Aviso: Los personajes de Captain Tsubasa fueron creados por Yoichi Takahashi

Un Jazmín entre las zarzas.

Epílogo

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Hikaru Matsuyama caminaba pensativo por el segundo nivel del Centro Comercial Tokio. La firma de autógrafos había terminado no hacía mucho y había estado conversando con Sanae y los demás durante un rato, pero luego de unos minutos tuvo que disculparse ya que tenía que ir a buscar a su prima, quien volvería a Hokkaido con él esa misma tarde.

Mientras andaba por los pasillos del lugar, no pudo evitar sentirse confundido por lo que Sanae les comentó acerca de su viaje de luna de miel. Matsuyama pensaba que era muy extraño que Tsubasa hubiera decidido cambiar un viaje en crucero por una visita a Francia, pero al final, cuando llegó al segundo nivel de la plaza, decidió dejar la idea a un lado ya que le parecía que lo que hicieran Tsubasa y Sanae no era asunto suyo.

"Aunque yo nunca le haría algo así a Machiko después de nuestra boda…" pensó él, que se detuvo al darse cuenta de que otra vez había pensado en casarse con Machiko Machida. Suspiró y levantó la mirada, sintiendo el fuerte deseo de ver a su novia de nuevo.

Hikaru miró a su derecha y notó que allá, unos pasos adelante, había una joyería.

"Me pregunto si allí puedo…" dejando la idea incompleta, el joven Matsuyama entró a la tienda, pensando que no pasaría nada si miraba un poco antes de ir a buscar a su prima.

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Unos minutos más tarde…

Mayumi Matsuyama le dio un sorbo a su café y se recargó en su asiento, esperando a que le trajeran la rebanada de pastel de limón que había pedido. Frente a ella, su primo estaba terminando de contarle acerca de la firma de autógrafos y de otras cosas relacionadas al futbol que en realidad no le interesaban mucho, ya que ese deporte no le gustaba. La muchacha era alta para su edad y razonablemente bonita, aunque su estilo de chica ruda ocultaba mucho su natural atractivo, y ya le había ganado algunas riñas con otras chicas que la acusaban de no ser lo bastante femenina.

—Espero que te adaptes bien a Hokkaido —comentó Hikaru entonces—, nuestro clima no es tan cálido como en Kochi, y yo sé que te encanta pasarte el día en la playa.

—Eh, no te preocupes —dijo ella alzándose de hombros—, extrañaré entrenar junto al mar en Katsurahama, pero supongo que encontraré otro lugar en dónde practicar. La verdad todavía no me acostumbro a la idea de vivir en Hokkaido, pero ahora que mi papá trabajará en el ayuntamiento, no nos queda otra opción a mamá y a mí.

—Ya verás que te gustará, además la casa que les consiguió mi tío está en un buen vecindario —sonrió Hikaru—, y te la pasarás muy bien ahora que toda la familia Matsuyama vivirá otra vez en Hokkaido.

—Eso es verdad —sonrió ella—. Cambiando el tema, ¿qué sabes del equipo de volibol de la preparatoria Furano? El campeonato anterior quedó en octavo lugar nacional, ¿crees que este año mejoren?

—La verdad no sé mucho de eso —admitió Hikaru, que añadió luego de una pausa—, ¿planeas volver a jugar? Yo creí que te habías retirado después de lo que te pasó el año pasado cuando no pudiste ir al campeonato nacional.

—¡Claro que voy a jugar! —Declaró Mayumi—. Si no me hubiera fracturado tres dedos, Kozue Ayuhara y el colegio Fujimi no habrían vencido a mi escuela en la final regional… ¡pero este año le mostraré a Kozue quién es mejor!

—Pues te deseo suerte —le dijo él—. Espero que puedas adaptarte bien al equipo del Colegio Furano.

—Será fácil, ya quiero empezar a entrenar con ellas —dijo Mayumi mientras recibía su rebanada de pastel.

Hikaru se limitó a asentir complacido; en realidad le agradaba mucho que la familia de Mayumi hubiera regresado a Hokkaido, pues aunque estimaba mucho a sus otros dos tíos él papá de su prima era sin dudar su tío favorito.

—…Por cierto, Hikaru —dijo Mayumi con una expresión de curiosidad—, ¿cuándo me presentarás a tu nueva novia? Mamá me contó que habías empezado a salir con una tal Machiko Machida. Conociéndote apuesto que ya estás pensando en casarte con ella, ¿me equivoco?

Por toda respuesta, Hikaru comenzó a toser, estaba a medio trago de café y la pregunta de su prima lo había tomado por sorpresa, en especial porque no estaba nada equivocada.

Y mientras Hikaru tosía y buscaba una manera de responder la pregunta, Mayumi Matsuyama no pudo evitar sonreír al ver que su primo preferido parecía seguir siendo tan despistado para el romance como siempre.

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Estacionó su auto frente al almacén de maderas de la familia Machida y se quedó quieto tras en el asiento sin poder decidir si debía bajar o simplemente regresar a su casa, darse un largo baño y luego ir a entrenar con el equipo. Era temprano, y sabía que todavía faltaban algunos minutos para que ella llegara a trabajar. Cierto, ya había gente en el almacén, pero los otros trabajadores no le importaban. Lo único que a Hikaru le interesaba era ver a Machiko.

"¿Qué diablos estoy haciendo?" Se preguntó, apretando el volante con las manos para controlar sus nervios. "No hay manera de que esto salga bien, pero…"

Su respiración se detuvo al verla doblar la esquina, caminando tranquilamente mientras se dirigía al almacén. No lo había visto aún, pues iba ocupada mirando algo en su celular. Sintiendo que sus manos se enfriaban, Hikaru finalmente salió de su automóvil con la intención de alcanzarla antes de que entrara a su trabajo. Estaba aterrado, pero al mismo tiempo pensaba que no podía dejar que el miedo lo controlara. Tenía que hacer esto, tenía qué escuchar su respuesta.

Atravesó la calle con pasos veloces y la interceptó justo en la entrada del almacén.

—Hikaru, no esperaba verte aquí —dijo ella sonriendo para él—. Pensé que nos veríamos hasta en la tarde. ¿Pasó algo?

—No pasa nada, Machi; es sólo que ya no podía esperar para verte, —le contestó—, te extrañé mucho estos cuatro días que estuve en la capital.

—Yo también te extrañe, mi querido Hikaru —le dijo ella, acercándose para besarle la mejilla—, ¿quieres ir a desayunar conmigo? Sólo debo avisarle a la señora Furuhata que saldré un momento y…

—Espera, antes de que hagas eso quiero darte algo —pidió él, tomándola de la mano para evitar que entrara al almacén.

—¿Qué es?

—Te compré algo en Tokio —dijo Hikaru mientras le entregaba una pequeña bolsita de terciopelo rojo—. Por favor acéptalo.

—No debiste… —sonrió Machiko que desató el listón que mantenía cerrada la bolsa para luego hurgar en ella con sus dedos, sacando un sencillo collar. Estaba preparándose para agradecerle a Hikaru, pero entonces, notó que algo colgaba al otro extremo de la dorada cadena. Un sencillo anillo de compromiso hecho en plata y decorado con un bonito zafiro.

La joven miró la joya y luego a Hikaru, inmóvil y sin poder encontrar las palabras para responder.

—Machiko, aceptarías ser mi espo…

Pero Hikaru no pudo continuar, Machiko le soltó un fuerte coscorrón que lo hizo llevarse las manos a la cabeza.

—¡Auch…! —se quejó el, que al mirar a su novia notó que estaba roja como una fresa y quizás… ¿enojada? Hikaru pasó saliva asustado, pensando que una vez más lo había arruinado y que estaba a punto de ser rechazado.

—¡Estas cosas no se hacen tan de repente! —exclamó ella, su voz temblando un poco ante la fuerte ola de emoción que le inundaba el pecho.

—Yo sólo quería sorprenderte y…

—¡Pues sí que me sorprendiste! —Lo interrumpió ella. Machiko respiró profundamente una vez para tranquilizarse, después sonrió y se acercó a él para apoyar su mano izquierda sobre su pecho—. Me sorprendiste mucho, pero…

—¿Pero? —preguntó él, la esperanza renaciendo en su corazón al verla sonreír.

Machiko le acarició el rostro y, poniéndose de puntas, lo besó tiernamente en los labios.

—Acepto, Hikaru. Si en verdad me quieres, seré tu esposa... —le prometió ella, mirándolo con timidez.

—Machiko, en verdad te quiero, y me esforzaré para que seas feliz conmigo —juró Hikaru, que comenzó a cerrar lentamente la distancia entre sus rostros.

—Ya soy feliz contigo, mi amor —suspiró ella, limpiándose una lágrima de alegría que comenzó a deslizarse por su mejilla—, y sé que seremos felices siempre que estemos juntos.

Hikaru asintió y sin poder agregar más, sintiéndose afortunado de poder tener a su lado a la persona especial con la que compartiría sus esperanzas, sus alegrías, su vida y su futuro, se permitió abrazar a Machiko y perderse con ella en un cálido y profundo beso.

-Fin-

Notas:

Y con este epílogo, ahora sí la historia ha quedado terminada. La escena que mencionaba antes que había dejado en el borrador era precisamente la que se da en las puertas del almacén de maderas. La escena es muy larga y distinta a la que concluye el capítulo anterior y habría roto el ritmo narrativo (al menos en mi opinión), y también era muy corta para ser un epílogo por sí sola, pero combinándola con otras cosas que tenía en el borrador original, en particular las primeras dos escenas que conectan al epílogo con el 4 de Destruyendo a Sanae, me parece que se formaba un epílogo más redondo y que completa la historia bastante bien.

Algo interesante que les quiero compartir, y la razón principal por la que cada capítulo a excepción de este tiene como título una frase relacionada con las propiedades de la flor de jazmín (aunque tal vez alguna de ustedes ya lo sabe) es la siguiente: El nombre de Machiko en japonés significa jazmín, mientras que Hikaru significa luz.

Finalmente, sólo me queda agradecerles una vez más por leerme, en realidad significa mucho para mí. ¡Muchas gracias a todas!