Me duele todo el cuerpo, las mandíbulas de Arlong y los escombros me han hecho mucho daño, a pesar de mi carne de goma. Pero por fin lo he conseguido, he vencido y he destruído la maldita habitación donde el jefe de los Gyojin había mantenido retenida a Nami a saber cuánto tiempo. Me da igual si ha sido por años o meses, ¡a mis nakama nadie los trata así... y menos a Nami! Ahora es libre, ya nada ni nadie la hará llorar, no mientras yo siga vivo.

Me siento cansado, las piernas me tiemblan; pero no pienso caer, no ahora que hemos llegado todos hasta aquí, no ahora que ella está ahí, delante de la multitud; no ahora que me está mirando. Tengo de decirlo, que todos lo sepan, y ella más que nadie.

-NAMIIIIIII.

Sé que me has escuchado, navegante. Quiero que te enteres de una vez.

-¡Tú eres mi NAKAMAAA!

¿Eh? Oh, no. ¿Está llorando? Por favor, Nami, no llores más. Después de todo este embrollo de patadas y mordidas contra ese apestoso pez parlante, ¿no he podido si quiera impedir que llore de nuevo? No sé qué más puedo hacer; he de ir con ella, tengo que decirle que no tiene que estar triste nunca más, que es mi única navegante...

Un momento, ¡está sonriendo! Menos mal, no eran las mismas lágrimas que vi antes de venir a patearle el trasero a Arlong, son lágrimas buenas; ¿cómo las llaman? Ah sí: Lágrimas de felicidad. Entonces es ahora feliz, cuánto me alegro. Tengo que abrazarla, no sé por qué, pero quiero hacerlo, este deseo me está matando.

Doy un paso hacia ella mientras mis demás nakama y los aldeanos gritan de júbilo, pero yo no tengo ganas de unirme, sólo quiero abrazar a Nami y reconfortarla; además, no tuve oportunidad de decirle lo bien que le queda mi sombrero. Pero antes de que pueda acercarme tan sólo unos metros, la gente me rodea y me aúpa en el aire. ¡Maldita sea! ¿Qué les cuesta esperar un poco? Pero en fin, da igual, es la primera vez que tantas personas me levantan en el aire mientras me felicitan, así que no pasa nada porque disfrute un poco de este momento. Nami no va a escaparse otra vez, ¿verdad? De repente, fallan al agarrarme y caigo al suelo, pero qué es un chichón más. La alegría de esta gente es contagiosa, así que hay que saborearla.

-¡Qué divertido!- les digo mientras me rasco la nuca; comparado con los mordiscos y golpes que acabo de recibir, ésto no es nada.

Ahí está Nami, a poca distancia, sólo tengo que dar unos pasos y podré estrecharla por fin. El momento es tan inminente, que no puedo evitar reír.

-Shishishishishi.

Sólo unos pasos, unos meros metros. Quiero darle a entender que no tendrá que llorar a partir de hoy, que quiero verla sonreír y que quiero... olerla. ¿Se puede desear oler a una persona; es más, las personas tienen algún olor especial? ¿El cabello de Nami tendrá aroma a mandarina, como las que tanto le gustan? Bueno, podré averiguarlo en breves.

Pero de repente, no he podido dar ni una zancada cuando un tipo de respecto extraño (que me recuerda a una rata gigante, aunque las ratas jamás me resultaron tan desagradables como este sujeto en cuanto lo vi) aparece de la nada, como si se creyera el dueño del lugar. Él y su pequeño escuadrón portan insignia del Gobierno Mundial en sus uniformes, ¿qué pintarán en todo ésto los marines?

-Ji ji ji- hasta su risa me hace pensar en un roedor de alcantarilla- Habéis hecho un buen trabajo. Es increíble que los Gyojin hayan caído por unos ridículos piratas, pero en fin. ¡Soltad vuestras armas, aldeanos! Yo, el capitán Nezumi, me llevaré la gloria de haber detenido a Arlong y los Gyojin. Todas sus riquezas pasarán a ser mías, ¡y este pueblo estará bajo mis órdenes!

¿Qué acaba de decir el roedor de dos piernas? ¿Quitarles la libertad a los pueblerinos, a Nami? Después de todo los que nos ha costado, mis nakama heridos y mi navegante dolida por culpa de los Gyojin, ¿y este imbécil pretende arrebatarnos la felicidad de la victoria, y volver a hundir a la aldea en la miseria? ¡Y una mierda!

Zoro, Sanji, Usopp y yo nos lanzamos al mismo tiempo sobre los marines mierdosos, pero no tardamos ni medio minuto en reducirlos como insectos. Vaya, además de idiotas son unos debiluchos; la pelea contra Arlong fue el doble de entretenida que ésto.

-No molestes a esta gente cuando está en plena celebración- le espeta Zoro al capitán Bigotes (no me acuerdo cómo se llama, y poco me importa).

-No lo... olvidaré- murmura el marine, ¿aún puede hablar después de la paliza?- Malditos piratas... o-os acorda-réis de mí.

-¿Aún puede hablar?- comenta Sanji mientras da una calada su cigarro.

Tengo ganas de pegarle una patada en el culo para que se calle de una vez y nos deje seguir disfrutando, pero un tacto suave en mi cabeza me obliga a detenerme. Reconocería el contacto de mi sombrero entre miles, y el de las manos de Nami entre millones. Entonces ella se acerca al capitán Bigotes y le toca la mejilla.

-Por haber disparado a Nojiko y por haber destruído el huerto de Bellemere...

Ese tono de voz tan dulce... ¡Je! Vete preparando, Bigotitos, porque va a dolerte.

ZAAAS

En enfecto, le dolió mucho. El bastón de Nami le ha hecho un buen moratón en la mejilla.

-Te estoy agradecida por eso, hermana- alega la chica de pelo azul, que era... Ah, sí, la hermana de Nami.

-¡Golpéale cien veces más!- grita el viejo que lleva el molinillo en la gorra; bueno, lo llevaba, ¿qué habrá hecho con él?

El marine intenta salir del agua, pero mi navegante le agarra de los bigotes y le hace chillar como la rata que es.

-Limpiaréis este lugar, ayudaréis a reconstruir el pueblo de Cocoyasi y no tocaréis ni una sola riqueza de Arlong Park, todas ellas les pertenecen a los habitantes de la villa. ¡¿Entendido?!

-Sí.. sí, entendido.

-Y una cosa más: ¡Devuélveme mi dinero!

¿Este mierdoso le había robado a Nami? Debí haberle pateado más fuerte, pero bueno, mi nakama ya ha arreglado sus asuntos como bien sabe hacer. ¡Esa es mi navegante!

-¡Tú, el del sombrero de paja!- me grita el Bigotes mientras huye a nado- ¿Te llamas Luffy, verdad? ¡Os acordaréis de mí, tú y tus piratas! ¡Ésto no quedará así!

Y dicho ésto, se va. No entiendo a qué se refería, pero me da igual, es momento de celebrar y de comer. No he probado la carne desde que estoy aquí, y diablos, ¡tengo hambre! No he podido abrazar a Nami, pero ahora que la veo tan animada, riendo con nosotros, no creo que sea el mejor momento.

Pero no te librarás de mi abrazo, navegante. Lo que me propongo, lo cumplo.

-Shishishishi.