Digimon y sus personajes NO ME PERTENECEN. Solo hago esto por diversión y para su entretenimiento.


Los aeropuertos son unos lugares relativos.

Siempre he pensado que son una puerta de despedidas, de futuros reencuentros o de definitivas despedidas que podían destrozar infinidades de vida. A mis 22 años, nunca pensé que me sentiría tan feliz de estar en uno de estos portales junto a mi hermano y mis amigos, esperando a que una vieja integrante volviera al grupo, aunque fuese solo por escasos días de visita. Pero es que, aunque mi expresión permanezca fría e inexpresiva en estos momentos, la verdad es que me invade una emoción que pocas veces sentía y solo ella podría lograr eso en mí. Ella era simplemente única y no podía evitar caer ante sus encantos.

Porque, aunque no lo admitiera en voz alta, por cuestiones de orgullo y por seguridad ante las bromas provenientes de Taichi, yo, Yamato Ishida, estoy enamorado de Mimi Tachikawa. No estoy muy claro de cómo mis sentimientos alcanzaron este punto, pero la verdad, muy poco me importa.

Recuerdo que la primera vez que sentí algo por ella, fue aquella vez frente a una fogata.

Era difícil mantenerse despierto para vigilar, pero realmente era necesario. No sabía qué enemigos querrían tomar ventaja de su falta de guardia.

¿Puedo hacerte compañía? ─el rubio dio un respingo al escuchar ese susurro detrás de él.

¿Mimi? ─preguntó él en voz baja para no despertar a Gabumon, quien dormía a unos metros de él. ─ ¿Qué haces despierta?

No puedo dormir.

¿Por qué?

Por nada. ─aunque no le gustase las respuestas vacías, decidió no argumentar al respecto. La chica se sentó a su lado y por unos momentos el silencio reinó entre ellos. ─ ¿Crees que soy una tonta por creer en príncipes y princesas? ─la pregunta lo descolocó bastante.

¿Por qué preguntas?

Es que…siempre he creído en eso y en qué algún día llegará mi príncipe azul y yo seremos felices para siempre, pero con todo el fiasco de cuando encerré a Tai y a Joe por un capricho…me ha hecho cuestionar todo. ─el rubio no entendía porque le contaba eso; no eran unidos para que le confiara ese tipo de cosas.

No creo que eso tenga algo de malo.

¿De verdad? ─preguntó sorprendida.

Eres una niña; es normal.

Entonces… ¿crees que un príncipe venga algún día a regalarme un beso?

No creo que esas sean las cosas que deberías estar pensando.

¿Eso quiere decir que no? ─al ver la expresión de decepción en el rostro de la castaña, el rubio se arrepintió de su comentario. Se sentía culpable de ser el causante de que el brillo de sus ojos se apagara. Tal vez debería animarla…

Mimi, ¿tengo los rasgos o características de un príncipe? ─la niña pareció pensarlo por unos momentos. Aunque era un poco gruñón de vez en cuando, el chico era un caballero, buen amigo y no se veía mal.

Sí. ─él sonrió. Se acercó a ella y tomó delicadamente su barbilla, para darle un fugaz e inocente beso en los labios; uno de esos besos infantiles que nunca se olvidan. Sintió su cara arder de la vergüenza. La idea no le había parecido tan incómoda en un principio…Esa sensación en su estómago debía ser consecuencia de la situación ─Ahí tienes… un beso con un príncipe azul. ─se sorprendió bastante de que su voz no denotara el nerviosismo que de repente lo había invadido. Observó a su amiga. Estaba sonrojada y lo miraba con verdadera sorpresa, por lo que, decidió apartar la mirada.

¿Por qué…hiciste eso? ─esa era una excelente pregunta y él no sabía la respuesta.

Sólo para hacerte sentir mejor. ─mintió. Él sabía perfectamente que no era esa la razón, pero prefirió decir eso a adentrarse y buscar una razón que al final tal vez no le gustaría.

Esperó un regaño, una rabieta, hasta una bofetada por el atrevimiento que tuvo, pero no, eso no llegó. En su lugar, sintió unos delgados labios presionarse tenuemente sobre su mejilla. Todos los colores se le subieron a la cara al mayor de los Ishida.

Gracias, Yama. ─dijo ella para regresar por donde vino. Él no pudo evitar sonreír al saber que la había hecho sentir mejor y al darse cuenta que ese apodo sonaba bien cuando ella lo pronunciaba.

Lo admito, fui un tonto, pero tenía 11 años y no sabía la magnitud del primer beso de una persona. Solo quería hacerla sentir mejor, pero, en fin, después de eso, todo siguió igual entre nosotros. No acercamientos, no profundas conversaciones…no más besos. Y en ese tiempo, me parecía bien hasta que descubrí que ella se marchaba.

Y ahí estaba él, en ese dichoso aeropuerto junto a todos sus amigos, despidiéndonos de una de nuestras integrantes. No creo que alguien estuviese más deprimido que yo…Todo lo que podía pensar era en que se iba al otro lado del mundo y no la vería todos los días.

¿Yamato? ─llamó esa melodiosa voz acercándose a mí. Sus preciosos ojos ámbar se encontraban rojos de tanto llorar. Ella no quería marcharse, lo había dicho mil veces, pero sus padres ya habían decidido que era lo mejor para ella. Él era testigo de la cantidad de lágrimas que derramó cuando supo que abandonaría Japón y fue una tarea muy difícil consolarla cuando él estaba igual o más devastado que ella. Podían pasar meses separados y cuando surgía algo importante en su vida, curiosamente, ella aparecía en su puerta. ─ ¿No me vas a despedir? ─él sonrió tristemente y la abrazó, creando sorpresa en el grupo de niños. Para ellos, esos dos no tenían ningún tipo de confianza…

No llores, ya verás que pronto nos volveremos a ver. ─dijo él mientras se separaba. Buscó algo en su bolsillo. ─Toma, esto es para ti. ─dijo entendiéndole un pequeño llaverito en forma de guitarra. ─Para que te acuerdes de mí y te de suerte. ─ella se secó las lágrimas y tomó el objeto dedicándole una tenue sonrisa y besando su mejilla.

Minutos después, la vio partir.

Ese inocente beso en la mejilla, fue lo suficiente para, no solo ganarme innumerables insinuaciones y bromas por parte de mis amigos (Taichi), también para confirmarme que ella era muy importante para mí, pero era un niño y aun no podía diferenciar que era el amor. Miré a través del gran ventanal del aeropuerto siguiendo cada avión que aterrizaba con la vista, rogando que ese fuese el de ella. Quería verla, abrazarla, aunque fuera de manera disimulada. Mis amigos no sabían sobre mis sentimientos hacia ella y prefería que no se enteraran por los momentos. Hemos mantenido contacto desde aquella vez, solo que aparentamos que no; no necesitamos a ciertas personas (Taichi) especulando sobre nosotros, cuando en realidad, ni siquiera nosotros sabíamos cómo definir nuestra relación. Sonreí sutilmente mientras recordaba nuestro primer beso verdadero.

El mundo digital se reestructuraba luego de todo el fiasco de las semillas de la oscuridad. Todos los niños elegidos se encontraban en el digimundo pasando un rato de tranquilidad como hace mucho no hacían mientras sus compañeros digimons jugueteaban en el área. El joven Ishida estaba sentado bajo la sombra de un árbol escuchando algo de música y mirando a sus amigos alrededor del abierto prado. Joe, Cody e Izzy estaban observando algo en un viejo tronco, Yolei estaba dormida sobre una manta cerca de Ken, quien hablaba con Davis tratando de distraerlo de Takeru y Hikari, quienes se encontraban tendidos en el pasto, tomados de la mano. Se sorprendió de que Taichi no estuviese cerca para vigilar a esos dos, pero luego todo tuvo sentido al verlo acorralando contra un árbol a cierta pelirroja mientras la besaba apasionadamente. Al parecer todos estaban…un momento… Se incorporó un poco para mirar a todos lados y localizar a cierta castaña que no veía por ninguna parte. Con algo de pánico, se levantó de su lugar y buscó a la portadora de la pureza por los alrededores. No pudo contener su alivio al verla sentada a la orilla de un lago, dándole la espalda. Se acercó a ella y se sentó sin decir nada. Al parecer, estaba tan sumida en sus pensamientos que no notó su llegada.

Tierra llamando a Mimi. ─la chica dio un pequeño respingo al escuchar su voz.

¡Yama, no hagas eso! Me asustaste. ─se quejó ella.

Pero si no hice nada; solo me senté aquí, te saludé y tú me ignoraste. ─ se defendió.

Como sea, ¿qué haces aquí?

Podría preguntarte lo mismo. ─rebatió. ─Las princesas no deben caminar solas, algo podría pasarles. ─ella le golpeó el hombro de manera juguetona. ─Ya en serio, ¿qué haces aquí?

No lo sé, comencé a deambular y llegué aquí. ─su respuesta sonó tan melancólica…

¿Pasa algo, Mimi? ─ella se encogió de hombros.

Es solo que no me gusta ser la infiltrada. ─el frunció el ceño.

¿Qué quieres decir con eso? Tú no eres una infiltrada…

Vivo del otro lado del mundo…

Eso no tiene que ver. ─Mimi permaneció en silencio. ─ ¿Acaso…te has sentido fuera de lugar? ─ella negó. ─No entiendo. ─ella suspiró.

Es solo que…siento que me lo pierdo todo por estar lejos; ─él iba a argumentar, pero ella lo detuvo. ─ y no trates de negarlo. El ejemplo más reciente fue el noviazgo entre Taichi y Sora, así que, no trates de negármelo. ─Ella tenía razón. Fue toda una odisea contactar a la castaña para informarles las nuevas buenas. A veces no estaba en casa, los horarios no coincidían y un sinfín de situaciones que terminaron con una muy enojada Tachikawa enterándose de la noticia por una publicación en el facebook de Taichi.

Aunque eso fuese verdad, no deberías sentirte así; ─ella no respondió. ─siempre te tenemos presentes. ─ella asintió no muy convencida, pero dándole la razón para dar por terminado el asunto. ─Yo siempre te tengo presente.

La afirmación la tomó totalmente por sorpresa y más al encontrarse con dos zafiros mirándola con tal intensidad que le envió escalofríos por todo el cuerpo. Para ella, Yamato significaba una combinación confusa entre un amigo y amante platónico y no entendía cómo reaccionar, qué decir o que predecir cuando él le decía esa clase de cosas. Sus mejillas se enrojecieron al sentir el suave tacto de su mano sobre ella. Su corazón comenzó a latir a mil por hora, al percatarse que el rostro del chico se acercaba más al suyo y antes de que pudiese pronunciar palabra alguna, sintió cómo sus labios se sellaban, no en un fugaz y tímido beso como hace años atrás, este no era el más atrevido de todos, pero sí era intenso, pasional…anhelado.

Yo siempre te tengo presente. ─respondió al terminar el beso. ─Un príncipe siempre está al pendiente de su princesa.

Ella sonrió.

No mentiré…amé ese beso y, si por mi fuera, lo repetiría mil veces, pero como siempre, nada cambió entre nosotros. Seguíamos aparentando que nada pasaba y para los demás éramos unos simples conocidos, pero la verdad era otra y me frustraba. Ella lograba sacar un lado de mí que hasta yo desconocía y me aterraba porque ante ella, me sentía débil sin aquella barrera fría que me rodeaba casi todo el tiempo. Mimi era una excepción a todas las reglas que me había planteado con anterioridad. Miro el reloj nuevamente. Me estoy desesperando. ¿Qué tanto puede tardar ese vuelo? Sé que Estados Unidos está del otro lado del mundo, pero si me dicen que el vuelo llega a tal hora, deberían cumplir su itinerario y no ponerme los pelos de punta. Miré el reloj nuevamente. La última vez que sentí una ansiedad similar fue hace dos años exactamente…la última vez que había venido de visita…

Nunca pensó que unas simples palabras lo destruirían tan profundamente.

Michael y yo estamos saliendo.

Crueles palabras que jamás saldrían de su mente. Todo a su alrededor pasó a un segundo plano, lo único que podía percibir era aquella mano que reposaba en la cintura de la castaña. Aprovechando que los recién llegados se perdían en un mar de amigos muy emocionados de ver a los recién llegados, se alejó lentamente del lugar tratando de no llamar la atención. No se sentía con las ganas de saludar.

Él sabía que entre él y ella no había nada serio, más que una serie de besos muy difíciles de olvidar. Cada vez que ella se marchaba, todo volvía a la normalidad y no entendía por qué. Yamato no era del tipo de persona que diera el primer paso, por lo que, al no ver ningún tipo de acercamiento por su parte, él fue incapaz de hacerlo. Michael tomó ventaja de aquello… Suspiró frustrado…Sería una visita eterna para él…

0─

La pequeña fiesta de bienvenida estaba en su mejor momento, pero cierto rubio estaba más que cabreado. Desde que habían llegado a la fiesta, Michael parecía querer dejar en claro que Mimi era su novia. No le soltaba la mano, no dejaba de llamarla por apodos por demás empalagosos y en más de una ocasión, la había besado…Yamato estaba llegando a su límite…

¿No piensas hablarme? ─preguntó la castaña acercándose al rubio. Él no respondió. ─ Yamato…

Déjalo así…─respondió dirigiéndose hacia el balcón, sabiendo muy bien que la castaña lo seguiría. Mimi cerró la puerta corrediza.

Yamato, háblame, por favor…

¿Qué quieres que te diga? ¿Quieres que te felicite por tu noviazgo? Porque no lo pienso hacer…

Lamento no habértelo dicho. No sabía cómo, especialmente, porque no creí pertinente anunciarlo por la red. ─se maldijo internamente al encontrar la lógica en sus palabras. Ella tenía razón, él lo sabía, pero no quería dársela. ─Vamos, no te enojes conmigo; eres mi mejor amigo. ─ esa afirmación fue como si una daga se clavara directamente en su pecho. Solo atinó a darle la espalda. ─Yama…

Hey, Darling, ¿qué haces aquí? ─ preguntó una tercera voz. ─Oh, hola Yamato. ─ el chico asintió con la cabeza como respuesta. ─Ya va a empezar la película; solo faltan ustedes.

Vayan ustedes; yo ya me iba a casa.

Pero Yamato…

Nos vemos luego…

Pero eso nunca pasó. Mi orgullo me nubló y no volví a asistir a otra reunión de elegidos hasta que ella volvió a marcharse. Ella trató de contactarme en más de una ocasión, pero yo me rehusé a contestarle. Estaba dolido, enojado con ella por andar con otro cuando no tenía por qué estarlo. Éramos amigos, y se suponía que yo debería estar feliz de que ella estuviese con alguien que la amara como ella merecía…pero no. Al final, terminé sucumbiendo ante mi droga personal llamada Mimi. Yo pedí perdón, ella no exigió más de mí, y al poco tiempo, chateábamos como siempre, como si nada hubiese pasado.

Y por alguna razón, estoy en este aeropuerto, emocionado en mi interior de que ella vuelve de visita, a pesar de que sé… que viene con él. Ni siquiera comprendo por qué soy tan masoquista cuando se trata de ella.

Observó la pizarra anunciar la llegada de su vuelo y dibujó una media sonrisa en su rostro

La princesa había llegado.


Hola. Esta historia será narrada por sus dos protagonistas, así que el próximo capítulo, será narrado por Mimi. Tengo algunos capítulos ya hechos, pero les falta edición, a medida que pueda, los iré subiendo.

Ojo: En capítulos futuros, esta historia cambiara al rating M

Espero que les haya gustado, y ya saben, me dejan saber que les pareció a través de un valioso review.

En otras noticias, como conmemoración al 1ro de agosto, (que ya sé que pasó, pero se me hizo imposible actualizar en ese día como quería), he actualizado todas las historias de Digimon y publicado dos nuevas. Estas historias son:

Pequeño Angel (Taiora. Rated T)

No importa qué (Taiora, Rated T)

Broken (Taiora. Rated M (por temática fuerte))

Indeleble (Mimato. Rated T, próximamente M)

¡Como odio el amor! (Rated T. Taiora, Mimato, Takari, Kenyako)

Historias en el tiempo (rated M, pero con historias de diferentes ratings Fic (casi todos sin relación entre ellos) de parejas de Digimon 01 y 02.).

Sin más nada que decir, y recordando al heroico Wizardmon, me despido por ahora.

Cuídense,

Bye!