Advertencias: Nada importante. Puede contener OoC, algo de lenguaje, un poco de AU e ignora Las Pruebas de Apolo. Jason y Percy son los mejores Bros del mundo.

Percy Jackson y Los Héroes del Olimpo no me pertenecen, todo es del genial Tío Rick.

N/A al final.

Algún lugar en América, día presente.

Jason gruñó, mirando con los ojos entrecerrados la sonrisa pretenciosa que Percy portaba, el bastardo.

—¿Rendición? —canturreó en su oído el pelinegro y Jason soltó un bufido.

—En tus sueños.

Dió una patada hacia atrás, no lo suficiente para hacerlo caer, pero si lo necesario para distraerlo. Mandó su codo en un movimiento rápido, escuchando satisfecho como Percy soltó una maldición. Al parecer le había dado en las costillas. Se dió la vuelta y esquivó el puñetazo en dirección a su cara.

—¿Volviendose lento? —inquirió irguiendose. Percy inhaló manteniendo la postura tensa, mirándolo con cautela.

—Golpe de suerte —espetó y sacudió la cabeza—. No presumas aún, Grace.

Ambos se movieron para atacar, deteniéndose con las dos manos. Se miraron con el ceño fruncido, empujando para ganar dominio. Jason dió un paso adelante, listo para hacer otro movimiento, pero Percy se adelantó.

Más rápido de lo que parecía posible, Percy mando su palma extendida a sus costillas, haciendo a Jason soltar un 'Uff', mentalmente reprendiendose por no evitar el movimiento obvio. El griego se agachó cuando Jason trató de mandar una patada alta, aprovechando para sostener está y hacerlo caer. Percy posó su pie sobre su pecho y sonrió.

—¿Rendición?

Jason trató de levantarse, pero sabía que estaba vencido. Miró molesto al hijo de Poseidón, pero asintió, finalmente dejando caer la cabeza en el césped.

Inicialmente no habían decidido comenzar un estrenamiento, tenían suficientes en el campamento como para hacerlo fuera de el. Pero... la tentación de ejercitarse y de moverse en general fue suficiente para Percy. Con su TDHA había estado insoportable y Jason se negaba a pasar el verano al lado de el semidios en estado irritable, entrenar un rato era una buena distracción.

Hasta ahora, habían resultado en un empate de rondas, con Percy ganando la última. Jason ya se sentía hecho polvo y no se quería levantar del césped cómodo. Cerró los ojos con cansancio, disfrutando de la sensación de tranquilidad que el ambiente natural otorgaba.

Por un momento, un glorioso silencio dominó el lugar. Una suave brisa pegaba en su cara pegajosa por sudor, su respiración constante y el murmullo de las hojas de los árboles como único otro sonido.

Pero, por supuesto, no podía durar.

—¿Otra? —fue la pregunta que sonó demasiado cerca de su espacio personal. Jason entreabrió los ojos para observar a Percy, que mantenia su cara a escasos centímetros y con una sonrisa plasmada en ella. Lucía demasiado fresco para alguien que acababa de tener una lucha de diez minutos sin parar.

Malditos hijos de Poseidón y su poder de obtener energía con el agua.

—No. —dijo escueto. Observó al de ojos verdes hacer un puchero que Jason ignoró olímpicamente. Percy suspiró dramáticamente, dejando caer la cabeza en su pecho.

En ese momento, recordó cuando Percy ni siquiera dejaba que lo tocaran, algunos días después de la Guerra Gigante. La mirada vidriosa que el mestizo portó por varias semanas fue algo triste.

—Eres un aburrido.
—acusó. Jason permaneció en silencio—. A-bu-rri-do.

—No lo soy.

—Claro que sí —Percy rodó a un lado y señaló el cielo—. Esa nube tiene forma de vaca.

—Mmm... —soltó un bostezo y distraídamente se frotó el rostro. Dioses, estaba tan cansado, ahora tan solo deseaba dormir. Miró el cielo azul, preguntándose que Hades entendía Percy por vaca, ya que lo que estaba arriba definitivamente no parecía una, cuando un sonido lo distrajo.

¡Crack!

Ambos saltaron inmediatamente en posición de batalla, por lo que los músculos de Jason protestaron. Lo ignoró y pasó su mirada afilada por el lugar. Percy también estaba erizado en busca de peligro y mantenía a Anaklusmos en forma de bolígrafo a su lado.

—¿Qué fue...? —comenzó Percy, pero un chillido sonó y antes de que ambos pudieran hacer algo, el suelo a sus pies se abrió.

Lo último que Jason vió antes de ser tragados por la oscuridad fue la mirada sorprendida en los ojos verdes del otro.

El Olimpo, 1945.

Apolo suspiró. Barrió con la mirada todo el lugar, haciendo una mueca cuando los gritos de Los tres grandes se hicieron más fuertes. Esto se ponía a cada minuto más y más aburrido.

Cualquiera pensaría que el dios de la curación estaría feliz de que una guerra con tantos heridos terminara, pero el mero hecho de que su padre y sus tíos llevaran horas peleando no era una perspectiva agradable. Y ellos no eran los únicos, todos los otros dioses con excepción de Hermes y Dionisio, estaban peleando y gritando, este último permanecía dormido con vino goteando sobre su camisa. Asqueroso.

Gruñó molesto, se estaba hartando de todo el griterío y realmente no creía que llegaran a algún lado.

—¡Debemos terminar con todos los niños, son un peligro para el Olimpo! —rugió Zeus rojo.

—¡Solo dices eso para que tú estirpe quede al final viva! ¡Probablemente es solo un truco de tu parte! —contrarrestó Poseidón agarrando fuertemente su tridente.

—¡Me niego a matar a mis hijos! —escupió Hades amenazante—. ¡No puedes evitar una profecía!

Oh, cierto. Estaba esa profecía.

A Apolo nunca le había gustado ser el dios que daba las malas noticias. Claro, no era exactamente el quién las decía, pero era quien miraba por los oráculos, y sabía que más de un dios le guardaba rencor por ello. Especialmente por la última, esa donde decía que el destino de todos ellos dependería de un semidios hijo de Zeus, Poseidón o Hades. La perspectiva de ello era bastante escabrosa, teniendo en cuenta lo que habían hecho varios hijos anteriores de ellos.

Los demás ya habían visto el poder destructivo de los niños de Los tres grandes, con la ayuda de los mortales eran prácticamente imparables. Y más con una visión tan peligrosa como la de Adolf Hitler, el hijo genocida de Hades. No querían pensar en lo que podían hacer con la ayuda de alguien mucho más poderoso.

Así, en medio de la algarabía que era todo el hogar de los dioses, los libros que aparecieron de la nada en un breve destello dorado pasó desapercibido por todos, excepto por Apolo.

Dando un salto sorprendido, el dios del sol miró a ambos lados buscando si alguien más se había dado cuenta. De inmediato se percató de que había sido el único, todos estaban demasiado enfrascados en sus peleas para notarlo, incluso Hermes estaba mas concentrados en los papeles en sus manos.

Eso podría ser peligroso, pero... Estaba en el Olimpo, probablemente nada potencialmente destructivo podía entrar. Además, era un dios.

Tomó una decisión y se adelantó.

Los libros al parecer venían con un nota sobre ellos. Apolo se sintió empalidecer cuando vió la firma del sobre. El poder antigüo que emanaba del papel afirmaba su origen.

Los destinos.

Pasó sus manos sobre la cubierta de los libros. Esto debía ser importante.

Se aclaró la garganta y se levantó, sosteniendo el paquete sobre su costado.

—Eh... ¿Chicos?

Se sintió como un idiota, parado en medio de la sala y sin nadie prestándole atención. Un cosquilleo en sus mejillas le hizo fruncir el ceño. Esto no era digno de un dios como él.

—¿Hola? ¿Me puede prestar alguien atención?

Todos siguieron a lo suyo. Hermes lo miró y levantó una ceja a lo "¿Qué onda?"

Entrecerró los ojos. Bueno, si ellos lo querían así...

—¡¿Por el infierno alguien me puede escuchar?! —bramó haciendo uso de sus poderes para amplificar su voz. Todos lo miraron sorprendidos, claramente descolocados de porqué el dios usualmente tranquilo había gritado—. Gracias.

Artemisa lo miró confusa y Zeus habló—: Será mejor que esto sea importante, Apolo. No queremos que-

—Es bastante importante. —declaró. Varios lo miraron por su osadía de interrumpir al dios Rey.

—¿Enserio? —dijo este. Parecía estarse enfadando.

Es un dramático pensó Apolo. Aún así, asintió.

—Esto —levantó los libros y la nota—, viene de las Moiras.

El ambiente se hizo pesado. Todos sabían que esto debía ser o muy peligroso o muy importante. Tal vez ambas.

—¿Qué es? ¿qué dice? —inquirió Atenea. Apolo señaló el sobre.

—Dice que debe ser leído por todos. —dijo.

—Leelo. —espetó de inmediato Zeus. Hades y Poseidón bufaron.

Rodando los ojos, Apolo comenzó:

Dioses,

Las medidas que tomarán para evitar esta profecía nos disgusta, por lo que hemos decidido cambiar la historia misma.

Los problemas ocasionados a raíz de el juramento que se hará el día de hoy serán enormes. Causarán daños a distintas personas, tanto mortales como inmortales; es hora de hacer cambios en ello.

Por eso, se hará una lectura de los libros que relatan la aventura de los semidioses más importantes en el futuro. Así evitando las catástrofes que están por venir.

Debemos decir que, para causar un mayor impacto y demostrar lo importante que es esto, mestizos de ese futuro comenzarán a aparecer. Queda totalmente prohibido hacerles daño a alguno de ellos.

El tiempo queda detenido hasta que se termine la lectura.

Atentamente, las Parcas.

Apolo miró toda la sala de tronos, tomando nota del irónico silencio que ahora había.

Los dioses intercambiaron miradas. En un cuerdo tácito, Zeus habló.

—A sus forma humana, todos.

Poseidón carraspeó—: Creo que la discusión quedará pospuesta, hermano.

La palabra había sonado casi como un insulto. Hades asintió molesto, mandándole una mirada sucia a Zeus.

Poco a poco, los dioses de redujeron. Apolo sostuvo los libros también pequeños contra su pecho, parpadeando ante la locura de las cosas. Se preguntó de que juramento hablaban.

Frunció el ceño. Si todo esto no era alguno de sus locos sueños, el futuro del que hablaban las Parcas dejaría de existir. Amenos que...

—Apolo, dame los libros —ordenó Atenea. Parecía que ella misma se había autodenominado como lectora oficial o alguna porquería parecida

—No —dijo. Varios lo miraron y Atenea abrió la boca ofendida—. Yo los encontré, yo los leo.

—Apolo. —riñó Zeus. Él frunció el ceño más profundo.

Antes de que alguien pudiera decir algo, un destello de luz apareció en el techo y este se abrió con una grieta.

Alguien cayó. Apolo observó a el chico rubio gritar algo para luego terminar sorprendentemente de pie. Ojos azules se abrieron impresionados.

Otro destello y alguien más apareció. A diferencia del otro, él no parecía poseer la misma gracia (o suerte) que su compañero y cayó sobre el muchacho rubio que se quejaba desorientado.

Los dioses observaron silenciosos lo que ocurría.

—¡Perseus, quítate! —exclamó el rubio empujando al otro tipo de su espalda. Perseus dijo algo y se levantó, su pelo negro disparandose a todos lados. Murmuró por lo bajo y miró a su amigo en el suelo, extendiendo una mano para ayudarlo.

Apolo comenzó a caminar hacia ellos mientras el chico rubio se ayudaba del otro. Tosió, y para sorpresa de Apolo, chispas saltaron de sus manos. Perseus no se miró afectado, tomando una mirada rápida de evaluación en el rubio.

—¿Sabes que pasó? —preguntó con voz afectada. Apolo carraspeó.

Y de la nada, tenía una espada a centímetros de su rostro.

Abrió la boca incrédulo, pensando como rayos no había notado el movimiento. El chico era condenadamente rápido. Además, ¿de donde había sacado la espada?

—¿Quien eres? —espetó tomándolo de la camisa. Apolo no sabía cómo sentirse.

—¡¿Qué es esto?! —tronó Zeus, aunque un tanto aplacado de su usual yo. Claramente recordaba la advertencia de las Moiras.

Los ojos verdes del muchacho se abrieron en sorpresa. El rubio soltó un ruido estrangulado. Perseus miró a Apolo y pareció darse cuenta de quién era, dejando salir una exclamación y quitando la espada de su cuello.

—¡Señor Apolo! Disculpe, yo... —perecía enormemente apenado. Apolo sonrió, disfrutando de la vergüenza del otro. Ya que ahora no parecía apunto de matar a alguien, se veía bastante lindo con las mejillas rojas.

Y aunque no lo mostró, estaba desconcertado. ¿Quién era este chico? Sus instintos —esos que comúnmente ignoraba— le decían que el muchacho era peligroso.

El rubio pareció decidir que era momento de hacer algo. No se veía afectado por que su amigo hubiera estado a punto de herir a un dios—: Padre, ¿nos has llamado?

Los siguientes veinte minutos fueron los intentos de todos los dioses de explicarle a ambos mestizos de como habían viajado al pasado para leer unos libros. En general fue sin incidentes, solo hasta que decidieron llamar al muchacho pelinegro.

—...Y al parecer haremos alguna clase de juramento que costará mucho en el futuro. —explicaba Poseidón. Parecía haberle agarrado gusto al chico.

—Oh, ¿ese de no tener más hi-? —se cortó cuando el rubio lo miró—. Bueno, ese juramento del ual hablan, si fue algo malo. Se hizo gracias a la profecía.

Apolo miró al de ojos azules llevarse una mano a la cara. No le prestó atención, ¿el chico sabía de esa profecía?

—¿Como sabes de la profecía? ¿Acaso se cumplió, Perseus?

Extrañamente, el rubio comenzó a reír a carcajadas. Apolo miró a Perseus ponerse rojo.

—¡No me digas así! ¡Mi nombre es Percy! —chilló molesto.

—Pero él te dijo Perseus. —señaló Poseidón. Percy se giró a su compañero que no paraba de reír.

—¡Me las pagarás, Grace! —espetó.

Al final, se enteraron de los nombres de ambos, aunque se negaron a decir su parentesco divino. Jason y Percy se fueron a sentar en unos cojines que Afrodita hizo aparecer. Ella dió un chillido para después cambiar el atuendo de ambos a unas tunicas griegas.

—Se ven tan lindos. —arrulló con una sonrisa en su hermoso rostro. Artemisa miró aburrida, había estado molesta por el hecho de que ambos héroes fueran hombres.

—Esto es horrible. —gruñó Jason. Percy se encogió de hombros y se recostó en su silla.

—Supongo que puedo comenzar —declaró Apolo, feliz—. Esto se llama... El hijo de Neptuno.

Las miradas se dirigieron a ambos semidioses, casi esperando a que preguntaran porque el nombre de un Dios romano estaba en la portada. Poseidón frunció el ceño. Notando las miradas a ambos, ellos sonrieron.

—Eso —señaló el libro, específicamente la portada—, soy yo —murmuró algo y el rubio dió una risa suave—. Creo que es obvio decir que de los romanos.

—Y yo soy uno —sonrió orgulloso Jason—. No hace falta explicar nada. Sabemos de ambos mundos.

Apolo tarareó. Las cosas realmente estaban mal si los griegos y romanos se conocían. Aunque hasta ahora, ellos no parecían hostiles hacia los griegos. Era inútil, pero tenía la esperanza de que ambos lados se llevaran bien. El peligro de entrar en esquizofrenia grecorromana era inminente.

—Así que mi hijo —alzó una ceja el dios del mar. Percy sonrió tímido y asintió.

Zeus miró a Jason por algunos segundos y luego asintió. Esperaba que fuera un hijo digno.

—Un hijo de Neptuno y uno de Júpiter. Romanos. —murmuró con desprecio Atenea, mirando de manera codiciosa los libros en las manos de Apolo.

No comentaron como se conocieron, o porque sabían de ambos mundos. Afrodita cambió con una sonrisa algo tensa sus tunicas griegas a unas romanas. Incómodos, los dioses miraron a Apolo para comenzar la lectura. Él carraspeó:

Percy I —comenzó. Todos escucharon el sonoro suspiró que el semidios de ojos verdes emitió.

La idea de esta lectura de libros se dió cuando busqué Percy Jackson en el rincón oscuro que es Tumblr. Me encontré con la sección de Jercy y ví los hermosos headcanons de ambos como los mejores Bros del mundo. Así que, viendo que hay muy pocas historias de ellos dos en español, decidí crear la mía.

Esto NO es Slash —al menos no entre Jason y Percy— por el bien de la historia. Esto se centrará en el amor fraternal entre los dos idiotas y en sus reacciones conforme vayan apareciendo personas. Piper y Annabeth aparecerán en algún momento de la lectura, pero... Ya verán :D

Los dioses van a tener personalidad. Ya vieron a Apolo, diferente a como lo relatan en el canon. Probablemente así sean los demás dioses, tomaré el lapso entre tiempos como excusa. Me divierte mucho jugar con sus personalidades.

Todos están bajo la impresión de que tanto Percy como Jason, son ambos romanos. Ya saben, Percy nunca especificó.

Y pues... Solo xD. También diré que en el futuro de Jason y Percy, Leo ya apareció. Por tanto, Calipso igual.

Eso es todo, realmente espero que esta historia agrade. Y por si alguien se pregunta, esto tendrá drama, mucho, mucho drama :3 Espero y perdonen las fallas ortográficas.

Saludos virtuales, Pads.