Soo despertó sintiendo un gran peso sobre ella ¿Sería su corazón otra vez?, algo así, pero no el montón de carne y sangre dentro de su pecho, sino el hombre que la abrazaba con firmeza y estaba profundamente dormido. La joven reina sonrió, recordó que después de su discusión la noche anterior, ella se había quedado profundamente dormida en los brazos de su esposo, supuso que él la había llevado hasta su cama, se hubiera despojado de sus pesados ropajes y finalmente se acostara justo al lado de ella para quedarse dormido abrazado a su mujer.

-Es como un perrito cuando está dormido. Uno muy, muy bonito- pensó Soo mientras observaba a su rey que dormía plácidamente.

-Sé que me estás observando, Soo...deja de hacerlo...-murmuró So entre sueños.

-¿Y por qué tendría que parar?- respondió sarcástica la reina con una sonrisa mientras acomodaba el pelo de su amado.

-Porque da miedo...-respondió aún con los ojos cerrados.

-Y cuando tú lo haces, ¿no lo da?- contraatacó divertida.

-Yo soy tu rey...-

-Y yo tu reina.-

Aparentemente, Wang So estaba más despierto que los gallos al amanecer, sus reflejos estaban lo suficientemente alerta para tomar a Soo por la cintura y ponerse justo encima de ella, dejando sorprendida a la distraída joven.

-Exacto- dijo contento- Eres mi reina, mi esposa...mía, mía- Wang So gruñía mientras repetía una y otra vez lo suya que era Hae Soo, había comenzado a besar el cuello de ella y sus manos ya se deslizaban por los muslos de su esposa levantando el camisón.

Hae Soo gemía con discreción, una vez Gwangjong terminó su recorrido por el cuello de la joven pasó a la boca de ella y la besó feroz.

-Mía...mía...- gruñía con sus labios aún presionando los de Soo.

La reina abrazó la espalda de su esposo y se pegó más a él, acumulando toda la confianza que tenía, dirigió sus tersas manos al listón que cerraba la camisa de él y deshizo el nudo, sintió a su marido sonreír mientras ella le quitaba la prenda, pero el rey no quería quedarse atrás, acarició los pechos de su esposa buscando el listón amarrado que los escondía de él, Soo gimió más alto; cuando finalmente lo encontró, Wang So no estaba dispuesto a perder más tiempo...

-¡Pyeha, Mama! ¿Están despiertos?- se escuchó una voz masculina llamando a sus majestades detrás de las puertas, cuando ambos voltearon se percataron por la voz y la silueta que se trataba de Ji Mong.

-¿Es en serio?- susurró molesto So, volteó a ver a su mujer confundido y ella sólo pudo levantar los hombros, no tenía una buena respuesta para él en ese momento.

-Ya ha salido el sol, sus majestades, perdonen que no los deje descansar más pero hay muchos asuntos que atender- continuó con cierta urgencia el astrónomo.

Wang So emitió un sonido gutural similar a un rugido y ladeó la cabeza de un lado a otro, Soo apenas podía contener la risa.

-Recuérdame que lo mate si vuelve a hacernos esto- dijo molesto y se levantó de la cama.

-De acuerdo, cariño- respondió divertida la reina mientras aceptaba la ayuda de su amado para levantarse.

Las puertas de los aposentos de la reina se abrieron con un violento golpe que hizo a Ji Mong y a los guardias dar un salto hacia atrás, de la habitación salieron el rey y la reina tomados de la mano, él aún tenía la camisa abierta y ella el pelo un poco encrespado y las mejillas rojas, So le dirigió al astrónomo una mirada asesina y le mostró los dientes como si fuera un lobo a punto de matarlo, incluso parecía que le gruñía; el astrónomo sólo podía encogerse en su sitio, aguantar la respiración y mirar con miedo y súplica a su rey, con suerte, Soo estaba ahí para salvar a su amigo.

-Vamos cariño, tenemos poco tiempo para ir a Damiwon a prepararnos, anda, anda- decía la reina mientras empujaba a su esposo en la dirección contraria a Ji Mong.

Una vez que ambos reyes le hubieron dado la vuelta, el pobre hombre sacó todo el aire contenido en sus pulmones y se tambaleó como si fuera a desmayarse, los guardias se apresuraron a ayudarlo.

-¡Astrónomo! ¿Está bien?- preguntó uno de ellos, Ji Mong no supo identificar cuál.

-Vi mis vidas pasar frente a mis ojos...si no hay un príncipe heredero pronto, el rey me va a culpar a mí- susurró mareado y lleno de miedo. Mientras los guardias le abanicaban con sus manos, se hizo la nota mental de nunca en la vida volver a apurar a sus majestades durante la mañana si no quería que el rey tomara su estrella y la hundiera en un balde de agua hasta apagarla.

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Los reyes de Goryeo entraron como el día anterior, con una enorme sonrisa en sus rostros y tomados de la mano, esta vez sólo se encontraban en el salón del trono sus amigos más cercanos para saludarlos, eso tranquilizó a So profundamente; sinceramente no quería tener que verles las caras a ese montón de corruptos que tenía como corte real. Gwangjong y Daemok se sentaron en el trono y les dieron la indicación a los presentes para levantar las cabezas, Ji Mong ya se había recuperado del susto que se llevó en la mañana, pero procuraba no mirar mucho hacia Wang So por mera precaución.

-Baek Ah, ¿Cuáles son las noticias de hoy?- pidió So con educación dirigiéndose a su mejor amigo.

-La situación con los clanes Chunju Yoo y Hwangju Hwangbo se ha calmado, como ahora has emparentado con Kitán y tienes su protección y apoyo, ya no te molestarán más, el líder del clan Yoo vendrá pronto a pedirte disculpas por haberte rechazado hace años y te reconocerá como su miembro más importante-dijo Baek Ah con orgullo, los reyes sonrieron aliviados y se vieron el uno al otro, ya podían irse olvidando de ese problema, incluso Ji Mong parecía más calmado-Por otro lado...-exclamó el príncipe con notoria tristeza- Los esclavos de Hubaekje que liberaste siguen siendo tomados como esclavos por familias poderosas de Goryeo, varias de ellas son de los miembros de la corte real...-

-¿Y qué están esperando para arrebatarles a esas personas y concederles su libertad?- dijo el rey molesto, la sonrisa se había borrado del rostro de Soo transformándose en una expresión de angustia.

-Muchos eruditos y miembros de la corte están emparentados por el matrimonio o tienen tratos con poderosas familias de Han, si les quita a los esclavos o los castiga, ellos recurrirán a sus parientes para atacarlo a usted, Pyeha...-explicó Ji Mong con seriedad, la situación era grave, miró a los ojos a su rey para que se percatara de la realidad de sus palabras. -Goryeo le paga mensualmente un tributo a Han...ese es el símbolo de que estamos bajo sus reglas y debemos acatarlas-

-Entonces la solución es fácil: Hay que deshacernos del yugo del Imperio de Han- sentenció con firmeza el rey mirando a los presentes, todo (incluida Soo) lo miraron atónitos- Sin sus alianzas con Han, esas ratas nobles no tendrán a nadie detrás de quién esconderse y podremos darles un adecuado castigo- declaró muy seguro So.

-Pero, Pyeha, Goryeo está muy dañado por lo excesivos gastos del rey anterior, nuestros ejército también ha disminuido debido a las batallas que tuvimos que pelear durante su reinado. No estamos en condiciones de organizar una guerra contra Han- declaró Jung temiendo que su hermano estuviera diciendo insensateces.

-Nunca hablé de una guerra, Jung; si no de un acuerdo político con el Imperio Han que nos libre de su poder. Por ahora debemos concentrarnos en estabilizar a Goryeo; la capital debe permanecer en Songak, no será movida a ningún lado y con el presupuesto que nos dé Soo, podremos modificar la tarifa de los impuestos y adaptarlos a la situación tan precaria de la gente- dijo So con cierto positivismo.

-Pero, amor, el tributo a Han sale de los impuestos, no quiero sonar mal; pero ¿Cómo podríamos completarlo si se reducen?- preguntó la reina con toda razón.

-Habrá que utilizar el dinero del palacio, con todo lo que vamos a ahorrar aplicando lo que calcules, seguro se completa sin ningún problema.- respondió el rey con seguridad, su mujer pareció calmarse- Hablando de eso, ¿No crees que deberías comenzar ya, querida?- sugirió Gwangjong.

-¡Cierto! ¡Qué tonta soy! Comenzaré de inmediato y cuando regrese, te hablaré de cómo va- exclamó Soo algo alarmada, la tarea que tenía era de suma importancia y debía estar hecha lo antes posible. Se levantó del trono y cuando estaba levantándose un poco su vestido para bajar y salir del salón, pensó en algo- ¿Está bien que me vaya así, Pyeha?- preguntó con pena.

-Por supuesto, te estás yendo a cumplir una orden real, no a perder el tiempo. Lleva contigo a quien quieras; pero por favor, ten mucho cuidado- respondió el rey con una bella sonrisa.

Hae Soo no pudo resistir más y besó fugazmente a su marido para finalmente bajar del trono. Se despidió risueña de sus amigos y ellos respondieron inclinando levemente sus cabezas, la joven miró de reojo al misterioso astrónomo y nuevamente no hubo señal de rechazo o desaprobación, Soo se recordó encararlo algún día; por el momento se dirigió a las puertas a la entrada de la sala del trono, los guardias la saludaron formales y las abrieron, antes de salir le dedicó un última sonrisa a su esposo que él correspondió. Los guardias cerraron al mismo tiempo las puertas en cuanto la reina salió, Gwanjong siguió sonriendo mientras escuchaba los pasos de su esposa alejarse con cierta rapidez, en cuanto dejó de escucharlos su semblante se tornó sombrío, ninguno de los presentes lo notó, también se habían concentrado en la salida de Hae Soo.

-Jung- llamó el rey con una voz severa y gruesa, el príncipe y los demás se giraron de inmediato hacia Wang So, pero cuando vieron su cara llena de furia, se tensaron.

-A tus órdenes, Pyeha- respondió el catorceavo príncipe tratando de no tartamudear del miedo.

-Tráeme inmediatamente al noveno príncipe Wang Won- ordenó tétricamente. Jung respondió con un "De inmediato" y salió casi corriendo del salón del trono. Baek Ah y Ji Mong se quedaron solos con el enojado rey, la tensión en el ambiente era tan densa que casi podía tocarse- Baeh Ah, ¿podrías tocar algo para mí, por favor? Necesito calmarme, si no, alguien va a terminar muerto- pidió el rey con amabilidad, pero no dejaba de escucharse siniestro.

-Claro, Pyeha. Sólo permíteme ir a mis aposentos por un instrumento, ¿Qué tipo de música te apetece escuchar?- accedió el nervioso mejor amigo de So.

-Lo que quieras, pero apúrate- presionó Gwangjong ya sin tanta cortesía.

-De acuerdo- respondió el treceavo príncipe un poco menos tranquilo. No era la primera vez que su hermano le hacía esa clase de petición; pero en esa ocasión, mientras salía del salón del trono por su gayageum, Baek Ah deseó haberse ido con Hae Soo o con Jung.

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-¡Su Majestad!- saludó Chae Ryung muy emocionada a su reina y amiga. Las otras damas de la corte que se encontraban limpiando Damiwon bajo las instrucciones de su superiora inmediatamente detectaron con la mirada a Hae Soo y agacharon sus cabezas frente a ella.

-Buenos días, dama de la corte Chae- respondió al saludo la esposa del rey, en realidad habría querido llamarla por su nombre nada más, pero por su posición ahora se veía obligada a ser muy formal cuando la estuvieran viendo.-El rey me ha dado la importante tarea de calcular un presupuesto de gastos máximo para el palacio. Con ello, no se desperdiciará comida ni ropa y también tiene la intención de reducir los impuestos- las damas de la corte murmuraron emocionadas ante la declaración de la reina- Una vez te hayas desocupado, necesito que me acompañes a Gyobang, recogeremos a Woo Hee y comenzaremos a trabajar las tres- concluyó tan amable y serena como siempre.

-Ya casi termino, Mama, ¿puedo ofrecerle algo de beber y comer mientras espera?- preguntó Chae Ryung.

-Sólo necesito una hoja de papel, tinta y pinceles finos, por favor- respondió la reina después de meditarlo un poco.

-En seguida- la nueva dama de la corte principal miró a una de sus subordinadas y con un discreto gesto de su cabeza le hizo entender que debía traer lo que la reina había pedido.

Hae Soo se dirigió a la que alguna vez había sido su habitación y también la de la dama de la corte Oh, ahora le pertenecía a Chae Ryung y se veía tan ordenada como siempre. Recordó que cuando el rey Mo recién le otorgó el título de su mentora, la primera noche que tuvo que pasar en ese cuarto la llenó de temor, sentía que no debía estar ahí, que ese seguía siendo el lugar de la dama de la corte Oh; aún la angustiaba la terrible culpa que sentía por la muerte de la pobre mujer; su corazón se agitó, sabía que debía calmarse, el que viviera era el deseo de Oh Soo Yeon y (muy probablemente) que hiciera feliz a So, a quien también consideraba un hijo, Hae Soo sintió que había valorado su sacrificio, se había casado con su gran amor, era la reina y estaban trabajando juntos para bien del reino, no cabía duda de que no estaba viviendo en vano.

-Mama, aquí está el material que pidió- anunció una joven dama de la corte del otro lado de la puerta. Soo se acercó y la abrió.

-Muchas gracias, puedes retirarte- respondió amable la bella monarca recibiendo lo que había pedido, ambas se hicieron una reverencia la una a la otra y después de cerrar la puerta, Soo se dirigió al que fue su escritorio y se puso a trabajar.

Justo terminó cuando Chae Ryung pidió permiso para entrar, una vez le fue dado, la amiga de la reina entró junto con otras tres damas de la corte vestidas con hanboks amarillos y morados, y una cuarta con uno verde claro y oscuro, Hae Soo supo que ellas eran su nuevo séquito y sin querer se sintió incómoda ante la idea de que esas cuatro mujeres tuvieran que seguirla día y noche a donde fuera, aunque también podían llegar a ser realmente útiles en ese momento.

-Mama, todo está listo para ir a Gyobang- anunció contenta Chae Ryung después de hacer una reverencia- El rey me dio indicaciones ayer en la noche de escoger un séquito de damas de la corte que cuidarán de usted y atenderán sus órdenes. Permítame presentarle a la dama de la corte Kim, a la dama de la corte Byun, a la dama de la corte Lee y a la líder del séquito, la dama de la corte Min- conforme las iba nombrando, cada una de las mujeres (más o menos de la edad de la reina) hacían una reverencia en señal de respeto a su señora.

-Un gusto en conocerlas a todas, me pongo bajo su cuidado- saludó sonriente Soo.

-Estamos a sus órdenes, Hwango- corearon las damas de la corte inclinando sus cabezas con las manos una sobre la otra a la altura del estómago.

-Vamos, tenemos mucho qué hacer- ordenó animada la joven reina, dobló la hoja de papel y la guardó dentro de su grueso cinturón bordado. Las damas le abrieron paso y caminaron detrás de ella.

Gyobang quedaba bastante lejos de Damiwon, en la parte más remota del inmenso palacio. Ningún rey ni reina iba ahí nunca, sólo los príncipes de vez en cuando, Baek Ah iba a ver a su prometida a la casa de gisaengs ahí ubicada y So, Wook y Jung habían ido antes a ver a Soo cuando trabajaba como lavandera. No eran los mejores recuerdos de la joven, pero sabía que tenía que cerrar ese ciclo de su vida. Tardaron bastante en llegar, sobretodo porque la reina tuvo en un punto del recorrido que descansar y después bajar el ritmo de la caminata sin importar que estaba bastante apurada, no quería que se hiciera más tarde. Llegaron a la casa y todas las damas de la corte y los guardias ahí ubicados no podían creer que la propia reina de Goryeo estuviera visitándolos, se tiraron al suelo en señal de respeto y la alabaron como a una diosa.

-No, por favor, levántense. No tienen que hacer eso- Soo también se agachó para tocar de aquellos que se humillaban ante ella en señal de respeto y ayudarlos a pararse, todos estaban impresionados por el acto de la reina, Chae Ryung más que nadie conocía la extrema bondad y humildad de su amiga; pero verla ponerse a la altura de personas con un estatus muchísimo menor al de ella le daba esperanzas.

-¿Mama?- llamó una voz familiar, Hae Soo todavía no podía conseguir que nadie se levantara- ¿Qué estás haciendo?- preguntó confundida la voz.

La reina levantó la vista, ahí estaba Woo Hee viéndola con desconcierto ¿por qué la mujer más importante de todo Goryeo estaba arrodillada en el suelo?

-¡Oh, Woo Hee! ¡Hola!- saludó animosa la joven- Yo...estaba buscándote, pero en cuanto entré todos se tiraron al suelo y...simplemente no puedo conseguir que se levanten...-confesó bastante apenada.

-Ah...¡Oigan! ¡La reina les ha ordenado que se levanten! ¿Por qué la desafían?- gritó Woo Hee con gran autoridad. Todos los trabajadores de Gyobang que se habían humillado ante Hae Soo se levantaron de manera apresurada pidiendo disculpas por haberla desobedecido, ella también se puso de pie con la ayuda de Chae Ryung.

-No se disculpen, por favor...pueden continuar con sus actividades- Soo trató de sonar como siempre, animada y sonriente; pero ver la cara de desconcierto de sus súbditos le borró la sonrisa y solamente pudo despedirlos con una débil orden- Gracias, Woo Hee- agradeció tratando de recuperar su tono de voz original.

-No hay nada qué agradecer, Mama- respondió contenta la gisaeng haciendo una leve reverencia, la reina no pudo sentirse más incómoda.

-Tienes mucha autoridad en la voz, eres más reina de lo que yo alguna vez seré...-dijo con cierta tristeza Soo, se sentía humillada hasta cierto punto.

-¡No digas tonterías, Mama! Jamás podría compararme contigo...sólo...se tiene que tener mano firme para mantener Gyobang en paz y éstas personas...la única visita importante que recibimos es la de Baek Ah; pero se sienten olvidados por todos en el palacio, ver a su reina aquí los ha llenado de alegría y esperanza. Te aseguro que estarán hablando de esto por meses- refutó Woo Hee.

-No quiero que nadie vuelva a sentirse así...olvidado...por eso estoy aquí, amiga mía. Te necesito para cumplir una tarea que el rey me ha dado, debo entregarle a más tardar para cuando acabe el mes un presupuesto máximo, el objetivo es que se puedan reducir los gastos del palacio y adaptar los impuestos a la situación actual de la gente, las necesito a Chae Ryung, a ti y a mis damas para eso- explicó Hae Soo sintiéndose más animada después de los que le dijo su amiga, le gusta la idea de ser un símbolo de felicidad y esperanza, si ella significaba eso, entonces So también, su gente lo quería y lo respetaba; esa era una buena señal para ella de que tenía que trabajar duro para mantener esa imagen, no era tiempo para desanimarse.

-¡Puedes contar conmigo, Soo! ¡Digo...!- Woo Hee se había emocionado tanto con lo que Hae Soo le había dicho que se olvidó del protocolo un momento.

-Descuida, quiero que me llames por mi nombre. A éste paso, se me va a olvidar- pidió la reina con una sonrisa sincera.- Antes de irnos, necesito ir a un último lugar, acompáñenme-.

Las mujeres le abrieron paso a Hae Soo y ella avanzó con paso firme a algún lugar.

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En el pequeño riachuelo a las afueras de Gyobang, cinco lavanderas cumplían con su deber mientras hablaban del más reciente acontecimiento: la boda del rey.

-¿Siquiera conoces el nombre de la nueva reina?- preguntó la lavandera más joven de las cinco.

-A nadie le importa cómo se llame, de lo que todos están hablando es que proviene de un clan que trató de traicionar al rey Taejo.- dijo otra con despotismo.

-Yo escuché que la que iba a casarse con el rey era la princesa Yeon Hwa del clan Hwangbo- murmuró la tercera.

Ante tal afirmación, todas las lavanderas inhalaron sorprendidas. No tenían una opinión clara sobre la hija del primer rey; pero definitivamente no les agradaba la idea de que una traidora la destituyera.

-¡Ahora resulta que también es usurpadora! ¿Qué nos espera con esta reinecilla?- exclamó la más vieja con disgusto.

-Bueno, si de verdad el rey se casa con cualquiera, tal vez se case conmigo- bromeó la chiquilla. Ante tal comentario, las lavanderas más viejas se quejaron y le sacudieron la rompa en la cara, empapándola completamente.

Entonces escucharon que varios pasos uniformes se acercaban a ellas. Al mirar atrás se percataron de que una preciosa mujer ataviada con las más finas ropas caminaba directo hacia ellas con rostro firme y era escoltada por la maestra de gisaengs, la dama de la corte principal de Damiwon y cuatro damas más. No cabía duda, esa mujer era la nueva reina de Goryeo, pero ¿por qué se les hacía tan familiar?

-¡Saluden a la reina Hae Soo de Goryeo!- exclamó Woo Hee a todo pulmón y con tal orgullo que hasta la propia monarca sintió que se le erizaba la piel al mismo tiempo que trataba que la pena no enrojeciera sus mejillas.

Las lavanderas estaban impactadas. ¿Esa era Hae Soo? ¿La reina era aquella niña gris y triste que había perdido todo su espíritu? ¿Esa mujer tan bella y de paso firme era la chica con la pierna coja y las manos ampolladas? La más vieja de las lavanderas estaba petrificada, seguro que Hae Soo había regresado sólo a humillarlas y a vengarse de ellas. La mujer tragó saliva con dificultad, casi podía sentir la soga en el cuello.

-¡Saludos, su majestad!- saludaron todas las lavanderas al mismo tiempo poniéndose torpemente en fila y lanzándose al suelo en señal de respeto.

Woo Hee y Chae Ryung se sabían muy bien la historia de su amiga en Gyobang. En ocasiones, alguna de las dos se escabullía al rincón del río donde Soo se sentaba a pensar y se quedaba con ella largas horas. No se quejaba nunca, una parte de ella sentía que se merecía lo que le estaba pasando, otra deseaba morir y una más cada vez más presente la hacía pensar en el cuarto príncipe. La información que recibían sobre el maltrato de su amiga por parte de las otras lavanderas venía de Baek Ah, que a su vez venía de Jung. Ambas estaban muy nerviosas sobre cómo podría reaccionar la nueva reina al estar frente a sus abusadoras, la más joven conocía a la perfección el carácter impulsivo y hasta violento que podía adoptar Hae Soo ante los abusivos; en cambio, la princesa sólo conocía a una joven tranquila y con temple que realmente no reaccionaba con facilidad ante las provocaciones. Pero en ese momento, se preguntaban qué faceta de Soo saldría a la luz.

Por su parte, la esposa del rey no sabía cómo reaccionar. Si todavía tuviera los mismos 16 años con los que llegó a esa época tan desconocida y su carácter conservara las actitudes del siglo 21, muy probablemente ya le habría soltado una bofetada a cada una de las mujeres postradas frente a ella. Pero ahora era la reina, si actuaba de ese modo, estaría afectando la imagen de su marido y sinceramente, la situación ya era bastante precaria. Se tragó las ganas de desquitar su ira con violencia física y se mantuvo con su plan original.

-Lavandera Dong- llamó con firmeza la reina a la lavandera más vieja. Esta se paró con torpeza y se acercó a Hae Soo inclinando la cabeza.

-¿S-sí, Mama?- preguntó con miedo. Soo la miró severa y le extendió un papel doblado en cuatro que tenía guardado en su vestido. La lavandera Dong lo miró confundida- ¿Qué es, Mama?-

-Tómalo- ordenó Soo y la lavandera obedeció. Desdobló con cuidado la hoja que le había sido entregada y vio con aún más duda su contenido.

- E-Esto...-

-Cuando era lavandera aquí en Gyobang, me pediste que dibujara el rostro del cuarto príncipe. Supe que lo que querías era ver la cicatriz en su rostro y no iba a permitir que difundieras el dibujo por todo el lugar y fuera humillado. Ahora aunque traten de dañarlo, no les servirá de nada.- dictó con firmeza. Woo Hee se fijó en las manos de su amiga, parecía que debajo de la tela de la manga estaba apretando los puños conteniendo su ira.

-Pero, Mama. Aquí también está usted...- dijo con nerviosismo la mujer. Chae Ryung quiso alzarse para ver mejor el dibujo de su reina y amiga, así que para eso quería la tinta y el papel.

-Así es.- dijo exhalando, se le veía más tranquila y hasta sonreía- Quiero que conserves este dibujo y lo muestres en todo Gyobang. Las personas deben saber que si un hombre que fue despreciado por su familia y difamado por una cicatriz pudo ser rey y una mujer proveniente de una familia deshonrosa que fue torturada y hecha esclava pudo convertirse en reina ¿qué excusa pueden poner ellos para no superarse?- las palabras de la reina eran claras, denotaban su objetivo y el de su esposo. No serían ellos los que cargaran con el peso del reino, todos debían poner su parte. Los reyes dejarían de ser los solapadores de los corruptos y los consentidores de los pobres. Todas las mujeres presentes estaban sorprendidas por la declaración de la reina.

-Lavandera Dong-

-¿S-si, Mama?- ante tales palabras, la mujer se había puesto más nerviosa ¿cuándo fue que Hae Soo había adquirido tanta confianza?

-¿Sabes por qué sigues atascada en el río en lugar de servir en la escuela de gisaengs o Damiwon a pesar de que existe la posibilidad de que puedan ir subiendo de categoría?- una vez más, Hae Soo adoptó su semblante severo.

-N-no-

-Es porque a pesar de que cumples con tu trabajo, dedicas tu día a criticar y cuchichear sobre otros, además de que también gustas de humillar a las personas y no muestras la más mínima compasión. ¿En serio crees que el rey quisiera a alguien como tú encargándose de él o de su familia?- lo último que Hae Soo dijo, prácticamente lo gritó. Todas temblaron un poco al escuchar a la reina levantar la voz, pero Woo Hee se sentía excepcionalmente orgullosa de ver a su mejor amiga convertida en una verdadera reina, Chae Ryung por otro lado...sintió miedo.

-¡Perdóneme, Mama! ¡Por favor, perdóneme!- comenzó a suplicar la lavandera Dong tirándose al suelo de nuevo, inmediatamente las otras lavanderas comenzaron a hacer lo mismo.

-A partir de ahora, todo será diferente. Mi esposo será un rey distinto a lo que han conocido, uno mejor. Pero Goryeo no puede exigir un mejor rey si no cambia también. Todos y cada uno de nuestros súbditos son importantes para el cambio que mi esposo y yo queremos hacer; pero si se siguen comportando como antes, no alcanzaremos nuestro objetivo.- Hae Soo calmó su tono de voz y miró a las mujeres postradas a sus pies. Relajó su semblante y se hincó con elegancia para tomar la mano de la lavandera Dong y ayudarla a levantarse- Si la gente mejora, Goryeo también lo hará. Dejen de cargar la espalda del rey con cosas que ustedes mismos pueden resolver y verán cómo el cielo brilla más- Soo le dedicó una sonrisa sincera a la mujer y se dio la vuelta dejándola de piedra.

Las damas de la corte se apresuraron a acompañar a Hae Soo. Todas y cada una estaban impactadas por la manera en que se había enfrentado a sus abusadoras sin terminar mandándolas ejecutar. Woo Hee fue la primera que se acercó a felicitar a su amiga mientras ella las dirigía a la casa de gisaengs.

-¡Eso fue maravilloso, Mama! Realmente les diste una lección- dijo entusiasmada.

-¡Sí, esa ha sido la mejor revancha que he visto!- añadió Chae Ryung.

Las damas de la corte que acompañaban a la reina también hubieran querido decir algo, pero realmente no sabían qué había sucedido entre su señora y las lavanderas; prefirieron no decir nada en caso de que fuera inapropiado.

-Yo no quería una revancha, todo lo que buscaba era que entendieran cómo van a ser las cosas a partir de ahora. Y quiero que ustedes también las entiendan.- respondió la reina volteando a ver a sus amigas y a las damas.- Las aprecio con todo mi corazón y por eso mismo deben ser el mejor ejemplo del cambio. Comenzaremos desde dentro y cuando los cimientos están firmes, construiremos un nuevo Goryeo, ¿entendido?-

-¡Entendido!- respondieron al unísono Woo Hee y Chae Ryung.

La princesa secreta no podía estar más feliz, realmente las cosas iban a mejorar para ella y su gente. Tal vez dentro de muy poco pudiera confesarles que era la gobernante de Hubaekje y podría pedir ayuda para ellos. Todo saldría tan bien que no podía borrarse la sonrisa de la cara. Chae Ryung también estaba feliz de escuchar a su amiga de la infancia hablar así; pero algo la mantenía alerta. Recordó las palabras de Won diciéndole que Wang So no duraría mucho como rey y no podría evitarlo porque no tenía el apoyo político para mantenerse de pie. Pero si lo que él y Soo planeaban hacer funcionaba y la gente de Goryeo lo apoyaba y protegía, entonces los miembros de la corte real no tendrían ningún poder para afectar al rey, sin mencionar que también tendrían que enfrentarse al formidable Kitán. Por primera vez en su vida, Chae Ryung pensó que el noveno príncipe pudo haberse equivocado.

-¡Muy bien, ahora sí al mercado!- dijo Soo con entusiasmo caminando casi a saltitos.

-¿Eh? ¿El mercado?- preguntó Woo Hee confundida.

-Así es, tenemos que ver cuál es el precio de las cosas en el mercado de Songak para hacer el presupuesto que mi esposo me pidió, también tengo que enviar embajadores que hagan lo mismo en todos los demás mercados de Goryeo, además tengo que preguntarle a la gente cuánto pagan de impuestos y cuánta gente realmente trabaja y sus ingresos. ¡Es más, hasta podemos preguntarles cuál es su opinión sobre mi esposo y qué les gustaría que cambiara en Goryeo para mejorarlo!- dijo con tal entusiasmo que parecía una niña pequeña.

-Pero, Soo...Si la gente te ve en el mercado van a decirte que a pesar de no llevar mucho tiempo gobernando, el rey es maravilloso y que las cosas están bien tal y como están- aseguró Woo Hee.

-Por eso nos disfrazaremos-

-¿Eh?- la exaltación de las acompañantes de la reina era clara. Ella sonrió, se quitó las horquillas, dejando su pelo suelto.

-Por ahora, no seré la reina Hae Soo. Seré simplemente yo, ¿de acuerdo?- las mujeres miraron impactadas a su reina, realmente era una chica peculiar con una mentalidad muy rara. –Woo Hee, en la escuela de gisaengs hay ropa para que Chae Ryung, mis damas y yo nos cambiemos, ¿verdad?-

-Ah, sí- dijo Woo Hee aún tratando de digerir lo que estaba pasando.

-Muy bien, vamos para allá-

-¡Pero, Mama! Las damas de la corte no tenemos permitido salir del palacio- dijo Chae Ryung con pena.

-No te preocupes. Nadie tiene por qué enterarse.- Hae Soo guiñó un ojo y siguió su camino acompañada de sus amigas

Para las damas de la corte era imposible no creer que era una reina muy extraña.

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Wang Won no podía dejar de temblar. La suave melodía que Baek Ah tocaba en su gayageum se escuchaba tenebrosa con la mirada inquisidora del rey sobre él. Llevaba diez minutos ahí parado sin que ninguno de los presentes dijera nada y la tensión podía sentirse en el aire. Jung, Baek Ah y Ji Mong sabían que So le tenía guardada a Won una muy grande por haber sido el perro fiel de Yo durante su reinado. El noveno príncipe estaba seguro que nada bueno saldría de estar ahí frente al rey que había despreciado.

-Te lo dije, Won. Te dije que tuvieras cuidado.- finalmente habló Wang So y se escuchaba aún más amenazante que en otras ocasiones.

-¿Disculpe, pyeha?- respondió con nerviosismo, no atreviéndose a levantar la cabeza.

-El día que el rey anterior trató de matar a Hae Soo, tú trataste de desmentir que yo aún la amaba. Ciertamente, tenías razón. Te dije que te cuidaras porque esa boca tuya iba a terminar trayéndote problemas.- aseguró con una cruel sonrisa dibujándose en sus labios.

-¡Pyeha! ¡Perdóneme, por favor! ¡Yo sólo le servía porque temía que me matara o lastimara a mi familia tal y como lo hizo con Eun!- suplicó el cobarde príncipe tirándose al suelo.

La escena era completamente desagradable para So. No podía creer que ese parásito se atreviera a usar la memoria de Eun para tratar de salvarse. Jung apretó los dientes al recordar el día en que perdió a su mejor amigo y Baek Ah sólo podía pensar que si seguía así, Won también iba a terminar muerto. So disfrutaba de ver a su hermano humillado frente a él, realmente era una sabandija que no merecía vivir; pero antes de tomar cualquier decisión, le sacaría provecho.

-Noveno príncipe Wang Won. Si haces lo que yo te digo, tú y tu familia estarán a salvo- dijo con seguridad.

-¡Sí, sí, Pyeha! ¡Haré lo que sea!- aseguró con voz desesperada.

-Levántate- ordenó el rey y el miserable obedeció.- Fuiste el confidente de Wang Yo y muy probablemente su cómplice. Quiero que me digas cómo fue que murió nuestro primer hermano.- ordenó Wang So con severidad, aunque los que se atrevieron a mirarlo notaron la tristeza en sus ojos. Won realmente no quería contestarle, temía demasiado las repercusiones; pero estaba consciente de que si no respondía por las buenas, le sacarían la verdad a golpes.

-S-su baño fue envenenado. Las hierbas que utilizaba eran impregnadas con mercurio...todos los días, su piel se llenó de llagas y perdió la cabeza. La intención era que dejara de ser funcional como rey, entonces alguien más podría tomar su lugar, pero se negaba a renunciar. Finalmente, su cuerpo no resistió más.-

-¿Y quién era ese alguien más? ¿Wook? ¿Yo? ¿Tú?- preguntó con impaciencia.

-Wang Yo...- cuando Won pronunció ese nombre, la sangre le hirvió al rey.- Él y Wook estaban coludidos. Nuestro octavo hermano le dijo de un pasadizo secreto en los baños por donde podría entrar nuestro tercer hermano y sus hombres sin ser detectados. También le dijo que usara a Hae Soo para mantenerte controlado.- La música de Baek Ah se mantenía tranquila; pero el rey apretaba tanto los puños que la sangre amenazaba con emanar de sus manos muy pronto.

-¿Quién está detrás de ti? No eres lo suficientemente listo para lograr armar tal plan tu sólo. Dime ¿de quién eres el perro ahora?- preguntó amenazante el rey.

-Wo...Wook.- respondió temeroso el cobarde príncipe.

Wang So no necesitaba nada más para deshacerse de su octavo hermano. Pero él había provocado la muerte de Mo, lo había separado de Hae Soo por dos años y buscaba quitársela. No, su venganza contra Wook debía ser tan terrible como la maldad del príncipe.

-Él me ordenó que también te envenenara a ti, Pyeha...del mismo modo que a nuestro primer hermano...no pude negarme, sentía miedo...-dijo Won. Creía que darle un poco más de información al furioso rey le ayudaría a ganarse su piedad. Gran error.

-¿Envenenaste mi baño...? Pero...- la mente de So trabajaba a mil por hora tratando de procesar tanta información. Sólo dos personas podían encargarse de su aseo personal: la dama de la corte principal y alguna otra que fuera de su confianza. Él podía resistir el veneno; pero esos dos últimos días no se había estado bañando solo- ¿¡Quién fue!? ¿¡A quién mandaste que me envenenara!?- So había saltado de su trono al suelo hasta quedar frente a Won. Lo tomó del cuello de su vestimenta y lo levantó en vilo, Baek Ah y los demás lo llamaron, pero no los escuchó. Una parte de él deseaba tener colmillos que fueran capaces de desgarrarle la yugular a Won.

-Cha-Chae Ryung...le di todo a ella...el veneno, el dinero. Ella fue la que envenenó a Mo y la que te envenena a ti...-respondió, aunque había miedo en su voz, también sonaba como si se burlara de él.

-Soo...-musitó casi gruñendo.- Mi esposa ¡Ha estado en el baño conmigo, maldito bastardo!- So soltó a Won y le propinó tal puñetazo que mandó al noveno al suelo completamente aturdido y con el labio partido. Baek Ah dejó de tocar su instrumento repentinamente y sintió una sincera angustia por su hermano, no podía creer que hubiera sido tan estúpido como para atentar contra Soo y peor aún, decírselo al rey.

-¡Pyeha, basta!- le pidió Ji Mong acercándose al furioso rey.- No vale la pena...-dijo en un tono tranquilo, mirando con desprecio a Won. ¿En qué momento los niños a los que les leía cuentos comenzaron a dañarse entre ellos?

-¡Guardias! ¡Métanlo al calabozo! Decidiré cómo pagarás todo lo que hiciste una vez haya acabado con esa sirvienta.- ordenó el rey con ira.

Dos guardias enormes tomaron a Won por los brazos y lo comenzaron a arrastrar lejos de la presencia del rey.

-¡Pyeha! ¡Ten piedad, por favor! ¡Lo prometiste! ¡Dijiste que estaría a salvo si te decía la verdad! ¡Dije la verdad, dije la verdad...!- los gritos de Won se fueron haciendo más y más lejanos a medida que los guardias lo llevaban al calabozo.

Un silencio sepulcral invadió el salón del trono. En cuanto las puertas se cerraron, So se dirigió de nuevo a su trono caminando a zancadas que casi hacían retumbar la tierra los príncipes y el astrónomo miraban a su amigo esperando cualquier reacción. Una vez estuvo sentado en el trono, habló y aunque su semblante pudiera parecer sereno, todos detectaron al lobo en su mirada.

-Jung.- llamó el rey a su décimo cuarto hermano con voz firme.

-¿Si, Pyeha?- respondió sin temor, sabía que el rey no se desquitaría con él.

-Apresa a Chae Ryung en este momento. Sácale toda la verdad. Busca el veneno y el dinero en su habitación. Y cuando haya confesado, ejecútala mañana al amanecer.- las órdenes del rey eran claras y nadie se iba a atrever a desobedecerlas.

-Como digas.- respondió Jung dirigiéndose a la salida. Iría por unos cuantos soldados más para que revisaran el cuarto de Chae Ryung y después irían por ella. Si hubiera caído en Jung la responsabilidad, la habría matado en el momento en que la viera.

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Todo era risas y diversión en un pequeño kiosco a orillas del lago en Damiwon. Después de cambiarse con ropas más comunes, Hae Soo había salido del palacio junto con sus acompañantes al mercado. Había pedido que la peinaran igual que a la dama Hae para denotar que era una mujer casada, no creía que fuera necesario ocultar ese hecho.

Woo Hee salía con más frecuencia que las demás y sintió una mezcla de ternura y risa al ver a las damas de la corte maravilladas con volver a salir a las calles de Goryeo después de (en el caso de algunas de ellas) varios años.

Soo les había confesado que se escapó con su marido la noche del festival y que ese había sido el mismo día en que se comprometieron. Se abstuvo de los detalles después del compromiso y siguieron su camino.

Habían caminado entre los plebeyos como solían hacerlo antes, anotaban en cuadernos los precios de diferentes productos y varios puestos y se recordaban compararlos en palacio. Les preguntaron discretamente a las personas cuánto pagaban de impuestos y se alarmaron cuando escucharon la cantidad excesiva de dinero que tenían que entregar cada mes dada la situación. Regresando al palacio a través del pasadizo secreto, Hae Soo sabía que su esposo y ella tendrían mucho trabajo por hacer.

-Les agradezco mucho a todas que me acompañaran hoy.- dijo Soo bebiendo del té que le habían servido.

Ella estaba sentada en una pequeña mesa junto con Woo Hee, no había podido convencer a las damas de la corte de sentarse con ella y habían preferido pararse a su lado. Por su parte, Chae Ryung había aceptado sentarse en la mesa de la reina y se encargaba de servir las bebidas. Todas se habían vuelto a vestir con sus atavíos originales, así no levantarían sospechas.

-Fue un honor acompañarla, majestad.- dijo cortésmente la dama de la corte Min.

-¡Además de que fue muy divertido!- Agregó la dama de la corte Kim, aunque una mirada severa de su superiora la hizo retroceder.

-Me alegro de que hayan pasado un buen tiempo conmigo. Repetiremos esto unas cuantas veces más, pero también tendré que mandar mensajeros a las partes más lejanas de Goryeo.- Soo parecía sentirse desanimada. No le gustaba nada la situación en la que estaba sumida su país y temía por ellos. No queriendo amargarse la tarde, decidió cambiar de tema.- Woo Hee, cuéntanos qué ha pasado con tu boda con Baek Ah. Sinceramente, pensaba que tú ibas a casarte antes que yo.- la amiga de la reina tragó saliva con dificultad ante la mención de tal tema.

-Bueno, yo también pensaba lo mismo. Pero como soy de otro país, es necesario que una familia de Goryeo me adopte para que pueda casarme con Baek Ah, hemos entrevistado a muchas familias; sin embargo, él dice que ninguna es "digna de mí" y por eso no hemos podido casarnos. Realmente me fastidia mucho.- dijo con molestia la gisaeng nada más de recordar los berrinches de su prometido respecto a las familias que habían visto.

Hae Soo no pudo evitar sonreír divertida ante la respuesta de Woo Hee. Podía imaginarse perfectamente a su cuñado haciendo pucheros y poniendo excusas de por qué debían buscar una familia mejor. No podía culparlo, sabía lo mucho que Baek Ah había esperado a Woo Hee y cuánto la amaba, era lógico que a pesar de ser un príncipe de bajo rango quisiera lo mejor para ella. Esa actitud le recordó a la de So, cómo él siempre quiso que ella estuviera bien y fuera feliz. Entonces, se le ocurrió una idea.

-Oye, Woo Hee...¿y si te adopta mi familia?- sugirió la reina. La mencionada casi se ahoga con el té que estaba bebiendo y las damas de la corte se sorprendieron bastante ante tal opción.

-¿Eh?- fue todo lo que atinó a decir la princesa secreta.

-¡Piénsalo! ¡Es una excelente idea!- dijo más emocionada la reina.

-P-pero, Mama, yo no tengo nada...-admitió con pena la joven.

-¡Claro que sí! Si mi familia te adopta, serás una hermana de la reina y te estarías casando con un hermano del rey. La familia de Baek Ah es de la realeza de Silla y la hermana de mi esposo se ha casado con el rey de Silla. Si te casas con Baek Ah teniendo mi apellido, se fortalecerían los lazos familiares con la realeza de Silla y la alianza cobraría más resistencia.- la explicación de Hae Soo no carecía de sentido y el entusiasmo que le había puesto al decirla convenció a todas las presentes.- Además, ¿qué familia podría ser más digna de ti que la familia de la reina?- agregó con una sonrisa astuta.

Woo Hee no podía creer su buena suerte. Sabía que si Soo le daba la misma explicación a su marido, y tal vez sin hacerlo sólo con pedirlo, el rey aceptaría convertirla en una miembro del clan Hae. No sólo se casaría con el hombre que tanto amaba, sino que obtendría el poder suficiente para proteger a su pueblo teniendo a Goryeo y Silla respaldándola. Sí, pronto podría decir la verdad de quien era, todo saldría bien.

-Mama, estoy sumamente agradecida con tu ofrecimiento. Y sería un honor para mí poder llamarme tu hermana.- respondió al borde de las lágrimas la joven.

Las futuras cuñadas estaban tan inmersas en su propia felicidad que no notaron que el semblante de Chae Ryung se había tornado pensativo. Si una extranjera como Woo Hee podía recibir tal oportunidad, ella por ser nativa de Goryeo y amiga de la infancia de la reina no tenía por qué recibir un desprecio ¿verdad?

-Majestad.- llamó suavemente a la reina y ésta volteó.- Ahora que eres la reina, todas las mujeres de tu familia son muy importantes ¿verdad?- preguntó casi ansiosa.

-Pues, sí.- respondió Soo algo confundida ante tan extraña pregunta.

-Eso quiere decir, que cualquier mujer del clan Hae puede casarse con un hombre de alto rango ¿cierto? Incluso un príncipe.- la voz de Chae Ryung se tornaba cada vez más desesperada.

-Es...lo que acabamos de decir, Chae Ryung.- respondió incómoda la reina.

-¡Mama!- sin aviso alguno, la dama de la corte principal se tiró al suelo y se postró frente a su reina casi pegando la cara en el suelo y dándole un buen susto.- ¡Se lo suplico! ¡Permítame formar parte de su familia también!- suplicó la joven con voz desesperada.

-¿Qué?- para Hae Soo, todo había pasado demasiado rápido. Primero estaban tomando el té tranquilamente y de repente Chae Ryung se había postrado a sus pies pidiéndole semejante cosa.

-¡Le prometo que trabajaré muy duro para ser digna del apellido Hae! ¡Pero se lo suplico, su majestad, permítame convertirme en su hermana también, por favor!- siguió pidiedo la dama de la corte.

-Chae Ryung...-la reina se relajó. Se levantó de su asiento y tomó las manos de su querida amiga para indicarle que debía incorporarse. Una vez lo hizo, la miró a los ojos y dijo.- ¿Por qué quieres formar parte de mi familia? Debes tener un buen motivo para pedirme algo así.

-Hay...hay alguien a quien amo con todo mi corazón. Lo he amado desde que le conocí; pero no puedo casarme con él porque no tengo nada que ofrecerle. Si me convirtiera en tu hermana, majestad, podría finalmente hacerme su esposa sin hacerle perder nada a él.- explicó enternecida ante el recuerdo de su amado.

-Por lo que me dices, deduzco que es un príncipe de quien estás enamorada ¿cierto?- preguntó la reina con curiosidad. Chae Ryung asintió con una sonrisa tímida.- Dime, ¿quién es?-

- Yo amo al...- Chae Ryung finalmente iba a confesar públicamente su amor por el noveno príncipe cuando fue interrumpida por una decena de guardias corriendo por el pasillo que daba al kiosco. Jung iba a la cabeza de ellos.

-¡Ahí están! ¡Protejan a la reina!- ordenó el décimo cuarto príncipe viendo en la dirección de Hae Soo.

Antes de que la reina pudiera reaccionar, dos hombres con sus armaduras habían levantado a Chae Ryung del suelo y la arrastraban lejos de ella. Hae Soo se sobresaltó y por puro instinto Woo Hee se puso al lado de ella en posición de defensa. La chica lloraba y pedía que la soltaran, llamaba entre lágrimas a su amiga, pero Jung le había bloqueado el paso Soo para evitar que fuera detrás de la criminal.

-¡Chae Ryung! ¡Alto! ¡Suéltenla!- ordenaba desesperada la confundida muchacha, pero los guardias ya estaban muy lejos como para escucharla. Entonces dirigió su atención al general que estaba frente a ella.- ¡Jung, te ordeno que los detengas!- realmente nunca pensó tener que hablarle así a ninguno de sus amigos, sentía que abusaba de su poder; pero la vida de Chae Ryung muy probablemente estaba en riesgo.

-Lo siento, majestad. El rey ordenó personalmente que Chae Ryung fuera apresada e interrogada.- respondió Jung firme, se sentía muy complacido de haber podido apresar personalmente a esa ratita traicionera.

-¿Qué no tengo yo el mismo poder que el rey? ¡Libérenla de inmediato!- el argumento de Soo era firme, pero había parecido olvidar algo que se quedó muy presente en Woo Hee, ¿por qué habrían de interrogar a Chae Ryung? Jung sólo pudo suspirar derrotado.

-Escucha, Soo, si quieres arreglar esto, debes ir con So. Él te lo explicará todo.- dijo más tranquilo.

-Por supuesto que lo hará.- dijo con firmeza la reina.

Esquivó a Jung y caminó lejos del kiosco. Woo Hee trató de seguirla pero el fuerte brazo de Jung la detuvo, lo que fuera a pasar no era algo en lo que debía involucrarse. Rezó para sus adentros que Baek Ah estuviera ahí cuando marido y mujer se vieran las caras, pero algo que le decía que la personalidad tan calmada del príncipe no serviría de nada esta vez.

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Las puertas de la sala del trono se abrieron estruendosamente. La reina entró tan rápido en el lugar que ni siquiera permitió que la anunciaran ante el rey. So levantó la mirada, ahí estaba su amada esposa, tan hermosa y tan enojada como esperara que estuviera. Enrolló de nuevo el pergamino que estaba leyendo y esperó tranquilo a que ella hablara primero. Aunque, no estaba de más saludarla.

-Hola, Hae Soo. ¿Cómo te has sentido hoy?- saludó con sincera simpatía.

-No trates de cambiar el tema, So.- amenazó la reina. Al ver el fuego en sus ojos, So supo exactamente cómo terminaría todo esto.- ¿Por qué mandaste apresar a Chae Ryung? ¿Ah? ¿Qué motivos te ha dado para que la trates así?- cuestionó furiosa la reina. Estaba parada justo frente al rey, él no estaba muy complacido con tener que verla hacia abajo, realmente deseaba que ese asunto terminara de una vez y ella volviera a sentarse en el trono junto a él; la discusión apenas empezaba y Wang So ya veía lejana esa posibilidad.

-Chae Ryung ha sido acusada de alta traición hacia la corona. Dado que la fuente no era precisamente confiable, Jung investigó su cuarto y encontró las pruebas que me dan todo el derecho de apresarla. Además, justo ahora deben estar interrogándola para asegurarme de no estar cometiendo una injusticia.- dijo So con seriedad.

-¿Asegurarte de no estar cometiendo una injusticia? ¿Te estás escuchando? ¡Dime quién fue la persona que acusó a Chae Ryung!-

-Fue Won.-

-¿Won? ¿¡Won!? ¿¡Estás apresando a mi amiga por algo que dijo Won!? ¡Sabes que él diría cualquier cosa para salvar su pellejo!- Soo se alteraba cada vez más, su corazón se agitaba y sentía la necesidad de presionar su pecho para calmarlo, pero hacerlo pondría a So en alerta sobre su estado y seguro se callaría para que no se pusiera mal, pero Soo quería saber cada detalle de lo que estaba pasando.

-Justamente por eso es que mandé a Jung investigar con sus hombres la habitación de Chae Ryung y cuando encontraron todo lo que Won aseguraba que ella tenía, los mandó a traerme las pruebas mientras iba a apresarla.- respondió el rey, para disgusto de su mujer estaba muy tranquilo, casi satisfecho.

-¿Y exactamente de qué se le acusa?- preguntó con sorna Soo.

-Su crimen más terrible es el de ser la asesina del rey Mo hace dos años. A partir de ahí sus delitos son menos graves.- y de repente, el semblante del cuarto rey se oscureció.

Soo se quedó se quedó de piedra. No, So debía estar mintiendo, debía haber una equivocación. Ella estaba todo el tiempo con Chae Ryung, supervisaba su progreso como dama de la corte y juntas servían al rey, la sirvienta jamás se quedó a solas con Mo, no había manera de que ella pudiera envenenarlo.

-Eso...no puede ser...siempre estábamos juntas...y ella jamás...- las palabras de la reina denotaban su profunda confusión. So sacó una caja de madera y extrajo su contenido, una botella pequeña de plata y varias bolsas llenas de lo que sonaba como dinero.

-Obviamente no lo planeó. Wook fue el de la idea, Won y Chae Ryung las herramientas. Originalmente, ella trabajaba en la casa de Won, cuando llegaste tú con Wook fue enviada con él para hacerte compañía. Yo y Wook trabajaron juntos para poner a mi tercer hermano en el trono, Wook le dio la orden a Won de sobornar a Chae Ryung y darle el mercurio con el que envenenaba todos los días las hierbas que se usaban en el baño de Mo.- Al terminar de escuchar la explicación de su marido, Soo se fijó en la botella y las bolsas, no había necesidad de preguntar qué eran, pero todavía no tenía sentido que no se diera cuenta que Chae Ryung pudiera intoxicar el baño sin que se percatara.

-¿Acaso se te olvida que a mí me tendieron una trampa cuando te envenenaron? ¡Pudieron hacer lo mismo con Chae Ryung!- trataba de justificar la joven.

-Es un pensamiento razonable, querida, pero todavía queda todo este dinero. Es demasiado para una dama de la corte que acaba de ser ascendida de rango recientemente.- en So había comenzado a surgir la esperanza de que podría hacer entrar a su esposa en razón.

-Pero yo siempre estaba con ella, nunca me separaba de Chae Ryung, ¿en qué momento podría haber...?- entonces, lo recordó. Al principio, si al rey se le antojaba algún aperitivo, licor o té era ella, Hae Soo, la que se levantaba y traía lo que su querido amigo necesitaba, después fueron los dolores y la comezón, si requería de algún medicamento especial, era su majestad la que dejaba un momento sola a su asistente con el rey para prepararlo. Y en varias ocasiones, ya fuera para preparar el té, la comida o el medicamento, Hae Soo se tardaba mucho.

Al ver la mirada de horror de su esposa, supo que ella había resuelto por sí misma ese misterio y aunque moría por saber cómo esa víbora había logrado quitarle la vida a su amado hermano, comprendía que ese no era momento de hacer tantas preguntas, sino de mostrarle otra cosa.

-Y eso no es todo.- algo en So le decía que era mejor detenerse en ese momento, pero iba a aprovechar que tenía la atención de su esposa y, muy probablemente, su convicción.

-¿A qué te refieres?- preguntó temerosa de enterarse de más cosas.

So sacó detrás suyo un libro con letras extrañas en la tapa y se lo extendió a su mujer.

-Acércate, Soo.- dijo con suavidad. La reina obedeció temerosa de saber cuál sería el contenido de ese libro; pero una vez subió hasta el trono con su marido y se sentó a su lado, reconocerlo la dejó helada.

-Es...es mi diario.- dijo con temor. Había escrito ese libro en hangul, describiendo con la tinta el dolor que le causaba estar lejos de su amado, el remordimiento que la atormentaba por no confiar lo suficiente en él y el miedo de que las cosas sólo estuvieran empeorando con su presencia en la época. Dado que había utilizado un lenguaje del futuro no temía que alguien se enterara del contenido del diario, lo que la ponía incómoda era que So lo tuviera.- ¿Por qué lo tienes tú?

-Hace semanas, la reina Hwangbo lo trajo a mi presencia acusándote de espía. Decía que el lenguaje incomprensible con el que está escrito eran claves con las que escribías secretos de la corte o de nosotros y que podías vender para derrocar al rey. Descarté completamente esta prueba por ser poco concreta, además de que logré salvar tu reputación diciendo que este no era un lenguaje espía, sino uno en clave que ambos inventamos para comunicarnos sin que nadie se enterara y que yo tenía un libro igual. Debo admitir, mi amor, que tuve que abrir tu diario para pretender leer unos párrafos en los que expresabas tu apasionado amor por mí y lo triste que estabas por tenerme lejos. Fui tan convincente que la reina Hwangbo se fue de aquí bufando de coraje.- So se había permitido darle un toque cómico a su relato, trataba de aligerar la situación, pero lo que había logrado era inesperado.

-Pues, habrá sido actuado o lo que quieras, pero justamente es eso lo que escribía aquí. También hablaba de tu padre, de la dama de la corte Oh...pero sobre todo de ti...-las mejillas de Soo estaban rojas, pero su voz reflejaba su tristeza. Lentamente se levantó y bajó del trono para el desconcierto de su esposo, podía sentir la vergüenza que emanaba de ella.

-Soo...no voy a pedirte que me digas lo que contiene ese diario, si alguna vez quieres compartirlo conmigo, te escucharé atentamente. Mereces tener tu privacidad. Lo que importa ahora es que la persona que le entregó el libro a la madre de Wook fue Chae Ryung.- respondió con seriedad.

Soo tenía la prueba de la traición de su amiga de la infancia en sus propias manos y todavía no podía creer lo que estaba pasando. Su cabeza daba vueltas y el corazón le latía como loco. Quería llorar y correr a los brazos de su esposo por consuelo, lamentarse por confiarle su vida a alguien que estaba dispuesta a traicionarla. Sabía lo que significaba ese diario, no sólo eran sus más fervientes deseos, sus penas más dolorosas, sino que si el Consejo Real hubiera tomado como válida esa prueba de su falsa traición, no hubiera podido casarse con su gran amor y quién sabe qué hubiera sido de ella.

Y aún así no podía creerlo. No podía concebir que Chae Ryung realmente la hubiera traicionado después de que ella misma arriesgó su propia vida para ayudarle a reencontrarse con So. No, debía ser algo más. Rezaba porque fuera algo más.

-Tal vez estaba bajo amenaza...su familia...- trató de excusar Soo.

-Chae Ryung es huérfana, Soo. Por eso mendigaba en las calles cuando Won la encontró.- So posó su mano sobre la de su esposa. Comprendía su dolor, sabía que la verdad era demasiado terrible para su amada como para aceptarla tan fácilmente, pero por su bien, tenía que hacerlo.

-Chae Ryung recibió órdenes de envenenarme de la misma manera que a Mo. Este es el mercurio que ha estado usando en los últimos días contra mí. Tú te has bañado conmigo y eso no le impidió cumplir su misión.- Soo temblaba, ¿En serio habría sido capaz?- Sabes que si algo te pasara, y por culpa de otros yo...- So miró a su esposa, tenía la mirada perdida, estaba tan impactada que ni siquiera podía llorar.- Amor, no hay excusas para lo que hizo. Chae Ryung cometió todos estos crímenes por voluntad propia. Nunca le importaste, no como me importas a mí.-

A pesar de su tono dulce, las palabras de So eran venenosas. Hae Soo comprendió que quería ponerla en contra de su amiga para que estuviera de acuerdo en su ejecución. Y ese fue el colmo para la reina de Goryeo.

-¡Eso es mentira!- Soo se soltó de su marido y bajó del trono, dirigiéndose a la puerta.

-¡Soo!- la llamó el rey confundido.

-¡Deberías saber que es gracias a Chae Ryung que tú y yo estamos aquí, idiota!- las palabras furiosas de Soo golpearon directamente a Wang So, quien sólo pudo quedarse paralizado en su lugar.- Hay algo más, algo que llevó a una chica pobre e indefensa como Chae Ryung a someterse a un par de príncipes ambiciosos. Pero tu ira está nublando tu juicio, te niegas a ver la realidad ¡Y no permitiré que la castigues sólo porque no puedes controlar tus emociones!- Hae Soo sentía que iba a llorar, pero no permitiría que So la viera, porque si la consolaba sabía que quedaría a su merced y la pobre Chae Ryung sufriría un castigo injusto. Le dio la espalda al rey y siguió su camino a la puerta.

-¡Ella mató a mi hermano, Soo!- gritó So con dolor, tratando de hacerla entrar en razón.

-Y tú estás matando a mi hermanita.- replicó sin siquiera dirigirle la mirada y caminando hacia adelante. Ya estaba muy cerca de la puerta.

-¡Soo! ¡Te ordeno que te detengas! ¡Obedece a tu rey!- el monarca se levantó furioso de su trono, ya no iba a suavizar su tono, estaba lo suficientemente desesperado como para que hacerlo le importara. Al menos, logró que su mujer se detuviera e incluso lo mirara, aunque en sus ojos no había más que desprecio.

-No, mi esposo es el rey. Tú eres sólo un animal sediento de sangre y ya me harté de escucharte.- escupió la joven reina sin temor a lo que podría sucederle, sabía a la perfección que So jamás la lastimaría.- Adiós, "Perro-lobo".- fue todo lo que dijo antes de desaparecer detrás de la puerta.

Por unos segundos, Wang So se quedó quieto sin saber cómo reaccionar.

Perro-lobo.

Lo había llamado "Animal sediento de sangre".

Perro-lobo.

Lo había mirado con unos ojos llenos de odio, lo había mirado como ni siquiera su madre lo había hecho nunca.

Perro-lobo.

No le creía, no confiaba en él.

Perro-lobo.

La estaba perdiendo, desde que se casaron sólo sentía cómo se alejaba más y más de él.

Perro-lobo.

Finalmente, reaccionó. Soltó un grito de ira. Arrojó el diario y las pertenencias de Chae Ryung lejos de él. Maldijo el nombre de esa comadreja desgraciada y el de sus hermanos traidores. Los condenó al infierno en ese momento.

Conque "Perro-lobo", ¿Eh? Pues ahora Hae Soo comprobaría que tan grande podría ser su sed.