Disclaimer: Osomatsu-san y todos sus personajes no me pertenecen sino a Fujio Akatsuka.
Advertencias: AU Geek, Yaoi, abuso escolar (bullying), palabras mal sonantes, NO incesto, OoC, escenas sexuales (conforme avanza la trama) y lo que se me vaya ocurriendo en el camino.
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En la jungla de la preparatoria los depredadores siempre están al acecho de una nueva presa, ocultos entre las sombras y de manera sigilosa cazan a los incautos desprevenidos. Este día no es la excepción, y se sabe gracias al lamentable alarido al fondo del pasillo. Otro cayó.
En la esquina del corredor se ve a un muchacho tirado en el suelo en posición fetal, recibiendo una serie de patadas y un escupitajo en la cara.
-Y para la próxima asegúrate de traer más dinero, perdedor.
El joven, con cara de humillación, observó los pies de sus agresores alejarse mientras un par de zapatillas ortopédicas corrían hacia él.
-Ichimatsu ¿estás bien?
Su mejor amigo, Jyushimatsu, mostraba un semblante preocupado que era representado con una gran sonrisa caída y unos ojos llorosos escondidos por unas gafas de realidad virtual.
-Vaya pregunta...
Contestó asqueado, levantándose a duras penas y caminando hacia su casillero.
-Me caga esta puta escuela y me cagan esos cabrones hijos de puta. -Susurraba lúgubre el chico gótico.
-Cálmate Ichi, pudo ser peor.
Y a pesar de los intentos de calma de Jyushimatsu, esas últimas palabras sólo sirvieron para que su mejor amigo lo encarara agresivamente.
-¿Peor?... ¿PEOR? ¿Desde cuando algo como estas humillaciones merecen poseer el sentido de tener algo "peor"? No lo normalices Jyushimatsu, que esta mierda no puede ser normal.
Dejando a su amigo boquiabierto, aceleró el paso, olvidando por completo los libros rotos que quería dejar en el casillero y yendo directamente a la salida del instituto. Después de todo, conocía un buen lugar dónde podía fumar y calmarse un poco después de semejante espectáculo matutino.
Bien sabía que no debió levantarse cuando sonó el despertador, pues es verdad, esa era la patética vida normal de todo aquel que estaba hasta las mazmorras de la pirámide social.
Jyushimatsu sólo lo observó alejarse, sus ojos estaban abnegados en lágrimas. Su mejor amigo le preocupaba en demasía puesto que este era el tercer ataque esta semana, y en todos había llegado tarde.
Ichimatsu continuó su camino hasta llegar a una zona deshabitada detrás del edificio E, perteneciente a los laboratorios de química. Le encantaba ese lugar gracias a la comodidad que brindaba estar entre las hojas secas de los grandes árboles y porque generalmente estaba deshabitado, y digo general, ya que aunque escaseaba de humanos, era el sitio recurrente de un montón de gatos que vivían en las inmediaciones de la escuela. Sí, el paraíso de todo catlover(1) antisocial.
Se sentó en su mismo lugar de siempre, junto a dos compañeros mininos.
-Hola Betsy, hola Aaron. ¿Cómo están el día de hoy? Espero que bien, de seguro ya comieron pero aquí les traigo unos pequeños aperitivos.
Sacó dos bolsitas de su mochila y procedió a entregarles el contenido, siendo bien recibido por los mininos.
Sí, definitivamente ésto le traía mucha paz.
-Es raro ver a un gótico tan cariñoso ¿qué no se supone que tienes el corazón de carbón, cagas murciélagos y no sé qué cosas más?
Sobresaltado, giró a la dirección de donde provenía aquella voz.
Un chico un poco más alto que él y vestido con un chaleco rojo, lo miraba con una expresión que aparentaba ser curiosa. Algo en su cerebro le decía que ya lo había visto antes, sólo que no recordaba en dónde ni con quién, pero por sus pintas, parecía un geek más del montón.
-Oh lamento asustarte, me llamo Osomatsu, pero todo el mundo me dice Oso, así que tú también puedes hacerlo.
Ichimatsu estaba sin palabras... ¿quién eras ese tipo y qué hacía en su lugar secreto?
Como si le hubiese leído el desconcierto en su mirada, Osomatsu empezó a indagar alrededor, viendo y tocando cosas como si de un niño pequeño se tratase.
-Lindo sitio -mencionó mientras tocaba una pared- es... peculiar. -Sonrió limpiándose la mano de alguna cosa babosa que estaba pegada en el enjarrado.*
-L-lo... lo sé. -Así que vete, pensó.
-Y... ¿cómo te llamas tú? Sé cómo se llaman tus gatos pero desconozco tu nombre. -Sonrió.
-Y-yo -un segundo, ¿por qué tendría que decirle su nombre a ese sujeto?- Ichi...
Pero su cerebro tardó en razonar y al momento de decidirse a negarse ya había soltado la mitad de su nombre. Calló abruptamente ante la atenta mirada de Osomatsu.
-¿Ichi?
Optó por dejar de hacer el ridículo, no sabía si esto era una broma de los pesados de su curso o qué sucedía. Él no solía hablar con nadie y nadie, aparte de Jyushimatsu, solía hablarle a él. Era una paría social, la basura de la basura; así que se puso de pie y caminó rumbo a la escuela. Después de todo sí tendría que asistir a clase.
Osomatsu lo siguió de cerca con una sonrisa ladina en el rostro. No entendía porqué se iba de esa manera, él sólo quería conversar.
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Me disculpo por lo muy, muy corto del capítulo pero no tengo computadora. Cuando compre una nueva les traeré algo más largo y mejor *guiño*.
