Técnica de una excelente anfitriona Vol 2
Ágape
Ambos respirábamos agitadamente, te sientas en la cama dejando tus pies en el suelo, enrollas tus fuertes brazos a mi cintura, descansas tu cabeza en mi vientre, procedes a besarlo, esa manía te quedo desde que supiste de mi embarazo de Shikadai ─ doce años después de su nacimiento sigues sin superarlo─
Te levantas, debes agachar tu cabeza para mirarme, rozas tus manos por mi cintura y la cadera.
─ ¿Segura que no quieres que me quite ni los guantes?
─ ¡Muy segura!
─ ¿Con ellos puestos no podré estimularte como se debe?
─ Pensándolo bien… ¡quítatelos!
─ ¡Buena chica!
Infló las mejillas sabes perfectamente que no me gusta que me trates como una mocosa más aún cuando soy tres años mayor que tú.
─ Adoro cuando haces ese mohín─ susurras tomando mi cara entre tus manos dándome un beso de piquito.
Empiezas a despojarte dedo a dedo el guante de tu mano izquierda pero detengo el acto, tomo tu muñeca y acerco tu mano a mi boca, delicadamente introduzco tu meñique en ella.
─ ¡Mejor así!
─ ¿Qué haces mujer?
─ ¡Ayudarte a quitarte los guantes!
─ No tienes por qué hacerlo, puedo solo.
─ Sé que no, pero quiero, ¿Me lo impedirás?
─ Jamás te impediría nada, ¡Te amo!
Y con esas cinco sencillas letras derrites mi corazón.
Permites que siga con mi trabajo, desprendo el guante de cuero de tu piel, desnudé cada uno a uno tus dedos de ambas manos. Eres libre de sentirme sin ningún estorbo.
Retomas los besos, impido que te separes de mí, te doy un beso intransigente, ¡Gimes! ante la intromisión de mi lengua en tu boca, pero no tardas en alcanzar mi embate; luego de unos minutos de besos y caricias nos separamos en busca de oxígeno.
─ ¿Veo que alguien está un poco adormilado?─ menciono.
Te sonrojas al seguir la trayectoria de mi mirada y descubrir a que me refiero.
─ No te quejes mujer te dije que me dejaras tranquilo a tiempo.
─ No me quejo, es más creo que ese asuntito es de solución rápida.
─ ¿Y que recomienda la experta?
Inmediatamente entrelazo mis dedos a los tuyos, conduzco nuestras manos a mi trasero, te doy pase libre para que hagas con mis glúteos lo que te plazca. Los amasas, los rozas; ato mis brazos a tu cuello, comenzamos un vaivén labial, introduces tus manos por entre la goma de mis bragas, estimulas con tu tacto cada nervio sensorial que allí se encuentra, un choque de electricidad deambula desde mis pies a la cabeza.
Es increíble el aura de deseo que alberga nuestros cuerpos, presionas tu hombría con mi femineidad. ─ ¡Gimoteo, gruñes en codicia!
─ ¡Oh sí!, ¡esto ayudará y mucho!, No eres tonta y lo sabes.
Sonrío, al apreciar que tu pene se está endureciendo… me encanta cuando el vago se pone tontorrón.
Anhelo fundirme contigo, percibes mis ansías y no me haces esperar. Me besas apasionadamente, guías tus manos a mi espalda─ cerramos nuestros ojos para distinguir cada sensación mediante el sentido del tacto─ separas tu boca de la mía, tomas rumbo hacia el sur dejando un valle de besos, lamidas y lengüetazos por mis mejillas, mandíbula; haces una parada técnica en mi cuello, presionas tus labios en mis zonas erógenas. ─Me robas un suspiro.
Atrapas mi cuerpo semi desnudo, torturas mi mente y sentidos clavándote en mi clavícula, deslizas suavemente tus manos por mi espalda, atormentándome; te topas con el broche de mi sostén, simultáneamente prosigues el trillo de besos y lametones hasta la parte saliente de mi pecho. Allí, hundes tu rostro en mi entrepecho y lo lames… ¡gimoteo!, subes los besos a mi seno derecho trasladas tus manos a ellos, apretándolos, jugueteando─ mueves tu cabeza de lado a lado en negación y sonriendo─ das el mismo tratamiento de besos a mi seno izquierdo.
─ Mañana le daré dinero a mi madre para que te compre más de esa lencería ─ comentas.
─ Te tachará de degenerado.
─ Quién la manda regalarte esas cosas que hacen que me enferme. Si te dejo embarazada esta noche será su culpa.
─ ¿No será por eso que me lo obsequió?
─ No sería extraño, lleva tiempo exigiéndome una nieta.
─ ¿De veras?
─ ¡Lo juro!─ murmuras entre chupetón y chupetón.
Sueltas mis pecho pero no detienes las lamidas, llevas tus manos una vez más a mi espalda, tomas cada banda de mi brasier y los desabrochas, delicadamente deslizas uno a uno los tirantes por mis brazos, dejándome desnuda de cintura para arriba ante ti ─siento como mis bragas se humedecen.
─ Amo a este par─ siseas mientras te aventuras en ellos.
No sé qué hice primero gemir o mojarme; quizás los dos actos coincidieron.
Como niño en lactancia te prendes de una mama con devoción absoluta, te diviertes con mi rosado pezón, lo apresas con tus dientes, lo bordeas con tu lengua hasta dejarlo completamente erecto y sensible; haces el mismo procedimiento con el otro. ─ No eres egoísta tratas a ambos por igual.
─ ¡Shika, tócame!; ¡Por favor!─ supliqué.
Enderezas tu cuerpo hasta quedar cara a cara conmigo, ladeas una sonrisa y tomas un mechón de mi cabello, lo colocas detrás de mí oreja ─ Tu coleta está alborotada y desecha, haces amago de soltártela pero me adelanto y lo hago por ti ─ Me trastorna verte con tu cabellera suelta.
─ ¡Tranquila!... ¡Hay más tiempo que vida!─ me dices.
─ Te necesito dentro mí.
─ ¡Y me tendrás, a su debido tiempo!
Suspiro al sentir sin previo aviso tu boca sobre la mía, siento como tus brazos se convierten en fierros a cada roce dejando una huella ardiente e invisible.
─ Te exigí no despojarte de tu traje pero no tolero un segundo más sin verte en toda tu gloria ─ musité en desespero.
─ ¿Deseas que me desnude?
─ ¡Ya!
─ ¡Como ordenes!
─ ¡No!, yo lo hago por ti.
A pesar de lo quejumbroso que eres, reconoces que contigo y nuestro hijo soy una alcahueta, por eso ni chistas ante mis atenciones. Sonríes abiertamente y me permites hacer contigo lo que se me venga en gana, me levanto de puntillas, coloco mis manos en tus mejillas y beso tu tabique.
Me tomas por la cintura, nos besamos cadenciosamente, empiezo a despojarte de tus ropas. Primero te quito la gabardina marrón, seguidamente cae al suelo tu camiseta negra y por último, abro mis ojos para inclinarme y deslizar el pantalón por cada una de tus piernas ─ apremio mi tarea porque no quiero desprenderme un segundo más de tus labios.
Estamos en igualdad de condiciones, únicamente cubiertos por nuestras ropas íntimas. Te quito la cadena que siempre llevas puesta y me la coloco al cuello; noto que te quedas viéndola fija y seriamente colgar hasta rozar mis desnudos pechos.
─ ¿Luce mejor en mí que en ti?─ le pregunto.
─ A ti hasta un saco de patatas de queda bien, solo ten cuidado de no romperla o perder lo que lleva incrustada.
─ ¿Tan importante es para ti?
─ ¡No tienes idea!
─ ¡Es una simple cadena! ─ replico provocándolo.
─ Pueda que la cadena no valga un centavo pero lo que lleva consigo tiene un valor incalculable para mí.
Y mi alma se hizo añicos con tal confesión. Me giro para que no veas las lágrimas de emoción que amenazan con surcar mi rostro; pones una de tus manos en uno de mis codos para obligarme a dar vuelta y encararte.
Bruscamente me atraes hacia ti, me besas en agonía; sabes que soy mujer de hechos y no de palabras, no logro ni admitirme a mí misma que no tengo mayor placer que estar a tu lado, sobre todo, en esta situación.
Nos fusionamos, me tratas con sutileza y eso me prende a mil; es una forma acallada de pedirme acceso a mi cuerpo. ─ No puedo negarte nada─ quiero sentirte de la forma más elemental, no puedo escapar de ti, me encuentro sensible a tu tacto, soy totalmente adicta a todo tu ser… ¡Eres mi droga!
Sabemos lo que le gusta al otro, intercambiamos saliva y toqueteos; no perdemos tiempo, complacemos nuestras ansias…. Nuestros anhelos. Me postro ante ti, desprendo la goma de tus trusas y los deslizo hasta el piso; sacas una pierna, luego la otra─ ni siquiera pestañeas para no perder detalle alguno de la que estoy llevando a cabo.
Tomo tu muy sobresaliente extremidad sureña entre mis manos, doy una cálida lamida a tu glande, percibo una gotita de tu esencia, mi lengua sale a su encuentro, sientes escalofríos por todo tu cuerpo ─ me deleito al verte obnubilado─ no desprendo mi mirada de la tuya.
Lo chupo con devoción, lo devoro; succiono rápido y me deslizo por toda su longitud con lentitud, estimulando tus testículos con una de mis manos al mismo tiempo… ¡Te mereces un trato VIP!
─ ¡No otra vez, mujer!─ farfullas en éxtasis.
Dices que no pero llevas tu mano para aprisionar mi cabello y ayudarme a introducirme más bruscamente tu miembro en mi boca. ─ Estas a un paso de la demencia─
Detienes mi asalto… tratas de hablar pero estas agitado y sudoroso.
─ ¡Basta, mujer!, ¡Te lo suplico!
Me levanto y de inmediato busco de boca, damos rienda suelta a la pasión… ¡Te estás probando en mí!
No te quedas atrás y planeas una estrategia para acabar conmigo. Estrujas mis nalgas sin deparo, tu boca encaja perfectamente en mis senos, los chupas, los muerdes sin hacerme daño, siento mis muslos tensarse ─ señal inequívoca que estoy sobre extasiada─ me invitas a auparme contigo, entrelazando mis piernas a tus caderas.
Desde esa posición y al estar más abierta, aventuras tus dedos en mi intimidad por debajo de mis pompas, me das un beso fugaz… ─ suelto un gritito por la impresión y la intromisión─
Me llevas anclada hasta la cama, me acomodas sobre ella delicadamente, retomamos los besos ─ manos por aquí y por allá─ te colocas entre mis piernas, marchas entre besos y caricias hacia mis partes bajas pero antes de enrumbarte a tu destino, levantas tu mirada y pones dos de tus dedos en mi barbilla; me miras con inocencia, nuestros ojos se comunican…
Lo que estamos por hacer es el sinónimo por excelencia de "hacer el amor", una entrega total, sin restricciones, sin miramientos; producto de la confianza a ciegas, del respeto mutuo, del amor incondicional, de una amistad y compañerismo que nos une desde hace muchos años atrás.
Besas mi frente, mis mejillas, mis labios, mi mandíbula.
─ ¡Me vuelves loco!, ¡loco!─ susurras a mi oído.
¿Cómo osas hacerme tal confesión?… ¡vuelvo a humedecerme!
─ ¡No doy más, Shika! ─ admito.
Te arrastras en busca de tu objeto de perdición, haces paradas estratégicas en mis puntos sensibles, dejas un reguero de besos mojados; lames cada una de mis mamas con fervor mientras te entretienes oralmente con uno, manoseas el otro.
Continúas violando mi piel, bajas aún más; enredo mis manos en tu lacio cabello, me muevo debajo de ti en desespero… ─ ¡Tengo ganas de ti!─ besas toda mi área abdominal, te hayas a unos centímetros de la última frontera.
─ ¿Puedo?─ preguntas.
Estoy perdiendo mis cabalidades a cuenta gotas y pregunta semejante idiotez.
─ ¡Te estás tardando, vago!
Besas cada uno de mis exaltados huesos pélvicos, así como, mi monte de venus aún con mi braguita puesta; introduces tus pulgares a la banda de mis interiores, la resbalas por toda la extensión de mis piernas. La sacas de estas y eres tan maluco que comienzas a jugar con ella, la estiras, la jalas con tus dientes, incluso la hueles… ¡degenerado!, dejas a la intemperie mi muy blanca y depilada vagina.
─ Son realmente lindas, creo que me las dejaré como suvenir─ afirmas.
Me sonrojo al verte tan desinhibido.
─ ¡Trae acá psicópata de calzones! ─ rezongo.
Aventé la braguita por donde sea.
─ ¡Bien!, ¿En qué estábamos?... ─ mencionas con morbosidad.
Separas mis muslos y besas muy cerca de mi entrepierna, una sinfonía de gemidos se desprenden de mi garganta.
─ ¡Ábrete para recibirme, mujer!
Cumplo tu petición sin demora… Jadeo al sentir tu lengua en mi pubis con ella pides un silencioso permiso y amplío tu rango de gozo, escrutinias mi hendidura con dos de tus dígitos ─expertos en las artes amatorias─ tanteas con la punta de tu lengua mi pequeña protuberancia.
Retiras tus dedos de mi interior, notas cuan húmedos están, los llevas a tu boca para degustarlos con gula, los empapas con tu saliva y mis jugos para sumergirlos dentro de mí nuevamente; los mueves dentro mío… ─ me arrancas la vida con cada movimiento─ elevo mis caderas, te aproximas más y cruzo mis piernas por tus hombros.
Estás igual o más excitado que yo, te expongo todo mi sexo y no reparas en seguir profanando mi cuerpo de forma táctil y oral, me retuerzo de un lado a otro en movimientos involuntarios, apremias la danza de tus dedos en mi cavidad, reconoces que estoy a punto de… ¡Correrme!, ¡Demasiado tarde!.. ¡Gimo con desenfreno!
El orgasmo fue avasallador; no tienes que musitar palabra alguna, tu rostro refleja la algarabía de tu ego al comprobar mi necesidad, observas mi pegajosa esencia adherida a tus dedos y sin dudarlo los chupeteas con regocijo.
Te miro con mis ojos entrecerrados por el cansancio, desde donde te encuentras puedes ver perfectamente bien el sube y baja de mis erectos pezones por mi dificultad al respirar.
Levantas mis caderas, la posición es perfecta para volver a mi hendidura secreta, con tus dedos separas mis labios inferiores, acometes ferozmente contra mi clítoris y más allá con tu lengua, te separas por unos segundos para tomar tu inhiesto miembro con tu mano y masturbarte.
Tengo mis manos apretando la sabana, con cada embestida de tu lengua mi cuerpo adquiere vida propia… ¡reacciona a los impulsos!─ Mis piernas se cierran en torno a tu cabeza, me miras desde allí con lujuria reflejada en tus oscuras iris.
─ ¡Shika… apártate! ─ suplico.
El mismo resultado sería que le hablase a la pared… ─ ¡el deseo es más grande que la razón!─ una contracción vaginal se apremia en mi ser, sincronizas las embates de tu lengua con las de tu mano en tu hinchado pene; apuras el ritmo en ambos lugares, ¡Gimes! Teniendo tu boca en mi vulva haciendo eco en mis paredes y eso me empujó a un segundo orgasmo.
No lo soporté más, conduje mis manos a mis pechos para acariciar mis pezones que se encontraban desatendidos y urgentes de mimos ─ ¡Aullé!─ Me corrí en tu boca, veo tu reacción, pasas la lengua por tus labios ─ una muda manera de pavonearte por el premio que acabas de obtener.
─ ¿me dejas entrar en ti?─ imploras entre pausadas respiraciones.
─ ¡Es lo que más ansió!
En el momento en que con dificultad te incorporas, observo que tú no te has corrido, tu sexo está henchido, goteando y venoso─ la imagen hace que quiera volver a correrme. Sé que te está costando horrores mantener la compostura; gateas hacia mí, conectas tu boca con la mía, me obligas a degustarme en ti.
Nuestros corazones y sexos laten desbocados ─resultado del amor y el deseo─ desatamos nuestras pasiones y la frustración que teníamos al estar alejados. El ambiente no puede ser más surreal, la añoranza de ser dos en uno no se ha erosionado aun con el paso del tiempo, con tus obligaciones y las mías, con un hijo de por medio o la costumbre; estamos comportándonos como un par de calenturientos adolescentes.
Colocas tus brazos a cada lado de mi cabeza apoyándote, retomamos los besos, trazo cada una tus tonificadas extremidades, dibujo tu cicatrices con la yema de mi dedo corazón─ aun con mis ojos cerrados, se perfectamente donde se encuentran.
Me abro más a tu penetración, apoyas tú frente a la mía para conectar nuestros ojos, los cuales destellan lujuria ─ el escenario es placentero─ sostienes tu pene con una de tus manos, lo punteas hacia mi interior, lo deslizas poco a poco ─ no quieres hacerme daño─ nuestros cuerpos se acoplan a la perfección, se reconocen. ¡Jadeamos!
Te ensamblas a mí ─ maravillosa delicia para los dos ─ comienzas a menear tus caderas, atrapo tu espalda con mis uñas, sigo el compás de tus asaltos con mi cuerpo.
─ ¡Mendōkusai!, ronroneas.
Me curvo hacia ti, brindándote mis senos para que te alimentes, los tomas con celo, entras y sales de mí con cadencia ─ siento hervir mi sangre─ te obsequio mi delirio─ soy enteramente tuya, siempre ha sido así y lo sabes─ contraigo mis músculos vaginales, puedes ver como se eriza mi piel cuando presionas mis costados con una mano libre, aumentas la potencia de tus acometidas.
Entras fuerte, pretendiendo traspasar hasta mi alma, tu entrega es absoluta, incontables gotitas de sudor bañan nuestros cuerpos, comparto los flujos de mi femineidad contigo para que te sea más fácil tomarme ─ nuestros cuerpos expresan los que nuestras bocas no pueden─
Entrelazo aún más fuerte mis piernas detrás de tus caderas, coloco mis manos es tus nalgas ─me anclo en ellas como si de ello dependiera mi vida─ gruñes al sentir mis uñas en tu etérea piel.
Llevas tu cabeza hacia atrás, me penetras con fuerza animal, enterrándote en mi más profundamente.
─ ¡Oh, sí, sí!... ¡Más fuerte!─ no me molesto en disimular mi frenesí.
─ ¡Eso es, mujer!─Te escucho decir a lo lejos.
Tomas una nueva posición sin desprenderte de mí, te hincas poniendo todo el peso de tu cuerpo en tus mulos, sitúas tus manos en mi cintura atrayéndome hacia ti, me embistes salvajemente. ─ maldices por todo lo alto─ en la habitación solo se escuchan nuestros sofocos y el eco de nuestros cuerpos al chocar un contra el otro.
Tienes una posición privilegiada de mis níveas colinas, ves el rebote de ambas y sacas tu animal interno─ deseas compartir tu excitación conmigo─ te abalanzas sobre mí; muerdo la parte interna de mis mejillas para no pasar de los gemidos a los gritos, tapo mi boca con una mano cuando siento que uno pretende escaparse de mi boca.
Llevas mi escurridiza mano por encima de mi cabeza y la aprisionas con la tuya, entrelazando nuestro dedos.
─ ¡No!, ¡no te reprimas!… ¡hazlo!.. ¡Grita por mí!─ me exiges.
Estas desatado y lo sabes, te ciega la excitación. Actúas más rudo de lo normal, cierro los ojos y me dejo llevar por el momento, mis muecas no te asustan sabes que gesticulo con mi cara previamente a correrme, te estacas en mi profundamente.
Espasmos incontrolables atraviesan mi cuerpo, clavo mis dientes en tu hombro, ─ perfecta comunión telepática─ nuestros corazones se sincronizan y laten al mismo tiempo, un orgasmo mutuo se avecina─ ¡Jadeas!, ¡Gimo!─ corcoveo mi espalda hacia ti, llevas tu cabeza hacia atrás, clavo mis uñas en tu espalda producto del placer… ¡el nirvana nos da la bienvenida!, como reloj Suizo, nos corremos a la vez ─impregnándonos recíprocamente de nuestros fluidos corporales─
Eres mío y yo tuya.
─ ¡Te amo! ─ gritas enajenado.
Te desplomas sobre mí, colocando tu cabeza en mí pecho, acaricio tus negros mechones, jadeamos ante el esfuerzo al que expusimos nuestros cuerpos, siento como tu semen sale de mi desparramándose en la sábana; los latidos de nuestros corazones merman su velocidad.
Giro mi cabeza hacia la mesita de noche, son las 1:30 am. Reposas plácidamente todavía en mi pecho, jugueteando perezosamente con uno de mis pezones, estábamos más tranquilos y exhaustos.
Rompo el silencio.
─ ¿Así que todo estuvo bien en la misión?
Detienes tu jugueteo, exhalas hondamente…
─ ¿Qué quieres saber, mujer?
─ ¡La verdad!
─ ¡No fue nada!
─ ¿Qué estuvieras veintidós días torturado y encerrado en un calabozo como cualquier reo, te parece poco?
─Mis cuñados resultaron ser más cotillas que viejas de vecindad.
─ ¿Así que es cierto lo de tu cautiverio?
─ ¡Par de acusetas! ─ reniegas.
─ ¡Oh, no!... No te atrevas a meterlos en esto, además ellos no fueron quienes me contaron.
Te levantas bruscamente de la cama, caminas desnudo hasta la ventana, el claro de luna se mimetiza con tu piel, peinas tus cabellos con tus dedos, te rascas la perilla─ analizas la situación─
─ ¿Cómo se atreve Naruto a traicionarme?
─ ¡Tampoco fue él!, dejarás ya tu berrinche de niño de cinco años y me contarás ¿Qué fue lo que sucedió?
Ahora soy yo quién se levanta, me planto ante ti y aun desnuda coloco mis brazos en jarras esperando una respuesta, mientras te observo comerte la uña de tu pulgar, andando de aquí para allá.
─ (Suspiras) ¡Sí es cierto!
─ ¡Continua!, lo apremio.
─ Fue hace dos meses atrás, me cambié por ti.
─ ¿Qué dices?, abrí mis ojos en incredulidad.
─ Estabas de misión en el país del hierro, iban por ti, todo estaba fríamente calculado, sabían cada uno de tus pasos, tenían fotos tuyas, la dirección de tu hotel… ¡todo!... ¡tú eras el objetivo!
─ ¡Hijos de p…!
─ ¡Temari!
─ ¿Por qué?, grité… ¡No soy ninguna debilucha yo podía hacerles frente!
─ Y dejar a mi hijo sin su madre, a Suna sin su princesa, a los Sabaku no sin su hermana y yo viudo… ¡Paso!
Estaba furibunda, apretando mis puños, imaginarme en sus pies destrozó mi corazón, viéndome viuda a mis treintas, explicándole a Shikadai que su padre fue asesinado, dándole la pésima noticia a mi suegra de la muerte de su hijo, recibiendo el pésame de los Kages en la honra fúnebre en honor al gran estratega de la Aldea de la Hoja y consejero del Nanadaime Hokage.
Percibo un calor corporal muy cerca, unos pulgares acarician mis mejillas eliminando a su paso mis cristalinas lágrimas.
─ ¡Shhh!, ¡Tranquila!
─ ¿Qué tal que hubieras muerto, vago?, Yo me hubiera mu…
─ Seguirías adelante siempre has sido más fuerte que yo. Cortas lo que iba decir.
─ ¡Baka!, le doy un puñetazo en su pecho. Hago acopio de girarme pero me retienes con tu sombra. ─ ¡Qué diablos!
─ Kagemane no justsu, ¡completado! ─ exclamas.
─ ¡Maldición, Nara!, ¡quita tu maldito jutsu de mí!
─ ¿Te vas a tranquilizar?
Miro hacia otro lado noto como las sombras abandonan mi cuerpo, ¡Mi movilidad es libre otra vez!
─ Mujer… el enano de ojos verdes y tu son mi todo; daría mi vida por la de ustedes sin dudarlo.
Me tiro a sus brazos como niña pequeña, lo abrazo por sus costillas, escondiendo mi rostro en su pecho, para que no reconozca mi desconsuelo.
─ ¡Mendōkusai!... Solo no quería preocuparte por nada, en su momento fue un mal rato pero ya pasó.
─ ¡No vuelvas a ocultarme nada!... ¡Somos dos en uno!, ¿Recuerdas?
─ ¡Lo somos!
Me abrazas y me levantas para llevarme a nuestra cama, nos besamos ─ con delicadeza, con perdón─ Agarras la cobija y la arrastras hasta cubrirnos, me abraza y siento tus lágrimas caer por mi cabello.
─ Tengo que admitir que mientras estaba asilado en ese bunker, tuve miedo de no volver a ver al problemático, ni a ti, de no sentirte, de no amarte, de no escuchar los regaños de mi madre, incluso añoraba las quejas de Naruto.
─ ¡Ya pasó!, ¿Estamos bien?─ trato de calmarlo.
─ ¡Lo estamos!
Después de amarnos y una problemática discusión, nos acurrucamos nuevamente en nuestra cama, ─ amo esta postura─ puedo oler tu embriagante aroma a bosque, a hierba mojada; me abrazas posesivamente, introduces tu nariz en mi cabello para inspirar el aroma a lavanda de mi champú.
Fue una bienvenida muy cálida, una enajenación absoluta ─ una vorágine de sentimientos encontrados ─ poco a poco el cansancio nos alcanza, cerramos nuestros ojos para dormirnos y entre dormida y despierta susurro…
─ ¡Te amo, bebé llorón! ─ musito para entregarme a Morfeo.
─ ¡Y yo a ti!, sentencias.
FIN
Porque el convencional misionero no tiene que ser aburrido. Espero y el lemon les haya gustado.
Aquí tienen la continuación de la historia, les agradezco el darse una vuelta por mi sitio, comentar y leer mis historias; sin ustedes simplemente los escritores no tendríamos inspiración.
Infinitas gracias a Onix of Caftree, Karitnis-san, Coeli Nara, Uzumaki Yosep y Fiorelaa 91; por sus reviews.