NOTA:
Clasificación: M por lenguaje vulgar y situaciones eróticas.
Disclaimer: Los personajes de pertenecen a Masashi Kishimoto. Este One-Short esta basado en el libro Corredor de la muerte de Jaid Black, especificamente en una escena del cuarto tomo, adaptada a los personajes de Naruto.
NOTA: Para los lectores del fic Lady Uchiha (Si hay alguno por aqui),pido disculpas por la demora, prometo actualizar antes de acabar este mes, por ahora, dejo esto como disculpas.
Jugando entre las sombras.
I.
Él había vuelto.
Por ella.
Otra vez.
Lo supo en cuanto miro a su alrededor, la superficie rocosa que le decía claramente que estaba dentro de una cueva profunda, siendo solo iluminada escasamente por antorchas en las paredes que estaban demasiado lejos la una de la otra como para iluminar completamente el camino.
Un gruñido resonó por las paredes y ella abrió la boca para gritar, entonces se dio cuenta que estaba hiperventilando, asustada y temerosa comenzó a correr, intentando regular su respiración dificultosamente.
Ni siquiera intento activar el Byakugan, era un sueño. Siempre era un sueño, lo sabía, ella siempre era consiente cuando soñaba, podía incluso cambiar la dirección de los sueños, excepto en ese. Siempre era excepto en ese tipo de sueños.
Corrió cuán rápido podía, sin poder siquiera usar el chakra para aumentar la velocidad. ¡Más rápido!, mentalmente se estimuló, con el miedo alimentando su adrenalina. Se negó a mirar hacia atrás, era peligroso, pues estaría aún más asustada cuando lo mirara detrás de ella. Sus pechos comenzaron a rebotar dolorosamente, una fría brisa le acaricio el cuerpo y sintió el tirón de sus pezones.
El color escarlata se apodero de su pecho, cuello y rostro. Estaba desnuda, ¡Kami-sama, estaba desnuda!, sin una sola prenda que le cubriera.
¡Más rápido! ¡Más rápido! ¡Corre aún más rápido, Hinata!
El aire se le salía con cada jadeo que daba, el ardor en los músculos fue tan intenso por el esfuerzo que realizaba que fue inevitable que trastabillara, perdiendo el equilibrio y cayendo sobre sus rodillas, raspándoselas. Negó con fuerza con la cabeza, recia a ser atrapada de esa manera, se levantó inmediatamente, ignorando el fuego que se disparó atravesó de ella cuando continuo avanzando. Su corazón latía con fuerza contra su pecho, el sudor perlaba su frente, las costillas comenzaron a dolerle con el esfuerzo que hacían sus pulmones al tratar de respirar a bocanadas.
Otro gruñido rasgo en el silencio de la cueva, era lejos. El alivio le lleno enseguida, logrando que aminorara el paso, comenzando a caminar antes de que su cuerpo finalmente cediera y, agotada, se derrumbara.
Estaba tan cansada, agotada para siquiera intentar usar cualquier musculo, se reconocía mientras seguía jadeando por aire, sintiendo el dolor adueñarse de cada parte de su cuerpo, haciendo que los músculos se sintieran extremadamente calientes por el esfuerzo.
Cerro los ojos e intento descansar.
Estaba perdida.
Lo sabía.
Su carrera, su esfuerzo, era solo un juego para él.
Por lo que cuando oyó en gruñido sorprendentemente familiar demasiado cerca, ni siquiera reacciono. Se quedó ahí tendida sobre su vientre, intentando recuperar la respiración tranquila, sintiendo como su pecho de hundía, resignada. No había razón para gritar, nadie la rescataría y si ella intentaba algo, él la detendría.
Comenzó a girar lentamente, con cuidado para no lastimarse a sí misma. Era un sueño y aun así era tan real, casi parecía como si estuviera realmente ahí, sintiendo como la roca deformada bajo ella comenzaba a magullar su suave cuerpo. Se recostó sobre su espalda antes de subir lentamente la mirada, estaba ahí, tal y como sabía que estaría, de pie sobre su cuerpo, mirándola burlonamente.
Sus ojos, tan penetrantes, tan oscuros, la recorrieron, desde sus delicados pies hasta la coronilla de su cabeza, demorando un poco en sus pechos, logrando que retuviera la respiración. Una sonrisa perezosa de hizo en sus labios perfectos, tan masculinos, satisfecho con lo que veía.
Él era un pecado de hombre, con sus largas y espesas pestañas, alto y con un cuerpo fornido, con unas facciones tan finas que lo hacía endemoniadamente atractivo. No de una manera femenina, sino más masculino, crudamente masculino. Y con esa mirada de hambre carnal que le dejaba helada.
Gruño suavemente esta vez, con mofa, mientras le enseñaba uno de sus caninos, un diente afilado que casi parecía un colmillo antes de arrodillarse sobre ella, con cada rodilla presionando los lados de sus muslos, con sus manos apoyándose cerca de su estrecha cintura. Tan cerca. Demasiado cerca.
Se inclinó, mirándola fijamente, con esos ojos hipnóticos que la hacían querer huir, esconderse donde fuera con tal de estar lejos de su alcanza de visión. Le daba miedo, tanto miedo, él era aterrador, todo eso era aterrador, no tenía ni idea de por qué su inconsciente creaba esos sueños, porqué razón lo incluía a él sobre todos los hombres que conocía.
—¿Por qué yo?—Pregunto casi sin aliento, recobrando la capacidad de respirar—¿Por qué tú?, no lo entiendo…
La sonrisa de sus labios desapareció y su ceño se frunció levemente antes de comenzar a inclinarse aún más. Se tensó, sus pechos subían y bajaban mientras sus ojos se ensanchaban. Él iba a acercarse más a ella, aún más, jadeo cuando por fin enterró su rostro en el hueco entre su hombro y su cuello, respirando pesadamente sobre su pulso errático.
Se quedó quieto un segundo, casi pareciendo disfrutar de la cercanía de sus cuerpo, tan cercanos y lejanos a la vez. ¡Que se quede así, por favor, quédate así!, deseo intensamente, sin embargo y pareciendo escuchar sus suplicas desesperadas, la castigo por sus deseos abriendo sus labios para comenzar a raspar levemente con sus dientes en su cuello, mordisqueando levemente su piel. Dejando su marca.
Su posesión.
Cuando supo que dejaría un hematoma lo suficientemente visible, paro para comenzar a pasear su nariz por su cuello hasta su oído, recorriendo el cartílago con pereza.
—¿Por qué no?—Le susurro ronco, sorprendiéndola por completo—Sabemos cómo terminara esto, ¿Por qué no solo cooperas, Hinata?
Y después se alejó, quedando nuevamente de rodillas frente a ella, levantando las manos para que ya no rosara su cintura y poder mirarla desde su posición privilegiada. Intento apartar la mirada, sabiendo que la vergüenza debía hacerla pensar racionalmente, pero no lo hizo, dejo que sus ojos mirasen fijamente los de él.
¿Por qué no cooperaba?, era simple, tan simple la respuesta y aun así… Era un sueño, uno más entre todo el repertorio que se venía cargando últimamente, ¿porque no solo disfrutarlo?, desinhibirse de todo lo que representaba. Nadie se enteraría, y esto sería solo una fantasía, un sueño erótico, no sería el primero, cooperar sería mejor.
Era la primera vez que él le hablaba, que escuchaba su voz además de los vagos sonidos que hacía cuando la tomaba. Quizá era eso una señal de que no debía tener ese lado de su persona reprimido, era, después de todo, un ser humano con necesidades. Sus mejillas se colorearon intensamente cuando tomó la decisión.
—¿Esto es lo que quieres?—Susurro tímida.
Levanto las manos lentamente sobre su cabeza, juntándoles encima de ella mientras sus pechos se alzaban sugerentes por la posición de sus brazos, él se levantó, dejándola extender sus muslos abiertos cuanto podía, con aquellos ojos siguiendo atentamente cada movimiento.
—¿Esto?—Murmuro.
Él se volvió a arrodillar entre sus muslos, con la mandíbula tensa y sus ojos casi llameando de deseo. La traspiración perlaba su frente y el valle entre sus pechos, el ritmo de su respiración de acelero, preocupada por haber arruinado de alguna forma su propia fantasía, su propio sueño.
Sin embargo, cuando bajo un poco la mirada, pudo divisar su gran miembro, duro y grueso, levanto la mirada y noto como sus parpados habían caído levemente, dejando solo una mirada entrecerrada cargada de promesas.
Él la iba a follar, y ella, por primera vez, lo deseaba.
Él ronroneo suavemente antes de acercar lentamente de nuevo sobre ella. Sus ojos oscuros se posaron en sus pechos y sus pezones dieron un tirón que los puso duros ante la mirada hambrienta, contuvo el aliento cuando él observo con más detenimiento su ofrecimiento.
¡Kami-sama, ella casi parecía una ofrendaba pagana a algún demonio!
Era espeluznante e íntimo, incrédulamente, se encontró así misma excitándose ante la idea de ser un ofrecimiento pagano a su demonio personal, las paredes de su vagina se contrajeron ante la expectación.
Él bajo su cabeza, ella intento alejarse por reacción y como en sueños anteriores, él pudo mantenerla en su sitio cuando su caliente y húmeda boca se apodero de un pezón. Una de sus manos se posó sobre su vientre, sujetándola firmemente mientras chupaba y lamia. Un jadeo salió de sus labios ante la sensación, logrando que él chupara más duro. Ella sintió como el placentero dolor le recorría el cuerpo hasta su intimidad. Ella gimió con frustración pura cuando soltó su pecho, solo para quedar nuevamente sin aliento cuando tomo el otro, dándole la misma atención.
La excitación le hizo gemir con fuerza mientras estiraba más sus manos sobre su cabeza, intentando aferrarse con sus dedos a la rocosa superficie del suelo. Cerró con fuerza los ojos mientras las sensaciones la recorrían por completo, aceptando por primera vez con ansias la experiencia mientras él chupada más duro, y más duro, y aún más.
Hinata gimió fuerte, su cuerpo involuntariamente se arqueo cuando ella se corrió. Su cuerpo entero caliente por el orgasmo mientras el hombre encima de ella empujaba aún más sus muslos, colocándolos sobre sus antebrazos mientras la acomodaba bajo él.
Su erección era gruesa, pesada e intimidante mientras presionaba contra su resbaladiza y húmeda entrada. Ella sintió su cuerpo palpitar mientras sentía aquel pedazo de carne caliente entre sus pliegues, tan caliente y placentero.
—Mírate, Hyuga, ten deseosa y complaciente.—Susurro contra su pecho, lameteando su pezón perezosamente—¿Aun quieres seguir reusándote, fingiendo que no disfrutas?—Su voz era dura, áspera.
Ella negó con la cabeza, sintiendo como la desesperación se apoderaba con ella y fue inevitable que moviera sus caderas hacía delante, logrando que la cabeza de su pene se introdujera en su cuerpo. El placer fue infinito, el alivio mínimo pero magnifico, gimió fuerte, contoneándose contra aquel intruso.
—Nunca lo volverás a hacer.—Decreto a la vez que empujaba con fuerza, empujando tan dentro de ella con una dura estocada.
Fuegos artificiales aparecieron tras sus parpados cerrados. Sus manos bajaron hasta posarse en los musculosos hombros, enterrando las uñas mientras su cabeza iba hacía atrás, quedando sin aliento cuando él estuvo profundamente enterrado en ella.
Había olvidado lo grueso y largo que era su pene. Se deslizo hasta el fondo, saliendo casi por completo un segundo antes de repetir la acción. Tan dentro, tan duro, tan magnifico. Sollozo entre sus brazos, recibiendo con gozo cada estocada que le recordaba una y otra vez a quien pertenecía su cuerpo, sus fantasías, su coño.
La tomaba duro, sin piedad, hundiéndose dentro y fuera de su carne con profundos golpes que la marcaban. Hinata gimoteo mientras la follaba, sus pechos rebotando contra el rostro del intruso en sus sueños.
—Más duro.—Jadeo, diciéndose ahora que no era el momento de pensar a quien alentaba—Más rápido… si, así.
Él la montó más duro, más rápido, follándola crudamente mientras gruñía y jadeaba contra su garganta. Ella podía escuchar el sonido que hacía su cuerpo mientras lo tomaba cada vez que salía de ella, jamás pensó que un sonido tan vulgar sería tan estimulante.
Uno de sus brazos soltó una pierna, ella enseguida le engancho a su cintura mientras él tomaba su cintura, separando sus caderas del suelo, levantándola mientras entraba con aun más fuerza en su cuerpo, haciendo el momento más erótico.
Hinata le rodeo con los brazos el cuello, acercándolo, arqueo su cuerpo suave contra el duro de él, un sollozo final salió de sus labios cuando se corrió nuevamente. Sus gruñidos fueron aún más fuertes cuando sus paredes internas se empezaron a contraer alrededor de su pene. Entonces él levanto el rostro y estampo sus labios contra los de ella.
Más rápido. Más duro. Más profundo.
Una vez.
Otra vez.
Ella movió sus propias caderas contra las de él mientras se besaban con fiereza, mordiendo y lamiendo.
Él se corrió con fuerza dentro de ella, con un gruñido tan fuerte que resonó en la cueva. Ella fue enviada directo a otro orgasmo cuando sintió la presión tan cerca de su útero.
Y cuando abrió los ojos, ella estaba sola en la cueva.
Nada.
No había nadie.
Su cuerpo saciado y perlado por el sudor. El cansancio se hizo presente en ese instante y la imagen del lugar fue haciéndose borrosa a la vez que sus pesados parpados iban cayendo.
Otra vez, su sueño erótico la hizo entrar en un sueño profundo.
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La figura sentada en el alféizar de la ventana miro directamente a la enorme luna llena que se alzaba en el cielo antes de ver nuevamente dentro de la pulcra habitación. El olor a lilas le hizo relajarse un poco a pesar de su estado de excitación extrema, sus ojos buscaron entre las sabanas de la cama en la habitación.
Una suave respiración le llego a sus oídos, dándole la indicación de que quien estaba sobre la cama ya estaba completamente dormida. Una sonrisa de lado se hizo en los labios de quien observaba.
—Hasta la próxima noche, Hinata.—Susurro lentamente, saboreando cada una de sus palabras—Me alegra que comiences a aceptarme.
Uchiha Sasuke sonrió levemente antes de hacer un sello con sus manos y desaparecer tras una nube de humo.
