Exención de responsabilidad: Ni One Piece ni sus personajes me pertenecen, son propiedad del buen hombre de Eiichiro Oda.


Nota de autor: Perdón por la espera, pero los estudios me han tenido absorbido y he tenido que parar abruptamente. Por fin he encontrado un hueco y puedo traeros la segunda parte de Sentimientos cruzados.

Por cierto, este capítulo es un lemon asique leerlo bajo vuestra responsabilidad. Disfrutad que de verdad he puesto cariño en esta segunda parte.


Capítulo 4: Sentimientos cruzados: parte 2

-Esto no es un sueño… pero te puedo asegurar que ninguno de tus sueños será tan bueno como lo que va a ocurrir esta noche- Dijo Robin y justo después, Nami besaba a Luffy con mucha pasión.

Robin y Nami comenzaban a sentir cómo la cálida dureza en los pantalones de Luffy crecía con sus caricias, la pelinegra dio un apretón provocando que Luffy gimiera contra la boca de Nami haciendo que ambas mujeres suspiraran al oír el tono grave en la voz de Luffy. Los ojos de Robin se abrieron ligeramente al palpar el gran tamaño del pelinegro.

-Pero Luffy... ¿qué nos has estado ocultando?- Preguntó Robin con una voz muy sexy mientras bajaba la cremallera del pantalón de Luffy y Nami ya le había quitado el cárdigan. Entre las dos le quitaron rápidamente la única prenda que se interponía en su camino.

-¡Por Oda!- Nami quedó boquiabierta al ver mientras el largo y grueso miembro del capitán.

Robin se lamía los labios mientras sentía su cuerpo arder en deseo de tener dentro suya a Luffy y tan solo con ese pensamiento ya se notaba húmeda en su intimidad. No podía dejar de mirar a Luffy y pensar en él la estaba poniendo más y más caliente, y ella necesitaba un serio alivio. Envolviendo su mano alrededor de él, sus dedos apenas se tocaban, no podía esperar a tenerlo dentro de ella.

-Luffy- Murmuró Nami con una sonrisa seductora. -Parece que aquí no necesitas usar tus poderes- Era extraño para Nami pues estando en una situación tan íntima y "embarazosa", no sentía ningún tipo de pena o vergüenza. Miró detenidamente a los otros dos ocupantes de la cama, se fijó en sus mejillas sonrosadas, en la nueva luz que desprendían sus ojos, en sus respiraciones entrecortadas… y se dio cuenta del porqué no estaba nerviosa, era por ellos, por Luffy y por Robin. Los tres estaban nerviosos, eso estaba claro, pero la felicidad y la pasión absorbía cualquier otro tipo de sentimiento, en esa habitación no necesitaban nada, estaban completos, ya estaba todo dicho, lo único que quedaba por hacer era disfrutar de la que se convertiría en la mejor noche de sus vidas, y Nami estaba segura de que la disfrutarían con todas sus fuerzas.

-La verdad es que nunca se ha puesto así- Dijo Luffy inocentemente, luego suspiró al sentir cómo Nami repetía la acción de Robin y ambas comenzaban a subir y bajar lentamente dando suaves apretones ganándose unos leves gemidos por parte de pelinegro, que fueron rápidamente silenciados por los finos labios de la arqueóloga.

-Robin, tú vas primero- Dijo Nami con una sonrisa, a lo que Robin sólo la miró completamente sorprendida.

-¿Estás segura? Yo creía que tu querrías…-

-No estaríamos aquí de no ser por ti, no te preocupes, estoy segura de que Luffy tendrá energía de sobra para mí- Contestó la pelinaranja guiñándole el ojo a su amiga para seguidamente hacer que Luffy se recostara en la cama, enlazar sus brazos alrededor de su cuello y besarlo con mucha pasión. En cuanto Robin asimiló las palabras de la navegante, se apresuró y se levantó de la cama para quitarse la última prenda que le quedaba en su sensual cuerpo, gateó hasta quedar encima de Luffy y quedar de rodillas con una pierna a cada lado de la cintura del moreno.

El joven capitán aún no estaba del todo seguro de si todo esto era un sueño o no, pero no podía negar las increíbles sensaciones que estaba sintiendo. Con un poco de timidez deslizó su lengua dentro de la boca de Nami consiguiendo que ésta gimiera y que comenzaran una disputa por ver quién ganaba. Tras un minuto, Nami se separó de él haciendo que Luffy gimiera en decepción.

-Sé un poco paciente… esto se va poner mucho mejor- Susurró Nami al oído del pelinegro.

Luffy miró de Nami a Robin y abrió los ojos al notar cómo la morena frotaba su intimidad contra su miembro empapándolo con sus calientes jugos y haciendo gemir a ambos. Tras unos placenteros y tortuosos segundos, Robin alineó la punta del pene de Luffy en su entrada y regalándole una cálida sonrisa al moreno, se dejó llevar por la gravedad.

-¡Luffy!- Jadeó Robin con la mitad del miembro de Luffy dentro de ella, se sentía enorme dentro de ella y tuvo que hacer un gran esfuerzo por no venirse en ese momento.

-Oh Robin- Gruñó Luffy apretando los puños no creyendo que algo tan maravilloso pudiera existir.

-Es tan… grande… y profundo- Gemía la pelinegra mientras levantaba sus caderas y caía de nuevo tomando dentro de ella cada centímetro del pene de Luffy. Robin se estremeció al sentir un pequeño escozor en sus partes íntimas, había pasado mucho tiempo desde la última vez y Luffy era sin ninguna duda el mejor dotado ahí abajo.

-¿Te encuentras bien?- Preguntó Nami al ver una mueca en el rostro de Robin. Todos los sentidos y las fuerzas de Luffy volvieron en cuanto notó que podría haber hecho daño a Robin, se sentó y abrazó a Robin por la cintura con una delicadeza impropia en él.

-¿Robin?- Llamó Luffy. -Esto se siente increíble, jamás he sentido algo parecido, pero si te he hecho daño… quiero parar- Dijo Luffy con una sinceridad que llenó el corazón de ambas mujeres con un calor que muy pocas veces habían sentido. Ellas sabían que Luffy nunca les haría daño, que siempre se pondría delante de ellas para protegerlas, incluso ahora estaba resistiendo de manera casi imposible para un hombre solo porque pensaba que había hecho daño a una de sus nakamas. Robin y Nami suspiraron, cuando creían que no podrían amar más al idiota amante de la carne, va él y dice este tipo de cosas sin saber cuánto significaban.

-No Luffy, no quiero parar- Pidió Robin mientras le devolvía el abrazo. Para Robin, las palabras de Luffy significaban mucho pues ella solo había tenido sexo para manipular a los hombres, ninguno de sus "amantes" se habían preocupado lo más mínimo por ella. Su primera vez fue algo que borró de su memoria al ser un recuerdo amargo y vacío… Pero ahora con Luffy, el nombre del acto que estaban realizando por fin cobraba sentido y hacía honor a su nombre: Hacer el amor. Luffy hizo caso omiso y por primera vez en la noche, besó a Robin, la besó porque pudo ver una ligera muestra de preocupación en los ojos de la morena y pensó que esa sería una buena forma de demostrar que, aunque ella quisiera continuar, él no iba a hacer nada que la lastimara.

Rompiendo el beso, Robin comenzaba a moverse lentamente sintiendo nada más que puro placer y notaba cómo se iba perdiendo en las nuevas e impresionantes sensaciones que estaba experimentando, mientras Luffy se tranquilizaba al ver que en la cara de Robin no había rastro de dolor o miedo, sino que se veía claramente que lo estaba disfrutando igual o más que él. El joven capitán quedaba hipnotizado por el vaivén del cuerpo de Robin y por lo increíble que se sentía estar dentro de ella.

-Luffy- Habló Nami. -¿Tú no has hecho esto antes verdad?- Cuestionó Nami al ver que Luffy estaba abrumado por los movimientos de la arqueóloga que poco a poco iba acelerando el ritmo de sus caderas.

-No, no tenía ni idea de que algo tan… ahh… bueno pudiera existir- Respondió Luffy con la voz entrecortada.

-Ohh Luffy… solo estamos empezando- Dijo la pelinegra con una sonrisa y un guiño para después comenzar a botar encima de él notando cómo el pene Luffy llegaba a los puntos más placenteros y cogiéndole la mano, la posó en uno de sus pechos y el moreno como acto reflejo comenzó a masajear y dar apretones ganándose varios gemidos de placer por parte de Robin.

Nami hizo lo mismo y llevó la otra mano de Luffy a uno de sus pechos gimiendo incluso antes de que la tocara, no tardó en volver a apoderarse de los labios del moreno y recostarlo nuevamente en la cama.

-¡Oh síiii Luffy!- Gimió Robin mientras rebotaba encima de Luffy cada vez con más fuerza al sentirse completamente llena por el gran miembro del capitán. En lo único en lo que podía pensar era en que ojalá que esto durará para siempre, era simplemente perfecto. Sus movimientos se tornaron más rápidos y parecía que Luffy se iba a hundir en la cama, Robin podía oír, por encima de sus propios gemidos, a Luffy y a Nami gemir mientras peleaban por el dominio en sus bocas.

Nami separó sus labios de los de Luffy ganándose un quejido de protesta por parte del pelinegro, aunque éste no dejo de acariciar sus pechos e incluso comenzó a dar leves apretones a los pezones de ambas mujeres haciendo que los gemidos de éstas se hicieran más ruidosos. Nami vio el éxtasis en el rostro de su amiga y los pechos de ésta rebotar una y otra vez mientras Luffy comenzaba a responder los saltos de Robin con embestidas hacia arriba, estaba deseando que fuera su turno. La navegante notó cómo los movimientos de Robin se volvían más irregulares al acercarse a su clímax.

Nami se levantó dejando de sentir a Luffy en sus pechos mientras Luffy la miraba confundido pero muy excitado.

-¿N-Nami?- Preguntó Luffy ladeando la cabeza.

-Ahora concéntrate en ella, tómala entre tus brazos y hazla tuya- Contestó la pelinaranja. Luffy no entendió muy bien la última parte, pero notando que era algo bueno, no tardó ni dos segundos en recostar a Robin sobre su espalda quedando él encima. Robin gritó y gimió ante el repentino movimiento mientras enredaba sus piernas alrededor de la cintura de Luffy y clavaba sus uñas en la fuerte espalda del moreno provocando en Luffy un pequeño dolor realmente placentero.

-Robin- Gruñó Luffy mientras agarraba del trasero a Robin y empezaba a dar rápidas y profundas embestidas.

-¡Luffy, más rápido!- Pidió y casi suplicó Robin notando que Luffy se dejaba llevar furiosamente dentro de ella. La pelinegra se aferró a él con su mente abrumada por el placer. El moreno seguía empujando cada vez más y más profundo dentro de ella, y parecía que se iba haciendo cada vez más grande.

Nami contemplaba con fascinación la escena delante de ella mientras comenzaba a palparse su sexo sorprendiéndose de lo mojada que se encontraba. Nunca había visto a Robin sudar, pero con el tratamiento que le estaba dando Luffy estaba claro que todo era posible. Una y otra vez sus cuerpos colisionaban al mismo tiempo que la habitación se llenaba de sonidos eróticos, y los gritos de Robin que se mordía el labio inferior para no gritar tanto mientras se corría una, y otra, y otra vez.

-R-robin, algo quiere salir…- Avisó Luffy sin saber si lo que se avecinaba sería algo bueno o no para la morena.

-¡Dámelo! ¡Luffy, vente dentro de mí!- Suplicó Robin y se aferraba con fuerza al cuerpo del pelinegro besándolo con lujuria.

Con una última, fuerte y profunda embestida, el miembro de Luffy dio con el punto más sensible de Robin terminando dentro de ella.

-¡LUFFY!- Gritó Robin echando la cabeza hacía atrás y arqueando la espalda mientras sentía el mejor orgasmo de su vida. Nami se preocupó un poco pensando que aquel grito despertaría a toda la tripulación.

Los dos amantes se quedaron por unos segundos abrazados hasta que Luffy recuperó algunos de sus sentidos y vio que Robin aun temblaba entre sus brazos debido a que el placer se negaba a dejar el cuerpo de la arqueóloga. Luffy la besó en una mejilla, las extremidades de Robin perdieron la fuerza y dejaron libre al moreno que, con un poco de pena salió de ella y Robin gimió ante la pérdida de él, pero ella aún seguía intentando recuperarse de tan increíbles orgasmos.

Nami miró la escena con un poco de temor pues Luffy había, literalmente, follado a Robin hasta la inconsciencia. Pero ella había disfrutado cada segundo a juzgar por la sonrisa soñadora que acaparaba la tez de la morena. Los ojos de la navegante recorrieron el, aun tembloroso, cuerpo de su amiga hasta dar con su entrepierna viendo como los fluidos mezclados de ambos emanaban de la arqueóloga.

"Hay mucho" Se dijo Nami mientras se tocaba su sexo sintiendo al instante la necesidad de tener a Luffy dentro de ella.

-Nami- Una voz ronca llamó la atención de la pelinaranja, y se volvió para ver a Luffy mirándola intensamente. Él le tendió una mano y Nami sonrió tranquilizándose un poco.

La navegante lo dirigió hasta el borde de la cama y se puso de pie para quitarse de forma sugerente sus braguitas para después dejarse atrapar por los fuertes brazos del único hombre que amará en su vida. Ella estaba gratamente sorprendida por su caballerosidad y delicadeza comparado con lo salvaje que había sido con Robin, pero agradeció que Luffy fuera así. Nami sentía cómo la nueva erección del pelinegro hacía presión contra su estómago y le besó con lentitud, recreándose en el sabor salado que tenían los labios de Luffy. Sin embargo, una punzada de miedo se abrió paso entre sus pensamientos, y Nami decidió contarle algo a Luffy que ni siquiera Nojiko sabia.

-Esto… Luffy, yo… prométeme algo- La garganta de Nami se secó y tuvo que parar unos segundos.

-Claro, Nami. Sabes que haría cualquier cosa por ti- Respondió Luffy con firmeza. Nami le sonrió cálidamente. Por supuesto que ella sabía eso, sabía que su capitán sería capaz de cualquier cosa por ella.

-Bueno… Lo que te quiero decir es que yo tampoco he hecho esto antes, asique sé gentil conmigo esta vez ¿vale?- La pregunta casi sonó a suplica, cosa que alarmó al moreno ya que pudo ver un poco de miedo en los ojos color caramelo de su navegante. Aunque le costó, Luffy consiguió reducir el deseo que tenía por ella para no incomodarla, pero eso no impidió que la apretara más contra su cuerpo.

-Nami… Alguien… ¿Alguien intentó…- No necesitó terminar la pregunta pues la mirada entristecida de la pelinaranja confirmó su preocupación. Alguien había intentado hacerle algo a una de las mujeres que más quería en contra de su voluntad, y ese pensamiento hizo que le hirviera la sangre. -Dime, ¿quién fue el que trató de hacerte eso?- Cuestionó Luffy con suavidad pero sonando casi a una orden.

-F-fue… fue Arlong- Dijo Nami mientras apartaba la cara porque lágrimas se le escapaban, y tras un largo silencio comenzó a contar una de las cosas que más miedo le daban.

Nami no quería recordar esos días, pero ahora con Luffy se sentía lo suficientemente segura. Ese bastardo había querido usarla para divertirse pues, aunque creía que los seres humanos eran seres inferiores, ella tenía un cuerpo atractivo incluso a una temprana edad, y sus hombres habrían disfrutado de su compañía después de que terminara sus mapas. Nami recordaba las noches en que Arlong venía a su habitación y le exigía servicios como si fuera una puta cualquiera, pero Nami consiguió convencerlo de que no la obligara a tener sexo porque sino se iría de la isla y nunca más volvería, no importaba si no podía ayudar a la Villa Cocoyasi porque pensarían que era una puta y una traidora que los había vendido y no le dirigirían la palabra. Arlong terminó aceptando a regañadientes pero le advirtió que el día que consiguiera el dinero para salvar su pueblo, él iba a disfrutar de su "culito apretado".

A estas alturas, Nami ya se encontraba temblando e intentando contener una que otra lágrima mientras se aferraba al cuerpo de Luffy con todas sus fuerzas y éste le devolvía el abrazo con cariño. Pero los ojos de Luffy se habían tornado en unos muy serios que escondían una furia que de no ser por la pelinaranja entre sus brazos ya hubiese estallado, Nami le necesitaba y no iba a dejar que el recuerdo muerto de ese hijo de puta dañara nunca más a su navegante y ahora novia.

-Nami, mírame… por favor- Ella respiró hondo un par de veces y logró abrir los ojos. La expresión en la cara de Luffy contenía el más puro amor y devoción, y sus ojos irradiaban calor y ternura.

-No llores más Nami, ya no tienes que tener miedo. Sabes que jamás te harán daño mientras yo siga respirando- Luffy tomó la cara de Nami y le regaló el beso más dulce y tierno a sus finos labios. Nuevas lágrimas recorrían las sonrojadas mejillas de la pelinaranja, pero esta vez eran lágrimas de felicidad.

-Luffy… Te amo, maravilloso baka- Se rio.

-Yo también te amo, mi maravillosa reina- Dijo Luffy provocando que Nami jadeara al escuchar que el pelinegro se refería a ella.

-¿T-tu reina?-

-Pues claro que sí, shishishi- Proclamó Luffy con una grandísima sonrisa. -Ningún Rey pirata está completo sin dos cosas: buenos nakamas que siempre le cubrirán la espalda y una reina que siempre estará a su lado. Lo increíble es que he sido bendecido con dos reinas en vez de una- Su sonrisa se ensanchó y sus ojos brillaban de felicidad pues podría hacerlas felices en todos los aspectos posibles.

Un segundo par de brazos se deslizó alrededor del torso de Luffy, Robin se apretó fuerte contra la espalda del moreno.

-Gracias por eso Luffy, pero creo que la más adecuada para el título de Reina pirata es Nami- Habló Robin con una suave voz.

-Pero Robin…- Luffy se giró para encontrarse con la expresión compresiva de la pelinegra. -¿No estamos?- Preguntó Luffy preocupado pero Robin le cortó posando un dedo sobre sus labios.

-Sí, Luffy, te amo y deseo ser tuya al igual que Nami. Sin embargo, debes recordar que soy la última de mi familia, espero y deseo algún día llevar dentro mía a nuestro hijo o hijos- Robin sonrió soñadoramente con las mejillas levemente sonrosadas. -Pero no creo que sea buena idea hacerlo público. El Gobierno Mundial sería implacable en darles caza para tratar de matar a mi línea sanguínea. En este momento, probablemente seas el único hombre en el mundo que me aceptaría, ya que la gente piensa que soy una especie de demonio sin corazón- Robin se puso un poco triste pero solo duró un segundo y medio pues se dio cuenta a quien estaba abrazada.

-Pero Robin, eres tan valiosa para mí como lo es Nami- Robin lo besó dulcemente, sin duda Nami tenía razón, él era un maravilloso baka.

-Lo sé, Luffy, y eso es lo único que me importa, no me importa lo que piense el resto del mundo. Siempre y cuando sea una reina para ti, seré más que feliz- Dijo Robin con sinceridad.

-Robin tiene razón, hemos hablado sobre esto antes de venir aquí esta noche. La tripulación se enterará tarde o temprano, lo cual está bien, pero nadie más necesita saber que hay dos Reinas piratas. Lo único que nos importa es cómo nos veas tú- Informó Nami mirando a Robin y a Luffy con una bonita sonrisa.

-De acuerdo, si estáis bien con esto, supongo que yo también- Dijo Luffy cediendo ante la propuesta de ambas, pero jurándose a sí mismo que esto no quedaría así, él jamás se había avergonzado de un nakama y mucho menos iba a dejar que su relación con Robin fuera secreto como si estuvieran haciendo algo malo, sin duda, gritaría a los cuatro vientos que amaba a sus dos reinas. Sin embargo, por el momento estaba bien.

-Bien- Comenzó Robin con una sonrisa que rápidamente se convirtió en una más lujuriosa. -Ahora será mejor que te concentres en Nami, capitán. Debe estar muy necesitada a estas alturas-

-¡Robin!- Se quejó la pelinaranja avergonzada a lo que Robin le respondió con un guiño. Pero poco le duró el "enfado" cuando comenzó a notar como las manos de Luffy la recorrían desde la cintura y se detenían en sus pechos. Nami gimió al notar cómo sus deseos la inundaban a una rapidez impresionante y ella comenzó a mover sus caderas contra la erección rejuvenecida del capitán.

-Luffy… Luffy… hazme el amor, ahora- Dijo Nami con un toque de desesperación en su voz.

Sus manos dejaron sus deliciosos pechos para deslizarse y agarrar su trasero con firmeza. Él la levantó mientras ella guiaba le guiaba hasta dejarlo en posición, y Luffy la bajo lentamente.

-Oh Luffy- Gimió cuando la punta del pene de Luffy entró en ella. Nami se había complacido antes, asique su himen había desaparecido hace tiempo, pero nunca había sentido algo tan grande dentro de ella. El instinto de Luffy actuó para darse cuenta que debía tener un ritmo lento y delicado, así Nami tendría tiempo de adaptarse a él, y se detuvo cuando se encontró a medio camino dentro de ella.

-¿Estás bien, Nami?- Preguntó el moreno mientras apretaba la mandíbula en concentración. Nami pudo ver el sudor formarse en la frente de Luffy, y ella sintió que su amor por él crecía aún más. Incluso ahora, él quería protegerla de cualquier daño.

-Estoy bien, Luffy, sigue adelante- Y Luffy continuó con el mismo ritmo para seguir bajándola, pero ese ritmo le estaba volviendo loco. Pensó que Robin estaba apretada, pero Nami le estaba absorbiendo de una manera única.

Nami pensó que se iba a dividir en dos mientras el enorme miembro de Luffy se abría camino dentro de su cuerpo, pero al mismo tiempo, sentía cómo un vacío era llenado por fin y que no podría vivir sin esta sensación. Justo cuando pensaba que iba a ser un poco doloroso, sus caderas presionaron contra Luffy, y él soltó un largo suspiro. Ella podía sentirlo presionando contra algo dentro de ella y se dio cuenta de que la había llenado completamente, ese pensamiento la hizo ponerse mucho más caliente.

-Oh… D-dios, esto se… se siente increíble- Murmuró Nami mientras comenzaba a mecer sus caderas y Luffy posó sus manos sobre la cintura de ella para ayudar a guiar sus movimientos.

Comenzaron lentamente, y Nami disfrutó del suave ritmo al igual que se acostumbró rápidamente a que el gran miembro del moreno saliera y entrara en ella una y otra vez. Después de unos minutos, la navegante comenzó a ir más rápido y Luffy igualó la velocidad con el empuje de sus caderas. Sus frentes estaban pegadas y sus ojos fijos en los del otro.

Luffy vio la felicidad en los ojos de Nami y la besó apasionadamente. Los dos amantes siguieron por algún tiempo, y Luffy no se detuvo ni siquiera cuando sintió cómo Nami convulsionaba encima de él varias veces mientras orgasmo tras orgasmo golpeaban fuerte a la pelinaranja. Él quería asegurarse de que ella estuviera completamente satisfecha. Al oír un ruido tras él, el capitán volvió la cabeza y vio algo que hizo que los ojos se le abrieran de par en par. Al parecer, el ver a Luffy y a Nami haciéndolo había encendido de nuevo a Robin porque se encontraba recostada con las piernas abiertas. Permanecía con una mano masajeándose su seno derecho mientras la otra acariciaba su resplandeciente sexo jugueteando con su clítoris.

"Hmm, Robin me necesita… pero, ¿cómo puedo…" Se preguntó Luffy y al instante encontró una manera.

-Nami, ¿puedes apoyarte un poco?- Preguntó suavemente.

La pelinaranja apenas oyó la petición a través de la nube de placer en la que se encontraba, pero asintió con la cabeza. Ella consiguió ponerse de cuclillas y comenzó a rebotar arriba y abajo encima de él. Luffy soltó sus caderas y se recostó en la cama, Robin notó sus movimientos y lo vio acercarse a ella.

-¿Luffy, qué estás haciendo?- Antes de que la arqueóloga pudiera reaccionar, él la había cogido y colocado sus piernas a cada lado de su cabeza. Así su boca estaba ahora directamente debajo de su sexo, el olor que venía de ella le atraía cada vez más.

-Déjame a mí- Sugirió Luffy mientras tiraba de ella para acercarla a su boca. Los ojos azules de Robin se abrieron de golpe cuando sintió que la punta húmeda de la lengua de Luffy comenzaba a lamer su sexo de arriba abajo, y tras unos segundos deslizó su lengua dentro de ella provocando que la morena gimiera de placer.

-¡Luffy, eso es… Ahh… increíble! ¡Más!- Gritó Robin mientras que volvía a frotar sus pechos pero con más brío.

Nami sonrió al ver cómo su amiga se volvía loca con los cuidados de Luffy, parecía un talento natural para satisfacer a ambas y hacerlas llegar al clímax como si fueran volcanes en erupción. Se sintió un poco celosa de no haber sido la primera en probar la lengua del pelinegro, pero tuvo una placentera sorpresa cuando sintió que el pene de Luffy se hacía más grande y así tocaba todos los puntos más placenteros de su sexo.

-¡Luffy!- Gritó Nami al tener otro orgasmo. Luffy no le contestó porque no quería dejar de complacer a Robin y se limitó a levantar el pulgar hacia arriba, cosa que hizo que Nami casi se echara a reír.

Robin no podía creer lo talentosa que era la lengua de Luffy cuando la hizo correrse de nuevo. Él no había hecho esto antes, pero parecía que llevara haciéndolo toda la vida, su lengua se estaba estirando dentro de ella tocando cada terminación nerviosa volviéndola completamente loca. Robin creyó por un momento que colapsaría pues Luffy la estaba dejando sin fuerzas, pero vio como Nami tomaba sus manos y entrelazaban sus dedos para ayudarse a no perder el equilibrio y seguir montando a Luffy, el cual las disfrutaba hasta que no pudieran más.

Nami sintió y vio cómo el cuerpo de Luffy se tensaba, y enseguida supo que el moreno estaba a punto de culminar y ella sabía perfectamente donde lo quería.

-L-luffy… ¿Estás a punto de venirte verdad?- Preguntó Nami como pudo. -Entonces adelante, capitán, lo quiero todo dentro de mí… Oh dios… Lléname como a Robin-

Un par de segundos después, Luffy explotaba dentro de ella inundándola con su semen calienta, que le provocó a la navegante el mayor orgasmo de su vida, y su cuerpo se sacudió violentamente por el placer. Vio a Robin gritar mientras la habilidosa lengua de Luffy salía de ella, y los tres gritaron juntos alcanzando el clímax al mismo tiempo. La morena consiguió caer del rostro de Luffy a un lado vacío de la cama justo antes de que Nami se desplomara en el pecho del pelinegro.

Pasaron al menos diez minutos antes de que ninguno se moviera. Luffy estaba realmente cansado, y Nami permanecía inmóvil encima de él. Luffy miró a Robin y se dio cuenta de que estaba lejos de moverse y que, al igual que ellos, tenía una bonita sonrisa plasmada en su cara. El moreno levantó a Nami con cuidado y se deslizó fuera de ella, y con aun más cuidado, colocó a las dos en lados opuestos de la cama antes de ponerse entre ellas.

Buscó una de las sabanas que había sido expulsada durante la sesión de sexo salvaje de escasos minutos antes, cuando la encontró, estiró una mano, la cogió y les cubrió a los tres con ella. Nami y Robin se acurrucaron contra él cálido cuerpo de Luffy, y él envolvió sus brazos alrededor de las dos.

-Hmm… Luffy…- Susurró Nami y lentamente abría los ojos.

-Luffy…-Habló Robin mientras abría los ojos también.

Ambas mujeres se encontraron en sus brazos y tapadas con la manta que Luffy había puesto sobre ellas, se miraron entre ellas y sonrieron cálidamente.

-¿Todo bien, Nami?- Cuestionó Robin juguetonamente. Nami asintió enfáticamente.

-Nunca he estado mejor- Se rio. -Somos afortunadas, ¿no?- Preguntó la navegante con una amplia sonrisa.

-Sí, de hecho, lo somos- Respondió la arqueóloga con la misma sonrisa.

-Yo soy el afortunado aquí shishishi- Interrumpió Luffy con su clásica sonrisa a lo que Nami y Robin suspiraron tranquilas de que su capitán no cambiara aun con todo lo ocurrido esta noche.

-No quiero volver a nuestra habitación- Dijo Nami haciendo un puchero mientras ambas mujeres se acurrucaban más en Luffy.

-Creo que yo no os dejaría de todos modos- Contestó él apretando a las dos contra su cuerpo. -Ahora ya no tengo ni idea de cómo podía dormir antes sin vosotras a mi lado, creo que nunca había estado tan cómodo como en este momento- Proclamó Luffy con una sinceridad aplastante. -Muchas gracias-

-Somos nosotras las que deberíamos estar agradeciéndote, Luffy. Ha sido maravilloso-Respondió Robin dulcemente para después besarle en la mejilla izquierda.

-Y esperamos que sea así más a menudo- Añadió Nami y le besó en la mejilla derecha.

Las dos se posaron sobre cada uno de los hombros de Luffy, y éste besó a cada una en la frente antes de dormir y tener un bonito sueño que, sin ninguna duda, no podría superar a esta maravillosa noche.


El próximo capítulo no diré su título, quiero que a partir de aquí sea una sorpresa y no dar pistas. De verdad que espero que os haya gustado este capítulo, y os quería agradecer el apoyo que habéis tenido para con este fic, ¡nos vemos en el próximo capítulo!

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