Esta historia está inspirada en la novela "A song of ice and fire" del escritor George R. R. Martin. Por ende, los personajes no me pertenecen, ya que son propiedad de George R. R. Martin.

"Winter on fire"

Capítulo 1

"Algunas veces la mejor manera de crear alianzas es a través del matrimonio"

Esas eran las palabras que retumbaban una y otra vez en mi cabeza. Para mí, la madre de Dragones, esas palabras dichas por parte de mi mano no eran una novedad, ni mucho menos me tomaron por sorpresa. Sin embargo, era imposible ignorar los rumores sobre el Rey del Norte proclamado también como el Lobo Blanco, el cual sería mí posible aliado y futuro esposo. Dichos rumores esparcían por los siete reinos la victoria de Jon Snow sobre la casa Bolton en la épica pelea nombrada "La batalla de los bastardos", regresando a su mando el hogar de la familia Stark: Invernalia.

—Mi reina—habló la voz de Missandei interrumpiendo descaradamente mis pensamientos internos sobre mi posible futuro esposo.

Yo, Daenerys Targaryen, mejor conocida como la Madre de Dragones ante las tierras conquistadas y liberadas por ella misma, elevé el mentón lentamente ante el llamado de mí dama de compañía.

—Lo lamento. Me distraje por un momento—respondí aclarando un poco mi garganta.

—¿Está usted segura que quiere la audiencia con Jon Snow en privado, su majestad?—preguntó Tyrion Lanniester captando por completo mí atención.

Había olvidado por completo que me encontraba a unos cuantos pasos de la habitación de reuniones de Invernalia, hogar de la familia Stark y, por supuesto, de Jon Snow. Por un momento dudé de la solicitud para llegar a un acuerdo positivo en privado con el Rey del Norte. Sí la lucha por obtener el Trono de Hierro implicará acabar con todas las casas nobles y sus herederos, lo había hecho sin pensarlo. Sin embargo, algo en mi interior pedía a gritos darle la oportunidad a la casa Stark, darle la oportunidad a Jon Snow.

—Estoy completamente segura de ello—mentí.

Mi mano, Tyrion Lannister, solamente esbozó una pequeña sonrisa ante mi falsa seguridad, la cual solamente pude corresponder con un leve movimiento de cabeza en señal de aprobación.

—Entonces no hay que hacer esperar al Rey del Norte—dijo emprendiendo viaje en dirección al gran portón que me permitirá introducirme en la habitación dónde se encontraba en este momento mi futuro—Ya espera por usted—agregó deteniéndose a unos cuantos pasos delante de la enorme puerta para después volverse y clavar directamente sus ojos sobre los míos y de un sólo movimiento abrió el portón.

Inhalé un poco de aire, llenando mis pulmones por un segundo para después dejarlo escapar lentamente de mi sistema. Enderecé mi espalda y eché mis hombros hacia atrás en señal de total seguridad. Emprendí camino en dirección a Tyrion y entré en la habitación sin mirar atrás. Una vez que el portón se cerró detrás de mí, me quedé estática por unos segundos, examiné el lugar hasta toparme con la silueta de Jon Snow delante de mis ojos. Por alguna extraña razón nuestras miradas se cruzaron durante unos leves segundos, hasta que decidí emitir palabra alguna para romper el incómodo silencio.

—Jon Snow—me atreví a dar unos pasos a su dirección para detenerme al tercer movimiento.

—Daenerys Targaryen—replicó mientras tragaba un poco de saliva y movía un poco su cabeza en señal de cortesía ante mi presencia.

—Disculpe mi falta de respeto sí no me arrodillo ante usted, Rey del Norte—hablé mirándole directamente a los ojos

—Sólo sí usted también me disculpa por no hacerlo.

Mis labios le dieron oportunidad de entrada a una leve sonrisa ante su último comentario. De una cosa estaba segura, Jon Snow no se iba a arrodillar ante ningún conquistador ni nada parecido, sin importar su largo título de batallas ganadas y tierras liberadas o del gran ejército que poseyera a su mando.

—Entonces estamos a mano—solté de golpe mostrando mis dientes.

Pude visualizar como las expresiones de su rostro se suavizaron para dejarme ver una tímida, pero encantadora sonrisa gracias a mis últimas palabras. Tomamos asiento, uno enfrente del otro para poder comenzar nuestras negociaciones y posible alianza.

—Seré breve y directa, Jon Snow— le miré directamente a los ojos—Cómo usted sabrá, vengo en busca de aliados para conquistar los siete reinos y obtener el trono, que, por derecho de nacimiento, se me fue arrebatado justo en el momento que apuñalaron y traicionaron a mi padre.

Hice una pequeña pausa para observar la expresión en su rostro ante mis últimas palabras. Jon Snow por su parte meditó por un segundo mi petición para después aclarar un poco su garganta y comenzar a hablar.

—¿Y sí no aceptó su petición, milady?—preguntó reposando sus brazos sobre el descanso de la silla de madera fina.

—Sí usted rechaza mi oferta. Me veré en la penosa necesidad de considerarlo mi enemigo—entrecerré mis ojos para verle desafiantemente—Y eso, no se lo recomiendo, Lord comandante—terminé de decir esbozando una leve sonrisa de triunfo.

—No me sorprende—replico mirándome con desafío—Debo reconocer que hace buen uso de su título cómo la madre de Dragones—lo dijo sin dejar de mirarme directamente a los ojos—Quemando todo a su paso—agregó sin inmutarse.

De alguna manera sus últimas palabras provocaron que mi corazón diera un vuelco de decepción sobre mi persona. Él tenía toda la razón sobre mi título, si algo no era de mi agrado o estropeaban mis planes o camino, los eliminaba dando sólo una insignificante palabra. Sin embargo, todo lo que había hecho anteriormente, lo había hecho en nombre de la justicia, nunca por satisfacción personal. O al menos eso me hice creer a mí misma.

—Debo confesar que todo fue hecho bajo el nombre de la justicia y la libertad—me defendí—Pero con todo respeto, eso a usted, Jon Snow, no le interesa en lo más mínimo.

Jon Snow frunció el ceño en señal de fastidio, el cual no duró más de cinco segundos en desaparecer de mi vista.

—Me interesa que los métodos utilizados para tomar el trono y conquistar los siete reinos sean los adecuados, mi reina—puso mucho énfasis a su última palabra—Yo sólo busco que nuestro siguiente conquistador reine justamente en paz y armonía a la gente que habitan sobre los siete reinos. Resumido en una sola palabra: Libertad.

La última palabra captó mi atención por completo y provoco que le mirara directamente a los ojos mientras trataba de formular mis siguientes oraciones.

—Algo que tenemos en común—dije rápidamente—Justicia, paz y libertad. Le aseguro que eso son los pilares que sostienen mi conquista, Rey del Norte—le sonreí ampliamente, sin darle la oportunidad de replicar.

—Con todo respecto, usted no sabe nada sobre mí—de alguna manera encontró la oportunidad de replicar y de defenderse dignamente.

Mi sonrisa se desvaneció en el aire.

— ¡Oh! Sé mucho sobre usted, más de lo que se pueda imaginar—me reacomodé en mi lugar clavando mis ojos sobre los suyos, desafiantes—El hijo bastardo que resultó ser el único heredero y digno de sentarse sobre el Trono de Hierro—confesé de golpe.

Pude visualizar cómo las facciones de su rostro se endurecieron, provocando que apretara su mandíbula en señal de fastidio ante mi inesperada confesión.

—No entiendo a lo que se refiere—replicó apropiadamente apartando por un segundo su mirada de la mía, pero sosteniendo su firme postura para reacomodarse sobre su asiento.

—Déjame contarte una pequeña historia alimentada por amor, pasión, traición y venganza—hablé para asegurarme de captar su atención nuevamente, consiguiéndolo con éxito—Hace un par de años atrás, una hermosa joven, comprometida con Roberth Baratheon, Lyanna Stark, tuvo la des fortuna de enamorarse de un hombre prohibido para ella, Rhagear Targaryen. Eso no fue impedimento para escapar con él una vez que se confesaron—pausé por un momento para tomar una bocana de aire—El problema fue el odio que su decisión sembró en Roberth Baratheon, causando que tu propio padre, Eddard Stark, y hermano de Lyanna Stark, encabezara su búsqueda con el único propósito de traerla de vuelta a su lado. Sin embargo, una vez que Eddard logró llegar a ella, fue demasiado tarde, la hermosa joven estaba en su lecho de muerte al haber dado a luz a un pequeño niño. Pero lo que nadie sabía, solamente tu padre, era que Lyanna ya estaba embarazada de Roberth Baratheon cuando decidió fugarse con Rhagear Targaryen—continué mi relato—La joven le hizo prometer a su hermano no revelar la identidad del pequeño, de protegerlo del odio de su verdadero padre al querer creer ciegamente que ese pequeño niño fuera el resultado de su traición e hijo de un Targaryen—le miré directamente, sólo para darme cuenta que él también lo hacía—Eddad Stark no tuvo otra opción que tomar a ese pequeño niño entre sus brazos, traerlo a Invernalia y hacer creer a toda la gente de que era un bastardo, su bastardo—terminé mi pequeño relato sin despegar mis ojos de su atónita expresión.

El silenció se hizo presente inmediatamente al terminar de hablar. Tragó un poco de saliva para poder aclarar su garganta ante la finalización de mi pequeña historia.

—Jon Snow, tú eres el bast…—no conseguí terminar la palabra—…eres el único hijo y heredero digno…—me corregí inmediatamente—…para tomar el Trono de Hierro bajo el nombre de tu padre Roberth y apellido de la casa Baratheon.

Jon aún no consiguió reaccionar apropiadamente ante mi inesperada confesión.

—Eso es imposible. Cersei Lannister ya está en el poder—reaccionó adecuadamente.

—Si mi memoria no me falla, ella jamás consiguió darle un verdadero heredero a su difunto esposo—expliqué delicadamente—y hago mucho énfasis a la palabra verdadero, ya que los tres hijos que dio a luz, fueron el resultado de su relación incestuosa con su propio hermano, Jaime Lannister. Eso, es considerado traición a la corona.

El Rey del Norte suavizó las expresiones de su rostro ante mi breve explicación sobre el linaje que se desprende de la casa Lannister.

—Lo que dices sobre mi linaje es mentira—cerró el puño—¿Cómo puede usted saberlo? Sí ha dicho que solamente Eddad Stark lo sabía. Le puedo asegurar que eso, se fue a la tumba con él.

Elevé mi mentón al sonido de su pregunta sin dejarle ver lo sorprendida que estaba ante su inesperada reacción de enojo.

—A lo largo de mi conquista y viaje, he tenido la mala suerte o buena, de toparme con gente que posee dones imposibles de imaginar o creer—pausé por un segundo—Aunque eso es algo que usted ha comprobado personalmente, regresando de la muerte gracias a esos dones,Lord Comandante—continué sin dejar de verle directamente a los ojos—Esas voces fueron las que me contaron la verdad sobre ti, Jon Snow—terminé de decir esbozando una leve sonrisa.

Jon Snow continuó clavando sus ojos negros sobre los míos sin poder ocultar el asombro y confusión ante mis palabras.

—¿Por qué no le pides a tu bruja que utilice sus dones para que puedas comprobarlo por ti mismo? —le sugerí rápidamente.

Por un breve momento apartó su mirada de mis ojos para poder meditar más a detalle mi sugerencia.

—Tal vez lo haga—replicó y volvió sus ojos hacía mí, nuevamente.

Por un segundo, su mirada me permitió ver lo consternado que se encontraba. Así que decidí regresar al punto original de nuestra reunión.

—No quiero que se pierda el punto original de esta reunión, Jon Snow—por fin decidí hablar adecuadamente— ¿Será mi aliado en esta batalla?—le pregunté.

—Sí acepto—respondió inmediatamente—¿Qué garantía tengo yo, cómo aliado, de no ser traicionado por usted, después de conseguir su objetivo?—agregó atacando sin piedad.

Sí que sabía cómo desenvolverse en este tipo de situaciones para negociar por su gente, y persona.

—Lo único que he aprendido y descubierto en los últimos años, es el hecho de no confiar en las personas, sin alianza, ya que, por naturaleza o experiencia, son traicioneros—Contraataqué para defender mi palabra.

—No todos, milady.

—En eso estoy totalmente contigo, Jon Snow—repliqué con toda seguridad—Por eso soy de las personas que cree firmemente que la mejor manera de crear una verdadera alianza es a través del matrimonio—le sonreí levemente.

—Eso es lo que usted cree, yo no—me dijo seriamente.

El incómodo silencio se formó ante nuestras presencias, pero fui rápida en salvar el momento.

—Tómelo como un cumplido, Jon Snow—me levanté de mi lugar—Debe reconocer que la respuesta a esta propuesta podría resultar sólo de dos maneras y usted lo sabe perfectamente, Rey del Norte—emprendí camino esquivando la mesa que nos separaba para llegar a su dirección.

—Soy consciente de ello—replicó mientras de un sólo movimiento se puso de pie para verme directamente a los ojos.

—Exacto. Ahora le preguntó nuevamente, Jon Snow: ¿Se convertirá en mi aliado o en mi enemigo?—terminé mi pregunta sin despegar mis ojos de sus finos labios—Le concederé un par de días para que lo medite adecuadamente—Esquivé su silueta para empezar a caminar a la salida de la habitación, no sin antes detenerme dos pasos ante el enorme portón para voltear a verlo nuevamente y agregar: —No es necesario recodarle que el tiempo no es el mejor aliado en este tipo de situaciones.

Jon Snow quedo en silencio por unos leves microsegundos, pero consiguió reaccionar rápidamente antes de mi partida.

—Su estadía está arreglada, milady—dijo—Espero que no tenga problema con ello.

—Le aseguro que no lo tendré. Gracias por sus atenciones, Jon Snow.

Fue lo último que salió de mis labios antes de salir definitivamente de la habitación de reuniones, dejando al Rey del Norte meditar sus opciones.

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Jon Snow

—¿Matrimonio?—preguntó Sam mostrando su cara de confusión.

Le miré directamente al escuchar la preocupación que lanzó junto a su pregunta.

—Así es—solamente pude asentir con un leve movimiento de cabeza para reafirmar mi respuesta—Ella es de las personas que creer firmemente que las mejores alianzas son con matrimonio.

—Sí accedes a su petición—hablo la voz de Sansa sobre los presentes captando mi atención— ¿Cómo puedes estar seguro que cumplirá su palabra y nos mantendra a salvo una vez que haya tomado el trono de hierro? —Preguntó viéndome directamente—¿Puedes confiar en ella?

Sus preguntas me toman por sorpresa provocando que guardara silencio por un momento al no poder encontrar una respuesta confiable y rápida para calmar sus dudas.

—Creo que es muy pronto para tener una respuesta adecuada a tus preguntas, Sansa—conseguí recuperar la dirección de la conversación—Tengo menos de un día en conocerla—agregué delicadamente a mi oración—Debo darle una oportunidad.

Sansa apretó los labios en señal de no estar satisfecha con mi respuesta.

—Disculpe mi atrevimiento, su majestad—habló la voz de Ser Davos para captar nuestra atención—Pero creo que Daenerys Targaryen sería la mejor aliada en su lucha por liberar a los siete reinos de la escoria que podrá traer el mandato de Cersei Lannister—Pausó por un momento—Además, permítame recordarle que cuenta con una gran cantidad de hombres inmaculados a su disposición, sin agregar los ejércitos que se le han sumado durante sus conquistas.

Ser Davos tenía toda la razón sobre la Madre de Dragones. Ella sería la perfecta aliada en esta batalla que se aproxima. Por una extraña razón se me vino a la mente las palabras que había mencionado sobre lo común que había entre nosotros: Justicia y libertad.

—Estoy totalmente de acuerdo con Ser Davos, Jon—intervino Sam interrumpiendo mis profundos pensamientos—No quiero ser atrevido, pero ella es muy hermosa.

Le miré directamente a los ojos para replicar ante su comentario fuera de lugar. Sin embargo, me detuve lo más rápido posible al recordar su delicada sonrisa.

—Será mejor que tomes una pronta decisión, Jon—dijo Sansa levantándose de su lugar. —¿Ya viste a esos Dragones?

Elevé mi vista a su dirección para después soltar una leve sonrisa.

—Aún no, pero imagino que son reales—contesté mientras recargaba mi espalda hacia atrás.

—Te recomiendo que lo hagas pronto. Están asustando a nuestra gente—sugirió para después emprender camino rumbo a la salida del lugar.

Vaya que había cambiado su carácter en los últimos años que nos había tocado vivir. No la culpo, los acontecimientos la obligaron a ser más directa y represiva que antes. Eso, es algo que me agradaba de ella.

—Jon—me habló la voz de Sam.

—Lo siento, necesito unos momentos a solas para tomar una importante decisión—me levanté de mi asiento. Sam y Ser Davos me imitaron solamente para inclinar la cabeza en señal de lealtad y decidí a travesar a lo largo de la enorme mesa de madera para salir de la habitación.

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Jon Snow

La noche era más fría de lo normal gracias al invierno que había caído sobre nuestras tierras. Esta era la época favorita de papá, no, de mí tío. Durante el resto del día no había podido conseguir quitar esa pequeña historia sobre mi origen. Yo, hijo de Roberth Baratheon, eso era imposible. El simple hecho de volver a pensarlo me revolvía las tripas.

—Respuestas, Jon Snow—habló la voz de Melisandre tras mi espalda—Respuestas son las que yo te podría dar, sí hicieras las preguntas correctas—volvió a decir posándose a mi lado.

Cierto. Esa mujer fue capaz de regresarme de entre el mundo de los muertos. Tal vez ella, no… ella sería la única persona que puede confirmar la teoría de mi pasado, el cual se desprendió de los labios de Daenarys Targaryen.

—Eso es lo que deseo en ese momento—me atreví a voltear para verle directamente a los ojos—Por favor—le supliqué.

Ella fue capaz de ver mi suplica a través de mis ojos. Posó sus largos y delicados dedos sobre mi frente, cerré mis ojos ante su contacto y me dejo ver, y comprobar, la pequeña historia sobre mi pasado. Todo lo que la Madre de Dragones me había confesado era verdad. Soy hijo de Roberth Baratheon y Lyanna Stark. Y con ello, el último Baratheon de pie. El único digno de reclamar el Trono de Hierro sin cuestionamiento alguno.

—No hay duda ya—dijo Melisandre apartando sus manos de mi rostro—Tú eres el príncipe prometido que he estado viendo en mis visiones. Solamente tú, Jon Snow—abrí lentamente mis ojos ante sus últimas palabras, sólo para encontrarme con sus hermosos ojos azules viéndome fijamente mientras sonreía.

—He escuchado que algunas de tus predicciones han fallado—le dije retrocediendo unos cuantos pasos hacia atrás.

—Esta no—se defendió sin dudarlo—Lo has podido comprobar, mi príncipe. El que renació de entre los muertos y el último Baratheon de pie.

Verdad. Ella me había aclarado las dudas que habían sembrado las palabras de Daenerys Targaryen esta mañana. Sin decir ni una palabra, di la media vuelta para encaminarme directo a mi habitación, pero su voz me lo impidió descaradamente.

—Sí aceptas la propuesta de la Madre de Dragones—salió de sus labios con delicadeza. —Te prometo una victoria, la cual será recordada a través de los tiempos.

Me giré sobre mi lugar y le miré directamente a los ojos sin emitir palabra alguna. Solamente se me ocurrió asentir con delicadeza en señal de agradecimiento para después continuar con mi camino rumbo a mi habitación. No sin antes echarle un pequeño vistazo a los Dragones que volaban sobre Invernalia, los cuales era más que obvio, estaban protegiendo y custodiando a su reina para protegerla.

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—Tenías toda la razón sobre Jon Snow, Tyrion—confesé mientras cepillaba mi largo cabello suelto sobre mi hombro derecho—Es un hombre de palabras firmes y cuenta con el carácter que necesito en un aliado en esta batalla.

—Yo jamás fallo—dijo elevando su copa de vino en señal de agradecimiento por el cumplido—No tiene de que preocuparse, su majestad. Jon es un hombre confiable y aceptará su atrevida propuesta—agregó mientras esboza una pícara sonrisa antes de darle un trago a su bebida.

Años atrás no hubiera imaginado el carácter que he moldeado a través de los años. Ahora soy segura de mi misma, sin tener que encogerme ante la sombra de mi hermano Viserys, el cual obtuvo su merecido por ser tan arrogante y no saber esperar. Sin embargo, tenía que reconocer que Jon Snow era diferente a los hombres que había conocido a lo largo de mi viaje. Solté una pequeña risita de nervios al recordar sus penetrantes ojos negros.

—Disculpe la interrupción, mi reina—dijo Missandei entrando de golpe a la habitación—Pero Jon Snow solicita su presencia en…—no fue capaz de terminar su oración.

—Lamento el atrevimiento, milady, pero no podía esperar hasta mañana—se escuchó la voz de Jon Snow detrás de Missandei.

Por un segundo quedé atónita ante la inesperada y atrevida acción por parte del Rey del Norte. Me levanté de mi lugar y asentí con la cabeza positivamente provocando que Tyrion abandonara su silla y saliera de la habitación junto a mi dama de compañía para pasar de largo a Jon Snow, y cerrar la puerta tras ellos.

—Y bien ¿Qué es eso tan importante que no pudo esperar hasta mañana?—pregunté entre pausas gracias a mis nervios por estar a solas en mi habitación con un hombre después de tanto tiempo. Pero sosteniendo mi digna postura ante el Rey del Norte.

Jon Snow elevó su mentón para verme directamente a los ojos y aclaró su garganta antes de hablar.

—He confirmado todo lo que me ha dicho sobre mi origen—confesó desviando por unos segundos sus ojos de los míos—Y he tomado la decisión de aceptar su alianza—soltó de golpe posando nuevamente sus ojos negros sobre mí.

Tardé unos segundos en reaccionar. Era obvia su respuesta desde un principio, sin embargo, un inexplicable calor se manifestó en mi estómago y vientre al escucharlo de sus finos labios.

—Daenerys Targaryen—pronunció mi nombre mientras se acerca delicadamente a mi dirección y se ponía de rodillas—¿Aceptarías ser mi esposa?

Continuará…

Notas de la autora (LiLiCo): Hola, muchas gracias por darte el pequeño tiempo de leer mi pequeño Fic sobre una de mis parejas favoritas de Game of Thrones. Debo confesar que me atreví a redactar mi propia versión sobre este par, ya que tengo que reconocer que los fics sobre ellos escasean en el fandom. Sin embargo, como pudieron averiguar más arriba, en esta versión, Jon y Daenerys no son parientes directos (Desearía que no lo fueran, pero tengo que aceptar que en la serie televisiva sí lo son ¿Es tan obvio que los quiero juntitos gobernando los siete reinos?). En fin, cómo todos los fans tienen y tuvieron sus teorías, este es la mía ¿Qué les pareció?

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