Sé que esta vez la espera fue muy larga, pero creo que es necesario que les cuente el norte del Perú y gran parte de Lima fue azotado por desastres naturales que afectaron a muchos. Gracias a Dios mi familia y yo no hemos tenido pérdidas de ningún tipo, pero los recortes de agua y luz han perjudicado las tareas cotidianas de gran parte de la población. Esperemos que todo acabe pronto. Gracias por su paciencia y disfruten este nuevo capítulo.

Capítulo VII

Quiero estar siempre a tu lado

¿Qué ha sido todo esto? ¡¿Acaso los demonios no son capaces de apreciar su propia vida?!

Sesshoumaru la depositó en el suelo de la que ahora era la habitación de ambos.

Su protegida le dio la espalda y su instinto youkai no podía fallar; estaba más que furiosa y el cambio en su relajante aroma corporal le indicaba que algo no muy bueno estaba por suceder.

- Por favor, explíqueme qué sucedió entre ustedes. – Habló con rabia contenida.

- Takeshi y yo teníamos un asunto muy importante que resolver. – Dijo como cosa simple.

Rin respiró profundo, sintió que la estaba ofendiendo pero luchó por controlarse.

- Sinceramente no vi que trataran de resolver algo. - Tragó saliva con dificultad. – Tanta insensatez de parte de dos demonios de su talla debe tener un gran motivo. – Dijo lo último con algo de ironía.

- No es algo que te concierna.

- ¿Sabe? – Dijo con escalofriante serenidad. – Usted me pide y exige actitudes y comportamientos muy propios de un adulto, pero cuando le conviene, vuelve a tratarme como una niña, como una muy torpe que le confesó su amor.

Las palabras de Rin se oyeron tan amargas que fue imposible que el demonio se reprochara nuevamente por todo lo que había provocado. Su rostro hermoso lucía muy pálido y tenía la mirada cansada.

- Takeshi fue muy claro al decir que lo había enfrentado porque me secuestró y puedo entender, hasta cierto punto, su confusión y preocupación, sin embargo, eso no termina de justificar por completo que se hayan enfrentado de esa manera, así que necesito saber qué hizo que dos seres como ustedes, que han luchado juntos por la paz de estas tierras, y en incontables oportunidades, hayan perdido el juicio hasta tal extremo que hayan estado cerca de matarse en frente de todos, frente a mí. – Se llevó una mano al pecho y esta vez su tono de voz reflejó miedo.

Silencio. No sabía qué más decir, o cómo seguir ocultando tal información. Luego de varios segundos de incómoda tensión, una voz se escuchó potente.

- ¡Deje de tratarme como una idiota! – Gritó sin poder contenerse más.

Esta vez el rostro inmutable de Sesshoumaru se turbó y fue más que notorio.

La muchacha se acercó al demonio y sin previo aviso, lo tomó bruscamente del cuello de su hakama. Lo miró fijamente y los sentimientos reflejados, lo dejaron estupefacto, y aunque inmóvil, su mente no podía parar de maquinar. ¿Cómo explicarle a Rin que su maestro la quería como mujer? ¿Qué efecto tendría una revelación así? ¿Qué pasaría si de pronto se daba cuenta que ella también lo quería? ¿Era seguro confesarle lo que realmente los orilló a esa pelea?... ¡De cualquier manera no permitiré que nadie me la quite! La muchacha lo soltó con la misma rudeza.

- Si sigue empeñándose en evadir las explicaciones que merezco… - La muchacha se tomó unos segundos para pensar antes de seguir hablando.

Algo dentro del lord se encendió, y pese a la situación, no fue capaz de evitar dejarse arrastrar por sus impulsos.

- ¿Ya te sientes con el poder de castigarme pero no puedes tutearme nuevamente? – Esta vez fue el demonio quien acortó la distancia entre ambos y la tomó de la barbilla dispuesto a besarla.

La joven se adelantó a sus intenciones y lo alejó con una muy sonora bofetada.

- ¡Basta de juegos! - Dijo con tono serio y fuerte. – ¿De verdad piensa que besarme es buena idea en un momento como este? - Dijo completamente incrédula. - ¿Sabe qué? esto no me gusta nada, esta situación, sus reacciones… - Sin poder evitarlo, unas lágrimas comenzaron a caer por el rostro que aún permanecía contrariado. – No soporto no entender tantas cosas entre nosotros, y ahora que sucede algo que sin duda me involucra, e incluso provoca que se enfrente a muerte contra alguien a quien quiero profundamente, usted sencillamente prefiere la omisión y eso es algo que no puedo concebir… esto no va a ser posible...

¿Esto no va a ser posible?... ¿Qué es lo que no podía ser posible? ¡Mocosa ingenua!

- No sé qué tratas de decir con exactitud, – Dijo irritado. – pero si te refieres a…

– Justamente lo que escuchó. – Interrumpió. – No voy a poder estar a su lado temiendo que en algún momento pueda iniciar una guerra por algo que ni siquiera es capaz de explicar con honestidad. – Más lágrimas por su rostro. – He vivido con usted muchos años, y tenemos tantos recuerdos juntos, pero si me pongo a reflexionar, incluso antes de que me salvara de la muerte por primera vez, he querido entender sus actitudes y decisiones… y hoy, después de lo que pasó, me dice que el asunto no me concierne y solo hace unas horas me dijo cosas, en la que ahora llama nuestra habitación, que de verdad me hicieron creer que por fin podríamos entendernos.

Sesshoumaru se quedó inmóvil.

– Es tan irónico que haya tenido la oportunidad de vivir tantos años en este mundo y que sea incapaz de ver lo egoísta que está siendo en una situación tan delicada como esta.

Era claro que Rin estaba exigiendo todos los derechos por ser su pareja, y pese a la confusa situación, el lord estaba feliz por eso.

Sesshoumaru buscó una forma de expresarle todo lo que había ocurrido pero fue incapaz de hallar las palabras correctas.

– Me voy a caminar, necesito estar sola. – Dijo con expresión sombría.

La inercia llevó a Rin hasta su usual punto de entrenamiento. Estaba practicando su puntería cuando unos pasos la alertaron.

- Sé que hice mal, pero por favor, no me mates. – Dijo tranquilo a pesar de ser el blanco de Rin por unos segundos.

- No lo haría jamás. - Se relajó y bajó su arco. – Además, ya tenemos suficientes escándalos por hoy.

- Tuve el presentimiento de que te encontraría aquí. – Dijo sonriendo sinceramente.

- ¿Será posible que tú sí puedas explicarme? – Preguntó seria.

- Sabía que él no conseguiría hacerlo. – Suspiró. – Él en verdad está loco por ti. – Sonrió nuevamente. - Realmente aún no sabe bien cómo actuar, creo que no tiene la menor idea.

- Exige bastante a pesar de que no me permite hacer lo mismo. – Habló la joven sutilmente ruborizada.

- Lamento haberte causado una impresión tan fuerte.

- Sabes que fue mucho peor que eso.

- Fui yo quien inició la disputa. - Takeshi se irguió, decidido, sereno, y confesó. – Sé que debí ser claro con él desde el principio, conmigo mismo, también contigo, pero creí que si confesaba lo que sentía, perdería todo lo que tenía, y entonces, en algún punto, me pareció correcto seguir ocultando mis sentimientos y no perder el privilegio de quedarme a tu lado como tu mentor y amigo.

Los ojos de Rin se abrieron con sorpresa.

- Takeshi… - Susurró. De pronto lo comprendía todo y sinceramente fue algo que jamás se esperó. Siempre creyó que el cariño de su maestro era casi el que se le daba a una hija.

- No fue sencillo, y menos cuando pasó lo que tanto temía. – Esta vez la miró fijamente. – Sufrí cuando él te apartó, y fue un golpe muy duro darme cuenta que él también te amaba, aunque ni él mismo caía en la cuenta de ello. No podía ganarle, sabía que él era todo para ti. Me sentí derrotado, cobarde por no haberte robado y llevado lejos.

Silencio por unos segundos que parecieron días, o al menos así lo sintió la muchacha.

– Ahora que ya lo sabes, puedo marcharme tranquilo. Lord Basho me ha brindado asilo en su castillo. Quizá Dayu y yo formemos un tipo de grupo de apoyo para los amores no correspondidos, o algo parecido. – Dijo tratando de bromear.

Completamente conmovida y sin poder evitarlo, lo abrazó y lloró en su hombro.

Algo en su alma pesaba menos. Se sentía más ligero, y pese a todo, estaba feliz de haber conocido a una mujer como Rin.

- Lo siento mucho. - Le dijo, mirándolo directamente

- No hay nada que lamentar, y estoy seguro que volveremos a vernos, más adelante, cuando Sesshoumaru no quiera matarme. – La observó relajado, sin más secretos y en un arranque de espontaneidad, pasó suavemente su dedo pulgar por el labio inferior femenino.

- Estoy segura que no quería hacerlo en verdad. – Dijo nerviosa, y completamente avergonzada, hundió la cara en el pecho de su interlocutor. Le rompía el corazón su partida. – Muchas gracias por todo lo que me has enseñado Takeshi, por favor, prométeme que te cuidarás mucho.

- Sí. – La separó de su cuerpo, casi con dolor, y depositó un beso en la frente de la joven. – Sesshoumaru es el más afortunado por tenerte. Vive feliz, por favor.

Rin no pudo más y lloró como una niña, e incapaz de verlo partir, se alejó corriendo del lugar.

Él tampoco se aguantó y dejó que unas lágrimas terminaran de aligerar la pesada carga que por tanto tiempo había llevado a cuestas. Besó el pulgar que instantes antes había rozado la boca de la chica.

Adiós, mi preciosa Rin.

- Takeshi. – Era la voz gruesa de Sesshoumaru que lo llamaba.

– He dejado todo organizado con Shippo, y me temo que nos veremos muy pronto, no creo que este conflicto haya llegado a su fin. – Estiró una mano.

- Gracias. – Habló serio.

– Solo para que lo tengas en cuenta, aunque tal vez lo intuyes. – Su semblante se transformó a uno muy serio. – Otro error o si le provocas más sufrimientos, te juro que vengo o voy donde esté, y desaparezco con ella para siempre. – Apretó con fuerza su mano.

- Nunca más. – Dijo haciendo lo mismo con la mano del ex jefe de sus tropas.

- Muy bien.

Sostuvieron la mirada por unos segundos, hasta que el demonio de ojos verdes finalmente se marchó.

Definitivamente ese había sido un día demasiado largo para todos.

Rin caminó hasta su habitación sin poner demasiada atención en el camino. No alcanzó a ponerse algo más cómodo pues cayó rendida sobre su futón.

Luego de varias horas, unas caricias la despertaron.

Sonrió al ver el rostro afable de Moura.

- Tienes que comer algo. – Le acercó un poco de fruta.

Rin sonrió en agradecimiento y se sentó.

- ¿Cuántas horas dormí? - Tenía la sensación de había dormido por varios días.

- Un poco más de doce. – Dijo tranquila. – Es normal, has estado bajo mucha presión últimamente, y aunque suene descortés, me alegra mucho que los del Norte por fin se hayan marchado, el castillo vuelve a sentirse más calmado.

- Lo más correcto hubiera sido que me despidiera de todos ellos. – Mordió una manzana. - ¿Inuyasha y su familia?

- Sesshoumaru les ha pedido que permanezcan en el ala sur del castillo para mayor seguridad, después de todo, su casa fue destruida en la aldea… ¡Por cierto! – Habló más animada. - Shippo fue nombrado el nuevo jefe de las tropas y todos están organizándose muy bien.

- ¿En serio? – Se alegró por un momento. - Ojalá y no haya que luchar más. – Habló con tono preocupado.

- Me temo que aún hay un trecho largo que recorrer, pero no pierdo la esperanza de que todo se resuelva y podamos tener muy pronto la paz que tanto anhelamos. – Suspiró. – A pesar de los últimos incidentes, los de Norte siguen siendo nuestros aliados, al igual que la tribu de los lobos que conoces y muchas comunidades humanas.

- Es una gran noticia. - Dijo sin mucho ánimo.

- ¿Quieres asearte?

- Creo que prefiero dormir un poco más.

- Termina la fruta y luego sigues descansando.

- Mejor tomo un baño. – Se forzó a dejar su futón.

- Tómate tu tiempo entonces.

- Gracias.

Se dirigió a la otra estancia para asearse y el ritual terminó siendo más largo de lo planeado. Más relajada, se colocó una fina yukata que Moura había dejado para ella y cuando regresó a la pieza principal, el susto que se llevó la obligó a dar un pequeño salto.

Sesshoumaru estaba de pie, observándola fijamente. No supo la razón exacta, pero sintió que no lo había visto en mucho tiempo, incluso le pareció mucho más alto y atractivo de lo usual.

Sin darle tiempo a nada, el demonio avanzó a grandes zancadas, y antes de que algo rompiera su perfecto contacto visual, la abrazó y hundió su rostro en el sedoso cabello.

El pecho masculino dejó escapar el aire, aliviado de volver a tenerla entre sus brazos.

Su cuerpo se estremeció al sentir tan cerca el cuerpo del demonio. Se dejó apretar, se dejó oler, se dejó besar por todo el rostro. Tampoco es que pudiera hacer algo. Por algún extraño motivo, se había relajado tanto que era incapaz de hacer mucho más que recibir las muestras de afecto.

Al parecer su cerebro volvía a mandar a sus extremidades, y entonces pudo rodear el cuello del lord. ¿Le habían lanzado algún tipo de hechizo o realmente era ella la que de pronto parecía haber olvidado todo el enojo? Se puso de puntillas y alcanzó su boca.

Sesshoumaru no perdió tiempo y casi enseguida enredó su lengua con la de la joven, sin ningún tipo de pudor. Aturdido por sentir a Rin húmeda a través de la ropa, interrumpió el beso para respirar y calmarse, antes de hacer algo que tal vez su protegida no quería.

- No vuelvas a dormir aquí. – Dijo tratando de ocultar su excitación.

- No lo volveré a hacer. – Respondió tímida.

Nuevamente se escondió en el cabello negro y ella en su pecho ancho y fuerte.

Se separó levemente para admirarla. Los ojos marrones brillaban, sus mejillas sonrosadas, sus labios entreabiertos, su piel blanca y su cuello largo y delgado lo incitaban. Tragó saliva, se sintió tenso, deseoso y agotado por tener que controlarse.

Como poseída por un espíritu, Rin apresó nuevamente los labios del daiyoukai. Golpeado por la iniciativa de su protegida. Sesshoumaru la rodeó por la cintura y la encaminó hasta su futón.

Ya en la que era su nueva habitación, el beso se volvió más urgente, deseoso, seductor y completamente erótico. Su cabello seguía mojado, el escote de su fina yukata le dejaba ver cada vez más, y aún caían gotas que se perdían en el inicio de su escote. Ese delicioso panorama no hacía otra cosa que invitarlo a devorarla.

Rin enredaba su lengua tal y como Sesshoumaru lo hacía con ella. Abría su boca tratando de seguir su ritmo. Sintió la suavidad de su futón y para su sorpresa ya no le dio tanto miedo lo que podía pasar. Se descubrió deseándolo y anhelando conocer cada detalle de su cuerpo.

El lord se separó un momento y apoyado de sus brazos, la contempló con la mirada oscurecida por sus ganas de hacerla suya. El escote de su yukata se había soltado más y entonces, con lo último que le quedaba de fuerza, pudo hablar.

- Necesito sentirte un poco, ya no aguanto más. – Pidió aún recordando la promesa de ir a su ritmo.

- No ha aguantado nada. – Habló completamente sonrojada.

- He aguantado muchos años.

¿Años?

Sesshoumaru entrelazó sus dedos con los de ella y llevó su brazo sobre su cabeza. Lo miró sorprendida pero nada asustada y eso lo alivió.

La observó por unos segundos pues parecía mentira que después de tanto dolor y confusión, al fin podía tenerla solo para él. Comenzó besando su cuello y por inercia la joven inclinó su rostro al lado opuesto con el fin de otorgarle mayor acceso.

Apretó los ojos y abrió ligeramente la boca, dejando escapar unos tímidos jadeos. Lo que la lengua de Sesshoumaru le provocaba era algo que sin duda jamás había sentido antes. Por mucho tiempo soñó con ese tipo de momentos, pero era una realidad que le parecía tan ajena y lejana, que nunca fue capaz de imaginarse un escenario como en el que estaba en ese instante.

- Estás mojada. – Dijo abriendo con cautela su yukata.

- Tomé un baño. – Dijo aún con los ojos cerrados.

- Por favor Rin, mírame.

- No puedo… - Un gemido repentino escapó de su boca al sentir la lengua del lord en uno de sus pezones.

Su cuerpo comenzaba a sentir pequeños espasmos a causa del placer. La otra mano del demonio acarició su otro seno y descendió hasta su vientre, donde siguió acariciando con cuidado con la yema de sus dedos.

Rin se sintió desprotegida al sentir que el calor corporal de Sesshoumaru se alejaba. Abrió los ojos, y vio al demonio sacándose las ropas que cubrían su pecho. Lo observó maravillada. Era sin duda la criatura más exótica y atractiva que jamás había visto en su vida.

El demonio se llevó la mano derecha a la boca, y con sus dientes, rompió todas sus garras.

Esta vez recostó todo su cuerpo sobre Rin y volvió a besarla apasionadamente. El peso masculino era un tanto asfixiante, pero igualmente agradable. Sus brazos lo rodearon. Estaba indefensa a causa de su olor y sin poder evitarlo, sus caderas comenzaron a aprovechar la cercanía y a frotarse con las del lord. Sesshoumaru sintió un latigazo en la cintura, su erección creció aún más y fue percibida por ambos.

En una rápida maniobra, Sesshoumaru puso de costado a Rin y él se colocó detrás. Esta vez no fue capaz de contener sus ganas y tuvo que sacar el miembro que parecía a punto de explotar bajo sus ropas. Fue un sobresalto sentir en su trasero, la carne grande y palpitante del demonio. Él retiró por completo la fina yukata que le impedía tenerla completamente desnuda, y la arrojó a un lado.

- Quiero tenerte así cada noche, cada vez que quiera. – Dijo con voz profunda, mientras besaba su cuello.

En esa posición, volvió a besarla. Una mano se ocupaba de uno de sus senos y la otra bajó hasta su cadera, dispuesto a explorar ese ansiado lugar de la anatomía de su protegida.

Rozó ligeramente esa parte y para su satisfacción ya estaba completamente húmeda, esperando ser descubierta.

Rin se sintió débil cuando un dedo tocó su punto más sensible. Un pequeño grito fue ahogado en la boca de Sesshoumaru y completamente avergonzada, se separó de sus labios, aunque fue por poco tiempo; el calor de la boca del demonio volvió a atraparla casi de inmediato.

El daiyoukai no se detuvo y comenzó a frotar su pequeño botón en movimientos circulares, mientras que su miembro no dejaba de rozarse insistentemente en las nalgas de la joven.

Siguió frotando lentamente, regalándole nuevas sensaciones que le hacían hervir el cuerpo. Sintiendo el movimiento de sus dedos más rápido, Rin recibió su primer orgasmo.

Sesshoumaru la acarició ahí, excitado, dueño de su ser, suave, llenándose de sus jugos y sin avisar, hundió su dedo medio en la cavidad caliente de la mujer. El cuerpo de Rin se estremeció por completo. Esta vez, el ritmo de un solo dedo, invadiéndola, penetrándola, marcó el inicio de lo que sería un momento lleno de placer y descubrimientos.

Sesshoumaru la guió a un mundo completamente nuevo y en donde solo existían los dos, y pese a que el deseo por hacerla su mujer no había sido completamente saciado, tenerla de esa manera, suponía un gran avance.

Minutos después, el lord cargó a la muchacha, que parecía una muñeca de trapo, y la llevó hacia la otra estancia, donde volvió a explorar su cuerpo y en donde le enseñó cómo hacer lo mismo con él. Juntos, en la tina, la invitó a usar sus manos para regalarle lo mismo a él. Como alumna obedeciendo a su maestro, Rin hizo lo que le pidió.

Besándola, mordiendo sus labios sutilmente, acariciando sus senos, subiendo sus caderas estrechas para acompañar su rápido toque, vio llegar el esperado clímax para él. La joven se quedó brevemente hipnotizada ante la deliciosa imagen.

El cuerpo del demonio se relajó y Rin se apoyó en la tina completamente exhausta. Sesshoumaru se acercó y se sentó entre las piernas de la mujer, que al sentir su peso dio un brinquito. Rin rodeó su cuello, besó la sien del lord y al fin comprendió que ese era su único hogar.

Ambos, con los ojos cerrados, respiraban aún levemente agitados luego del íntimo encuentro.

– Eres tan hermosa Rin, no podía esperar más.

Su corazón no dejaba de latir con fuerza y más con aquellas palabras.

Sesshoumaru apoyó su mejilla en su pecho desnudo y cerró los ojos.

- Este es mi lugar Rin, y no permitiré que nadie me lo quite. – Levantó el rostro para encontrarse con el de ella y se sintió algo confundido al ver sus lágrimas. - ¿Te lastimé? – Intentó separarse pero los brazos de Rin se lo impidieron.

- No, todavía no, quiero estar así un rato más.

El demonio perro obedeció y nuevamente se apoyó en el pecho femenino.

– Estoy feliz de tenerlo así...

- Rin… - Besó su pecho.

Luego de unos minutos en esa posición y en completo silencio. Sesshoumaru la cargó y la llevó a la estancia principal. La cubrió con una yukata seca y él hizo lo mismo con su ropa.

- El agua ya estaba muy fría.

Era la primera vez que sentía que su corazón latía tan fuerte. La imagen de Rin mojada, luego de todo lo que habían hecho, lo conmovía por completo. La abrazó y le habló al oído.

- Perdóname, perdóname… - Dijo angustiado. - No sé cómo tuve la fuerza de separarte de mi lado, por favor, elígeme, se mi mujer y permíteme demostrarte que eso nunca más sucederá.

¡Cómo se supone que iba a sobrevivir a la elocuencia de Sesshoumaru!

Lo abrazó y se dejó abrazar más.

- Ya no quiero que volvamos a hablar de eso, nunca. – Se separó y le dio un corto beso en los labios. – Hace mucho que lo elegí, yo ya era... completamente suya. – Dijo firme aunque evidentemente avergonzada. - Estaba muy dolida, resentida pero ya no más, se acabó. - Dijo muy segura.

Nuevamente fue apresada en sus fuertes brazos. Besó su frente y apoyó la suya en la de ella.

- Quiero estar siempre a tu lado. - Dijo el youkai con mucha firmeza.

¿Siempre? Aunque esa realidad tuviera un límite para ella, la disfrutaría cada segundo.

Unos fuertes golpes en la puerta rompieron el momento.

- ¡Sesshoumaru, Rin, el monje Miroku está herido!

Era su medio hermano.

El lord se vistió rápidamente.

- Rin, quédate aquí. – Dijo mientras también la veía vestirse con prisa.

- ¡Voy con usted! Quiero cerciorarme de que Shuji y Sango estén bien.

Sin ganas de contradecirla, la cargó y la llevó levitando hasta donde seguramente estaban todos.

Rin se sorprendió al llegar al lugar. Kagome zarandeaba al monje.

- ¿Por qué no pediste nuestra ayuda? ¿Dónde están? ¡Miroku, contesta!

- Nos han estado espiando, y todo fue tan rápido que les pedí que huyeran con Kirara… - Alcanzó a decir visiblemente afectado.

El hombre cayó de rodillas y comenzó a llorar. Rin sintió que algo dentro de ella se rompía. Hubo silencio y solo se podía escuchar el sollozo del monje.

- ¡Papá!

Shuji apareció corriendo y se arrojó a sus brazos. Detrás venía Sango, algo herida pero a salvo. El reencuentro de la familia fue más que conmovedor.

– ¡Kirara nos salvó! – Dijo Shuji mientras su padre lo llenaba de besos.

El momento feliz terminó cuando apareció Shippo.

- Sango me ha informado de la situación, le iré contando en el camino, ya tengo listo a un grupo de soldados, así que a su orden.

- Comprendo. Me reuniré con ustedes en un instante.

- Iré por mi arco. – Informó Rin pero el demonio la detuvo.

- No. – Habló con voz de mando. – Tú te quedas a cargo del palacio y de la seguridad de todos aquí, especialmente la de los niños. - Dijo mirando a Shuji en los brazos de su mujer.

- Lord Sesshoumaru, lo esperan. – Apareció Hatsue agitada, al parecer era urgente que partieran ya.

El demonio besó las manos de Rin y se marchó rápidamente.

- Tenemos que organizarnos…

La voz de su amiga se perdió. Nuevamente el miedo de perderlo se apoderaba de ella y no la dejaba pensar con claridad.

Yo también quiero estar siempre a tu lado, Sesshoumaru.

Una cachetada mental la llenó de valor y comenzó a seguir las indicaciones de Hatsue.

Seguramente una nueva batalla estaba a punto de comenzar.