Este es el último shot de la colección, mis comentarios al final...


Hasta que te conocí

Hasta que te conocí vi la vida con dolor

No te miento fui feliz aunque con muy poco amor

Y muy tarde comprendí que no te debía amar

Porque ahora pienso en ti más que ayer, mucho más

Y ahora quiero que me digas si valió o no la pena el haberte conocido

Porque no te creo más y es que tú fuiste muy mala

Sí muy mala conmigo por eso no te quiero, no te quiero ver jamás

Sus ojos azules contemplaron el horizonte sentando a la orilla de uno de los precipicios, suspiró tratando de recobrar la serenidad, negó con la cabeza, no tenía caso, el hueco en su corazón le incomodaba demasiado, esbozó una sonrisa triste mirando su cuerpo, no tenía ninguna herida o rasguño como cuando entrenaba pero sentía que no tenía fuerzas para levantarse más. Se llevó una mano a la frente y cubrió sus ojos, en su corta vida nunca había conocido más amor que el de su hermano, pues habían sido huérfanos abandonados en un albergue hasta que un día uno de los dorados les descubrió y les llevó hasta el Santuario.

Si bien ser un aprendiz de caballero comprendía una serie de estrictas reglas y sacrificios, él era feliz pues a su lado se encontraba su hermano gemelo, aún si Deuteros no podía salir de su confinamiento, podían reunirse noche tras noche y cuidar el uno del otro; si le preguntaban, Aspros sabía que esa era la verdadera felicidad, que el dolor no existía, pero no fue hasta aquel fatídico atardecer, donde vagando por los caminos del Santuario se encontró con su divina figura, con su larga y hermosa cabellera y esos ojos hechizantes.

Le contempló a la distancia y no pudo evitar sonreír como el niño que era, estaba acompañada por una de las Vestales y habitaba en una de las residencias para las Doncellas. No supo por qué pero ese fue el primer secreto que le guardó a Deuteros; solo pasaron un par de semanas cuando por fin le pudo ver frente a frente y descubrió que ella era mayor que él, pero no solo eso, ella era una aprendiz de pitonisa que había llegado al Santuario para ser protegida hasta la llegada del otoño cuando le llevarían hasta el Oráculo de Delfos.

Día tras día procuraba terminar rápidamente su entrenamiento para ir a su encuentro, ocultándose de su maestro y su hermano, pero no solo eso, había empezado a hacer ciertos mandados de los soldados con tal de conseguir un poco de recursos para comprarle a las amazonas uno que otro regalo que pudiera darle. Y tenía que admitir que valía la pena por contemplar la expresión de sorpresa en su rostro.

Sin embargo hacía unos días le habían llamado a la presencia de su Santidad, para asignarle una misión con Sísifo y Hasgard, tan pronto como pudo salir fue a buscarle, le encontró en el acantilado conversando con uno de los soldados, por alguna extraña razón no le pareció raro, pues al ser un pitonisa algunos les consultaban sobre su futuro.

Regresó ese día al amanecer solo para encontrarse con que los guardias que le vigilaban a él y a Deuteros le habían dado una golpiza al menor. Con trabajos logró detenerles, de inmediato se apresuró a apartarle y curarlo, cuando por fin le dejó estable fue a buscarla, decidió ir con ella para buscar un poco de consuelo, pero cuál fue su sorpresa al verla sentada a las afueras de su refugio.

-¿Qué haces aquí? –inquirió con una sonrisa porque la había extrañado, porque deseaba estar entre sus brazos

-¿por qué insistes en salvar a la estrella de la desgracia? –respondió con su hechizante mirada

-¿De qué hablas? –se acercó a ella confundido

-Su destino ha sido marcado desde su nacimiento, solo uno podrá vivir en la luz mientras, el otro se pudre en las sombras destruyendo todo aquello que toca –colocó su mano sobre la sangre aún fresca de su hermano y jugueteó con ella

-¿Qué? –interrogó Aspros sin entenderle

-Uno de ustedes debe perecer o el Santuario estará en peligro, pero con lo blando que eres sé que no serías capaz de tomar la vida de tu hermano, fue por ello que les pedí a los soldados que me hicieran ese favor –esbozó la misma sonrisa dulce que le daba después de besarlo

-¡No! Eso no es verdad, ¡NO! Deuteros es la única razón por la que yo estoy aquí, él no tiene la culpa de nada, él es inocente, esa profecía es solo una mentira –respondió desesperado porque no deseaba que ella también odiara a su hermano

-Realmente eres ingenuo Aspros, el destino marcado por una profecía es irrevocable –repitió pintando sus labios con aquella sangre –hace unos años fui yo quien les entregó la profecía sobre los gemelos a los guardias del Santuario –sonrió mordiendo su dedo índice

-No puede ser, eso no puede ser verdad –se acercó a ella con una mirada cristalina –dime que has mentido –

-Esa es la verdad Aspros, mi primera predicción fue cuando ustedes nacieron yo era una niña pero pude verlo, vi la desgracia caer sobre uno de los hermanos gemelos y por ello me gané un lugar como pitonisa en el oráculo de Delfos, pero jamás pensé que los conocería de cerca –confesó acariciando su mejilla –ustedes están destinados a bañarse en sangre –

Negó con la cabeza

-Si tú lo sabías, ¿por qué todo este tiempo…? –balbuceó apretando su mano

-¿Por qué te permití estar cerca de mí? ¡Oh! Inocente niño, una pitonisa no tiene tiempo para las estupideces del amor, puesto que si nos entregásemos a esa pasión perderíamos por completo nuestro Don –explicó pasando su pulgar por los labios del chico

-¿Por qué? –interrogó nuevamente

-Porque era entretenido verte luchar contra ese destino, porque parecía que realmente estabas convencido de poder darle la vuelta a mi profecía –murmuró separándose de él –y quise probar si era posible… pero llegaste a tiempo para salvar a tu hermano, así que parece que no existe tal solución –dijo dándole la espalda

Su mirada se ensombreció cuando vio esa mancha rojiza en el suelo, se puso de pie con las pocas fuerzas que poseía y volvió al lado de su hermano.

o0o

Le sintió aferrarse a su pierna cuando pasó a su lado, sus ojos azules le taladraron de pies a cabeza, pero aún así sintió un estrujón en su pecho.

-Por favor –le escuchó rogar

-Sáquenle de aquí –le ordenó a los soldados con un tono severo

-No, por favor, no tengo otro lugar a donde ir –suplicó sin soltarse

-¿Por qué debería de importarme? –murmuró

Sus ojos llorosos le suplicaron piedad, se mordió los labios partidos y pálidos, su blanquecino rostro estaba pálido y los moretones se notaban en sus andrajosas prendas.

-Me han expulsado, lo he perdido Aspros –balbuceó avergonzada derramando lastimeras lágrimas

Enarcó una ceja, había sido solo cuestión de tiempo para que lo descubrieran, pues había sido él quien le hubiere arrebatado su don a base de ilusiones y engaños, la había seducido para entregarse a él, esbozó media sonrisa al recordar cómo era que había olvidado sus propias palabras, como había sucumbido ante su calor y había pedido más de él.

-El destino es irrevocable y ese era tu destino, así que deberás vivir así el resto de tus días –le dijo

-¡Ayúdame! –le imploró

-No quiero verte jamás –sentenció caminando hacia el frente haciéndola caer al suelo y arrastrarse tras su sombra –Sáquenle de aquí –ordenó a los soldados

-pero señor... debería de ser benevolente -se armó de valor uno de los cabos

-Ella no pertenece aquí, permitirle conservar su vida después de deshonrar este lugar sagrado es el único acto de piedad que podría merecer -explicó sin siquiera mirarle por el rabillo del ojo

-Aún así señor... -

-¡Es la orden de un caballero dorado! -tanto su voz como su cosmos resonó en todos los alrededores

Sin embargo esperaba que aún entre los sollozos ella dijera esas palabras, que por fin fuera capaz de pronunciarlas para así poder… pero no pudo escuchar nada proveniente de sus labios salvo esos gemidos dolorosos, por lo cual comprendió que ella no se había arrepentido y que en verdad jamás le había amado. Ni siquiera se molestó en mirar como los guardias le arrastraban a la salida, continuó su camino tratando de ocultar ese dolor en su alma, porque aún le desgarraba por dentro darse cuenta de que se había equivocado al confiar en una mujer así…


No sé si sea correcto decir que espero que les haya dolido la situación de Aspros, pero pues ese era mi objetivo con esta serie.

En mi opinión este es el escrito más doloroso, puesto que ninguno de los personajes conocía lo que es el amor, la pitonisa que solo era ambiciosa y que sin miramiento trató de dañar al hermano de Aspros; Aspros vuelto loco y obsesionado con la pitonisa, tanto que la engaña para acostarse con ella, en sí ninguno siente amor, puesto que cuando amas no eres capaz de lastimar a tus seres amados. (No es lo mismo que pasó con Youma, porque ahí influye algo más).

La razón por la cual reservé a Aspros para el último capítulo fue porque hace un tiempo, durante 2 ocasiones sentí exactamente lo que cada uno de estos personajes sintió, es un dolor muy grande y parece romper el alma, digamos que fue mi catarsis para dejar atrás a una persona (si es que se le puede llamar de esa forma) que me dijo muchas de las palabras que nuestros Santos escucharon.

Por un instante pensé en hacer la versión de los personajes del clásico, pero la vdd es algo cansado escribir de esta forma, en especial captar los sentimientos de dolor sin ser repetitivos y patéticos, pero ello es una idea que descarto por completo, si alguien quiere tomarla siéntase libre de hacerlo y me daría gusto leerlo.

Para quienes deseen saber qué pasó con algunos de los dorados, recuerden que los shots se conectan con la historia de "Cuán Profundo es Tu Amor", que bueno es un fic largo pero que poco a poco se verá lo que sucedió con ellos, de formas a veces explícitas y otra más implícitas.

Eso sería todo, gracias por leer, por su tiempo y por su atención, sin más me despido.

MCR77 off~

PD. You Had me, You lost me