Después de llevar varios días pensando en que regalarte para tu cumpleaños…no se me ocurrió nada suficientemente bueno. Por eso Eva, esta historia es especialmente para tu cumpleaños, hecha para ti y espero que la disfrutes.

Gracias por estar ahí siempre para mí, eres una gran amiga y te aprecio con todo mi corazón.

Viva nuestra telepatía Kwami y nuestro amor por todos nuestros gustos similares.

The Leyend of zelda no me pertenece.

One Life

Capítulo 1: El inicio de todo.

La historia inicio hace algunos años, donde el reino de Hyrule sufrió una terrible calamidad. Después de muchos años de lucha contra el pueblo Gerudo, su líder, Ganondorf el oscuro, había logrado tomar por completo la ciudadela donde estaba el castillo real.

Ese día no solo múltiples vidas se perdieron en una gran guerra que estaba dando final, también la reina, la legítima dueña del trono, murió esa misma noche dando a luz a su legítima heredera al trono.

Desde ese momento, Ganondorf se apodero del trono de Hyrule, comenzando una terrible dictadura de la cual, aun años después, nadie puede liberarse. Muchos que lo han intentado, experimentaron de primera mano el gran poder que era poseedor ese hombre.

Pronto no solo fue la ciudadela, pronto todo el reino temió el poder de ese hombre.

Pero era demasiado tarde…Lord Ganondorf ahora era el poseedor de todo lo que tocaba la luz.

En medio de una enorme habitación, una mujer de piel morena y cabellera roja, observaba confundida a la niña frente a ella, esperando una reacción de su parte…negativa para variar. Pero como de costumbre, esos grandes ojos azules la vieron expectantes de que más pasaría a continuación, sin parecer aburrida por la historia.

Dicha una y otra vez, durante muchos años.

Pero no, la pequeña niña miraba todo alegre de escucharle hablar.

Como de costumbre.

Nabooru soltó un suspiro resignado, mientras se cruzaba de brazos.

La habitación en la que estaban, estaba ubicada en una de las torres más altas del castillo de la ciudadela, el único edificio que conservaba la gloria e imponencia que paso antes de la dictadura de Ganondorf. Esto debido a que era el hogar en el que este vivían ahora. La habitación era enorme, pero al mismo tiempo vacía, con una enorme cama y un tocador en una esquina, lo único diferente era una gran biblioteca de libros que leía la niña.

Solo tenía diez años, pero sin duda era muy inteligente.

Zelda.

La hija legitima de los anteriores soberanos de Hyrule…bueno…algo así. Solo era conocido entre las Gerudo, pero todas sabían que Zelda, era una hija legítima de Ganondorf. Nadie comprendía como ni cuando, pero sin duda esa chica portaba la sangre de su rey y por lo tanto, esa niña era protegida por todas ellas. Muchas decían que durante la guerra, Ganondorf logro capturar a la reina en un intento de negociar la paz, forzándola y dejándola embarazada.

Pero nadie sabía la verdad.

No era algo que su rey fuera a confesar, ni tampoco tenía por qué.

Aunque aun así, Zelda tenía una nula similitud con las Gerudo.

La niña de diez años era de piel blanca como la nieve, ojos de un color azul intenso y una corta cabellera rubia alborotada. Ahora solo portaba un simple pantalón abombado color blanco y un top de diseños azulado. No le gustaba vestir muchos accesorios de oro como ella o ropa muy ostentosa.

Era bastante simple para su edad, pero con una gran capacidad de conocimiento. Su mano derecha siempre estaba vendada al igual que la izquierda, para protegerla de la vista de cualquiera.

— Nabooru— hablo Zelda con voz infantil, trayéndola de nuevo a la realidad.

La niña estaba de pie frente a ella, que estaba sentada en una elegante butaca de la habitación, donde había contado la historia de La Diosa de la arena.

— Que desea su majestad— respondió de forma formal.

La niña frunció el ceño, claramente desconforme con ser tratada de esa forma, pero igual luego se calmó. Probablemente tenía esa duda hace algún tiempo, pero no la había dicho antes.

— ¿Por qué no tengo el cabello rojo o la piel oscura como todos?— pregunto de forma interesada.

Probablemente de no tener su experiencia, su rostro se hubiera deformado en una mueca de incomodidad, pero ella no era así. Había aprendido a controlar sus emociones hace mucho tiempo, con un líder como Ganondorf, le toco experimentar que estar de segunda al mando, era perder parte de su sensibilidad.

Cosa que era difícil al lado de alguien tan inocente como Zelda.

Una niña que no conocía exactamente, como el mundo ahora estaba dividido. Como ella era una pequeña afortunada en vivir con el hombre más fuerte del mundo, sin sufrir las injusticias que todas las otras razas ahora mismo sufrían. Que no era una niña muerta de hambre en las calles, que la gente moría todos los días y que el soberano de ese lugar era alguien sin sentimientos.

Tampoco podía explicarle que ella era la hija de una mujer, que había muerto hace mucho por su reino y que ahora, lo único que quedaba…era un vago recuerdo que a nadie le importaba.

Para Zelda, ella solo era alguien diferente entre ellos, aunque nunca seria parte de ellos.

— Tus genes te hicieron como eres ahora, no es algo que se pueda controlar— musito por bajo una vaga respuesta.

Que claramente no convenció del todo a la niña.

— Pero mi padre es igual que ustedes…yo soy la única diferente— expreso la niña molesta.

Suspiro por bajo antes de ponerse de pie.

— Es hora de su entrenamiento, así que esas preguntas serán respondidas por nuestro señor después— anuncio caminando a la puerta.

Vio a la niña seguirla rápidamente con expresión triste.

— Mi padre nunca quiere verme— índico con aura melancólica.

Eso era verdad.

Ganondorf su señor, no estaba en la misma habitación que la niña, al menos que fuera estrictamente necesario. Incluso comían en horarios diferentes, las pocas ocasiones que se toparon entre pasillos, había ignorado a la niña de forma que parecía no existiera en su mirada. A pesar de eso, Zelda se esforzaba por verlo y hablarle, aunque fuera ignorada.

Por eso hace dos años había empezado a entrenar con las Gerudo, si bien no era necesario que aprendiera a luchar, estaba orgullosa de ver como esa niña aprendía rápido. Sin duda su principal motivo era demostrarle a su padre sus habilidades, pero igualmente era admirable ver a una mujer que aprendía a defenderse por sí misma.

Solo había un problema.

Lo noto cuando al caminar por los pasillos del castillo, la niña miraba por el ventanal con mirada algo triste e incómoda. La ciudadela ya no era aquella hermosa ciudad que ella conoció antes del nacimiento de la princesa. Aquellos altos edificios, las tiendas, los niños y mujeres…eso se había reducido a una ciudad de escombros, gente muriendo y algunos pocos afortunados que lograban mantenerse a pesar de todo este mal.

Una dictadura.

Ganondorf ahora gobernaba todo, aquellos que se opusieran, morirían en una ejecución publica, los que sobrevivían.

Deberían aprender a vivir de sobras.

No es como si Nabooru estuviera muy contenta con aquella injusticia, pero solamente quedaba obedecer a su señor. Aun así, notaba una mirada de anhelo y un alma que deseaba ayudar en el rostro de Zelda. Aunque nunca hubiera salido de las tierras del castillo, era como si algo la guiara fuera de este.

Llegaron a la parte baja de la estructura, en donde antes había un gran campo libre, ahora estaba lleno de tiendas y diferentes lugares donde dormían su familia. No es como si el castillo tuviera pocas habitaciones o hiciera falta, simplemente era su tradición quien les encantaba vivir en un lugar así.

Extrañaba a veces el desierto, su hogar, sus costumbres y rutinas.

Pero ahora este era su hogar.

Varias Gerudo saludaron amablemente a Zelda cuando esta pasaba, la niña sonreía con amabilidad y contestaba con gran elocuencia a las preguntas de las demás.

Todas eran similares por supuesto, cabellera roja (corta, larga, rizada, peinados diferentes) piel morena y ropa bastante independiente. No era nada similar a la ropa de los Hylianos, quienes eran unos inútiles y menospreciaba por su simple existencia. Aun recordaba la toma de la ciudad, como unos desgraciados intentaban huir con su dinero o dejar a otros morir, ellos probaron rápidamente el filo de su espada, sin importarle que fueran políticos o aristócratas.

Morirían por el simple hecho de no merecer vivir.

Llegaron a un campo de entrenamiento del castillo, que probablemente antes debió ser para su ejército, pero que no había servido de nada contra ellas….junto una gran cantidad de monstruos que su señor había invocado. El ejército ni siquiera había tenido la menor oportunidad de sobrevivir, menos debido a la ausencia de los sheikah.

Noto a unas dos Gerudo curiosas viendo todo con interés, era más que evidente que el crecimiento de Zelda era visto con gran curiosidad entre todas.

Siempre habían sido solo Gerudo.

Si bien Zelda era ahora la mitad de una de ellas, era aún alguien de afuera, pero cuyo talento, era una interesante sorpresa.

Rápidamente la niña se impulsó con rapidez y agilidad, junto con un pequeño cuchillo en sus manos, que esquivo sin mucha dificultad. Pero noto admirada y con un poco de orgullo, como la niña había mejorado su salida y su puntería, tal como le había aconsejado la última vez.

Zelda no era un gran oponente para luchar, simplemente era una niña que intentaba encestar algún golpe, fallando de forma fácil. Pero sus ojos llenos de determinación, esos músculos que comenzaban a marcarse a la hora de hacer algunos movimientos y su tenacidad.

Eran un indicador, que en el futuro sería una digna oponente.

Los cuchillos y espadas no eran su fuerte sin duda, por eso intentaba entrenarla bastante con ellos. Había notado como una vez usando un florete, la niña noto una gran facilidad para aprender, al igual que una puntería casi perfecta con el arco.

Era un pequeño diamante que debía pulirlo.

Ella como su nodriza pensaba hacer de Zelda una experta guerrera.

Unas dos horas después, cuando noto a la niña tirada en el suelo, con sudor y apenas respirando. Alzo la vista con curiosidad a una ventana del castillo, notando a su señor viendo intensamente en su dirección. Había notado aquello hace algunos minutos, pero este siguió viendo el transcurso del entrenamiento con seriedad.

Estaba viendo a Zelda con esos ojos dorados llenos de muerte.

Sintió un escalofrió cuando este se giró y continuo su camino.

Suspiro al sentirse libre de esa mirada, antes de voltear a ver a la princesa, exigiéndole que se pusiera de pie.

.

Cuando Ganondorf se posiciono en el trono, no solo los Hylianos sufrieron las consecuencias, el próspero reino de Hyrule, poco a poco se fue derrumbando para dar el nacimiento de uno nuevo. Uno más oscuro y lleno de terror, que provocarían que cada ser viviente, entrara en una nueva etapa de su vida.

Aprender a sobrevivir.

Link no comprendía que pasaba en ese entonces, cuando nació apenas la guerra estaba iniciando, tenía tan solo tres años cuando Ganondorf se apodero del poder. Así que cuando veía a sus padres preocupados en su hogar, no entendía que pasaba. Para el niño todo era simplemente, la vida que había vivido.

No conocía otra.

Siempre pasaba dentro de su hogar en Ordon, en la región de Latoan. Era un reino que comenzaba a prosperar, no era tan grande como la ciudadela (Según contaba su padre) pero era bastante enorme para todos a comparación de sus inicios. Había escuchado historias de como ese lugar hace siglos fue un pequeño pueblo, que ahora era una ciudad.

Una ciudad importante para el reino de Hyrule, por lo tanto, un lugar que rápidamente fue atacado por Gerudo y monstruos para tenerlo en control.

Link no sabía que Ganondorf ahora era el dueño de todo, tampoco entendía mucho de eso.

Solo era un niño.

Pero cuando vio en primera fila con cinco años, como su padre fue colgado frente al pueblo, por actuar como médico y salvar la vida de una niña, sintió algo dentro de él.

Era imposible para un niño odiar, pero ese día, algo dentro de él se rompió. No era el llanto de su hermana a su lado, tampoco el que su madre estuviera débil de salud y ese día, al ver la muerte de su esposo, una parte de su esperanza se apagara.

Era algo diferente…era un…

¿Por qué?

Había algún motivo para ese sufrimiento, para haber vivido dos años en escasas dificultades, para que de la nada mataran ahora a su padre, poniéndolos en un aprieto más grande.

Tampoco cuando al tener siete años, su madre murió de una terrible enfermedad que se avecino en la ciudad. Dejándolos a él y su hermana menor, abandonados en la calle. Apenas sobreviviendo en un mundo donde la oscuridad estaba a todas horas, donde la maldad era libre y todos debían aprender a sobrevivir.

Muchas veces soportaron hambre, era difícil conseguir comida y habían aprendido a vivir bajo un puente. Debían luchar contra otra gente mayor que también estaba muriendo y tenía hambre. Pero él no podía aceptar su destino y dejarse morir.

Su hermana pequeña estaba a su cuidado.

Su padre había muerto.

Su madre también.

Él no la abandonaría.

Así que ambos habían aprendido a sobrevivir poco a poco en las calles, sabían cómo robar comida de los mercados, tenían algunas prendas para los inviernos y para su suerte, cazar no le fue tan difícil. Solían comerciar algunos animales pequeños para conseguir otros materiales importantes.

La vida en las calles era difícil, aterradora y cansada…pero una parte dentro de él se negaba aceptar el camino fácil. Aun cuando había visto otros niños (igualmente abandonados o solos) dejarse llevar por los hombres o mujeres de la ciudad y vender su cuerpo por unas cuantas monedas.

Se negaba aceptar ese destino tan pobre, aún tenía algo de orgullo y mucho menos dejaría a su hermana pasar por eso.

Cuando él cumplió doce años, ya estaba acostumbrado a las calles con gran facilidad, era alguien con mañas y uno de los mejores ladrones de Ordon. Había logrado obtener una pequeña cabaña a las afueras de la ciudad y dentro del bosque, donde vivía con su hermana una vida…relativamente bien. Si hablaba de la gente que había visto morir en las calles por hambre o maltratos, era una vida bastante aceptable.

Algunas veces se dormía con el estómago vacío, pero se debía aguantar y esperar que el siguiente día fuera mejor.

Ordon no era la ciudad que de niño pudo vivir, ahora era una gran cantidad de edificios en ruinas, prostíbulos y peleas ilegales por doquier. Las personas morían en las calles, las tabernas estaban llenas de bandidos y la droga no era raro en esos lugares.

No es como si el consumiera algo de eso, pero, estaba acostumbrado a que lo rodeara.

Entro a una taberna ignorando como una mujer estaba siendo casi violada en una esquina, no es como si pudiera hacer algo. Era el segundo al mando del pueblo, solamente Zant lograría controlarlo, enfrentarse a ese sujeto era muerte segura.

Una parte dentro de él sintió lastima por esa mujer, pero no pudo más que suspirar y sentarse en la barra colocando una bolsa en la mesa.

El cantinero era padre de una vieja amiga, además de ser un buen amigo de sus padres cuando estos vivieron. Durante muchas ocasiones lo había ayudado y gracias a personas como él, pudo evitar llegar al mundo aún más bajo de ese lugar.

— Gracias por traerlo Link, Malon estará contenta de tener carne para esta noche— hablo Talon tranquilamente sirviendo otra cerveza.

En otro tiempo ese hombre era el dueño de una prospera granja, pero ahora…si bien mantenía aun un poco de su tierra original, para poder sobrevivir tuvo que hacer esa cantina de mala muerte.

Pero había visto igual durante sus años de vida, a hombre buenos morir como perros.

— Saluda a Malon— comento vagamente en voz muy baja desenado salir de ahí corriendo.

Podía sentir a la chica gritar por ayuda, porque alguien la salvara.

Pero ya había visto muchas veces eso, como nadie ayudaría, como debería aceptar su destino. Volga era un poderoso mago de fuego, que reduciría a cenizas a quien quiera que se opusiera a él. No tenía nada que hacer en ese lugar, pues no podría ayudar a esa mujer.

Ambos morirían.

Igualmente, sus puños estaban apretados en puños y deseo partirle la mandíbula.

Quiso hacer algo.

De la misma forma que quiso hacer algo cuando vio a su padre morir en la horca.

Pero justo antes de hacer alguna estupidez, por la cual se arrepentiría probablemente más tarde y su hermana también. Un encapuchado había pasado a su lado, que probablemente había estado sentado en alguna parte de la taberna, usando un golpe con su pierna para tirar a Volga al otro lado del lugar.

Quedo impresionado, como casi todos en el lugar.

Volga era enorme, con una gran armadura y una larga cabellera rojiza. Su armadura era igual de tonalidades rojas y portaba una especie de cráneo de dragón en su cabeza.

Era un sujeto sumamente fuerte.

Y temperamental.

Noto rápidamente como varias personas salieron corriendo del lugar, temiendo por daños colaterales, él en cambio tiro a Talon de espalda para que evitara la gran llamarada que Volga soltó de forma intencional. Su brazo recibió la quemadura, pero no le importo, ya que sus ojos se mantuvieron fijos en aquel encapuchado que esquivo el ataque fácilmente.

Antes que sin ninguna piedad, diera un puñetazo en la cara de Volga, mandándolo a volar por la ventana y rompiéndola junto con parte de la pared.

Era demasiado.

Impresionante y extraño de ver un acontecimiento así. Desde que tenía memoria, todo aquel que mostraba una mínima rebelión contra los hombres de Ganondorf, tenían muertes humillantes en público que dejaban a otros, con menos ganas de cometer una tontería de ese tipo.

El encapuchado puso una pequeña bolsa con monedas en la barra.

— Siento los daños, esto pagara por todo— musito una voz grave, pero con toque femenino.

Una chica.

Bueno.

Mujer.

Una mujer había hecho eso.

Atraído por todo lo sucedido, se acercó a la ventana para ver como afuera la batalla se reanudaba. Talon intento arrastrarlo lejos de la ventana.

Pero sus ojos vieron asombrados, como el encapuchado esquivaba con facilidad los ataques violentos de Volga. Que este estuviera algo tomado de licor, tampoco era de mucha ayuda para hacer la batalla interesante. Donde el encapuchado esquivo algunos golpes ágilmente por unos minutos, antes de usar sus dos piernas y dejar inconsciente a Volga.

Ninguno de los curiosos aplaudió, nadie mostro emoción y todos huyeron del lugar.

Nadie quería verse involucrado, pues cuando Zant se hiciera cargo, todos pagarían caro.

Pero no le importo eso, ni las advertencias de Talon de no hacer nada estúpido. Corrió con fuerza para seguir al encapuchado, a una parte cercana a la salida del pueblo.

Este se detuvo y volteo a verlo de reojo.

— ¿Necesitas algo?— cuestiono con voz carente de emociones.

Intento acomodar sus pensamientos, para no decir nada tonto sobre alguien tan interesante como esa persona.

—¿Cómo te hiciste tan fuerte?— pregunto emocionado.

No es como si fuera muy hablador, entre su hermana y él, su hermana menor era la que solía hacer tema de conversación y mantener una parte extrovertida de su familia. Él en cambio era como su madre, quien solía ser una mujer calmada y que no hablaba mucho, pero en esta ocasión, esos movimientos de batalla, esa forma de revelarse contra su autoridad.

Fue simplemente…esplendida.

Vio al sujeto verlo detenidamente unos instantes, antes de bajarse lentamente la capucha.

Su piel era morena, como había escuchado que era la de las Gerudo que ahora estaban en la cima de la ciudadela. Pero su cabello era blanco y corto, excepto por un mechón largo y atado con varias tiras de colores oscuros. Sus ojos rojos y rasgos poco femeninos, le hicieron abrir sus ojos incrédulo.

Era una mujer.

Pero tenía una fuerte aura imponente.

— Estaba buscando a personas…pero pensé que no había nadie que aun conservara algo de…valor— musito con ojos inexpresivos.

Él en cambio no comprendía, que estaba frente a Impa, una mujer Sheikah y de las principales cabezas de la resistencia.

Y que pronto él estaría envuelto en ese mundo luchando por sus deseos de libertad.

.

Esta es la historia de Hyrule, pero no solo de su reino y como todas sus razas debían unirse para luchar contra su opresor. Se trataba sobre la historia que envolvía al próximo héroe y la poseedora de la trifuerza de la sabiduría.

Como nuevamente iniciarían un círculo al igual que sus anteriores vidas pasadas, para acabar con el mal que se ceñía sobre las tierras.

Pero esta vez era diferente, pues ahora la princesa y el héroe no estaban en un mismo bando. No estaban juntos para luchar contra el portador de la trifuerza del poder.

Ya que ambos en esta ocasión, serian enemigos.

Lo cual sería el primer indicador, que este círculo que se repetía a través de tantos años, estaba por dar un cambio a la historia en general.

Continuara…

Este universo está ubicado después de todos los juegos de Zelda, aunque guardara un gran parecido con algunas cosas del nuevo Zelda que está por salir para wiiu y Nintendo switch.

Espero esta historia les interese y que les gustara.

Nota:

Por si no lo saben en mi perfil tengo un link de mi página en Facebook donde publico mis actualizaciones y donde chateo con los chicos sobre temas de anime, manga, juegos, libros, series…etc por si alguno quiere comunicarse conmigo o visitar un rato para conocerme mejor.

Sayonara sexys lectores.