***Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen. Son obra, inspiración y creación de Masami Kurumada***
Recinto de las amazonas
Marín se abrazó a la almohada y lloró como nunca lo había hecho en su vida. Por más que intentaba detener el llanto, de sus ojos seguían brotando lágrimas como si fueran un río. Shaina se acercó a la puerta de la cabaña y tocó.
-Quien quiera que sea ¡lárguese!- gritó la pelirroja
-Marín soy yo, déjame pasar.
-¡No quiero!, quiero estar sola
-Marín ábreme por favor, dime qué te pasa
La pelirroja abrió la puerta pero no dejo seguir a su amiga. -¿quieres saber qué me pasa? Pasa que soy una estúpida, que Aioria sólo estaba jugando conmigo. Que mientras yo esperaba su regreso de las frías tierras de Asgard, él calentaba sus noches con la peliazul esa la tal Lifya. Que soy una idiota y que me cansé que la gente se burle de mí- remató para terminar azotando la puerta.
Volvió a dejarse caer sobre la cama, ahogando su llanto con la almohada. Si la muerte física de Aioria le había dolido, la muerte en vida y alma era mucho más dolorosa.
Shaina estaba sorprendida por lo que acababa de escuchar. Se recargó en la puerta escuchando los sollozos de su amiga sin tener la oportunidad de consolarla.
Casa de Leo
El escorpión acompañó a su amigo a su templo. Ni Aioria había pronunciado palabra, ni Milo había comentado nada. Dentro de todo, había aprendido a valorar la amistad del león y le dolía verlo así.
Aioria se dejó caer en el sillón en el que se encontraba y pasó las manos por la cabeza con desesperación.
-¿La escuchaste Milo? Marín me odia.
-No gato, no creas eso. Sólo te lo dijo porque tiene rabia. Los dos sabemos que ella te quiere.
-¡Sí! Me quiere tanto que ni siquiera me quiso escuchar.
-¿Y que querías? Escuchó de tu boca que estuviste con Lifya y que tienes que responder por ella. ¿Qué esperabas, que te felicitara?
Aioria calló un momento. Lo que le había dicho Shaka se había cumplido. Se sintió estúpido y se recriminó mentalmente. -¿Dónde está Camus en este momento? Necesito un trago.-
Milo apretó los labios y lo pensó. Metió la mano al bolsillo del pantalón y sacó un juego de llaves. Las vio por un instante, había una marcada con el signo del aguador. Cerró los ojos y suspiró. -Camus no me vayas a matar por esto… pero no puedo dejarlo así. ¡Vamos Aioria!
-¿A dónde?
-Dijiste que querías un trago. Yo te lo daré.
Aioria lo miró confundido. El peliazul hizo un mohín y levantó la llave. -No le digas a nadie, pero tengo acceso directo a la cava de Camus.-
Aioria sacó una sonrisa desganada.
-Vamos amigo, ahoguemos esas penas en alcohol- dijo Milo golpeando en la espalda a su colega.
Milo y Aioria llegaron a la Casa de Acuario y entraron, bajaron por una pequeña y escondida escalera. Milo buscó las llaves que había vuelto a guardar y abrió. -¡Bienvenido amigo!
Aioria abrió los ojos tan grande como pudo. En verdad la colección de vinos del acuariano podía estar valorada en una gran cantidad de dinero. Estaba en una temperatura un poco más baja que el resto del templo para conservar las características de las deliciosas bebidas.
Milo pasó sus dedos por varias botellas mientras se adentraba más en la habitación. Llegó a una repisa en especial y sacó una botella. -¡Esta es!
Salió del lugar dirigiéndose a los aposentos de Acuario y Aioria detrás de él. -Esta mi amigo, es una botella del mejor vino que tiene Camus. Tiene tintes de no-sé-que y notas cítricas de si-sé-mas y otras tantas cosas que Camus en estos años ha tratado de enseñarme y a lo que le digo que si entiendo sólo para probar estos deliciosos tragos.
-¿Milo estás seguro que Camus no se enojara con nosotros por esto?
El peliazul negó con la cabeza mientras se sentaba -Si bien sabes Camus es mi mejor amigo, mi compadre, casi como mi hermano, sin decir que tú no seas un gran aliado. Te he aprendido a estimar en estos años Aioria y me afecta verte así. Unos tragos o unas botellas menos no le harán falta a la hielera con patas.- Buscó unas copas y procedió a servirlas.
-¡Salud amigo mío!
-¡Salud Milo! Gracias por esto, en verdad lo necesito.
Se bebieron el trago de un sorbo. -En verdad es un buen vino, ¿no te parece?- dijo el escorpión tratando de poner tema de conversación.
Aioria miró la copa vacía. Se sirvió otro trago y dio varias vueltas a la misma viendo el color rojo granate envolver las paredes de vidrio. Perdió su mirada en el líquido. -¿Qué voy a hacer Milo?
-¿Qué vas a hacer de que Aioria?
-El patriarca me dijo que mañana se hará la reunión para exponer el tema. ¿Y si debo tomar una decisión de inmediato?
Milo levantó los pies sobre la mesita de la sala y llevó los brazos hacia atrás de su cabeza. -Dime una cosa Aioria, al lado de quien imaginas vivir el resto de tu vida. ¿De una chica fuerte, con carácter, que no tenga miedo de enfrentarse al mundo, o al lado de una chica tipo princesita que necesita ser protegida, con su dulce sonrisita y su apacible comportamiento?
Aioria lo volvió a ver. -¿De qué hablas?
Milo regresó a su posición original. - Hablo que… en mi caso prefiero a una mujer como Shaina a mi lado, que por ejemplo, a una de las doncellas del palacio. Prefiero saber que me acompañara una mujer fuerte y con temperamento a una simple ama de casa. ¿Me entiendes? No se trata solamente de cumplir con un designio o un mandato Aioria, si no de lo que sientas y lo que quieras.
Aioria tomó el trago y sirvió el siguiente. -¿Y de que me sirve saber eso si la persona que quiero me odia?- volvió a beber.
Hubo un silencio entre los dos. Milo sirvió la siguiente copa. -Todo es cuestión que trates de arreglar las cosas. Marín está dolida por lo que te escucho decir. Y tú te atormentas solito con esas ideas en tu cabeza. Dime gato y ¿si te quedas con Lifya y las cosas no pasaron como ella dice? ¿Si tal vez eres solo un capricho para ella?- Siguieron bebiendo y sirviendo.
-No lo sé. No creo que sea capaz de llegar a algo así.
-Bueno… es lo que yo pienso, la verdad ella no me simpatizó mucho cuando estuvimos en Asgard… digamos que no es mi tipo de mujer. En este mundo hay de todo. Además no escuchaste que rompió su compromiso con Frodi, ¿Por qué lo haría? Ese hombre debe tener unas ganas locas de matarte.
-No lo había pensado. Y si dejo que él me mate, ¿se solucionará algo?
Milo le dio un zape. -Ya no más gato, no llevas ni diez tragos y ya estás borracho. Si quieres que alguien te mate deja yo gustoso lo hago
Ahora el zape fue para Milo. -Bueno no lo había pensado pero si alguien llegara a matarme, que seas tú amigo. ¡Salud por eso!- dijeron en señal de brindis
Se terminó la botella y Milo bajó por otra. Y otra y otra. El problema era que mientras el escorpión se bebía un trago, Aioria ya iba por dos y tres de más. Hablaron de todo y nada. Sus mejillas y narices dejaban ver el rubor causado por el alcohol.
Si Milo ya se sentía mareado y arrastrando las palabras no se imaginaba como podía estar Aioria. Apenas podían abrir la boca para hablar sin pronunciar bien de lo tomados que estaban.
(Voces de borrachos)
-Mufasa, tal vez este no sea el momento pero tengo algo que contarte.
-¿Que tienes para contarme alacrán?
Milo se llevó la mano al bolsillo y sacó una pequeña cajita aterciopelada en color azul oscuro. Debido al alcohol y la pérdida de fuerza de sus manos, la cajita se cayó y el peliazul se arrodilló a recogerla. Estando de rodillas en el piso la abrió y dejó ver la fina pieza de joyería. Aioria se acercó para ver el anillo con más detalle, ya que empezaba a ver borroso. Presumiendo que su amigo sabía para quien iba sólo atinó a decir -Quiero saber si quiere ser la señora de Escorpio.
En la entrada del templo se escucharon dos fuertes carcajadas, mientras dos cosmos conocidos para ellos se acercaban.
-Jajajaja. Mira rositas ¡que sorpresa! Y decían que el rarito eras tú- dijo a manera de burla Death Mask.
-No me quiero imaginar quien es quien en esta relación. Se la tenían bien guardadito ¡picarones!- afirmó Afrodita- ¡Aunque esto está mal!, está traicionando a su eterno Cubito de hielo y en su propio templo.-
-¿Y ustedes que hacen aquí?- Dijo Milo mientras caía en cuenta de la escena. Se sostuvo del brazo del asiento para levantarse mientras torpemente guardaba la cajita de nuevo.
-No hacemos nada bicho rastrero, sólo nos presentaremos con el patriarca a anunciarle nuestra llegada.- refirió el cangrejo
-Ustedes sigan en lo suyo, aunque no escuche que Aioria haya aceptado- afirmó sarcásticamente el pisciano.
El león se trató de levantar para evitar que se siguieran burlando de ellos, pero el dulce sabor del vino había hecho efecto de más y cayó pesadamente sobre la silla.
Los dos recién llegados siguieron su camino, en medio de risas y burlas, siendo observados por el par de amigos alcoholizados, que los siguieron con la vista hasta que se fundieron con la oscuridad de la salida.
-¿Te vas a casar, bicho?- refirió sorprendido el león dorado
-Pues, eso quiero. Falta ver si ella acepta.- dijo Milo con algo de duda
-¿Y tú crees que te va a decir que no?- dijo mientras se rascaba los ojos. -Shaina está loquita por ti.
-De hecho… ya estaba loca cuando la conocí- dijo el escorpión soltando una sonora carcajada y haciendo que su amigo también riera.
La risa se disipo en los labios del león, que volvía a caer en la tristeza. -Me alegro por ti Milo. Ojalá y todo te salga bien. Hay que reconocer que la cobra es una mujer dura y recia, pero no pensé que unirse a ti la cambiaría y aplacara tanto. Te felicito amigo.
-¡Gracias compadre! Yo quiero que tú con Camus sean mis padrinos… bueno en el caso hipotético que ella acepte.
Aioria lo miro con sorpresa -En serio, gracias por el voto de confianza. Brindemos para celebrar.
Con el pulso tembloroso, Milo sirvió el siguiente trago, alzaron las copas y las bebieron. El fino néctar hizo efecto de más en ellos y se quedaron dormidos en las sillas que estaban.
Habían pasado un par de horas cuando Milo sintió que lo sacudieron bruscamente del hombro. Se despertó bastante asustado y con la mirada pérdida por la resaca. Se tocó la cabeza y abrió un solo ojo buscando a quien lo había despertando encontrando el frío semblante de Camus frente a él. Con los brazos cruzados le preguntó -¿Qué ocurrió aquí? No me digas que te bebiste todas estas botellas tú solo.
-¡Compadre, amigo de mi alma!…-dijo doliéndose de la cabeza- ¿Cuándo llegaste?
-No me cambies el tema Milo de Escorpio, te aguanto que entres en mi cava pero no que te aproveches y te comportes como un alcohólico- dijo en tono de regaño
-Pero Camus… no estaba solo. Aioria necesitaba tomarse un trago y pues… lo traje. El pobre está despechado.
Camus barrió el templo con la mirada. -Pero Aioria no estaba aquí cuando llegué.
-¡¿Quéeee?! Te lo juro Camus, por él terminé tomando más de la cuenta. Estaba aquí conmigo hasta que me quedé dormido. ¿Por Zeus gato que te hiciste? Camus, acompáñame a buscarlo- expresó con preocupación.
-Primero me vas a explicar porque se estaban bebiendo mis mejores botellas. Después lo vamos a buscar.
Milo se rascó la cabeza y pronunció rápidamente -En resumen, Aioria se le declaró a Marín pero ella lo escucho decir que él había estado con Lifya en Asgard y de acuerdo a las leyes de allá, él debe hacerse responsable por lo ocurrido o ella deberá ser desterrada. Mañana tiene una audiencia con Hilda y Athena para darle solución al asunto. Está triste porque Marín le dijo que lo odia y él no sabe qué hacer en ese caso.
Camus procesó la información. -Ahora entiendo-
-¿Qué pasa Camus?- dijo inquieto el escorpión.
-Vamos a buscar a ese terco león y te voy contando
Milo se levantó con dificultad, pero estaba preocupado por su amigo. Quién sabe qué locura podría llegar a cometer en el estado en que se encontraba.
Playa del santuario
Después de tanto llorar y llorar, Marín se había quedado dormida abrazada a la almohada. Era casi medianoche cuando despertó. Divagó mucho tiempo y sintió que no podía estar más encerrada en ese cuarto ya que su mente le traía varios recuerdos del que para ella hora era "el impronunciable"
Decidió salir a caminar a la playa, observaba el hermoso oleaje que el amanecer traía consigo. La blanca espuma del mar la tranquilizaba, mientras se detenía a observar y pensar que había sido una tonta al creer en las palabras de Aioria. Por los dioses, ¿es que no iba a poder arrancárselo de la mente? Todo se lo recordaba, todo estaba relacionado con él: el coliseo, Rodorio, la playa, los campos de entrenamiento... Decidió caminar por la orilla, dejando que el agua mojara sus pies, se retiró la máscara y se abrazó a si misma buscando consuelo.
Avanzó varios metros, cuando vio una silueta inmersa en el agua. Las olas le cubrían parte del cuerpo y se veía que había desfallecido boca abajo. Le extrañó ver eso, ya que sólo los habitantes del santuario tenían acceso a esa playa. Apresuró el paso para ayudar al caído. Cuál sería su sorpresa al encontrar que era Aioria. Le dio la vuelta y empezó a halar el cuerpo fuera del agua. Lo alejó lo suficiente de la orilla y se levantó para observarlo. Era demasiado pesado para que ella sola lo moviera hasta su templo. Tuvo la intención de dejarlo ahí pero al parecer el hombre no estaba respirando. Se arrodilló a su lado, recargó la cabeza en sus piernas y trató de hacerlo reaccionar dándole algunas cachetadas pero él no volvía en sí, y al ver que no funcionaba la desesperación se empezó a apoderar de ella. Elevó su cosmo tratando de obtener ayuda, los segundos siguientes fueron una eternidad al ver que el hombre no daba señas de vida. Milo y Camus sintieron el llamado y se dirigieron a la playa. -Aioria, Aioira, responde por favor- empezó a decir la muchacha con consternación, mientras trataba de masajear y golpear el pecho del caballero. -¡Por Athena! Aioria responde- dijo soltando algunas lágrimas. Finalmente, el león respondió a los estímulos de la mujer, soltando el agua que tenía acumulada en su garganta. Siguió tosiendo mientras abría los ojos con dificultad, para encontrarse por primera vez con el rostro del águila sin su máscara.
-¿Acaso he muerto y llegué al cielo?
La mujer le miró contrariada -¿Qué dices?
-Si no es así ¿por qué tengo un bello ángel frente a mí?- Dijo recuperando el aire y moviendo su mano tratando de tocar su rostro, mientras caía inconsciente de nuevo.
Marín reaccionó. Había olvidado que se quitó la máscara cuando estaba caminando por la orilla y ahora, un casi inconsciente Aioria la había visto. Escuchó a Milo llamándola y colocó rápidamente el metal sobre su rostro.
-Marín, ¿qué pasó?- preguntó el escorpión mientras revisaba a su compañero
-No lo sé, yo sólo salí a caminar y lo encontré de cara en el mar. Lo retiré hasta acá y me asusté, parecía sin vida, por eso pedí ayuda- dijo con un dejo de nerviosismo- Ahora que están ustedes acá pueden hacerse cargo- dijo ella levantándose y dejando al hombre que estaba recobrando la conciencia. Dio la vuelta y salió corriendo de allí.
Entre Camus y Milo cargaron el cuerpo sin conciencia del caballero de leo hasta llegar a la quinta casa. Lo depositaron con cuidado sobre la cama y lo dejaron descansar.
Milo lo observaba mientras le preguntó a Camus -¿Entonces el patriarca hizo que Mu los fuera a buscar uno por uno para respaldar a Aioria mañana?
Camus asintió. -Dada la situación que no nos quiso explicar, sólo nos solicitó que regresáramos lo más pronto posible. Y veo que tiene toda la razón. Un conflicto puede estallar y es mejor que estemos en igualdad de condiciones.
-14 contra 14, eso sería interesante...- dijo Milo contando con los dedos
C -De hecho 15 contra 14, acuérdate del gemelo… Bud.
M -Ahhh, cierto, el que golpeó a traición al Torito. Bueno igual recuerda las palabras de Zeus para revivirnos. Nos hizo prometer que no nos enfrentaríamos en nuevas guerras santas.
C- Te parece que si Aioria y Frodi se agarran a trompadas por un lío de faldas, ¿se pueda desatar una nueva guerra santa?
M- ¡Bueno, tal vez no! pero si sería tremendo. Me imagino que Aioros intervendría por Aioria y Sigmund se mete porque se nota que ese par no se soportan, y Saga defendería a su mejor amigo, se le une Kanon para apoyar a su hermanito y de allá saltan los gemelos, el otro hermano… ¡ufff! No quiero ni imaginarlo esto sería un desmadre.
C- Bueno, me imagino que es justamente lo que quiere evitar Shion o por lo menos frente a Athena e Hilda.
Mientras los amigos conversaban, Aioria empezó a recobrar la consciencia. -Ma… Marín…- pronunció en voz baja.
Milo y Camus lo voltearon a ver. Abrió los ojos y se encontró con los azules ojos de sus amigos. Se tocó la cabeza y bajó la mano hasta llegar a la garganta. -¿Qué me pasó?
C- Que te pasaste de tragos con este bicho y terminaste de cabeza en el mar. ¿Cómo te sientes?
A- Me duele todo
M- ¿Que ibas a hacer gato? ¿A qué hora te fuiste? ¿Para dónde ibas?
Aioria cerró los ojos mientras se sentaba. Lo pensó un poco y dijo -Pues, después que me mostraste el anillo, me dieron unas ganas locas de ir a buscar a Marín, no sé ni cómo ni a donde llegué, sólo creo que ella me salvó…
Camus miró a Milo -¿Anillo?
Milo extendió la mano en señal de espera. -Lo importante es que estás bien y al menos ya te pasó la borrachera.
Aioria hizo por levantarse de la cama, ante lo cual Camus lo frenó -¿Qué crees que estás haciendo?
A -Debo verla, debo hablar con Marín.
C -No amigo, tú no iras a ningún lado.
A-Camus por favor, ¡déjame! necesito hablar con ella
C- Tal vez debas hablar con ella pero no será ahora. Debes reponerte primero, que se te acabe de pasar la borrachera. Y si te sigues comportando como niño caprichoso voy a tener que llamar a Aioros para que te ponga en su lugar.
A- No me amenaces hielito que no soy un bebé.
C- Entonces deja de comportarte como uno y descansa. Cuando te sientas mejor iras a verla. Y usted señor -dijo señalando a Milo- me debe unas cuantas explicaciones. Vendremos después a ver cómo estás.
Milo y Camus salieron del templo de Leo en ascenso por las escaleras hacia la onceava casa. No bien habían cruzado la salida, el acuariano preguntó -Ahora si ¿de qué anillo habla Aioria?
Milo detuvo su andar y miro a su amigo - Le decía a Aioria que quiero pedirle a Shaina que sea mi esposa. Mientras bebíamos le mostré el anillo.
Camus trató de mantener su semblante frío pero fue inevitable que soltara una sonrisa y brincara de felicidad sobre Milo -Mi amiguito se va a casar, ¡por fin! ya era hora que sentaras cabeza.- dice mientras le revuelve la melena
-Oye, y ¿por qué no sientas cabeza tú? eres mayor que yo.- dice mientras trata de acomodarse el cabello
-Sólo por meses Milo y aún no conozco a la chica adecuada. En verdad me alegro por ti, quien diría que esa cobra te domaría.
-Nadie me ha domado, es más Aioria dice que ella se ha calmado desde que estamos juntos.
Camus movió la cabeza y subió los hombros. -Está bien, digamos que les ha sentado bien estar juntos. Amigo ahora vamos porque tienes un desastre que limpiar.- Siguió subiendo las escaleras y Milo agitó las manos como niño regañado.
Marín llegó corriendo a su cabaña. Se quitó la máscara y la vio fijamente por un momento. Luego la arrojó y se sentó contra una de las paredes. Por más que quisiera olvidar lo que había escuchado y lo que había vivido en esos momentos de dolor, no podía evitar pensar en Aioria. Tantos años de amistad y amor en secreto eran difíciles de olvidar en horas o días. Por Dios, había estado tan cerca de dejarlo en la playa, pero su corazón se lo impidió. En ese momento a pesar de todo, sólo quería saber si él estaba bien. ¿Acaso tanto le importaba?. Por la ventana se empezó a colar la luz de la mañana, sin embargo hasta ese momento, ella pudo cerrar los ojos para poder descansar de todo.
Aioria no podía dormir ni descansar. Sentía que la cabeza le iba a explotar pero aún así decidió levantarse e ir en busca de Marín. Tenía que hablar con ella, lograr que lo escuchara, que lo perdonara, que le diera esperanzas. Con las señales de la resaca en su ser, inició su camino hacia el recinto de las amazonas.
No recordaba bien, pero le parecía que Death Mask ya había llegado. Se anunció con su cosmo y el cangrejo no tardó en aparecer. -Señora de escorpio ¿cómo me le va?- refirió en burla.
A -¡Ay por Athena!, ¿vas a seguir con eso Máscara?
DM -Debo reconocer que no me lo habría imaginado de ustedes dos. Tan seriecitos y machitos que se veían.
A- ¡Guárdate tus comentarios! Sólo necesito pasar por aquí.
DM- Pues si a tu noviecito no le molesta, bien puedes
Aioria lanzó un golpe sobre la pared, muy cerca de la cara del cangrejo. -¡Ya deja de molestarme! Sabes bien que ese anillo es para Shaina. ¿Me vas a dejar pasar o tengo que derrotarte?
Con un dejo de satisfacción, el canceriano se hizo a un lado y dejo pasar al león.
Pasó la casa de Géminis que aún se encontraba vacía y los habitantes de Tauro y Aries aún estaban dormidos. Siguió su camino hasta llegar al recinto de las amazonas.
El lugar se veía solitario. Aún no se veían a las mujeres ni las niñas que entrenaban en ahí. Aioria miró a lado y lado y decidió irrumpir. Pensó que por la hora no sería visto y sería fácil llegar hasta Marín.
Avanzó con pasos torpes, sintiendo como su corazón se agitaba al estar tan cerca de la cabaña de su amada. Pensó en las innumerables veces que pasó con ella ahí cuando lo invitaba a cenar o simplemente conversando después de un duro día de entrenamiento. Finalmente llegó a la puerta. Se dispuso a golpear pero algo se lo impidió. Pensó por un instante alejarse pero al parecer su corazón había anclado sus piernas en ese lugar. Llenó de aire sus pulmones e infló sus mejillas antes de dejar salir el aire. Golpeó la puerta pero no obtuvo respuesta. Repitió la acción sin embargo, o la amazona no se encontraba o algo le había pasado. Se sintió aterrado al pensar en la segunda opción.
Giró la perilla y entró barriendo el lugar con la mirada. La vio recargada en la pared y la llamó suavemente -Marín, ¿estás bien?- no obtuvo respuesta.
Se acercó sutilmente hasta la mujer que se encontraba dormida. Se maravilló al verla de nuevo sin máscara frente a él, ya que recordaba borrosamente haber vislumbrado su rostro. Se colocó a su altura y sonrió al verla. En verdad era una mujer hermosa. Su bello y fino rostro junto a su forma de ser la convertían en la mujer perfecta a sus ojos. Trató de llamarla nuevamente y decidió ponerla en la cama. La cargó suavemente, deleitándose con el sutil aroma del perfume de su piel y la colocó encima del colchón quedando tan cerca de su rostro que tuvo que contenerse de besarla. Se retiró despacio para evitar despertarla y corrió un par de mechones de ese cabello tan rojo como el cielo en un atardecer. Se quedó contemplándola mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro. Cuanto amaba a esa mujer, se recriminaba por no haber sido sincero a tiempo. Y más se recriminaba la idea de haberle fallado.
Caminó en puntas de pies hasta llegar a la máscara que estaba tirada y la levantó. Observó el frío pedazo de metal y sacó una sonrisa para él, ya conocía la belleza que se ocultaba detrás de él. Se acercó a su mesita de noche y trató de no hacer ruido dejando la máscara al alcance de ella. Se dio vuelta lentamente y avanzó, el tablado del piso chirrió levemente pero continuó su salida despacio. Tomó el pomo de la puerta y se disponía a salir cuando escuchó detrás de él -¿Qué haces aquí?
Espero que les guste esta actualización y espero sus comentarios, preguntas, quejas, reclamos, sugerencias.
Un abrazo para tod s. ¡Gracias por leer!
**Flashback**
Marín terminaba de entrenar como casi todos los días