Capítulo 14 ON ROAD. Ya, lo sé, os dije que iba a tardar un poco más… y por una vez en cumplido lo que he dicho(¿) JAJAJAJAJA No va, lo siento, necesitaba plantear este capítulo bien, que es el ecuador de la historia y donde arranca lo GORDO, ASÍ QUE AGARRENSE QUE VIENEN CURVAS. Mil millones de lo sientos porque llevo… ¿casi un año? NO LO SÉ PERO DEMASIADO TIEMPO SIN ACTUALIZAR, ASÍ QUE SOLO ESPERO QUE ESTE CAPÍTULO OS GUSTE DESDE EL FONDO DE MI KOKORO. SEDRTFGYUHJIK Pasen, lean, sufran y disfruten como lo he hecho yo escribiéndolo3.

Black D. Megumi: Llego tardísimo para responder a cómo te fueron los exámenes, pero xDDDDDDDDDDDDD espero que te siga yendo todo genial como hasta ahora JEJEJE. Askdhaousdhaouad he de admitir que fueron muchos sentimientos en un solo capítulo, pero ya era hora del drama JEJEJEJE, yo creo que lo de que Kid sabía bailar no se lo esperaba ni él, ni yo JAJAJAJA fui improvisando un poco en esa parte 8D. Pero en mi cabeza todo se hacía demasiado divertido como para no plasmarlo en el capítulo, y pues aquí estamos, Alexia bailando con Kid y con Trafalgar, MARAVILLA. Me alegro mucho de que te haya gustado, y de que me hayas odiado, eso suele ser buena señal (espero(¿)). Así que sin más, aquí tienes algunas de las respuestas que querías 8DDDD, no todas, tengo que dejar algo para más adelante, aunque a partir de aquí no tengo muy claro como encauzar e hilar todo lo que tengo en la cabeza, pero bueno, ya veremos que pasa 8DDDDD, disfruta de este cap, espero tu review con ansias, nos leeeeeeeeemos~3.

DLeonor: bueno, espero que el que estés shockeada sea algo bueno, porfavó(¿). Es que Vergo siempre que aparece las LIA el muy cabroncete. Y no sabes como me alegro de que te guste Kid en mi historia, de verdad te lo digo3. Tenía ya ganas de volver a meterlo y que interactuaran un poquito más, me hacen excesiva gracia xDDDDD. Así que espero que sigas disfrutando de nuestro pelirrojo travesti y nuestra parejita, ardo de ganas de leer tu review, nos leeeeemos~

Capítulo 14: La cacería comienza

No. No. No. Y no. Aquello no podía estar pasando. El murmullo nervioso que se extendió por toda la sala se calmó en el instante en el que las luces y volvieron y todo el mundo vio que no había sucedido nada. O eso pensaban ellos. En una de las zonas de aquel salón, sin que nadie excepto su tripulación lo supiera, un capitán era invadido por la rabia y el enfado. El corazón le latía como loco y aún no se había movido del sitio, sólo era capaz de quedarse allí quieto, observando el lugar en el que se suponía que debía de estar Alexia bailando con Vergo. Temblaba de arriba abajo con la mirada clavada en aquel sitio mientras toda su tripulación se revolvía y giraban sobre ellos mismos, mirando a todos lados en busca de la chica. La mirada de Trafalgar estaba ensombreciéndose cada vez más, todos a su alrededor lo estaban notando. Las ganas de matar del chico crecían a cada segundo que pasaba. Un pelirrojo cruzó el salón de lado a lado, llegando a donde estaban ellos. Pero el oso lo interceptó.

+ N-No creo que sea el mejor momento.

- ¿¡Qué cojones acaba de pasar, Cirujano!?

El nombrado no respondía, solo apretaba los puños y los dientes como si quisiera partírselos. Había dejado de mirar la pista de baile donde antes estaban aquellos dos para mirar fijamente un punto del suelo entre sus pies, mientras intentaba controlar su respiración y a sí mismo para no matar a nadie de su alrededor ni reducir aquel lugar a escombros. Alexia había desaparecido. No, no había desaparecido, la habían secuestrado. "Creo que alguien sabe que estoy aquí, Trafalgar." La frase que minutos antes le había dicho la otra le golpeó como si se le hubiera caído el submarino en la cabeza. Iba a encontrar a ese alguien. Y cuando lo encontrara, por su propio bien, esperaba que Alexia estuviera con él. Y después de eso iba a desmembrarlo de la manera más dolorosa que conocía. Ni siquiera se había percatado de que había llegado Kid, que empujó al oso de malas maneras y se colocó al lado del moreno, cogiéndole del hombro y obligándole a aterrizar en la tierra. Aunque cuando el chico alzó la mirada del suelo y clavó sus ojos en el pelirrojo, este último se estremeció de arriba abajo. Hacía mucho tiempo que no veía esa sed de sangre en sus ojos. Y todo por aquella estúpida cría. Aunque pensándolo bien, si aquello había pasado quizá es que había algo que se le escapaba.

- Vergo acaba de llevarse a tu mocosa, ¿puedes explicarme qué cojones está pasando?

+ ¿Te crees que si lo supiera estaría perdiendo el tiempo hablando contigo Captain-ya?

La frialdad con la que escupió esas palabras sorprendió al pelirrojo. No estaba acostumbrado a ver al Cirujano de la Muerte así, y era entre divertido e interesante.

- A mi no me la das Cirujano, si Vergo se la ha llevado ha sido por algo importante. ¿Tienes algo que decirme sobre esa mocosa que valga la pena mencionar? O quizá es algo que nadie más que tú sabe…. ¿voy por mal camino? Porque por tu cara, doy por hecho que no.

Cada palabra que Kid mencionaba encendía más al moreno, el cual estaba a un par de gilipolleces más de arrancarle la lengua con sus propias manos. Cuan alto era el chico, que aunque era difícil, su altura rivalizaba con la del pelirrojo, pegó su cara peligrosamente a la de él.

+ Creo que has malentendido un poco la situación. No creo que deba darte explicaciones de nada Captain, y mucho menos de alguien de mi tripulación.

- Así que es de tu tripulación. Y dime, ¿por cuánto tiempo? Porque un pajarito me ha dicho que está contigo porque supuestamente la ayudaste a escapar de unos marines… y la metiste en tu submarino a la fuerza, ¿me equivoco?

La expresión de Trafalgar era impasible. De un momento a otro iba a explotar e iba a matar a alguien. Y se iba a liar muy gorda. No preguntó cómo lo sabía, puesto que tenía claro que aquel chico tenía espías en todos lados. Incluso la tripulación de los Hearth estaba mirando con cuidado a su capitán y al otro Supernova.

- Así que no te rías de mi Cirujano, ¿qué tiene de especial esa criaja? ¿o es que acaso no es solo "un miembro más de la tripulación" para ti? Porque eso sería bastante lamentable por tu parte…

Uo, le había tocado la fibra. Y su tripulación se dio cuenta de ello tarde, aunque parar la reacción del moreno en su estado hubiera sido imposible para ninguno, pues se movió a la velocidad de la luz. En el momento en el que el otro mencionó el tema sabían que acababa de meter la pata hasta el fondo. Había enganchado a Kid del cuello y con la otra mano había robado una de las dagas de su cinturón, la cual estaba ahora peligrosamente apoyada justo encima de la yugular. Y, sorprendentemente, en aquella situación Eustass sonreía ampliamente, aunque casi sonreía con lástima hacia el Cirujano. De hecho, soltó una carcajada en su cara.

- No puedo creérmelo Trafalgar, me esperaba esto de cualquiera menos de ti.

+ Utilizas tu lengua para hablar sin saber, y puede que yo empiece a utilizarla para fregar el suelo de mi submarino como no mantengas la puta boca cerrada. Es un uso mucho más atrayente que el que le estás dando ahora.

- ¿Que hablo sin saber? ¿Tú estás viendo como acabas de reaccionar?

+ ¿Crees que no lo hubiera hecho por cualquiera de los que están aquí ahora mismo? No me confundas contigo ni por un segundo Kid-ya, a mi si me importa si a alguien de mi tripulación le pasa algo, no me compro otro miembro como haces tú.

- Cuidado con lo que dices Trafalgar, te está cegando la ira. Y como sigas hablándome así y no me sueltes puede que sea yo el que te ciegue para siempre.

La tensión en el aire se cortaba con un cuchillo. Ninguno de los que estaba allí dudaba de que su capitán no reaccionase así si les pasaba algo. Pero bien es cierto que también sabían, incluso mejor que él, que ahora mismo tocar a Alexia era un asunto delicado. Tenían que intervenir y separarlos ya, la gente a su alrededor estaba empezando a mirarlos y a cuchichear… y estaban atrayendo otro tipo de miradas que no les interesaba atraer. Jean Bart fue el que se acercó a su capitán y le apoyo la mano en el hombro, apretando ligeramente.

+ Capitán, la gente empieza a alborotarse y a fijarse demasiado en nosotros… Deberíamos alejarnos de aquí y buscar a Alexia.

El mencionar el nombre de la chica hizo que un interruptor se activara en su cabeza. Tras mirar amenazadoramente a Kid durante otros largos y tensos segundos, luego se separó de él. Sí, estaba ciego de ira. Y sí, lo sabía, pero eso no quitaba que lo que acababa de decir el Supernova le estuviera comiendo por dentro. Quizá si no hubiera obligado a la chica a ir con ellos, ahora mismo no estaría en esta situación. Maldita sea, joder. Y ahora era un miembro de su tripulación. Se hubiera puesto así si hubiera sido Bepo, o Sachi, o cualquier otro el que hubiera desaparecido. Pero que encima hubiera sido Alexia, cuando fue él el que la dejó ir estando en ese estado sin saber lo que le pasaba… Fue como lanzarla directamente a las fauces del lobo. Y era todo culpa suya. Y su conciencia no podía estar tranquila con aquello, no cuando además ya había salido herida otras tres veces por salvarlo a él o a alguien de su tripulación. Lo único que Trafalgar le estaba aportando a Alexia era daño. Y no se había dado cuenta de eso hasta ahora, que ya no la tenía con él. La ansiedad que le producía el hecho de que la chica no estuviera allí con él, con todos, con ellos, le asustó. No, más bien le aterrorizó, pues hacía años que no se sentía así. Y temía pensar lo que realmente significaba. Y temía pensar lo que le estaban haciendo a Alexia ahora mismo. Y temía darse cuenta de que ahora mismo, ella estaba sola.

Iba a encontrarla. Iba a pedirle perdón por no haberle hecho caso cuando le dijo su opinión sobre la fiesta. E iba a tener una seria conversación con ella.

Pero sobre todo iba a encontrarla, aunque tuviera que reducir el puto Inframundo a cenizas.

Alexia no se había enterado de nada. Lo último que su cabeza recordaba era mirar al capitán y ver su expresión de terror y angustia pintada en la cara… y el darse cuenta de que algo malo iba a pasar. Y después oscuridad. Inconsciencia absoluta. Quizá decir que ahora estaba despierta era decir mucho, pues nada más lejos de la realidad. Estaba tirada en el suelo seguramente, pues estaba sobre una superficie fría y húmeda. Su cabeza dolía a horrores, como si le estuvieran acribillando a martillazos desde dentro. Y sus sentidos estaban completamente anulados por algo que no sabía describir. Notaba sus manos atadas tras su espalda… No, no estaban atadas. Estaban encadenadas. Quizá demasiado fuerte, pues notaba como un líquido caliente salía de sus muñecas y estas ardían y escocían, y sus tobillos estaban encadenados de la misma manera. Pero eso no era lo peor de todo. Notaba un sabor metálico en la boca, y no podía cerrarla. Una especie de vara alargada y ancha de metal estaba entre sus dientes, como aquellas riendas que les ponen a los caballos para guiarlos. Y sobre esta varilla y alrededor de su boca había un bozal de metal… un metal que ardía allí donde tocaba su piel. Su mandíbula dolía, ¿cuánto tiempo llevaba con eso puesto?

+ … No creo que llegue a… no del todo… demasiada cantidad de esa sustancia es… y además los grilletes llevan…

Escuchaba las voces, pero no las entendía del todo, era como si escuchara las frases embotadas. Poco a poco conseguía que sus sentidos arrancasen un poco más. Notó que jadeaba fuertemente, no era capaz de mantener una respiración normal. No podía moverse, no tenía fuerzas para absolutamente nada que no fuera automático en su cuerpo, pues no tenía dudas ahora mismo de que si no lo fuera ya estaría muerta. El oído era el único sentido que más o menos funcionaba: su olfato estaba atrofiado por un olor que se le había instalado en las fosas nasales, y ni siquiera podía abrir los ojos.

- No os preocupéis, ahora empieza la verdadera fiesta, gihihihihi.

Esa frase llegó clara y concisa a sus oídos. No podía creérselo, o más bien no quería. Desde que entró en aquel salón si es cierto que notó que alguien lo observaba… y no había que ser muy lista para saber que él estaría en aquella fiesta. Pero no, quiso hacer como que realmente no podía ser él, si no otro que supiera de su existencia. Y desgraciadamente falló estrepitosamente. Aquella risa se coló en sus oídos produciéndole un escalofrío de arriba abajo. Un terror absoluto la invadió, seguido de una rabia que en otro momento no hubiera podido controlar. La parte baja de su garganta picaba, como si estuviera a medio camino de llorar y de soltar un grito desgarrador. Él estaba aquí. Él la había encontrado. Iba a hacerle lo mismo que le hizo a sus padres. Y de nuevo, aquel olor la golpeó como un mazo y la oscuridad volvió a envolverla.

+ No se preocupen, queridos invitados. Esto sólo ha sido un aperitivo de lo que está por venir…

Un señor con gafas de sol, vestido de bebé y con un chupete en la boca apareció en escena. Él era el que estaba siendo el narrador de todo aquel evento.

+ Así que después de este baile de apertura y mientras preparamos la sorpresa principal, ¿qué tal si empezamos la verdadera fiesta?

Todo el mundo se giró hacia él. Kid lo miraba desde las sombras con cara de pocos amigos y atento a cualquier cosa que pudiera decir que fuera sospechosa… o a cualquier cosa que pudiera pasar a su alrededor. Trafalgar tenía a su cabeza trabajando lo más rápido posible. Ahora mismo en su cabeza solo estaba encontrar a la chica y salir de aquella estúpida fiesta de mierda sanos y salvos, y todos juntos. Ya luego indagaría en el hecho de que Vergo la hubiera secuestrado. Si tanto Vergo como el Señor Pink estaban aquí, eso quería decir que tenía muy claro quién había organizado esta fiesta… y quién estaba tan interesado en Alexia. Y pensaba descubrir por qué. Aunque lo que no tenía en mente era que lo fuera a descubrir tan rápido ni de una forma tan directa.

- Capitán, ¿qué vamos a hacer?

Toda la tripulación estaba nerviosa mirando a su alrededor, pero también estaban llenos de ira. Querían recuperar a su compañera sana y salva lo antes posible. El hombre vestido de bebé siguió hablando mientras Trafalgar lo desollaba con la mirada.

+ Nuestro querido Joker ha tenido la genial idea de organizar un juego… Pero no es un juego cualquiera. Es un juego por tooooooodo el Grand Line, que tiene un punto de partida establecido… Pero no un final. El final se dará cuando pasen ciertas cosas.

Los murmullos no tardaron en extenderse por todo el salón. La mirada del capitán se ensombrecía con cada palabra que pronunciaba el otro.

- C-Capitán…

+ Moveos por el salón en silencio y pasando desapercibidos a ver si veis algo fuera de lo normal.

No terminó casi de acabar la frase cuando toda su tripulación se dispersó sutilmente por el salón en busca de la chica o de algún signo del lugar donde podían habérsela llevado. Allí solo quedó él. Antes de hacer nada tenía que calmarse, tenía que pensar fríamente cual iba a ser su siguiente paso sin armar un terrible alboroto. Seguramente su tripulación no encontraría nada, contaba con ello desde el principio. Pero al menos tenía que intentarlo. Por el rabillo del ojo vio como Kid, con una cara de perro que le llegaba hasta el suelo, susurraba algo a Killer y después a Heat. Segundos después aquellos dos desaparecían entre la gente del salón mientras Kid observaba al hombre que hablaba como si así fuera a matarlo. Y ojalá.

- En fin, el juego es muy sencillo y las reglas muy básicas. Nosotros soltaremos una presa en libertad por el Grand Line… Y la tripulación que nos la traiga primero ganará una generosa suma de dinero. Pero no es una presa cualquiera… Aunque esto será mejor que os lo explique nuestro querido anfitrión.

No, no podía ser. Kid avanzó un par de pasos inconscientemente, abriendo los ojos de más. Y Trafalgar no quería saber lo que venía a continuación. Simplemente no quería. Los ojos del chico se abrieron de par en par cuando un par de compuertas en el suelo se abrían para ver como una pequeña plataforma emergía de ella. Y en ella nada más y nada menos que un Donquixote Doflamingo aparecía sonriendo radiante, con aquella asquerosa sonrisa que caracterizaba al Shichibukai. Y cuando la plataforma se igualó con el resto del suelo, vio que había alguien allí tirado. No, aquello no podía estar pasando.

+ Gihihihi… Buenas tardes queridos piratas. Es un gusto verlos aquí… a algunos más que a otros, pero es un gusto verlos a… todos.

La mirada de Doflamingo cruzó todo el salón para buscar a una sola persona… y clavarse en Trafalgar. Su sonrisa se amplió asquerosamente mientras decía todo aquello. Incluso el resto de su tripulación había dejado de buscar por el salón para mirar horrorizados la escena que estaba ocurriendo ante ellos.

Tirada en el suelo a los pies de Doflamingo estaba Alexia. Sus tobillos estaban unidos por cadenas fijas de las cuales caía sangre por la presión que estaban ejerciendo sobre su piel, y lo mismo para las cadenas que sujetaban sus manos tras su espalda. Pero eso no era lo peor. Parecía estar en un estado cercano a la inconsciencia, como si estuviera perdida. Lo peor era el bozal que cubría su boca como si fuera un animal, hecho de metal y agarrado a la parte trasera de su cabeza… y para colmo habían colocado una vara de metal gruesa entre sus dientes, impidiendo que cerrase así su boca y dañando fuertemente la comisura de sus labios al obligarla a no poder cerrar la mandíbula. Un collar de metal se apretaba rodeando su cuello y dejándole visibles marcas rojizas alrededor de este. Trafalgar se quedó estático ante tan grotesca imagen, el resto de la tripulación no podía apartar los ojos de Alexia, sin saber que hacer ni qué decir durante los segundos siguientes.

Doflamingo continuó hablando mientras comenzó a dar vueltas alrededor de la chica tirada en el suelo. Un leve murmullo se extendió entre el público, la gran mayoría interesados en lo que el hombre iba a decir.

+ Cómo bien sabéis soy una persona que le encantan los juegos, y siempre me gusta compartirlos con la mayor cantidad de gente posible… Así es todo mucho más divertido. + Hizo una pausa dramática para acuclillarse cerca del cuerpo de Alexia y aumentar su sonrisa. Dejó de mirar al público para observar con una enfermiza fijación el cuerpo de la chica. + Trece. Trece es el número mágico, el número de la mala suerte para algunos… pero no para todos. Hace muchos años hubo un evento que hizo que la economía de muchos países renaciera de sus cenizas… Seguro que muchos de los que estáis aquí recordáis la Gran Caza.


La chica estaba en un limbo. No sabía que estaba pasando a su alrededor. Solo sintió cómo de pronto el suelo se movía hacia algún sitio y paraba de moverse en un lugar en el que había muchísima más luz que antes. Jadeó inconscientemente por el cambio, cerrando fuertemente los ojos. Sus sentidos estaban descontrolados: no oía, y todo lo que oía se deslizaba dentro de su cabeza como un susurro lejano, todos los olores de aquella sala entraban a la vez por sus sensibles fosas nasales, enviando demasiada información de golpe para que su cerebro la asimilara, haciendo que su mareo y sus náuseas fueran aún peores. El metal que tenía sobre sus extremidades y cuello ardía allí donde hacía contacto directo con su piel, pero la sensación de dolor en aquel momento era el menor de sus problemas. Se sentía indefensa, humillada, tratada como un animal, como un objeto. No se sentía un ser humano, y aquello no le trajo buenos recuerdos. Dos palabras pronunciadas por una voz masculina fueron las únicas que se deslizaron claramente entre su ponzoña mental.

Gran Caza.

Inconscientemente soltó un gemido lastimero que mucha gente oyó, pues poco después suaves risas se deslizaron a través de sus oídos, clavándose como puñales en su corazón. Se estaban riendo de ella. Quería gritar, quería llorar, pero sobre todo quería matar a todos los que estaban allí en ese preciso instante. Más en concreto a una persona. Persona que, para su desgracia, conocía demasiado bien. Algo pasó en aquel momento porque las risas cesaron de repente, y escuchó un fuerte golpe a su lado.


Le daba igual lo que pudiera pasar a partir de aquel punto. Se había quedado estático por la sorpresa del momento, su cabeza realmente no estaba asimilando lo que sus ojos estaban viendo, ni lo que sus oídos estaban escuchando. Solo podía mirar fijamente el estado en el que estaba Alexia. Una rabia incontrolable estaba invadiéndolo, tan incontrolable que los que estaban a su alrededor se alejaron ligeramente al ver el aura asesina que estaba comenzando a destilar por cada poro de su cuerpo. La rotura final de la cordura del chico vino justo después de escuchar el quejido de la chica. Algo hizo "click" dentro de él y perdió la cabeza, y todo le dio igual. Lo único que quería era matar a Doflamingo y sacar a Alexia de allí en aquel preciso instante.

Su Room hizo presencia en la habitación, alertando a todos los allí presentes que conocían de sobra aquel ataque y haciendo que todos ellos se retirasen hacia atrás. Una enorme mesa de mármol impactó al lado de Alexia, en el lugar en el que antes estaba Doflamingo. Pero había evitado el ataque. El muy cabrón parecía que lo estaba esperando. Todo el mundo se apartó para dejar paso a Trafalgar, que irradiaba sed de sangre por todo su cuerpo. Su pecho subía y bajaba rápidamente por la rabia contenida, y mirar a los ojos de Trafalgar ahora mismo haría que cualquier persona se helase de miedo. Pero esa persona no era el Donquixote. En cambio, su sonrisa se amplío, dejando ver todos sus dientes e incluso sus encías.

+ Vaya Traffy, no pensaba que tu fueras el primero en participar tan fervientemente en este juego. Has entendido rápidamente lo que significa el número trece, deduzco…

La verdad que a Trafalgar le importaba una mierda el número 13, el juego, la Gran Caza y todo lo que tuviera que ver con la basura que estaba soltando aquel hombre por la boca. Sólo quería a su tripulante de vuelta. Y, aunque enfrentarse tan directamente a Doflamingo traería unas consecuencias terribles, no pensaba dejar que nadie le pusiera una mano encima a su tripulación.

- Cierra la maldita boca, y dame a esa mujer ahora mismo.

+ ¡No pueeeeeeeeeeedo hacerlo Trafalgar! Para conseguirla tienes que seguir unas reglas… Los juegos no son así, no seas avaricioso, el resto del mundo también tiene derecho a participar y a conseguirla.

Mientras tanto la tripulación del chico había vuelto a reunirse y se habían colocado tras él por si en cualquier momento necesitaba apoyo. Lo mismo habían hecho los esbirros de Doflamingo por su parte. Los nervios del moreno se estaban crispando a cada palabra que salía de la boca del otro. Comenzó a avanzar hacia el cuerpo de Alexia con la intención de recogerla y sacarla de allí, no pensaba responder a las provocaciones del Shichibukai.

+ Además, esta chica no tiene ningún indicativo de que pertenezca a ninguna tripulación, así que no es de nadie. Todo el mundo tiene el mismo derecho a obtenerla en este punto…

Trafalgar ignoró completamente lo que decía mientras caminaba sin vacilar hacia la chica. Pero una cosa era cierta: el collar que le había regalado con el símbolo de los Hearth no estaba alrededor de su cuello. En cambio, este lo rodeaba uno de metal mucho más gordo, como si fuera el de un perro. Al chico le entró un tic en el cuello cuando se dio cuenta de ese detalle. Quería arrancarle la columna vertebral vértebra por vértebra.

+ A no ser… Que con lo que acabas de decir y viendo como estás actuando nos estés queriendo decir en público que tienes en tu tripulación a una de las últimas 13 Cambiaformas puras que quedan en todo el mundo.

Un murmullo se extendió por todo aquel salón, y de pronto la gran mayoría de miradas se fijaron en Alexia con un brillo muy peligroso en sus ojos. Trafalgar paró de caminar bruscamente. Su mirada ya no estaba fija en Alexia, su cuello dio un giro brusco hacia la posición donde estaba ahora Doflamingo, que parecía que si seguía ampliando su sonrisa se le partirían las comisuras de los labios en cualquier momento. De pronto su cerebro comenzó a funcionar, uniendo todas las piezas que habían ido recolectando, y que los habían llevado a todos allí, directamente a la boca del lobo. A él, a toda su tripulación, y a Alexia. Y todo había sido culpa suya. Apretó tanto los dientes que pensó que se los partiría junto con el hueso de su mandíbula. Ahora lo entendía todo. Había puesto el peligro la vida de Alexia y la de su tripulación por no haberla escuchado.

- Bepo.

La voz que salió de la boca del moreno estremeció a varias personas allí presentes, y les divirtió a partes iguales. Aquello iba a ponerse muy interesante. Doflamingo no había querido en ningún momento un enfrentamiento directo, había conseguido exactamente lo que quería. Solo con la mención de su nombre el oso, con una cara que pocas veces se le había visto, pasó por al lado de su capitán sin dudar un segundo, cogiendo la chaqueta negra larga que él mismo se había quitado y que tendía a su navegante. Este último se la tendió a Alexia por encima y la cogió con sumo cuidado de no hacerle daño. Nadie se lo impidió, ni nadie iba a hacerlo, pero todo el mundo la seguía con la mirada, aún estando escondida bajo aquella enorme chaqueta en los brazos de aquel enorme oso.

+ Entonces confirmas que esa Cambiaforma es un miembro oficial de tu tripulación… ¿verdad Trafalgar? Confirmas que ESA Cambiaforma que YO capturé para mi juego particular de caza por todo el Grand Line pertenece, a todo efecto, a tu maldita tripulación, ¿¡verdad, Trafalgar Law!?

Ahora lo veía claro, pero ya era tarde. Eso no quería decir que no fuera a hacerse responsable de sus actos. El chico dio un paso al frente, ardiendo de rabia por su incompetencia como Capitán al no poder mantener a su tripulación a salvo.

- Si alguien, sea quién sea, esté en esta sala o no, le pone una sola mano encima a esta mujer, va a morir de la forma más dolorosa que se me ocurra en ese maldito momento.

A medida que hablaba las carcajadas de Doflamingo comenzaron a oírse estrepitosamente por todo aquel salón, haciendo que la situación fuera mucho más grotesca. El mismo abrió sus brazos de par en par, como si fuera algún tipo de Dios.

+ ¡Pues siento decirte que eso no va a hacer que cancele mi juego, Trafalgar Law! De hecho, sólo lo hace mucho más interesante…

Trafalgar subió la mano y comenzó a mover la de su Nodachi, dispuesto a atacar de nuevo a Doflamingo, pero entonces sus esbirros se colocaron a su lado, preparados para atacar en cualquier momento. No podía perder los papeles allí, rodeados de la gente por la que estaban rodeados, tenían todas las de perder. Apuntó hacia él con su arma.

- Como te atrevas a volver a acercarte a alguien de mi tripulación voy a arrancarte el corazón del pecho y echárselo a los perros.

No medió más palabra, se giró en redondo y comenzó a largarse del lugar, porque como se quedara allí mas tiempo iba a perder la maldita cabeza, e iban a rodar otras tantas. Su tripulación caminó delante de él sin mirar hacia atrás en ningún momento, con su capitán detrás protegiéndolos, mientras los más cercanos a Alexia se habían colocado alrededor de Bepo, que temblaba de rabia de arriba abajo. Y no era el único. De fondo solo se escuchaba la estridente risa de Doflamingo mientras todos notaban miradas clavadas en su nuca.

+ ¡Bienvenidos todos al Inframundo! ¡Bienvenidos todos al gran juego de Doflamingo! ¡LA CACERÍA… COMIENZA!

Las risas se siguieron escuchando aún cuando salieron del salón y las puertas se cerraron tras ellos. Nadie dijo ni una palabra. Su único objetivo era calmarse y llegar al submarino lo antes posible para salir de allí… para sacar a Alexia de allí. Bepo ni siquiera podía mirarla, se avergonzaba a sí mismo de no haber podido hacer nada por ella. Sachi y Penguin caminaban cabizbajos ante todo lo que acababan de presenciar. Ninguno había asimilado aún todo lo que había dicho Doflamingo. Ninguno… Menos Trafalgar.


A partir de ese fuerte golpe que escuchó cerca de ella todo se volvió confuso… Todo, hasta que su sentido del olfato reconoció un olor entre todos los demás, uno muy característico con un deje dulzón y amargo a la vez. Le dieron ganas de llorar al saber que Trafalgar estaba allí, cerca de ella. No porque pudiera ayudarla, o rescatarla, o sacarla de allí, sino porque la estaba viendo en aquella humillante situación… Y que fuera él precisamente el que la viera así le dolía más que cualquiera de las personas que estaban en aquel salón, incluido Doflamingo, que al fin había dado con ella después de tantos años de búsqueda y de esconderse. Todos sus esfuerzos no habían servido para nada, y encima había puesto en peligro a los Hearth. Si se hubiera negado desde un principio, si hubiera escapado cuando había tenido ocasión… esto no hubiera ocurrido. No entendía que pasaba a su alrededor, ni cuánto tiempo había pasado. Otro olor característico la envolvió, junto con unos fuertes brazos peludos que la alzaron del suelo sin ningún tipo de problema. El olor de Bepo estaba a su alrededor, pero no sabía como el de Trafalgar la envolvía completamente. No sabía que estaba sucediendo, pero cuando escuchó la horrible risa de Doflamingo aún cuando ya habían cerrado las puertas tras ellos, la chica soltó un enorme jadeo y comenzó a temblar de arriba abajo inconscientemente. Notó como Bepo se paró en seco y gritó algo, y entonces ya no era él el que cargaba con ella: unos brazos llenos de tatuajes la sujetaban con firmeza y la apretaban contra su propio cuerpo, intentando calmarla a ella y a sí mismo. El olor que la envolvió de repente la tranquilizó, pero el dolor que recorría su cuerpo de arriba abajo sin parar la hizo llegar a su límite… y entonces dejó de temblar y cayó completamente inconsciente en los brazos de su capitán.


Trafalgar iba detrás de toda su tripulación a una distancia prudencial. No quería acercarse a nadie, quería asegurarse de que NADIE se acercaba a ellos. Su cabeza iba a mil por hora asimilando todo lo que acababa de pasar, pero eso tendría que esperar. El grito de Bepo le sacó de su ensimismamiento y toda la rabia que sintió se convirtió en preocupación. Había gritado la única persona que cargaba con Alexia.

- ¡Capitán!

En menos de dos segundos el nombrado se había colocado a su lado. La preocupación en la voz del oso solo era un reflejo de cómo se sentía el resto, mientras estaban a punto de llegar al submarino.

- Alexia… ha empezado a temblar y a jadear de repente. No sé qué le pasa.

El chico quitó ligeramente la chaqueta que cubría a la chica para ver como estaba envuelta en sudor. Cuando tocó su frente se dio cuenta de que estaba completamente helada.

+ Mierda.

Bepo se dio cuenta de que Trafalgar quería cargar con ella, se la tendió rápidamente aunque con sumo cuidado, ya que aún no le habían quitado todas aquellas cadenas con las prisas de querer sacarla de allí. Se ocuparían de ello en el submarino, cuando supieran que nadie podía interrumpirlos en el proceso. El capitán la cogió con sumo cuidado e inconscientemente la pegó contra él, queriendo protegerla con su cuerpo lo máximo posible. Tenerla entre sus brazos y verla tan indefensa… todo lo que había pasado era culpa suya, por no escucharla Alexia había acabado así. Trabó su mandíbula mientras aceleró el paso, casi trotando por aquel puerto subterráneo hasta que por fin enfocaron todos la entrada al submarino. Una vez dentro la gran mayoría de la tripulación corrió a sus puestos para largarse de allí lo más rápidamente posible, cada uno sabía su trabajo, mientras el capitán corría con Alexia en brazos hasta la sala de operaciones. Con su Room no le fue difícil quitar todo el metal que impedía cada movimiento de Alexia, mientras esta estaba tendida en la camilla, completamente inconsciente. Jadeaba en sueños y de vez en cuando comenzaba a temblar sin motivo ninguno, lo cual hizo que Trafalgar se diera más prisa en el proceso.

Todo el metal que sacaron de allí fue recogido por Bepo, que estaba ayudando a su capitán. Pensaba analizarlo luego, pues no era lógico ni normal que con el poco tiempo que Alexia lo había tenido puesto le hubiera hecho semejantes heridas. Su rabia e ira crecían con cada pieza de metal que caía al suelo: los tobillos estaban en carne viva, sangrando como si los hubieran quemado; en las muñecas el daño había sido tal que se le veía el hueso por un lado de estas; el cuello lo tenía marcado como si una soga a su alrededor lo hubiera quemado… y tuvo que tener especial cuidado al quitar el bozal y la barra que evitaba que cerrase los dientes, pues las comisuras de sus labios se habían roto. Cuando por fin terminó se quedó mirando a la chica: tanto daño en tan poco tiempo… Bepo la miraba como si fuera a echarse a llorar en cualquier momento, y como si quisiera matar a alguien. Y Trafalgar entendía por qué, él se sentía de la misma manera. Se dieron cuenta de que cuando terminaron de quitarle todo el metal que entraba en contacto directo con su piel su cuerpo se relajón notablemente, aunque estuviera inconsciente. Sus pulsaciones se regularon, y con el paso de los minutos dejó de sudar en frío. Se había calmado, al menos por el momento.

El moreno suspiró profundamente, llevándose ambas manos al pelo y echándoselo hacia atrás en un gesto de desesperación mientras se dejaba caer en un sillón cercano a la cama de la chica. Bepo le observó de reojo, nadie había abierto la boca desde hace un rato.

- C-Capitán… Debería ir a descansar… Yo me quedaré esta noche con ella.

+ No Bepo-ya, tú deberías ser el que descanse. Yo me quedaré.

- Pero Capitán…

+ Por favor.

Fue entonces cuando el oso cruzó miradas con el otro, y fue entonces cuando se dio cuenta del arrepentimiento y la preocupación en los ojos de su capitán.

+ Al menos déjame ser capaz de hacer esto Bepo.

Entendía su frustración, nadie había sido capaz de hacer nada ni de impedirlo. Pero seguramente, al que más le pesaba en la conciencia era a su capitán, precisamente por el cargo que tenía sobre sus hombros… y porque encima, esta vez, se trataba de Alexia. El oso tragó saliva.

- D-De acuerdo… Pero si necesitas algo o pasa algo, por favor, avísame.

+ No te preocupes por eso Bepo-ya, lo haré.

El oso asintió, le echó un último vistazo a la chica, y antes de irse, se acercó a la camilla por un lado y le dio un tierno beso en la frente. En todo aquel tiempo había comenzado a verla como su hermana pequeña… y verla así le había afectado más de lo que hubiera pensado nunca. Entrecerró los ojos y salió de la habitación, sabiendo que no iba a estar más segura que con su capitán ahora mismo. El silencio se había instalado en aquel submarino, el ambiente estaba cargado… y sí, iba a ser una noche muy, muy larga para todos.

Las manos del capitán cubrían su boca entrelazadas, apoyando sus codos en sus propias rodillas mientras miraba con fijación a Alexia, cada respiración, por si algo cambiaba. No iba a dormir en toda la noche, le debía al menos eso. Y mientras tanto, tuvo mucho tiempo para pensar en todo lo que Doflamingo había dicho, y en todas las consecuencias que aquello iba a traer si eran ciertas.

+ Lo siento mucho, Alexia-ya…


Explosiones se oían por todos lados, gritos de auxilio y gritos de dolor desgarradores provenían de todas direcciones. Ella sólo podía correr, corría sin mirar atrás, tenía un objetivo en mente y no pararía hasta llegar a el. No podía hacer otra cosa, tenía que conseguirlo. Algo explotó a su lado y la tiró al suelo, lanzándola antes varios metros por el aire. No oía, aquella explosión tan cerca había conseguido que por ambas orejas solo escuchara un pitido. Se levantó como pudo y tropezó con sus propias patas, ni siquiera dio dos zancadas antes de caer de bruces contra el suelo. Una sombra se plantó frente a ella con un enorme cuchillo y la cogió por la piel de la nuca. Comenzó a gritar y a revolverse mientras las lágrimas caían a borbotones por sus sucias mejillas, aquello no podía ser real.

+ Ale… ia… Alex… ¡Alexia!

La chica pegó un horrible grito y abrió los ojos de golpe, revolviéndose e intentando apartarse de las manos que la sacudían ligeramente por los hombros. Esas manos desaparecieron de repente en cuanto la chica gritó y se sentó de golpe en la cama. Su mirada tardó unos segundos en enfocarse, hasta que vieron a un Trafalgar con unas ojeras terribles y las manos en alto, como si le estuvieran apuntando con un arma. Había algo de miedo pintado en sus ojos. Alexia ya no gritaba, pero jadeaba fuertemente. Se llevó ambas manos a la cara para taparse los oídos con fuerza y enterrar la cara entre sus rodillas, las cuales había flexionado. Los gritos aún resonaban en su cabeza, pero algo más llamó su atención. Contrajo la cara en una expresión de dolor que subió por sus piernas y sus brazos, y volvió a separarse las manos de la cara. Vio sus tobillos, completamente vendados, pero a través de las vendas se veían ciertos puntitos rojos, señal de que estas estaban calando. Sus muñecas estaban envueltas, pero de forma más concienzuda. Eran las que más dolían. Tragó saliva con fuerza. Muchos recuerdos comenzaron a venir a su cabeza de forma desordenada y de golpe. Se llevo ambas manos a esta, sintiendo como su cuello y las comisuras de su boca palpitaban.

Estaba tratando con todas sus fuerzas de regular su respiración.

+ Alexia-ya… ¿estás… bien?

Trafalgar pronunció su nombre casi con miedo, y la nombrada tragó saliva con fuerza. Su cabeza iba a mil por hora y no tenía muy claro que responder, así que sonrió ligeramente con un deje de tristeza.

- Eso creo.

Hasta escuchar su propia voz se le hizo extraño, no supo por qué razón. No quería mirar a Trafalgar a la cara, sabía que la había cagado, no le había dicho quién era y por consiguiente les había metido a él y a su tripulación en un problema enorme. Y todo era por su culpa, por ocultarles su pasado y no huir de ellos a tiempo. Si algo les pasase por ella no se lo perdonaría jamás.

Trafalgar en cambio tenía sus propios demonios internos: él, por su lado, pensaba que la culpa era toda suya al no poder proteger a un miembro de su tripulación… Aunque aquella noche había tenido mucho tiempo para pensar, y necesitaba tener una conversación con Alexia sobre ciertas cosas… Pero aquel no era el momento. Ahora sólo le importaba que ella estuviera bien y se recuperara.

+ Qué sientes ahora mismo… ¿estás mareada? ¿te duele algo? ¿necesitas algo?

La chica se estremeció al escuchar la preocupación en la voz del otro. Se sentía una mierda de persona en esos momentos haciendo que él se preocupara.

- Estoy bien…

+ Otra cosa no, pero mentir se te da pena.

Muy tranquilamente Trafalgar acercó una silla alta cerca de la cama de la chica. Ya había dejado preparado todo lo necesario para cuando se despertara: una bandeja con tijeras, vendas nuevas, antiinflamatorios y analgésicos para el dolor. La chica desvió la mirada.

- Estoy bien, no tienes que preocuparte, esto se curará muy rápido de verd…

+ Deja de ser tan testaruda y déjame cuidar de ti.

El chico se acercó y cogió una de sus manos con sumo cuidado. Inconscientemente la chica apretó los dientes y se quedó mirando fijamente su muñeca. Quería ver el resultado de lo que significaba haber sido descubierta por Doflamingo. Aunque Trafalgar la malinterpretó.

+ No voy a hacerte daño…

La chica por primera vez alzó la mirada, y por unas milésimas de segundo miro al chico a la cara.

- Lo sé.

Sabía que a día de hoy Trafalgar sería incapaz de hacerle daño, ni aunque se lo pidiera. Y eso dolía más que cualquier otro tipo de dolencia física. El chico cortó las vendas y con cuidado las despegó poco a poco, aunque cuando ya iba a llegar a la que estaba pegada a la piel la avisó.

+ Puede que esta te duela un poco más.

Alexia trabó la mandíbula y asintió, mirando hacia el lado contrario. Notó como el otro comenzaba a tirar lentamente y sintió cada trozo de venda pegado directamente a su piel despegarse, como si millones de alfileres estuvieran siendo clavados en su piel. Aguantó estoicamente hasta que llego a la parte que se había pegado al hueso. Ahí Trafalgar no quiso alargarlo más, pues sabía que si no iba a ser el doble de doloroso. Entonces recordó el día que Alexia le retiró la piedra de kairoseki del estómago.

+ Alexia-ya.

- ¿U-Uhm?

+ ¿Cuál es tu color favorito?

La chica volvió a alzar la mirada para mirarle a la cara por segunda vez, aunque con una expresión de extrañeza, ¿se había vuelto loco? Entonces un tirón y su vista se nubló por unos segundos. Soltó un horrible jadeo ronco echando la cabeza de golpe hacia atrás. La venda acababa de ser retirada del hueso, y dolía como mil demonios.

- M-Mierda…

Jadeó, luego escuchó una leve risa irónica por parte del otro.

+ Vaya, no sabía que ese era tu color favorito. Interesante.

Y para su desgracia, la chica no pudo evitar sonreír muy leve mientras tenía los ojos cerrados, tratando de calmarse y de enfocarse en otra cosa que no fuera el dolor de su muñeca, y el pensamiento de que aún quedaba la otra por curar. El chico puso todo su empeño en que doliera lo menos posible, pero era complicado, una herida con hueso al aire iba a doler de todas formas, hiciera lo que hiciera. Eso no quitaba que pusiera todo su empeño en no lastimarla demasiado. Limpiarla antes de vendarla fue la peor parte, Alexia ni siquiera estaba mirando, pero cuando comenzó a poner las vendas limpias fue otra historia. Trafalgar estaba concentrado al máximo y un poco más, y entonces ella se dio la licencia de mirarlo fijamente, por primera vez. Se notaba que estaba completamente metido en su labor, no despegaba la mirada de su muñeca en ningún momento mientras cogía su mano con extrema delicadeza y con la otra envolvía la herida. Todo lo que pasó la noche anterior la golpeó como un mazo al verlo tan preocupado, el sueño que había tenido no ayudaba en nada, y ver la delicadeza con la que la estaba tratando tampoco… y entonces pasó.

Trafalgar estaba completamente abstraído de todo, solo se empeñaba en hacérselo lo menos doloroso posible, pero algo hizo que se detuviera en seco. Algo húmedo golpeó su mano desnuda.

- Lo siento… lo siento, mucho…

Aquel hilo de voz que salió de la boca de Alexia casi como un susurro hizo que el moreno alzara su cabeza bruscamente para clavar sus ojos en los de ella, brillantes por las lágrimas que se acumulaban en ellos. De veras estaba haciendo todo lo posible por no llorar, pero le era imposible. Nunca pensó verla llorar, ni siquiera pasó por su cabeza tratándose de Alexia, una mujer tan fuerte en todos los sentidos. Pero todos somos humanos. El corazón de él se detuvo un segundo para luego arrancar otra vez el triple de rápido. Se había quedado sin palabras. Ella no tenía que pedir perdón por nada. Apretó los dientes, y sutilmente apretó un poco la mano de la chica sin rozar siquiera la herida.

+ No tienes que disculparte por nada Alexia-ya. En todo caso, debería ser yo el que pidiera perdón…

- Todo esto es culpa mía… no debería…

+ Alexia-ya…

La chica continuaba su monólogo sin siquiera escuchar al otro.

- Os he puesto en peligro… a todos… no debería haber venido… no debería siquiera mente haberme acercado a vosotros….

+ ¡Alexia!

Trafalgar levantó ligeramente la voz haciendo que la otra diera un leve brinco en la cama y detuviera su monólogo. No le hizo gracia asustarla pero si no, sabía que no pararía de auto culparse.

- Tú no tienes la culpa de lo que ha pasado. Yo ni siquiera te escuché cuando dijiste que no deberíamos haber ido a esa fiesta… Mi trabajo como capitán es cuidar de mi tripulación. De todos. Y no lo he cumplido. La culpa no es tuya, sino mía.

Alexia alzo sus ojos, y esta vez sí, los clavó fijamente en los oscuros de él. Sabía que lo que iba a decir era peligroso, pero no pensaba dejar que él se culpara. Tragó saliva y su voz salió rasposa por estar intentando aguantarse las lágrimas.

+ Sabes que no tienes razón, no voy a permitir que te culpes cuando yo he sido la única que os ha mentido… a todos.

Analizó cuidadosamente que era lo que iba a responder a aquello. Ciertamente, ella no les había mentido. Les había ocultado quién era… pero lo hizo por evitar que supieran todo aquello y seguramente por protegerlos. El simple hecho de mencionar la palabra Cambiaforma a día de hoy era algo peligroso con lo que jugar, así que ella misma evitó el tema para que ellos no tuvieran que dar explicaciones si algo pasaba.

- Eso es algo que… hablaremos en otro momento. Y, aunque nos hubieras mentido, cosa que no ha pasado realmente, te recuerdo que fui yo quién hizo que te unieras a mi tripulación. No voy a admitir discusiones sobre esto Alexia.

+ No es así, y yo tampoco voy a admitir discusiones sobre esto.

Ambos se estaban mirando muy fijamente hasta que pasó algo que dejó perpleja a la chica. Después de unos segundos, una pequeña sonrisa se formó en los labios del mayor, para luego acabar en unas estúpidas carcajadas. Incluso soltó delicadamente la mano de la otra sobre la cama. Ella no daba crédito, ¿se había vuelto loco?

- No puedo creerme que hasta para culpar a uno de los dos sobre el hecho de que hoy podrías haber muerto tengamos que discutir también.

Se quedó sin habla. No se esperaba para nada esa respuestas, aunque viéndolo así… una leve sonrisa apareció en su cara, esta vez una sonrisa de verdad.

- Por fin sonríes.

Su corazón dio un golpe de más cuando esas palabras salieron de la boca del otro. Había sido completamente sincero con aquellas palabras mientras volvía a coger la muñeca de la chica para terminar su trabajo, ni siquiera pensó en lo que dijo, solo lo dijo porque le apetecía. No quería volver a ver a Alexia llorar, ni aunque fuera una sola lágrima. Acaba de descubrir que le provocaba uno de los sentimientos más horribles que había tenido nunca y no quería volver a pasar por ello, ni verla a ella así… totalmente opuesta a lo que era normalmente. Quería a la Alexia de verdad de vuelta. Ya habría tiempo para explicaciones y conversaciones en otro momento. Además, pensar que podían haber ido a aquella fiesta sin haber hecho las paces el uno con el otro y que ella hubiera podido desaparecer para siempre, le generaba un sentimiento de ansiedad que jamás había tenido. Gracias al One Piece eso no había pasado. La otra no dijo nada, no le salieron las palabras.

Así que a partir de aquel momento simplemente se dedicó a que el otro le hiciera las curas tranquilamente en un silencio, para nada incómodo. La chica componía muecas de dolor de vez en cuando, pero los tobillos y el cuello ni siquiera se acercaron al dolor de las muñecas, así que todo fue bien. El chico apartó todos los utensilios.

- Échate hacia atrás Alexia-ya.

Obedeció, no pensaba discutirle nada de lo que le dijera hoy. Le escuchó revolver en busca de algo y volver a colocarse a su lado, esta vez de pie.

- No te asustes, puede que te escueza un poco, pero pasará rápido. Abre la boca un poco.

La chica asintió e hizo lo que le mandó. Lo que no esperaba es que con una mano le cogiera gentilmente la cara para ladeársela un poco, y con ese mismo pulgar lo acercó a su labio inferior para separarlo un poco y ver la herida de sus comisuras. Compuso una mueca de molestia, pues si que era una sensación extraña, pero estaba demasiado concentrada en la cara del chico excesivamente cerca de la de ella, concentrándose solo en sus labios mientras uno de sus dedos acariciaba muy suavemente la comisura para echar una crema allí. El corazón comenzó a latirle como loco, y disimuló bastante bien para lo que era la situación, o al menos eso pensaba ella. Todavía quedaba el otro.

Y por fuera parecía que Trafalgar estaba concentradísimo en su tarea. Pero no, en realidad estaba concentradísimo en no lanzarse contra sus labios. Joder, en cuanto los tocó unas ganas horribles de besarla en aquel preciso instante le empezaron a abrasar por dentro, tanto que dolía. ¿Qué estaba haciendo con él aquella cría? Quería achacarlo al hecho de que podría haberla perdido aquella noche… y él mismo sabía que se estaba autoengañando. Estaba cayendo con todo el equipo detrás. Y aquello no era bueno, en unos meses Alexia desaparecería de su vida para no volver a verla, seguramente. Ya no estaba tan seguro de ganar la apuesta que había hecho. Ese era otro de los temas a los que le había dado vueltas durante la noche.

Y sinceramente, cada vez les importaba menos a los dos disimular que se sentían atraídos el uno por el otro, pero eso no era malo… ¿no? Ninguno de los dos veía el peligro, a ninguno de los dos les apetecía ocultar que realmente se preocupaban de mas el uno por el otro. Y ninguno estaba pensando en las consecuencias que todo aquello pudiera tener. Lo de la noche anterior había sido un susto horrible, en el que Trafalgar casi pierde a Alexia por su incompetencia, y en el que Alexia había recordado cosas que no quería recordar, poniendo en peligro a personas a las que ahora mismo apreciaba.

Y lo único que querían ambos era olvidarse de todo.

El moreno terminó su labor, pero lejos de alejarse, suspiró y se quedó allí, mirando a sus labios. Segundos después de darse cuenta de lo que estaba haciendo subió la mirada hasta los ojos de Alexia, que lo miraban fijamente. Un médico como él se daba cuenta de cosas que nadie más lo hacía. La sangre pasaba por la yugular del cuello de la chica a un ritmo bastante intenso. El chico sonrió de medio lado, mirándola directamente a los ojos y haciendo querer ver como que estaba jugando una broma.

- Alguien se ha puesto nerviosa, ¿no te parece?

Ella no cambió su expresión, se mantuvo seria mirándolo a los ojos, lo cual sorprendió y asustó al chico a partes iguales sin saber por qué.

+ ¿Y soy la única?

No se esperaba esa respuesta, pero por lo visto Alexia podía leerlo mejor de lo que él mismo pensaba. Su sonrisa disminuyó, pero no desapareció.

- Estaba intentando no hacerte daño, es normal que estuviera nervioso.

Dijo aquella frase mientras hizo el amago de alejarse de ella y sin mirarla, si seguía mirándola a los ojos esta se daría cuenta de que estaba mintiendo. Pero pasó algo que le dejó sin habla. No pudo alejarse de ella, es más, fue todo lo contrario. La chica lo agarró del cuello de la camisa obligándolo incluso a acercar más su cara a la de ella. Alexia estaba seria, y ni siquiera ella misma estaba entendiendo por qué estaba actuando tan seriamente en aquel momento.

+ Repite eso mirándome a los ojos.

El chico clavó sus ojos en los de ella, como si aquella orden fuera la única a la que necesitaba hacerle caso ahora mismo. Y así era. Un brillo salvaje apareció en los ojos de la chica, y los de Trafalgar comenzaron a brillar… pero de otra forma. Su autocontrol destruído por una frase y una mirada. Eso es lo único que le hacía falta a la otra para acabar con él. Hasta ese punto estaban llegando, un punto muy peligroso. Pero no iba a ser Law el que se quejase en ese momento.

- … joder, Alexia.

Fue la última frase coherente que se escuchó en aquella habitación. Frase, por llamarla de alguna manera. Fue más bien un susurro desesperado que Trafalgar soltó contra los labios de la otra antes de unirlos con los propios en un brutal beso. Poco le importaron las heridas de la boca a ninguno de los dos, se besaban el uno al otro con desesperación, como intentado borrar todos los malos recuerdos que habían pasado hace unas horas. Uno quería confirmar que Alexia estaba allí con él, que Doflamingo no se la había llevado; la otra quería confirmar que era libre para luchar por su vida un día más, y que no estaba en un sueño producto de las drogas que habían usado con ella hacía unas horas. El chico cayó sentado en la cama, a un lado del cuerpo de ella mientras la besaba con ansias. Una de sus manos estaba apoyada en la parte de arriba de la cama donde descansaba su cabeza, y la otra había viajado directamente a su cintura, queriendo inconscientemente acercarla más a él.

Ella curvó la espalda sin pensarlo buscando contacto con el cuerpo del chico mientras sus dos manos se habían entrelazado tras la nuca del otro, arrastrándolo hacia abajo con ella. Se besaban como si el mundo fuera a acabarse en unas horas, no era el momento de la delicadeza, era el momento de confirmar que ambos estaban vivos, y juntos. Trafalgar subió una rodilla a la cama con la intención de colocarse sobre ella mientras la mano de su cintura fue bajando hacia abajo… encontrando la bendita raja del vestido que llevaba ella, que comenzaba en la cadera y dejaba toda la pierna a su disposición. Cuando tocó directamente la piel de la chica saltaron chispas y ambos jadearon ligeramente. Ella incrementó el ritmo del beso y el agarró con fuerza su muslo, obligándola a alzar ligeramente la pierna y pegándola contra su cadera. Iba a perder el control en muy poco tiempo. Quiso llevar la mano que tenía apoyada en la cama a la parte trasera de su nuca y apretó, queriendo acercarla más a él. Pero paró en seco.

+ ¡A-Au!

Se separó como por un resorte, incluso soltó la pierna de la chica. Joder, había olvidado la herida del cuello completamente hasta que la chica se quejó de dolor por la presión.

- ¡Mierda! Lo siento mucho Alexia, no recordaba tu cuello…

La chica se llevó ambas manos al cuello, componiendo una mueca de molestia. Tardó en hablar porque estaba literalmente jadeando en busca de aire tras aquel beso. Y el otro estaba mas o menos parecido. Le quitó hierro al asunto moviendo ligeramente su mano.

+ No es nada, no es nada… de verdad.

En realidad, sí que lo era, si no hubiera por eso, hubieran seguido hasta el final, y por los Dioses que Alexia deseaba más aquello en aquel preciso momento que cualquier otra cosa. Sintió la mirada fija del otro en ella y luego lo vio como se llevaba ambas manos a la cara, desesperado. Se echó el pelo hacia atrás. Si, en su cara se podía leer perfectamente la definición de desesperación. Se levantó de la cama para desgracia de Alexia.

- Joder Alexia, vas a acabar conmigo, ¿de verdad querías que nos lo montáramos aquí, y encima estando como estás?

Se levantó y caminó alrededor de la cama intentando calmarse y recuperar la respiración de una persona normal, aunque algo le decía que hoy no iba a volver a calmarse más, al menos no hasta que se quedara a solas en su camarote. La chica arrugó la nariz, sintiéndose mal mientras ella también intentaba recuperar su respiración. Habló aún entre jadeos.

+ Oye, no me hagas sonar como una desesperada, tampoco he escuchado una negativa por tu par…

El otro la cortó radicalmente antes de que siguiera hablando, colocándose a los pies de la cama y poniendo sus manos cada una a un lado de los pies de la chica, apoyándose allí. Se inclinó hacia adelante y clavó sus ojos ahora completamente oscuros, que tenían una expresión peligrosa, en los azules de la otra.

- No Alexia-ya, no me estás entendiendo. El que está desesperado por hacértelo soy yo. Así que la próxima vez que vayas a tentarme de esta manera me gustaría que estuvieras en condiciones de aguantar todo lo que quiero hacerte sin miedo a que se te caiga una muñeca o una mano al suelo.

Y ahí fue donde ella se quedó sin palabras. Soltó un carraspeo para aclararse la garganta por que casi se atraganta con su propia saliva… imaginándose un sinfín de cosas que podían pasar. Le devolvió la mirada e inconscientemente se relamió, flexionando ligeramente una de sus rodillas. El chico se tensó tanto que una ligera vena apareció en su frente mientras observaba un punto muy concreto de la anatomía de la otra, más aún cuando esta movió la rodilla... Apartó rápido la mirada y volvió a clavarla amenazante en la de ella, para luego darse la vuelta y soltar un ligero gemido de desesperación mientras se revolvía el pelo. Si seguía mirándola iba a abalanzarse sobre ella. Se acercó al lavamanos que tenía en aquella sala y metió la cabeza debajo del agua fría que comenzó a salir de grifo. Alexia se dio cuenta de que a ella tampoco le vendría nada mal hacer aquello, pero tuvo que conformarse sacudir la cabeza todo lo fuerte que se lo permitía su cuello y abofetearse mentalmente por su comportamiento. Joder, nunca había perdido los papeles de aquella manera, pero es que tentar a Trafalgar se le hacía tan… erótico. Estaba desarrollando un mal hábito por comprobar los límites que este tenía.

+ ¿Quién dijo que a la tercera iba la vencida?

Por fin habló la chica, sonriendo de medio lado mientras observaba como Trafalgar terminaba su ritual de enfriamiento. Aunque aquello solo lo había empeorado todo. Ahora tenía al chico con el pelo empapado cayéndole por la cara, y agua cayéndole en su camisa blanca que aún conservaba de la noche anterior. Santa mierda.

- Precisamente tú.

+ Ah...

- Ahhhhh… Dios santo, vas a ser mi puta ruina. En fin... iré a por algo de ropa para que te cambies… El resto están muy preocupados por ti y se mueren de ganas de verte.

La chica se tensó de repente. No quería enfrentarse a ellos, seguramente se sentirían decepcionados de ella.

- Y quita esa cara tan larga, ahora mismo es más fácil leerte a ti que a un libro abierto. Ni siquiera se les ha pasado por la cabeza juzgarte por algo que hayas dicho o hecho.

Se encogió sobre sí misma, había acertado de pleno… Tenía las defensas demasiado bajas en aquel momento, era un cúmulo de sentimientos muy extraños, demasiadas sensaciones y demasiadas cosas que analizar… de las cuáles en realidad, no había analizado ninguna. Pero prefería no hacerlo por el momento. Quizá era un buen momento para verlos y pedirles disculpas a todos… aunque no tenía ni idea de cómo irá el asunto. Odiaba llorar frente a la gente, con Trafalgar no pudo evitarlo. Pero no quería hacer sentir al resto peor. Y no podía garantizar que aquello no sucediese. Estaba tan inmersa en sus pensamientos que ni siquiera notó cuando Trafalgar había vuelto de nuevo con ropa limpia para ella. Suspiró profundo, armándose de paciencia, y fue hasta ella. Le cogió la cara con ambas manos sobresaltándola y obligándola a mirarlo a la cara.

- Escúchame bien Alexia-ya. Ahora vas a coger esa ropa, te vas a vestir con cuidado de no hacerte daño, y te voy a ayudar a ir hasta la zona común donde tus compañeros de tripulación llevan toda la noche esperando por ti porque te aprecian y están preocupados. Y esto es una orden directa de tu capitán.

La chica lo miró y después de unos segundos de meditación, asintió levemente, sonriendo de forma ligera. Entonces el otro asintió también y le tendió la ropa.

- Y créeme, no hay nadie que odie más que yo el hecho de que tengas que quitarte ese vestido. Así que date prisa.

Puso los ojos en blanco viendo como el chico salía del cuarto mientras se quitaba su propia camisa. Seguramente iba a cambiarse él también. La ropa consistió en unos pantalones negros hasta la altura de la espinilla, y una camiseta de manga tres cuartos que daba bastante calorcito, pero con el cuello ancho. Había pensado en todo para que nada le rozase las heridas, lo cual le hizo sonreír estúpidamente. Aquel idiota estaba en todo, se notaba que era un buen médico que cuidaba de sus pacientes. Intentó levantarse ella sola de la cama, pues se había sentado en el borde de esta para cambiarse. Pero en cuanto apoyó un pie en el suelo, un latigazo de dolor subió desde sus tobillos hasta su cadera. Se estremeció de arriba abajo. ¿Cómo era posible que una simples cadenas le hubieran hecho aquello? No pudo avanzar más en sus pensamientos cuando el otro entró por la puerta sin picar.

+ Sigues con tu mala manía de no picar a la puerta antes de entrar.

- Bueno, no iba a ver nada que no hubiera visto ya.

Contestó el chico, sonriendo traviesamente. Vio en su expresión que había retazos de dolor y frunció el ceño.

- Has intentado levantarte, ¿verdad? Me imaginé que no podrías… Tienes que tener cuidado hasta que se te cierren esas heridas, espero que tu capacidad de cicatrización ayude bastante en este caso… Pero algo me dice que no son unas heridas normales.

La chica se tensó ante el comentario, pero esta vez él lo ignoró completamente, habló de ello con naturalidad, no quería darle una importancia que ahora mismo no tenía. Pero ella se obligó a responder.

+ Yo también lo he… notado.

Él la miró fijamente. Así que para ella también era extraño. Interesante... pero eso es un tema que no se hablaría. Al menos hoy no.

- Vamos, Bepo-ya está al borde del infarto.

+ Bepo siempre está al borde del infarto.

- Touché.

El chico tenía la intención de cogerla por la cintura para ayudarla a caminar y ella lo vio, por lo que alzó una ceja, ahora algo divertida.

+ ¿Enserio?

- Qué pretendes, ¿ir corriendo? Porque me encantaría verlo. O si quieres puedo cargarte como una dulce y frágil princesa.

+ Vaaale, vale, ya lo pillo.

Agitó las manos en el aire descartando absolutamente la idea. Se puso de pie con sumo cuidado, aguantando por unos segundos el dolor. Casi instantáneamente el chico pasó uno de sus brazos alrededor de la cintura de ella, cogiéndola casi al peso para evitar que se apoyara en sus pies lo máximo posible, y apretándola contra él para que mantuviera bien el equilibrio. Definitivamente aquello no era una herida normal, Alexia había pasado por lesiones mucho peores con ellos y nunca la habían dejado en aquel estado.

+ De acuerdo… allá vamos.

Trafalgar se amoldó al ritmo de ella, que no era precisamente rápido, mientras recorrían los pasillos del submarino en dirección a la sala común. De vez en cuando se reía, puesto que la otra estaba concentrada en no pisarlo o pisarse a si misma mientras andaba, llegando a sacar la punta de la lengua fuera de la boca. Se estaban acercando a la zona común y empezó a oír los murmullos de los chicos. Tragó duro, deteniéndose, y con ello haciendo que se detuviera Trafalgar, que la miraba interrogante. Le dio unos segundos para que se calmara, viendo como ella cogía aire y lo soltaba lentamente. Luego asintió sin mirar al chico, consciente de que este si la estaba observando… y continuaron su marcha. En cuanto entraron al salón los murmullos cesaron. Las miradas se clavaron en Alexia, que iba completamente pegada al cuerpo del capitán mientras este la cogía por la cintura. Todos se dieron cuenta de que no podía caminar correctamente, y sus corazones se encogieron ligeramente. Bepo fue el primero en levantarse y en cruzar miradas con ella. Al oso se le veía que había pasado una noche terrible, sus ojos brillaban, e incluso ojeras habían aparecido bajo estos. Pero se iluminaron al ver que Alexia estaba bien, y seguía con ellos. Caminó hacia ella, viendo como a la chica le brillaban los ojos, no tenía ni idea de qué se le estaba pasando por la cabeza ahora, pero imaginaba que nada bueno, o más bien nada positivo. E iba a ser él el que se encargase de borrar esos malos pensamientos. El oso llegó hasta donde estaban ambos y extendió sus patas hacia Alexia.

Y, contra todo pronóstico, ella no dudó, dio un par de pasos con la ayuda de Trafalgar hacia el oso mientas el capitán aflojaba poco a poco su agarre. Y cuando la chica se notó rodeada por los peludos brazos del navegante, el del capitán ya no estaba más en su cintura. Algo dentro de ella echó de menos ese agarre, pero pronto desechó ese pensamiento para devolverle el abrazo al oso. Un sentimiento cálido la envolvió cuando el oso apretó un poco más su abrazo, pero con cuidado de no hacerle daño en ninguna de sus partes heridas. Cerró los ojos disfrutando de aquel contacto y obligándose a no llorar.

- Bienvenida de nuevo, Alexia-chan.

Todo el ambiente se relajó con aquella frase, y todo el mundo vio la sonrisa de Alexia antes de que esta la escondiera en el pecho del oso. Todos sonrieron en consecuencia, Alexia estaba con ellos. El capitán miraba aquellos dos con un brillo extraño en los ojos, el cual no pasó desapercibido para el resto de la tripulación. Jamás lo habían visto mirar a nadie de aquella manera, y más aún inconscientemente. Eso eran buenas noticias. Aquel día todo el mundo se dio cuenta de dos cosas:

que de todo lo malo, sale algo bueno;

y que pertenecer a un sitio puede ser tan bonito, como peligroso.


" + Mira, yo no soy nadie para preocuparme por ese tipo, pero… ¿has visto la que se ha montado en ese salón cuando se han ido? Han empezado a hablar de esa cría con un ansia enfermiza joder, ha sido asqueroso.

- ¿A usted no le interesa, capitán?

+ ¿A mi? Paso de esas mierdas elitistas. No me hace falta el dinero. Y vale que yo sea un asesino… pero cuando yo mato, mato con una razón. No simplemente por el placer de hacerlo, ni siquiera por dinero.

- Entonces deberíamos mandarle una carta al Cirujano ya, Kid.

+ Eso pensaba hacer... Aunque en realidad, me gustaría ver su cara cuando le contara todo esto… Y también la de esa perra, así que...

... ¿qué tal una visita exprés, chicos? "


PENSABAIS QUE ESTABA MUERTA Y CON RAZÓN JAJAJAJAJAJAAJ PERO NOOOOOOOOOOOOO Aquí estoy para dar por culo un poquito más. Ardo de ganas de leer los comentarios a este capitulo y saber qué pensáis que va a pasar e_e. El siguiente capítulo se llamará "Verdad", así que… como bien he dicho al principio, agárrense, que han empezado las curvas. Nooooooooos leemos~