Dibujando primaveras

Por Nochedeinvierno13


Disclaimer: Todo el universo de Harry Potter es propiedad de J. K. Rowling.

Esta historia participa en el Reto #7: "Desempolvando retos" del Foro "Hogwarts a través de los años".

Reto escogido: Nymphadora Tonks.


III.

Entrelazan sus vidas en una ceremonia íntima, bajo un sol naciente que llena con su calidez las galerías y un altar de retoños recientemente florecidos.

Andrómeda sonreí al contemplar a su hija enfundada en un vestido, es la primera vez que se da tal milagro y todo por la ceremonia que tiene lugar, pero no más que el futuro desposado. Sobre los cabellos reluce una corona de flores, trenzadas con esmero, y en el rostro, una expresión complaciente.

Pronto llegan las quejas de Alastor Moody quien va engalanado para presenciar al enlace. Es la primera vez que se lo ve bien vestido, denotando que puede ser algo más que un hombre uniformado. La ceremonia da inicio de forma atípica, ya que se ahorra la introducción de los votos matrimoniales, a sabiendas de que ambos son conscientes que significan más que darse calor mutuo en las noches de invierno.

—Deben saber que una vez que tengan la camada hecha, deben cuidar de ella y protegerla de los lobos más grandes —Alastor lanza el comentario jocoso para avivar el ambiente. Con un gesto exagerado, continúa—: Tonks debe estar presente durante su luna llena y tú, Remus, debes estar presente durante su luna sangrante.

La unión avanza sin apuro. Remus se toma su tiempo hasta llegar a la conclusión de que no quiere separarse de ella, ahora no tienen por qué correr contra el tiempo, solamente disfrutar. Y eso es lo que hacen, disfrutan entre los comentarios de los pocos presentes y de la originalidad de Alastor para ser maestro de ceremonia.

Ya hacia el final, la varita entrelaza sus muñecas y sus existencias con hilos invisibles, sellando el acto nupcial. Los dos saben los prejuicios que encontrarán en el futuro, o quizás en un pronto presente. Y, de vez en cuando, Remus mencionará la posibilidad de una vida diferente cuando la inseguridad se adueñe de su ser. Ella lo sabe, sabe de sus variopintos matices, y aun así está dispuesta a demostrarle que si bien pueden tener mil razones para no estar unidos, existen mil y una más para seguir estando.

Ninguno puede prometer una vida sin tempestades porque éstas son inherentes a la vida humana en sí, pero pueden soñar con un futuro que solamente tenga lugar para el amor y para la compenetración de sus almas.

—Existen momentos de la vida donde las lunas llenas abundan y la negrura eclipsa el juicio, pero también existen momentos donde el sol brilla con intensidad cual día de verano —pronuncia ella a modo de juramento, sin importarle sonar excesivamente romántica o anticuada. Es su casamiento, hace lo que le nace espontáneamente—. Siempre trataré de darte un motivo más para brillar.

Y Remus Lupin puede confiar con los ojos cerrados que así será.