Capítulo revisado innúmeras veces, pero soy humana, así que, de antemano, disculpen cualquier error que se me haya escapado.


Disclaimer: La saga Crepúsculo pertenece a Stephenie Meyer, yo solamente me divierto con sus personajes, ya que me enamoré de ellos. Esta historia es una idea mía y ahora la comparto con ustedes.


Capítulo 20— Epílogo

POV Edward

— Shhh, Sami, no hagas ruido, papá está trabajando — oí que hablaba Maddie a su hermana.

Estaba revisando un proyecto que necesitaba de algunas adecuaciones en el último momento y Bella siempre le decía a las niñas para que no me molestarán mientras trabajaba, pero ellas siempre encontraban una manera o una excusa para entrar en mi despacho, primero las oía merodear cerca de la puerta y tiempo después veía a una cabeza de pelos castaño miel oscuro seguida por una castaña adentrar muy despacio en la habitación, primero me pedirían mis lápiz y algunas hojas para dibujar sobre el suelo, se quedarían entretenidas cerca de veinte minutos, luego vendrían a mostrarme sus dibujos y preguntarme lo que yo estaba dibujando. Cuando alguien les preguntaba en qué trabajo, Sami dice que yo dibujo edificios y su madre cura a los niños enfermos y Maddie la corrige diciendo que, soy arquitecto y Bella médico pediatra, mi pequeña sabelotodo.

— Es la misma cosa — suele contestar Sami, poniendo sus hermosos ojos chocolate en blanco, un dulce puchero formándose en sus labios sonrosados.

Ya se habían pasado cuatro años desde el nacimiento de mi segunda niña, y teníamos a muchas historias para contar, muy buenos recuerdos que siempre nos hace a Bella y a mí sonreír y algunos sustos, por supuesto, con niños de por medio es imposible no sufrir algunos cuantos sustos.

Cuando Sami cumplió los tres meses, era una hermosa muñeca de pelo castaño abundante, ojos grandes y redondos, de un chocolate brillante y dulce, su piel blanca con sus mejillas sonrosadas, una naricita de botón y labios rosas, a Maddie le encantaba ponerle diademas y lazos. También a los tres meses de Sami, nos acostumbramos a su loco horario por la noche, Bella empezó a sacar su leche y le daba el pecho una vez a las once, yo le daba el biberón a las dos y Bella volvía a darle el pecho por vuelta de las cinco, el problema sucedía cuando ella salía de este horario, ya que el día siguiente despertaríamos agotados y sus horarios cambiarían durante el día. La licencia por maternidad era, por derecho, de 12 semanas, pero Bella, igual como hizo con Maddie, resolvió extenderlas y estar en casa por seis meses, los últimos tres sin cobrar sueldo.

En agosto cuando Sami cumplió los cinco meses sucedió dos novedades, a mi pequeña menor le empezó a salir un diente inferior, lo que la molestó mucho y consecuentemente a Bella y a mí, mientras que mi pequeña mayor empezó a ir al preescolar, pensábamos que ella lloraría y se pegaría a nosotros y al inicio así fue, pero luego contamos con la ayuda e incentivo de Ethan, quien estaba muy feliz por estudiar en la misma escuela que su prima, al fin Maddie entró en el aula tranquila, despidiéndose de nosotros soplando besos en el aire. El recuerdo de esta escena todavía me enternecía.

— Mira, muñequita, aquí harás nuevos amiguitos y encontrarás algunos que estaban en la guardería contigo — le explicó Bella acuchillada delante de Maddie.

— Pero debía estar en casa y ayudarte a cuidar de Sami — dijo con un mohín, cruzando sus bracitos sobre su pecho.

— Pequeña preciosura — la llamé mientras me ponía a su altura —, mami pronto va volver al trabajo y Sami se quedará en la guardería del hospital, como lo hacías tú.

— Papá está cierto, princesa, tú ya eres una niña grande y niñas grandes van a la escuela, solamente los bebés van a la guardería.

— ¡Maddie! — Gritó mi sobrino nada más vernos, me puse de pie y lo vi literalmente arrastrar a Rosalie para llegar hasta nosotros, en pocos segundos él estuvo a nuestro lado, abrazó a Maddie y luego habló conmigo.

— Hola, tío Eddie — dijo envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura.

— Hola, campeón — lo saludé, agitando su pelo oscuro, él se rió y me miró con sus increíbles ojos azules llenos de pureza.

— Hola, tía Bella — dijo enseguida y la abrazó, envolviendo los brazos alrededor de su cuello, aprovechando de que ella estaba acuclillada todavía.

— Hola, cielo — lo saludó mi esposa, dejando un gran beso en su mejilla, lo que lo hizo sonreír y abrazarse más a ella.

— Vamos, Maddie, te mostraré la escuela — dijo tomando la mano de mi hija —, harás muchos nuevos amigos y luego jugaremos en el intervalo.

Rosalie nos saludó y juntos caminamos siguiendo a nuestros hijos, observando como Ethan le contaba todos los pequeños detalles sobre la escuela. Habíamos llevado a Maddie para una visita a sus instalaciones con anterioridad, pero ella estaba abrumada, pues el lugar era mucho más grande que la guardería del hospital. Al final de la visita, Ethan le mostró el aula donde estaría y que estaba justo al lado de donde se quedaría Maddie, mi pequeña se quedó mucho más relajada con la presencia de su primo, delante de sus respectivas aulas ellos se despidieron con un abrazo y de la mano de sus maestras adentraron y se sentaron en sus sillas, Rosalie acompañó a Ethan y nosotros a Maddie, hablamos con ella un rato, así como los demás padres, muchos con el semblante afligido, sus pequeños hijos empezaban una nueva fase aquel día, empezaban a volar de sus nidos. Le explicamos a nuestra hija que ella aprendería cosas nuevas y que pronto volveríamos a recogerla ansiosos por saber todo lo que ella hizo durante su día allí, mi pequeña asintió y ya segura, porque además de Ethan, vio algunos de sus colegas de guardería en su clase, nos dijo muy seria: "vale, los espero" nos reímos y tras besarla dejamos el aula, en la puerta volvimos a mirarla y ella nos sopló besos en el aire. Con el corazón aliviado y al mismo tiempo encogido dejamos la escuela y fuimos por Sami que se había quedado con mi madre.

Volví al trabajo cuando Sami estaba por cumplir los tres meses, pero en vez de tomar mi horario de almuerzo de una hora, comía en la oficina y luego seguía trabajando para así poder salir una hora antes y estar lo más pronto posible con mis chicas, el tiempo empezó a volar, como es de costumbre cuando estamos felices, Sami y Olivier tenían a la familia alrededor de sus pequeñas manos, mi hija con más pelo a cada día sobre su cabeza, mientras Oliver seguía con hembras muy delgadas sobre su cabeza, y sin duda, por lo poco que podíamos ver de sus hembras, mi sobrino era pelirrojo. Emmett, como siempre al verlos juntos, dejaba salir a la luz su lado bromista y decía que debíamos cortar algo del pelo de Sami y donar al pobre Oliver. Pero a los seis meses mi sobrino ya tenía algo más de pelo, no se comparaba con el abundante pelo de Sami, pero, ya era suficiente para evitar las bromas de su tío. Oliver era un bebé muy risueño, sus ojos, que tras la etapa indefinida se mostraron azules, eran grandes y muy vivaces, muchas fueron las fotos sacadas de él y Sami lado a lado, el contraste entre las características físicas de los dos hacían las fotos muy especiales, pero una de las fotos preferidas de toda la familia era una donde sentamos a Ethan y a Maddie en el sofá en la casa de mis padres, Oliver tenía cuatro meses y Sami tres, Alice puso a su hijo sentado sobre el regazo de Ethan con la espalda pegada a su pecho y lo mismo hizo Bella con nuestras hijas, Maddie sujetaba fuertemente a su hermana con sus brazos envueltos alrededor de su tripa, como el sofá era hondo, ambos bebés se quedaron muy confortables recargados contra el pecho de su primo y hermana. Sacamos varia fotos este día, Maddie y Ethan sonriendo a la cámara, los bebés también mirando hacia frente porque éramos demasiados adultos paseando delante de ellos y como los bebés curiosos que eran, siempre intentaban seguir con la mirada quien estaba a su frente.

Sami empezó a dar sus primeros pasos a los nueves meses, a los diez la teníamos caminando por todos los lados, a diferencia de Maddie ella era más pequeñita a esta edad y tenía el cuerpo delgado, aunque pesábamos que por lo mucho que comía iba a ser un bebé regordete, pero no, así que empezó a caminar a gatas a los siete meses ella adelgazó, era una bebé con mejillas llenas y pliegues en los bracitos y muslo, pero nada excesivo, ella seguía a Maddie a todos los sitios de la casa, riéndose, mientras a gatas intentaba alcanzarla, por suerte grabamos muchos vídeos de estas escenas, a los ocho meses empezó a levantarse y sostenerse junto a algún mueble y a los diez al ver Maddie correr para recibir Ethan que llegaba con sus tíos, ella tomó coraje y salió caminando tras su hermana, y gracias a Dios pude estar presente y ver este momento tan especial. Según Charlie, Sami había salido a Bella incluso en su estructura física y solamente ahí me acordaba de que diferentemente de su hermana, Maddie no tenía lazo sanguíneo con Bella, mi hija mayor era un poco alta para su edad, haciendo que la gente pensara que tuviera un año o dos a más de los que tenía en realidad, yo soy alto y Tanya era alta, así que estaba explicado. Raramente el nombre de Tanya salía a colación, pero cuando Maddie empezó a ir a la escuela Bella y yo hablamos del tema y decidimos que le contaríamos sobre su madre biológica antes de que ella cumpliera sus cuatro años, era un momento que me tenía preocupado y ni siquiera me gustaba pensar sobre el tema.

Poco después de empezar a caminar, Sami empezó a hacer algo que para mí era el momento más esperado de mi día, cada vez que llegaba en casa, eso en los días que Bella no tenía guardia, porque cuando los tenía yo, igual como hacía con Maddie, pasaba por la guardería del hospital y la recorría y luego a Maddie en la escuela, pero cuando mi esposa estaba en su día libre se aseguraba que cerca de mi horario de llegar a casa las niñas estuviesen jugando en la sala, así que abría la puerta mi pequeña preciosura menor venía hacia mí con sus pasitos apresurados, tambaleando un poco, me acuclillaba y la recibía de brazos abiertos, la pegaba en mi pecho y ella se abrazaba a mí, descansando su cabeza sobre mi hombro, luego ella erguía la cabeza, me miraba, sonreía y suspirando me abrazaba nuevamente descansando su cabeza sobre mi hombro, mientras una de sus manitas me acariciaba el brazo y la otra mi cuello, ella hacía esto por lo menos unas cinco veces, Maddie se unía a nuestro abrazo, yo besaba y abrazaba a ambas, luego Bella se aproximaba y yo las dejaba sobre el suelo y me levantaba para recibir un beso de mi esposa.

— Bienvenido a casa — me susurraba Bella al oído al abrazarme, y yo me sentía el más afortunado de los hombres en aquel momento y todavía sigo sintiéndome así, porque ellas todavía corren a mis brazos nada más verme llegar.

Antes de cumplir un año Sami empezó a hablar y su primero intento de palabra fue papá, lo repetía una y otra vez: "pa…pá, pa…pá…", incluso lo repetía con ritmo, parecía que estaba tarareando una canción.

— Pasas nueves meses en mi vientre, siento náuseas, mareo, hinchazón, el dolor del parto y tu primera palabra es papá, pequeña traviesa — le decía Bella haciendo cosquillas en su tripita, Sami se reía y su madre al oírla pronto se olvidaba de que su primera palabra no había sido mamá.

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Me conecté al presente al oír la puerta de mi despacho abrirse despacio, sonreí y seguí fingiendo que estaba trabajando, por suerte me había levantado temprano y había hecho todo el trabajo antes de que mis hijas se despertaran. Las oí acercarse a mi escritorio y de pronto vi a una cabeza castaña y otra color miel oscuro asomarse desde el otro lado del escritorio, ambas mirándome con su mirada más inocente y dulce, la que decía, "derritiendo a papi". Sami llegaba hasta la altura del hombro de su hermana, su cabello estaba medio preso en las laterales de su cabeza, haciendo que sus ondas castañas cayeran alrededor de su rostro hasta sus hombros, para completar su carita tierna llevaba un flequillo hasta la altura de sus cejas, me miraba con sus dulces ojos chocolate, sus mejillas sonrosadas y había un dulce mohín en su boquita, miré a mí preciosura mayor a su lado, su pelo había oscurecido un poco, ganando un tono más semejante al mío, y le llegaba a la mitad de su espalda, sus mejillas todavía eran regordetas, los labios pequeños y sonrosados y su mirada verde era increíblemente clara y dulce.

Mis niñas preciosas…

— ¿Qué pasa, preciosuras? — Les pregunté empujando mi silla hacia atrás, las dos, tomadas de la mano, se aproximaron a mí, puse a Sami sobre una de mis piernas y Maddie se quedó de pie recargada contra la otra.

— Sami quería venir a verte, pero mami dijo que no debíamos molestarte porque estabas trabajando y ella se molestó porque no la dejaba entrar aquí, pero se escapó y yo la seguí — explicó Maddie con aspecto culpable.

— No te preocupes, pequeña preciosura mayor — dije acariciando su mejilla —, ya estoy casi finalizando el trabajo. — Y tú, pequeña preciosura menor — dije haciéndole cosquillas con mis dedos, Sami se rió, olvidándose de su mohín y abrazándose a mí —, ¿extrañabas a papi? — Le pregunté.

— Síp, no me diste buenas noches — explicó haciendo mohín.

Había llegado tarde a casa el día anterior, Garrett y yo habíamos sido invitados a una cena de negocios y para cuando llegué a casa eran más de las nueve, Sami dormía sobre el sofá y Maddie resistía al sueño a duras penas, saludé a mi esposa, quien me explicó que ambas insistieron en esperarme, cargué a mi pequeña a su habitación, seguido por Bella y Maddie, acosté a Sami y me dirigí a la habitación de Maddie, llegué a tiempo de darle su beso de buenas noches, Bella ya la había arropado y sus ojos ya empezaban a cerrarse.

— Estabas dormida cuando llegué, peque, pero te llevé hasta tu habitación y te arropé.

— Pero no te vi — se quejó, recostando su cabeza contra mi pecho.

— Vale, hoy te contaré una historia y te arroparé.

— Dos historias — pidió.

— Vale, pequeña chantajista.

Por lo general acostábamos a Sami media hora antes que a Maddie así teníamos tiempo para estar con las dos y disfrutar de estos momentos antes de arroparlas.

— ¿Quieren dibujar un poco, mientras termino lo que estaba haciendo? — Les pregunté.

— Síp — contestaron al unísono.

Cogí un estuche con lápiz que tenía reservado allí para ellas y algunas hojas y los entregué a Maddie, Sami se bajó de mi regazo y siguió su hermana hasta el centro de la habitación, donde se sentaron en el suelo y se pusieron a dibujar. Mi trabajo ya estaba finalizado, pero todavía tenía que enviar un correo a Garrett explicando los ajustes que hice en el dibujo, él se encargaría de hablar con nuestro cliente después. Escribí el correo y anexé el dibujo con los ajustes y se lo envié, mis niñas estaban concentradas dibujando y coloreando, sonreí ante la escena y más recuerdos vinieron a mi mente al observarlas.

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Cuando Sami cumplió los seis meses, empezamos nuestro plan, el plan de Bella, para revelar a Maddie que ella tenía una mamá de nacimiento, el primero paso fue regalarle a nuestra hija un DVD de la película animada "Tarzan" y otro de la peli "Stuart Little", ambas películas tratan sobre el tema de la adopción, Maddie se enamoró de las pelis, principalmente de "Stuart Little", dejamos que ella disfrutase de las pelis sin hacer comentarios, sólo queríamos tener algo en manos para facilitar su comprensión, sería mucho más fácil para ella comprender si pudiera establecer una correlación con los personajes de las pelis, también le compramos dos libros infantiles sobre el tema y empezamos a leerlos por la noche, cerca de dos meses después decidimos que había llegado el momento de hablarle sobre el tema, estábamos en su habitación leyendo uno de los libros sobre adopción.

— Sabes, muñequita, hay muchas maneras de ser madre y padre — empezó a decirle Bella, mientras le acariciaba sus suaves rizos, ambas estaban semi acostadas en la cama de nuestra hija y yo estaba sentado a los pies de ésta. — Ni todos los bebés o niños, se quedan en la barriga de sus madres, a veces, como sucedió con Tarzán, ¿te acuerdas de la historia de Tarzán? — Le preguntó mi esposa y ella asintió — a veces sucede algo con los papás de nacimiento y otros papás llegan para cuidarlos y amarlos.

— Sami estuvo en tu barriga, mami — observó Maddie, mirándola, vi mi esposa respirar hondo y sonreírle con dulzura antes de contestarle.

— Es verdad, Sami estuvo en mi barriga, pero tú naciste de aquí — dijo poniendo una mano sobre su corazón.

— ¿De tu corazón? — Contestó curiosa.

— Sí, mi amor, la primera vez que te vi me enamoré de ti, no viviste en mi barriga como Sami…

— ¿Dónde estuve?

— En la barriga de tu madre de nacimiento.

— ¿Tengo otra mamá? Sólo te quiero a ti, mami — dijo y se abrazó a Bella lloriqueando.

— Shhh… sólo me tienes a mí, soy tu mami y siempre seré tu mami — contestó Bella abrazándola y besando su pelo, era un momento muy difícil para ella, intentaba contener sus propias lágrimas mientras consolaba a nuestra hija, yo esperaba con el corazón encogido mi momento de hablar —, tu mami de nacimiento, igual que los papás de Tarzán sufrió un accidente y tuvo que ir a vivir en el cielo, pero ella sabía lo mucho que yo te amaba y me eligió para ser tu mami, ella te quería mucho y quería que tú fueras mucho amada. — Finalizó Bella, nuestra hija se quedó pensativa durante un rato, mi esposa y yo intercambiamos una mirada preocupada, esperando que ella reaccionara de alguna manera.

— ¿Cómo ella se llamaba? — Preguntó al fin.

— Tanya — respondió Bella, acariciando su pelo.

— ¿Y mi papi? — Cuestionó enseguida.

— Yo soy tu único papá, pequeña preciosura — hablé por primera vez, sentándome en el suelo más cerca de ellas, con mi mano derecha acaricié sus mejillas y descansé la izquierda en la cintura de mi esposa, acariciando su piel con mi pulgar —, tu mamá de nacimiento — así habíamos decidido llamar a Tanya para no confundirla — fue mi novia antes de que yo fuera el novio de tu mami, ella quedó embarazada de ti, como la tía Alice de Oliver y tu mami de Sami, pero sufrió un accidente y se fue a vivir en el cielo, yo estaba lejos y ella pidió a tu mami para amarte y cuidarte — le expliqué, ella asintió, parecía satisfecha con nuestra versión corta de la historia, un día ella se enteraría de todo lo que pasó con relación a Tanya, pero en aquel momento ella necesitaba tan sólo comprender de donde vino y lo mucho que Bella la amaba y que siempre sería su hija y ella su mamá.

— Papi y mami están juntos hoy sólo por ti, ¿sabías? — Le conté, cambiando de tema, intentando establecer un buen recuerdo con respeto a su llegada en nuestras vidas.

— ¿Por mí? — Preguntó agrandando los ojos con sorpresa.

— Sí, muñequita, tu papi vino a buscarte, pero yo ya era tu mami y por eso decidimos cuidarte juntos.

— ¿Y se enamoraron como la Bella y la Bestia? — Preguntó más animada a cada segundo.

— Sí, nos conocimos por tu causa y nos enamoramos como la Bella y la Bestia — le confirmó mi esposa, besando su frente.

— ¡Yupi! — Exclamó batiendo sus palmas, era tan Alice a veces.

— Te amo, muñequita, siempre y por siempre — le dijo Bella, sosteniendo su pequeño rostro entre sus manos y dejando un beso en su naricita.

— También te amo, mami, siempre y por siempre — contestó nuestra hija y se abrazó a su madre. — Te amo a ti también, papi — dijo mirándome desde su escondite en el costado de Bella.

— Ah, pensé que me habías olvidado — fingí indignación, ella se rió.

— Tonto, por supuesto que te amo — dijo simplemente, haciéndonos a su madre y a mí sonreír.

— Pequeña sabelotodo — dije antes de atacarla y hacer cosquillas en su barriga, ella se rió, escondiéndose junto al costado de su madre, su risa infantil llenando la habitación con su dulzura, paz y felicidad.

— Papi también te ama, pequeña preciosura, por y para siempre — dije cuando la dejé respirar, envolviendo a ella y a Bella entre mis brazos.

— Lo sé… — jadeó, todavía recuperando el aire por las cosquillas, regalándome una de sus sonrisas dulces.

Y así fue como le contamos sobre su origen y nuestra historia fue suficiente para ella por mucho tiempo, tan sólo cuando ella cumplió los seis años volvió a cuestionarnos sobre el tema, quería saber si había alguna foto de su madre de nacimiento, yo había guardado algunas fotos de eventos en que Tanya me acompañó y junto con Bella se la enseñamos.

— Era muy hermosa — dijo sin quitar los ojos de las fotos —, pero no me parezco a ella.

— No, pequeña, eres toda una Cullen — le dije —, a cada día te pareces más a tu abuela. Creo que mamá debe de tener algunas fotos de niña y podrás ver la semejanza entre las dos — añadí.

— Vale, pediré las fotos a la abuela — respondió —, ¿es malo que me guste parecer más a la abuela que a mí mamá de nacimiento? — Cuestionó segundos después, mirando a Bella y a mí con ansiedad.

— Ohhh… Maddie, por supuesto que no, muñequita — la tranquilizó su madre, acariciando su rostro —, es normal que te sientas feliz por parecerte a alguien a quien amas, alguien a quien conoces, eres una linda mezcla de tu padre y tu abuela.

— Sami y yo no nos parecemos — contó.

— Ni Emmett y yo — puse de manifiesto —, ni siempre los hermanos, aunque tengan los mismos padres, van a ser parecidos, princesa. Tú eres toda una Cullen y Sami es toda una Swan.

— Espero que el próximo bebé sea una mezcla de los dos — comentó sorprendiéndonos, porque justo en aquella época Bella y yo habíamos decido que era hora de ir por otro bebé.

— A ver si el destino te escucha — contesté, abrazándola, mientras guiñaba un ojo a mi esposa.

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— Aquí están ustedes — oí decir la voz de Bella, lo que me sacó de mis recuerdos —, la casa estaba demasiado silenciosa así que empecé a buscarlas — dijo mirando a nuestras hijas. Ella seguía igual de hermosa, entre noviazgo y el tiempo de casados llevamos casi ocho años juntos, ella algunas nuevas curvas ganadas en su último embarazo, su pelo seguía largo, lo que me encantaba, y su mirada seguía mirándome con profundo amor.

Junto a los talones de mi esposa estaba Dulzura, una perrita callejera, que adoptamos un año antes cuando todavía era un cachorro, era pequeña, de pelaje negro en la parte superior, hocico blanco, así como el pecho y las patitas, las orejitas negras con las puntas dobladas y los ojos de color chocolate, nos miraba de una manera muy dulce, por eso la nombramos con dicho nombre. Las niñas habían insistido mucho con la idea de una mascota, así que decidimos regalarles en el cumpleaños número seis de Maddie y tres de Sami, la felicidad que vimos en el rostro de nuestras hijas al abrir la canasta con la perrita, compensaba todo el trabajo extra que una mascota agregaba a nuestro día a día.

— Papi ya terminó de trabajar — aclaró Maddie antes de que su madre las reprendiera. Dulzura caminó hasta donde estaban las niñas y se acostó junto a ellas, ganando algunos mimos y caricias de sus pequeñas dueñas, poniéndose de patas arriba para que le rascasen la barriga, las niñas se rieron y gustosas la complacieron.

— Y aunque no lo hubiera hecho daba igual — dijo mirándome con suspicacia, sabiendo que yo siempre me detenía a ver lo que deseaban mis niñas, sonreí culpable.

Mila, mami, es nuestra familia — corrió Sami hasta ella, para mostrarle la hoja en que estaba dibujando, mi esposa tomó la hoja entre sus manos y la miró.

— Ohhh qué hermoso, muñequita — nuestra hija sonrió ante el elogio de su madre.

— Incluso dibujé a Nicholas y a Dulzura — contó feliz señalando algo en la hoja.

— Ahhh, lo veo, ¿puedo quedármelo?

— Síp, haré otro para papi.

— Vale — dijo dejando un beso sobre su pelo.

Bella caminó hasta mi silla y se sentó en mi regazo, la abracé mientras mirábamos a nuestras hijas dibujaren sobre el suelo, Dulzura dormitaba junto a ellas tras recibir su dosis de cariño; Maddie estaba totalmente absorta en su dibujo, ella había heredado mi talento para el diseño y a sus siete años conseguía nos sorprender con la calidad de ellos y Sami fruncía su pequeño ceño muy concentrada mientras elegía el color de los lápices que utilizaría.

— Nuestro pequeño por fin te deja libre un rato — susurré a su oído.

— A ver por cuánto tiempo él duerme esta vez, llegué al extremo de beber té de manzanilla para que así él lo tome a través de mi leche y pueda tener un sueño tranquilo — suspiró.

— Espero que dé resultados — dije, dejando un beso en su cuello, nuestro tercer hijo tenía cuatro meses y sus horarios de sueño y alimentación eran muy irregulares.

— Yo también — se rió bajito.

No sabíamos, pero cuando Maddie nos pidió ver las fotos de Tanya, poco más de un año atrás, y nos dijo que esperaba que el próximo bebé fuera una mezcla de Bella y mía, mi esposa ya estaba embarazada, a diferencia del embarazo de Sami que fue lleno de preocupación, intentos sin éxito, su segunda gestación sucedió en nuestro primer mes de intento. Bella tuvo un embarazo tranquilo, con los síntomas normales de cualquier mujer embarazada, fue extremamente mimada por nuestras hijas y por mí, las niñas deseaban a un niño, tal vez por la fuerte relación de amistad que ellas tenían con Ethan y Oliver, eso las hizo desear tener a un hermano o porque deseaban seguir siendo las niñas de la casa. Sabiendo de la ansiedad de nuestras hijas por saber el sexo del bebé, cuando finalmente lo descubrimos, porque tardamos un poquito en hacerlo, teníamos a un bebé vergonzoso que no se dejaba ver, hicimos una sorpresa para ellas, nada más dejar la consulta donde confirmamos el sexo del bebé, pasamos en una tienda y compramos a dos muñecos de trapo, fuimos para nuestra casa, allí estaba mi madre, pasando un tiempo con sus nietas, mientras Bella y yo íbamos a la consulta.

— ¡Llegamos! — Avisó mi esposa nada más pasar la puerta, como si lo necesitase, nuestras hijas ya venía bajando las escaleras a toda prisa, Dulzura siguiéndolas muy feliz.

— Despacio — las reprendimos, Bella, mi madre, que venía justo tras ellas, y yo.

— ¿Ya lo saben? — Preguntaron al mismo tiempo.

— Tranquilas, aquí en esta caja, hay dos muñecas o muñecos, uno para cada una, si son muñecas ustedes van a tener una hermana y si son muñecos, un hermanito — les explicó mi esposa, señalando la caja entre sus brazos —, vamos a sentarnos para que ustedes puedan abrirla.

Caminamos hasta nuestra sala con dos niñas brincando de ansiedad a nuestro alrededor y una perrita igual de emocionada, Bella dejó la caja blanca con dibujos de ositos sobre la mesita de centro, yo ya estaba con mi celular en manos, listo para grabar la reacción de las dos.

— Pueden abrirla — dijo mi esposa cuando se posicionó a mi lado, igual que mi madre, que parecía tan ansiosa cuanto las niñas por saber el sexo del bebé.

Mis hijas se abalanzaron sobre la caja, lo que dificultó la abertura de la misma, ya que eran cuatro manos intentado abrirla, pero tras un inicio torpe ellas lograron abrirla y chillaron felices al ver su contenido, dentro de la caja descansaba dos muñecos de trapo, cada una cogió un muñeco, abrazándolo.

— ¡Es niño, es niño! — Tarareaban las dos, muy felices, haciendo nuestra alegría también, luego ellas se abrazaron dando pequeños brincos, Maddie dejando un beso sobre la frente de su hermana menor, amaba ver la relación de amistad y amor que existía entre las dos y sabía que con el pequeño que Bella estaba gestando en aquel momento ellas establecerían una relación igual de hermosa. Dulzura brincaba alrededor de las dos pidiendo atención, ellas la abrazaron y enseguida sonriendo abrazaron a Bella y le hablaron a su barriguita de casi seis meses.

— Hola, Nicholas, soy tu hermana mayor — lo saludó Maddie, besando la piel de su madre —, te amo, estoy ansiosa por verte.

Durante el embarazo de Sami habíamos decidido que Nicholas sería su nombre si esperábamos un niño, pero vino nuestra segunda niña y guardamos el nombre, las niñas ya sabían que si el bebé fuera un chico se llamaría Nicholas.

— Hola, Nicholas, soy tu hermana… — se detuvo a pensar Sami, causándonos risa — mayor también, te quiero muchoooo — y dejó un beso sobre el obligo de Bella, mientras le acariciaba su costado con cariño.

Bella, por supuesto, se puso a llorar, emocionada con la alegría y demostración de amor de nuestras hijas para su hermanito.

— Nicholas también las quiere mucho, sienten como se está moviendo, está feliz al oírlas — contestó ella, abrazando a ambas, intentando disfrazar la emoción que la embargaba. Me uní al abrazo, mientras mi madre se encargaba de seguir grabándonos.

Nuestro niño, bebé precioso, como empezó a llamarlos las tres mujeres de mi vida, nació en cuatro de agosto tras cinco horas de trabajo de parto, un regalo de cumpleaños adelantado para mi esposa, él se parecía mucho a Sami cuando nació, tenía mucho pelo castaño, el color lo había sacado de su madre, pero la textura era igual a la mía, así que había puntas para todos los lados y entre su segundo y tercer mes percibimos que sus ojos eran igual de verdes que los míos y los de su hermana mayor, que había dado en el clavo con su deseo, el pequeño era una hermosa mezcla de su madre y yo. Pero si pensábamos que Maddie y Sami eran pequeñas glotonas cuando bebé, nos sorprendemos con el pequeño Nicholas, quien a cada cuarenta minutos lloriqueaba hasta conseguir estar pegado nuevamente al pecho de su madre, Bella perdió los 15 quilos que ganó en su embarazo rápidamente, terminó adelgazando demasiado dado a las exigencias de nuestro hijo, sus senos inflamaron y ella empezó a tener fiebre, no fue una etapa fácil, tampoco agradable, terminamos, con pesar por parte de mi esposa, optando por complementar su alimentación con fórmula, y así que el problema con sus senos fue superado ella volvió a darle el pecho, pero seguimos utilizando la fórmula ya que ella sola no daba cuenta de alimentarlo. ¿Qué decir de mis niñas? Eran completamente enamoradas por su hermano, incluso celosas, no les gustaba compartirlo con gente que no fuera de nuestra familia.

— ¿Lista para celebrar la Navidad, señora Cullen? — Pregunté a Bella, mientras ella descansaba contra mi pecho, los ojos fijos en nuestras hijas, faltaba un día para la cena de Nochebuena y la familia estaba ansiosa por reunirse y ver la alegría de los niños.

— Lista y muy agradecida a tu madre por no tener que preparar nada para llevar este año, fue una excelente idea la de encomendar la mayor parte de la comida.

Mamá seguía siendo la mejor suegra y abuela, era muy presente en nuestras vidas, en la vida de todos sus hijos y nietos, mi padre también, él estaba planeando jubilarse, pero no pensaba dejar la medicina, quería abrir una clínica y hacer tan sólo consultas, algunos pocos días a la semana, Jasper estaba pensando en unirse a él y en el mismo edificio poner una consulta de psicología, y tras el nacimiento de Nicholas, Bella estaba pensando seriamente en dejar por algunos años la vida dentro de un hospital y dedicarse solamente a las consultas, así que mi padre tenía a dos futuros socios, Forks era una ciudad sin este tipo de servicio, la gran parte de las personas tenían que recurrir a Port Ángeles cuando deseaban una variedad médica, era un proyecto con una gran posibilitad de éxito y durante un día de la semana ellos pensaban hacer un trabajo voluntario y atender pacientes sin condiciones financieras. Emmett seguía feliz trabajando en urgencias traumatológicas en el hospital, Rosalie, seguía con su taller de coches que era todo un éxito, pero actualmente ella lidiaba solamente con la parte financiera de la empresa, tenía a muy buenas mecánicas trabajando para ella y una gerente muy capacitada, así ella lograba dedicar tiempo a la familia. La tienda de ropas de Alice seguía muy bien, incluso creció, ganando una nueva tienda en un centro comercial de Port Ángeles. Mi empresa era todo un éxito, pasamos por una crisis del mercado inmobiliario, pero la superamos abriendo nuestro abanico de posibilidades laborales, cualquier pequeña reforma en edificios laborales o residenciales, incluso casas, la acogíamos y entregábamos un excelente trabajo y terminamos ganando a nuevos clientes fijos, gente que nos buscaba para hacer pequeñas reformas y remodelaciones. Mi sociedad con Benjamín y Garrett seguía muy sólida y lográbamos dividir bien el trabajo entre los tres para que todos pudiesen disfrutar del tiempo en familia; Garrett se casó con Kate luego después del primer cumpleaños de Sami, él terminó adoptando oficialmente a Melisa, ya que él padre de la pequeña jamás tuvo interés con su crianza, abandonando a Kate cuando todavía estaba embarazada, hoy en día ellos son padres de mellizos, y no envidiaba a mi amigo, si con un bebé por vez nuestra vida se pone patas arriba no quería ni imaginar la posibilidad de tener dos al mismo tiempo. Benjamín y Tia, estaban felices con sus dos hijos, en las vacaciones solíamos viajar y pasar algunos días en Seattle con ellos o ellos venía a Forks.

En cuatro años nuestra familia ganó algunos nuevos integrantes. Alice y Jasper, tras el susto por lo que sucedió en el embarazo de Oliver, decidieron no tener más hijos propios, algunos meses antes de nuestro Nicholas nacer, ellos adoptaron a una niña dada en adopción por una madre adolescente drogadicta, la niña no tenía a ningún familiar que quisiera cuidarla y pese a ser un bebé muy saludable, por un milagro de Dios no fue afectada por la adicción de su madre, estuvo por seis meses a la espera de una familia, pues las parejas con intención de adoptarla al enterarse de su historia la rechazaban. Según Alice era Dios dibujando su destino, porque la pequeña estaba a la espera de ellos. Cuando ella y Jasper la vieron por primera vez sabían que aquella niña muy pequeñita con muy poco pelo en tono castaño claro en su cabeza, grandes ojos azules, dulce como un cielo sin nubes, sería la hija de ellos. Oliver aceptó muy bien la presencia de un nuevo bebé y la pequeña Hope ganó el amor y atención de todos, era una bebé muy risueña y feliz, parecía haber captado el humor de su madre adoptiva, le encantaba estar de pie sobre nuestras piernas dando brincos y batiendo palmas, odiaba estar sentada, si intentábamos sentarla la pequeña dejaba firmes sus piernas llenas de pliegues, no permitiendo que sus rodillas regordetas se doblaran para sentar, mirándonos con su mejillas infladas y la mirada llena de determinación. Es que si fuera hija de sangre de Alice, quizá no sería tan parecida a ella, una pequeña muy testaruda y llena de voluntad.

Tras el nacimiento de Sami, Ethan empezó su campaña, "quiero un hermano(a) también", tardó más de dos años, pero él niño tanto pidió que logró convencer a su madre. Al saber que Rose le daría un hermanito mi sobrino lloró de felicidad, mi hermano y cuñada grabaron el momento en que le daban la feliz noticia y fue algo muy emocionante de ver, la sensibilidad de mi sobrino de ocho años en aquel entonces era algo casi sobrenatural.

— ¿Es verdad? ¿Voy a tener un hermano? — Preguntó emocionado Ethan, sus ojos azules brillantes por lágrimas de emoción, en sus manos una carta que mi cuñada le había preparado que le decía que había sido promovido a hermano mayor.

— Sí, cariño, dentro de algunos meses estarás con tu hermanito o hermanita — le contestó Rose, su tono de voz se escuchaba emocionado a través del vídeo.

— Seremos cuatro, campeón — oímos decir Emmett, quien gravaba el vídeo.

Ethan sonrió, para la cámara, la carita toda empapada de lágrimas, la felicidad era evidente en sus ojos y en su amplia sonrisa, él se abrazó a Rose.

— Gracias, mami, gracias, es el mejor regalo. Gracias, Dios, por oír mis oraciones — decía contra el pecho de su madre. Enseguida Emmett se sienta junto a ellos, envolviéndolos con un único brazo y el vídeo termina con la visible emoción y felicidad de los tres ante la noticia.

La pequeña Elena nació tres meses antes de Nicholas y era la luz de su hermano, Ethan siempre estaba atento a ella y bastaba verla sonreír para que él también estuviera feliz. Era una versión femenina de Emmett, rizos negros, mejillas regordetas con hoyuelos y los mismos ojos azules que Ethan también había heredado. Nuestras reuniones familiares eran más llenas de rizas con la llegada de los nuevos miembros, los abuelos, Esme, Carlisle, Charlie y Amelia — mi secretaria, quien seguía en una firme relación con mi suegro, pero cada uno en su casa, para evitar problemas generados por el convivió, según ella —, consentían a los niños a más no poder.

La Nochebuena llegó y la casa de mis padres rápidamente se llenó de rizas, lloriqueos de los bebés, conversaciones, fue una hermosa noche, donde nos acordamos de celebrar el real significado de la Navidad, el amor, el perdón, la unión de la familia, la amistad, y nos acordamos también de las enseñanzas que la luz del menino Jesús nos dejó, una noche para dar las gracias por todo lo bueno que teníamos y orar por quién necesitaba y si posible hacer algo para ayudar el próximo y no solamente hacerlo en época de Navidad. Siempre hacíamos donaciones a lo largo del año, pero este año lo hicimos también pocos días antes Navidad, donamos alimentos y ropas para una ONG que recibe donativos para la gente que vive en la calle y juguetes que los niños no utilizaban más y que estaban en buen estado. Ethan, Maddie, Sami y Oliver nos acompañaron para que así desde niños empezaran a ser solidarios con el dolor del próximo y fue emocionante ver a cada un de nuestros pequeños tomar alguna ropa o alimento y entregar a una persona que esperaba ansiosa en una cola por recibir algo de calidez humana, además de los donativos, muchos rostros tristes salían sonriendo al ver la alegría y ternura de nuestros niños.

En casa de mis padres los niños ganaron a muchos regalos navideños, pero al terminar la noche volvimos a casa porque Santa iba a dejar sus regalos en la mañana de Navidad y mis niñas estaban ansiosas por este momento, ambas habían pedidos bicicletas, compramos una rosa con flores blanca para Maddie y una lila también con flores blancas para Sami, ambas con una canasta blanca en la parte delantera. Al llegar a nuestra casa todos los niños ya estaban dormidos, los acostamos y llevamos las bicicletas y un kit de sonajeros y mordedores para Nicholas, todos debidamente envueltos en papel para regalo y los posicionamos bajo nuestro árbol navideño.

— Nada de morder a los regalos, Dulzura — le avisó Bella, acariciando la cabeza de nuestra perrita que dormitaba junto al árbol.

Por la mañana de Navidad, Maddie y Sami se despertaron temprano para ver los regalos dejados por Santa, una profusión de chillidos resonó por toda la sala cuando ellas vieron a sus bicicletas, Dulzura aprovechaba la fiesta hecha por las niñas y brincaba sobre sus pequeñas dueñas, Nicholas profería ruiditos felices desde los brazos de Bella, observando a todo con atención. Tras calmar los ánimos de nuestras hijas, desayunamos y luego abrigamos bien a los niños y fuimos a pasear en el parque, con sacrificio logré meter las bicicletas en el coche, por suerte era un día nublado, pero no llovía, las bicicletas tenían rueditas y las niñas pronto estuvieron paseando por el sendero del parque, Bella y yo caminando de la mano tras ellas, el pequeño Nicholas, acurrucado contra mi pecho en su portabebé y Dulzura iba junto a Bella con la correa puesta. Sonreí observando a mis pequeñas, muy pronto les quitaría las rueditas de sus bicicletas y les empezaría a enseñar a andar sin ellas. De pronto, al contemplar la imagen de la risa infantil de mis hijas mientras andaban en sus bicis, me acordé de que fue en aquel mismo parque que siete años antes había hecho la elección que cambiaría mi vida, todo gracias a la imagen de una niña andado en bici, su padre enseñándola a andar sin las rueditas mientras la madre la incentivaba a seguir adelante, gracias a aquella escena pude aclarar mis sentimientos y elegir lo que quería para mi vida y quería exactamente lo mismo que aquella pareja tenía en aquel momento, una familia, y allí estaba yo, siete años después, con mi propia familia, había hecho la elección cierta, sin la más minina duda, tenía a Mis preciosidades junto a mí y Lo más precioso regalo de la vida, el amor, amaba con intensidad y era amado de la misma manera.

— Feliz Navidad, señora Cullen — susurré al oído de mi esposa, acercándola a mi costado, ella envolvió sus brazos alrededor de nuestro hijo y de mi espalda, Dulzura enroscándose entre nuestros pies.

— Feliz Navidad, señor Cullen — contestó, poniéndose de puntillas para besarme, Nicholas hizo un ruidito llamando nuestra atención.

— Pequeño celoso, siempre quieres toda la atención sólo para ti — le dijo Bella en tono juguetón mientras le besaba sus mejillas regordetas, él se rió, agitándose contra mi pecho, babeando sobre mi camisa, con un paño Bella le secó los labios y las manitas que insistía en llevar a la boca, le besé la mata de pelo castaño, inhalando su olor a bebé y sonreír al mirar hacia la frente y ver que nuestras hijas volvían hacia nosotros, dejaron sus bicis a un lado y venía con los brazos abiertos a abrazarnos, cabellos volando, miradas brillantes y dulces y sonrisas felices.

— Te amo, Bella — le susurré, ella me sonrió y besándome nuevamente musitó: — Como yo a ti, Edward.

Las niñas golpearon nuestras piernas y riendo las abrazamos y con el corazón lleno de amor y felicidad seguimos disfrutando de nuestro momento en familia, de nuestro día de Navidad, porque aquellos sencillos momentos eran la Navidad, eran la luz, la paz, el amor y la felicidad de mis días.

x-x-x-x-x

Vuela un cometa entre miles de estrellas,
Anuncia otra noche de paz.
Llega la nieve y se encienden las luces
Que adornan la ciudad.

Cantan los niños que ya están de fiesta:
¡Que viva la amistad,
Que viva el amor,
Que así es la Navidad¡

Dale la mano a quien no pide a cambio
Y cantemos por la paz.

¡Que viva el amor,
Que así es la Navidad¡

Así es la luz que nace en ti,
Así es la luz que nos ayuda a vivir.
Por ti, por mí, por compartir,
Tu luz me hace tan feliz.

Y volverá por Navidad,
La buena estrella que nos guía al andar.
Por ti, por mí, por compartir,
Tu luz me hace tan feliz.
(Fragmentos de la canción La luz que nace en ti de La Oreja de Van Gogh)

~x~


Y llegamos al final de esta historia, muchas gracias a todas que me acompañaron desde la primera parte de esta secuela y las que se unieron en el camino, gracias por los alertas, favoritos y comentarios, no saben cómo me ilusiono y me animo a leer las palabras que ustedes me dedican. Si Dios permite nos encontraremos nuevamente el próximo año con una nueva aventura ficcional. Les deseo a todas una linda Navidad, llena de paz y amor, y un Año Nuevo que nos traiga muchas bendiciones.

No se olviden de contarme lo que les pareció este capi o la historia de manera general, será mi regalito de Navidad ;)

¡Un abrazo cariñoso a todas!

Saludos desde Brasil,

Jane

23/12/2017