La serie de Once Upon a Time y sus personajes aquí mencionados, no me pertenecen
ADVERTENCIA: Consentimiento dudoso / Contenido para adultos que puede herir susceptibilidades, si piensa que no será de su agrado, por favor no lo lea.
La historia se ubica en el episodio 2x10 luego de que Regina intentara matar a Snow y es desterrada del reino
P.D. AutumnEvil5, lo prometido es deuda y aquí está tu fic ;)
Todo había acabado, Regina era incapaz de dañar a Snow ni a David gracias a Rumpelstiltskin y había sido desterrada del reino, no tenía ya nada que hacer en ese lugar, no había forma de cobrar su venganza en esa tierra, sabía que tenía que encontrar la forma de poderse vengar de Snow, lo haría pero de momento había sido derrotada y tenía que irse. Sin embargo irónicamente seguía ahí, en la celda, seguía siendo una prisionera como lo había sido antes de la dichosa prueba. Si la habían desterrado y no iban a matarla ¿por qué seguía ahí? ¿Por qué no la habían dejado ir?
Sus pensamientos fueron interrumpidos por unos pasos subiendo las escaleras y la irritante voz masculina del príncipe encantador a quien pudo oír ordenaba a los guardias que custodiaban la torre abandonar sus puestos, tal como lo había hecho Snow, cuando pudo haberla matado y no lo logró.
La figura imponente y masculina del príncipe se asomaba por la puerta de su celda.
- ¿Vienes a matarme encantador? - dijo con voz cansina
- Me parece casi imposible que sigas teniendo humor a pesar de que ya no puedes hacer nada para lastimarnos, su majestad - dijo él mientras abría la celda y la cerraba detrás de sí mismo quedando dentro con aquella mujer, que a pesar de estar vistiendo ropa de prisionera seguía siendo la mujer más hermosa que jamás nadie hubiera visto, pero eso era algo que nunca diría. Avanzó hacia ella y la vio retroceder instintivamente, su magia no había regresado, seguía completamente vulnerable e indefensa. Era su oportunidad y no iba a desaprovecharla.
- No tengo tu tiempo pastor, déjame ir. Los dos sabemos que no puedo herirte y sabemos que no vas a matarme, tu querida Snow jamás te lo perdonaría - dijo con ironía al tiempo que sonreía, como retando al príncipe - No hay razón por la cual debas seguir manteniéndome aquí –
- Te equivocas Regina, hay una buena razón por la cual sigues aquí. Intentaste matar a Snow - escuchó a Regina resoplar - Pudiste haberla matado - su tono comenzaba a ser molesto. Esta vez ella rio socarronamente haciendo que el enojo de David aumentara - Estoy muy cansado de ti, de que nos estés hostigando, intentando matar y no dejarnos vivir en paz. Has llegado muy lejos esta vez y no voy a dejarte ir como si nada - habló amenazante
- Si me matas… - comenzó ella
- Nadie ha dicho nada de matarte Regina - le interrumpió él sonriendo de lado mientras se acercaba un poco y ella se pegaba más a la pequeña mesa de la celda
- ¿Entonces pastor… ? - reviró recuperando la compostura - ¿Me vas a castigar? - se atrevió a preguntar con una hermosa sonrisa burlesca en el rostro
- Has acertado, majestad –
- ¿En verdad? Tú, el príncipe encantador, el amor verdadero de Snow White va a… castigar a la reina malvada porque intentó matarla - soltó una carcajada - No lo tienes en ti pastor -
- No me subestimes - dijo mientras comenzaba a aflojar los cordones de su capa despojándose de ella
-No hablas en serio - su expresión había cambiado por una de asombro mezclada con una mueca de horror
-Oh, claro que hablo en serio Regina –
Avanzó hacia donde se encontraba ella rápidamente y Regina intentó correr al otro lado del reducido espacio, sin embargo él logró atraparla fácilmente por la estrecha cintura antes de que pudiera dar dos pasos siquiera, la alzó y comenzó a llevarla a la pequeña cama mientras los gritos y pataleos no se hicieron esperar. Se sentó al borde de la cama y colocó a Regina sobre su regazo, afortunadamente la diferencia de complexión y fuerza le permitía someter a la reina sin problema.
- ¿Qué haces? ¡SUÉLTAME! - seguía pataleando, intentando liberarse, llevó una mano hacia atrás para detener las de David y éste aprovechó para tomar la delicada mano y sostenerla contra su espalda, ejerciendo un poco de fuerza haciendo que ella se quejara
- Quédate quieta - decía mientras forcejeaba con el largo vestido que Regina llevaba intentado levantarlo por encima de sus caderas, le quitó los zapatos y bajó su ropa interior hasta sacarla por sus pies dejando su trasero expuesto. Ese hermoso y apetitoso trasero que nunca se había limitado de mirar cada que la dueña de sus peores pesadillas aparecía en escena para hacerles la vida imposible. Había soñado mil veces con este momento, más que matarle, su deseo era poder tenerla sobre su regazo y azotarla con su propia mano hasta que ella desistiera de seguirles persiguiendo, odiando e intentando matar. No se había dado cuenta que estaba acariciando el trasero de Regina y ésta se había quedado completamente quieta, como no creyendo lo que estaba sucediendo. Sin poderlo evitar David apretó una de esas carnosas nalgas entre su mano que a comparación de ella era enorme y sintió su propio miembro comenzaba a dejar de ser indiferente ante la hermosa vista que tenía.
- ¡No me toques! - dijo forcejeando con él de nuevo
- Regina…- le advirtió
- ¡QUÍTAME LAS MANOS DE ENCIMA PASTOR! - gritó con todas sus fuerzas y David reaccionó dejando caer su mano libre en una de sus nalgas haciéndole lanzar un pequeño grito de sorpresa más que de dolor.
- Te dije que te quedaras quieta. Te voy a dar una lección, por todas las veces que has intentado arruinar nuestra felicidad, por todas las veces que no nos has dejado ser felices -
- ¡BASTA! Déjame en paz, idiota - dijo mientras se esforzaba por liberarse del príncipe ganándose otra fuerte palmada en el mismo punto donde había recibido la primera
- Si sigues forcejeando será peor para ti - reacomodó el pequeño cuerpo de la reina sobre su regazo -No quiero lastimarte más de lo necesario Regina, te sugiero que te comportes y cooperes. No voy a parar hasta estar satisfecho, hasta que me ruegues que me detenga y que te arrepientes de haber estado a punto de matar a Snow –
- Jamás pastor… - le habló con odio en la voz, él dejó caer su mano en la otra nalga arrancándole ahora un gritito ahogado de los labios
- Nadie vendrá a ver qué es lo que te sucede mientras yo esté contigo, puedes gritar todo lo que quieras - y comenzó a repartir nalgadas en el hermoso trasero a su disposición, intercalando entre los dos esponjosos montículos que iban tomando un delicado color rosado conforme la azotaba.
Quería escucharla gritar y rogarle porque se detuviera pero parecía que ella estaba aguantando muy bien el castigo, apenas podía percibir los pequeños quejidos que dejaba escapar de entre sus labios por lo que David decidió imprimir más fuerza a su siguiente nalgada y logró sacarle un grito mitad gemido. David observó que Regina respiraba de forma más agitada y profunda.
Atento a su reacción soltó otro golpe igual y esta vez pudo sentir que el cuerpo sobre su regazo se tensaba y escuchó de nuevo ese gemido mezclado con el agudo grito que fue a parar directo a su ya para nada indiferente excitación ante lo que estaba haciendo y los sonidos que estaba provocando salieran de la boca de la reina, podía sentir que su miembro se endurecía cada vez más y fue consciente que su propia respiración comenzaba a agitarse como la de ella. Soltó la delicada mano que tenía sujeta en su espalda y colocó su brazo sobre la delgada espalda y apresó la cadera del otro lado, asegurandola en su lugar y preparándose a sí mismo para continuar. Dejó caer su mano de nuevo y estuvo seguro que esta vez la nalgada se escuchó por todos los pasillos de las celdas, la sintió tensarse y esta vez soltó un quejido audible. Soltó otra nalgada y luego otra con la misma fuerza, con un par más logró que Regina fuera incapaz de contenerse, la tenía sobre su regazo, gritando y para su deleite gimiendo alto por momentos.
- Ruégame que me detenga y lo haré - le dijo mientras soltaba otra fuerte nalgada haciéndola sollozar esta vez
- Nunca- soltó con los dientes apretados - Te odio - dio otro grito al sentir que nuevamente emprendía el ritmo de sus nalgadas. Las manos de David eran muy grandes y la fuerza con la que estaba aplicando su castigo se había vuelto imposible de aguantar, Regina sentía su trasero arder y estaba ya convencida que él no se detendría hasta que hiciera lo que él pedía, ya no podía contener siquiera las lágrimas. Con una nalgada particularmente fuerte se agarró de las pantorrillas del príncipe
- No seas tan terca Regina, sé que quieres que me detenga - dijo pausando, observó el trasero enrojecido de su más grande enemiga y al mismo tiempo percibió que ella estaba temblando ligeramente y apretaba sus muslos. Su instinto protector le impulsaba a calmarla y brindarle confort pero no podía desistir, aún no. Levantó la mano, dio otra fuerte nalgada y ella ya no pudo aguantar más
-N-No... Basta - fue apenas un murmullo en medio del quejido
- Eso no es lo que quiero escuchar, majestad - levantó la mano de nuevo, dispuesto a darle otra nalgada cuando al fin ella habló
- ¡NO! No más… detente - la escuchó tomar aire - P-por favor - fue un susurro apenas audible pero suficiente para David quien ya no podía aguantar su apretada erección dentro de sus pantalones.
- Shhh, lo hiciste bien - dijo él mientras sobaba el enrojecido trasero de la reina y la escuchaba sisear por la sensación, sabía que no debía hacerlo, pero también sabía que era su única oportunidad de tenerle y no iba a dejarla pasar por nada - Separa las piernas - le ordenó
- ¿Qué? - preguntó ella anonadada por lo que escuchó - No, ya tuviste lo que querías, ¡déjame ir! - le exigió. Sintió a David enrollar en su enorme mano su largo cabello recogido en una coleta y jalarle para obtener su atención
- Aún no has entendido ¿Cierto? Yo estoy a cargo Regina, no tú y si te digo que abras las piernas lo tienes que hacer. Hazlo. Ahora. - repitió la orden
- No - dijo ella desafiante ganándose otra fuerte nalgada que le hizo temblar y gemir. Fue consciente en ese momento que lo que sentía a un costado de su estómago era la erección del príncipe, el maldito pervertido se había excitado mientras le daba nalgadas. Se tensó al sentir que David forzaba su mano entre sus muslos apretados buscando su sexo, se retorció intentando detenerlo y liberarse pero todos sus esfuerzos eran inútiles, se quedó sin aliento y paralizada cuando le sintió tocarle. Por su lado el príncipe casi se viene en sus pantalones cuando sintió la excitación de Regina entre sus dedos y no pudo evitar gemir de anticipación
-¿Te gusta rudo eh, Regina? - se burló mientras paseaba sus dedos por los pliegues de su intimidad, la sintió retorcerse y jaló con más fuerza su cabello - Quieta - repitió la acción un par de veces y sintió que no podía aguantar más, necesitaba tenerla. La levantó de su regazo y antes de que ella pudiera huir comenzó a sacar por completo su ropa mientras forcejeaba con ella, el delgado suéter y el vestido gris de prisionera quedaron esparcidos por el suelo de la celda mientras David observaba a Regina en todo su esplendor, desnuda pegada a la pared de la celda mirándole desafiante pero con algo de miedo reflejado en sus hermosos ojos chocolate.
Era sin lugar a dudas divina, sabía que era hermosa, eso siempre lo había sabido, pero verla desnuda lo dejó sin aliento e inconscientemente se relamió los labios y sintió que su miembro daba un tirón. La vio moverse lentamente hacia el lado opuesto de la cama y sonrió cansino - No puedes ir a ningún lugar, deja de intentar huir de mi - al ver que ella no se detenía decidió actuar, la tomó nuevamente por la estrecha cintura, la alzó, la colocó encima de la mesa y se ubicó entre sus piernas, Regina sieso por el ardor en su trasero, David tomó las delicadas manos y las apresó a cada lado de la cabeza de la reina y se reclinó hasta estar frente a ella
- ¿Recuerdas cuando me encerraste en tus calabozos? ¿Recuerdas que te me insinuaste? Tuviste tu oportunidad de tenerme y no la tomaste, porque sabes bien que podrías haberlo hecho. Pero yo - bajó su rostro hasta que la punta de su nariz tocó la de ella - no voy a desaprovechar la mía majestad. Nunca había deseado tanto a una mujer Regina, jamás - con una sola de sus grandes manos tomó las dos de ella y las apresó sobre su cabeza, volvió a bajar su rostro y clavó sus ojos en los de ella - Vas a ser mía como jamás has sido de nadie - antes de que ella pudiera protestar volvió a tocar con sus dedos su sexo ganándose un gemido ahogado de eso preciosos labios, tanteando su húmeda entrada comenzó a deslizar un dedo dentro de ella. Observó el hermoso rostro contraerse en una mueca incrédula y sonrió satisfecho
- No… Déjame, ¡no quiero! –
- Tú dices que no, pero tu cuerpo dice lo contrario, estás lo suficientemente mojada para que pueda deslizar mi dedo dentro sin problema - tomó el pezón izquierdo de Regina entre sus labios y succiono haciéndola gemir, mordisqueo y jaló un poco para volver a succionar mientras seguía trabajando su dedo dentro de ella -Mhhh eres muy estrecha Regina, estoy seguro que te sentirás increíble en mi miembro - dijo al tiempo que deslizaba un segundo dedo junto con el que ya tenía dentro, sintiendo un poco de resistencia y escuchó el gemido incómodo de ella, atacó el pezón derecho del mismo modo que lo hizo con el otro, distrayendola un poco de la molestia - hey - llamó su atención - relájate… puedo sentir que ha pasado un tiempo desde la última vez que estuviste con alguien. Prometo ser cuidadoso - dijo sacando sus dedos y lamiéndolos frente a ella, gimió al probar su esencia - Sabes exquisito majestad –
- Eres un idiota pervertido- siseo ella con odio - ¿Qué va a decir tu preciosa Snow si sabe que hiciste ésto? -
- Ciertamente no pienso decírselo Regina y tú tampoco lo harás, si lo haces será tu palabra contra la mía y dudo mucho que te crea a ti - rio socarrón - Además - comenzó a decir al tiempo que soltaba sus manos y tomaba la delicada mandíbula alzandola un poco haciendo que ella llevara ambas manos a la suya como intentando detenerlo - Dudo que quieras que alguien se entere que fuiste mía, que el príncipe encantador te tomó y te hizo gritar de placer - podía ver en sus ojos que ella ardía en furia por sus palabras - Porque créeme Regina, vas a gritar mi nombre mucho antes de lo que piensas - y entonces estampó sus labios con los de ella tomándola por sorpresa, aprovechó para forzar su lengua dentro de la boca de la reina. Inmediatamente sintió las manos de ella golpearle y empujarlo, se separó y lo siguiente que supo es que había sido abofeteado
- Jamás. No voy a ser tuya - logró zafarse y corrió a tomar su vestido intentando cubrirse, cuando volteó David ya estaba casi sobre ella de nuevo, retrocedió y cayó en la cama. Él arrancó el vestido de sus manos y comenzó a hacerlo jiras frente a sus ojos
- Es que no tienes opción, vas a ser mía te guste o no - mientras ella se replegaba en una esquina de la pequeña cama -No me estas dejando más remedio que hacer ésto Regina - la tomó de un pie y la jaló hacia él
- ¡NO!.. Ya déjame, ya basta - tomó nuevamente sus muñecas entre sus manos y las ató con un retazo del vestido gris
- Si sigues pataleando voy a amarrar tus pies también - le amenazó, mientras comenzaba a despojarse de su propia ropa, la vio observar temerosa cuando sacó su cinto y también la vio sonrojarse cuando estuvo completamente desnudo frente a ella, con su gran erección dura alzándose orgullosa. David no pudo evitar sonreír burlesco al verla con sus mejillas adorablemente encendidas y un poco temerosa, ya había sentido el apretado interior de Regina y sabía por la expresión de ella que pensaba lo mismo que él cuando sintió lo estrecha que estaba
- No te asustes Regina, te aseguro que lo vas a disfrutar - la jaló nuevamente hasta tenerla al borde de la cama y forcejeando logró colocar sus piernas dobladas con sus pies apoyados en el borde de la cama y ahí los sostuvo de los delicados tobillos con sus grandes manos
- Ante todo su majestad, soy un caballero, ya te dije que seré cuidadoso, no voy a tomarte así nada más, no voy a tomar mi propio placer sin que me importe el tuyo, ¿qué clase de príncipe encantador sería? - se hincó frente a la cama, soltando sus pies tomó sus muslos para mantenerla en su lugar.
Al fin, la tenía a su total disposición, podía hacerla suya sin que nada ni nadie se lo impidiera. Acercó su rostro al sexo que seguía húmedo e inhalo su esencia gimiendo ante el intoxicante aroma de Regina - Además ya te lo dije, quiero oírte gritar mi nombre - comenzó a pasear su nariz por toda la intimidad de la reina mandando señales de placer al cuerpo de Regina quien comenzaba a agitarse ligeramente bajo ese delicado toque, a pesar de quererlo negar no podía evitar que su cuerpo respondiera ante lo que el príncipe prometía hacerle - quiero que jamás olvides la forma en la que te hice mía - colocó besos por donde paseó su nariz haciéndola gemir - quiero que me recuerdes cada vez que estés con alguien más o cuando estés sola en busca de tu propio placer - sacó su lengua y tentativamente la paseó por sus pliegues separándolos apenas pero evitando tocar el clítoris que comenzaba a hincharse
- Aaah… - La escuchó jadear y la sintió temblar más pronunciadamente, fue ese momento en el que introdujo su lengua en la entrada de la reina para luego sacarla y pasarla de nuevo por toda su intimidad sintiendo como Regina comenzaba a humedecerse más por su trato, quería tenerla totalmente empapada antes de darle el placer que aunque ella se negara sabía que su cuerpo deseaba recibir. Lamió todo su sexo expuesto hasta llegar a su clítoris y por fin decidió darle un poco de atención, presionó levemente con su lengua, ésto hizo que Regina cerrara sus ojos, abriera la boca en un gesto mudo y arqueara su hermosa espalda un poco. La torturó más y por fin la tenía como quería, su excitación mojaba todo su sexo y comenzaba a resbalar por su intimidad. Él ya no pudo más, comenzó a devorarla, enrollaba su lengua en el clítoris y lo succionaba como lo había hecho con sus pezones, bajaba por sus labios y lamía alrededor de su entrada, esa entrada que se había apretado deliciosamente en sus dedos y en la que deseaba estar dentro más que nada en el mundo. La reina solo se retorcía involuntariamente y sus gemidos comenzaban a subir de tono, una parte de ella quería detenerle, pero sabía que no había forma de evitar que él hiciera todo lo que quería con ella, sabía que no podía escapar y no quería arriesgarse a otro castigo, su trasero aún ardía y lo que el príncipe le hacía estaba despertando en su cuerpo sensaciones que estaba segura jamás había sentido en toda su vida.
Sintió las manos de David tomar sus piernas hasta dejarlas descansar sobre sus fuertes hombros, las cuales comenzaron a temblar cuando él decidió dar lametazos certeros en su clítoris, no podía evitar retorcerse de placer, dejaba escapar pequeños sollozos que encendían al príncipe por tenerla así, casi totalmente sometida y entregada al placer que le estaba dando. Estaba perdido en el sabor de la esencia de Regina, y se dio cuenta que inconscientemente ya había imaginado muchas veces cómo sería tenerla así y cómo sabría, jamás había disfrutado y deseado tanto darle placer a una mujer con su boca. A Snow no la deseaba de ésta forma, la quería, sí, pero no la deseaba con esa pasión que hacía que su corazón quisiera salir desbocado, que le hacía actuar y pensar como si no existiera un mañana y no hubiera nadie más en el mundo que ella, la dueña de sus más oscuros pensamientos y pasiones, y a pesar de que era él quien sometía a Regina, era él también quien estaba devoto a brindarle placer.
Por fin sintió que las caderas de la reina comenzaban a moverse a su ritmo y sonrió contra su sexo - Así… quiero que disfrutes de lo que te estoy haciendo - comenzó a introducir dos dedos dentro de ella nuevamente.
- ¡Nnnh! - gimió Regina, él alzó su rostro y la vio morderse el labio inferior, podía sentir que las suaves paredes de esa húmeda intimidad que penetraba se apretaban en sus dedos en espasmos deliciosos que cada vez eran más fuertes anunciando la llegada del primer orgasmo de varios que pensaba darle a la reina
- Vente para mi Regina, puedo sentir que estás cerca, quiero sentirte en mis dedos - gimió sobre su sexo
- nnn.. no...- susurró ella con los ojos entrecerrados. Regina sentía su orgasmo acercarse pero su mente aún le dictaba que debía rechazar el placer que él le estaba dando e intentaba defenderse para no acabar rendida y a completa merced del príncipe encantador. Colocó sus atadas manos sobre la cabeza de él, intentando detenerlo pero él le ignoró completamente, siguió penetrándola a un ritmo firme con sus dedos y siguió estimulando el hinchado clítoris con su boca, chupando y mordisqueando. El orgasmo llegó para ella, sus muslos apresaron la cabeza del príncipe y la espalda de Regina se arqueó mientras su cuerpo se tensaba y lanzaba un alarido que podría haberse escuchado por todo el reino, sus suaves paredes apretaron imposiblemente los dedos que tenía dentro deteniendo casi por completo su movimiento al tiempo que los delicados dedos de sus manos atadas apretaban los cabellos del príncipe en un fiero agarre y por un momento David pensó que se vendría ahí mismo por solo escucharla y sentirla. Siguió estimulándola durante su orgasmo, lamiendo la evidencia de su placer y se detuvo hasta que la vio derrumbarse sobre la cama.
Sintió que él extraía cuidadosamente sus dedos de su interior y después le sintió colocar un beso en su sexo.
- Mmhh, sabes exquisito majestad - ella rápidamente soltó el cabello del príncipe e intentó bajar sus piernas de los fuertes hombros pero él no la dejó -Quieta - habló contra su sexo - si yo no lo apruebo, no puedes moverte. Recuerda que yo estoy a cargo, pórtate bien - la escuchó lanzar un gemido mortificado
-Ya déjame ir… -
- Eso es imposible, ya no puedo detenerme Regina y sé que tú tampoco quieres que lo haga - bajó las piernas de sus hombros y comenzó a moverla de tal forma que quedó recostada a lo largo de la pequeña cama. Bajó de la misma para tomar otro retazo de tela del anterior vestido de prisionera, la vio fijar su mirada en el pedazo de tela entre sus manos e intentar incorporarse en la cama - Shhh, tranquila - dijo tomando sus manos atadas y pasando la tela por en medio de las mismas de tal forma que podía jalar el nuevo retazo y mantener las manos de Regina fuera del juego - sé que aún estás dispuesta a darme pela y yo ya no estoy dispuesto a aplazar más el momento de hacerte mía - dijo al tiempo que ataba fuertemente el extremo de la tela a uno de los barrotes de la cama, tensando los brazos de la reina por encima de su cabeza. Probó la resistencia y sonrió satisfecho.
- No entiendo por qué haces ésto… - decía con su voz afectada por el orgasmo y un poco de miedo ante lo que estaba a punto de suceder - no sé qué ganas con hacerme todo ésto - lanzó una patada que el príncipe logró detener tomando su pie y depositando un suave beso ahí, haciendo a Regina estremecer con esas pequeñas acciones que estaban muy lejos de sentirse como que estaba tomando venganza sobre ella
- Tenerte, eso es lo que gano - decía mientras se colocaba nuevamente entre las piernas de Regina, pegando sus propias caderas a las de ella, se irguió y se reclinó hasta el hermoso rostro, su endurecida erección quedó sobre el sexo aún palpitante y caliente por el reciente orgasmo, haciéndola contener el aliento una vez más al sentirle - Poder tener a la reina malvada debajo de mí, suplicándome por placer - y le sonrió, con esa estúpida y hermosa sonrisa que le hacía ver terriblemente guapo y le provocaba sensaciones extrañas que la hacían querer huir y desaparecer para no sentirse expuesta. Volteó su rostro hacia un lado para evitar el contacto visual con esos lindos ojos azules que le miraban extrañamente - No huyas de mí, majestad -
- No puedo ir a ningún lado, tú mismo lo has dicho. Me tienes aquí, amarrada ¿Qué más quieres? - le dijo volteando a verlo enfurecida
- A ti, te quiero a ti, lo quiero todo de ti - y la volvió a besar con rudeza y pasión, apoderándose de su boca, demandando todo de ella en ese beso. Se separó jalandole el labio inferior con sus dientes, podía sentir su propio miembro comenzar a dejar salir su excitación en forma de líquido pre seminal que caía sobre Regina
- No voy a suplicarte que me hagas tuya, olvida eso encantador - le escupió las palabras en el rostro, quería que el muy imbécil dejara de sonreírle de esa forma, porque sabía que se estaba engañando a sí misma, sabía que era muy posible que acabara suplicándole que la tomara. Sintió a David comenzar a mover sus caderas haciendo que su miembro se deslizara por su húmedo sexo, quiso huir del contacto pero las fuertes manos de él apresaron sus caderas en un agarre firme.
- Lo harás, preciosa. Me vas a suplicar - gimió ofendida por sus palabras, las grandes manos de David soltaron sus caderas y comenzaron a subir por su cintura, su largo y estilizado torso hasta tomar sus pechos y masajearlos de forma deliciosa que la hacían estremecerse y desear que cumpliera con todo lo que había dicho que le haría, estaba perdiendo la batalla y ya no quería pensar en nada más que no fuera él y lo que le estaba haciendo.
Abrió sus hermosos labios en un gemido entrecortado cuando la cabeza del miembro que se paseaba alegremente por su sexo encontró su hinchado botón de placer y las manos en sus senos estimulaban sus pezones al mismo tiempo. Regina sentía que su cuerpo comenzaba a encenderse de nuevo, sus propias caderas emprendieron un ritmo junto con las de David buscando más de ese delicioso placer que le estaba brindando, el miembro del príncipe estaba empapado por la excitación de la reina. Besó cariñosamente su mejilla haciéndola sonrojar más de lo que ya estaba -¿Vas a venirte así Regina? - ella negó furiosamente y apretó sus ojos - Sé que sí, pero tu siguiente orgasmo quiero sentirlo, quiero que alcances la cúspide de tu placer conmigo dentro - la jaló sobre su cadera, haciendo que los delicados brazos quedaran tensos y totalmente inmóviles, tomó su miembro con una mano mientras que la otra se encargaba de abrir el sexo de Regina exponiendo todo de ella, dio golpecitos con la cabeza de su miembro en el clítoris haciéndola gemir y retorcerse por la sobre estimulación.
Guió su propio miembro a la estrecha entrada y comenzó a empujar lo más cuidadosamente que podía.
- No… - la escuchó gemir bajito pero no luchaba contra él, había aguantado demasiado y se estaba muriendo por tomarla, los gemidos de ella no le ayudaban en nada, sentía que no podría controlarse y se vendría, pero no quería tomarla salvajemente, aún no, por lo menos no la primera vez que la penetrara, quería saborear el momento. Cuando tuvo la cabeza dentro se detuvo y respiró profundo intentando calmarse a sí mismo, volvió a empujar y logró introducirse casi hasta la mitad gimiendo al sentir el interior de la reina intentar impedirle el paso por la estrechez, al tiempo que la escuchaba lanzar un gemido adolorido por la intrusión
-Espe…ra - la escuchó jadear y tragar fuerte - Es… no - balbuceaba la reina
- Shhh, lo sé, lo sé. Relájate, déjame hacer - le dijo sonriendo, podía sentir claramente que el interior de Regina luchaba contra él, siguió empujando atento a las reacciones de ella y paraba cuando consideraba que era necesario para no hacerla sufrir, hasta que logró estar completamente dentro haciendo que la reina echara su cabeza hacia atrás con los ojos abiertos y el aliento contenido. Él mismo no pudo evitar lanzar un gemido que salió de lo más profundo de su garganta al sentir toda su erección dentro de ese apretado y cálido interior. Decidió aguardar un poco esperando a que ella se acostumbrara a su tamaño sintiéndola temblar.
- Ohhh por Dios… - trago fuerte - estás muy apretada, Regina - no pudo evitar que las palabras salieran de su boca, comenzó a repartir besos húmedos en su torso, acariciaba su vientre y sus muslos tratando de darle confort ante el dolor e incomodidad que pudiera estar sintiendo.
Cuando sintió que el suave y húmedo interior donde su erección estaba envuelta dejaba de luchar contra él y los jadeos sofocados de ella cesaban probó moverse, extrajo su miembro totalmente dejando solo la cabeza dentro y entró de nuevo en un solo movimiento con un poco más de prisa haciéndola sollozar en un gemido de doloroso placer. Lo sintió como una señal y emprendió el ritmo en busca del placer de ambos, amaba los sonidos que provocaba en ella, su hermoso cuerpo cubierto por una ligera capa de sudor, sus encantadores senos moviéndose junto con él, sus pezones duros, ese delicioso y apretado sexo que a pesar de haber mostrado resistencia al principio ahora le permitía deslizarse más fácilmente. Sus estocadas eran lentas pero firmes y aunque ella no se movía junto con él gemía y jadeaba al ritmo que él imponía, tomó sus piernas y las colocó sobre sus hombros
-¡Aaah! - gimió la reina sorpresivamente ante el cambio de posición. Él abrazó sus piernas y aumentó la velocidad haciendo que la pequeña cama se estremeciera bajo ellos, protestando y uniéndose a los gemidos que ambos lanzaban, luego de unos momentos David sintió que su orgasmo estaba cada vez más cerca, se sentía orgulloso de sí mismo por haber aguantado y no haberse venido en el mismo instante en que estuvo dentro de ella, haciéndola suya por primera vez.
Se reclinó nuevamente hasta estar cara a cara con Regina, doblando todo el pequeño y delicado cuerpo de la reina en el proceso sofocándola un poco, haciendo sollozar porque con el cambio de posición lograba deslizarse más profundo dentro de ella, haciendo que la deliciosa presión se volviera insoportable.
- Abre los ojos, Regina - El príncipe quería verla a los ojos en el momento que llegara al orgasmo con él dentro por primera vez, para su sorpresa ella atendió su petición como si hubiese sido una orden, clavó su hermosa mirada llena de pasión y temor haciendo que su pecho se hinchara orgulloso por estar poseyendo a Regina como en sus más oscuras fantasías. No lo pudo evitar, estrelló sus labios con los de ella en un beso arrebatado que fue respondido con la misma pasión que él estaba imprimiendo, se estaban devorando la boca el uno al otro en una lucha que no parecía tener fin y de la cual parecía ninguno saldría victorioso, la sintió gemir largo y alto dentro de su boca, se separó y atacó ese hermoso cuello a su disposición, subiendo hasta su mandíbula mordisqueando cariñosamente, arrancando suspiros de ella. Las paredes internas de Regina comenzaron a incrementar su agarre en su erección y supo que ella estaba cerca - Mírame, quiero que me mires cuando alcances el placer conmigo dentro - ella echó la cabeza hacia atrás gimiendo incontrolablemente, estaba por tomar su rostro para obligarla cuando ella regresó su cabeza, clavando nuevamente su mirada en la de él, gimiendo para él mientras le miraba, bajó su mano, metiéndola entre medio de ambos alcanzando el botón de placer de Regina que la hacía entrecerrar los ojos y gemir más alto con la estimulación que estaba recibiendo.
Se vino así mirándole fijamente y pudo ver el momento justo en que ella se perdió en medio del placer, las paredes del estrecho canal se apretaron de forma imposible sobre su miembro haciendo la presión insoportable y no pudo evitar seguirla derramando su esencia en su interior- Eres mía, Regina - le dijo al oído mientras la escuchaba sollozar de placer en medio de los espasmos que su pequeño cuerpo seguía sufriendo a causa del orgasmo, beso su sien al tiempo que extraía su miembro cuidadosamente, ganándose una pequeña protesta de los hermosos labios en el proceso. David estaba encantado con el espectáculo que Regina estaba montando para él, era sin duda la mujer más bella de todos los reinos, era toda una preciosura, casi irreal pero verla y sentir estremecerse de placer era una experiencia única, alucinante e intoxicante que sentía poseía todo su cuerpo enardeciendolo, consumiendolo y despertando un lado pasional y excesivamente posesivo que no pensó que poseyera.
Regina no podía creer lo que acababa de suceder, podía sentir el semen aún caliente del príncipe en su interior y como comenzaba a resbalar hacia afuera de su sexo palpitante, se sentía toda temblorosa, adolorida y vulnerable, rogaba porque él estuviera satisfecho y la dejara ir. Cerró los ojos como intentando desaparecer, necesitaba escapar antes de que el príncipe realmente pudiera hacer con ella lo que quisiera, estaba segura que si él seguía sería incapaz de negársele, no habría nada que pudiera hacer para no rendirse entre esos fuertes y musculosos brazos, una parte de ella buscaba desesperadamente por su magia aunque sabía perfectamente que no llegaría.
David la observaba atento, se veía adorable con sus mejillas furiosamente encendidas, sus hermosos ojos fuertemente apretados, jadeando en busca de aliento, con sus pezones duros y con pequeños temblores aún en todo su cuerpo a causa del orgasmo que le había provocado, sintió que su miembro comenzaba a despertar de nuevo, el mismo se sorprendió de la rapidez con la que estaba sucediendo pero sabía que era a causa de ese deseo incontenible que sentía por Regina que había despertado dentro de él y que no podía y de ninguna forma quería acallar. Una parte de él se reprendió a sí mismo, ese no era el plan original, había pensado solo en darle una lección a base de castigarla como si fuera una niña malcriada, porque eso parecía al comportarse del modo que lo hacía la mayor parte del tiempo, y acabó haciéndola suya. Sin embargo no podía evitar sentirse orgulloso por ello, aún recordaba vívidamente cuando ella lo atrapó y estuvo tan cerca de él y pensó que efectivamente se le lanzaría encima, pero no sucedió y solo le reveló su malvado plan, todavía recordaba cuando le dio la espalda para alejarse, contoneándose, moviendo ese trasero de infarto que afortunadamente había tenido la dicha de azotar. Estaba decidido a cumplir con su palabra, iba a hacer que ella se le entregara, que le rogara y jamás pudiera olvidar ese encuentro.
Ella lanzó un grito sorpresivo cuando se sintió volteada firme pero delicadamente por las grandes manos del príncipe y quedar boca abajo
-¿Qué haces? - preguntó
-Voy a hacerte mía de nuevo, es lo que hago - Regina iba a responder pero se quedó muda cuando sintió que él acariciaba su espalda dulcemente, eso la hizo estremecer, lo sintió prácticamente encima de ella pero no la aplastaba y comenzó a sentir que ahora eran besos los que repartía por toda su espalda. David estaba encantado con la forma en que el pequeño cuerpo de la reina respondía a sus caricias, no podía evitar pensar que le habría encantado que ese encuentro fuera diferente y ella estuviera totalmente dispuesta a ser de él, pero no le importaba tampoco que fuera de esta forma, lo único que quería era tenerla. Besó el punto exacto donde la bella espalda terminaba y comenzaba el delicioso y azotado trasero, le besó tiernamente ahí también como queriendo calmar el escozor que él mismo había provocado haciendo que Regina jadeara, rió divertido y mordió juguetonamente su nalga derecha haciéndola dar un pequeño brinco que sacudió todo su cuerpo. Ella volteó el rostro y fijó su mirada retadora y orgullosa en el príncipe quien le volvió a sonreír
-No importa lo que hagas no voy a ser tuya jamás - se movió y quejó cuando le sintió acariciar su aún sensible trasero y la obligó a separar las piernas
-Ésto - dijo mientras paseaba un dedo por el hinchado sexo de la reina con rastros de la esencia de ambos - Sugiere lo contrario majestad, ya fuiste mía - dijo cubriendo toda la intimidad de ella con su mano - Pero te quiero toda mía - comenzó a mover su mano tomando los hinchados labios entre dos de sus dedos y masajeandolos a lo largo - Para que no se te olvide nunca que lo fuiste - metió dos de sus grandes dedos dentro en un solo empujón haciendo que ella lloriqueara - Ohhh Regina, estás tan lista para mí ¿Quién diría que a la reina malvada le gusta estar debajo? - se burló
-Imbécil - gruñó ella con los ojos apretados queriendo reprimir las sensaciones placenteras en su cuerpo. Sintió una fuerte nalgada que la hizo lanzar un grito, le sintió sacar sus dedos, al tiempo que sentía que esas manos le obligaban a colocarse de rodillas con su trasero elevado, su torso y rostro apoyados en la cama y una fuerte mano presionando su espalda para mantenerla en su lugar, no puedo evitar quejarse incómoda por la posición.
La obligó a separar más sus piernas y la tomó fuertemente de las caderas - Hora de rogar, majestad - esta vez la penetró fuerte y duro, de un solo empujón se introdujo hasta donde el cuerpo bajo él le permitió, gimió gustoso por sentir nuevamente la deliciosa estrechez de la intimidad de la reina y pudo escuchar el gemido doloroso de ella, la sintió incorporarse rápidamente lo mejor que sus atados brazos le permitían - Shh, no - la empujó de nuevo contra la cama - Quédate así, obedece - la escuchó respirar con esfuerzo
- ¡NO! - le gritó y se sacudió intentando quitar esa mano que le empujaba - Acaba de una vez, maldito pastor pervertido ¡aah! - gritó al sentir otro par de nalgadas
- Si te gusta rudo, rudo lo vas a tener - volvió a empujar aprovechando que sintió que el cálido interior se había acostumbrado un poco a su tamaño y se introdujo hasta el final, lanzando un gruñido gutural al sentirse completamente dentro y percibió que el cuerpo de Regina se tensó. Esta vez no quiso darle tiempo y comenzó a moverse, dando largas y profundas estocadas obligándole a recibirlo hasta que el apretado interior cedió completamente, cuando los quejidos dolorosos cesaron y escuchaba pequeños jadeos, la tomó ahora por la cintura con ambas manos aumentando la velocidad, eso le encantaba también de ella, esa pequeña y pronunciada cintura, sus enormes manos casi podían abarcarla por completo.
Regina podía sentirlo tan dentro y grande, llenando cada rincón dentro de ella mientras le obligaba a tomar su miembro, no podía evitarlo, la forma en la que la estaba penetrando la hacía encenderse más, esta vez cayó más pronto en el encanto del príncipe y comenzó a gemir quedito e intentar mover sus caderas junto con él pero las fuertes manos se lo impedían, quería…, pero no, no iba a pedir y mucho menos a rogar. Sintió que él se quedaba quieto, dentro hasta el fondo - Ahhh Regina - siseó él - Te sientes tan bien, estoy tan dentro de ti - con una de sus manos tomó de nuevo su cabello y la jalo obligándola a acomodar su cuerpo apoyada en sus antebrazos - ¿Me sientes? - preguntó llevando su otra mano abajo acariciando el plano vientre de la reina mientras rotaba sus caderas haciéndola morderse el labio inferior para no caer en su juego y hablar. La mano que acariciaba su vientre se posó en su cadera y emprendió de nuevo un ritmo castigador que la hacía gritar involuntariamente, la estaba tomando fuerte y duro, sin ningún tipo de delicadeza ni compasión, no sabía si eso le gustaba o no, estaba bailando en esa delgada línea del dolor y el placer, pero ya no podía pensar, solo sentir.
El príncipe sabía que la tenía, podía sentir como ella se estaba dejando hacer y rindiendo al placer, era momento de presionar para poder conseguir lo que tanto deseaba de ella. Soltó su cabello y desaceleró sus embestidas, la penetró profundo tres veces y salió de ella
-¡NO! - la escuchó gritar y la vio mover sus caderas hacia atrás como buscándolo. Regina se mordió los labios inmediatamente, no podía creer lo que acababa de hacer
-Ya sabes lo que tienes que decir - le dijo mientras introducía la cabeza de su miembro dentro y la sujetaba con excesiva fuerza de las caderas, estaba seguro que le dejaría marcas en la piel por ello - No me moveré hasta que lo hagas -Regina lloriqueo y negó con su cabeza sintiéndose impotente mientras apoyaba su frente en la cama, las piernas y los brazos le temblaban, necesitaba que se moviera, necesitaba que la tocara donde más le necesitaba para alcanzar el orgasmo, lo maldijo mentalmente pero no se movió.
David estaba ansioso, se moría por seguir tomandola pero estaba siendo paciente con ella, con esa hermosa y testaruda mujer que lo hacía dejarse llevar por el deseo que sentía por ella -¿Por qué eres tan terca majestad? - la penetró hasta el fondo haciéndola arquear su hermosa espalda, la tomó con su grande mano por la mandíbula desde atrás elevándola un poco y volvió a entrar y salir de ella con una velocidad que no pensó fuera capaz de poseer, jamás había tomado a una mujer así y a pesar de que sabía que estaba siendo rudo Regina parecía aguantar su ritmo y al mismo tiempo disfrutarlo aunque la muy altanera lo negara, los gemidos de ella comenzaron a llenar la celda de nuevo, el pegaba su cadera al enrojecido trasero de la reina y se detenía rotando sus caderas, comenzó a gemir y gruñir de deseo y pasión en el oído de ella, sintió las paredes del cálido interior donde estaba enterrado comenzar a apretarse en su miembro, estaba cerca, la podía escuchar lloriquear en medio de los gemidos, retorciéndose deliciosamente, la soltó de la mandíbula y ella inmediatamente apoyó su torso en la cama
-Ahh… ahh - la escuchó jadear - p-por… ¡ah! - sabía que estaba siendo cruel, cada que sentía que su orgasmo estaba cerca cambiaba el ritmo, además no la había tocado. Ella enterró su rostro en la cama para callar sus propios gemidos, desesperada porque ya no aguantaba esa deliciosa presión dentro, esa extraña sensación en su vientre que anticipaba su orgasmo que le estaba siendo imposible alcanzar, lo sentía desacelerar y volver a acelerar como jugando con ella, torturandola y negándole la cúspide de su placer, sentía que se estaba quemando por dentro, necesitaba encontrar alivio y el príncipe no se lo estaba dando, sentía que iba a morir, que el fuego que sentía por dentro la iba a consumir si no hacía algo y ya no pudo aguantar más - po-por favor - fue un sonido apagado, amortiguado por la cama pero que él, afortunadamente escuchó.
Salió cuidadosamente de ella ganándose una queja, desató las manos de los barrotes de la cama pero no sus muñecas, la volteó y pudo ver su expresión de desespero, todo el rostro enrojecido por el esfuerzo, lágrimas apenas perceptibles en sus largas pestaña, respirando con rapidez, sudorosa y agitada, jadeante y por encima de todo hermosa. Se colocó nuevamente entre sus piernas y la levantó por la espalda hasta tenerla encima de él. Tomó su brazos atados y los pasó por detrás de su propia cabeza para tenerla más cerca, para estar más íntimamente con ella, sabía que la reina ya no se le negaría, la tomó de las nalgas para pegarla más a él escuchando el pequeño quejido que dejó escapar, su miembro, duro y pulsante se pegaba al vientre de ella. Llevó su mano hasta la cabeza de la reina, la vio apretar los ojos y jadear con su boca entreabierta, la sentía temblar entre sus brazos y pudo ver que las pequeñas lágrimas en sus pestañas se hacían más, la acercó a él hasta poder besar su mejilla tiernamente - Aquí estoy Regina. Te tengo y voy a darte lo que necesitas. Mírame - le ordenó, ella abrió sus ojos y trago fuerte al verle con sus ojos vidriosos por las lágrimas contenidas. La alzó un poco y lentamente comenzó a penetrarla de nuevo mientras veía el hermoso rostro de la reina contraerse de placer, la vio abrir su boca y cerrar los ojos mientras dos lágrimas resbalaban por su rostro que el inmediatamente borró con besos - Eres hermosa Regina - la escuchó sollozar - Eres una criatura preciosa - comenzó a moverse
-Ohhh - gimió ella e inmediatamente envolvió con sus piernas las cintura del príncipe hasta engancharlas por detrás, se abrazó completamente a él cuando lo sintió aumentar la velocidad, escondiendo su sonrojado rostro en el cuello de David, inhalando su aroma masculino que hacía que su cabeza se sintiera embotada y su vientre como si se incendiara al tiempo que su estrecho canal apretaba la erección del príncipe. Lo sintió quitar el amarre de su cabello para dejarlo libre y masajear su cráneo, luego la jaló un poco del cabello para sacarla de su escondite y pegó su frente con la de ella, sus miradas se encontraron y Regina se perdió en esa mirada azul llena de pasión acompañada de su sonrisa bonita que no podía aguantar le dedicara, prefirió cerrar los ojos y gemir abiertamente, ya no podía aguantar el deseo que sentía, cada fibra de su cuerpo se agitaba en deliciosos espasmos anticipando su tan anhelado orgasmo y se asustó un poco al darse cuenta que quería que fuera en brazos de él.
Nunca nadie la había tomado de esa forma, a pesar de que en el pasado la habían forzado a ello, nunca nadie, aunque la hubieran tomado de la forma que fuera, jamás se había preocupado por su placer antes que el propio a no ser que ella les obligara, pero él era distinto, lo sentía diferente, él estaba dedicado a darle placer más que en recibirlo, a pesar de todo podía sentir que él estaba cuidando de ella y había una parte de sí misma que se sentía segura entre sus brazos y no podía evitar que lágrimas se agolparan nuevamente en sus ojos por ello y ya no quería resistirse, ya no quería negarse a las ganas y el deseo que sentía - Da-David - gimió su nombre y eso hizo que el príncipe se detuviera en seco - Por favor… - le pidió viendo como el príncipe cerraba los ojos y respiraba profundo - Hazme tuya - y agacho su rostro para besarlo pero él le ganó el movimiento y atacó su dulce boca en un beso hambriento, fogoso y lleno de deseo
-Oh, Regina… - gimió él y la volvió a besar profundamente, internándose en su boca, invadiendola hasta dejarla sin aliento, beso su mandíbula, bajó por su cuello hasta que llegó a sus pechos y comenzó a chuparlos, mordisquearlos intercambiando entre uno y otro, sintió que movía sus caderas y sonrió contra su pezón. La apresó de la cintura fuertemente para detenerla y ella se quejó desesperada - Shh, aquí estoy, no iré a ningún lado, solo dime lo que necesitas y te lo daré - la tomó nuevamente de las caderas y cambió su posición buscando ese punto especial dentro de ella, supo que lo encontró cuando la escuchó gemir ahogadamente - ¿Es ahí? - le preguntó y ella asintió moviendo su cabeza rápidamente, besó sus labios de nuevo y comenzó a penetrarla concentrando en el punto que acababa de encontrar ganándose los gemidos y alaridos más excitantes que jamás había escuchado
-Ohhh. David… - Adoraba como se escucha su nombre de su boca. La escuchaba gemir con abandono mientras la sentía deshacerse entre sus brazos, bajó sus manos y la tomó del trasero haciéndola gemir incómoda pero no huyó del contacto - por favor - le pidió de nuevo con ardor en la voz
-Dime. Dime qué quieres belleza- decía gimiendo y jadeando al oído de ella
-Q-Quiero venirme - gemía con la boca abierta - por…mhh!.. ¡Ah!.. por favor, no aguanto - lo sentía penetrarla más fuerte y jalar sus caderas hacia abajo para encontrarlas con la de él -Hazme venir -
-Demonios, Regina - La volvió a besar y aumentó la velocidad, gustoso por las palabras que acababa de escuchar que solo lograron encenderlo más porque al fin estaba escuchando lo que deseaba de ella. Ya no podía aguantar, sabía que se vendría en cualquier momento, el solo escucharla y verla era suficiente para hacerlo llegar - Vente para mí. Quiero que te vengas para mí, Regina - aceleró sus embestidas procurando ese punto especial dentro de esa suave intimidad, haciendo que ella aumentara la intensidad de sus alaridos y fue como si ese bellísimo cuerpo simplemente le obedeciera sin resistencia alguna, sintió el estrecho apretón de esas paredes internas sobre su miembro, mucho más fuerte que la vez anterior, la vio arquear la espalda y echar su cabeza hacia atrás mientras su garganta encontró su nombre en medio del placer, el cuerpo entero de Regina temblaba entre sus brazos.
Ella sintió que dejaba de respirar por unos segundos mientras su cuerpo temblaba incontrolablemente y fue consciente que gritó el nombre del príncipe cuando alcanzó el orgasmo, su interior se apretaba sobre la aún dura y caliente erección que sentía enorme por la presión que sus propias paredes internas causaban, se derrumbó completamente en los brazos de él y cayó en su pecho luchando por encontrar aliento, sintió las manos del príncipe tomar las suyas y desatarlas, también fue consciente que él besó y sobo sus muñecas.
De pronto se encontraba de nuevo de espaldas en la cama con el príncipe encima de ella con su miembro muy dentro, palpitando en su abusado interior, tomó el rostro varonil entre sus pequeñas manos y lo besó mientras él la penetraba de nuevo buscando su propio orgasmo, ella envolvió su cuerpo con sus piernas y brazos permitiéndole moverse libremente dentro de su intimidad, él también se abrazó a ella fuertemente, apresandola y casi sofocandola. Instintivamente ella enterró su rostro en el cuello de él, su cálido aliento pegaba en la piel del príncipe haciéndole gemir de deseo - Eres perfecta, Regina. Y eres mía - aumentó la velocidad y lo sintió derramarse dentro, en lo más profundo de su estrecho canal, gimiendo y gruñendo en su oído, sentía su semilla caliente llenando su interior y gimió por la sensación.
Él besó su frente y la levantó para quedar recostado en la cama con ella encima de su pecho. Regina no quería pensar y tampoco quería desaparecer, no más, lo único que quería es que ese momento no terminara pronto, era consciente que el príncipe había conseguido lo que quería de ella y no deseaba hablar al respecto pero tampoco quería dejar de sentir. Poco a poco su respiración se volvía más normal, sintió como el miembro del príncipe salía de su interior seguido por el semen mezclado con la evidencia de su propio orgasmo, el corazón y el aroma del príncipe la embriagaban, se sentía tan cansada que le fue imposible no quedarse dormida envuelta en el calor y la protección que esos grandes y fuertes brazos, que la acariciaban tiernamente, le proporcionaban.
Todavía no podía creer que lo había conseguido, seguía sorprendido pero no estaba dispuesto a que el sentimiento de culpa echara a perder ese momento que había estado oculto dentro de él y que ahora era real, tan real que sentía a la reina malvada dormida sobre su pecho haciéndole cosquillas con su apacible respiración y a pesar de que una parte de él se asustaba por lo que sentía había otra que no estaba dispuesta a renunciar a ese momento, no después de lo que había sucedido, no después de haberla escuchado gemir y gritar su nombre en medio del placer, de haberla escuchado pedirle que la hiciera suya y que la llevara al orgasmo. Acariciaba su delicada espalda, sus brazos y dejaba besos posesivos sobre la pequeña cabeza. Había pasado ya un rato desde que Regina había caído en la inconsciencia de lo que estaba seguro sería un sueño reparador, habían sido muchas emociones juntas para ella en un solo día. La estrecho posesivamente entre sus brazos y deseo más que nada en el mundo que esa fuera su realidad y no dejarla ir jamás.
En contra de su voluntad consideró que había llegado el momento de irse, David la acomodó cuidadosamente en la cama para no despertarla y se levantó, se vistió lentamente mientras la observaba dormir, aún se veía adorablemente sonrojada, su boca estaba ligeramente entreabierta y pudo ver que efectivamente había dejado marcas en su suave piel, en sus caderas y pequeña cintura. Había ido ahí enojado y harto de todo lo que Regina les había hecho, había llegado para darle una lección y también había decidido tomar mucho más de lo que jamás pensó se atrevería a tomar de ella y ahora se iba con una extraña sensación en el pecho no solo por lo que había hecho, sino por lo que había sentido y con ganas de querer más. Luchando contra sus pensamientos y reprimiendo sus impulsos agarró su propia capa y arropó a la reina, apartó el cabello del hermoso rostro y besó su frente de nuevo para luego salir dejando la celda abierta para que ella pudiera irse en cuanto despertara.
