Capítulo 1. Secuelas.
El tiempo había pasado tan rápido que apenas lo notó. El cielo despejado irradiaba ese tono azulado encantador que hacía parecer todo más hermoso de lo normal. Finalmente el término del periodo había llegado y cada área del campus estaba plagada de jóvenes inmersos en sus asuntos, yendo y viniendo por doquier. Las voces de los grupos charlando amenamente entre ellos hacían eco por la zona, el sol alumbraba impasible… y ella, sonreía genuinamente después de mucho tiempo. No fue difícil adaptarse, en ninguna circunstancia le costó hacer amistades nuevas y ésta no había sido la excepción. Sin embargo…
-¡Eh! Eh Bulma! ¡Planeta tierra a Bulma!
-¿Q- Qué? ¿Cómo? -Balbuceó la de ojos azules al morocho riendo frente a ella–. Disculpa Bryant, me distraje un poco. ¿Qué me decías?
-¿Un poco?, estabas fuera de este planeta, linda.
Sonrió–. En serio lo lamento, es solo que…
-Déjame adivinar –interrumpió-, ¿él de nuevo? -Bryant la miró con ternura. Sabía la historia que su amiga cargaba a cuestas. Ella una noche finalmente se la develó cuando la fortaleza flaqueó a causa de unas copas y un hecho coincidente con uno de sus pocos, pero preciados recuerdos.
El pub estaba lleno, la mayor parte de las caras eran conocidas. Al lado de la barra se encontraba Bulma rodeada de al menos diez compañeros de clase, todos festejaban amenamente la aprobación de aquel proyecto que tanto trabajo y amanecidas les había tomado. Era por fin momento de un merecido relajo para ellos.
-Querida, si yo tuviera ese cuerpo y ese rostro hermoso, no duraría en usarlo para conquistar al chico de mis sueños –resopló el morocho-. Pero ya ves, estoy enclaustrado en este cuerpo que… Ay ¡no me pertenece! –culminó con un puchero.
Bulma sonrió ante el gracioso gesto de su amigo, definitivamente lo sentía más como una "amiga"–. Pero qué dices corazón, eres perfecto así, si te gustaran las chicas, créeme que yo… -le guiñó un ojo pícaramente.
-¡Ni lo digas! –objetó divertido-, sé que mueres por mí, linda, pero esta criatura caribeña no puede verte más que como una amiga, lo lamento –finalizó sonriéndole para luego darle un sorbo a la cerveza que sostenía en una mano.
-No tengo oportunidad con… -El sonido de un corto grito la interrumpió.
Unos pasos delante de ella, una joven había caído al suelo a causa de un tropiezo con un fornido muchacho. Éste se levantó ofreciéndole una mano a ella, quien ruborizada la tomó gustosa, seguidamente le entregó una billetera que había caído al suelo al momento del torpe encuentro entre ambos. Sonrieron y siguieron su camino.
El semblante de Bulma cambió, sus azules ojos parecían querer desbordar hacia sus mejillas. Uno a uno vinieron los recuerdos a su mente e inevitablemente la fuerza parecía abandonarla-. Tengo que irme –susurró más para sí misma, que para sus compañeros.
-¿Cómo? –Bryant la miraba intrigado, no entendía qué había sucedido. Hace unos segundos atrás estaba sonriendo y bromeando con él, y ahora parecía querer huir, pero ¿huir de qué?–. Linda, ¿te sientes bien?
-Necesito irme, de repente no me siento bien… -Tomó su bolso y tras ofrecerle una fugaz sonrisa a sus compañeros, emprendió presurosa la marcha
-¡Eh! Espera, no te vas a ir, no así –exclamó el morocho mientras se hacía de un agarre a una de sus muñecas para detenerla-. No permitiré que te vayas sola, yo te llevare a tu habitación - Asintió a sus amigos y tras tomar su chaqueta se fue junto con ella.
Durante todo el camino permanecieron en silencio. Bulma solo se limitó a ver la ciudad por la ventana del taxi, mientras Bryant la miraba inquisitivo en busca de alguna señal de su parte. Vacía, simplemente parecía estar vacía. Su alegre amiga se había convertido, sin razón alguna, en un cascarón hueco. Llegaron al campus universitario y caminaron sin decir palabra alguna hasta la habitación de la joven, una vez que llegaron ella sacó la llave de la misma y abrió la puerta. Se quedó en silencio mirando el piso por unos segundos…
-¿Estás bien? –cuestionó dulcemente a su amiga. Bulma inmediatamente volteó y se lanzó a sus brazos, llorando amargamente como una pequeña niña. Bryant la abrazó en respuesta y le dio un beso en la frente mientras ella sollozaba desconsolada. Cuando finalmente logró calmarse un poco y regular su respiración se alejó un poco del morocho, y le sonrió agradecida
-Ahora me siento mucho mejor, sin duda. –Respondió limpiando con el dorso de su mano sus mejillas-. No te preocupes, corazón.
-Por supuesto que me preocupo, y discúlpame –Posó ambas manos en sus caderas-, pero no me iré de aquí hasta saber que te puso tan mal. Así que decide, ¿hablaremos de eso acá o me invitarás a pasar?
Bulma no pudo evitar sonreír, Bryant siempre lograba robarle una sonrisa sin importar el momento y la situación. Le haría bien hablar, nunca lo había hecho antes y ya no podía más con esa carga emocional. Lo invitó a pasar y las palabras salieron una tras otra. Le contó cómo ese incidente en el pub fue tan similar al de ella en la universidad de donde provenía. La forma en que ello trajo a su mente todos los demás recuerdos… El celular, la llamada de Marron, la infidelidad de Yamcha, las veces que Veg…, que él la había sacado de diferentes apuros, sin duda aún le costaba pronunciar su nombre. Su primera vez el día de su cumpleaños, las sensaciones que despertó en ella, las intrigas y confusiones que vinieron de la mano con su relación, el accidente de Raiyu y finalmente la partida del que consideraba aún su gran amor, sin decirle adiós, sin darle alguna explicación. Las lágrimas brotaron incontenibles cuando le explicó el dolor que sintió, el vació en su estómago y la sensación de estar incompleta. La indignación con la que hizo para sí una coraza, que no le permitiera mostrarse débil y herida. La mezcla de sentimientos y lo difícil que fue iniciar desde cero.
El morocho la escuchó atentamente, secó sus lágrimas y le brindó cuantos abrazos fueran necesarios. La acunó contra su pecho y susurró palabras de aliento. Le recriminó dulcemente que no dejara salir toda esa carga antes, la ayudó a recostarse en cama y le acarició el cabello hasta que se quedara dormida. Se veía tan frágil, ¿Cómo pudo fingir fortaleza tanto tiempo?, se molestó consigo mismo, por no haberse dado cuenta antes del dolor que llevaba dentro su amiga y se prometió acompañarla y ayudarla a superarlo. Bulma no volvería a derramar una sola lágrima por aquel sujeto, eso sería un hecho.
-No puedo creer que acabara tan pronto –respondió con melancolía-, definitivamente será difícil volver a casa.
-Puedes elegir quedarte, pide tu cambio definitivo y termina tu carrera junto conmigo, con nosotros…
La de ojos claros sonrió–. Igual debo volver para hacer esos trámites, y… la verdad no estoy segura aún qué decisión tomar, allá también tengo muy buenos amigos.
-Y una ciudad llena de recuerdos que te atormentan, linda –Posó su mano izquierda sobre su hombro y la atrajo sutilmente hacía sí–, tienes que hacer lo mejor para ti -concluyó mientras la abrazaba. Bulma correspondió el abrazo. Aún no sabía qué decisión tomaría, sin embargo el volver a casa la ayudaría a elegir la mejor opción para ella, de eso estaba segura. Además no podía huir siempre de los recuerdos, y finalmente la hora de enfrentarlos estaba próxima. Suspiró pesadamente.
-¡Hey! ¡Muchachos!, basta de tanto sentimentalismo –exclamó una jovencita acercándose a ellos.
-Ush, cuándo no Alithú –resopló el morocho haciendo sonreír a Bulma-. Siempre inoportuna.
-No seas pesado Bryant, tenemos que celebrar, no ponernos tristes. Además estoy segura que Bulma volverá para quedarse, ¿sí o no, azulita? –cuestionó divertida mientras le daba un ligero codazo en las costillas a la aludida.
-Por supuesto, es imposible vivir sin nosotros una vez que nos conocen –Apoyó Byron acercándose a ellos–, somos encantadores.
-No sé por qué me tocó un primo así -refunfuñó Bryant–, ¿por qué no me rodea gente normal?
-Porque tú no eres normal, querido –respondieron al unísono los tres, para luego romper en carcajadas.
-Bueno, bueno, ya basta de tonterías, ¿iremos al partido de mañana? –cuestionó el muchacho de grandes ojos.
-Por supuesto que sí Byron, y luego iremos a cenar y después a bailar hasta el amanecer –Tomó a Bulma de una mano, extendió su brazo guiándola al lado opuesto y la atrajo a él, posó una mano en su cintura y la inclinó hacia atrás-, será un despedida inolvidable –concluyó sonriéndole.
-Un hasta luego Bryant –corrigió la joven de crespa cabellera-, porque Bulma volverá, estoy segura.
-¿Volverás no?
-No lo sé… -Acomodando su vestido que se había elevado un poco por los pasos de baile del morocho-, aún no estoy segura, verán…
-No, no digas nada ahora –interrumpió Byron-, lo decidirás después. Ahora es momento de festejar y punto.
Todos sonrieron en afirmación, tomaron sus pertenencias y caminaron hacia la salida de la universidad. Byron tenía razón, pensaba la de cabello azul, luego lo decidiría, por ahora aprovecharía cada momento con sus amigos y lo pasaría bien. Se lo merecía, todos lo merecían.
-Sin duda la mejor adquisición de nuestro equipo en los últimos años –comentaba un regordete hombre de cabello cano, mientras se acomodaba en la silla frente a un escritorio-. Ni un solo partido perdido, ¡esto es todo un mérito! –Sacó un habano de una pequeña caja de metal que se encontraba al lado de la computadora, y mordió un extremo del mismo, para luego escupirlo dentro del contenedor de basura.
-Aún nos queda una fecha, y es la más importante -respondió su contraparte mientras le ofrecía su encendedor.
-No seas negativo Michael –Dio una calada profunda-, eres el mejor cazatalentos que hemos tenido, y esta vez te has lucido –Exhaló una gran nube de humo.
-No pensé que sería fácil por las circunstancias –Tomó asiento en una silla frente a su colocutor-, sinceramente pensé que rechazaría nuestra propuesta…
-Bueno, ya ves que no fue así –El regordete subió con dificultad ambas piernas sobre el escritorio, cruzándolas entre sí–, incluso me atrevo a pensar que ese terrible accidente con el otro muchacho fue un punto a nuestro favor.
Esas palabras cayeron sobre él como un baldazo de agua helada-. ¿En serio?–analizó sus palabras y continuó-, ¿lo cree así? Déjeme decirle que fue horri…
-Sé que es algo frío de mi parte –interrumpió-, sin embargo si eso no hubiera sucedido quizás no estaría él acá, o quizás no sería lo suficientemente eficiente para nuestro equipo.
-No entiendo qué tendría eso que ver.
-Piénsalo así, ese tipo de cosas nos hacen más fuertes, y a nosotros nos conviene tener en nuestro equipo gente fuerte, fría -Apagó el habano torpemente en un cenicero improvisado, bajó las piernas del escritorio y cruzó los brazos encima de su prominente estómago-. La gente con ataduras emocionales es débil y cuidadosa, y en el fútbol americano eso no sirve.
-¿Usted cree que ese incidente hizo de él, mejor jugador de lo que era? -No podía evitar que un hilo de duda asomara en su voz–, es un tanto cruel pensar así.
-No tiene interés en hacer amigos dentro del equipo, es exigente con todos por igual, ha sacado el máximo en todos y cada uno de nuestros jugadores. Su vida es esto, su mente y cuerpo están en nuestro equipo. Hemos sido beneficiados, no lo creo… estoy seguro de ello.
-No soy quién para refutarlo.
-No te menosprecies Michael, sin ti y tu acertada intervención, no lo tendríamos en nuestras filas. Pero basta de cháchara, ve por él y dile que deseo hablarle. Hay algunos detalles que me gustaría hablar con el muchacho.
-Bien, pero no olvide que es una persona difícil de tratar.
-Lo sé, lo sé –contestó-, sólo ve por él y déjame el resto a mí, por algo soy el presidente de este club.
El cazatalentos asintió con la cabeza, y se marchó a cumplir con lo encomendado, dejando a su superior solo en la oficina–. Vegeta No Ouji… Aún tienes potencial reprimido muchacho... –susurró pensativo-, ¿qué te detiene?
El entrenamiento del día había culminado temprano, era una exigencia que descansaran veinticuatro horas antes del partido. Todos los jugadores se encontraban repartidos en los camerinos, algunos cambiándose de vestimenta y otros usando las duchas. Vegeta por su parte se encontraba sentado al filo de una banqueta con las piernas separadas, el codo izquierdo sobre su pierna y en la mano apoyando su rostro. En la otra mano llevaba una pequeña bolsa de hielo, la que presionaba contra su rodilla derecha, manteniendo su impasible ceño fruncido. Se había lesionado la rodilla en uno de los tantos partidos jugados, y el esfuerzo que hacía en los entrenamientos traía a flote el insufrible dolor. Sin embargo en su semblante no mostraba signo alguno de queja. Había aprendido a convivir con el doloroso fastidio, definitivamente no se permitiría ningún tipo de debilidad, no a estas alturas.
-¿Lesionado?
-Una leve inflamación –Alzó una ceja curioso para observar a Michael parado frente a él.
-¿Seguro que no es nada serio?
Colocó la bolsa de hielo en la banca y se puso de pie, flexionó la pierna y la estiró-. ¿Qué es lo que quieres? Dudo mucho que vinieras hasta acá solo a preguntar por mi salud- Cruzó ambos brazos a la altura de su pecho y lo miró inquisitivo.
-Vine a buscarte.
-Me encontraste –interrumpió-. Gran logro. Al grano –exigió.
-El presidente quiere hablar contigo personalmente –respondió mientras se sentaba pesadamente en la banca que Vegeta había abandonado recientemente. Examinó la bolsa de hielo a su lado, y la alejó un poco para evitar humedecer su pantalón.
-Entonces hubiera venido él, no tú.
-Vamos Vegeta –suspiró-, es el presidente del club de quien estamos hablando.
El moreno caminó hacia su casillero y sacó una toalla dentro de él–. Pues tendrá que esperar -sentenció mientras se dirigía hacia las duchas.
-En realidad no creo que sea buena idea.
-Lo que creas conveniente o no, no es mi asunto. Tomaré una ducha.
Michael se puso de pie, derrotado. Realmente era un sujeto difícil de tratar, pensó. Miró la bolsa de hielo e hizo una mueca con los labios–. Una lesión a estas alturas no sería nada bueno -Acto seguido se dispuso a abandonar los camerinos–, pensándolo bien -se detuvo-, es mejor idea esperar.
Minutos después, Vegeta salió de la ducha con una toalla envolviendo su cintura-. ¿No tienes nada mejor que hacer? –frunció el entrecejo al ver al cazatalentos aún sentado en el mismo lugar donde lo dejó.
-No me arriesgaría a recibir una reprimenda por tu obstinación -contestó tranquilo.
Vegeta lo miró de soslayo mientras sacaba su ropa del casillero, desamarró la toalla que llevaba y la arrojó al suelo sin cuidado. Se puso el bóxer–. No necesito un guardián, iré de todas formas –continuó con el jean y los tenis–. Me intriga saber qué tiene por decirme ese vejete -luego de colocarse la remera terminó de vestirse. Tomó la chaqueta que colgaba en un perchero dentro del casillero, y lo cerró empujando la puerta con el talón.
-Bien –Se puso de pie-, entonces no perdamos más tiempo.
-Suena a multitud –respondió saliendo de los camerinos.
-Como sea…-exhaló sonoramente y lo siguió.
-¡Finalmente! –exclamó mientras apoyaba su torso en el respaldar de su sillón-. Llevo un buen rato esperando que alguno de los dos se dignara en aparecer.
Vegeta se detuvo en la entrada de la oficina, cruzó los brazos y apoyó todo su peso sobre su lado derecho contra el marco de la puerta. Cruzó el pie izquierdo por encima del otro y sonrió despreocupado–. Realmente pudo ser más.
-¿Cómo dices muchacho?
-Había todo un revuelo en los camerinos –intervino inmediatamente Michael, dirigiéndole una mirada de reproche al menor-, con tantos muchachos yendo y viniendo, es difícil.
-Entiendo, entiendo –aceptó agotado–. Bueno –Observó a Vegeta–, pasa y toma asiento -Señaló con una mano una de las sillas frente al escritorio que ocupaba.
El joven resopló, deshizo la postura que sostenía y se dirigió al lugar indicado, se sentó ante la atenta mirada de sus mayores, adoptó su típica pose de brazos y piernas cruzadas y cerró los ojos fastidiado. Fue seguido por Michael, quien ocupo el lugar al lado suyo.
-Bien, iré al grano –Aclaró su garganta-. Ésta ha sido, sin duda, nuestra mejor temporada en largo tiempo, muchacho.
-Vegeta –remarcó.
-¿Cómo?
-Mi nombre es Vegeta –Alzó la vista, clavándola en el cano sujeto-, si se va a dirigir a mí, le sugeriría que lo haga usando mi nombre como corresponde.
El hombre lo miró atónito por unos segundos, dejó escapar una confusa sonrisa e inmediatamente las carcajadas brotaron de su garganta. Michael miró a ambos, uno tras otro, notando como el regordete quedaba sin aire por la escandalosa risa, y Vegeta fruncía el entrecejo, cada vez más exasperado, rechinando los dientes–. Señor -susurró preocupado.
-Lo sien... lo siento -Respiró torpemente tratando de calmar sus risas. Miró al fúrico joven–. Tienes cojones Vegeta –enfatizó-, y también razón, mucha razón -Secó las lágrimas acumuladas en el inferior de sus párpados. El moreno gruñó a punto de perder la paciencia y, un segundo antes de decidirse a mandar todo a la mierda, el viejo prosiguió–. En fin, como dije antes, iré directamente al punto. Eres nuestro mejor jugador Vegeta, pero todo capitán necesita tener alguien a quien llamar su mano derecha.
El mencionado alzó una ceja intrigado–. No necesito a nadie.
-Oh, sí que lo necesitas -miró al hombre sentado al lado de Vegeta–. Michael, alcánzale ese sobre -Señaló un estante tras ellos-, el que está encima de todos.
Así lo hizo, tomó el sobre e inmediatamente se lo entregó a Vegeta. Éste lo observó y luego dirigió la mirada al mayor frente a él-. Adelante, ábrelo –éste concedió.
Levantó el pliegue e introdujo la mano en el sobre, para luego sacar su contenido. En el instante que ojeó las hojas en su poder, su rostro cambió. Sus cejas se curvaron hacia arriba y sus labios se separaron levemente en sorpresa.
-Kakaroto -musitó.
-Se trataría de una nueva adquisición -Explicó Michael.
Vegeta le dirigió una breve mirada de soslayo, pasó papel tras papel del documento en sus manos y finalmente lo arrojó sobre el escritorio-. Es una estupidez -Se acomodó nuevamente en la típica pose–, Kakaroto no tiene la experiencia necesaria, además, aún está estudiando –Sonrió burlón-. Si es que a lo que hace se le puede llamar así.
-Ese no es ningún problema en realidad –respondió el presidente–. Con una beca deportiva, él podría hacer su traslado a esta ciudad, y por supuesto, jugar para nosotros.
-¿Hmp? –Desenlazó los brazos y los apoyó en el escritorio, presionando los nudillos contra la palma opuesta-. ¿Qué tiene todo esto que ver conmigo?
-Mucho, Vegeta -Se puso de pie y caminó alrededor del lugar mirando las condecoraciones y las fotografías de los antiguos equipos adornando la pared-. Contigo y el equipo en este estado, ese campeonato es un hecho prácticamente.
-Me está haciendo perder el tiempo -enunció poniéndose de pie determinado a marcharse, siendo traicionado por la lesionada rodilla. Emitió un gruñido cuando el dolor de ésta lo hizo tambalear ligeramente en su lugar. Acto que no pasó de ser percibido por la cabeza del club–. ¿Lo ves? Puedes ser el capitán del equipo, pero no asumir toda la carga solo, necesitas…
-¡Deje de decirme que necesito o no! –Apretó ambas manos–, logré hacer que su patético equipo llegara a donde está sin requerir de la ayuda de nadie, ¡¿Por qué demonios habría de cambiar eso ahora?!
-Porque todos necesitamos ayuda en algún momento –Michael abandonó su asiento para quedar enfrentado al menor, tal cual lo hacía su superior-. Tarde o temprano.
-¡Patrañas!
-Estás lesionado, y si tú que eres el capitán, no estás en tu cien por ciento, necesitamos alguien de confianza que de balance a esa situación –continuó calmado–, de tu confianza -recalcó.
-¿Y que le hace creer que Kakaroto es alguien en quien yo confiaría?
-Tú lo pusiste como titular en el último partido –explicó el cazatalentos-, cuando estuve ahí me enteré de todos los pormenores, y supe del cambio que hiciste a última hora. Le quitaste el puesto a uno de tus jugadores con mayor experiencia, para poner a este muchacho. Eso sin duda implica confianza en su labor.
-Mirato era un completo inútil –espetó-, escogí el mal menor.
-El punto es, Vegeta, que queremos convencer a ese muchacho para que se una a nuestras filas.
-Haga lo que quiera -Se dio vuelta y caminó hacia la salida.
-Aún no he terminado –exclamó el mayor-, necesito que lo convenzas.
-¡¿Qué?! –Volvió sobre sus pasos y se detuvo a corta distancia de los dos hombres–, ¡Ese es SU maldito trabajo! -señaló al cazatalentos-, ¡no el mío!
-Vegeta tú conoces bien a ese joven, has jugado con él. Sería de gran ayuda si fueras conmigo y lo habláramos los tres.
-¡Olvídalo!
-Es eso, o la final será el último partido que juegues por un buen tiempo –enunció el canoso-. Hasta que esa lesión -señaló con la vista la zona lastimada-, sane por completo. Tú decides Vegeta.
La piel sobre sus nudillos adquirió un color blanquecino, la presión en sus manos causaba un leve temblor en sus brazos, y las venas de su frente y cuello empezaron a relucir amenazantes–. Esto tiene que ser una maldita broma –dijo entre dientes, esforzándose por no perder la compostura y moler a golpes al regordete sujeto frente a él.
-Me temo que no -Cruzó ambos brazos y se apoyó en el escritorio cerrando los ojos–. Tienes hasta la conclusión del partido de mañana para darme una respuesta –abrió los ojos para observarlo-, y espero que lo pienses detenidamente, por tu bien y el del equipo, claro.
Vegeta gruñó de impotencia, miro detenidamente a ambos hombres, y sin decir palabra alguna se retiró de la oficina dando un sonoro portazo tras su salida.
-Señor, no creo que eso fuera buena idea -objetó calmado.
-Irá –Caminó hacia su sillón y ubicándose en él prosiguió-. Estoy seguro que el muchacho irá.
-¿Que le da esa seguridad?
-Te lo dije antes Michael, su mente y cuerpo están en este equipo, él vive para esto. No soportaría una temporada sin hacer más que aburridas terapias físicas mientras ve al equipo que lidera en las canchas.
-Será un viaje pesado entonces –Suspiró angustiado.
-Lo sabrás sobrellevar –Encendió el monitor de su computador-, ahora retírate, tengo algunos asuntos que atender -culminó sin dirigirle la mirada, atento a la pantalla frente a él. El hombre asintió, y sin más se marchó del lugar.
-No me agrada ese deporte, es demasiado brusco.
-Pero linda, cada partido acá es una fiesta. La celebración después de cada enfrentamiento, es mejor incluso que el juego mismo. Bueno, para nosotros es así-. Se sentó a orillas de la cama, mientras la observaba probarse prenda tras prenda.
-Corazón, tú sabes mis motivos –respondió mientras se vestía una remera blanca-, me angustia mucho cuando los veo golpearse de esa forma-. Analizó su reflejo en el espejo, sonrió y giro para quedar mirando defrente a su amigo- ¿Te gusta así? –cuestionó señalando con sus manos la ropa que traía puesta.
-Bulma, linda, me gusta –Se tumbó en la cama aburrido-, como me gustaron los otros conjuntos que te probaste y que aun así descartaste.
La joven de cabellera exótica suspiró rendida. No sabía exactamente por qué se sentía tan indecisa y nerviosa. Era como un presentimiento que le daba cierta intranquilidad, y definitivamente, no le agradaba para nada. ¿Se trataría quizás de la mezcla de sentimientos que le traía su pronta partida?, podría ser, pensaba-. Lo siento, no sé qué me pasa –Se echó al lado suyo, mirando el cielo raso -, debe ser esta angustia absurda, la que me tiene así –Suspiró.
Bryant se acomodó para quedar de lado observando a su amiga, apoyó en el colchón el codo derecho, y sobre éste, su mejilla- ¿Angustiada por qué?
-No lo sé. A veces siento que simplemente me estoy volviendo loca...
-Bueno –Se paró de un salto-, vamos a ponerle fin a este asunto. Es hora de ir y divertirse, ¿está claro?
-Lo que usted diga, mi capitán –Sonrió, poniéndose de pie. Completó su vestimenta con una chaqueta de jean, se echó algo de perfume y partieron al encuentro de sus dos amigos.
Los alrededores del enorme estadio estaban abarrotados de gente, entre ellos, haciendo fila para ingresar al lugar, se encontraban los cuatro amigos. Los vítores de los fanáticos se hacían escuchar, dificultando la comunicación entre los impacientes jóvenes.
-Estoy ansiosa por entrar –comentaba a alta voz la muchacha de crespa cabellera-, hice una apuesta con Nelda que estoy segura, ganaré.
-Tú siempre haciendo apuestas, Alithú.
-Bueno, es uno de mis tantos recursos Byron, y sabes que tengo mucha suerte.
-¡¿Qué?! –exclamó el joven tratando de enterarse de la respuesta de su amiga.
-¡Que tengo mucha suerte! –repitió con mayor fuerza para ser oida.
-Pues más vale que sigas con esa racha –Intervino Bryant-, mientras más dinero tengamos para celebrar, mejor.
Alithú asintió con una sonrisa, e inmediatamente desvió la mirada hacia su silenciosa amiga-. ¿Tú qué opinas, azulita?, estas muy callada -Acercó una mano a su espalda y continuó-, ¿todo bien?
-Sí, todo perfecto –respondió, tratando de sonar lo más convincente posible-, es sólo este barullo que me aturde un poco –Sonrió.
-¡Por fin!, es nuestro turno –Byron, las tomó de una mano obligándolas a avanzar -. Basta de plática señoritas. –Los tres caminaron detrás del morocho, entregaron sus boletos e ingresaron al estadio.
La gente se acomodó en sus respectivas butacas, y los más adinerados en los palcos privados, que ofrecían una vista privilegiada del lugar. Se apreciaba en el ambiente la emoción de los espectadores, definitivamente éste era un enfrentamiento que generaba grandes expectativas. Pronto el locutor anunció el ingreso de ambos equipos, y entre vítores y pequeños espectáculos montados por las animadoras y mascotas de cada equipo, los jugadores entraron al campo de juego, siendo recibidos por las palmas y gritos de euforia del público presente.
Los capitanes de cada equipo se reunieron con sus respectivos compañeros, formando un círculo entre ellos, dando las últimas indicaciones, y recordando las jugadas iniciales.
-No quiero ningún error, ¡¿Está claro?! –Exclamaba un hombre alto, robusto y de nula cabellera, mirando amenazante a sus compañeros-. Ésta es una deuda que me pienso cobrar, y no permitiré que ninguno de ustedes lo arruine -Puso una mano en el centro del circulo siendo imitado por los demás jugadores, exclamaron palabras de ánimo al unísono, y corrieron a formarse-. En esta ocasión, yo me quedare con la victoria, Vegeta –se dijo a sí mismo observando a su contrincante a unos metros de él- aunque deba ser tu cuello el que rompa esta vez–susurró ladino. Se puso el protector bucal, el casco y se ubicó en la posición correspondiente. Finalmente el momento que tanto había esperado Nappa, llegó. Vegeta volvía a estar enfrentado a él, y en ésta oportunidad, no se permitiría perder.
El árbitro dio la señal de inicio, y Bulma apretó fuertemente la mano de su morocho amigo-. Ouch, ¿qué sucede, linda? –gimió tratando de aligerar el agarre de la de azulada cabellera.
-Lo siento –susurró- ¿te lastimé?
-No, pero estas…
-¡Ese Nappa es un salvaje! –Exclamó Alithú, interrumpiendo a sus distraídos amigos- ¡Esto será una matanza!
-¿Nappa? –Preguntó Byron-. ¿Y ese es…?
-Ash, ¿ninguno de ustedes sabe nada acaso?, -cruzó los brazos y prosiguió- Nappa es el nuevo capitán del equipo de Michigan State, se dice que mató a un jugador del equipo contrario meses atrás, cuando aún jugaba para una universidad en otro país.
Bulma abrió los ojos horrorizada, miró a Bryant quien parecía entender la razón en su expresión. Volvió a dirigirse a su amiga y se decidió a preguntar- ¿Sabes…-titubeó- sabes qué sucedió?
-No estoy segura, creo que le rompió el cuello –Finalizó sin entender completamente la reacción de sus amigos. Claro, era algo perturbador pero, no es que lo hubieran vivido de cerca, pensó.
-Dios mío –gimoteó la de azules ojos- él fue quien mató a Raiyu…
-Tranquila, linda. No es que sucederá de nuevo…-trataba de calmar Bryant- ese tipo de accidentes pasan muy rara vez.
Bulma se disponía a responder a su amigo, cuando la voz del locutor la interrumpió-. ¡Vegeta no Ouji recepciona el balón! -. Alentando a la gran revelación de la temporada, la multitud gritaba eufórica, a excepción de una sola persona.
-¿Vegeta…? -susurró atónita.
Continuará…
Bueno, aquí me tienen después de tantos años, publicando una nueva historia. Continuación de mi primer fic "Títeres del destino". Quiero agradecer a todas las que se tomaron el trabajo de dejarme un review, a pesar de mi extrema e imperdonable demora. Lo lamento mucho realmente. En compensación a ellas y quienes me pidieron una continuación, aquí les dejo el primer capítulo. Espero les guste, y bueno, no prometo que ésta tenga un final feliz, pero veremos juntas que sucede más adelante.
Un agradecimiento especial a Nadeshico023, por toda tu paciencia y ayuda hermana.
Un beso, y nuevamente, gracias por leer.
