En cuanto Draco oyó abrirse la puerta, se precipitó abajo y voló hacia Hermione. La envolvió con sus brazos y luego la besó despacio, tomando su tiempo para saborear su gusto, el roce suave de sus labios, su dulce suspiro.

—Siente cuánto te he echado de menos —Presionó sus caderas contra las suyas hasta que sintió cada pulgada de su rígida polla.

Hermione se apartó de su boca y se rió. Draco se derritió. ¿Cómo podría alguien seguir enfadado con ella?

Theo estaba detrás y Draco lo llamó con la cabeza, entones lo incluyó en el abrazo.

—No más proezas así —dijo Draco—. Ya tengo bastante con preocuparme por el 007 éste, sin ti corriendo por ahí intentando conseguir que los tipos malos confiesen en una cinta. ¿Estás segura de que estás bien?

—Estoy bien.

—La golpeé con el coche —soltó Theo.

Draco miró a Theo y luego a Hermione y luego a Theo otra vez.

—Un golpe oblicuo. Casi ni lo sentí —dijo Hermione—. No fue culpa de Theo. Salté sobre la capota. Lo abollé con mi culo.

—Jesús —Draco la volvió a apretar contra su pecho.

—Theo me salvó.

Theo le acarició el pelo con los dedos. —Debería haber hecho más para detenerla.

Draco frunció el ceño. —Ya basta de recriminaciones. Creo que es de obligación una cuidadosa inspección corporal, pero primero comamos. He cocinado. No quiero que se estropee.

Él había preparado la mesa de cristal del fondo del salón, había bajado las luces y había dispuesto velas. El champán estaba en hielo, la música sonaba.

Theo silbó cuando entró en el cuarto.

—¿Wow, qué vamos a tomar? —preguntó Hermione.

—Emparedados de queso —dijo Draco.

Theo rió.

—¿Seguiste la receta?

—Desde luego.

Theo se giró hacia Hermione. —Draco añade cosas. Le gusta experimentar. —Olfateó—. Huele como a moussaka.

Draco sonrió abiertamente. —Esto es un buen principio —le ofreció una silla a Hermione y rozó su cabeza con los labios.

Theo abrió el champán, vertió tres copas y se sentó junto a Hermione.

—No puede haberse equivocado con la ensalada —dijo Hermione mirando el tazón grande de hojas surtidas en el centro de la mesa.

—No toques el aliño —susurró Theo.

—Oí eso. —Draco puso los platos de moussaka sobre la mesa, se sentó al otro lado de Hermione y levantó su copa—. Por Hermione en el medio.

Ellos chocaron las copas.

—Nunca me pondré en medio de vosotros —dijo ella.

—Espero que lo hagas —dijo Draco con una sonrisa burlona. Hubo un momento de silencio y luego se echaron todos a reír.

La moussaka sabía mejor de lo que Draco había esperado. Más o menos había seguido la receta, solamente había agregado un pedazo de chocolate que había encontrado en el armario. Hermione estaba parlanchina y Theo callado, pero considerando lo que había pasado, no era una sorpresa. Draco quería que Hermione se mudara con ellos. Podía tener su propio dormitorio, pagar alquiler si quería. Draco había ahorrado cada penique que Theo le había dado. El plan era llevar a Theo de vacaciones a Australia y Nueva Zelanda. Llevar a Theo y Hermione. Draco sonrió.

—Necesito una ducha —dijo Hermione mientras apartaba su plato vacío.

—¿Quieres una taza de té? —Theo preguntó—. Sin azúcar, ¿verdad?

Hermione se ruborizó. —Una cucharada, en realidad.

—Pero dijiste... ¡Ah! Bien, lo haré.

Draco vio salir a Hermione del cuarto. —¿Ella está bien? ¿Tú estás bien?

Theo apoyó los codos sobre la mesa y puso la cabeza entre las manos. Draco se cambió a la silla de Hermione y puso su brazo sobre el hombro de Theo.

—Podríamos haberla perdido —susurró Theo—. Ese bastardo...Yo...

—Tú la salvaste.

—Yo podría haberla matado.

—Pero no lo hiciste, Theo. Déjalo ya. —Draco tiró de la cabeza de

Theo hacia arriba y lo besó. Un tierno golpecito a sus labios y Theo gimió.

—Quiero pedirle que se mude aquí —Draco dijo, recordando cuando antes había herido a Theo con el comentario sobre que éste era su apartamento—. ¿Te parece bien?

La sonrisa en la cara de Theo hizo ronronear la polla de Draco de alegría.


Hermione se dirigió hacia el flujo de agua y la dejó caer en cascada sobre ella. El torrente de calor calmó sus músculos adoloridos y se llevó las preocupaciones de su cabeza. El tema con Ron estaba terminado. Sabía que acabaría saliendo bajo fianza pero había sido acusado de su rapto y asalto. Todos aceptaron que ella había dicho la verdad y si se le acercaba de nuevo estaría en graves problemas. Tal vez la estúpida de Rosalie todavía lo quisiera, pero Hermione pensaba que su padre tendría algo que decir sobre eso.

La puerta de la ducha se abrió detrás de ella. Se dio la vuelta mientras dos cuerpos firmes entraron, Theo con su piel bronceada y su físico delgado como un látigo y Draco con su pelo despeinado y sus ojos brillantes. El cascabel en el pezón de Theo se veía súper caliente, Hermione sintió endurecer sus pezones y soltó un jadeo estrangulado. Ni siquiera habían tenido que tocarla.

—Hemos pensado hacerte compañía —dijo Draco.

—El jabón y yo nos estábamos sintiendo un poco solos. —Hermione rió.

Ella besó el pezón perforado de Theo con mucho cuidado y él tembló.

Ellos comenzaron a lavarla de los pies hacia arriba, manos jabonosas resbalando por su piel. ¿Cuánto tiempo pasaría antes de que se cansaran de ella? ¿Podría alguna vez volver a sentir así de bueno? ¿Qué haría cuando ellos decidieran que ya habían tenido bastante? Demasiadas preguntas para relajarse. La ansiedad corrió descontrolada por su mente, dispersando preguntas en su estela.

¿Cómo podía sentirse tan enamorada después de un tiempo tan corto? Theo lavó su trasero, sus dedos recorriendo su espalda y sus omoplatos.

—Múdate con nosotros —dijo Draco mientras él jugueteaba con sus pezones—. Puedes tener tu propio cuarto, pagar lo que sea que estés pagando de alquiler.

¿Él realmente había dicho eso? ¿Le había pedido que se mudara con ellos?

—Prometemos ser limpios y ordenados. Puedes poner cosas... rosas por ahí —dijo Draco.

—Tú... ustedes no me conocen.

Draco se rió. —Dios, Hermione, no queda una parte de ti que no conozcamos.

Ella frunció el ceño. —Tengo algunos malos hábitos.

—Bueno —Draco dijo y su boca bajó en picado hacia su pecho.

—¿Tales como...? — preguntó Theo mientras frotaba champú en su pelo.

—Me gustan el country y la música del oeste. —Draco y Theo se estremecieron—. Tengo una necesidad patológica de ver películas de chicas una vez a la semana con dos tipos sentados a cada lado. —

Hermione agachó su cabeza bajo el flujo de agua y Theo aclaró la espuma—. Y me gusta bailar desnuda cuando hay luna llena.

—Genial —dijo Draco.

—En Trafalgar Square —ella añadió.

—Mentirosa —Draco pellizcó su nariz—. Bien, ¿qué dices? ¿Quieres vivir con nosotros?

¿Hermione tenía que pensárselo? Ella les adoraba a ambos. ¿Podría arriesgarse? Disfruta el ahora incluso si el futuro no está claro. Su corazón contestó.

—Sí, por favor.

Inmediatamente se vio intercalada entre ellos, la dura polla de Draco contra su vientre, el eje igualmente rígido de Theo contra su culo.

Draco cogió su cabeza y su lengua y se pegó a su boca para robarle un beso antes de girarse hacia Theo. Todavía sosteniendo a Hermione entre ellos, Draco presionó sus labios contra Theo. Hermione adoraba verlos besarse. Había algo tan atractivo en ello, y mientras el agua caía a torrentes sobre ellos y gotitas se esparcían por su piel, se veían aún más hermosos. El pelo mojado se pegaba a sus caras, las pestañas pesadas con el agua, parecían dioses.

Resbalosa por el jabón, Hermione se deslizó de entre ellos y puso una mano sobre cada uno de sus culos para acercarlos más. Dio un beso sobre la punta de ciruela de la polla de Theo y luego otro en la de Draco, y las agarró por la raíz con sus puños, jugueteando con la lengua en una y luego en otra. El gusto era similar, pero lo bastante diferente como para que pudiera decir quién era quién. Mientras ella rodeaba con sus labios a Draco, Theo quedó libre y se arrodilló a su lado. Draco se inclinó atrás contra los azulejos y apoyó sus manos sobre sus cabezas.

Hermione y Theo tenían sus caras a cada lado de la polla de Draco, acariciando con la boca su eje, y sus húmedas narices y lenguas lo calentaban a él y mutuamente. Cuando ellos alcanzaron la punta, ellos lo cambiaron de una boca a otra y Hermione sintió clavarse los dedos de Draco en su cabello. Theo agarró la polla de Draco y la golpeó contra la mejilla de Hermione.

—Jeee... sús —Draco pronunció un gemido tartamudo.

Theo dio a Draco un golpe detrás de sus rodillas y lo trajo al suelo de la ducha. Theo estaba tumbado de espaldas bajo él, las piernas sobre la pared de la ducha, su boca alrededor de la polla de Draco. Eso dejaba la boca de Draco situada en la polla de Theo y Hermione se vio con un tentador culo. Ah Dios, ¿podría? Extendió sus manos sobre las mejillas mojadas de Draco y vio temblar su agujero anal. La cara de Theo surgió de entre las piernas de Draco y afirmó con la cabeza.

Hermione miró hacia arriba y vio el lubricante.

Draco gimió cuando Theo volvió a chupar su polla. Hermione agarró el lubricante y se arrodilló. Besó los pequeños hoyuelos que Draco tenía al final de su espalda y luego pasó a la raja de su culo; su boca, y luego la lengua, se deslizaron hacia abajo a la oscura línea. El temblor de Draco y el aliento retenido la animaron a profundizar. La fruncida entrada de su cuerpo se movió bajo su toque y ella presionó la punta de su lengua contra él. Theo echó su mano hacia atrás para acariciar su pecho y cuando apretó su pezón la punta de su lengua se deslizó en el ano de Draco. El gemido profundo la animó y ella incitó y jugueteó, avanzando y retirándose mientras trabajaba su lengua más profundo dentro de Draco.

—Ah Dios, Hermione, me estás matando —jadeó Draco—. Los dos.

Cristo.

Ella lo atormentó un poco más entonces lubricó sus dedos y deslizó uno en el interior, empujando con cuidado hasta que su nudillo traspasó el músculo restrictivo y lo absorbió. Hermione hizo círculos con su dedo y sintió una glándula redondeada, con forma de nuez, y por el modo en que él se movió y gimió, Hermione adivinó que era la próstata de Draco. Ah, le gustaba atormentarlo.

—¿Golpecitos o presión? —ella preguntó.

—Presión —Draco jadeó.

Hermione mantuvo su dedo estable mientras Draco envolvía la polla de Theo con su boca. Más lubricante, dos de los dedos de Hermione y Draco jadeaba en la polla de Theo. Hermione apretó más duro y momentos después Draco se puso rígido con un grito ronco. Ella se apretó los muslos mientras una onda de contracciones revoloteaba por su coño.

Draco dobló su cabeza hacia la polla de Theo y Hermione retiró sus dedos para lavarlos bajo el agua. Theo se estiró para agarrar las caderas de ella y ella le frotó los brazos mientras él se corría en la boca de Draco. Por un instante nadie se movió, entonces Draco se giró para sentarse con la espalda en la pared de cristal y Theo bajó sus piernas y se sentó. Alcanzó a Hermione, la atrajo a sus brazos y la estrechó, así que los tres estaban apretados juntos, piernas entrelazadas, brazos unidos bajo el agua. Theo dejó caer un beso sobre el cuello de Hermione, hociqueando en la cosquillosa área bajo su oído.

—Te amo —dijo, luego besó a Draco en los labios—. Los amo a los dos.

Hermione sintió ponerse rígido a Draco y luego relajarse otra vez.

—Yo nunca había estado enamorado hasta que te encontré —él dijo a Draco—. Ahora no sé cómo podría vivir sin ti. Te amo por haber encontrado a Hermione. Sea lo que sea que nos depare el futuro, gracias por lo que tenemos ahora.

—Yo también los amo a los dos —dijo Hermione—. Esto sencillamente se siente bien. Soy la persona más afortunada en el mundo.

Draco se sacó de entre sus brazos, se levantó y salió de la ducha.

Theo suspiró. La reacción de Draco no lo había sorprendido, pero sí a

Hermione. Tenía los ojos como platos cuando vio a Draco agarrar una toalla y salir del cuarto. Se levantó.

—Déjale. Estará bien—dijo Theo.

—No.

Hermione salió de la ducha, se secó el exceso de agua, dejó caer la toalla y salió del cuarto. Theo cerró los grifos y la siguió. Draco estaba sentado en la parte más alejada de la cama de espaldas a ellos. Hermione avanzó lentamente por detrás de él y puso su mano sobre su hombro. Él la ignoró.

—¿Qué va mal? ¿Por qué no se nos permite quererte? — preguntó.

El corazón de Theo subía y bajaba entre su garganta y su estómago. Hermione se bajó de la cama y cayó de rodillas a los pies de Draco.

—Habla conmigo.

—Sí que se les permite amarme —dijo él con voz baja. Theo se sentó sobre la cama detrás de él.

—Pero tú no puedes permitirte amarnos —dijo Hermione.

Draco se levantó de un salto. —¡Eh! Me gustán los dos. Me gustas mucho. Pero amor...

Él comenzó a pasearse, luego se paró y se apoyó contra la pared, mirándolos.

—¿Qué pasó? —preguntó Hermione.

Draco soltó una risa corta.—Ahora sé por qué evité añadir una mujer a esto. No sabes cuándo dejar las cosas en paz —él fulminó con la mirada a Theo—. ¿Aliándote contra mí?

—Draco, no hagas eso —dijo Hermione.

—Estuve enamorado una vez. —Draco apoyó su cabeza atrás contra la pared—. Su nombre era Astoria, Tori. Le dije que la amaba y ella asumió que eso significaba ser una pareja y no un trío. Marcus, el tipo con el que yo ya llevaba más de un año antes de conocerla, oyó un poco de la conversación, pero no todo. Él pensó que la quería a ella y no a él. Su cuerpo fue encontrado en el río al día siguiente. Había estado bebiendo, así que podría haber sido un accidente y no suicidio. Nunca lo sabré —tragó aire.

Theo estaba horrorizado, no sabía nada.

—Así que es más seguro no decir que amas a alguien, no confiarle a ellos tu corazón —dijo Hermione.

—Confío en Theo. —Draco le miró directamente y Theo sintió un poco de seguridad.

—Tú lo amas —dijo Hermione—. Solo que no lo dirás.

La respiración de Draco se descompasó.

—Eres muy egoísta, Draco —dijo Hermione.

Él la miró airadamente. —No soy un jodido egoísta. Soy la persona menos egoísta que conozco.

—No en esto. —Hermione se movió para sentarse sobre la cama al lado de Theo.

Theo tomó su mano.

—Déjalo estar, Hermione.

Ella sacudió su cabeza. —Esto no va a funcionar si no eres honesto, Draco. Si no me amas, no quiero mudarme. Es demasiado difícil a no ser que yo tenga tu corazón y tú tengas el mío. Yo asumí el riesgo. Ahora es tu turno.

El dolor se reflejó en los ojos de Theo. Hermione había forzado esta confrontación y aunque él quería que Draco contestara, Theo sintió que los muros se desmoronaban a su alrededor.

—Ven aquí —dijo Hermione con voz tranquila.

Theo miró a Draco. Después de un largo minuto Draco dio un paso hacia ella. El corazón de Theo suspiró de alivio. Hermione agarró la mano de Draco y lo atrajo a la cama. Theo cayó a su otro lado.

—Podría torturarte —susurró Hermione.

Al extenderse la sonrisa por la cara de Draco, el corazón de Theo comenzó a latir más rápido. Draco soltó una pequeña risita. Theo estiró de la toalla de la cintura de Draco y la echó al suelo. Se acurrucó a su espalda y presionó su cara contra su cuello. Hermione apretó por el otro lado. Ellos que quedaron tumbados entre los brazos enlazados.

—Está bien ser vulnerable a veces —susurró Hermione—. Esto no te engrilleta a nosotros. Te ocultas, Draco, y no hay ninguna necesidad de ocultarse de la gente que te ama.

Hermione esperaba no haber ido demasiado lejos pero había dicho la verdad. Tenían que amarse mutuamente para que esto funcionara.

Miró fijamente a los ojos de Draco y no vio distanciamiento. Él suspiró, se apoyó hacia adelante y le dio un beso tan profundo, que le robó el aliento de la garganta y un temblor de deseo zumbó en su coño. Ella enganchó su pierna sobre ambos y Theo la cogió por el talón.

Ya empapada con su crema, los engordados labios de Hermione se abrieron a la hinchada polla de Draco. Él empujó tan profundamente en ella, que parecía como si él hubiera alcanzado su garganta. Ella se esforzó por respirar. Las sensaciones que recorrieron su cuerpo dominaron todo excepto la necesidad de correrse, pero contuvo el impulso. Él abrió su boca y Hermione dio una sacudida casi imperceptible de su cabeza y echó un vistazo a Theo. Draco dio una cabezada diminuta y ella rió. Ella no debía ser la primera en oír las palabras.

—¿Arriba o abajo? —Draco preguntó.

—Abajo, pero no me aplastéis —dijo Hermione.

—¿Qué? ¿Nuestros delgadísimos cuerpos? —dijo Theo.

Draco hizo rodar a Hermione para ponerla bajo él, su polla todavía encajada dentro de ella. Él se apoyó sobre sus brazos y presionó sus rodillas en el colchón.

—Estás tan mojada y suave—susurró Draco. Hermione apretó sus músculos pélvicos y él gimió, luego se rieron—. Y apretada —añadió.

Ella vio a Theo extender lubricante sobre su polla, untando toda su longitud y luego limpió sus dedos en la hendidura del trasero de

Draco. Cuando presionó contra el ano de Draco, Hermione sintió el cambio en el cuerpo de éste. Ella puso sus piernas sobre las caderas de Theo mientras él comenzaba a empujar despacio. Cuando Theo se introdujo en Draco, Draco metió su polla más profundo en Hermione, estirando sus músculos apretados y haciéndole gemir. Su clítoris palpitó, ya engordado, excitada la capucha por la sedosa corona de bello de alrededor de su polla. Dos caras la miraron, todavía mojadas por la ducha, y un líquido deseo brillante inundó su coño. Theo se movió más duro y más rápido en Draco, quien introdujo de golpe su polla más duro y más rápido en Hermione. Theo gimió contra el cuello de Draco y Draco cambió el ángulo de su empuje.

—Oooh, no pares de hacer esto —jadeó Hermione.

Su hinchada polla había acariciado algún lugar diferente dentro de ella y los dedos de Hermione arañaron la espalda de Theo mientras Draco deslizaba sus brazos bajo ella para sostenerla. Draco bombeó más y más rápido, conduciendo la longitud entera de su gruesa polla dentro y fuera, vez tras vez. Cada movimiento conducía a Hermione hacia el cielo. Un cohete, esperando el momento de explotar.

—Theo, más duro —gritó Draco—. Oh Dios.

Con un rugido ruidoso, dio un último y rompedor empujón y su cuerpo se puso rígido, apretando brazos y piernas. A la vez que Theo se vaciaba en Draco, Draco se corrió dentro de Hermione como una explosión de agua, una corriente imparable de semen le inundó el coño. El cohete de Hermione finalmente se había detonado y estrellitas de colores explotaron detrás de sus ojos, los destellos relampagueantes de felicidad eléctrica destrozando cada una de sus terminaciones nerviosas mientras ella lloraba de auténtica alegría.

Entonces ella se encontró entre ellos en vez de bajo ellos y la cubrían con besos, se cubrían el uno al otro con besos. Draco agarró la cabeza de Theo.

—Theo —dijo Draco— Te amo. Soy un es...

Theo no dejó acabar a Draco. Un par de labios se encontró con otro y Hermione se vio aplastada en el medio. Ella nunca había sido más feliz.

Draco la colocó encima y la besó dulcemente.

—Hermione, también te amo.

No, ella se equivocaba. Ahora, ella nunca había sido más feliz.


Esto es todo amigos.

Gracias por leer. Espero disfrutara esta adaptación. Volveré pronto.