedes con tu enemigo...

-... únete a él.

Y en pocos minutos se escuchó el lloró más maravilloso del mundo, al menos para Jane. Maura lo tomó en brazos y se lo mostró a la morena. - Es un niño precioso, Jane, dijo una Maura emocionada.

Maura Isles creía que podría controlar la situación, emocionalmente hablando, pero le estaba costando mucho mantener el tipo y no lanzarse a los brazos de su paciente. Cuando recibieron el aviso del Bassett y leyó su nombre, no dudó ni un momento en presentarse voluntaria.

Maura al salir de la facultad se había especializado en obstetricia pero por una mala experiencia y algunas inseguridades decidió cambiarse a los muertos por eso mismo, porque ya estaban muertos, pero aún así sentía que podía ayudarles, recolectando las pistas suficientes para castigar a quien les había hecho aquello. Hoy en día era otra persona, había hecho una especie de terapia de choque. Después de aquella escapada, tocó fondo, se estaba perdiendo su vida, ser feliz, por aquel temor a los niños,o más bien a hacer les daño, así que lo atajó de raíz y fue directa a ellos. Volvió a retomar lo que había sido su pasión desde niña. Poder dar la vida a tantos bebés, futuros niños, futuros médicos, abogados, limpiadores, ingenieros, obreros, futuras personas. Y lo había conseguido, enseguida su trabajo fue reconocido por sus colegas y trepó de manera muy rápida, hasta el día de hoy que era muy buena en lo que hacía, en uno de los mejores hospitales y en un tiempo récord de 8 meses.

Jane tampoco pudo contener las lágrimas, se había imaginado ese momento montones de veces y todas las imágenes eran como la que tenía ante sus ojos, Maura sujetando al bebé.

La doctora le entregó el bebé a una enfermera.

- ¿A dónde se lo lleva?

- A ningún sitio, está ahí, va a lavarlo, tranquila. Y le sonrió. Jane asintió sonriendo también.

- Ahora voy a cerrar, esto va a durar un rato un poco más largo, podrías contarme como fueron estos nueve meses... u ocho.

- ¿Sabes? Me ha gustado estar embarazada, no sé, me ha dado una sensación de tranquilidad, ternura y plenitud, no sabría explicarlo.

Maura seguía concentrada en su trabajo escuchando, tenía la mascarilla puesta, pero podía leerse una gran sonrisa debajo.

- Supongo que tanto tiempo libre te habrá dado para pensar en un nombre.

- Pues, no lo tengo claro. Mi madre quiere que le ponga un nombre italiano y le encantaría Piero como su padre, pero...

- ¿Sabías que el sábado 15 de Abril de 1452 nació Leonardo da Vinci?

- No, pero eso que... ¡Oh! ¿Hoy es 15 de Abril?

- Y es sábado contestó el anestesista.

- Leonardo...Leo... me gusta.

- Sudor, dijo Maura. Y se giró hacia la auxiliar, eran gotas lo que le resbalaban pero no de sudor, la chica sin decir nada se las limpió.

En menos de una hora la cirugía terminó y subieron a Jane a una habitación. Toda su familia pasó a verla en cuanto pudieron, ya estaban los tres que faltaban, Tommy , TJ y Lydia. Se tendría que quedar al menos 5 días ingresada por lo que llamaron a Ángela para que se desplazase hasta allí.

Ya era la hora de cenar por lo que las visitas tenían que salir. Jane no les había contado nada sobre la identidad de la cirujana, todo lo relacionado con Maura le gustaba tenerlo en secreto, sobre todo después de todo lo que había pasado.

Se quedó sola en la habitación, con la bandeja de la cena, un poco de puré, un filete de pescado y gelatina, pero no le apetecía comer. En esto, sintió unos golpecitos en la puerta. Miró hacia ella y se le llenó la boca con una sonrisa.

- Pensé que te habías marchado.

- No me voy a ir y menos sin despedirme. ¿Qué tal estás?

- Bien, pero no tengo apetito.

- Tienes que comer algo, tienes que estar fuerte para él.

Maura se acercó a la cuna y observó al bebé dormir.

- Se parece mucho a ti.

- ¿Como podéis ver eso?Es tan pequeñito...

Maura rió, - Oye...

- Dime.

Iba a empezar a hablar de algo pero descartó la idea. - Venga, tienes que comer. Cogió la cuchara con un poco de puré y se la acercó a la boca. Jane apretó la boca y negó con su cabeza, la doctora acercó mas la cuchara y la morena aún apretó más.

- ¿Quieres que haga el avioncito? dijo al tiempo que hizo el movimiento con su mano y empezaba a hacer el sonido "rrrrrrrrrrrrrrrr"

A Jane le entró la risa y abrió la boca para reírse, cosa que aprovechó Maura para meter la cuchara.

- ¿rrrrrrrrrr? ¿Así hacen los aviones? habló con el puré en la boca.

- Te he echado mucho de menos. Se atrevió a decir la rubia. Y se acercó para besarla, Jane sin poder hacer otra cosa se dejó y también la besó.

- Maura, yo... se separó después de unos segundos. Habían podido notar otra vez aquella descarga, seguía vivo.

- ¿Estás con alguien? Lo entiendo...

- No, no estoy con nadie. Yo también te he echado de menos. Pero no puedo volver a lo de antes, no era buena para ninguna de las dos aquella situación, y ahora está Leo.

- Leo... dijo sonriendo. -He cambiado. He vuelto a ser la persona que era, segura y ahora sí tengo fuerzas para luchar y afrontar los miedos. Nunca me he arrepentido tanto de una decisión, pero es que simplemente no podía, quizá no era el momento. Pero ahora sí lo veo claro. He venido a por ti, Jane.

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Actualidad:

Llegaron a la comisaría con el testigo. Entraron en el hall y Jane notó como vibraba su móvil.

- Frankie, acompáñalo tú, subo en un momento, dijo enseñándole el teléfono.

- Vale.

- ¡Te he visto en la tele! dijo tras descolgar la llamada.

- Ah, ¿Si?

- Estabas muy sexy.

- Lo dudo mucho, cariño, ha sido una larga noche, pero gracias.

- ¿Cuando vuelves?

- Pues tengo buenas noticias, la paciente evoluciona muy bien, su bebé está perfecto, así que...mañana por la tarde estaré en casa.

- ¿De verdad? No lo soportaba más. Intentaré salir pronto.

- Solo llevo cuatro días fuera. Sí, además el lunes me tengo que incorporar a mi puesto en el General de Boston, hay que volver a la rutina.

- Para mí ha sido un siglo, no vuelvas a atender favores, ni peticiones de nadie, así sea el Presidente.

- Exagerada, dijo riendo. - ¿Cómo está mi niño?

- En casa de la abuela, así que imagínate, consentidísimo.

- Tengo muchas ganas de verlo y a ti también, mi amor.

- Te echa de menos... oye... tengo que dejarte, tengo un interrogatorio.

- Sí, hablamos por la noche. Te quiero.

- Yo también te quiero.

Y ambas colgaron y siguieron con su trabajo pero ansiosas por que llegara el día siguiente. Y así fue, después de mucho trabajo Jane se fue para casa y haciendo caso a su madre se quedó a dormir con ella dejando a Leo descansar. Por la mañana, mientras desayunaba, apareció el niño corriendo. - ¡Hola, mami!y se abrazó a su piernas.

- Hola, campeón, ¿qué tal has dormido?

- Bien, abuela me hizo una hamburguesa para cenar así de grande y estiró sus brazos lo más que pudo.

- No creo que todo eso cupiese en esta barriguita, y le hizo cosquillas en ella.

El niño rió.

- ¿Sabes qué, cariño?

- Hoy vuelve Mamá.

- ¿Sí? y empezó a dar saltos. ¡Bien! ¡Bien! ¡Bien!

- Ángela apareció por la puerta. - ¿A qué viene tanto jaleo?

- Hoy viene Mamá, gritó el niño.

- ¡Qué bien! ¡Qué alegría! Vas a poder darle muchos abrazos.

El niño asentía nervioso mientras seguía saltando.

- Jane cogió sus llaves y su móvil le dio un beso a su madre y se agachó al lado de su hijo. - Cariño, hoy vengo pronto a buscarte para poder recibir juntos a mamá, ¿Vale? y le dio un beso en la cabeza.

El día pasó, más lento de lo que le hubiese gustado, con el testimonio del testigo y su disposición a declarar se les había abierto una gran puerta, el caso estaba prácticamente resuelto. La detective dejó a su hermano haciendo papeleo y salió en dirección a casa de Ángela. El avión de su esposa llegaba a las 7:30, le daba tiempo de recoger a su hijo y de ir a esperarla al aeropuerto.

Eran las 7:25 cuando su avión aterrizó, Maura se bajó, esperó por su maleta y a las 8 menos cuarto estaba saliendo por la puerta de llegadas, mientras buscaba el móvil para llamar a su esposa y avisarla de su llegada escuchó un grito. - ¡Maura Rizzoli! Levantó su mirada y allí estaban al fondo, los dos amores de su vida. Aquel niño de pelo negro y ojos claros vestido de Spiderman corrió hacia ella hasta abrazarla. Ella lo subió en brazos y lo llenó de besos. Jane se acercó lentamente observando la escena, la verdad que se le caía la baba cuando los veía juntos.

- Hola, dijo tímidamente y haciéndose la interesante.

Maura la miró, y acomodó a su hijo hacia un lado sujentándolo con un brazo. - Hola, respondió con el mismo tono. Y con su brazo libre rodeó el cuello de la morena atrayéndola hasta fundirse en un beso. El niño estiró los brazos y abrazó a las dos. Y así permanecieron abrazados y riendo mientras el niño cantaba una canción inventada.

- ¡Qué sorpresa más buena! dijo la rubia mirando al niño y bajándolo al suelo.

- ¿Nos vamos a casa? dijo Leo.

- Claro, cariño, contestaron ambas mujeres al unísono.

El pequeño agarró a las dos con cada mano y se fueron al coche mientras el pequeño le contaba a su mamá todo lo que había hecho esos cuatro días sin ella.

Una vez en casa y Leo acostado después de cenar y jugar con todo lo que Maura le había traído de Nueva York. La doctora estaba sentada en el sofá con una copa de vino. Jane, que venía de la habitación del niño, se sirvió otra y se acomodó en el sofá a su lado y casi por inercia la rubia se dejó caer sobre su pecho acomodándose en ese hueco que ya estaba hecho para ella, mientras Jane pasaba su brazo por encima.

- Creo que esto es lo que más echaba de menos.

Jane sonrió. - ¿Sabes que hoy hace cuatro años de nuestra primera cita?

- Fatídica cita.

- No fue tan mala, respondió Jane.

- El final...

- Bueno, hoy no la veo tan mala.

- Me acuerdo de que tú me agarrabas la mano y no me dejaste ir, y me dijiste un "adiós".

- Yo también me acuerdo bien de cada detalle, la rememoré durante mucho tiempo aquella cita, buscando alguna explicación.

Maura se incorporó y se puso de frente a su esposa. - Yo no quise decirte adiós, porque estaba segura de que volvería a verte. No era el momento, yo no estaba en el momento, pero tenía claro que eras tú.

- ¿Qué yo era que?

- Tú. Y le acarició la mejilla. - De "tú y yo". No hubiese encontrado nada parecido a esto en la vida, Jane. Gracias por ser tan valiente y confiar en mí, otra vez.

- Tú y yo, siempre.

Maura se acercó más y besó a su mujer, se montó a horcajadas sobre ella y se siguieron besando, con toda la pasión de aquel primer día. El calor empezó a subir y la ropa a caer, se besaron, se acariciaron todas las partes de su ser. Se habían echado mucho de menos, les costaba separarse incluso durante la jornada laboral. Se querían, se amaban, se deseaban y eso no había cambiado en los años que llevaban juntas, aquella electricidad seguía más viva que nunca.

Hicieron el amor hasta llegar al clímax incluso hasta tres veces. Y ahora rendidas en la cama abrazadas, Maura volvió a hablar.

- Soy tan feliz... te amo muchísimo, Jane.

La morena que la sujetaba sobre su pecho y acariciaba su abdomen sonrió y sus ojos desprendieron un brillo especial, aquel que se había visto por primera vez el verano de hace cuatro años cuando dentro de aquella comisaría la vio por primera vez.

Bueno gente hermosa, así acaba está historia a la que le he cogido mucho cariño y me da penita que ya ha llegado a su fin Una porque me encanta esta pareja y otra porque es la primera vez que escribo algo y creo que me ha quedado bastante decente.

A Jane la he puesto mucho más tierna de lo normal porque es algo que he echado de menos en la serie, de Maura no tengo nada que objetar.

Podría haber un capítulo más por el medio, pero debido a que tengo muy poco tiempo para dedicarme a ella últimamente he preferido dejarlo así.

Muchísimas gracias a todos. Ha sido una muy buena experiencia. Espero que les haya gustado este final. Un besazo enorme, y quien sabe, pude que me vuelva a animar con otra historia.

GRACIAS!