ROSAS EN EL DESIERTO

XV. EPÍLOGO

Templo del Mar

Milo abrió los ojos cuando vio una sombra junto a la cama de Cathy. Se levantó de golpe y parpadeó para aclarar su vista, pero se dio cuenta de que era solo Anfitrite, que estaba sentada en la cama de Cathy, cepillándole el cabello, mientras la chica estaba profundamente dormida.

-Lamento haberte asustado, Milo- le dijo Céline en voz baja, con una sonrisa en forma de disculpa- debí haberme aclarado la garganta o algo, para anunciar que estaba aquí-

-No te preocupes- dijo Milo, tallándose los ojos, y se corrigió- lo lamento, no se preocupe, señora Anfitrite-

Céline le sonrió y continuó cepillando los cabellos de Cathy en silencio. Milo vio que su chica estaba profundamente dormida, y con una expresión tranquila. El santo sonrió levemente, aliviado de que las cosas siguieran bien.

-Quizá tú también deberías descansar, Milo- le dijo Céline sonriendo- descansar apropiadamente, has estado casi dos días despierto con ella. Aquí estarán a salvo-

-Gracias- dijo Milo.

-No puedo creer que haya gente tan cobarde que se haya atrevido a atacarnos- dijo Céline en voz baja, mientras seguía cepillando los cabellos de Cathy.

-Lo sé- dijo Milo, bajando la mirada tristemente- pero lo hacen porque ustedes son importantes para nosotros. Poseidón te adora, y Cathy es mi vida-

Céline sonrió levemente de nuevo, puso su cepillo a un lado y comenzó a trenzar los cabellos de la chica. Milo la observó con calma y se acomodó en el sillón, cruzándose de brazos. Cuando la chica terminó de trenzar el cabello de Cathy, Milo ya se había quedado dormido. Céline sonrió y salió de la habitación con cuidado.

Una vez que cerró la puerta y recorrió el pasillo, Céline se encontró con Julián.

-¿Y bien?- le dijo Céline.

-Isaac dijo que todo estaba bien en el Santuario de Athena- dijo Julián con una gran sonrisa- y al parecer François le dio algunas patadas a Eugéne-

Céline sonrió.

-Bien por ellos- dijo la chica, y se frotó los brazos, reprimiendo un escalofrío. No olvidaba lo que acababa de pasar, cuando Eugéne la había atacado en la mansión. Julián pareció imaginarse lo que ella estaba pensando, y extendió los brazos hacia ella. Céline sonrió de nuevo y se dejó abrazar por él.

-Creo que François le rompió los dientes- añadió Julián, riendo divertido- los santos lo encerraron en la prisión del Santuario. No volverá a molestarnos-

La chica sonrió, y tomó la mano de Julián. No pasó mucho tiempo cuando llegaron Isaac y François, éste último con un pequeño perro en sus brazos.

-Oh, ¡es hermoso!- exclamó Céline, acariciándolo detrás de las orejas. El perro jadeó contento.

-Los santos de Athena me pidieron que lo trajera- dijo François- le pertenece a la chica que mandaron traer. Creen que la podría hacer sentir mejor-

Ruff ruff…

Mister Darcy pareció oler a sus dueños detrás de la puerta, por lo que brincó de los brazos de François y se acercó a la puerta y comenzó a arañarla. Céline se apresuró a levantarlo en sus brazos. Tras acariciarlo, abrió la puerta y regresó a donde se encontraba Cathy, quien estaba despertando. Su expresión cansada se tornó una enorme sonrisa al ver a su perro.

-¡Mister Darcy!- exclamó Cathy, haciendo que Milo diera un respingo de sorpresa. Mister Darcy corrió desde el piso de la cama hacia sus brazos y comenzó a lamer su cara- Darcy, te extrañé. Que bueno que estás bien-

Milo sonrió, y acarició al perro detrás de las orejas. ¡Vaya que también lo había extrañado! Pero sonrió: la presencia de Mister Darcy alegraría mucho a Cathy. Milo les agradeció con la mirada.

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Giudecca, Inframundo

Minos regresó al Inframundo una vez que la batalla terminó. Estaba agotado, pero muy feliz. ¡Cómo se había divertido! Había logrado patear traseros, sobre todo como venganza por haberse metido con la reina del Inframundo, así como con la chica de su amigo. Una vez que llegó, Minos relató lo que había sucedido. Victoria casi se va de espaldas cuando escuchó lo que casi sucede con su mejor amiga. Radamanthys la abrazó, mientras miraba a Minos con el ceño fruncido por haberla hecho ponerse triste. La chica finalmente suspiró aliviada cuando Minos le contó que Evelyn estaba a salvo. También les contó que Cathy también estaba a salvo en el templo del Mar, lo que hizo sonreír a Perséfone.

Hades finalmente se cruzó de brazos.

-Has hecho bien, Minos- sonrió el rey del Inframundo, y se quedó pensativo- quizá sería buena idea que pases un tiempo en el Santuario de Athena. Estaríamos mejor informados así, un paso adelante de nuestros enemigos-

Minos hizo una mueca y alzó las cejas.

-Voy a meditar sobre esto- dijo Hades, suspirando.

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Sala del Trono, Giudecca, Inframundo

El humor de Hades no estaba ni un poco mejor, aunque ya se encontraba mucho más relajado cuando Minos regresó al Inframundo con el reporte de lo sucedido en Atenas. Perséfone estaba también muy asustada por lo que había ocurrido, pero incluso había sonreído cuando Minos le reportó de Cathy había roto la fiebre y estaba a salvo en el templo del Mar.

-Gracias por ayudar, Minos- dijo Perséfone, sonriendo levemente y abrazando al espectro por la cintura. Éste se ruborizó levemente, apenado de que la reina del Inframundo lo hubiera abrazado. Aiacos sonrió, y Radamanthys gruñó.

-No… no es nada, señora Perséfone- dijo Minos, apenado pero orgulloso de haber complacido a Hades y a Perséfone- estoy a su servicio-

-Gracias, Minos- dijo Hades, sonriendo, al darse cuenta de que su esposa había vuelto a sonreír después del feo susto que había pasado.

El rey del Inframundo se dejó caer en su trono, y suspiró. Perséfone se sentó junto a él y tomó su mano, haciéndolo levantar la vista. Hades no se sentía bien. ¡En esa reencarnación todo había salido patas arriba! Pero cuando menos estaba con su reina, y estaban bien. Se rascó la cabeza.

-Hypnos- dijo Hades en voz baja- ¿crees que sería buena idea enviar a algún espectro al Santuario?-

-¿Para qué, señor Hades?- dijo el dios del sueño- la batalla terminó-

-¿Quizá, para saber de antemano si hay alguna amenaza para nosotros?- dijo Hades, y se volvió hacia su reina, quien parpadeó. Hades le tocó su larga trenza con cariño. Sentía náuseas horrorosas de imaginarse que estuvo a unos minutos de que le hicieran algo horrible. Cuando llegaron las noticias de que Cathy había sido atacada y herida, Hades se sintió horrible, de solo imaginarse que por unos segundos la persona herida hubiera sido su Elizabeth. Se mordió el labio.

-Creo que podría ser- dijo Hypnos en voz baja- podemos discutirlo después-

Hades pasó su vista por la sala del trono. Junto a él y a Perséfone, estaban de pie Hypnos y Thanatos. Unos pasos más a la derecha, estaba Agatha, sonriendo levemente, y Pandora, mirando de reojo a Radamanthys, quien tenía a Victoria de la mano, y hacía una mueca de fastidio. Violate había acompañado a Aiacos. Y finalmente estaba Minos, sonriendo satisfecho de que había alcanzado a dar patadas. Hades sonrió levemente.

Llegó a dos conclusiones. Primero, tenía que hacer algo al respecto de Pandora, o un día iba a haber una fea pelea. Eso, y quizá sería buena idea enviar a alguien al Santuario de Athena. Ya lo discutiría después.

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Templo de Piscis

Dos días después

Afrodita abrió la puerta de la habitación de aprendices en el templo de Piscis. Evelyn se había quedado ahí, mientras se desintoxicaba por completo del veneno. Mientras que la chica estaba ahí, Lydia había voluntariamente pasado la noche esos días en el templo de Leo. Cuando el santo de Piscis abrió la puerta, Evelyn ya estaba vestida, con los brazos cruzados, y apretando nerviosamente el colgante de Kepri.

-Cambié de opinión, Afro- dijo Evelyn, sacudiendo la cabeza y agachando la cabeza- no quiero salir de aquí-

Afrodita se echó a reír.

-No te puedes quedar aquí encerrada para siempre- dijo Afrodita, cruzándose de brazos y apoyándose en el marco de la puerta- eventualmente tendrás que salir a enfrentar el mundo-

-No- dijo ella, encogiendo los pies sobre la cama y ovillándose- claro que puedo quedarme aquí para siempre. A menos de que haya una grieta en la tierra por donde pueda escapar-

Afrodita volvió a reír. La verdad era que Evelyn estaba muy avergonzada por lo que había sido obligada a hacer, a pesar de que el santo le había dicho mil veces que no había sido su culpa, y que nadie podía culparla por ello.

-Nadie te va a decir nada, Eve- comenzó Afrodita.

-Prefiero no arriesgarme, muchas gracias- dijo ella.

Afrodita se echó a reír. La levantó de la cama y se la echó al hombro.

-Hey, ¡Afrodita!- gritó Evelyn, pataleando- ¡suéltame!-

-Ni hablar, Eve- dijo Afrodita, riendo en voz alta y dando algunas vueltas.

-¡Afrodita!- gritó la chica- ¡bájame en este instante!-

Afrodita dejó de dar vueltas, pero se tropezó y cayó sobre la cama, y Evelyn cayó sobre ella. Los dos se echaron a reír.

-Lo siento- dijo el santo de Piscis, levantándose y levantándola- vamos, Evelyn. Te prometo que nadie te molestará. Y si alguien se atreve a siquiera verte mal, lo voy a hacer pedazos con mis propias manos-

Evelyn lo evaluó con la mirada. La chica no sabía que decir. Al final, tomó dudosamente la mano del santo, y salió junto con él del templo de Piscis.

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Terrenos del Santuario

Kanon había bajado a los terrenos del Santuario para acompañar a Satu, quien llevaba a Elsita en sus brazos. La pequeña no había salido de los Doce Templos desde que regresó del hospital cuando nació. La verdad estaba disfrutando su primera probada de luz del sol. No estaban solos, varios de los demás santos y sus chicas estaban con ellos.

De pronto, ambos vieron llegar a Afrodita y a Evelyn. Sofi se irguió levemente, un poco incómoda. Después de todo, ella había visto a la chica poseída por el poder maligno, y había sido atacada por ella. Aioros notó su tensión, y la abrazó.

-Tranquila, Sofi, está bien- dijo Aioros en voz baja

Evelyn también sintió su mirada, y se detuvo. Afrodita notó eso, y la tomó de los brazos.

-Tranquila, no pasa nada, Eve- susurró el santo de Piscis.

-¿Qué dices?- dijo Evelyn en voz baja, para que solo Afrodita la escuchara- ¡me odian!-

-No, claro que no…- dijo Afrodita.

Evelyn sonrió levemente, pero seguía sintiéndose mortalmente incómoda por la situación, y se aferró al santo de Piscis. Se sentía muy mal de estar ahí, de ser el centro de atención de todos. A pesar de que Afrodita estaba ahí con ella, se sentía muy mal.

Kanon se volvió a Satu y le guiñó el ojo. Ella sonrió, y puso a Elsita en brazos de Kanon, para después levantarse y caminar hacia donde estaba Evelyn. La tomó de la mano.

-No te sientas mal, Evelyn- le dijo Satu en voz alta- no eres la única que alguna vez fue forzada a trabajar para esos malditos. Yo también estuve en esa situación. Todos lo entendemos- se volvió a los demás- ¿verdad?-

Kanon asintió, y los demás pronto hicieron lo mismo. Casandra se levantó y le ofreció la mano.

-Bienvenida, Evelyn- dijo la chica de ojos grises.

-Nadie te culpa, Evelyn- dijo Lydia, cruzándose de brazos con una sonrisa, mientras que Mu asentía levemente- ellos deberían avergonzarse por lo que te hicieron-

Sofi bajó la mirada, algo avergonzada de como se había comportado.

-Lo siento, Evelyn- dijo Sofi en voz baja- yo también… sufrí por culpa de ellos una vez. Y no es agradable…-

-Te entiendo- dijo Evelyn- yo también me tendría miedo… lo siento mucho, debí tener más cuidado-

Fueron interrumpidos por una risa. Death Mask y Fatima venían caminando juntos. La chica ya no usaba el hiyab, y tenía su largo cabello castaño trenzado. Se veía hermosa, y al parecer Death Mask también se había dado cuenta de ello, pues no paraba de mirarla con adoración. Desde hacía dos días, cuando habían regresado de Egipto, que el santo de Cáncer no salía del Santuario ni bebía alcohol. Todos estaban sorprendidos: no podían creer que habían pasado tres días en los que Death Mask se habían mantenido sobrio, y sospechaban que la presencia de Fatima tenía algo que ver en ello.

-¿Y ustedes dos de donde salen?- dijo Mu con una expresión sorprendida. A pesar de que él había ido con ellos a Egipto, no se había enterado de nada al respecto de Fatima, más que la vez que se habían saludado en el mercado.

-Fatima se quedará conmigo en el templo de Cáncer mientras consigue un trabajo, y donde quedarse en Atenas- dijo Death Mask, y frunció el entrecejo- ¿tienen algún problema al respecto?-

-No, ninguno- dijo Mu, sonriendo levemente- entonces, ¿ustedes dos son pareja?-

-¡No!- dijeron Death Mask y Fatima al mismo tiempo, ambos sonrojándose y mirándose de reojo.

Todos los presentes se echaron a reír.

-Dema fue tan amable para dejar que me quede aquí- dijo Fatima- y la señorita Athena también fue muy amable para… ¿de qué se ríen?- añadió ella, alzando las cejas.

Los santos de Athena y las chicas sonrieron ampliamente. Las cosas estaban a punto de mejorar.

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Terrenos del Santuario

Horas después

El santo de Piscis, una vez que pasaron tiempo con los demás, se llevó a Evelyn a un sitio privado del Santuario, a uno de sus hermosos jardines de rosas. Afrodita tenía al menos seis jardines de rosas esparcidos en los terrenos, pero éste era especial: eran rosas comunes y corrientes, no venenosas.

-Esto es hermoso, Afro- comentó Evelyn, maravillada.

-Me alegro que te haya gustado, Eve- sonrió Afrodita, inflando su pecho orgulloso. La miró, y sonrió- pero tú eres mucho más hermosa-

Afrodita la miró, sonriente. Tenía razón: la chica era muy hermosa. Su piel bronceada y sus mejillas con un hermoso color sonrojado. Evelyn vestía de una manera un poco anticuada, pasada de moda, pero su belleza iba más allá de la moda del momento. Elegante y bella.

-¿Qué piensas?- dijo Evelyn en voz alta.

-Nada- dijo Afrodita, quitándole un mechón de cabello de la cara. Evelyn sonrió sonrojada, y lo besó fugazmente en la mejilla con cariño. El santo se sonrojó y tocó con la punta de los dedos la mejilla donde que lo había besado. Levantó la vista y vio a la chica sonriendo.

-¿Qué ves?- dijo ella.

-A la mujer que amo- dijo Afrodita. Fue el turno de la chica de sonreír ampliamente. Afrodita la empujó suavemente, haciéndola tumbarse entre las rosas, y se tumbó junto a ella. Puso una mano en sobre la cadera de la chica, y la atrajo hacia sí mismo. La besó repetidamente en la frente, en las mejillas, y en el cuello, sonriéndole entre un beso y el otro- Eve, quédate aquí, conmigo-

Evelyn sonrió y asintió, disfrutando contenta los besos del santo dorado. Todo estaba bien. Todo iba a estar bien.

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Residencia de los dioses, Duat, Inframundo Egipcio

Tutankhamón sonrió ampliamente y abrazó a su esposa, haciéndola levantarse del suelo por unos segundos. Ankesenamon se echó a reír. Su esposo estaba contento: las cosas habían salido mejor de lo que había creído. Al principio, Tutankhamón solo había deseado y pedido a Amon Ra que encontrara una manera de salvar la vida de Evelyn y al mundo al mismo tiempo, pero al final, la situación se había resuelto aún mejor.

Isis y Osiris miraron discretamente al faraón y a su esposa, y sonrieron, aliviados de que todo hubiera salido bien, sobre todo que Seth, su hermano, no hubiera recuperado esa arma de destrucción masiva. Y la manera en la que se había salvado. ¡No lo podían creer! Tut se volvió hacia Imhotep, quien alzó su copa de cerveza hacia ellos y sonrió.

-Ese Imhotep...- dijo Tutankhamón, entrecerrando los ojos- ¿porqué no nos dijo que había planeado darles un antídoto? Nos hubiera ahorrado mucho sufrimiento...-

-Me agrada ese chico- dijo Ankesenamon, cruzándose de brazos, mirando distraídamente a la pareja- ese santo de Athena-

-Con que la haga sonreír- dijo Tutankhamón, sonriendo- y que la proteja-

-La ama- dijo Ankesenamon, sonriendo ilusionada, y tomando la mano de Tutankhamón- creo que eso es suficiente-

Tutankhamón sonrió ampliamente, y asintió. Miró hacia el mundo de los vivos, sonriendo al ver a Evelyn y a Afrodita entre las rosas, la adoración con la que se miraban esos dos hacía que le dieran ganas de suspirar. Sonrió y apoyó su cabeza en el hombro de su esposa.

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FIN

¡Hola a todos! Espero que les haya gustado este fic. Muchas gracias a todos ustedes por su apoyo en esta historia, por seguir leyendo mis locuras, y por sus reviews. El próximo fic será de Minos x OC, con un pequeño toque de Albafica x Agasha. ¡Espérenlo muy pronto! Nos leemos después.

Abby L.