¡Hola mis amados lectores! ¿Qué ha sido de ustedes? Yo aquí con estudios, trabajo y creatividad xD
Bueno, hace poco, sucedió algo curioso.
Verán, me encuentro dentro de un grupo en Facebook acerca de shippeos de Yu-Gi-Oh. Allí se habla de TODOS los ships que pueden existir. Bueno, yo hice un comentario acerca de mi gusto por el Replayshipping, recibiendo comentarios positivos al respecto. Pero una de esas respuestas me dejó con una idea loca: el comentario decía que Yugi y Rebecca debieron haberse casado al final de toda la historia. Y bueno, de ese comentario nació esta breve historia que se me ocurrió en mi cabeza atestada de drama y romance.
¡Solo lean, y gócenla!
1- Casi…
Su vida estaba completa. O casi…
Habían transcurrido 4 años.
Aquel chiquillo de 17 años que había acabado sus estudios escolares a la par de sus mejores amigos, ya era un hombre de 21 años, con toda una vida establecida, dedicado a lo que le apasionaba: los juegos.
Había cumplido uno a uno sus objetivos. Tal como lo había narrado aquella tarde soleada en la azotea de la escuela, acompañado de sus camaradas.
Había partido rumbo a Alemania, donde un reconocido concurso de juegos había tomado lugar. No había sido fácil. Adversarios peligrosos se le habían cruzado, dispuestos a pisotear su esfuerzo, pero eso no lo detuvo y le otorgó el reconocimiento del primer lugar. Una vez más. Permitiéndole así iniciar con una carrera que le llevaría a expandir su juego alrededor del mundo y a mejorarlo cada vez más, para gusto del público y del suyo.
Su inspiración: aquello que lo acompañó de por vida. Su apoyo: aquellos que jamás le traicionaron.
Hace menos de 2 semanas, había dado un nuevo paso en su avance como creador de aquel juego. Para asombro de muchos, e incluso incredulidad de unos cuantos, Seto Kaiba se dispuso a patrocinarlo. No sin antes haberlo desafiado. Aunque claro, siendo terreno del enemigo, no le fue de gran asombro que Yugi Muto, su nuevo rival, lo hubiese derrotado. Aquello significó el inicio de una nueva era en el campo de los juegos. Y todo gracias al ingenio y dedicación que aquel carismático tricolor había puesto durante tanto tiempo.
Días de arduo trabajo, noches sin dormir, alejarse de sus seres más queridos, ver partir a varios de sus amigos en busca de su propio camino, estar solo.
Al final, todo había valido la pena. Pero…
Fue doloroso.
Por suerte, aquellos distanciamientos habían sido solo temporales. El lazo jamás de destruyó y el contacto a la distancia se mantuvo entre ellos. Con la viva promesa de volverse a ver.
Aun si pasaban cien años para que aquello ocurriera.
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"Entonces ¿Volverás en un mes a Ciudad Domino?"
- Así es – afirmó Yugi desde un lado del teléfono – Me tomaré un descanso en mi hogar.
"¡Viejo, eso es genial!" respondió una voz familiar desde el otro lado "Honda y yo te hemos extrañado como no te imaginas".
- Lo sé, Jonouchi-kun – musitó el tricolor – Yo también los extraño.
"¡Anímate! Nos veremos como en los viejos tiempos" respondió Jonouchi "Recuerda nuestra promesa, nos veremos para jugar con tu gran innovación"
- No lo olvido – confesó con melancolía – Y la verdad, muero de ganas por verlos a todos.
"Otogi dijo que volvería a la ciudad en una semana" mencionó el rubio "Por cierto ¿Has sabido de Anzu?".
- Está de gira en Latinoamérica – contestó Yugi con algo de tristeza – No pude verla aquí en Nueva York. Creí que podría, pero supe que partió hace unos tres días. Volverá aquí dentro de 3 meses.
"¡Maldición Yugi!" bufó Jonouchi. El joven de orbes amatistas tuvo que reprimir una carcajada al imaginar el ceño fruncido de su amigo "Quería hablar con ella. No es divertido hablar a través de correos electrónicos. Por cierto ¿Cómo supiste dónde está ahora?"
- Kaiba-kun me lo dijo – explicó Yugi – A veces es ventajoso el hecho de trabajar con él.
"Ni me lo digas, que aun no digiero la idea de que son socios" masculló Jonouchi, sin saber que estaba provocando que su camarada se estuviera aguantando las ganas de reír al escucharlo quejarse de ese modo "En serio ¿Cómo lo hiciste?"
- No me preguntes eso – dijo el otro encogiéndose de hombros – Ya te dije que aceptó patrocinar mi juego una vez que lo probó.
"Seguro estaba drogado o algo así" se burló el rubio.
- Extraño mi hogar – dijo Yugi con la voz cargada de tristeza luego de unos segundos de silencio – Los extraño a ustedes.
"Viejo, no te sientas mal. Has llegado muy lejos, y sabes que te recibiremos con los brazos abiertos. Siempre" habló Jonouchi. Aunque su voz parecía haber perdido una diminuta fracción de su humor "Y no te pongas sentimental, mira que es contagioso".
- Lo siento Jonouchi-kun – contestó el tricolor – No puedo evitarlo.
"Nos vemos pronto, Yugi"
- Hasta luego.
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Descansaba en un pequeño parque, ubicado en una zona atestada de edificios que llegaban casi a rozar las nubes. Parecía un pequeño espacio de calma en medio de una ciudad plagada por el ruido.
Exhaló un suspiro profundo, dejando caer la cabeza hacia atrás, sentado en una banca de madera. Estaba exhausto.
A primera hora había asistido a una conferencia de prensa, donde fue atestado de preguntas. Tanto él, como el CEO de Kaiba Corporation habían tenido que responder a estas, explicando con detalle los avances de su trabajo en conjunto. Y es que al igual que Jonouchi, muchas personas alrededor del mundo aun no podían creer que ahora Seto Kaiba y Yugi Muto trabajaran juntos, siendo que antes su relación era de desafío en desafío en el campo de Duel Monsters como los habilidosos duelistas que aun eran.
Kaiba no había dejado de quejarse de la ineptitud de aquellos que cuestionaban su relación de trabajo con el tricolor, así como de aquellos que parecían exponer una cara de idiotas al no comprender sus explicaciones con respecto al nuevo juego. Si hasta un niño de 5 años podía entenderlo, según el castaño.
Yugi, por supuesto, también se sorprendía a veces de lo tolerante que Kaiba ahora era con él, siendo que antes lo trató cuan escoria. Supuso que debido a lo ocurrido con Aigami, las cosas habían trazado otro rumbo. Aunque también se preguntó si se debía al viaje dimensional que el CEO había realizado. Había escuchado de parte de Mokuba, que se había encontrado con Atem. A pesar de ello, nunca cuestionó a Kaiba al respecto, no solo porque se trataba de un asunto personal del castaño, sino porque también quería evitar abrir viejas heridas. Aun a veces le dolía la ausencia del faraón. Después de todo, era su mejor amigo. Su hermano.
La mente de Yugi fue regresando lentamente al presente, donde su mirada antes perdida en un punto invisible del aire, se concentró en observar el ambiente que le rodeaba. Sentía una calma agradable, pero con un pequeño vacío dentro de él. Como si algo le faltara.
- ¿Yugi?
Al escuchar su nombre ser mencionado, levantó la cabeza con lentitud para no marearse, enfocó la mirada hacia la derecha, dirección desde dónde había escuchado que lo llamaban. Su mirada cansina se convirtió en una asombrada.
- ¿Rebecca?
Creyó que estaba equivocado o tal vez alucinaba con el cansancio. ¿En verdad, aquella joven era Rebecca?
Se veía igual y a la vez, tan diferente de la chica de 12 años que conoció siendo un adolescente.
Llevaba el cabello rubio y largo hasta la cintura, suelto. Vestía con unos pantalones de mezclilla, una blusa blanca de mangas largas y botas negras. Su rostro se notaba más acentuado, y más atractivo. Aun era decorado por aquellas gafas de marco rojo.
Estaba de pie, con una mochila azul en su espalda, mirándolo con una mezcla de asombro, emoción, nerviosismo y felicidad, todos desbordados.
Ella por su parte, no fue capaz de pensar. Volvió a sentirse como una niña. Aquella niña enamorada de un chico que la había cambiado para bien, a través de un duelo. Y que ahora estaba frente a ella. Como un recuerdo o un deseo cumplido. Con aquel peinado tricolor extravagante, vestido con camisa negra, zapatos del mismo color y pantalones blancos (N/A: Si, lo sé. El look que llevaba en la peli. No pude evitarlo. Amaba verlo vestido así). En su cuello aun llevaba aquel collar abrochado.
Ambos al mirarse enmudecieron. Estaban separados por unos pocos metros. No podían creer las circunstancias en que se volvían a ver.
- ¡Yugi! – soltó la menor con un grito entusiasta. Corrió hasta el aludido y se abalanzó sobre este, abrazándolo con fuerza. Liberando a esa niña enamorada que aun seguía latente en su corazón.
Yugi trastabilló al recibir a la ahora adolescente en sus brazos. Dio un par de pasos hacia atrás, para evitar caer de espaldas. Estaba pasmado ante la reacción de ella.
Fue como vivir un deja vú.
- Rebecca – repitió su nombre con neutralidad, para después abrazarla con algo de nerviosismo.
- ¡No puedo creerlo! En verdad eres tú – dijo la rubia mientras no dejaba de abrazarlo, ocultando el rostro en el hombro del tricolor – Te he extrañado mucho.
El joven se sonrojó tenuemente, al no esperar esa confesión de parte de ella.
- Yo también – se sinceró con la rubia, y consigo mismo. Pues aunque nunca lo dijo, la echaba de menos. Tal vez no tanto como ella, pero lo hacía.
Rebecca se apartó de él con suavidad, mirándolo con más atención. Notó leves cambios en el rostro de aquel chico, haciéndolo ver aun más atractivo, menos infantil, pero sin perder su encanto. Sintió su corazón bombear con fuerza cuando sus iris verde agua hicieron contacto con los ojos violetas de él. Por un momento, olvidó hasta dónde se encontraban. Se sintió como una niña de 12 años una vez más.
Enamorada.
- Has crecido mucho – comentó Yugi, haciéndola regresar a la realidad.
- Eso… creo – respondió luego de parpadear unas cuantas veces al despertar a la realidad.
- No esperaba encontrarte aquí – agregó el tricolor con media sonrisa.
- Creo que por mi va lo mismo – respondió Rebecca – Digo, sé que estabas en Estados Unidos, pero…
- ¿Cómo lo supiste? – interrumpió el chico con asombro notable en su voz y expresión.
- Tu cara está en todas partes, tontito – dijo la rubia con una risilla – Desde que lanzaste tu nuevo juego y te asociaste con Seto Kaiba has sido la noticia del momento.
- No creí… que hubiera tanto escándalo por eso – confesó sonriendo con nerviosismo, rascando su nuca con su mano derecha.
- No podía esperar menos de ti, Yugi – dijo Rebecca con orgullo – Desde que te conocí, supe que llegarías muy lejos. Hicieras lo que hicieras, llegarías lejos.
La expresión del joven adulto se volvió una fusión entre asombro y algo de vergüenza ante las palabras de la joven. Desvió la mirada sintiendo calor en las mejillas. Supuso que estaba comenzando a sonrojarse.
- No, no tienes por qué decir eso – comentó tratando de restarle atención.
- Es lo que pienso de ti, siempre lo he pensado – se sinceró ahora ella bajando levemente la mirada – Siempre he admirado como eres.
En cierta parte, aquello era mentira. Pues a pesar del tiempo, los sentimientos de Rebecca nunca habían muerto. Vivieron con anhelo en su corazón, deseando un día ser confesados.
Si, era cierto. Lo admiraba. Pero también… lo amaba.
- Gracias – fue todo lo que el tricolor pudo articular. Pues estaba demasiado anonadado con aquella confesión.
Ambos guardaron silencio por unos segundos, desviando la mirada el uno del otro, sin entender por qué, si después de todo no habían dicho ni hecho nada malo.
- ¿Qué… fue de ti? – inquirió él intentando retomar la conversación.
- Es una larga historia – respondió Rebecca – Han pasado muchas cosas, desde la ultima vez que nos vimos.
- Tengo tiempo – se ofreció el tricolor a escucharla. Pues si era sincero consigo mismo, tenía bastante curiosidad acerca de la vida actual de su amiga.
- Conozco una cafetería que no está muy lejos de aquí – invitó la rubia – Si quieres, podemos ir allá a conversar un momento.
- Vamos – aceptó Yugi, apenas comprendiendo que, prácticamente, acababa de aceptar una "cita" con ella. Al notarlo luego de unos segundos, sintió unos nervios enormes recorrerle el cuerpo.
- Me alegro mucho – comentó Rebecca intentando disimular su emoción, pues si fuera por ella, estaría brincando de felicidad. Esperar años, solo por una cita.
Cualquiera creería que aquello era una estupidez. Estupidez que ella había cometido y que había valido la pena desde su punto de vista.
Haciéndole un gesto con la cabeza de que la siguiera, echó a andar hacia delante, en dirección al lugar mencionado, mientras el chico de ojos amatistas comenzaba a cuestionarse como demonios había aceptado tan rápidamente salir con una chica. Aun si fuera una amiga de su adolescencia, no estaba actuando como él mismo.
O casi.
Y bueno, eso es todo.
¡Mentira! Aun no acaba esta historia. En un inicio, quise que fuera un one-shot, pero como se me alargó mucho, tuve que dividir la historia. Mínimo unos dos o tres capítulos tendrá.
Supongo que ya se harán una idea de a donde va la historia. Y descuiden, no agregaré tanta tragedia como es mi costumbre, así que tranquilos jijijiji.
El próximo capitulo intentaré subirlo en unos dos o tres días. Pues la historia está casi lista. Solo me falta el epilogo.
¡Viva los seguidores del Replayshipping!
¡Saludos!
