Lo aprendí de ti


El sonido de las patas de Epona resonando contra la madera del puente que conducía hacia Ordon rompía con el cómodo silencio en el que Rusl y Link habían estado caminando durante todo el trayecto, regresaban de cortar y recoger leña, misma que Epona ahora llevaba sobre su montura, el invierno estaba próximo y ellos ayudaban a los habitantes que no podrían conseguirla por su cuenta para que estuvieran preparados, habían estado haciendo esto por varios días.

Rusl lo observaba cuando él no se daba cuenta, no es que fuera muy difícil, la mayoría del tiempo Link estaba sumido en sus pensamientos, a veces tenía que hablarle varias veces para sacarlo de su distracción, y él creía saber la causa de ello "Habla con él, estoy muy preocupada y sé que tú también, además ¡es una orden!" recordaba el diálogo que se había vuelto tan repetitivo en su esposa, pero aunque quisiera ayudar no estaba seguro de que lo que pudiera decir ayudaría realmente o solo empeoraría la situación. Miró hacia el cielo teñido de los colores naranjas del crepúsculo e inhaló profundamente, queriendo obtener con ese acto la confianza para comenzar a hablar —Deberíamos detenernos en la fuente, Epona necesita refrescarse— parte de ello era verdad, pero sus verdaderas intenciones eran detenerlo para poder hablar con él sin las interrupciones que los aldeanos podrían causar, Link asintió en silencio, afirmando con movimientos ligeros de cabeza.

Mientras Epona tomaba agua Link se sentó en la arenilla de la orilla, el agua de movimientos ondulantes cerca de sus pies se volvieron el foco de su atención, apoyó uno de sus brazos en la rodilla que flexionada y dejó escapar un suspiro, Rusl se sentó junto a él y por unos momentos no dijo nada.

—Link… Uli, bueno quiero decir Uli y yo, verás— Rusl detuvo su discurso que no estaba saliendo para nada como lo había pensado tantas veces.

—Sé lo que intentas decirme— dijo sorprendiendo a Rusl - Lamento hacer que se preocupen por mí. Pero no deben hacerlo, estoy bien— contestó Link, él estaba dispuesto ahora de contar lo que tanto había mantenido para sí todo ese tiempo.

—Esa chica, Hylia, bueno Zelda, aunque solo traté con ella un par de veces parece que es una chica muy agradable.

— Incluso siendo una princesa lo es, en definitiva.

—¿Eso es lo que te tiene así?, el hecho de que ella sea una princesa.

—¿por qué no me lo dijo desde un inicio? ¿por qué no me tuvo la suficiente confianza para decírmelo?

—¿Tu trato hacia ella hubiera sido el mismo si ella te lo hubiera dicho? Tal vez no, tal vez eso era lo que ella no quería.

Link meditó aquello por unos instantes, sin duda saberlo no hubiera evitado que él se fijaría ella, pero tal vez y como bien lo decía Rusl la forma en que él la trataba hubiera sido diferente, quizá su comportamiento hubiera sido más cauteloso, anteponiendo siempre la cortesía.

—Aunque he de admitir que una parte de mí siempre lo supo, simplemente no lo quería aceptar, porque de hacerlo me golpearía la realidad inminente, yo soy un simple campesino que no está a su altura; aceptar la verdad significaba también renunciar a ella y yo no quería hacerlo, incluso ahora no puedo hacerlo. Desde el momento en que ella sin darse cuenta me dijo que su nombre no era Hylia y que era la princesa yo le creí pero preferí la hermosa mentira que ella interpretaba, una Hyliana proveniente de la ciudadela era más simple de aceptar que una princesa que se escondía de quién sabe las diosas qué— a pesar de la melancolía de sus palabras una sonrisa se formó en las comisuras de sus labios ante el recuerdo de aquella noche en la que ella intentaba con palabras y movimientos torpes hacerle entender que era la princesa —no me duele que no me lo dijera de frente porque indirectamente lo hizo, me duele el simple hecho de que es verdad y esa es una realidad a la que yo no me puedo afrontar, yo no soy nadie para reclamar el amor de una princesa.

Rusl consideró sus palabras antes de responder—Ella fue capaz de ver lo que tú vales, no eres un noble es cierto, pero ella lo sabía y no le importaba, se enamoró de ti, y no de un título que pudieras o no poseer. Quizás ahora estás confundido, y no prestaras atención a lo que te voy a decir, pero por favor no lo olvides; ella pudo haberte ocultado su nombre y negarte su linaje, pero algo me dice que la chica que tu conociste, de la que te enamoraste, siempre se mostró autentica, te mostró lo que era, sin la frivolidad que siempre debe imponerle la sombra de un título, un amor sincero, eso es lo que creo – Link reflexionaba lo que Rusl le acababa de decir —Mañana iré al castillo para regresar el caballo de la princesa, si así lo deseas podrías ir conmigo.

—soy un cobarde Rusl, no tendría caso que te acompañara, solo provocaré que la herida que le causé y que me causó vuelva a sangrar. Hace dos días salí de Ordon con la firme determinación de ir a buscarla al castillo, tonta y egoístamente deseaba traerla de nuevo conmigo, ella me dijo que me amaba, y yo la amo más de lo que mis palabras le podrán expresar jamás, pero este no es un cuento donde una princesa pueda estar con un campesino y hay cientos de cosas que nos separan, regresé ese día con la ilusión de tenerla a mi lado de nuevo completamente rota. Estaré bien eventualmente y ella lo estará también, olvidarnos es lo mejor.

—Si cambias de opinión, mañana puedes ir al castillo conmigo— Link solo asintió.

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Castillo de Hyrule

—Están tardando demasiado ¿no lo creen? – Ravio pronunciaba las palabras de manera apresurada, tanto que se trababa por intentar hablar tan rápido, evidentemente nervioso y ansioso— ¿Debería entrar? porque quiero hacerlo, yo debería estar ahí con ella, apoyándola— los otros presentes en la antecámara de Hilda lo observaban caminar de un lado a otro, moviéndose con torpeza y peinándose el cabello con frecuencia, tanta que la mayoría de este ya estaba desordenado —diosas me estoy volviendo loco.

La madrugada de ese día Hilda fue sorprendida por unas fuertes contracciones, cada vez más fuertes y frecuentes mientras avanzaban las horas, era evidente que entraría en trabajo de parto y a diferencia del comportamiento ansioso de su esposo ella se había mantenido relativamente tranquila durante todo el proceso. Las enfermeras que la atendían al ver a Ravio tan asustado lo sacaron de la habitación, aunque él trató de resistirse —ella no necesita que la asustes, espera afuera— le dijo una de las enfermeras de edad avanzada y voz grave antes de sacarlo de la habitación y cerrarle la puerta en las narices, desde entonces su desesperación no había más que incrementado.

Aunque Ravio era el único de pie en la habitación yendo de un lado a otro no era el único preocupado, Zelda notaba a su padre en un estado similar, tratando de mantener las emociones contenidas y que solo se notaban en el constante movimiento de su pierna flexionada de un lado a otro y su mano apretada y rígida contra su mandíbula.

—¿cuánto tiempo ha pasado? — le preguntó el futuro padre sin despegar la mirada de la puerta, al otro lado se escuchaban las órdenes de la enfermera que lo había sacado incluso sobre los gritos de esfuerzo de Hilda.

—cómo dos minutos desde la última vez que preguntaste— no intentaba ser sarcástica, era la verdad y Zelda lo sabía porque también ella estaba muy al pendiente del tiempo, llevaban muchas horas esperando hasta ese entonces y la enfermera solo salía de vez en cuando para decir que aún faltaba tiempo, mirar constantemente el reloj aunque solo incrementaba su ansiedad era algo que no podía dejar de hacer.

—Voy a entrar— dijo con determinación acercándose a la puerta, tomando una inhalación audible y acomodando su postura como quien intenta demostrar valentía; estaba a punto de abrirla cuando del interior se escuchó un intenso grito de dolor de parte de Hilda que causó que todo el color desapareciera de su rostro y se quedara pálido e inmóvil frente a la puerta. Incluso Zelda se levantó de su lugar, con las manos juntas en su boca, al echarle un vistazo a su padre se dio cuenta de que él parecía retener la respiración.

Luego fueron unos segundos de silencio que a los presentes les parecieron eternos antes de escuchar el llanto vigoroso de un recién nacido, así como estaba, sin moverse ni parpadear siquiera un par de lágrimas resbalaron por las mejillas de Ravio. Ahora era un padre.

La enfermera que salió para dar la noticia de que todo había salido bien y que el bebé nació sin complicaciones se topó con la figura inmóvil de Ravio frente a la puerta —¿qué crees que estás haciendo? entra de una vez— lo jaló del brazo para sacarlo de su estupor —su majestad está bien no se preocupen, solo debe descansar un poco— comentó a Zelda y a su padre antes de cerrar la puerta nuevamente.

El llanto del recién nacido llenaba la habitación mientras las enfermeras se encargaban de bañarlo y cambiarlo; Ravio se acercó a Hilda y se sentó en la cama junto a ella tomando su mano entre las suyas, estaba exhausta, con los ojos cerrados y el cabello pegado en su frente por el abundante sudor, él comenzó a acariciarle el cabello suavemente acomodándolo en su lugar, besó su frente y sus mejillas antes de besarla sutilmente los labios, beso que ella apenas correspondía —lo hiciste excelente amor— por último depositó un beso en el dorso de su mano.

—Ve a conocer a tu papá— le decía con ternura una de las enfermeras más jóvenes entregándole a Ravio el pequeño cuerpo envuelto en cobijas rosas —es una niña.

Era la primera vez en su vida que él sujetaba un bebé, intentaba hacerlo con delicadeza, pero su postura rígida exponía el miedo que sentía de hacer algo mal. Sonrió abiertamente al ver la pequeña carita sonrojada —Por las diosas, eres perfecta— eran las únicas palabras que acudían a sus pensamientos en ese momento. Las lágrimas de emoción acumuladas se desbordaron al sentir en sus brazos a su pequeña hija.

—¿Ella está bien? — preguntó Hilda débilmente.

—Lo está— le dijo mientras se recostaba a su lado en la cama. Estuvieron así todo el tiempo hasta que nuevamente le pidieron a Ravio que saliera, dejaron que llevara a su hija consigo para que su abuelo y su tía la pudieran conocer.

—Es una hermosa princesa— dijo con una resplandeciente sonrisa al salir de la habitación, Zelda se acercó inmediatamente, él tenía razón, aquella pequeña inspiraba ternura apenas la mirabas. Con cuidado se la entregó para que ella la pudiera abrazar.

—Eres una cosita linda— decía Zelda emocionada, sonriendo abiertamente al ver a su sobrina, Ravio sonreía orgulloso también hasta que sintió una mano pesada sobre su hombro y por un momento su sonrisa se desvaneció, Zelda apretó los labios con fuerza intentando reprimir la sonrisa que le causaba aquella escena, su padre se colocó a espaldas de Ravio por lo que él no podía ver como la sonrisa se desvanecía y lentamente su expresión cambiaba a una de miedo, como un niño asustado cuando se sabe en problemas, pero a diferencia de lo que pudiera pensar que diría las palabras y el tono de la voz del monarca fueron para nada agresivas –felicidades Hijo— le dio un par de palmadas antes de retirar su brazo y salir de la habitación.

Al ver la cara tan aterrada de Ravio por el contacto de su padre Zelda soltó una pregunta que hasta ese momento no se le había ocurrido — ¿Mi padre lo sabe?

Ravio entendió perfectamente a lo que se refería y respondió sin dudar—Sí, Hilda se lo dijo cuando se enteró que estaba embarazada.

Zelda se sorprendió, en ningún momento su padre había hecho alusión al tema, y si no se lo hubiera dicho Ravio ni siquiera sospecharía que lo sabía, más tarde tendría que preguntarle a Hilda los detalles.

Las campanas replicaron temprano ese día, anunciando a la población de la ciudadela que la joven reina había dado a luz a su primer heredero.

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Kakariko

—¿Entonces Link sigue molesto contigo? — Dan caminaba junto a Ilia, ayudándola a cargar los jarrones listos para vender que llevarían a entregar. Cada vez que Dan podía procuraba ayudarla, muchas veces incluso iba por ella hasta Ordon cuando sabía que tenía que entregar los jarrones y así el transportarlos no se le dificultaba tanto, pero en las últimas semanas lo había estado haciendo con mayor frecuencia, incluso algunos de los que ahora entregarían los había hecho él. Sabía que cuando Link podía dejar sus tareas en el rancho él la ayudaba, pero con todo lo que pasó entre ellos estaba seguro de que Ilia se sentía más cómoda con él por ahora, y por su puesto el haría todo lo posible por ayudarla, no solo con los jarrones, a mejorar su estado de ánimo también.

—Después de que le conté la verdad estoy segura de que me estuvo evitando por algunas semanas, pero estos últimos días y poco a poco hemos estado conversando más y tratándonos como siempre lo hemos hecho, aunque tardará un poco sé que retomará la confianza en mí de nuevo— entraron a la pequeña tiendo donde dejaron los jarrones, interrumpiendo la plática que estaban teniendo y que mantenían desde que salieron de Ordon.

Una vez que entregaron el pedido caminaron en silencio hasta la fuente del espíritu donde unos pequeños peces nadaban y un par de gallinas flotaban cómodamente en el agua clara.

Ilia notó al instante que el semblante de Dan cambió de un momento a otro, como si la duda invadiera su mente y un silencio para nada incómodo se prolongó por un largo tiempo.

—¿puedo hacerte una pregunta? – Dan habló casi tímidamente, algo inusual en su expresiva personalidad —aunque no quiero que te sientas obligada a responderme, si no lo quieres hacer tienes todo el derecho a ignorar mi pregunta— Dan se aclaró la garganta después de decir aquello y su semblante sonriente se tornó ahora más serio.

—De acuerdo puedes preguntar— contestó ella sonriendo al ver como la timidez se apoderaba de él.

—Tú, bueno, yo quiero saber si tú… ¿estás enamorada de Link? — estaba cada vez más nervioso, preocupado por cruzar la línea de su privacidad —olvídalo no tienes por qué decirme nada, perdona mi atrevimiento — se disculpó por su atrevimiento

Ilia meditó la pregunta por un momento, pensando en que responder a un cuestionamiento tan directo que antes le hubiera provocado quedar sin palabras por la pena, pero tratándose de Dan, con quien había formado una buena relación de confianza se sintió cómoda para responder honestamente —Sería tonto negarlo, parece que era demasiado obvio, incluso mi padre se daba cuenta y solía decir que algún día yo me casaría con él y juntos dirigiríamos la aldea, y para ser honesta yo también pensaba de esa manera, estaba casi segura de que eso sucedería— Ilia se acercó al caballo de Dan y cuidadosamente comenzó a acariciar las crines marrones. Su voz parecía melancólica cuando continuó hablando – y entonces esperé, esperé pacientemente que él se fijara… en mí, en los sentimientos que yo le ofrecía. Entonces cuando apareció ella— su diálogo se tornó ausente – y solo entonces me di cuenta de que Link nunca podría verme como la miraba a ella, ni podría yo hacerlo sonreír de aquella manera tan radiante, esa sonrisa que yo nunca lo vi esbozar por mí y que hacía por ella; y eso me dolió como no tienes idea, me había formado tantas ilusiones, me había convencido de que él me amaría y de repente todo se desboronó, lentamente y ante mis ojos mi fantasía de amor se encontraba con la realidad que tanto me negaba creer… Link no me quería, al menos no de la forma que yo esperaba y tampoco lo haría. Ahora me doy cuenta de ello y deseo encontrar a una persona para la cual yo pueda significarlo todo y que vea lo que soy, que me vea a mí. Observándolos a ellos aprendí que el amor nacerá sin que tenga que forzarlo ni planearlo— Ilia sonrió débilmente, era la primera vez que decía tan abiertamente a alguien lo que sentía respecto a Link.

Dan se movió para quedar frente a ella y tomó las manos de Ilia entre las suyas antes de continuar—Te puedo asegurar que hay alguien que siempre ha visto lo que hay en ti— al principio Dan evitaba verla a los ojos, miraba con atención las manos que sostenía entre las suyas, no fue hasta que ella pronunció su nombre que sus ojos se encontraron con los de ella, no había vuelta atrás, acababa de decirle lo que muchas veces su cobardía le impidió hacerlo —Yo te quiero Ilia.

Ni siquiera recordaba el momento en que comenzó a enamorarse de ella, ese sentimiento de alegría que despertaba cuando la veía parecía formar parte de sus emociones desde siempre.

—cada vez que te veía y haciendo uso de toda mi fuerza de voluntad tenía que aguantarme las ganas de decirte que me gustas, pero ahora parece que esa fuerza de voluntad ha llegado a su límite, te quiero, te quiero, incluso me atrevería a decir que te amo.

La realización de las palabras de Dan convirtieron la expresión de Ilia en una de extrema sorpresa, sus labios se abrieron en una audible inhalación y sus mejillas comenzaron a tornarse de un rojo intenso tal y como le sucedía a Dan que la miraba fijamente con su rostro de suaves características y pequeñas pecas completamente rojo.

—A la única que he visto siempre es a ti.

—Dan…— el corazón de Ilia se sobresaltó, ahí estaba, en ese instante los ojos azules de él le regalaban esa mirada, esa con la que tantas veces soñó que la vieran, él ahora la miraba con amor.


Castillo de Hyrule

Zelda apartó con las manos los libros sobre la mesa para poder apoyar en la superficie sus brazos doblados, recostó su cabeza sobre ellos y cerró los ojos. No estaba disfrutando para nada la lectura que comenzó apenas unos minutos antes incluso había dejado de entender lo que decían las palabras y solo las había estado leyendo monótonamente sin fijarse en su significado. Mientras intentaba leer a su memoria llegaban sin cesar recuerdos de Link y después de eso aquel libro se había convertido en un montón de palabras sin sentido.

Aún entre aquel sentimiento de dolor esbozó una sonrisa al recordar la ocasión en que ella le hablaba de la historia de Hyrule, estaban sentados plácidamente bajo la sombra de un árbol, ella casi recitando repetía emocionada fragmentos enteros de su libro favorito: la creación de la tierra bendita, las tres diosas, un reino en el cielo, una tribu de silenciosos y hábiles guerreros, relatos que él escuchaba en silencio y que preguntaba de vez en cuando porque los hechos lo confundían.

Debe ser grandioso ser el héroe que vence al mal.

No, no debe serlo, es peligroso.

Sin duda yo lo haría, y tú serías la sabia princesa que me acompaña en la aventura.

Zelda soltó un suspiro de exagerada resignación—Me temo que no me quedaría más remedio, sin mí lo arruinarías todo— Link rio abiertamente ante su comentario

Y yo que pensé que tenías más confianza en las habilidades de este ranchero— ahora fue ella quien dejó escapar una risa al escucharlo decirse ranchero tal como ella lo hacía.

—Alteza— después de unos minutos de estar llamando sin obtener respuesta de la princesa uno de los guardias abrió la puerta de su habitación solo lo suficiente para que la mitad de su cuerpo se asomara en la estancia —Alteza— repitió al no recibir respuesta.

—¡¿Qué?!— su respuesta sonó más molesta de lo que era su intención, pero aquella persona que la llamaba era tan importuna, justo ahora su mente rememoraba la noche íntima que ella y Link y compartieron, era un recuerdo tan fresco que fácilmente se convertían en sensaciones.

—Un campesino de Ordon ha venido, la está esperando en los jardines, dice que viene a entregar su caballo— tan pronto como aquel guardia terminó de hablar Zelda se echó a correr hasta los jardines principales, los dos guardias que custodiaban su puerta corrieron detrás de ella.

Link estaba ahí, había ido al palacio, la sonrisa en su cara no podía ser más radiante. Maldijo el estar usando un vestido tan pesado que le impedía correr más rápido, incluso sujetándolo con ambas manos la tela que caía sobre sus rodillas le molestaba y las zapatillas tampoco estaban ayudando, estuvo a punto de caer en una ocasión al pisar mal en las escaleras pero se negaba a reducir la velocidad para no perder tiempo. Se detuvo solo un instante y sin cuidado se quitó una de aquellas molestas zapatillas lilas.

–Princesa espere— alcanzó a escuchar a los guardias quienes la seguían de cerca y se detuvieron para recoger los zapatos lanzados descuidadamente en el piso de mármol.

Ella ni siquiera les prestó atención, siguió corriendo hasta que alcanzó a ver la luz del sol entrando sin filtros en la puerta principal del castillo. Se detuvo justo en el inicio de las escaleras de la entrada, con la respiración agitada por la carrera y su cabello fuera de lugar.

Ahí, justo al final de las escaleras estaba Ly, impaciente al reconocer los jardines del castillo, sabiendo que un poco más adentro se escondían las cómodas caballerizas y el delicioso alimento al que estaba acostumbrado.

Pero el hombre que lo llevaba no era quien ella esperaba ver.

Rusl desmontó a Epona cuando la vio aparecer haciendo la reverencia que por protocolo correspondía al estar frente a la princesa —Buenos días princesa, le he traído a Ly— Rusl la saludó, dándose cuenta inmediatamente de la decepción de la princesa por no ser quien ella esperaba ver.

—Gracias— dejó caer las faldas de su vestido que había estado sosteniendo con los puños fuertemente apretados.

Los guardias pronto estuvieron tras ella respirando agitadamente por la carrera. Uno de ellos se acercó con la intención de ayudarla a calzar sus zapatillas, pero ella lo rechazó con la mano mientras hablaba con Rusl.

—Ashei acudió a la aldea hace unos días para llevarles una recompensa por sus valientes actos, su ayuda fue de vital importancia para que yo estuviera a salvo. Regresó sin embargo con la noticia de que la habían rechazado.

—No necesita recompensarnos alteza, hicimos lo correcto y para hacerlo no se necesita ser apremiado.

Zelda sabía que no los convencería de aceptar la recompensa, pero estaban en marcha ya algunos preparativos para hacer llegar a kakariko materiales de construcción y mano de obra, una clínica en aquellos lugares tan remotos sería más que necesaria y agradecida por los habitantes. El recuerdo de ver sufrir a Beth a causa del envenenamiento que sufrió fue el origen de aquella decisión, y ya que Rusl y Link se negaban a recibir dinero esa sería la forma en que la corona mostraría su gratitud.

—Link— dijo ella con inseguridad —¿Cómo está él?

Rusl notaba a la perfección la tristeza en su mirada, y le daba la impresión que era la que había mantenido todos estos días —Él se siente como usted alteza.

Zelda se quedó en silencio ante aquella respuesta.

Sin saber que más decir Rusl se despidió con una reverencia, gesto que ella imitó sin ánimos. Lo observó hasta que salió por la puerta principal y después bajó las escaleras hasta que estuvo cerca de Ly para abrazarse de su cuello.

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—¿La viste? — preguntó Link ansioso tan pronto como vio a Rusl llegar a Ordon, estuvo en el pequeño puente que cruzaba el río de la aldea por horas, incapaz de moverse, con el corazón ansioso y su mente inundada de pensamientos contradictorios, ir con Rusl parecía tan correcto como la decisión que había tomado de no hacerlo.

—Sí— comentó Rusl un poco afligido, desmontando a Epona que conociendo el camino hacía el rancho comenzó a andar sola.

— ¿Y? ¿Cómo estaba?

—Si hubieras visto la cara de decepción al no verte ahí estoy seguro de que se te hubiera partido el corazón.

—El corazón y hasta el alma se me partió desde el día en que me despedí de ella en el castillo.


Castillo de Hyrule

Un mes después

Zelda mecía con cuidado la cuna de madera, su mirada todo el tiempo en el interior de esta, envuelta en sus suaves mantas rosas su pequeña sobrina profundamente dormida. —Es hermosa— le dijo a su hermana que las observaba desde el sofá donde descansaba.

—Sí que lo es. Aunque todo el proceso haya sido toda una locura y el parto ni se diga— Hilda se levantó con cuidado y caminó despacio hasta la cuna, colocándose frente a Zelda del otro lado.

—No lo puedo imaginar, me da miedo el solo pensarlo, entonces qué bueno que yo no…— Zelda cerró la boca de golpe, dándose cuenta de lo que estuvo a punto de decir, casi se le escapaba comentar que era una suerte que ella no quedó embarazada después de su noche con Link.

—¿Tú no qué, Zelda? — los ojos de Hilda se entornaron con perspicacia, conocía muy bien a su hermana, la manera en que se calló y la forma en que ella evitaba mirarla intentando esconder su cara roja le daban las evidencias más que necesarias para sospechar que su hermana no quería decir algo.

—Nada olvídalo— quiso intentar disuadirla de seguir hablando del tema, pero su voz torpe y nerviosa solo hizo que Hilda se interesara más.

Algo hizo conexión en la mente de Hilda en ese momento, aquel chico de Ordon y la cara ahora furiosamente roja de Zelda, se acercó a su hermana con una sonrisa de satisfacción por descubrir lo que su intentó ocultarle —¡Lo hiciste con aquel chico, con Link! — cubrió su boca con ambas manos pero todavía se podían ver a la perfección sus gestos de sorpresa.

—¡No lo digas tan fuerte! Alguien podría escucharte — Zelda no recordaba haber sentido tanta pena frente a su hermana antes.

—Vaya— una vez que procesó la sorpresa la actitud de Hilda se tornó más seria —Pudiste haber quedado embarazada de un simple ordoniano, si eso hubiera pasado nuestro padre se muere de un infarto, primero mandaría matar a Link y luego se moriría.

—Estaba segura de que no quedaría embarazada— respondió ella sin dudarlo.

—¿Ah sí? ¿Cómo podías estar tan segura?

—Lo estaba— Zelda intentaba mirar otra cosa que no fuera los ojos de su hermana, y aunque no la miraba sabía que ahora sería imposible disuadirla de preguntar sobre el tema, se rindió y tras pensarlo un segundo continuó hablando, la mirada de Hilda seguía expectante —a pesar de que fue maravilloso, ambos éramos inexpertos y, bueno, en algunos momentos algo torpes, y ya no quiero hablar del tema, solo confórmate con saber eso.

—Bien, bien, ya me has dicho suficiente

—Dime Hilda, ¿tú crees que mi padre lo hubiera aceptado?, a lo nuestro me refiero. Sé que Link no es un hombre de noble cuna, pero él tiene encanto para tratar con las personas, una cortesía natural.

Hilda no sabía cómo responder aquella pregunta sin lastimar a su hermana que la miraba con la esperanza de que le diera una respuesta positiva —No lo sé, puede ser algo difícil de aceptar para mi padre que el hombre que se case contigo sea un simple campesino— Zelda asintió con derrota —pero estoy segura de que él querría sobre todas las cosas que seas feliz— la pequeña niña comenzó a llorar y Zelda se levantó para abrazarla, con cuidado de hacerlo bien, la meció suavemente para arrullarla —en una ocasión cuando aún no sabíamos nada de tu paradero nuestro padre se derrumbó, estuvo llorando en su estudio, la información que tenía no llevaba a ningún lugar, y cada posibilidad de tu paradero era peor que la otra, yo me di cuenta y lo estuve acompañando por varias horas, ese día me confesó que prometió a nuestra madre hacer todo lo posible porque nosotras fuéramos verdaderamente felices, es por eso que te lo digo.

— Pero aún con el permiso de mi padre la forma en que me separé de Link no me ayuda a entender lo que él piensa al respecto, parece que no está dispuesto a luchar por lo nuestro.

—Creo que debes darle tiempo para que lo digiera, cortejar a la princesa puede ser el deseo de cualquier noble, pero debe ser intimidante para una persona que no está acostumbrada a la etiqueta de la nobleza.

—Estoy segura de que él no regresará a mí.

Hilda miró a su hermana con un sentimiento de pena, entendía su dolor —Entonces tú regresa a él, si de nuevo el destino los separa entonces eso ya no habrá dependido de ti, pero es mejor que luches por lo que quieres y que no te quedes con la duda el resto de tu vida.

—Tienes razón, no me puedo dar por vencida, haré lo que lo tenga que hacer para regresar con él, debo saber si él también está dispuesto a intentarlo una vez más. — La mirada de Zelda se entornó con determinación, estaba claro para ella que debía hablar con su padre sobre Link, expresarle abiertamente que ella deseaba con todo su corazón estar a su lado, rogaba a las diosas que su padre lo entendiera y le diera la oportunidad de mantener en su vida la dicha del amor que solo obtenía cuando Link estaba a su lado.

—Hablaré con mi padre. Porque ahora estoy más que segura de lo que quiero en mi vida, y Link es parte importante de ello, yo quiero descubrir e intentar las cosas de la vida con él— se acercó a Hilda y con cuidado entregó a su pequeña sobrina en sus brazos.

—¿Irás ahora mismo? — preguntó sorprendida.

—No puedo esperar más.

—¿Y si se niega?

—Debo correr el riesgo.

El corazón de Zelda latía con intensidad mientras más se acercaba al despacho de su padre, ni siquiera podía pensar en lo que le diría, y sabía que lo que fuera que pudiera salir de su boca su padre no podría tomarlo nada bien, pero ahora mismo no tenía la intención de retroceder y ni siquiera el carácter difícil de su padre la podría detener. Los guardias hicieron una reverencia cuando se encontró frente a la puerta de roble, uno de ellos entró en la habitación para anunciarla.

Cuando entró pudo observar a su padre de espaldas a ella, viendo por el ventanal que iluminaba por completo la habitación, sus manos estaban unidas en su espalda.

—Padre, necesito decirte algo importante, algo que ya no puede esperar más— ni siquiera sabía cómo continuar, el silencio se hizo entre los dos por unos instantes.

—Cuándo su madre murió le prometí hacer lo que fuera mejor para su felicidad— movió la cabeza en negación mientras se giraba para mirarla —Pensé que sería más sencillo.

—Mi hermana y yo hemos sido inmensamente felices.

—Creo que sé por lo que has venido a buscarme— Zelda no estaba preparada para aquello, esperaba que cuando hablara su padre se pusiera a la defensiva y se negara a escucharla, pero no que el intuyera anticipadamente la razón por la que ella estaba ahí — la mirada triste que has mantenido desde tu llegada de aquella aldea te delata y no ha pasado desapercibida para mí, eres muy transparente hija mía. ¿Quieres volver allí no es así? A ese lugar donde te escondías antes de regresar.

—Nunca antes había estado tan segura de querer hacer algo.

Su padre se giró en ese momento para mirarla —Dime mi pequeña Zelda ¿qué es lo que has encontrado en ese lugar que es tan importante como para regresar?

Esta vez la pregunta no sorprendió a Zelda, era una parte que no pretendía omitir al hablar con su padre después de todo—Encontré lo que ni siquiera yo sabía que necesitaba, valor más que nada, nunca pensé que podría ser tan fuerte e independiente por mi cuenta y aunque contigo y mi hermana soy muy feliz, en aquel lugar me sentí más viva que nunca, más real— Zelda sonrió abiertamente —quiero seguir sintiendo ese sentimiento de completa alegría desbordando mi interior.

—Tienes ese brillo en tu mirada, el mismo que tu madre cuando la determinación inundaba su espíritu.

—Mi corazón me dice que mi lugar es ahí, porque además en esa aldea encontré el amor.

—Me parece que ya hemos tenido esta conversación antes, cuando me dijiste en aquella ocasión que querías casarte con Ravio. ¿Por qué esta vez es diferente? Te lo pregunto porque quiero que consideres muy bien lo que vas a hacer. No quiero que sufras de nuevo Zelda.

—Porque esta vez no estoy buscando satisfacer el ideal de nadie, ni estoy intentando convencerme de que él es perfecto. Y sobre todo porque cuando cierro los ojos y pienso en él no hay ni el mínimo atisbo de duda en mis sentimientos.

—Te enamoraste de un campesino— Zelda no sabía si aquel gesto de su padre al apretar sus labios era de decepción o resignación —¿Te das cuenta de que son más las razones que los pueden separar que las que pueden unir?

—Lo entiendo, pero de todas esas razones la que más me importa es tu palabra, si yo tengo tu apoyo lo demás me resulta irrelevante.

—¿Qué si estoy de acuerdo en que te alejes de la seguridad del castillo y de tu familia para irte a aquel lugar? Por supuesto que no — la expresión de Zelda se colmó de desolación, sus labios se abrieron para replicar pero sus pensamientos no le dieron un argumento coherente, su padre lo notó por supuesto —Ahora que si me preguntas si quiero que seas feliz, la respuesta es más que nada.

—Eso significa…

—No tan rápido, no quiero que tomes decisiones de forma inmadura y que después te arrepientas de tus elecciones. Dos años.

—¿Qué?

—Te podrás ir a aquel lugar cuando transcurran dos años. Si después de ese tiempo tu determinación sigue siendo la misma yo no pondré ningún impedimento.

—Pero dos años, eso es demasiado tiempo

—Esa es la condición. Tómalo como un tiempo de reflexión, lo que ahora deseas puede no ser lo mismo transcurrido ese par de años.

La mente de Zelda era ahora inundada con un montón de pensamientos de diferente naturaleza, alegría de que su padre aceptara que ella eligiera su camino, y al mismo tiempo desesperación de la condición que debía cumplir para eso. Sabía que su determinación por regresar a Ordon al lado de Link no cambiaría, y de ser necesario esperaría el tiempo suficiente, pero, ¿y Link? ¿y si en esos años él se olvidaba de ella? Ni siquiera tenía la manera de comunicarse con él, con lo ocurrido muchas de las libertades de Ashei fueron condicionadas, ahora tenía prohibido ausentarse más allá de la ciudadela, a no ser claro que fuera por orden directa. Más que un castigo era una forma de su padre para asegurarse que no la volvería ayudar en otra locura. Ashei representaba la única forma de comunicación entre ellos y ahora no podía contar con ella para eso.

A Zelda no le quedó más remedio que aceptar la condición de su padre y esperar, contar los días y los meses, ver pasar el invierno y la primavera esperando que el tiempo corriera a la velocidad suficiente. Vio crecer a su sobrina, causante de mucha alegría en la familia real por cierto, sobretodo para sus padres que ahora mantenían un matrimonio más que dichoso; fue testigo de los resultados de la dedicación de Ashei que le trajeron un ascenso más que merecido. Durante ese tiempo estuvo también al pendiente del avance en la construcción de la pequeña clínica en Kakariko, proyecto que tenía más que agradecidos a las pequeñas aldeas cercanas.

Aunque transcurrió todo ese tiempo la decisión de Zelda no cambió… pasó cada uno de esos días con la esperanza de que Link no se olvidara de ella.


2 años después…

Link se miró en el único y pequeño espejo de pared que poseía, bufó exasperado notando como el cuello de su camisa que intentó acomodar por enésima vez estaba torcido, por más que intentaba acomodar la tela esta parecía abrirse en las direcciones equivocadas, lo intentó una vez más, sin embargo el resultado fue el mismo "Todo debe lucir perfecto para la boda Link" le había dicho Ilia con aquel tono y expresión que utilizaba cuando decía algo enserio. Por fin dejó la tela en paz, no quedó completamente perfecto como esperaba, pero al menos era tan solo un detalle que estaba seguro nadie notaría, a excepción de Ilia claro. Salió de su casa y se dirigió hacia el claro de la aldea donde solían llevarse a cabo las ceremonias importantes.

Todos estaban reunidos ahí, en el agradable clima que traía consigo el atardecer, conversando los unos con los otros mientras esperaban que la ceremonia comenzara, Ilia sonrió radiante cuando lo vio a la distancia y Link correspondió a su sonrisa, fue fácil ubicarla entre todas las personas con ese vestido de lino blanco ligero y largo, sencillo y lindo, encajaba perfecto con su personalidad y eso solo hacía que su apariencia fuera todavía más radiante. Un arreglo de flores silvestres en su cabeza complementaba su ajuar, adornaban su cabello que había crecido en el último par de años y ahora sus mechones rubios cubrían sus hombros. Ella caminó hasta él entre toda la gente —Estoy muy emocionada Link.

—Yo también lo estoy.

—Tienes la camisa mal acomodada— antes de que Link pudiera detenerla, ella ya estaba arreglando con ambas manos el cuello de su camisa – Tienes suerte de que yo esté para ti.

—La tengo.

—Link, Ilia, ya es momento— interrumpió Beth emocionada acercándose a los dos para tomarlos de las manos y conducirlos hasta donde estaba la gente reunida lista para la ceremonia de boda.

El alcalde Bo intentaba mantenerse firme mientras veía a su hija tomada de la mano con el hombre que tan pronto como terminara de hablar se convertiría en su esposo y se llevaría a su pequeña hija de su lado, de tan solo pensar que ya no estaría con él sus ojos comenzaban a nublarse por las lágrimas. —claro que no me alejaré de ti papá— le había dicho Ilia una y otra vez durante el transcurso de tiempo que llevaron todos los preparativos de su boda, desde el día en que se comprometió hasta esa misma mañana mientras salía de casa con él.

Apenas comenzando a dar el discurso un par de lágrimas se escaparon de sus ojos, su voz se escuchaba quebrada y débil en la pronunciación de algunas palabras, Ilia sin poder evitarlo más comenzó a llorar igual que su padre, pero la mano del hombre a su lado que apretaba la suya con suavidad en muestra de apoyo la hacía detenerse y correr hasta su padre en ese momento, él tenía razón con lo que comunicaba con ese contacto, todo estaría bien.

Link no podía evitar sonreír con cariño mirando a Ilia, estaba seguro que todos los habitantes lo hacían, no recordaba haberla visto tan dichosa antes, tan relajada y confiada con lo que estaba haciendo. Ella se merecía toda la felicidad que estaba teniendo ahora.

Link suspiró, en ese momento y como tantas veces ocurría sin aviso el recuerdo de Zelda surgió en su mente, tantas cosas pasaron desde que ella se había ido. Y a pesar de que había pasado tanto tiempo su recuerdo todavía le hacía latir el corazón con la misma intensidad que cuando ella estaba a su lado, se preguntaba con frecuencia cuánto tiempo y cuánta distancia era necesaria para que dejara de causar ese efecto en él. El vitoreo por la emoción de las personas lo trajo de nuevo a la ceremonia, los novios sellaban sus recién dichos votos con un tierno beso, al separarse Dan sonreía abiertamente y con un notable sonrojo a los presentes y el caso de Ilia no era diferente, sus mejillas estaban completamente rojas y su mirada se desviaba con timidez de las personas que los observaban.

El mayor Bo mantenía hora sus emociones bajo control y sonreía con autentica felicidad.

Las horas transcurrieron y la celebración continuó sin contratiempos, Link se dedicaba a observar mientras el resto bailaba, pudo ver a Telma más que feliz con un tarro de cerveza en la mano bebiendo con el resto, era la boda de su hijo y se había asegurado que el alcohol no faltara e incluso Link tenía su propio tarro, al cual daba pequeños sorbos de vez en cuando.

Entre todo el ruido producido por la música y las personas que se divertían los oídos de Link captaron un sonido que se le hizo familiar, específicamente un relinchido que durante mucho tiempo acompañó al de Epona en el establo del rancho, su mirada se dirigió de inmediato a la entrada de la aldea desde donde provenía el sonido, no se equivocó, un semental blanco relinchaba tranquilo reconociendo el lugar y al alzar la vista hacia a su jinete la respiración de Link se detuvo, ahí estaba ella, con esa encantadora sonrisa que tanto recordaba, con esos ojos cautivadores que tanto extrañó y los cuales ahora se movían buscando entre las personas, su corazón se aceleró al pensar que lo estuviera buscando a él, después de recorrer con la mirada a cada persona por fin sus ojos hicieron contacto y él podría asegurar de que en ese momento no existía nada más que ella y él, su sonrisa se ensanchó y velozmente bajó de su caballo esquivando a algunas personas que ajenas conversaban y disfrutaban de la música, a Link le tomó más tiempo de lo normal reaccionar pero cuando al fin lo hizo el tarro que sostenía fue a dar al piso cuando corrió a su encuentro.

No hubo tiempo de pensar en nada más para los dos, solo se entregaban a la dicha que sentían en ese momento cuando sus manos fueron capaces de sentir el calor del contacto con el otro una vez más, era real, estaba sucediendo, los dos estaban juntos de nuevo.

Link la sostenía con fuerza negándose a soltarla, lo que estaba sucediendo le parecía ser una mentira, un sueño del que tenía miedo despertar.

Zelda se separó de él solo lo suficiente para verlo a los ojos, él estaba enmudecido, incapaz de pronunciar palabra por la sorpresa —Hola— dijo simplemente, no sabía cómo comenzar y soltó lo primero que se le vino a la mente, él no contestó, todavía no podía hacerlo – Déjame que me presente, mi nombre es Zelda y soy la princesa. Hace casi tres años me iba a casar pero a mi novio se le ocurrió engañarme con mi hermana la noche antes de la boda, esa fue la causa por la que llegué a Ordon. Yo solo quería huir de mis problemas y en cambio encontré la valentía para superarlos, conocí también a personas maravillosas, en especial a un encantador ranchero del que aprendí tantas cosas– ella sonrió radiante, y al fin la expresión de Link cambió, ahora él sonreía de la misma manera.

La sensación de sorpresa fue rápidamente desvaneciéndose y sustituyéndose por una agradable emoción que comenzaba a desbordar de su interior —Es un placer princesa Zelda, mi nombre es Link, soy un ordoniano con un tranquilo trabajo en el rancho de esta aldea, lugar donde por cierto un buen día apareció una chica que agitó mi vida cual torbellino. Me enamoré de ella como no tienes una idea.

Los ojos de ella brillaban por las lágrimas contenidas, por tantas emociones que a pesar de la distancia y el tiempo nunca fueron olvidadas y que ahora se manifestaban con la intensidad recordada. Zelda posó su mano en la mejilla y Link movió su rostro para que su mano lo acunara, la mano de él se posó sobre la de ella sin querer que ese contacto terminara.

—¿Te quedarás? — él la miraba fijamente al decir aquello, y Zelda notaba el miedo en sus ojos, desesperación tal vez de que su respuesta fuera negativa.

Los segundos en que ella no respondió fueron agobiantes para Link, el miedo a perderla era mucho mayor ahora que cuando se separaron por primera vez.

—Sí— los ojos de Link ahora estaban cristalinos. Tomó la mano que seguía en su mejilla bajo la suya y la llevó a su boca para besarla. – Y esta vez no pretendo ser una mentira.

—¿No volverán a golpearme unos guardias para sacarte de aquí? — preguntó con una sonrisa ladina y expresión divertida.

—La última vez no te fue muy bien con eso — comentó con el mismo tono burlón que él, señalando con su dedo índice su ojo — Y por si te interesa saberlo mi padre está de acuerdo, además, tenemos la bendición de la reina.

—Yo debo hablar con tu padre— su expresión se tornó seria, ahí estaba de nuevo ese ranchero tan correcto que Zelda tanto extrañó.

—Creo que será lo indicado, pero un paso a la vez ranchero. Primero debes conquistarme — Zelda miraba sus uñas fingiendo indiferencia hasta que Link la atrajo hacia él de forma inesperada, un débil gemido de sorpresa se escapó de sus labios por el acto, al estar tan cerca de su cuerpo Zelda notó enseguida que el pecho de Link era más firme ahora. La besó con necesidad, atrapando su cintura entre sus brazos para mantenerla lo más cerca posible.

—Las diosas me están dando otra oportunidad y no la voy a desaprovechar— decía con voz ronca, pegando su frente a la suya — haré lo que sea necesario para no separarme de ti, quiero ser feliz a tu lado.

—Tenía miedo de regresar y que fuera demasiado tarde, que ya no me quisieras, que durante este tiempo otra chica lograra ganarse tu amor— la mirada de Zelda bajó y posó su mano con la palma abierta en el pecho de él justo por encima de su corazón.

Link tomó su mentón con una se sus manos alzando su cara para que lo mirara, su pulgar se deslizó por su labio inferior con un suave roce y sus labios se abrieron en respuesta, él la besó ansioso y ella le correspondió de la misma manera. El fuerte de Link nunca habían sido las palabras, y esperaba transmitirle con ese beso los sentimientos que su voz no podían expresar, ¿Cómo se atrevía ella siquiera a pensar que podría dejar de amarla? —Aunque lo intentara fervientemente estoy seguro de que no podría enamorarme de alguien más sabiendo que tú existes— el aliento de su voz ronca chocaba contra sus labios sensualmente, acción que provocó que el deseo de Zelda por besarlo de nuevo aumentara y con renovada exigencia lo hizo después de escuchar sus palabras.

Tan inmersos estaban en su reencuentro que no eran conscientes de que la esecena que daban no pasó desapercibida por algunos de los presentes en el festejo. Ilia los observaba desde la distancia, sonreía mientras se recostaba ligeramente en el soporte que le brindaba el abrazo de Dan, estaba feliz por el regreso de la princesa y la dicha que traería consigo a su amigo. Beth estaba a su lado, impaciente, en sus manos un par de coronas de flores silvestres blancas, estaba más que ansiosa de colocarla en la cabeza de aquellos dos que parecían nunca terminarían de hablar. Siguiendo la tradición en Ordon los novios los habían elegido para representar el amor joven, el amor por venir.

—¿Ya puedo llevárselas? — preguntaba la niña impaciente.

—Espera un poco más Beth, ellos tienen mucho que decirse— Dan e Ilia tomados de la mano se encaminaron hacia donde las personas alegres bebían y conversaban, uniéndose a ellos y siendo el centro de atención rápidamente.

Beth esperó lo que ella consideró como suficiente, que no fue tanto como Ilia esperaba y salió corriendo en la dirección de la pareja.

—Todos nosotros estábamos seguros de que regresarías— le dijo Beth alegre cuando llegó a su encuentro, refiriéndose a los otros niños de la aldea — Porque todavía debes casarte con Link.

Dicho eso se acercó a Link quien se inclinó lo suficiente para que ella le colocara una de las coronas de flores, después la levantó para que colocara la otra más pequeña en la cabeza de Zelda. Beth salió corriendo después de eso gritando emocionada a los invitados que la pareja que abriría el baile estaba lista.

—¿Me haría el honor de concederme este baile mi lady? — llevando una mano a su estómago y otra a su espalda hizo una exagerada reverencia.

Zelda levantó las faldas de su vestido lila de los costados lo suficiente para que sus pies mostraran la inclinación de la reverencia que daba como respuesta de la petición de Link —Será un honor mi lord — tomó el brazo que Link le ofrecía y se acercaron al resto de la gente.

Rusl y Uli también los observaron por un momento desde la distancia, preocupados y en alerta desde que vieron llegar al pequeño grupo de soldados que acompañaba a la princesa, la última vez que guardias de la corona estuvieron en la aldea no fue para nada agradable. En más de una ocasión Rusl tuvo que sujetar del brazo a su esposa que tenía la firme determinación de averiguar que era exactamente lo que sucedía, solamente pudieron relajarse cuando los observaron retirarse. No regresarían al castillo sin embargo, el rey no dejaría sin protección alguna a su hija, su deseo era que la acompañaran en la aldea, idea que determinantemente Zelda rechazó y tras un largo debate llegaron al acuerdo de que tenerlos cerca en Kakariko sería más que suficiente.

—¿Link estará bien verdad Rusl?

—Tengo el presentimiento de que lo estará más que nunca.

Tomados de la mano Zelda y Link se colocaron en medio de las personas, sonriéndose mutuamente mientras comenzaban a bailar como todos lo esperaban, Zelda apoyó la cabeza en su hombro, este momento podría considerarlo como perfecto, lo que por tanto tiempo había estado anhelando.

—Ya no dejaré que la cobardía se apodere de mí de nuevo— Zelda pudo sentir como el pecho de él se movía cuando hablaba, algo que la reconfortó en extremo. Alzó la cabeza para poder mirarlo a sus cautivadores ojos azules mientras hablaba y sus manos que antes se aferraban a su cuello ahora subieron como una caricia hasta su nuca —Te has convertido en lo más preciado que he tenido en mi vida, porque conocí la felicidad a través de tu sonrisa, la ilusión de tu mirada y el anhelo de tu piel, porque amar lo aprendí de ti.

FIN


Comentarios finales:

Desde que inicié esta historia sabía cómo quería el final y espero que les haya gustado n.n

Siento la demora xD ahora sí que me pasé (sorry :p) durante este tiempo me han pasado un montón de cosas, algunas buenas y otras que me estoy esforzando por superar, por eso durante estos últimos meses el tiempo que tengo para escribir se redujo drásticamente :´D además he de decir que me costó horrores que me quedara como lo quería lo rehíce varias veces porque no estaba del todo satisfecha con el resultado.

Bueno para ya despedirme me gustaría comentar que hasta ahora esta historia es lo más leído de todo lo que he escrito y en realidad estoy sorprendida, de acuerdo a las estadísticas de ff prácticamente no hubo día en que no recibiera visitas y eso es una satisfacción tremenda, gracias por leer, por añadirla a favoritos, por comentar, por seguirla, en fin ¡mil gracias por el apoyo!

Me despido por ahora, pero tengo otras historias en desarrollo por ahí así que nos estaremos leyendo n.n

¡Hasta la próxima!