Antes que nada aclarar que tengo una pequeña obsesión con este maldito cirujano, y bueno, que mejor manera de suavizarla que escribiendo sobre él… Alexia es un personaje de mi invención, al cual iréis conociendo a medida que avance en la historia. Ah, y se centrará sobre todo en la tripulación de los Heart, puede que cambie cosas de la historia de OP o que me invente otras.

Intentaré actualizar cada LUNES, y contestaré todas las reviews que haya al principio del siguiente capítulo e_e (a no ser que sean muy largas, que las contestaré por privado 8D)

De todas maneras sólo espero que os guste, y que me hagáis saber si es así o es todo lo contrario. Y para mi desgracia One Piece no me pertenece, si así fuera ya me habría casado con Trafalgar y hubiera tenido 10 hijos.

CAPÍTULO 1: Mierda, mierda, mierda.

Respiraba fuertemente sentada en aquel tejado intentando recuperar su respiración normal. Cosa que no le llevó demasiado tiempo, cualquiera diría que llevaba más de una hora corriendo para escapar de aquellos marines. No, aquello definitivamente no había sido su mejor idea. Quizá no hubiera sido su mejor idea tratar de robarles a aquellos marines esa bolsa recién confiscada y llena de dinero. Y quizá tampoco había sido buena idea destruir un par de puestos de aquel mercado en plena huida. Pero realmente pocas personas podían igualarla en velocidad… Bajo el tejado, corriendo por la calle, escuchaban los gritos de aquellos marines en busca de la morena. "¡Encontradle ahora mismo!" Y es que llevaba la cara cubierta con un pañuelo negro, el cual hacía que sólo se le vieran sus ojos azules. Ni siquiera un mechón de su largo y ondulado pelo, que le llegaba por la cintura, podía entreverse. Así que ahora lo tenía realmente fácil: bajó del tejado, rompiendo la bolsa y escondiendo las monedas por bolsillos secretos dentro de su ropa, quitó su pañuelo y lo ató a su cintura, dejando parte de este colgando. Una camisa blanca abullonada en las mangas y apretada en la cintura; un pantalón negro, sin adornos y algo roto; unas botas negras de caña alta con una hebilla dorada y terminaba su atuendo una larga chaqueta, también negra, sólo que esta con algún que otro detalle en azul, la cual escondía bajo ella dos espadas, colgadas una a cada lado de su cadera; todo eso completaba su atuendo. Eso era todo, y así se paseaba por las calles de aquella ciudad, ahora silbando como quién no quería la cosa. Un par de marines pasaron corriendo a su lado, y ella solo giró un poco su cara, manteniendo completamente la calma. Pero algo la perturbó de manera inusual. Su vista se fijó en un tablón de anuncios, donde estaban los carteles de los buscados. Estaban algunos de los supernovas, aquel chico de goma, aquel cirujano mentalmente desequilibrado, e incluso el asesino de Kid. "Mierda, mierda, mierda." Y premio, ahí estaba una de sus fotos, con la cara al descubierto, en uno de sus últimos robos. "Ladrona" era lo que ocupaba gran parte de esa hoja. Ni siquiera le dio tiempo a ver su recompensa, la cual estaba tapada por otro cartel. De hecho no quería ni verla, le habían jodido el día. Maldición, ¿cómo había podido permitir que la pillaran de tal manera? Sus maldiciones internas la tenían absorbida, tanto que solo se fijaba en los pies de la gente para evitar chocarse contra ellos. Le iba bien hasta que uno de ellos paró de repente, y se chocó de morros contra aquella persona. Se llevó ambas manos a la nariz, frunciendo el ceño. Menuda hostia. Alzó la cabeza abriendo la boca para responder.

- Podrías tener más cuidado, ¿quieres? No estás solo por la calle.

Y aunque sus ojos habían visto a quién tenía delante, su cerebro no fue lo suficientemente rápido para asimilarlo y soltó toda la frase igualmente. Ante ella nada más y nada menos que uno de los once Supernovas alzaba la ceja con una expresión para nada amigable, aunque quizá una casi inexistente sonrisa quería tironear de la comisura de su labio inferior.

+ Quizá si alguien mirara por dónde camina no haría falta que tuviera tanto cuidado.

Frente a ella Trafalgar Law no variaba su expresión ni tenía intención de moverse del sitio. La chica enarcó una ceja, vale que fuera un Shichibukai y uno de los Once, ¿pero quién se creía que era para hablarle así? No porque fuera importante ella pensaba comportarse de distinta forma. Morderse la lengua se le daba fatal, y esto causaba casi todos los problemas en los que terminaba metida.

- Es cierto, se me olvidaba que cuando uno de los Shichibukai camina por la calle hay que cederles el paso y arrodillarse.

Aquella respuesta pilló completamente desprevenido al chico, haciendo que abriera algo más de lo normal sus ojos enmarcados por sus características ojeras. Su expresión arrancó una sonrisa de la boca de la ladrona, y antes de que dijera nada pasó por su lado de largo, dejando escapar una suave risilla.

+ No te he visto arrodillarte…

Cuando ya se había alejado unos pasos la voz del capitán hizo que un ligero escalofrío recorriera su columna vertebral. Miró de soslayo para observar una cínica y sádica sonrisa en la boca de él, con lo que entrecerró los ojos fulminándolo con la mirada. "Tch." Y se fue de allí, tampoco quería llamar la atención de los marines peleándose con un Shichibukai, ya bastante tenía con su recién descubierto cartel de recompensa.

Por su parte el encuentro con aquella chica había despertado curiosidad en el joven cirujano, cosa que sus subordinados notaron, pero tampoco quisieron preguntar. Curiosidad que se acrecentó cuando fijó la vista en los ojos azules de la chica, justo en el momento en el que tuvo una sensación como de haberlos visto antes en algún sitio. Bastó una simple mirada al tablón para encontrar su foto, fijándose algo más para intentar averiguar por qué le sonaba aquella mocosa.

Lo primero que hizo en cuanto cayó a noche fue ir a celebrar ella con su soledad y el alcohol su pequeño botín. Entró en aquel bar, ignorando las miradas de los hombres que estaban allí y que la siguieron hasta que se sentó en la barra. Excepto tres mujeres de dudoso oficio sentadas en los regazos de tres hombres distintos, ella era la única mujer. Solo esperaba una noche tranquila después del día que había tenido. Pensándolo bien quizá no había sido buena idea contestar de aquella manera a aquel Capitán, pero su boca la perdía, y su orgullo también. Normalmente su bebida favorita era la cerveza, pero en ocasiones especiales como aquella era un poco más exquisita. "El ron más fuerte que tengas." Fue lo que le pidió al mesero, que la miró raro pero en poco tiempo le puso el vaso frente a ella, a la par que dejaba las correspondientes monedas encima de la barra para pagar.

La noche mejoraba por momentos. Sus subordinados Penguin y Sachi habían insistido en pasar un rato en el bar junto con Bepo y su capitán antes de marcharse de allí, y este había accedido. Cuál fue su sorpresa al toparse con la chica de aquella tarde, bebiendo sola en la barra. La observó en la distancia, parecía no haberse dado cuenta de la presencia de ellos, así que más que mejor. Había visto como ella sola se terminaba sus tres vasos de ron sin siquiera inmutarse, pero lo que también había visto era como un grupo de hombres ya bastante ebrios llevaban un rato señalándola y riéndose. Enarcó una ceja cuando vio que uno de ellos se levantaba e iba hacia ella, y una sonrisa de diversión comenzó a formarse en su cara, mientras se cruzaba de brazos y se recostaba en la silla, apoyándose en su espada y acomodándose para el espectáculo. Aquel hombre se había acercado por detrás a la chica para luego dejarse caer a su lado en la barra. Y sí, literalmente dejarse caer, ya que por poco no se da de morros contra esta. Sus dotes de seducción parecían ir la mar de bien, ya que estaba ignorándolo completamente. El problema fue cuando ella se cansó de ignorarlo pasivamente y soltó un largo suspiro de exasperación, cosa que por lo visto cabreó a aquel hombre.

+ "¿¡Quién te crees que eres para rechazarme!? Ni siquiera eres la g…gran cosa, zorrrrrra, sólo me acerqué a ti porque parecías s…ser fácil, las mujeres ni ssssiquiera deberían estar aquí bebiendo como si fueran hombres, ¡deberían prohibirossss salir de la cocina!"

Las risotadas de sus amigos retumbaron por todo el bar, mientras el cirujano esperaba expectante a su reacción ante aquellas palabras. Por segunda vez en el mismo día, volvió a sorprenderlo. Suspiró profundamente de nuevo, esta vez incluso exagerándolo, cosa que de nuevo cabreó a aquel hombre, pero ella no le dio tiempo a abrir su gran bocota. Se bajó lentamente de la silla, sin prisa, y se plantó frente a él, el cual le sacaba más de una cabeza.

- Voy a darte una oportunidad para que pienses en lo que has dicho, recapacites e intentes retirar tus palabras…- Se rascó la mejilla y luego frunció el ceño.- Aunque pensándolo mejor, no lo hagas.

Y en un visto y no visto golpeó la boca del estómago de aquel hombre con su rodilla, haciendo que se encogiera. Su cabeza quedó ahora a una buena altura, con lo que lo agarró de la nuca y estrelló su cara contra el canto de la barra. Cayó al suelo desplomado en cuanto ella retiró la mano, y Trafalgar hizo un diagnóstico rápido: nariz rota, dientes destrozados, inconsciente por el golpe y por el alcohol, y probablemente una hemorragia bastante merecida. Tal cual la chica se había puesto de pie, volvió a sentarse y a terminar de beber su copa tranquilamente ante el silencio que se había hecho en el bar. Law estaba tremendamente complacido con semejante reacción, y curioso se levantó y se acercó a ella, mientras una risa escapaba entre sus dientes.

+ ¿Esto es lo que pasa cuando no miran por dónde van?

El vaso quedó apoyado en los labios de ella, sin moverse, al escuchar la voz que escuchó a su izquierda, ya que a su derecha estaba el cuerpo inconsciente del hombre. Dejó su bebida en la mesa y no pudo si no sonreír ligeramente, aunque algo tensa, ante aquella irónica pregunta.

- El que faltaba…

Murmuró para satisfacción del otro, que se apoyó en la barra imitando la postura del otro hombre antes de caer redondo al suelo.

- Oye mira, no he tenido un día lo que se dice tranquilo y no estoy de muy buen humor, así que te agradecería que si vienes a buscar bronca te vayas dos calles más allá, organizan peleas callejeras y te pagan si ganas.

Quería tranquilidad, era lo único que pedía, y creía que no era mucho. Pero parecía que el mundo hoy no estaba por la labor de dársela.

+ Qué manera de denigrarme, ¿realmente crees que estoy interesado en esas tonterías, ladrona-ya?

Fulminó con sus ojos azules al pirata que tenía a su lado, si quería provocarla lo estaba consiguiendo. Le daba igual romper una nariz, que dos. Aunque quizá con este no era muy recomendable meterse, y lo peor es que lo sabía. Se acabó su copa de un sorbo, no entendía por qué le daba conversación, ella no era nadie como para que alguien como él se interesara en molestarla. Dejó la copa en la barra y se levantó.

- Oh, es cierto, eso es demasiado soez para un Shichibukai… Buenas noches, "Capitán-ya".

La dedicó una cordial e irónica sonrisa, acompañada de una exagerada reverencia. No, los shichibukai no le caían bien precisamente. Abandonó el bar con mucha tranquilidad, rezando por que no la siguiera y la dejara en paz de una buena vez.

Por su parte Law no varió su expresión ni su postura en la barra. Aquella chica despertaba una tremenda curiosidad en el cirujano, quizá porque poca gente se atrevía a contestarle, mucho menos a replicarle de aquella manera. "Parece ser fuerte… ¿Cómo será su corazón?" Era uno de los pensamientos de él mientras la veía desaparecer por la puerta del bar, con el sadismo plasmado en su expresión.

Caminó sin rumbo dispuesta a desconectar, y sus pasos y el atontamiento que llevaba gracias a su amigo el ron terminaron guiándola hacia el puerto. El mar le daba respeto, miedo si se acercaba demasiado, no estaba cómoda a su lado, y era totalmente lógico dada su condición. Caminó entre las embarcaciones, barcos de marines, de piratas, más grandes, más pequeños… Y al final de este, un submarino. Espera, ¿un submarino? ¿quién narices tenía un submarino? Era el final del camino del embarcadero, más allá el submarino y el mar… Estaba comenzando a ponerse nerviosa al verse rodeada de tanta agua y con una sola vía de escape, con lo que giró sobre sus talones para dar la vuelta rápidamente… O esa era su idea principal. La cual fue automáticamente exterminada cuando vio frente a ella unas tres filas de marines cortándole el paso.

+ Estás detenida por robos, entrégate ahora mismo y sin resistencia o nos veremos obligados a usar la fuerza, maldita ladrona.

[ Bueno este es el primer capítulo, simplemente lo quería como una introducción para desarrollar ya la historia, y puede que haya quedado un poco forzado y denso(¿) Pero aún así espero que os guste y no quiero decepcionar a nadie JEJE, ahora empieza lo chachi, agradezco comentarios y críticas. De hecho, las necesito, no tengo ni idea de lo que podéis penar de esto JAJAJAJA. Espero que sea una laaaarga serie donde dar rienda suelta a mi obsesión con Torao, ¡gracias por llegar hasta aquí~! ]