El Fandom de InuYasha y sus personajes no me pertenecen.

Nota aclaratoria: Para los que no conozcan la definición de Fluff, la dejaré aquí. "Los fanfics fluff y WAFF (abreviatura de Warm and Fuzzy Feeling) son historias románticas con final feliz, que pretenden inducir este tipo de sensación reconfortante en sus lectores."

Advertencia: Posible OoC


Diario de observación

Día I


«Y es que el amor no necesita ser entendido, simplemente necesita ser demostrado».


Rin era la hija menor y adoptiva de la familia Taishō, hacía casi un año Izayoi había decidido adoptarla a pesar de los múltiples comentarios que surgieron, como por ejemplo que era para que ella estuviera esperando la llegada de sus futuros nietos y no para criar a otra niña de apenas ocho, casi nueve años.

Ella siempre rememoraba a Izayoi con verdadera felicidad, la mayor solamente había sido acompañante aquel día, su intención no era ir a adoptar otro hijo debido a que estaba feliz con su único hijo y con su hijastro. Pero Rin recordaba haberla visto sentarse en una pequeña banca dónde ella acostumbraba a sentarse también, ellas se habían encontrado por casualidad mientras Rin veía marchar a otro de sus amigos y se decía a ella misma que su futuro era pasar el resto de su vida en aquel lugar.

Dudaba que alguna familia la adoptara.

Izayoi era una persona grandiosa, fue ella la que le habló primero preguntándole de algo tan trivial como era el clima. La menor también rememoraba su sonrisa, cuándo la señora Taishō le sonrió fue como ver de nuevo la sonrisa cálida de su madre difunta. No pudo evitar que los ojos se le llenaran de lágrimas ante el recuerdo y la mayor lejos de alejarse o disculparse, la atrajo a sus brazos en el abrazo más cálido que ella alguna vez pudo haber recibido desde que llegó a ese lugar.

Adoró a esa señora desde ese momento.

Fue en ese pequeño lapso de tiempo que decidió sincerarse, confesar que sus padres habían fallecido en un accidente automovilístico y que no tenía más familia. Qué lo único que podía salvarla de ese lugar es que alguien le adoptara, pero por su edad dudaba que eso pasaba.

No la trataban mal, era cierto. La señora Kaede había tratado muchas veces de que se sintiera cómoda y Rin lo estaba, pero solo cuándo la señora se encontraba cerca de ella, aunque ella también tenía obligaciones que cumplir y no podían pasar el día juntas. Y Rin era lo que añoraba, sentir el amor de un núcleo familiar.

Su familia era pequeña, apenas tres integrantes pero se amaban muchísimo. Su padre la adoraba, siempre le contaba cuentos antes de dormir o salían a pasear todos juntos. Su madre era una mujer bellísima y Rin siempre decía con orgullo que se parecía a ella; siempre se mostraba sonriente a pesar de todo y era muy valiente.

Izayoi fue la persona que más escuchó su historia sin interrumpirla, sin hacerle preguntas de más, sin siquiera querer saber más de lo que ella le estaba diciendo. Y fue por eso que la apreció más y se abrió a ella como nunca lo había vuelto a hacer en los meses que había estado ahí.

Cuándo la amiga de la señora apareció, dijo que quería irse. Qué tal vez intentaría nuevamente quedar embarazada porque adoptar no le convencía de todo. Izayoi al despedirse prometió volver a visitarla y le dijo que ella le ayudaría a tener una familia que le amara incondicionalmente.

Rin no quería pensar que aquello era imposible, pero lo pensó. Y trató de no hacerse esperanzas de que Izayoi volvería, tal vez lo había dicho para que no se sintiera mal.

Se equivocó.

Amó equivocarse.

Izayoi volvió con un hombre peculiar, tenía el cabello plateado —y no por la edad—, ojos dorados y tez blanca. Hacían una pareja bellísima, se presentaron ante la pequeña como los esposos que eran y fue cuestión de minutos para que Inu No se ganara también su corazón, el hombre era carismático, muy amable y se mostró muy interesado en ella. Le preguntó por sus películas favoritas, libros, juguetes, etc. Hablaron de tantas cosas e incluso jugaron juntos.

Aquellos días en los que ambos la visitaron, fueron los mejores que pasó en aquel lugar.

Nunca se imaginó que ellos pensaban en adoptarla.

Fue el primer día de primavera cuándo ellos llegaron ante ella con una sonrisa tan resplandeciente que la dejaron impactada, la felicidad les desbordaba y no aguantaron demasiado con el enigma y le dijeron a la pequeña que ellos habían decidido adoptarla y que se los habían concedido.

Rin corrió a abrazarlos a ambos con la misma felicidad desbordante.

Familia, ¡tenía una nueva familia!


•••


Conocer a sus hermanos adoptivos le provocó mucho nerviosismo, el miedo se implantó a ella al ver la puerta enorme de madera ante ella. Pensó por un instante que ella les podría caer mal o tal vez no iban a terminar de aceptarla nunca como su hermana menor.

Estarían en su derecho, pensó.

Pero a veces no había que ser tan pesimistas y Rin estaba a punto de comprenderlo. Sus hermanos adoptivos no eran ningunos ogros sacados de algún cuento fantástico, eran personas comunes y normales como ella y se parecían demasiado a su padre. Antes de saludarlos, volteó a ver a ambos mayores, preguntándoles mudamente si aquello estaba bien. ¿Podía saludarlos como si nada?

—Ella es Rin —empezó hablando Inu No Taishō.

—Es la pequeña de la que les estuvimos hablando —siguió Izayoi—, a partir del día de hoy es su hermana menor.

InuYasha fue el primero en acercarse a ella, la saludó con una suave caricia en el cabello, aquello fue señal suficiente para romper el hielo entre ambos. Ella le sonrió, preguntándole muchas cosas como su edad y si estaba feliz de que ella estuviera ahí, InuYasha había dicho que sí.

Aquello le hizo tan feliz.

El segundo en presentarse fue Sesshōmaru con un apretón de manos demasiado formal para el gusto de todos. Rin nunca había visto a una persona como él, era demasiado serio, su cara no mostraba demasiada expresión y por unos instantes temió no haberle agradado. Pero sus ojos, sus ojos eran otra cosa. Sus ojos parecían expresar mucho más de lo que él decía y eso hizo que ella le sonriera a su hermano mayor con verdadera felicidad.

Cuándo ella preguntó si él estaba feliz de tenerla ahí, él solamente asintió para desaparecer por la puerta que daba al gran patio.

Izayoi le pidió disculpas por el comportamiento de su hijastro, pero para Rin no fue necesario. Sesshōmaru se veía una buena persona y, además, le agradaba.

Con el tiempo se dio cuenta de que InuYasha y Sesshōmaru eran los mejores hermanos que pudo tener. InuYasha era protector y jugaba mucho con ella, la cargaba y animaba cuándo sentía que no encajaba en ese lugar gracias a los comentarios que hacían algunos vecinos. Más de una vez había ido a reclamar y exigido que se disculparan con ella.

Ella le quería tanto.

Y Sesshōmaru, él era muy lindo y cariñoso a su manera. Era callado y muy reservado, pero ella había aprendido cuándo podía importunarlo —y eso era la mayoría del tiempo—, a veces solía meterse a su habitación mientras él leía un libro y se acostaba en su cama. Sesshōmaru acostumbraba a leer con música suave y se quedaba ahí mirando el techo, hasta que él se movía y se acomodaba junto a ella.

Ella le abrazaba entonces.

También cuándo quería hablar, incluso quería una opinión sobre un dibujo o escuchar un CD juntos, él era el indicado. Nunca le decía que no y le dejaba entrar y deshacer en su habitación —moderadamente— siempre que ella quisiera.

También le quería tanto.

Le había tocado una genial familia y eso era algo que siempre relataba en las cartas que Izayoi escribía por ella para Kaede. Estaba demasiado feliz con todos los integrantes de la misma, era como estar en un sueño… uno demasiado reconfortante.


•••


Aquel día en la escuela había transcurrido con total normalidad, acostumbrarse a aquella escuela fue demasiado fácil y su profesora Sara Asano, la había apoyado demasiado y le estaba muy agradecida. Faltaban apenas unos cuantos minutos para salir y estaba ansiosa, había escuchado que las novias de sus hermanos tenían una semana libre y habían decidido ir a visitarlos.

Quería conocerlas, Izayoi se había encargado de hablarle tanto de Kagome Higurashi y Kikyō Tanaka que deseaba saber cómo eran y sobre todo tratarlas. Quería saber cómo eran sus hermanos con ellas y ansiaba, sobre todo, agradarles. Que la aceptaran como otra Taishō aunque fuera adoptada.

—¡Tengo una tarea para ustedes! —Exclamó repentinamente la maestra Asano. La bulla en contra no se hizo de esperar, ella rió, porque con eso no cambiaría de opinión—. Oh vamos —animó—. Les gustará.

Cuándo todos guardaron silencio completamente, ella procedió a caminar hasta el centro del salón. La mirada de todos se enfocó en ella, no sabían qué era lo que tenía pensado.

—Van a realizar un Diario de observación —más bulla en contra, ella lo ignoró olímpicamente. Rin rió al pensar en su hermano mayor—, en él van a escribir lo que les llame la atención de su familia. Puede ser alguna situación, lo pueden ilustrar con dibujos o con lo que gusten —ella fue por una libreta y empezó a explicar cómo podían hacerlo—. Es durante cinco días, en el último, expondrán lo que observaron.

De nuevo hubo quejas pero ella volvió a ignorarlo.

—Eso es todo, pueden salir.

Todos desalojaron el salón.

Esa era su oportunidad.


•••


Su madre fue a recogerla como solía hacerlo, ella se veía realmente nerviosa y parecía apurada. Sus invitadas no habían dicho a qué horas llegarían y ella quería tener todo listo. Rin decidió no abordarla con preguntas por el momento y decidió que lo mejor sería mantener aquel diario de observación como una sorpresa para todos los integrantes de su familia.

Cuando llegaron, tanto InuYasha y Sesshōmaru se encontraban en casa antes de lo estimado, ambos le saludaron, InuYasha abiertamente con un saludo y su otro hermano la miró apenas, ella le sonrió. Subió a cambiarse y cuándo bajó se dio cuenta de que su madre había puesto en la mesa un arreglo muy bonito y sencillo de flores.

—¿Dónde las compraste? —Preguntó ella ayudándole a ordenar los platos que había dejado en un rincón sobre la mesa.

—Cerca de tu escuela —confesó—, ¿te parece demasiado?

Ella apreció las flores, eran hermosas de un color beige (1). Nunca las había observado cuándo pasaba, tal vez tendría que prestar más atención a la próxima vez que fuera a ver.

—¿Quieren mucho a Kagome y a Kikyō?

La pelinegra paró en lo que estaba haciendo y tomó asiento un momento, le dijo a su hija que se acercara y le sonrió de aquella manera que Rin siempre rememoraba con cariño.

—¿No te gustaría comprobarlo? —Ella asintió. Izayoi rió, como quién está haciendo una pequeña broma—. Sesshōmaru no tarda en salir en busca de algo, acompáñalo.

—¿A dónde irá?

Ella rió levemente. —Es una sorpresa. —Susurró.

Rin estaba a punto de agregar algo, incluso iba a preguntar algo más. Pero no se atrevió cuándo vio a Sesshōmaru aparecer en el comedor.

—Izayoi.

Volteó a verlo, nunca entendería porque su hermano no le decía mamá a Izayoi, incluso ella que era adoptada había aprendido a decirle mamá en ese periodo de tiempo. La mayor no lo decía, pero Rin veía que siempre esperaba algo más de él, tal vez que soltara esa palabra aunque fuera por equivocación.

—¿Ya vas a ir? —Él asintió—. ¿Por qué no llevas a Rin?

Él asintió, y Rin no tardó mucho en seguirle por la puerta. Subieron al auto del peliplata y él empezó a manejar por calles que Rin nunca había frecuentado, su familia no acostumbraba a salir mucho, pero cuándo lo hacían tomaban las calles más transitadas que había y con mejor vista. Su papá solía siempre contarle algo acerca de aquellos lugares y ella disfrutaba mucho aquellos pequeños momentos.

—¿A dónde vamos? —Se atrevió a preguntar. Lo único que veía era casas tras casas y la suya había quedado atrás hace muchísimo tiempo—. ¿Vamos a comprar algo?

Asintió. —Un pastel.

—¿Un pastel? —Sus ojos se enfocaron en él, pero nunca le regresó la mirada—. Había una pastelería cerca de casa, a dos cuadras…

Él asintió, lo sabía.

—¿Entonces qué hacemos aquí? —Insistió, señalando todo lo que estaban recorriendo.

Pero su hermano no respondió. Decidió que lo mejor sería no insistir tanto y se limitó a disfrutar del viaje en auto que le estaba dando. Cuando llegaron a la pastelería, Rin pudo observar que era muy bonita, estaba pintada de un color azul pastel y el letrero de "Pastelería" era colorido.

Adentro estaba un chico de cabello castaño cortado perfectamente y con su respectivo uniforme, les dio la bienvenida y les preguntó que iban a querer. Sesshōmaru dio el nombre de un pastel en específico y el chavo agarró uno del refrigerador más alejado, les mencionó que era el último y finalmente su hermano lo pagó y ella lo cargó entre sus piernas de regreso.

—¿Es un pastel en especial? —Se atrevió a preguntar.

Él asintió. —El favorito de Kagome.

Sonrió al comprender lo que Izayoi había querido decirle, Sesshōmaru tenía detalles tan discretos que casi nadie podía identificar, pero apostaba a que Kagome sí iba a entenderlo. —¿Es el único lugar dónde lo venden?

Volvió a asentir y ella volvió a sonreír.

¿Qué cara pondría Kagome al ver el pastel?


•••


Cuando llegaron, Izayoi les alcanzó mucho antes de que bajaran del auto. Ella les había dicho que debían darle el pastel en ese momento y que las preguntas eran para después. Rin se lo dio y se bajó después del auto, miró confundida a Sesshōmaru pero no duró mucho porque su madre los arrastró hasta la puerta y los hizo entrar.

Cuándo entraron, las risas que se escuchaban en el lugar pararon. Rin se apresuró a entrar, de pie ante ella se encontraban las dos chicas que sus padres y hermanos tanto apreciaban.

—Hola —saludó una de ellas—, mi nombre es Kagome. —Le sonrió, ella le devolvió la sonrisa—. ¿Tú eres Rin? —Asintió, sin poder decir nada más.

La había visto en fotos pero ahora la tenía enfrente, Kagome era hermosa. Su cabello era negro y se ondulaba levemente, aunque algunas puntas eran rebeldes, sus ojos eran de un hermoso color zafiro. En ese momento llevaba puesto un vestido blanco corto con un cinturón azul y un detalle en el cuello también azul; llevaba zapatillas plateadas (2).

—Tú eres la novia de Sesshōmaru.

Ella rió. —Así es —finalmente lo miró a él, zafiro y ámbar encontrándose. Rin juró ver un brillo en esos ojos—. Sessh, nunca me dijiste que tu hermana era tan bonita.

Se sonrojó, Kagome volvió a reír mientras le acariciaba una mejilla suavemente. Después de eso caminó hasta dónde estaba su novio y lo envolvió en un abrazo que a ella se le hizo tierno, después le besó y Rin sonrió al verlos.

Se veían tan lindos juntos.

—Rin —InuYasha atrajo toda su atención, de su mano sostenía a la otra chica—, ella es mi novia, Kikyō.

—Hola —saludó la mayor.

La menor la observó, tenía un leve parecido con Kagome y si ellas le hubieran dicho que eran hermanas, lo hubiera creído. Pero era imposible.

El cabello de Kikyō era lacio, sin ningún mechón más largo que otro y portaba un flequillo. Ella llevaba un pantalón blanco, una blusa con flores verdes y un pequeño suéter verde, además de zapatillas amarillas (3).

—Hola Kikyō.

La mayor sacó un collar de su bolsa, estaba envuelto en una pequeña bolsa transparente. Rin lo miró maravillada, era un corazón pequeño que le recordó el que portaba su madre biológica antes del accidente. No quería llorar, no en ese momento que veía a sus hermanos tan felices. Trató de reprimirse el tiempo suficiente, su mamá seguramente estaba tan feliz como ella.

—Es para ti —dijo Tanaka poniendo el regalo en su mano—, espero te guste.

—Me encanta.

«Es como traer a mamá»


•••


Izayoi era definida por muchas cualidades, pero sobre todo por el hecho de que era demasiado hospitalaria con todas las personas que asistían a su casa. Kagome y Kikyō no podían estar más a gusto en aquel lugar y aunque habían tratado de ayudar a la señora, ella se negó rotundamente argumentando que ellas eran sus invitadas.

Su padre había llegado una hora después que las chicas y cuándo lo vieron se dieron cuenta de que era hora de que todos pasaran a comer. Rin fue la que ayudó a servir a Izayoi y mandó más de una vez a sentar a ambas pelinegras, ellas lo único que pudieron hacer fue obedecer y Rin rió ante eso.

—Está delicioso —elogió Inu No a su esposa después de que terminara su plato. Todos asintieron, en acuerdo.

—La comida de Izayoi siempre es deliciosa —comentó Kagome.

Izayoi sonrió ante los comentarios, Rin sabía que su madre no solía ser vanidosa. Nunca iba a admitir que su comida era buena, pero aceptaría todos los comentarios que pudiera.

—¿Quieren postre?

La atención de Rin se centró entonces en Sesshōmaru y Kagome. En ese pequeño lapso de tiempo se había dado cuenta de que Kagome era lo contrario a su hermano, decía abiertamente lo que le gustaba, lo que pensaba y hasta lo que estaba sintiendo, ella era la que abrazaba más a Sesshōmaru o trataba estar cerca y él era tan reservado como siempre.

Higurashi pareció darse cuenta de la mirada que estaba sobre ella, le sonrió y Rin sintió sus mejillas sonrojarse. Sesshōmaru no dijo nada, se mantuvo atento y los demás estaban tan metidos en su plática que ninguno pareció darse cuenta.

Izayoi ya había ido por el pastel.

—Sé lo que estás pensando —rió Kagome y ella se preguntó si podía leer su mente—, los polos opuestos, se atraen.

Cuando iba a preguntar algo, Izayoi depositó el pastel sobre la mesa. Los ojos de Kagome se agrandaron aún más debido a la impresión y su primer impulso fue voltear a la dirección de Sesshōmaru quién no mencionó nada.

Mi favorito —la escuchó decir mientras sonreía más abiertamente que en toda la tarde.

Sonrió ella también.

¿Y si primero escribía sobre su hermano mayor y cuñada?


•••


Aquel día lleno de reencuentros y sorpresas finalmente estaba terminando. Izayoi había insistido en que tanto Kagome como Kikyō se quedaran en la casa en la habitación de huéspedes, sus padres habían ido a dormir antes que todos, suponía que había sido un día demasiado cansado para ambos.

Kagome y Sesshōmaru se habían quedado en la sala viendo una película, pero cuándo ella decidió que iba a subir a su habitación a dormir, observó que Kagome descansaba sobre el hombro de su hermano quién contemplaba con atención las escenas frente a él.

En su habitación se cambió de ropa y se quitó el pequeño collar para apreciarlo mejor. Era casi idéntico al que portaba su madre con tanto orgullo en su cuello. Lo acarició con la palma de su mano, adoraba su nueva familia y por ende nueva vida, pero había veces que le gustaría ver una última vez a sus padres.

Tal vez decirles que los amaba y que los seguía extrañando, pero que estaba bien.

Se asomó por la ventana, su nueva mamá le había dado el cuarto con mejor vista. Habían cambiado el papel tapiz y re decorado todo, pero habían dicho que querían que se sintiera cómoda. Su ventana le dejaba ver con perfección el jardín que Izayoi siempre cuidaba con esmero y también el cielo nocturno.

La luna ese día brillaba más que nunca.

Cuándo su vista bajó, se dio cuenta de que InuYasha y Kikyō estaban en el patio, platicaban, solamente platicaban. Tal vez de todo lo que hicieron en ausencia del otro o cualquier cosa trivial. Kikyō era muy reservada e Inu se sonrojaba con facilidad, pero se veían cómodos el uno con el otro.

Sus manos estaban entrelazadas y no dejaban de mirarse.

Se dijo que tal vez mañana los observaría a ambos y podría escribir sobre ellos. Pero ese día, se lo llevaba su hermano y Kagome.

Se sentó sobre su pequeño escritorio y sacó una hoja blanca.


"Día 1. Mi hermano condujo varios kilómetros para comprar el pastel preferido de su novia que nos vino a visitar.
Sin duda, él la quiere."


Continuará.


(1) Adorno en mi perfil de Facebook (Link en mi perfil)
(2)Vestuario de Kagome en mi perfil.
(3)Vestuario de Kikyo en mi perfil.

Si este capítulo tuviera nombre se llamaría pastel de chocolate. Sé que tengo fics en proceso, pero mi musa ha venido a dejarme esta idea. No pienso desperdiciarla.

Por otra parte, este pequeño proyecto de cinco capítulos no afecta para nada los otros dos que tengo y espero que este lo disfruten tanto como los otros. Se estará actualizando cada dos o tres días.

La idea de como nació este fanfic fue de una conversación con mi madre sobre las muestras de afecto que nosotros vemos durante nuestra niñez y eso me hizo preguntarme como se vería el Sesshome a ojos de Rin. Aunque mi musa cambió mi idea y la convirtió en un fanfic y en una mezcla de varias parejas, pronto lo verán. ¡Gracias por leer!

30 de Enero 2017.