Epílogo

Podía ver el delgado hilo de vapor que salía sin cesar de su recién servida taza de café. Junto a ésta, un delicioso trozo de pastel de queso con bayas rojas.

Sin duda todo se veía delicioso, más para ella que adoraba las cosas dulces. Pero su atención estaba puesta en algo aún mucho más importante, lo cual estaba justo sentado frente suyo.

Miró como, con su alborotado cabello azabache, Ash abría grande los ojos y con una extendida sonrisa se deleitaba frente al trozo de pastel de chocolate que tenía también junto a su café.

Una tierna sonrisa invadió su rostro y entrecerró los ojos al verse invadida de tantos recuerdos que les era imposible olvidar, ya que los atesoraba en lo más profundo de su corazón con el más vivo de sus celos.

Desvió la vista y contempló los contornos de la cafetería en la que se encontraban. Tenía un toque rústico pero a la vez moderno. Los pisos eran de madera, como casi todo el amueblamiento, y las máquinas de café en el mostrador, detrás de las bandejas de cristal repletas de galletas, macarrons y pokelitos, se veían como una reliquia, de esas que te aseguran que lo que te sirve es de calidad.

Cerró los ojos llenando sus pulmones del deliciosos y cálido aroma de café y panecillos que había. Según las publicidades en las revistas que leía, tanto de espectáculos y moda como de cocina, la catalogaban como la cafetería más 'vintage' del momento, al mantenerse como la número uno de toda la región de Kalos desde su fundación por sus famosos pastelillos.

¿Por qué Ash la había llevado allí? Más bien… ¿Por qué la necesidad de verse?

—Es lindo lugar, ¿verdad? —giró su rostro para ver de perfil la sonrisa de su entrenador amado mientras contemplaba el lugar para, acto seguido, dirigirla hacía ella—. La última vez que estuvimos aquí, los dos, fue ese día hace ya muchos años…—pudo apreciar un brillo melancólico en sus ojos al pronunciar esas palabras, sin duda ella sabía a qué se refería; Ese día, luego de haber superado la catástrofe de Kalos impuesta por el Team Flare, en el que ellos dos recorrieron las calles de Lumiose que aún se encontraban en reparación—, solo que en ese momento había tanta gente que no pudimos entrar. Pero al menos logramos comer de los deliciosos pastelillos —curvó sus ojos y le enseñó los dientes en una radiante sonrisa que la dejó un poco sorprendida, hoy Ash se veía más feliz y animado que de costumbre.

—Sí, me encanta —le sonrió de igual manera. Él la contempló unos segundos y luego prosiguió a comenzar a comer de su apetitosa rebanada de pastel, ella lo siguió.

Colocando detrás de su oreja un mechón de cabello, acercó su rostro un poco al tenedor donde tenía ya servida un trozo del postre. Mas, antes de probarlo, elevó sus pupilas hacía el entrenador para mirar como degustaba felizmente su rebanada. En ese momento se veía tan despreocupado como de costumbre, pero ella sabía que algo le ocultaba.

La había llamado de improvisto en medio de una sesión de fotos; no es que le molestara que lo hiciera, pero se le hacía raro, ya que él era muy riguroso con el trabajo y no solía molestarla durante ello. Aún más extraño se le hacía el hecho que, en ese momento, él se encontraba en un viaje por Unova para asistir a un pequeño torneo y una que otra ocasión formal. Que le pidiera salir a algún lado el día siguiente, ahí mismo en Kalos, iba contra toda lógica del entrenador. Interrumpir un viaje no era algo que él haría, sobre todo sí, por lo que veía, era algo tan trivial como salir a tomar un café.

—¡Está delicioso! —exclamó levantado su rostro a ella tan rápido que hizo que diera un respingo y metiera en su boca apresurada la porción que sostenía—. ¿El tuyo que tal? —Su expresión era de ilusión y ella solo se pudo limitar a asentir apenada mientras aún lo degustaba.

—¡Qué bien! ¡Sabía que te gustaría venir aquí! — tragó y lo miró algo confundida. Definitivamente Ash estaba actuando extraño hoy y no se quedaría con la duda.

—Oye, am… ¿por qué la repentina invitación? —No perdió su rostro ni por un segundo, quería comprobar que expresión le ponía. Pero, para su sorpresa, él siguió sonriéndole con toda esa confianza que le caracterizaba.

—Quería hablar contigo —contestó sereno mientras tomaba con una mano su taza enlozada de color blanco y bebía un sorbo.

—¿Y no podías esperar hasta volver al menos? —inclinó la cabeza ante toda la confusión que su actitud le embargaba.

—No, es algo importante —logró percibir el ligero tono serio que tomaron sus palabras, extrañándola aún más.

—Pero, ¿por qué…?

—Por ahora disfrutemos de esto —señaló con la mirada la mesa con las tazas y los postres—, luego te contaré —percibió como su mirada le penetraba el alma y su corazón se derretía ante la sonrisa tan maravillosa que le regalaba. Se sentía de nuevo como una niña que no lograba controlar sus emociones y que no conseguía mantener sus cinco sentidos alerta ante sus miradas arranca suspiros o su sonrisa radiante.

—D-de acuerdo —titubeo para, avergonzada y con rubor en sus mejillas, inclinar su rostro hasta ocultarlo con el sorbo que le dio a su taza de café.

¡Por Dios Serena, tienes veinte años ya eres prácticamente una adulta! ¡Contrólate!

Luego del café, junto a otra de sus animadas charlas, salieron del lugar. El día estaba soleado pero hacía bastante frio. Ash solo llevaba una bufanda amarilla como abrigo, en cambio Serena vestía una gabardina muy confortable de un gris oscuro y una bufanda rosada.

—Y ahora, ¿a dónde iremos? —inquirió con una sonrisa intentando ocultar la ansiedad que le provocaba conocer lo que el chico quería hablarle.

—Te tengo que mostrar un lugar —¡Seguía hablando misterioso! Iba reclamarle, pero en ese momento sacó una de sus pokebolas de la cual su no dragón naranja apareció.

El tipo fuego rugió fuerte, asustando a algunos transeúntes que pasaban cerca de allí. Ash lo saludó y le acarició debajo del mentón, luego, el pokémon se acercó a la chica.

—¡Hola Charizard! Te vez muy bien —le rascó en el mismo lugar que su entrenador, provocando que soltara un rugido por el agradable tacto —. Siempre fuiste muy mimoso, ¿verdad? — Serena abrazó su rostro y continuó con las tiernas caricias.

—En realidad, solo contigo. Lo atrapaste con tus pokelitos —Ash apoyaba una mano en su cintura mientras veía la escena con gracia.

—Oh, ¿en serio? Entonces te prepararé muchos, muchos más.

—Anda Charizard, tenemos que irnos.

—¿Eh?

El pokémon obedeció a la orden de su entrenador y se colocó frente a él. Ash de un saltó lo montó y le extendió su mano a Serena.

—N-no insinúas que…

—Es la forma más rápida Serena —le ofreció una sonrisa apenada y algo divertida—. Además, ¡así es mucho más divertido!

—Habla por ti, sabes que le tengo pánico a las alturas y la última vez no me divertí mucho que digamos —Estaba reacia a aceptar esa propuesta. ¡Odiaba las alturas! Y detestaba que Ash lo supiera y siempre encontrara la forma de convencerla para luego hacerla pasar un mal rato.

—Confía en mí Serena, quiero que vengas conmigo.

Se llevó una mano a la cara por lo exasperante que era la situación y, también, para cubrir el sonrojo que sus palabras le habían provocado. Así era como Ash siempre la convencía.

—Esta…bien —aceptó con mucha duda su mano, y el azabache sonrió. Antes de jalarla la apretó fuerte y cuando Serena se iba a posicionar a sus espaldas, de un movimiento el entrenador la colocó frente suyo. Ella lo miró confundida y él le sonrió.

—Así te sentirás más segura —no comprendió sus palabras hasta sentir como los brazos del chico pasaban por sus costados para aferrarse al cuello del pokémon, obligándola a inclinarse un poco hacía adelante.

—¿Ves? Es más seguro —su aterciopelada voz le hizo cosquillas en el oído, tanto que llegó a estremecerse. Definitivamente hoy Ash estaba extraño.

No se percató mucho de cuánto tiempo había pasado, y eso se lo debía a dos grandes razones: La primera, era su incontrolable terror por lo alto, lo que le obligaba a cerrar los ojos provocando que se mareara un poco. Y lo segundo, el sentir el cuerpo de Ash a su espalda la ponía muy nerviosa, y no lograba conectar muy bien sus ideas.

En todo ese día se había sentido como una preadolescente otra vez, sonrojándose a cada instante por ese bendito azabache. Sí, aún seguía enamorada de él; pero con los años, los viajes, la experiencia, sus sueños, los reencuentros, el trabajo y la cotidianeidad en sus vidas, aprendió a que todo su mundo no pasaba por el amor que le profesaba, y se sintió realmente bien.

Pero se había propuesto jamás darse por vencida, después de todo, fue lo que le prometió ese día en el aeropuerto…

Cuando dejó de sentir el calor que le desprendía el cuerpo de Ash abrió lentamente los ojos, comprobando así que ya habían descendido. Corroboró los alrededores con su vista y solo pudo apreciar kilómetros de hectáreas de campo y un enorme edifico deteriorado.

Bajó su vista hacía Ash, quien le extendía la mano para ayudarla a bajar, la tomó aún con la vista en el lugar donde se encontraban, cuestionándose cada vez más su extrañeza. ¿Qué era lo que Ash le quería enseñar?

—¿Dónde estamos? ¿Qué me quieres mostrar aquí? —inquirió ya con los pies en el suelo.

—Bueno estamos en las afueras de Lumiose, y lo que te quiero mostrar está en ese lugar —se volteó y señaló la edificación deteriorada y vieja que se veía a la distancia.

Caminaron unos cuantos, varios, de metros hacía allí, Ash se veía totalmente relajado, mientras que los pensamientos de Serena no dejaban de bombardearla con más de mil y un ideas de lo que podría encontrar en ese sitio.

Cuando llegaron en frente del edificio, y el azabache abrió con fuerza esa enorme y oxidada puerta, observó que se trataba de un sitio abandonado; había objetos desparramados por todos lados, mugre, polvo, muebles viejos…parecía un galpón gigante.

—¿Qué es este lugar?

—Solía ser una base científica del Team Flare en aquellos años —volteó sorprendida la mirada al chico para comprobar que estaba serio.

Entonces posó de nuevo su vista por ese enorme sitio, comprobando así lo dicho por el azabache al distinguir varias computadoras, cables, plataformas extrañas y demás elementos tecnológicos inutilizados con los años. Pudo notar el logo del equipo villano en más de uno, causándole una repulsiva y melancólica sensación.

—¿Por qué estamos aquí? ¿Qué es ahora esto? —cada extraña pista que él le daba la confundían todavía más, ¡quería que le revelara sus intenciones ya!

Lo vio sonreír, caminó unos pasos delante de ella, se volteó para quedar enfrentados y abrió grande los brazos señalando todo.

—¡Estás viendo el futuro nuevo edificio del campeón! —su sonrisa era enorme y ella parpadeó varias veces sorprendida.

—¿Q-que? ¿Edificio del campeón? —ladeó su cabeza confundida por esas extrañas palabras.

—Así es, la asociación pokémon me lo regaló; Aquí tendré mi gimnasio para los retadores que vienen a verme, además de varias salas de reunión y habitaciones esenciales para diferentes ocasiones; como de entrenamiento para mis pokémon y demás. Sin olvidar una "oficina" para mí —señaló burlón las comillas en esa palabra—, indudablemente un baño y una cocina —hizo una mueca divertida—y una gran porción de tierra para que todos mis pokémon habiten cómodos.

No podía creer cada palabra que escuchaba, estaba impresionada con todo lo que Ash le contaba, y sintió su felicidad crecer exponencialmente.

—Ash… ¿es en serio lo que me dices? —se acercó incrédula hacía él, con una extraña mueca mezcla de sonrisa y asombro.

—Claro que es en serio Serena —le aseguró con firmeza—. De hecho, eres la primera a la que se lo cuento, todavía no he firmado los papeles, eso será en una semana cuando haya vuelto de mi viaje por Unova —pasó una mano por sus cabellos riendo nervioso por lo último dicho—, pero, prácticamente, ya es un hecho.

—¿Querías que fuera la primera en decírmelo? —su pregunta sonó incrédula casi en un hilo de voz. Él la miró con ternura y le asintió con una sonrisa—. ¿Por eso interrumpiste tu viaje y viniste aquí? —le hablaba con una sonrisa perdida, estaba feliz por haber resuelto el misterio, y se sentía especial frente a él.

—Bueno sí, ese era un motivo —sonó enigmático mientras rehuía ligeramente la mirada. Ella lo miró indignada, ¡¿ese no era todo el motivo?! ¡¿Qué más le estaba ocultando?! Y ella que se había ilusionado porque lo había resuelto por fin…—. ¿Y qué dices?, ¿te gustó? —se le acercó ilusionado, esperando su respuesta.

Serena reparó en su mirada volviendo al cálido y alegre sentimiento que le había embargado cuando le contó la noticia, por lo que esbozó la sonrisa más radiante para él, solo para él…

—¡Me encantó! Ash esto es increíble, ¡me alegro mucho por ti! —Él entornó los ojos y le sonrió enternecido de su sincera felicidad. Estaba muy ansioso de contarle aquello y compartir su felicidad con ella, quería que fuera la primera a quien se lo dijera—. Es tan grande… —contempló mientras avanzaba por el lugar— no me imagino como quedará, ¡será sorprendente!

—Guarda tu asombro para lo que queda.

—¿Hay más?

—La mejor parte. Ven —se dirigieron hacía un pasillo que conectaba a una escalera.

La guiaba con cuidado de donde pisaban, al ser un edificio abandonado se encontraba en pésimas condiciones, tenía rastros de muros y techos derruidos por fuego, lo más probable era que cuando los científicos que lo habitaban huyeron, pretendieron eliminar todo lo que allí quedaba.

—¡Ah!

—¡¿Qué sucedió?! —Ash se volteó rápido ante el grito de Serena, observando atento como ella miraba aterrada hacía un agujero en la pared de donde salió un Zigzagoon.

—Me asustó…—se llevó una mano al pecho aliviada y al ver su expresión no pudo evitar soltar una fuerte carcajada.

—¡Serena no seas miedosa!

—¡No soy miedosa, es que apareció de repente! —ella le alzó la voz abochornada.

—Ya está bien, ven —tomó su mano retomando su camino por el pasillo—. Así te cuidaré si algo "aparece de repente" —la miró por el rabillo del ojo con una sonrisa burlona.

No le prestó atención, tenía su vista clavada en sus manos unidas. Eran contadas las veces que la tomaba así de desprevenida, y, en todas, ella se sonrojaba y él se veía relajado. A veces no entendía sus arrebatos casi románticos -como ella los sentía-. Muchas veces llegó a dudar de la intención con la que los hacía, pero lo negaba de inmediato para no crearse falsas ilusiones.

Cuando estaban subiendo casi al final de la escalera pudo ver frente ella un marco de luz entre la penumbra que los rodeaba, por lo que dedujo que era una puerta. Ya frente a ella, Ash la soltó y se volteó para hablarle.

—Necesito que cierres los ojos, por favor.

Ella obedeció sin dudar, ¿y cómo hacerlo de él? Además, sus ansias por saber que le mostraría eran mayores. Ash se colocó detrás suyo y cubrió con sus manos sus ojos, asegurándose así que no intentara arruinar su sorpresa.

Dio dos pasos y percibió como él abría la puerta, a medida que avanzó más los rayos del sol clarificaban la vista detrás de sus párpados. El entrenador la encaminó hasta cierto punto donde, creyó, estaría bien.

—¿Estás lista? —habló detrás de ella.

—Claro que sí.

—No espiaste, ¿verdad?

—No me dejaste hacerlo.

—sabía que lo harías, que bueno que me adelanté para frustrar tus planes.

—¡Hey! —lo oyó soltar una leve risa.

—Está bien, entonces…

Cuando sintió las manos de Ash alejarse de su rostro entreabrió levemente los párpados para no dejar que la lastimera luz penetrara sus córneas, llevó una de sus manos a su frente para disminuir la intensidad del resplandor y parpadeó varias veces hasta lograr enfocar su visión.

Abrió desmesurados sus ojos mientras soltaba un leve jadeo de su boca y giraba sobre si misma admirando su entorno.

Era una enorme azotea decorada con lo que parecía un gran jardín; tenía algo de verde y la flora silvestre que, se ve, creció allí con los años. Entre medio, varios senderos formados por tablas que conducían a un gazebo de madera que se encontraba en el centro, algo gastado con el tiempo, pero aun así parecía mágico.

—Sé que está deteriorado, pero confió en que tú sabrás restaurarlo y cuidar de él —ante sus palabras volteo atónita a verlo.

—Es… ¿mío?

—Te has interesado mucho por la botánica últimamente, y presté suficiente atención a tu anhelo de tener tu propio jardín.

No lo podía creer, jamás pensó que a Ash le interesaran realmente sus bobas ilusiones femeninas. Estaba absolutamente convencida que, para él, eran aburridas y no le prestaba la más mínima atención. ¿Cuánto tiempo llevaba subestimándolo? ¿Desde cuando Ash…? ¿Siempre fue así de atento? Admitía que tenía su lado tierno y le cumplía todos sus caprichos, tampoco es que fuera exigente, de hecho, aprendió a no esperar mucho de él… ¿Algo pasó en ese tiempo de lo que no se percató?

Él la miraba ansioso, esperaba que el regalo le gustase. Sabía que era alguien duro para comprender el pensamiento de las chicas, pero, con Serena, intentaba ser lo más atento posible, como pudiera. Por eso, cuando descubrió ese lugar, inmediatamente recordó lo que ella alguna vez le comentó y no dudó un solo segundo al decidirlo.

Observaba minuciosamente su reacción, se estaba empezando preocupar; no parecía feliz, o al menos no lo demostraba en su rostro. ¿Se habría equivocado? Tal vez mal entendió lo que quería. ¡Qué tonto! ¡Jamás se molestó por averiguar detalles cuando se lo mencionaba!

—Serena, yo…si no era lo que querías puedo…

Ella se acercó repentinamente a él y de un salto envolvió su cuello con sus brazos, empujándolo unos pasos por la inercia del movimiento al tomarlo desprevenido.

—¡Ash es…lo más hermoso que alguien me ha dado! ¡Gracias, gracias, muchas gracias! —sus pestañas brillaban por las pequeñas lágrimas que amenazaban por salir y el entrenador se encontraba conmocionado por la repentina reacción.

—No fue…nada —apenas pudo pronunciar. ¿En verdad había funcionado?

Ella lo soltó y como una niña emocionada comenzó a avanzar por el lugar deleitándose con las muchas ideas que se formaban en su mente, sin duda haría de ese lugar un paraíso.

—Definitivamente tengo mucho trabajo; hay que empezar por quitar la maleza y la basura, luego de esa limpieza profunda necesito diseñar como acomodaré todo; que tipo de flores y plantas usaré y donde quedarían mejor ubicadas…Me gusta el diseño de las maderas, tal vez si les agregamos un par de decoraciones como estatuas, quizás una fuente, unas lindas piedras por los bordes…

Ash avanzó hasta el gazebo y se sentó en los pequeños escalones, apoyó su rostro en su mano y se divirtió observando como Serena no paraba de hablar y de hacer expresiones lindas y graciosas, provocando que soltara pequeñas sonrisas y miradas burlonas.

—Oh Ash esto es increíble…—suspiró acercándose a él para sentarse a su lado— ¡Te prometo que quedará fantástico! ¡Ya lo verás, será tu lugar favorito de todo el edificio! Después del gimnasio, claro —rio por lo último.

—No tengo duda de ello —le regaló una sonrisa y ella se la devolvió, le sostuvo la mirada unos segundos para luego volverla a posar en el paisaje.

Se sumieron en un agradable silencio que, lejos de incomodarlos, los hizo consientes del momento que se había vuelto a formar. No era la primera vez que ese tipo de ambiente se presentaba entre ellos; era cálido, tierno…y romántico.

—Gracias —pronunció despacio si dirigirle la mirada— por este día, en verdad me sorprendiste —él la miró por el rabillo del ojo, contemplando la cálida sonrisa que dibujó en su rostro—. Este lugar es increíble…

—Lo es —sonrió mostrando sus dientes —. Aunque, si te soy sincero, me da un poco de miedo.

—¿Por qué? —lo miró confundida.

—Mira —señaló con su dedo un punto al costado en el terreno un poco detrás del edificio —, allí estará mi casa.

—¿Tu casa? —parpadeó incrédula.

—Suena extraño, ¿verdad? Aún no me acostumbro a lo de campeón si quiera…Además, ¿qué clase de campeón tienen su propio edificio junto a su casa? ¿No debería ser de los que viajan por todo el mundo, o tienen vidas extravagantes? —sonaba como si estuviera hablando consigo mismo, ella lo miraba con mucha atención y él se perdía entre sus palabras y el horizonte —. Pero, hace poco entendí que yo soy muy diferente a ellos, yo tengo algo de lo que ellos carecen y marca esa gran diferencia.

—¿Y qué es?

—Con quienes compartir —abrió sus ojos ante su respuesta —, no puedo desentenderme de todas las personas que comparten conmigo la vida, su vida, mi vida… Sin ellos no sería quien soy ahora —inclinó su mirada, observando sus manos cuyos codos se apoyaban en sus rodillas abiertas —. Siento que por ellos soy capaz de todo.

—Entonces, ¿qué te da miedo?

—Supongo que el futuro —se encogió de hombros.

—¿El futuro?... —entonces lo comprendió, al pensar en ese lugar, en lo que sería, su casa…todo tenía sentido—. Toda tu vida estará aquí —murmuró reflexiva.

—Sí…y se siente raro —le hizo una mueca como sonrisa y volvió su vista al frente. Luego de un pequeño silencio oyó como suspiraba y después pronunció—. ¿Sabes porque interrumpí mi viaje por Unova?

Lo miró contrariada por la repentina pregunta, pero le negó con la cabeza.

—Eso es lo único que no me has contado —Ash no le respondió de inmediato, pareciera que estuviera analizando minuciosamente lo que iba a decir.

—Ayer en la tarde, estando allá, me encontré con alguien —«volvió a su tono misterioso» pensó algo impaciente. Él se giró a verla y le sonrió—, ¿te acuerdas de Tom? El observador pokémon con el Emolga.

Serena vaciló unos segundos haciendo memoria, hasta que los recuerdos de ese chico y todo lo que había pasado esos días golpearon en su mente.

—¡Ah claro, Tom! ¡¿Cómo pude olvidarlo?! —se llevó súbitamente una mano a la frente enfatizando su reacción—. ¡¿En serio te lo encontraste?! ¡¿Cómo está?!

—Bien, bien, está bien —hizo un gesto con sus manos para tranquilizar la impulsiva reacción de la chica—. Por lo que me dijo acababa de volver, está viajando para la profesora Juniper y de vez en cuando se embarca en expediciones de investigación pokémon en su nombre. Le va muy bien, está haciendo lo que más le gusta —suavizó su mirada con una sonrisa nostálgica perdiéndose en ella.

—Me alegro tanto por él —llevó una mano a su pecho y sonrió sincera—. Me encantaría volver a vernos, sería muy lindo que todos…

—¿Sabes? verlo otra vez, me hizo recordar algo muy importante…—la interrumpió repentinamente, esforzándose por hablar, como si no la hubiese escuchado y estuviera formulando sus palabras mientras tanto— Algo que siempre aprecio, pero creo que no sé valorar lo suficiente.

Lo miró bastante confundida, mientras él parecía esforzarse por enlazar las ideas que se le venían a la mente. De alguna forma, no podía evitar sentirse intranquila cuando él tomaba esa posición tan seria. Sabía de primera mano que su vida era como una hoja al viento, y su actitud resplandeciente, como los rayos del sol que alumbran a cada ser humano y pokémon en el planeta.

Pero, cuando adoptaba un semblante serio, su actitud se asemejaba a la de un inmenso mar; tan insondable y misterioso, sin siquiera saber que pensamientos albergan las profundidades de su mente. Siempre anheló ahondar en esas corrientes, y resolver los misterios más recónditos de sus inexploradas aguas; pero en esa situación el chico la hacía sentir como un buzo sin tanque de oxígeno, deseando lo imposible, y solo pudiendo conformarse con admirar, desde la superficie, el radiante color azul cielo de la cubierta contra todo ser que quisiera inmiscuir más.

Mas, sin embargo, con el tiempo se las arregló para aprender a estudiarlo; Cada gesto, expresión, actitud o reacción las había analizado para cultivarse de ellas, como un recurso superficial para conocer los pensamientos del entrenador. Sabía que ese día no era ordinario, desde el principio lo percibió y eso la ponía en ese estado de desasosiego. Sí, toda su actitud durante el paseo fue enteramente sincera y pura, mas no podía engañarse a sí misma diciéndose que todo estaba bien, porque ella ya sabía que no era así.

Y se dio cuenta, el momento que la había tenido así todo el día estaba sucediendo precisamente en ese instante, y eso provocaba que su corazón aumente el ritmo de sus latidos y sus puños se cerrasen en impotentes puños.

—Y… ¿Qué es?

Los silencios que se formaban en esas circunstancias la mataban, y se limitó a mantener una expresión vacía hacia el frente. Él se giró a verla, siendo consiente que ambos entendían la situación. Aunque, dudaba mucho de que ella intuyera lo que estaba a punto de decirle, por lo que aquello le aterraba aún más y generaba un nudo en su garganta como hacía tiempo no sentía, no desde aquella noche…

Intentó darse valor internamente, exhaló un par de veces y se golpeó mentalmente el rostro.

—Tú —miró detenidamente su expresión conteniendo el aliento. Ella tardó en procesar la única silaba que salió de su boca y, aún incrédula y tambaleante, se volvió a verlo con una ceja enarcada en una ligera expresión de confusión, sin duda eso no entraba en sus cálculos.

Balbuceo un poco, e hizo gesticulaciones que, si no estuvieran en un momento tan importante, se habría reido de la ternura y diversión que le provocaban.

—¿Qué? —pronunció finalmente sin saber en realidad cómo reaccionar.

Ash analizó sus palabras, ¿habría sido muy confuso? Suponía que no, pero la pregunta ya estaba hecha. A lo mejor Serena dudaba de sus palabras, y no la culparía por ello, pero él sabía que eran totalmente sinceras, como jamás lo había sentido en su vida, porque era así; un sentimiento. Extraño, para él, pero finalmente comprendió como discernirlo.

Se irguió, y tomando sus manos la miró con toda la ternura y determinación que en ese momento le embargaban -claro que no dejaría que su nerviosismo sea igual de notorio-.

—Serena, ¿recuerdas, ese baile al que asistimos cuando conocimos a Tom? —ella asintió levemente, turbada por la situación—. ¿Y recuerdas, la promesa que te hice? —abrió aún más sus ojos al mismo tiempo que sus mejillas se tenían levemente. Volvió a asentir, mientras las imágenes de esa noche con Ash asaltaban su memoria. Él, al verla, le regaló una sonrisa, de las más encantadoras que le haya dado, provocando que su corazón latiera desenfrenado al percatarse de la expresión con la que la miraba. No era nueva, estaba segura de haberlo descubierto mirándola así en más de una ocasión, pero era muy fugaz y jamás supo definirla. Y ahora la tenía en frente, en ese momento. «¿Acaso…?»—. Ya lo sé, Serena —pestañeó ante sus palabras, observando el resplandeciente brillo en sus ojos—. Ya sé… que es lo que siento por ti.

No supo cómo reaccionar, ni que debía hacer. Debería estar dichosa, ¿no? Pues si, ¡sí lo estaba! Pero eso parecía ser tan irreal…tantas fantasías infantiles iguales le hacían creer eso. ¿Tanto tiempo tardó en darse cuenta? No, ese no era un pensamiento justo, él no tenía porque corresponderle, pero lo hizo y la hacía sentir extraña.

—¿Qué...? ¿Có-Por qué…? ¿Ahora…? —ni siquiera podía pronunciar correctamente una silaba, y, más que hablar con el entrenador, perecía cuestionarse a si misma.

Irónicamente, no era la reacción que esperaba de ella misma en esa declaración. ¿Por qué le costaba tanto creerle a su palabra? Quizás, sin darse cuenta, con los años armó un muro entre ella y sus sentimientos, con el pretexto de que solo eran fantasías. Y ahora, que se materializaban delante suyo, lo veía inconcebible.

La vio vacilante, dudosa, y era lo que menos quería. Apretó con delicadeza su agarre y la miró acongojado.

—Lo sé. Tú lo descubriste antes que yo, mucho antes —inclinó su mirada al enlace de sus manos, no tenía valor para verla a los ojos cuando pronunciaba aquella verdad—, esa vez en el aeropuerto, fue la prueba—la pelimiel también retiró un poco su mirada avergonzada, no esperaba que el recordara aquello—. ¿Sabes? En ese tiempo, yo aún no lo había descubierto, habían pasado tantas cosas que…—se interrumpió a si mismo antes de continuar, no veía que el hacerlo lo ayude en esos momentos, es más, le jugaría en contra seguramente—. Con ese beso, creo que reavivaste algo en mí que había dejado de lado desde aquella noche —levantó la vista y volvió a mirarla con una pequeña sonrisa—. Nunca te lo mencioné, pero, en mis viajes, siempre estabas presente. Admito que no todos los días, pero mi mente se las arreglaba para que mi corazón jamás pudiera perder ese cariño que te tenía —al escuchar sus dulces palabras, volvió la vista hacía él encontrándose de nuevo con esos anhelantes ojos castaños, de los que no se pudo despegar—. Luego de que nos volvimos a encontrar en Kalos, ya nunca nos separamos, ¿te diste cuenta? Salvo por viajes de trabajo, que no se sentían al siempre recibir tus lindos mensajes—la chica se sonrojó—. Creo que, me acostumbré a eso…—el tono de su voz cambió levemente a uno melancólico—. Viví el día a día sabiendo, cada amanecer, que volvería a ver tu rostro, y eso me tranquilizaba en cierto modo…Si estaba contigo, estaba completo, y, olvidé esa promesa —ella lo seguía acompañando en su silencio, admitiendo que, también, había dejado que eso se convirtiera en algo cotidiano—. Por eso, cuando me informaron sobre este lugar, me asusté. Fue como encontrarme con mi realidad muy de golpe, y que tenía que pensar en mi futuro, el día a día ya no bastaba…Así que tenía que actuar rápido.

—Pero, me dijiste que te dijeron de este lugar hace tiempo —escuchar por fin su tierna e insegura voz lograron hacer que su confianza regresara poco a poco. Le volvió a sonreír divertido y ya más relajado.

—Digamos que mi encuentro con Tom fue como un ultimátum —rio suavemente por eso—. Como te dije: me hizo recordar algunas cosas, y pensar en muchas otras. Por eso no podía esperar ya más por contarte mis planes Serena.

—¿Tus planes?

—Ya sabes, de mi futuro. Todo este lugar...y tú.

Ella desbordó de la impresión de sus palabras y él la miró con tanta dulzura que le llenaba por completo el corazón.

—A-Ash, yo…

—Serena —acercó determinado su rostro al de ella—, sé que suena presuntuoso de mi parte el pretender que me corresponderás —su vos sonaba desesperada—, pero no puedo imaginarlo de otra forma, más bien, no quiero. Sé que me tardé y en serio lo lamento —acarició suavemente el dorso de su mano con su pulgar—, pero no puedo pensar un segundo más en mi futuro y no estar seguro si estarás allí o no—la chica se esforzaba por retener la lágrimas que amenazaban con escaparse, recibiendo cada una de sus palabras como un bálsamo que curaba todas las heridas de su agrietado corazón, provocando que ese sentimiento que siempre le profesó, creciera nuevamente en tamaño alcanzando nuevas magnitudes si eso era posible— Serena, me gustas. No, ya no es solo eso, sería un tonto si no lo admitiera —le regaló una media sonrisa y apoyó su frente contra la de ella, sintiendo su aroma embriagarlo por completo—. Serena. Te amo, y he convivido el suficiente tiempo contigo como para estar seguro de que eres la persona con la que quiero pasar el resto de mi vida —ya no pudo evitar soltar las primeras lagrimas que se acumularon en sus bellos ojos zafiros, se deslizaron sobre sus mejillas como pequeños y cristalinos ríos salados—. Por favor —soltó sus manos y acunó su rostro con ellas—, dime que no me has olvidado, dime que aún me quieres, ¡solo eso me basta! Te prometo que haré que te enamores otra vez de mí. Pero, te lo ruego Serena, permíteme el anhelo de ese futuro contigo.

Cerró sus parpados cuando sitios como sus dedos enjugaban las gotas que derramaba. Sonrió, esto tenía que ser un sueño, y quizás si lo era, pero era el sueño más hermoso que jamás tuvo.

—Sí, sí… —asintió varias veces, mientras aún derramaba lágrimas de gozo y satisfacción, lágrimas de amor puro. Abrió sus ojos y lo miró, expresando todas las maravillosas sensaciones que él le estaba haciendo vivir en ese momento—, sí, sí, te amo Ash, te amo, nunca dejé de hacerlo. Te amo, te amo, te amo, te amo…

Él, al escucharla, cerró sus párpados y estrechó suavemente su rostro entre sus manos y el suyo, intentando respirar el mismo aire. No podía expresar todas las emociones que en ese momento recorrían su cuerpo; realización, alivio, emoción, felicidad, amor… ¡Diablos, como amaba a esa chica!

Ella entreabrió sus labios en un suspiro anhelante y él los rozó con los suyos. Esa leve chispa que sentían al extrañamente tomarse las manos, o en sus limitados abrazos, o en sus casi inexistentes caricias; se avivó radiante ante tal sensación. Queriendo repetirla, Ash volvió a rozar sus labios deteniéndose en ellos. Era adrenalínico, y, a la vez, lo más tierno y delicado del mundo, era como combinar sus dos actitudes, sus dos seres, en una única acción.

Cuando su espera no pudo aguardar más, él la besó, atrapando su labio inferior con ambos suyos, y ella, correspondiéndole en el acto. Era la sensación más fantástica que jamás había experimentado. Sólo una vez, rememoró, pero esta era total y completamente diferente; ya que no había una escalera mecánica que los separase, esto no era una despedida, era el comienzo de un nuevo futuro, su futuro.

El entrenador acarició sus labios con tanta suavidad y dulzura que la hacían sentirse invaluable para él, mientras la pelimiel acariciaba su rostro con delicadeza; delineando cada una de sus facciones, haciendo que se deleitara con sus tersas manos.

Cuando se separaron, él le sonrió embelesado, y no se resistió a volver a unir sus labios un poco más, siendo recibido gustoso por la pelimiel. Era como si todos los sentimientos que se guardaron durante tantos años afloraran en esa acción y se consumieran juntos. Antes de volver a separarse, Ash bajó la mano con la que sostenía su rostro y tomó la suya entrelazándolas.

Ella inclinó la vista a su unión y la volvió al rostro del entrenador que le sonreía radiante. Apretó más su agarre, mientras no pudo evitar que una solitaria lagrima escape de sus orbes.

—Oye…—le sonrió divertido y con ternura, a la vez que con su mano libre enjugaba esa última lágrima— Ya deja de llorar.

—Tú me provocas —correspondió su sonrisa.

—Te prometo que jamás te haré llorar, Serena —la miró determinado, cambiando su semblante completamente. Ella le sonrió con dulzura.

—¿Y qué sucederá cuando llore de felicidad como ahora? —lo provocó, causando que sus ojos se abrieran desconcertado.

—Ah…bueno…—se rascó la cabeza bastante confundido buscando una solución—, creo que en ese caso la promesa no vale…

Serena lo miró divertida, y no pudo evitar soltar una risa ante su dilema. Él se sorprendió y la miró algo abochornado.

—¡Hey! ¿De que te ríes?

—¡De ti! —pronunció aún entre carcajadas.

—Pues no le veo lo gracioso, es un gran problema para mí; sabes que siempre cumplo mis promesas.

—Lo sé, y eso me parece muy tierno de tu parte —besó tiernamente su mejilla logrando calmar la molestia del entrenador y sonrojándolo un poco—. Y no te preocupes, sé que no me harás llorar, confío en ti.

Volteó a verla para encontrarse con su mirada llena de confianza en él, esa que tanto amaba. Sonrío, para, acto seguido, robarle un fugaz besos en los labios que dejó a la performer completamente sonrojada.

—Volvamos a Lumiose, está haciendo mucho frío aquí afuera —se levantó tirando de sus manos, aún enlazadas, para que ella haga lo mismo.

—Ya casi es mediodía, ¡puedo prepararte un delicioso almuerzo si quieres! —exclamó mientras se dirigían nuevamente a las escaleras.

—¡¿En serio?! ¡Te adoro Serena! Muero de hambre —llevó una mano a su vientre enfatizando su queja.

—Sí, me imaginé —le sonrió.

—Pikachu debe estar igual…

—A propósito, ¿dónde está?

—Lo dejé en mi departamento, no hubiera conseguido hacer todo lo que hice con él observándome —pronunció mientras hacía una mueca nerviosa.

Sintió desde su mano como ella se detenía, por lo que volteó a verla, encontrándose con su rostro pensativo.

—¿Serena?...

—Ash, eso que dijiste; de querer pasar el resto de tu vida conmigo… ¿es cierto? —lo miró algo avergonzada por tal pregunta, no quería que creyera que dudaba de él, pero necesitaba escucharlo nuevamente.

Él volvió a acercarse a ella y tomó nuevamente su rostro entre sus manos.

—Cada palabra —enfatizó decidido—. Sólo que, no puedo pedirte que te cases conmigo antes de nuestra primera cita, ¿verdad? —sonrió de lado y ella abrió sus ojos encandilada—. Pero tendrás que ser paciente y esperar que regrese de Unova, ¿sí?

Ante la tierna sonrisa que le dedicaba no podía no corresponderle y asentir encantada. Quiso llorar, pero se lo guardó, por ahora disfrutaría de ese hermoso momento, y de los muchos que les aguardaban en su incierto y emocionante futuro juntos…


¡Por fin lo terminé!

*Aplausos* *Aplausos* *Muchos aplausos*

Espero que les haya gustado este final chicos. Me llevó bastante hacerlo y quería azúcar así que hice lo mejor que pude, espero sea de su agrado.

Quiero agradecerles infinitamente todo el apoyo que le han brindado a ésta, mi primer historia. Disfruté mucho escribiéndola, y supongo que ustedes leyéndola.

Gracias por compartir conmigo esta experiencia, esos aplausos también son para ustedes :)

Si no es mucho pedir, les agradecería que dejaran su review y me cuente que tal les pareció este capítulo, que se esperaban y si cumplió sus expectativas, las supero o todo lo contrario :'v

¡De nuevo, muchas gracias por todo, todo su apoyo! Nos veremos en más historias, pero para ésta llegó el momento de decirle adiós...

¡bye, byeeeee!