Disclaimer: Naruto no me pertenece.


Sabía que no necesitaría pastillas para dormir si ese gato callejero no maullara toda la noche —toooooooda la puta noche—. Y es que ya ha probó de todo; la leche tibia, el té de hierbas, el canal de religión, los libros de economía, los infomerciales del trece.

Logró dormir una hora en los últimos dos días, lo que le dio tiempo para pensar en que cuando llegó vio hacia el cielo y se encontró con los botones de los cerezos que, ese año, llegarían una semana antes. Seguro Hinata estaba extasiada, la boda sería perfecta. La invitación de matrimonio era blanca con algunos filamentos dorados en las esquinas. Olía a imprenta y el sobre no tenía ni una sola arruga. A Sasuke le pareció bestial —pasó dos horas mirando el envoltorio, como si temiera que un animal salvaje emergiera de su interior—, la perfecta sincronía de las letras y la sobriedad del contenido no eran parecidos a Naruto.

El rubio le preguntó a la mañana siguiente de haber encontrado la invitación entre su correo si iba a ir.

—Regresaste a Konoha antier, no te irás otra vez tan pronto, ¿verdad?

La boca pálida se movió apenas. La sombra de su arco de cupido se veía oscura, como un pequeño bigote; o espuma del chocolate de la mañana que había quedado en el hueco bajo su nariz —no era eso, era una sombra: otra—. Sasuke se fijó bien en sus labios resecos, la lengua que peinaba los pellejos de su ribete lastimado, el temblor de la comisura de su boca que con una sacudida subió a Sasuke del infierno para recordarle que le debía una respuesta a Naruto —y que le gustaba más cuando el rubio lo insultaba, porque decía «Sasuke» con un énfasis celestial, y su nombre siendo pronunciado con esa lengua era su placer más culposo—.

Sasuke sacó la espada de forma tan rápida que Naruto no reaccionó cuando lo tiró al piso y encajó la punta filosa sobre su cabeza, cortándole un largo mechón de cabello que se esparció por el pasto gracias al soplo del viento. Aunque Naruto sabía que Sasuke no iría —sabía que no iría, lo-sabía-lo-sabía-lo-sabía, no iba a estar en la boda, lo sabía de alguna forma, y de todos modos lo invitó pese al mohín de preocupación de Hinata—, no creyó que reaccionaría así; porque Sasuke no decía lo que sentía, la vanidad le pesaba y no le dejaba usar la lengua.

—Sasuke… ¿Por qu…?

Una lágrima le cayó en la cara, e hizo el recorrido sobre su sien para terminar entre su cuero cabelludo. Otra más le cayó en el ojo, y se vio obligado a cerrarlo, sintiendo la nariz hastiada de angustia.

—Pensé que nosotros…

La voz se le escapó; se le enterró bajo la garganta. Todavía sentía atrapante el calor de Naruto bajo él, la presurosa respiración histérica que le brotaba como si fuera un reloj apurado. ¿Así que era eso? ¿Se iba a casar después de todo? ¿Era hora de sentar cabeza? ¿De ser un político correcto, con esposa, niños, y cena de navidad? ¿Iban a tener un gato?

Sasuke pensó en todo mientras estaba fuera, especuló mucho; un largo —laaaaargo— tiempo caviló en Naruto, en lo que significaban el uno para el otro, en las palabras y las promesas; más tiempo del que le tomó a Hinata elegir la sosa decoración de sus invitaciones.

Se apoyó en la espada y con el muñón retuvo a Naruto en el suelo. Cerró los ojos, ya más roto que furioso, y abrió de nuevo los párpados para ver las pupilas de Naruto inundadas en vergüenza y llanto.

—No, no voy a ir.


:) Ici, espero el fic de Neji.

Perdón si hay errores, no tuve tiempo de revisarlo. Espero críticas :P.