Muchas gracias Ale parece que eres la única que me acompaña en mi locura, y agradezco que no me dejes hablando sola jajaja.

Bien sigo aquí con mi propio #OtpChallenge. Este tema creo que se me facilitó más que los otros, y me refiero a que no se me complicó "cortar" la escena porque la tenía perfecto en mi cabeza desde que comencé a escribirla. Si alguien más lee, adelante.

Día 08: En un grupo musical.


—I—

Como una banda musical, todos ellos estaban acostumbrados a las muestras de atención que tenían por parte de sus fanáticas –en su mayoría jovencitas–, algunas eran bastante efusivas y aventadas cuando llegaban a tener contacto directo con ellos, ya fuera en alguna firma de autógrafos o en otros eventos donde se presentaban.

Kuroko Tetsuya, Akashi Seijūrō, Kise Ryōta, Kagami Taiga y Aomine Daiki eran los integrantes del grupo de sensación juvenil; desde hacía unos meses su popularidad había subido como la espuma y ahora se la pasaban viajando por todo su país, con planes cercanos de salir del mismo para comenzar a promocionarse de forma global.

Todos por igual tenían su grupo de fanáticas que adoraban algo distinto de cada uno de ellos, como era normal en todos los grupos, estaba el chico inocente, el elegante, el coqueto, el de aspecto salvaje y finalmente el chico malo.

—II—

Aomine entró a la habitación de Kagami como si fuera la suya cerrando con llave tras él, pues sabía que Kise y Kuroko a veces solían hacer lo mismo, al entrar lo recibió la figura recién bañada de Kagami quien estaba parado bajo el marco de la puerta del baño; su torso aún escurría agua, llevaba una toalla que le envolvía la cadera y otra en la mano con la que se sacudía el cabello.

—¿Qué rayos haces aquí? —Preguntó Kagami con el ceño apretado al sentir que su privacidad había sido invadida. Por alguna razón cada integrante tenía una habitación personal en aquel hotel— ¿Ahomine? —le llamó al verlo recargado en la puerta, mirando el suelo sin responder a su pregunta— ¿Qué sucede?

No hubo una respuesta verbal por parte del chico, Kagami observó cómo en silencio Daiki caminó hacia él, poniéndolo nervioso ante la mirada que ahora no se despegaba de la suya.

—Ao…mine estás… ¿bien? —Indagó en su lugar.

Al minuto siguiente Kagami estaba contra la pared, con los labios siendo asaltados por los de su compañero. Aomine tenía una mano en la cintura contraria para atraer ese cuerpo hacia el suyo, mientras la otra extremidad descansaba sobre la pared junto a la cabeza de aquel a quien besaba.

En un principio Kagami dudó si responder o no, esta acción era bastante extraña e inesperada. Tampoco entendía la actitud posesiva con que ahora ambas manos de Aomine le apretaban de la cintura, enterrando los dedos en su piel mientras lograba que todo su cuerpo se uniera al del chico, humedeciendo la ropa de éste. Pero no sólo las manos demostraban aquella agresividad, el beso que ahora le daba llevaba impreso en silencio la palabra mío, y a pesar de que Kagami no se consideraba sumiso en absoluto, había algo distinto en la forma en que el chico lo besaba.

Los labios de ambos se devoraban casi con hambre, las manos de Kagami se paseaban entre las cortas hebras azules, tratando de atraer al otro hacia sí para profundizar el beso, inclinando un poco su cabeza hacia el lado opuesto para así cambiar el ángulo y que sus lenguas pudieran enredarse mejor, saliendo de sus labios para chocar con la ajena y probarse.

Aomine se recorrió en besos por la mandíbula de Kagami, mientras sus manos también exploraban todo el abdomen bajo del chico, con ambas manos extendidas en su totalidad, dejó que sus palmas sintieran la firmeza de aquel abdomen perfectamente trabajado, deslizándose por éste hasta perderse en la espalda. Podía sentir cómo bajo su toque, la respiración ahora anormal del pelirrojo lograba que su pecho se llenara en exceso y soltara aire por su boca ahora desocupada.

Los labios de Daiki llegaron hacia el cuello, al mismo tiempo que una de sus manos se recorrió por la espalda de Kagami en dirección al trasero, apretando ahí una nalga, escuchando el suave gemido ahogado del otro ante la acción.

—Ao… mine…

—Daiki —gruñó el moreno como advertencia para que el pelirrojo le llamara así, sus labios pegados contra la piel del cuello ajeno.

—Nhg… —las manos de Kagami no se quedaron quietas, ahora ambas estaban deslizándose por toda la espalda de Aomine hasta llegar al trasero de éste, mismo que apretó sin consideración, ocasionando que la pelvis del moreno chocara con la suya en un contacto aún más íntimo del que ya compartían.

Cuando Aomine sintió aquella acción sobre su trasero, llevó su mano hacia la parte posterior del muslo de Kagami, tirando de éste hacia arriba para que la pierna le envolviera a la altura de la cadera. El contacto entre sus partes todavía cubiertas por varias prendas era bastante sugerente, podía sentir la erección del pelirrojo chocar contra la suya.

Sin embargo, no se detuvo ahí, comenzó un vaivén con su cadera como si embistiera a Kagami, el chico sólo tiró su cabeza hacia atrás y apretó más el trasero que aún estaba entre sus manos. Los labios de Aomine aprovecharon para dejar una marca rojiza en la clavícula del pelirrojo que ni se dio por enterado ante la temperatura del momento.

—Aaaah… Daiki…

—Mío.

—¿q-qué…?

—Eres mío —repitió ahora sobre el oído del otro. Deteniendo todo movimiento y alejándose un par de pasos.

Los ojos azules no pudieron evitar mirar el cuerpo frente a él, notando cómo la respiración de Kagami seguía irregular, tanto como la suya al estar igual de excitado. Los ojos rojos le devolvían la mirada entreabiertos, de la misma forma que sus labios permanecían separados tratando de recuperar el oxígeno que no parecía llegar a sus pulmones como debería.

—Daiki… ¿por qué dices eso?

—Nadie más puede besarte. Sólo yo —repitió acercándose de nuevo, dejando ambas palmas de sus manos sobre la pared junto a la cabeza de Kagami. El chico no comprendió el cambio de actitud ni la declaración de macho alfa posesivo.

—¿A qué rayos se debe esta actuación de macho alfa, idiota? —regañó Kagami, tomándolo de la camisa con el puño y atrayéndolo más hacia él por medio de ese agarre.

—Dejaste que una fanática te besara en los labios, ¿crees que no lo miré? —Aomine entrecerró los ojos mirando de cerca los rojos de Kagami.

—Eres un idiota celoso, y te amo por eso—Taiga sonrió divertido antes de explicar—. Era una chiquilla que me tomó desprevenido, Daiki, no seas ridículo.

—Nh. Ya veremos cómo reaccionas cuando una chiquilla me tome desprevenido un día de estos —regañó apartándose, se giró para irse de ahí pero entonces sintió cómo el pecho de Taiga se pegaba a su espalda mientras éste le hablaba por sobre el hombro.

—¿A dónde crees que vas, mi alfa posesivo? Ahora te harás cargo de lo que despertaste acá abajo —regañó restregando su miembro endurecido en el trasero contrario.

Daiki sonrió, amaba cómo sonaba esa declaración en los labios de su pelirrojo.

Aomine y Kagami llevaban varios años saliendo, a sus escasos veinte años de edad, tenían juntos tres años y no se arrepentían de ningún segundo compartido, mucho menos ahora que eran parte de aquella agrupación tan famosa. Lo más difícil quizás era tener que esconder su relación en público, al menos sus amigos y compañeros de grupo sabían de ésta, así que cuando estaban sólo ellos no era necesario.

Pero siempre estaban los celos, –en palabras de Kagami– "innecesarios"que sentía el moreno cuando alguna chica se acercaba de más al pelirrojo, o daba muestras demasiado efusivas al tenerlo cerca. Lo cierto es que Kagami era menos transparente en ese aspecto, pero también tendía a ser muy posesivo cuando veía cómo las jovencitas se desvivían por el chico malo de la agrupación.

Aún así, la relación parecía ir perfecta. Con altas y bajas como cualquier otra. Pero ambos creían poder superar cualquier cosa.

Fin.


De antemano, gracias por leer y también por dejar comentario.