Hola~
Sean bienvenidos a una nueva entrega de fanfic. Bien, además de la breve descripción, aquí les haré un resumen...

Este será una historia en universo alterno (AU), ambientado en una ciudad "ficticia" muy basada en un estilo estadounidense (para hacerlo más neutral ya que es muy común tener esa clase de ambiente grabado en la mente, gracias a las películas, caricaturas y series)
Rocinante (Corazón) en esta historia tendrá una relación inapropiada con un joven Law.
Créanme que debatí mucho conmigo misma sobre realizar este fanfic, nunca pensé hacer algo así con estos personajes, debido a que no soy muy partidaria de esta clase de historias con el cliche de relaciones "prohibidas" o "entre un adulto y un menor"
Agregando el hecho de que será muy difícil manejarlo, sin que sienta remordimiento por hacer a Rocinante tener esta clase de situaciones.

Bien, dejando esto dicho, espero que mi ahora mejorada forma de escribir y ver las cosas, me ayude a abordar esta clase de controversial historia de una manera no tan cosificada e inmadura. Espero hacer lo mejor posible para que sea tomado con seriedad.

No lo olviden, en la realidad, las relaciones entre menores de edad y adultos, no son un juego, ni algo que deba ser tomado a la ligera.
Aun cuando el menor está de acuerdo en ello; a eso se le llama estupro.

Y es lo que veremos en esta complicada historia que por tonta me puse como reto escribir este año...
Por cierto, algunas (espero) se podrán dar cuenta de algunas referencias a una famosa historia (sino la más famosa) que inició todo este género de relaciones entre un adulto y un menor de edad.
Bien sin más que decir, espero que les logre enganchar y le guste este primer vistazo.


"Y así, poco a poco, con cada mirada grisácea y desafiante de ese muchacho, con cada sarcástica sonrisa suya, con cada roce de su mano contra la mía en un momento inesperado, fui cayendo en ese oscuro espiral lleno de remordimientos, miedo y momentos tormentosos que se intercalaban con momentos de éxtasis que tarde o temprano volvían a provocarme los remordimientos que reinaban en ese peligroso terreno…"

-Muchas gracias, aquí tiene…

Un muchacho de cabello rubio se había bajado de un taxi. Su cabello era espeso y parecía cubrir ligera y graciosamente sus ojos. Llevaba consigo un maletín y una valija de viaje.
Vestía una camisa de manga larga con delgadas líneas azules sobre un fondo blanco, una corbata azul marino decorada con pequeños corazones blancos, un pantalón de formal de color azul oscuro y unos zapatos negros que lucían casi nuevos.
El rubio le brindo un par de billetes al conductor a través de la ventana del copiloto.

-Muchas gracias a usted, ¡que tenga un buen día!-y el taxi se retiró.

El hombre rubio estaba frente a una gran y elegante casa. Era una casa de dos niveles, era de color blanco y poseía un estilo arquitectónico digno de la época victoriana. Tenía un buen patio frontal, lleno de césped y vegetación en buen estado que hacían lucir la casa aún más hermosa. Al costado derecho de la casa se encontraba una cochera.
Pronto se apresuró a dirigirse a la puerta, toco el timbre que estaba al costado derecho y espero…

-Hola, buen día. Usted debe ser el señor Trafalgar…-saludo al abrirse la puerta.

-Así es, Edward Trafalgar, mucho gusto-contesto un hombre de cabello negro ligeramente encrespado mientras le tendía la mano derecha. -. Usted debe ser el joven profesor Rocinante Donquixote…

-Sí, mucho gusto-y el rubio estrecho la mano de aquel hombre que se encontraba probablemente cerca de los cuarenta años. El señor Trafalgar tenía un ligero bigote y barbilla, usaba lentes de armazón delgado.

-Adelante, pase, pase…

-Su casa es realmente bonita, quede fascinado desde que baje del taxi-comento Rocinante mientras sonreía débil y tímidamente. El rubio miro fugazmente la sala de estar, tenía un estilo clásico y elegante, observo la chimenea y algunos trofeos que había encima de esta. También observo una gran cantidad de marcos colgados en una pared.

-Muchas gracias, aunque aún falta que mire su habitación y demás interiores, espero que sea de su agrado. Venga, le mostraré el resto…

Y Rocinante siguió al hombre de cabello negro hacia las escaleras.

-De este lado está mi habitación, la del fondo es la de mi hijo y esta…

Y entraron a un cuarto muy amplio. Había una cama muy bien tendida, un espejo tocador con un par de cajones integrados, una mesita de noche al costado de la cama en donde estaba una lámpara, un reloj despertador y un teléfono. Frente a la cama estaba un mueble donde descansaba una televisión de tamaño mediano y por último un armario de puertas corredizas. El cuarto contaba con una ventana que daba vista hacia el patio frontal de la casa.

-Hay suficiente espacio aún por si necesitas poner un escritorio o algún otro mueble que quieras-dijo Edward Trafalgar mientras se disponía a salir de la habitación-. Aquí al costado está el cuarto de baño, también hay uno en la primera planta, lo olvide mencionar… Los alimentos estan incluidos, si tienes alguna dieta especial, no será un problema. Serían cuarenta dólares al mes ¿Resulto de tu agrado la habitación?

-Claro que sí, toda la casa es muy bonita y agradable, créame… Pero creo que cubrir el alquiler cada mes me resultaría un problema…

-No se preocupe por eso, si eso le llega a suponer un problema, podemos llegar a un acuerdo cuando sea necesario-dijo Edward Trafalgar.

-En serio se lo agradezco pero no quisiera causar…

-Je, no te preocupes, lo digo en serio, siendo sincero, el dinero no es lo que me apresura, es el hecho de que no deseo que mi casa esté tan solitaria, verá, desde que mi esposa y mi hija pequeña partieron a mejor vida, esta casa se ha sentido demasiado sola… En especial porque últimamente tengo más trabajo en el hospital.

-Oh vaya, lo siento mucho…

-Descuida… Y bueno, tenía pensado desde hace tiempo rentar esta habitación, pero quería que fuera alguien de provecho, alguien que pueda ser una buena influencia para mi hijo…

Rocinante quedo algo perplejo mientras no quitaba su vista del señor Trafalgar.

-Y por suerte, muchacho, llegaste. Veo que poner el anuncio en los diferentes campus de la universidad dio frutos. Tienes estudios en historia y literatura, ¿cierto?

-Así es, señor.

-Creo que podrás enseñarle un par de cosas a mi Law, últimamente ha estado teniendo problemas en la escuela… Es un muchacho brillante, muy inteligente, pero creo que, debido a los incidentes de la familia y a la edad por la que está atravesando, está desorientándose mucho…

Rocinante se mantuvo en silencio. Un ligero sentimiento de nerviosismo y presión apareció en él, al parecer el señor Trafalgar buscaba un tutor indirecto para su hijo más que un inquilino para su hogar, y eso, le parecía un trabajo algo agobiante y problemático.
Así que, con cierta pena y nerviosismo, se dispuso a declinar la propuesta.

-Señor Trafalgar, yo creo que…-balbuceo el rubio.

-Ven, todavía falta que veas el jardín… Puedes dejar tus cosas aquí.

Y Rocinante, con su pena reprimida, siguió al hombre moreno escaleras abajo.
Salieron por la parte trasera de la casa y se encontraron en el patio trasero; era un gran jardín muy bien cuidado, un pasto muy verde, varios arbustos y flores y un gran árbol de donde colgaba un columpio.

-Tenemos un par de bancas y una mesa aquí en el jardín, por si gustas disfrutar tus descansos al aire libre. Oh, ahí está, él es mi hijo, Law…

Y Rocinante miro a un jovencito tendido sobre el pasto, estaba boca arriba leyendo una historieta, mientras recibía delicadamente el rocío de un aspersor que se encontraba a un par de metros de él. Los rayos de sol, eclipsados ligeramente por la copa del árbol, iluminaban al muchacho de una manera muy hermosa.
Rocinante, por una razón completamente desconocida en esos momentos, se quedó mirando fijamente al adolescente. Observo con atención como cruzaba las piernas con despreocupación y movía rítmicamente su pie derecho.
Observo su pose, tan relajada, como si no le importase el resto del mundo.
El jovencito, llamado Law, tenía el cabello oscuro y encrespado, al igual que su padre.

Pronto el adolescente noto su presencia y volteo a verlos, dedicándole a Rocinante una mirada algo despectiva, acompañada de una sonrisa arrogante.
El rubio sintió un vuelco en el corazón, como si hubiese contemplado una obra de arte muy hermosa y lo hubiera dejado sin aliento.

-Y eso es todo, joven Rocinante, ¿está convencido de iniciar su estancia aquí, entonces?

-Sí, sí…-respondió Rocinante casi balbuceando. Estaba aún aturdido por aquella mirada del jovencito Law.

-Bien, acompáñeme a firmar el acuerdo, después podemos comer algo si lo desea, ¿ya almorzó?

Y Rocinante, dando una última mirada al jovencito de cabello negro, siguió al señor Trafalgar de regreso al interior de la casa. Se instalaron en la sala de estar.

-Usted no es estadounidense, ¿cierto?

-No, nací en España... Pero por ciertos asuntos familiares, termine estudiando en este país.

-Ya me parecía que ese apellido no era algo común aquí. Mi familia es proveniente de Inglaterra, así que comprendo su caso.

-Bien… Ya está listo.

Rocinante había terminado de firmar el documento de arrendamiento.

-Estupendo, ¿le gustaría ir a almorzar fuera? Yo invito, el día de hoy la persona que me ayuda con la cocina no pudo venir…

-Sí, me gustaría. Muchas gracias.

-Bien, iré por mi hijo, no tardaremos.

Y Rocinante se comenzó a cuestionar él porque de su reacción al ver al jovencito llamado Law. Le había parecido algo sumamente perturbador e inapropiado.

"Debió haber sido solo un momento de confusión, tengo hambre, la mudanza fue una molestia… Sí, solo fue una tontería espontanea" pensó el rubio tratando de tranquilizarse.

Y pasados un par de minutos el señor Trafalgar y su hijo habían vuelto.
El joven Law traía puesta una camiseta color negro con un raro símbolo que parecía una especie de cara sonriente en color amarillo, además de unos pantalones de mezclilla muy desgastados y un par de tenis en color amarillo.

-Law, él es Rocinante Donquixote, él vivirá aquí durante los próximos meses...

-Mucho… Mucho gusto-saludo Rocinante con voz seria y torpe a la vez mientras le tendía su mano derecha al jovencito que lo miraba con cierta indiferencia.

-Buenas tardes-se limitó a decir Law dejando la mano de Rocinante sin estrechar.

-Law, por favor, no…

-Descuide, no es nada-se apresuró a decir el rubio sonriendo nervioso.

-Discúlpalo, no está de humor…

-Es solo que no quiero ir a comer-terció Law con calma mientras se ponía las manos en los bolsillos-¿No podrías traerme algo? Estaba muy cómodo en el jardín…

-¡Law! Por favor, solo quiero pasar un buen rato contigo, sabes que no puedo estar en casa todos los días…

-Agh, de acuerdo, pero tratemos de regresar lo más pronto posible, por favor.

Rocinante observo incomodo la escena, sentía que toda la molestia entre el señor Trafalgar y el joven Law era su culpa. Pronto sintió de nuevo el vuelco en el estómago al darse cuenta de que estaba cerca de aquel jovencito de carácter tan difícil…
Subieron al carro de la familia y se dirigieron al primer restaurante cercano.

-Entonces, dime, Rocinante, ¿Dónde trabajaras ahora?

-Obtuve trabajo en la preparatoria Lowell…

-Oh, es la preparatoria donde asiste Law-comento Edward Trafalgar mientras servía un poco de azúcar a su taza de café.

Y en ese momento una expresión de molestia apareció en el rostro de Law. Rocinante lo noto y lamento hacer enfadar, aún más, a ese jovencito de cabello negro.
Pronto Law dejo atrás la molestia para remplazarla por indiferencia.

-Oh vaya… Y bueno, este lunes comenzaré a impartir clases ahí-continuo Rocinante mientras trataba de alejar de sus pensamientos las reacciones de molestia del muchachito moreno-. Es la primera vez que impartiré clases…

-Pues te deseo mucho éxito en ello, la docencia nunca es fácil. ¿Qué materia impartirás?

-Impartiré dos materias: Historia y daré clases de idioma español.

-Me parece genial, ¿no es así, Law?

-¿Qué?

-Law, ¿acaso no escuchaste a Rocinante?

-No-respondió secamente el jovencito dirigiendo su mirada hacia su vaso lleno de soda transparente.

-Descuide, probablemente ya se enterará el lunes-dijo Rocinante con calma mientras sonreía tímidamente-. Y usted, señor Trafalgar, ¿Cómo es su trabajo como médico?

-Pues trabajo en el hospital Kindred, está un poco retirado de casa, pero mi compromiso con esa institución es muy importante, no me gustaría cambiar mi lugar de trabajo.

-Entiendo, en la universidad siempre escuché muy buenos comentarios sobre su labor como médico.

-Me honra escuchar eso. Y pues, respecto a mi jornada laboral, a veces tengo que atender cirugías, pero últimamente he estado trabajando más en consultorio. Mi horario varía mucho dependiendo si no me solicitan en el quirófano…

Y así charlaron un rato hasta que llego la comida.

-¿Eres vegetariano?-pregunto el señor Trafalgar al ver que Rocinante solo había ordenado una ensalada.

-No podría identificarme como tal pero me gustan mucho más los vegetales, casi no consumo harinas ni alimentos con demasiada grasa…

Law observo con curiosidad a Rocinante en ese momento. El rubio se dio cuenta y trato de disimular desviando la mirada y concentrándose en su ensalada.
Y termino la comida. Salieron del restaurante y se dirigieron al auto.

-Bien… Creo que deberíamos volver a casa, debes querer desempacar y descansar un poco, ¿no, Rocinante?

-Sí, si…

Y en ese momento sonó un celular. Edward Trafalgar respondió al llamado y se alejó un poco de su hijo y el hombre rubio.
Rocinante miro de reojo a Law, observo que el muchacho estaba absorto en su celular.

-Temo que me requieren en el hospital, en urgencia-comunico el hombre de cabello negro-. Rocinante, Law, ¿les molestaría regresar en taxi a casa? En verdad necesito llegar rápido al hospital…

-No se preocupe, por mi parte, no hay problema alguno…

-Está bien, no te preocupes-y entonces Edward Trafalgar le dio un par de llaves a Rocinante.

-Bien Rocinante, aquí están tus llaves, los veo más tarde, debo irme…-y el señor Trafalgar salió a toda prisa en su carro.

Rocinante se quedó unos segundos dudando; ¿debía dirigirle, de una vez por todas, la palabra a Law? Y más importante ¿Cómo debía de hablarle?

-Disculpa… Law, ¿quieres que…?

-Tu ve a casa, tengo cosas que hacer-soltó Law poniéndose las manos en los bolsillos de los pantalones.

-Oh… Está bien.

-Oye...

-¿Si?

-No le digas a mi padre que no fui directo a casa, ¿entendiste?

-Ah… Sí, de acuerdo…-respondió el rubio sumamente nervioso.

-Lo digo en serio, si llega a enterarse, lo lamentarás…

-No te preocupes, no diré nada-dijo Rocinante con voz más firme y segura.

-La llave de la puerta principal es la llave chapada a la antigua.

Y Law miro de arriba abajo al alto rubio, alzo una ceja en un gesto sarcástico y, sorpresivamente, sonrió con el mismo gesto arrogante con el que lo saludo en el jardín.
Después de eso el jovencito comenzó a andar y se alejó con paso relajado.
Rocinante le siguió con la mirada hasta que desapareció de su vista.

La sensación de vértigo y emoción extrema había regresado al estómago de Rocinante, y junto a esta, la terrible vergüenza a su cabeza por llegar a sentir esa clase de sensaciones por ver a un jovencito.

Finalmente, después de unos veinte minutos, Rocinante había regresado a casa.
Fue sumamente incomodo llegar solo a esa casa que, técnicamente, era completamente desconocida para él. Subió directamente a su nueva habitación y comenzó a desempacar.
Acomodo sus camisas, abrigos, pantalones y zapatos en el armario.
Su ropa interior fue acomodada en un cajón del espejo tocador y encima de este, Rocinante dejo su cepillo para cabello, su perfume y un par de artículos de higiene.

Después saco un par de cuadros de fotografías que coloco en la mesita de noche; la primera fotografía que acomodo fue la de un hombre de edad madura que portaba lentes, tenía una larga barbilla trenzada y cabello peinado en una especie de afro.
Y la otra fotografía, un poco más pequeña y ligeramente dañada, yacía el retrato de una pareja. Una mujer rubia de cabello largo, pálida y hermosa sonreía al lado de un hombre de largo cabello y abundante bigote rubio, igualmente este último sonreía afablemente.
Eran sus finados padres.
Finalmente saco su computadora portátil y se dispuso a quitarse la ropa, se quitó sus zapatos, pantalones, su corbata y desabotono su camisa, quedándose solo con una camisa blanca de tela ligera y ropa interior bóxer también de color blanco.
Dejo el celular que guardaba dentro de su bolsillo derecho del pantalón sobre la mesita de noche.
Se recostó sobre la cama mirando fijamente el techo.
Y finalmente se quedó dormido.

Durante el sueño de Rocinante aparecieron las imágenes recurrentes que reinaban en sus episodios oníricos que, muy constantemente, se manchaban de imágenes que los convertían en pesadillas…
Los recuerdos de su niñez feliz en España, los paseos y comidas tranquilas junto con sus padres y junto a él… Su hermano mayor, su ahora lejano, hermano mayor…
Su viaje hacia el continente americano, su nuevo hogar…
Aquel fatídico accidente en donde sus padres se habían ido…
La horrible y caótica época que vino después de la muerte de ellos, aquellas peleas y reclamos de su hermano mayor, tantas disputas por una herencia pérdida…
Tantos intentos de querer consolidar la armonía familiar…
Imágenes de su hermano mostrándole y hablándole de cosas inimaginables y crueles para salir adelante y hacerse de nuevo alguien con una posición alta y con mucho dinero…
Aquel día en que su hermano le dijo adiós y juró nunca más verlo, dejándolo completamente solo…
El día en que su vida giro por completo y tuvo la suerte de conocer a aquel amable hombre que le dio una oportunidad de estudiar y forjar un camino de bien, aquel hombre que había sido como un segundo padre para él…

Y el revoltijo de imágenes y recuerdos termino cuando Rocinante fue despertado por un par de golpes a su puerta. Pronto salió de la cama, tan torpe y rápidamente que cayó al suelo.

-¡Un segundo…!

El rubio se levantó y fue directamente al armario por un pantalón de mezclilla y una camiseta sencilla de color rosa. Se miró fugazmente al espejo y acomodo un poco su espeso cabello rubio. Y se dispuso a abrir la puerta…

-Disculpe señor Trafalgar, estaba dormido y necesitaba ponerme presenta…

Y sus pupilas se contrajeron al notar que no era Edward Trafalgar el que había tocado la puerta: Era Law.
El jovencito le miraba con cierta diversión y actitud misteriosa.
Pronto se abrió paso hacia la habitación de Rocinante, no sin antes cerrar la puerta tras él.
Law camino hacia la cama y se recostó sobre esta.
El muchacho de cabello negro vestía con la misma ropa con la que lo había visto hace horas.

-Ah… Law, ¿puedo saber qué haces aquí?-pregunto el rubio con una gran ansiedad. Había comenzado a sudar ligeramente. Observaba por segundos a Law y luego dirigía su mirada hacia la ventana.

-Solo quería avisarte que mi padre no llegará hoy… Bueno, al menos no hasta la madrugada-respondió Law quien se había llevado las manos detrás de la nuca.

-Oh, lo lamento. Se complicarían las cosas en el hospital…

-A veces pasa… Más de lo que debería. Oye, ¿Piensas cenar?

-Eh… No lo sé ¿Tan tarde es? Oh, vaya, ya son las ocho, dormí demasiado...

-Oye, ¿Cuántos años tienes?-pregunto Law repentinamente.

-Tengo veintiséis años.

-Pues te noto bastante torpe para tener veintiséis años…

-¿Por qué dices eso?-cuestiono Rocinante sintiéndose cada vez más presionado.

-Algo me lo dice…-y Law se incorporó de un solo movimiento-. Entonces ¿no bajaras a cenar algo?

-Ahm… Supongo que sí-y Rocinante tomó su celular-. Iré a la cocina entonces, ¿podrías acompañarme para que me indiques donde estan los utensilios y demás cosas?

-Eh, igual iba a prepararme algo… Vamos.

Y bajaron hacia dicha estancia. La cocina era muy amplia, había una pequeña barra para desayunar en donde Law tomo asiento.

-En la alacena de arriba, en la primera puerta de la derecha, están los platos y vasos. En aquel cajón de la esquina estan los utensilios… Puedes tomar lo que gustes de la nevera, aunque creo que no hay gran cosa por ahora.

-Veamos… Bueno, no hay verduras pero si frutas…-observo Rocinante al abrir el refrigerador y dar un vistazo-. Y veo una caja de cereal por el estante de allá. Cenaré cereal con fruta…-y el rubio sacó una pequeña caja con fresas ya preparadas para consumirse y una banana-¿Quieres que te sirva también?

-No.

-Pero habías dicho que te ibas a preparar algo-dijo el rubio completamente confundido al servirse el cereal en un tazón de color azul turquesa.

-Cambie de opinión, no hay gran cosa de comer… El cereal no me apetece.

-Tu padre me menciono que tenían a alguien que les ayudaba con la cocina, ¿no es así?-recordó Rocinante mientras vertía la leche y después se servía las frutas sobre el cereal.

-Sí. Ella es la que también va por los suministros, pero no vino hoy. Agregando el hecho de que es fin de semana y ya se acabaron los insumos de la semana… En fin, iré a comer fuera.

-¿No crees que es muy tarde para que salgas a comer fuera?-se aventuró a decir Rocinante temiendo una respuesta muy ácida de parte de Law. El rubio tomo asiento en la barra solo que a un asiento de distancia de Law.

-Ja, ¿comenzaras a actuar como mi niñero? Déjame decirte… Ya tengo quince años, vivo prácticamente solo la mayoría de los días y sé muy bien como andar en la ciudad, así que… Cállate-declaro Law con una suave sonrisa soberbia mientras se levantaba de su asiento-. Por cierto, ¿recuerdas la indicación que te di hace rato? Pues haz lo mismo con esta situación, ¿de acuerdo?

El rostro de Rocinante estaba completamente pasmado. Su expresión delataba lo intimidado que se sentía ante ese adolescente y por la situación.
Se sentiría responsable si algo malo le sucedía a Law.

-Pero...

-Ya te dije que mi padre llegara tarde, solo iré a comer y pasear un rato, ¿Qué hay con eso?

-Pero es tarde… Si algo te pasará…

-¿Si algo me pasará? ¿Cómo qué?

-Sabes que hay pandillas a veces por las noches rondando en negocios y comercios…

-Ja, me haces reír…-y Law saco de su bolsillo izquierdo un pequeño objeto que desenfundo y resulto ser una navaja. Rocinante abrió un poco más sus ojos naranjas en expresión atónita-¿Qué sucede? ¿No te esperabas esto del hijo de un médico? Descuida, deja de poner esa cara, no te haré nada. Y no es tan grave como lo que podrás imaginarte, solo la uso por protección para situaciones más graves que una simple pelea callejera o escolar…

-¿Al menos podrías darme tu número celular para asegurarme que estas bien? Me refiero por si no llegas para antes de las once de la noche…

-Agh, que fastidio…-y Law se dirigió al estante de la cocina en donde tenía un pequeño bloque de notas (con un bolígrafo incluido) que usaban para anotar la lista de compras o encargos de comida, escribió su número y le dio la nota al hombre rubio-. Aquí tienes…

-Gracias.

-Y no trates de mandarme mensajes inútiles… Ah por cierto-y Law se acercó repentina y bruscamente a Rocinante, haciendo que el corazón de este último se acelera y su rostro empezara a ruborizarse por el calor que sentía en él-. Cierra tu maldita cremallera…

Y el jovencito tomo del cierre de la cremallera, subiéndolo hasta arriba y cerrándolo por completo.

-Casi pude ver tu ropa interior… Te dije que eres torpe. Bien nos vemos, "profesor torpe"

Y Law salió de la cocina con andar relajado mientras que Rocinante estaba hecho una estatua.
El rubio tenía el cuerpo tenso, demasiado, había tenido una especie de colapso.
Sus ojos aún se encontraban muy abiertos en expresión anonadada.
El calor le había recorrido el cuerpo, su rostro estaba ruborizado y una ligera capa de sudor ya se había instalado en su frente. Pronto salió de ese "asombro", trago saliva y trato de recobrar la calma respirando hondo y convenciéndose de que sus reacciones eran por razones diferentes a las que sentía…
Pero la forma en que Law se había acercado a él, la forma en que se tomó la libertad de hacer una acción como "subir su cremallera" era algo que no podía ignorar del todo…
¿¡Que rayos ocurría!? ¿Qué le estaba pasando? ¿Por qué Law parecía darse cuenta de eso y aprovecharse de tal situación?

Tal vez era su imaginación tan perturbada en esos momentos lo que le hacía pensar en esos disparates… Tal vez era su ligera erección que comenzaba débilmente entre su ropa interior…

-No puede ser…-y trato de ignorar sus reacciones corporales concentrándose en comer su cereal y pensando solamente en sus próximas clases.


Bien, hasta aquí. Fue un capítulo... Algo corto, pero sentí deseos de actualizar rápido. Espero que les haya agradado y le anime a seguir leyendo este fanfic.
Cualquier duda que tenga, pueden comunicármela.

Gracias por leer y muchas gracias por dejar sus comentarios.

Atte. Levita Hatake