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Notas | ¡Este es el segundo fic que subo para el cumpleaños de Lia! Espero que también le guste mucho, estoy segura de que si, porque tiene mucho bosque. Es mi primer fanfic de fantasía de este tipo, lamento que inicie de forma lenta pero ya tengo escritos varios capítulos lo que es un alivio para mí y para ustedes porque habrá capítulo semanal.

Gracias por leer espero que llame su atención y que les guste aunque sea un poco y que si es así pasen a la caja de reviews a dejar aunque se aun pequeño hola. Sin más al fic…


Wildest Dreams

La mística para jugar a cazar

El dijo: ''Salgamos de esta ciudad''

Condujo fuera de la ciudad

Lejos de la multitud

Gales 1910

El barquito estaba rodeado de bruma que se desprendía del congelado mar que rodeaba la isla de la Gran Bretaña, no lo más al norte que Levi había estado pero si demasiado congelado y con bastante frio para ser verano. El verano y Gran Bretaña iban de la mano con la palabra lluvia torrencial, o chipi chipi de lluvia todo el día. Todo el viaje en barco desde Francia hasta Gales. La república independiente más pequeña de Gran Bretaña. El barco apenas se tambaleaba y atravesaba la neblina y la bruma fría, todos con sus chamarras de cuero y sus morrales al hombro, algunos de cuero, otros de tela esperando a la orilla del barco, poder divisar el puerto donde por fin podrían desembarcar.

Había decidido partir de Francia porque la bolsa de trabajo no era suficientemente buena para su profesión y porque los osos estaban acabándose y largándose a lugares más fríos y menos llenos de gente emperifollada y perfumada. Todos los burgueses de Francia le molestaban, así que simplemente tomo un barco que lo llevara a Gales y con apenas tres mudas de ropa en un costal en el hombro, botas largas de cuero café, pantalón café camisa de manga larga blanca y una cazadora abrigada de piel de borrego por dentro salió del país. Por supuesto traía en la espalda, un rifle y un montón de balas.

A su lado había una mujer de mandil y vestido largo, un sombrero y dos niños con pantalones cortos y narices rojas, atrás de él había una pareja de dos adolescentes sujetados de las manos, parecía que se habían fugado y esperaban una buena vida en esta parte de la isla, que si bien no era algo muy alejado de Francia se trataba de la parte más lluviosa de todo el país, y no es que en realidad lloviera siempre, o que siempre hubiera tormentas es que siempre había una humedad extraña en el ambiente, aunque según lo que había escuchado si llegaba a haber sol, sobre todo mientras más escalaras el pueblo.

Por fin el barquito se detuvo en el muelle y la puertecilla se abrió, la rampa fue colocada y había un hombre de barba blanca en la madera húmeda y ensanchada, esperándolos abajo. Con una lámpara de aceite y con una chamarra gigante que cubría su regordeta figura, aun con la bruma el hombre traía una pipa en la boca y un gorro cubriendo su cabeza, sus cabellos blancos. El humo que brotaba de su boca se perdía entre la neblina. Levi ladeó la cabeza y afianzando su ropa a la espalda bajó con la derecha en el bolsillo de la chamarra. Súbitamente tenía ganas de un cigarrillo, o tal vez café. Era culpa del frio.

—Señora Johnson — saludó el hombre a la mujer que traía dos niños pequeños —. Su esposo la está esperando en la oficina de correo, me pidió que la guiara junto a los pequeños. ¿El viaje estuvo bien?

—Estuvo bastante cómodo.

Era una mentira, es verdad que había sido un viaje de seis horas pero sin un camerino para todos y con solo banquitos en la cubierta del barco, los seis habían tenido que mirarse fijamente a los ojos por un buen rato o desviar la mirada al inmenso mar o a sus propios zapatos, había sido un viaje catastrófico. El hombre miró de soslayo a la pareja que los acompañaba y frunció el ceño, como si no los reconociera, pero después sus ojos brillaron con intuición y suspiró admirando a la pareja de nuevo.

—Ustedes dos — los señaló con menos respeto que a la mujer de antes —, supongo que ya están listos para su trabajo en la casona del Sr. Thomas.

—Estamos listos para trabajar de lo que sea — afirmó la mujer sin dejar de apretar las manos del joven

El anciano los miró con reproche en la comisura de los labios pero para ahorrarse los comentarios desagradables se giró a ver a Levi con unos ojos más tranquilos y una sonrisa llena de dientes desagradablemente sucios.

—Señor Ackerman — lo saludó extendiendo la mano, Levi la rechazo con un asentimiento en la cabeza —. Es realmente sorpresivo para este pequeño pueblo pescador recibir un nuevo miembro, sobre todo sin enlaces familiares como usted, pero todos estamos muy felices de conocerlo… como sabe ahora el clima no es muy adecuado para un recibimiento adecuado pero en cuanto el clima mejore tenga por seguro que todos irán a visitarlo a la posada, si es que no le molesta, después de todo es usted nuestro nuevo vecino.

—¿Ha conseguido la casa que le pedí? — preguntó Levi ignorando todas las formalidades anteriores.

El hombre carraspeó incómodo y se jaló el cuello de la chamarra antes de mostrar una cara de querer decir lo siento y soltar una risa.

—En realidad por ahora no hay ninguna casa o apartamento disponible para un nuevo residente, por eso hemos decidido darle una habitación bastante cómoda en la posada del pueblo, serás ya por el tiempo que quiera hasta que consigamos un lugar donde construir.

—Ya déjelo — gruñó Levi rodando los ojos —. Me quedaré en la posada el tiempo que sea necesario, pero quiero mi dinero de vuelta yo mismo me haré cargo de conseguir una vivienda apropiada.

Tengo bastante tiempo, desea agregar pero como siempre tuvo la habilidad de guardarse sus palabras, se lo calló. El hombre lo miró confundido pero asintió después de meditarlo por unos segundos, habló un poco más con todos los miembros y agradeció a los dueños del barco, para después subirlos a todos a un coche que se veía demasiad desgastado por la vida, Levi en el asiento copiloto y fue repartiendo a todos los de adentro. La primera en bajar fue la madre con sus hijos, en la avenida principal del pueblo había una oficina de correo, un hombre de traje elegante y sombrero estaba parado con un paraguas en la mano, que hacia las de bastón. Los niños se lanzaron al hombre de 50 años como si fuera su abuelo, pero se trataba de su padre.

No pudo ver el camino que los dos amantes fugitivos seguirían porque mientras más se adentraban al pequeño pueblo que hacia las de ciudad con sus casas de madera blanca pintada y enmohecida por toda la humedad pudo ver a lo lejos la posada en la que se quedaría, y no había señales de que los amantes fueran a bajar. El hombre se detuvo en un lodoso camino frente al edificio de madera café de tres pisos, con ventanas cubiertas de cortinas blancas desteñidas y un suave color azul en el techo, la puerta abierta de par en par con dos lámparas a los costados, que luchaban débilmente por alumbrar en la penumbra de la tarde. Levi se bajó asqueado con el lodo de sus botas y gruñendo por la neblina que lo cubría todo.

Una mujer de pelo rojo estaba en la puerta, tenía los ojos verdes y un vaso en las manos, un mandil y una larga falda café, junto con unas botas de cuerdas. Sonreía radiantemente, el chofer solo le dio un par de palabras más antes de irse, Levi las ignoró olímpicamente con tal de entrar lo más pronto posible a la casa.

—Sí que ha llegado en un mal día — le habló la mujer dejándolo pasar y ayudando a quitar la chamarra —. Sabíamos que vendría pero vaya que en este día, la bruma no suele subir tanto, pero hoy sí que estaba por los aires. Pero no se preocupe, que ya mañana estará mucho mejor… emm tenemos solamente sopa de buey y patas de cerdo ¿Quiere comer ahora o subo la comida a su cuarto? Por cierto soy Isabel la casera, estoy a cargo de este lugar y puede preguntarme lo que quiera.

—¿Todos aquí son así? — preguntó quitándose la gorra y sentándose en una de las sillas de madera que estaban en la parte principal de la casa. Una especie de comedor, con una barra grande y una cocina, a lo lejos unas escaleras con barandal.

La casera cerró la puerta.

—¿Así como?

—Que hablan y hablan.

—Hablan más en Francia ¿No? — dijo sin ofenderse ni un poco y acercándose hasta la mesilla que Levi había elegido, paso un trapo con legía y encendió la lámpara de la mesa. Después se dio la vuelta fue hasta la cocina.

—Allá parlotean, aquí hablan.

—Entonces más agradables somos.

—Lo agradable es estar solo — aseguró cuando vio a la pelirroja acercarse de nuevo con un plato humeante de porcelana pintada que dejó sobre su mesa y un jarra con quien sabe que bebida.

—Ya sabemos porque se vino a Banchgen Pentref — agregó sirviendo el agua en un vaso de vidrio —: Primero, porque hablamos inglés y usted también, segundo porque le molestaba Francia y su gente y prefiere la vida de bosque ¿no? Aquí los bosques son lo más, hay bosque en todos lados y mientras más suba las montañas más bosque tupido hay… si quería vida de bosque la encontró, así que no se queje y coma. Que se enfría.

Chocó la lengua contra el paladar produciendo un sonido de incomodidad y movió la cuchara para llevarla al plato, la casera se alejó con su trapo en la mano y se metió tras la barra.

—Estúpida maleducada mujer — susurró contra la cuchara y se metió el sabroso caldo a la boca.

—Escuché eso —canturreó desde el otro lado de la barra de roble—. Me llamo Isabel, señor Levi Ackerman.

Rodó los ojos y siguió comiendo sin percatarse de lo que hacia la pelirroja, en cambio se concentró en el buen sabor que tenía la comida que la mujer preparaba, si la comida era así en esta posada realmente no le molestaba tener que comer por aquí antes de irse, aunque ahora que lo pensaba podía hacer un buen negocio con ella… seguro que se gastaba muchísimo dinero pagándole a los barcos para que la surtieran de carne, pero él podía hacerlo por una suma menor, un cuarto y comida. Podía traer comida a la posada, pues básicamente a eso se dedicaba, ya mañana le plantearía su nuevo plan a la pelirroja. No le parecía una mala idea, además de que este pueblo pesquero poco diestro en la caza nada tenía que rechistarle a él, ni mucho menos hacerse los competidos. La gente más temprano que tarde se harta del pescado y del buey, también de las gallinas. Seguro que entre tanto bosque sí que lograba encontrar osos, caribús, alces, venados, conejos y ardillas por seguro, ¿Por qué diablos nadie se dedicaba aquí a la caza?

—¿Ya terminó? — preguntó Isabel retirándole el plato —. Si gusta lo llevo a su cuarto, todavía hay agua caliente pero en cuanto dan las nueve dejo de meterle madera a la chimenea así que será mejor que aproveche.

El pelinegro puso los ojos en blanco y se levantó limpiándose bien la boca y las manos, tomo su ropa y también su abrigo y espero a que la mujer regresara de la cocina, luego se estremeció al verla limpiarse con el mandil y la siguió hasta las escaleras, ya no parloteaba más bien parecía pensar detenidamente lo que iba a decirle después, el pelinegro tenia buen ojo para leer las expresiones faciales y cuando la mujer se frotaba los nudillos solo significaba que quería mostrarse decidida.

En el primer piso había un amplio pasillo con tres puertas y una lámpara de techo, al final del pasillo había una gran ventana empañada, la casera lo guio por el pasillo hasta la última puerta y tambaleante llevó sus manos hasta el bolsillo del mandil de donde sacó un juego de llaves que alguna vez fueron doradas, y la metió en la cerradura. La puerta chilló como un animal muriendo y finalmente se abrió. Estaba limpia, o eso podía notarse a simple vista y era bastante grande, aunque seguía siendo demasiado fría. Tenía la sensación de que incluso la neblina había atravesado las paredes de madera y se había asentado en cada cosa.

—Está limpio — le dijo la casera recargada en el marco de la puerta —. Tiene baño y agua y todo, yo duermo arriba si quiere cualquier cosa solo grite. El desayuno se sirve a las ocho de la mañana y la comida a las cuatro en más… si quiere cenar puede repetir la comida o le damos whisky, eso es todo. Como sabe las primeras tres semanas ya están pagadas así que por eso no se preocupe, cuando tenga que pegarme yo le digo. ¿Ya?

—Ya — contestó sin darle atención a la cosa, y sentándose en la cama.

Una de esas camas antiguas con fuertes postes de metal y una cabecera pintada de color dorado, algunos resortes que se te meten en la espalda cual lombrices y un rebote duro, aunque las cobijas eran cálidas y no se sentía nada mal ya pensando en lo cansado que se encontraba.

—Entonces, mañana va a venir Farlan — explicó cerrando la puerta —. Para darle el recorrido y eso que pidió…

—Si ya sé — gruñó quitándose las botas enlodadas.

—¡Que carácter! — y cerró la puerta de un portazo molesto, después unas patas de gigante atravesaban el techo de madera y las escaleras rechinaron.

Levi frunció el ceño cansado, que odiosa. Aunque no era tan desagradable, podían incluso llevarse bien pero tenía que ser paciente pues el apenas había tenido un agotador viaje que lo había destrozado físicamente, sumado a su actitud anti social no podía dar como resultado una conversación agradable, más que porque el simplemente no se consideraba agradable o amistoso. Después de esa discreta conversación consigo mismo se largó a la bañera del cuarto, la cual era más que perfecta y limpia y disfruto de un relajante baño de agua caliente hasta que terminó por agotarse y dormir en la cama con una pijama pachona.


N/A: ES demasiado corto. Lo se, no me maten pero como les dije ya está avanzado en su mayor parte y los siguientes capítulos ya son más largos, así que espero les guste y si pueden déjenme su amor en forma de review. Las amaré mil más.

Lia: mujer sabes que te quiero un montón y que todos estos fics son para ti más que nadie, pues ya hemos hablado de ellos hasta el cansancio, pues feliz cumpleaños espero que te guste y disfrutes de la lectura ¡Te deseo lo mejor de lo mejor en este año! Un abrazo fuerte hasta allá donde estás.

perdonen el inicio lento, pero prometo un buen fanfic ¡Lo juro!