Capítulo 2. Casados

Ambos se prometieron mentalmente que no pelearían más.

Pero no pudieron.

No sabían por qué, pero discutir era lo único que hacían bien. En un inicio era fácil de notar lo mucho que se esforzaban en que las peleas fueran pasajeras, sin embargo, en menos de cinco días, antiguos apodos despectivos como "fea", "gorda", "fenómeno", "marimacho" o "afeminado" se volvían tan comunes como la nieve en invierno.

Akane se sentía impotente al respecto. Esto mismo causó que su boda le resultara incómoda.

Al final, Ranma y Akane se casaron tan pronto como a sus padres les fue posible. Los Saotome se encargaron de que su joven hijo luciera lo más presentable posible, y los Tendo de que la más pequeña de la familia se viera hermosa en ese vestido blanco.

La ceremonia fue mucho más normal de lo que se esperaba. Para empezar, Ranma y Akane se encontraban tan nerviosos que no se atrevieron a decir ni media palabra en todo lo que duró el acto. Invitados como Shampoo, Ukyo y Ryoga parecían ya haber entendido de forma madura que aquella boda se llevaría a cabo quisieran o no. Personas como Kodachi o Kuno, no habían sido notificadas por el bien y la tranquilidad de todos.

Cuando llegó el final de la ceremonia, festejaron en la casa de la familia Tendo. Hubo una comida tradicional para los invitados y los recién casados, quienes tenían que estar obligadamente juntos.

Acababan de pelear el día anterior por nimiedades como ya acostumbraban. Además, ambos se sentían ofendidos de que el otro no se hubiera dignado a dirigirle la palabra ni siquiera el día en el que por fin habían contraído nupcias.

Eran tan cabezotas que incluso cuando partieron el pastel frente a toda la familia y se tomaron la foto, mantuvieron un rostro serio.

Unos cuántos días después, cuando las fotos salieron a relucir, Akane se dispuso a llorar al ver lo horrible que había resultado todo.

— ¿Estas son? —preguntó Ranma que entraba a la habitación de ella para ver el kit fotográfico que les acababa de llegar. — ¿Segura que no son algunas fotos de prueba o...?

— ¡No! ¡Éstas son! ¡Qué coraje! —contestó impotente. — Si tan sólo te hubieras disculpado quizá ese día no hubiera sido tan horrible! —espetó de forma tan grosera que Ranma se ofendió al instante.

— ¿Dices que es mi culpa? ¡Por si no lo recuerdas, tú tampoco te dignaste a hablarme! —refunfuñó dirigiendo su enojado rostro al de la que ahora era su esposa.

Akane le contestó con la misma mirada de odio, pero poco a poco se fue desvaneciendo y cambiando por una afligida, a la cual, Ramma respondió con sorpresa y culpabilidad.

— Esto iba a salir mal de cualquier forma. Nunca nos llevamos bien, debí hacer algo cuando aún estábamos comprometidos, y no ahora que estoy atada a ti —sollozó sin dejar de provocarle.

Ranma estuvo a punto de contestar con otra grosería, pero el llanto de Akane le impidió continuar. Se acercó a ella y con uno de sus dedos le limpió las lágrimas. — Vamos, tranquilízate. No podemos regresar el tiempo y hacer que todo salga bien. Fue culpa de ambos y el seguir discutiendo no servirá de nada —le dijo tratando de ser amable.

— Puede que tengas razón —contestó más tranquila.

— Así es, además...

— ¡Eh! ¡Chicos! —llamó Soun a ambos desde el pasillo. Ranma y Akane caminaron hacia él, lo encontraron bastante sonriente. — Necesito que me acompañen, les tengo una sorpresa —avisó mientras los encaminaba hacia la parte trasera de la casa.

Los llevaron a las habitaciones recién hechas que servirían como casa para el Dr. Tofu y su hermana. — ¡Bienvenidos a su nuevo hogar! —soltó tan de repente que ambos lo miraron incrédulos.

— ¡Papá! ¿Qué estás diciendo? —preguntó Akane desconcertada.

— Era una sorpresa, por eso no te dije nada. Ya que no se pueden mudar porque su labor como recién casados es en esta casa y en nuestro dojo, decidimos construirles esta estancia para que tengan más privacidad —explicó abriendo la habitación bien amueblada. — Es una cama matrimonial, y al otro lado una pequeña sala. No les dejamos una cocina porque aún queremos que coman con nosotros...

— Es bueno escuchar eso —soltó Ranma aliviado, haciendo enojar a Akane con su comentario.

— Como sea. Traigan sus cosas, a partir de hoy duermen juntos —sentenció el hombre haciendo sonrojar a los muchachos.

Unas horas después, ambos entraron a la recámara para poner sus cosas en el espacioso armario que les habían comprado.

Mientras Akane llenaba un cajón con su ropa interior, notó que Ranma dirigía su mirada a él. — ¡¿Qué tanto miras, pervertido?! —preguntó a la defensiva.

— ¡No seas mal pensada! ¡Ese es tercer cajón que ocupas, yo también necesito uno!

— Con dos no me alcanza —respondió.

Ranma abrió el cajón que Akane había "llenado" antes que ese, dejando al descubierto todos sus sostenes, ella reaccionó dándole una fuerte cachetada. — Ahí sobra espacio —dijo Ranma molesto, mientras se sobaba del golpe.

Akane lo fulminó con la mirada pero al final cedió.

Cuando acabaron de acomodar la ropa, se miraron a los ojos incómodos ante la idea de dormir juntos.

— Oye Akane... Espero que no creas que yo deseo esto —comentó el de trenza jugueteando de nuevo con sus dedos.

— Oh, no te preocupes. Me encuentro tan disgustada como tú —contestó con el ceño fruncido y sonriendo.

— ¿Ah sí? No creo que te encuentres tan disgustada como yo, créeme que dormir a lado de alguien tan poco femenina sólo me causa escalofríos —respondió esperando una reacción negativa en Akane.

— ¡JA! En mi caso ocurre todo lo contrario. Dormir a lado de alguien tan afeminado sólo me da seguridad —le continuó el rollo.

Se miraron disgustados por unos segundos.

— Como sea —dijo Ranma dirigiéndose a la salida. Abrió la puerta y luego miró a su esposa. — ¿No vienes? Es hora de cenar —preguntó esperando a que ella saliera primero.

Akane no respondió, sólo le tomó la palabra y salió antes que él.

Cenaron conjunto a los demás que seguían felices de que por fin la boda se llevara a cabo. Cuando esta terminó, se hicieron tontos viendo la tele en el caso de Ranma, y platicando con sus hermanas en el caso de Akane.

Se forzaron a entrar a ese dormitorio de nuevo cuando fueron más de las diez de la noche.

— ¿Qué esperan? —preguntó Nabiki burlona mientras los observaba. — Vamos, que ya es hora de dormir. No pueden evitarlo más, ya están casados y necesitan empezar a comportarse como lo que son, marido y mujer —continuó empujándolos por el pasillo.

Ranma y Akane se encontraban colorados ante los comentarios de la mediana de las Tendo. Soun también la ayudó a empujarlos hasta sacarlos de la casa y cerrar con llave. Ya que las habitaciones se encontraban apartadas, tuvieron que caminar hasta ahí.

Ranma iba enfrente con las llaves en mano, al abrir, de nuevo esperó que su compañera entrara, luego cerró la puerta.

No dijeron nada hasta que Akane regresó del baño privado que había en la recámara con la pijama puesta.

— Créeme que esa pijama tan infantil no logra excitarme en lo más mínimo —comentó Ranma burlón al verla con su típico conjunto amarillo.

— Lo último que me gustaría es... —la chica paro en seco al darse cuenta de la nueva palabra que Ranma había utilizado. Jamás en su vida lo había escuchado decir "excitante", no al menos con la connotación que él le había dado. — No pretendo verme bien para ti. Sólo quiero dormir —contestó más tranquila tomando su lugar en la cama.

Ranma fue al baño y de igual forma se puso una pijama muy decente. Entró a la cama dándole la espalda a Akane.

Fingieron estar dormidos pues ninguno de los dos pegó un ojo en toda la noche. A mitad de ella, Akane sintió en su espalda como lentamente Ranma se daba la vuelta para dar la cara a la espalda de su esposa.

La dejó aún más incrédula cuando de repente, sintió que los brazos de él empezaban a rodearle la cintura, a lo cual ella reaccionó llamándolo por su nombre en voz baja. Él no respondió. Siguió haciéndolo para luego jalarla hacia él, repegando su cuerpo con el de Saotome.

— ¿Ranma? —lo llamó de nuevo con un susurro.

Su voz se hizo más fuerte cuando alarmada sintió que acercaba su rostro a la nuca de ella. Lentamente notó cómo le olfateaba el rostro y se acercaba aún más. Fue en ahí que reaccionó de forma brusca deshaciéndose de su agarre y dirigiendo la mirada a él.

Al estar frente a frente, notó que Ranma agachó la mirada para no enfrentarla. Akane incomprendida, trató de buscar su rostro con delicadeza, acción que él pareció interpretar como una señal de correspondencia y con el mismo sigilo que en un inicio, tomó la nuca de Akane para acercarla a sus labios.

La planeaba besar. La mujer le siguió el juego mientras acercaba su mano a la lámpara de mesa que había a un costado de ellos.

Ranma la besó con suavidad en un inicio, haciendo que la chica de pelos azulados lo aceptara deleitada y hasta feliz. Sin embargo, cuando estuvo a punto de por fin tomar la cuerda que servía para encender la luz. Ranma reaccionó salvajemente dándose la vuelta para estar sobre ella. Le tomó ambas manos así entorpeciendo su plan y postrándola a su merced. Se veía más descontrolado que de costumbre. Casi no lo reconocía.

Se sintió incómoda cuando los besos se volvieron más profundos y menos románticos, más bien pasionales. Ranma la pellizcaba las muñecas con la suficiente fuerza como para hacerla exclamar dolor, de esta manera, aprovechando que abría la boca, la obligaba a formar parte de un beso de lengua que jamás en su vida se imaginó que sería capaz de realizar.

Forcejeó con él un poco hasta que se soltó de su agarre y se arrastró hasta la mesita. Al encender la luz, vio cómo su prometido había recobrado la antigua posición dándole la espalda.

Se acercó a él de rodillas y lo empezó a mover con fuerza, fingía estar dormido.

— ¿Qué sucede? —le preguntó él irritado, como si acabara de despertarlo.

Akane lo miró incrédula y tomándolo de la camisa lo sacudió con brusquedad. — ¡¿A qué te refieres con "¿Qué sucede?"?! —le recriminó súper ofendida.

Ranma tomó asiento y la miró molesto.

— ¿De qué hablas? —preguntó fingiendo demencia.

— ¿Qué te pasa? ¡Atacándome a mitad de la noche! —dijo enojado.

— No sé de qué hablas. Sólo duerme, ya es muy tarde —le dijo retomando su posición en la cama.

Akane estaba muy enojado, pero al verlo indispuesto a hablar, decidió tomarle la palabra. Se quedó despierta unos cuarenta minutos más por si la volvía a asaltar de esa forma, pero no sucedió. A la mañana siguiente, cuando se despertó, Ranma ya no estaba.

Todos se encontraban en la mesa desayunando.

Después de la comida, Ranma fue con ella al dojo pues ya que había regresado, debían de empezar a trabajar juntos como maestros.

Akane entrenaba a los más jóvenes por la mañana. Ranma se encargaba de los mayores en la tarde ayudado por Soun. Al final del día, limpiaban el dojo para la clase siguiente. A las seis de la tarde ya estaban desocupados.

— Espero que mis nietos hereden la técnica para que la escuela recobre fuerzas —comentó Soun con alegría.

— Ja, tener hijos con esta mujer casi hombre. Imposible —se quejó Ranma sorprendiendo a la chica.

— ¿Ah sí? ¿¡Y qué pasó anoche!? —preguntó insistente, llamando la atención de todos.

— ¿Pasó algo anoche? —preguntó Kasumi atenta.

— Claro que no. Lo más seguro es que Akane haya tenido un sueño pervertido conmigo y me quiera culpar —se defendió aún molesto. Akane le dio un buen golpe.

— Yo lo llamaría más bien una pesadilla —lo corrigió a la vez que se iba. — Y si te parezco tan masculina quizá deberías de considerar el embarazarte tú, ya que es muy probable que también tengas un útero —le gritó saliendo de la sala.

Ranma enfurecido la siguió por las escaleras hasta la antigua habitación de Akane donde la vio sentada sobre su cama sin sábanas.

— ¡¿Quieres pelear?! —le preguntó enojado.

Al verlo, Akane empezó a empujarlo con todas sus fuerzas con la intención de sacarlo de ahí.

— Te detesto, mentiroso. ¡Pero créeme, si vuelvo a tener uno de esos "sueños", me vas a conocer! Esta vez fui amable y te permití descontrolarte un poco, la próxima vez no será así de sencillo —lo amenazó para luego cerrar la puerta de un portazo.

Antes de que Akane pudiera poner seguro a ésta, la perilla se movió insistente hasta mantenerse abierta de nuevo. Intentó recargar todo su peso sobre la puerta de madera para volverla a cerrar pero la fuerza de Ranma era mucho mayor a la suya y en menos tiempo del que le hubiera gustado admitir, lo tenía ahí de nuevo.

— ¿¡Qué es lo que quieres!? —le preguntó furiosa.

— ¡Saber por qué eres tan difícil! —contestó cerrando con seguro tras su entrada.

Hubo unos cuantos segundos de silencio que fueron interrumpidos con la voz de Akane.

— Es sorprendente lo imbécil que puedes llegar a ser —dijo tratando de apartar a Saotome de la puerta, sin embargo, este no cedió.

— ¿Yo? A mi parecer la única imbécil aquí eres tú —respondió dándole un leve empujón con la intención de alejarla de la salida. — Ya no somos niños, por dios, ¿Podrías sólo tratar de no ser tan escandalosa cuando…? —el de trenza calló de repente.

Akane lo miró exaltada al darse cuenta de que estaba a punto de confesar su crimen nocturno. — ¿Cuándo qué? ¿Cuándo me manosees en la madrugada? —le preguntó acusadora. Ranma se dio la vuelta a punto de salir pero esta vez fue Akane quien no lo dejó.

— ¡Déjame en paz! —se quejó el de cabellera negra.

— ¡Sólo admite que eres un aprovechado!

Ranma se soltó de ella y la miró colorado. — ¡Por dios! ¡Como si quisiera tocar a alguien tan fea como tú!

Su comentario fue la gota que derramó el vaso. Como le era costumbre, le plantó un buen moquetazo y se fue de ahí ofendida.

Las cosas iban de mal en peor.